martes, febrero 25, 2025

Huida de Elba (y 16): Diles que voy

 






Como buen militar decimonónico que era, Napoleón no quería ir a ningún sitio sin su caballería. Pero lo muy limitado de sus medios de transporte le obligó a renunciar a los caballos de sus caballeros, pues sólo le cupieron en los barcos los que eran estrictamente necesarios para transportar los artefactos artilleros, y los del Estado Mayor. Confiaba en que en Francia le lloverían los equinos. En la parte positiva, la política de embargo de los buques surtos en la rada de Porto-Ferraio le había permitido controlar una polacra procedente del puerto occitano de Agde, la Saint-Esprit, que vino a sumar 194 toneladas a la capacidad de la expedición. Cuando Jermanowski, que hemos de reconocer debía de ser un tipo de presencia bastante impresionante, se presentó en la cubierta con veinte hombres, el capitán no hizo ademán de protestar. Pero sí protestó, y muy vivamente, cuando los polacos, con esa forma de actuar tan de gentes centroeuropeas, decidieron que pasaban de descargar la mercancía del barco; que era mucho más cómodo tirarla al mar.

lunes, febrero 24, 2025

Huida de Elba (15): La partida

 





En Elba, Napoleón tenía una información más que razonable de todas estas amenazas. Y no lo veía como el peor de los destinos. Solía decir: “Yo soy un soldado; a quien pretenda asesinarme, le ofreceré mi pecho desnudo; pero lo que no quiero es ser deportado”. A pesar de esta declaración genérica y simbólica, lo cierto es que los militares que estaban con el ex emperador trabajaron desde el principio para generar una especie de red de inteligencia que previese cualquier tipo de atentado. Toda persona que desembarcaba en la isla tenía que presentar su pasaporte en la comisaría, indicar dónde iba a residir, y pasar por un interrogatorio.