jueves, octubre 24, 2019

En el día (ejem) de Franco

He dejado este post programado para que se publique el jueves 24 a las 10,30 horas de la mañana. Confío en el gobierno de Pedro Sánchez para que se cumplan las previsiones y, precisamente a esta hora, se esté procediendo a la exhumación de los restos de Francisco Franco en el Valle de los Caídos. Si no es así, la cosa es que no tengo posibles para parar el post; así pues, espero que Sánchez y yo mismo no estemos quedando, ahora mismo, a la altura del betún.

De Franco se ha escrito mucho en este blog; tanto, que, con 1.560 posts publicados, 69 tageados como franquismo y 70 como Guerra Civil, la verdad, resultaría muy difícil colocar aquí todas las referencias. Dicho esto, colocaré dos series que dediqué en su día al periplo del general ferrolano.

El primero de los textos es el que analizó el camino de Francisco Franco hasta que obtuvo el poder, y cómo se las ingenió para mantenerlo durante cuarenta años. No creas, no fue tan fácil como parece, aunque tampoco fue tan difícil como debería haber sido. Aquí enlazas con el vigésimo y último capítulo de la serie, desde el que puedes ir adonde quieras en la misma, pues todos los anteriores están enlazados allí. En la biblioteca, anyway, también te lo puedes bajar en pdf todo entero.

El segundo texto ya está más relacionado con la tumba, pues relata cómo Franco se acabó metiendo en ella. Es, por lo tanto, el relato de su enfermedad. Aparte de que en la biblioteca, de nuevo, tenéis el texto completo en pdf, también lo podéis leer entero pinchando aquí, pues lo publiqué en megapost.

Hala, como decimos en mi tierra, a rañala.

miércoles, octubre 23, 2019

lunes, octubre 21, 2019

Isabel al poder (7: La última trucha de Alfonso)

Otros escalones de esta escalera:

Ese alguien que, en este caso, consideró que no podía sacar más del bando en el que estaba y que, por lo tanto, lo suyo era hacerle una oferta al otro bando, era, lógicamente, Pacheco. A Pacheco, en el fondo, el éxito de la rebelión contra Enrique no le había venido demasiado bien. Al unirse a la misma apellidos de muy elevada alcurnia como los Enríquez o los Stúñiga, se imponía la necesidad de compartir el pastel con unos tipos que llevaban siglos acostumbrados a ser unos auténticos zampabollos. En cambio Pacheco, sobrino de un arzobispo y persona hecha a sí misma, era un parvenu en el gotha del poder castellano, y, que diría Julio Iglesias, lo sabía. Todos aquellos tipos con extensas heredades y señoríos lo despacharían de un papirotazo el día que todo estuviese hecho; o, como poco, a él le tocaría volver a ponerse a bailar para conseguir caerle bien al rey Alfonso, como ya había hecho antes con Álvaro de Luna, con el rey Juan y con el rey Enrique.