miércoles, septiembre 18, 2024

Mao (11): Los verdaderos motivos de la Larga Marcha

Papá, no quiero ser campesino
Un esclavo, un amigo, un servidor
“¡Es precioso, precioso!”
Jefe militar
La caída de Zhu De
Sólo las mujeres son capaces de amar en el odio
El ensayo pre maoísta de Jiangxi
Japón trae el Estado comunista chino
Ese cabronazo de Chou En Lai
Huida de Ruijin
Los verdaderos motivos de la Larga Marcha
Tucheng y Maotai (dos batallas de las que casi nadie te hablará)
Las mentiras del puente Dadu
La huida mentirosa
El Joven Mariscal
El peor enemigo del mundo
Entente comunista-nacionalista
El general Tres Zetas
Los peores momentos son, en el fondo, los mejores
Peng De Huai, ese cabrón
Xiang Ying, un problema menos
Que ataque tu puta madre, camarada
Tres muertos de mierda
Wang Ming
Poderoso y rico
Guerra civil
El amigo americano
La victoria de los topos
En el poder
Desperately seeking Stalin
De Viet Nam a Corea
El laberinto coreano
La guerra de la sopa de agujas de pino
Quiero La Bomba
A mamar marxismo, Gao Gang
El marxismo es así de duro
A mí la muerte me importa un cojón
La Campaña de los Cien Ñordos
El Gran Salto De Los Huevos
38 millones
La caída de Peng
¿Por qué no llevas la momia de Stalin, si tanto te gusta?
La argucia de Liu Shao Chi
Ni Khruschev, ni Mao
El fracaso internacional
El momento de Lin Biao
La revolución anticultural
El final de Liu Shao, y de Guang Mei
Consolidando un nuevo poder
Enemigos para siempre means you’ll always be my foe
La hora de la debilidad
El líder mundial olvidado
El año que negociamos peligrosamente
O lo paras, o lo paro
A modo de epílogo  



En plena huida, Mao tuvo un golpe de mala suerte. Hubo una ola de calor, y enfermó de malaria. Por ello, pasó a estar en peligro de quedarse atrás. Lo salvó un médico que conocía de tiempo atrás, Nelson Fu, que llegó de Ruijin y consiguió dejarlo en una situación suficientemente buena como para dar el pego. Mao siempre le estuvo agradecido e hizo del doctor Fu el jefe de su equipo médico habitual durante décadas. Pero, bueno, todas estas cosas, con Mao de por medio, son muy, pero muy, matizables. En 1966, cuando Mao llevó a cabo la Gran Purga, el doctor Fu tenía 72 años. Fue arrestado y apalizado. Le escribió una carta al Presidente recordándole que en Yudu le había salvado la vida, y pidiéndole que ahora le salvase la suya. Mao, inicialmente, hizo alguna gestión para salvarlo; pero cuando supo que el doctor Fu había hablado de su salud (la de Mao) con otros dirigentes del Partido, lo dejó en la cárcel, donde el anciano murió dos semanas después.

martes, septiembre 17, 2024

Mao (10): Huida de Ruijin

Papá, no quiero ser campesino
Un esclavo, un amigo, un servidor
“¡Es precioso, precioso!”
Jefe militar
La caída de Zhu De
Sólo las mujeres son capaces de amar en el odio
El ensayo pre maoísta de Jiangxi
Japón trae el Estado comunista chino
Ese cabronazo de Chou En Lai
Huida de Ruijin
Los verdaderos motivos de la Larga Marcha
Tucheng y Maotai (dos batallas de las que casi nadie te hablará)
Las mentiras del puente Dadu
La huida mentirosa
El Joven Mariscal
El peor enemigo del mundo
Entente comunista-nacionalista
El general Tres Zetas
Los peores momentos son, en el fondo, los mejores
Peng De Huai, ese cabrón
Xiang Ying, un problema menos
Que ataque tu puta madre, camarada
Tres muertos de mierda
Wang Ming
Poderoso y rico
Guerra civil
El amigo americano
La victoria de los topos
En el poder
Desperately seeking Stalin
De Viet Nam a Corea
El laberinto coreano
La guerra de la sopa de agujas de pino
Quiero La Bomba
A mamar marxismo, Gao Gang
El marxismo es así de duro
A mí la muerte me importa un cojón
La Campaña de los Cien Ñordos
El Gran Salto De Los Huevos
38 millones
La caída de Peng
¿Por qué no llevas la momia de Stalin, si tanto te gusta?
La argucia de Liu Shao Chi
Ni Khruschev, ni Mao
El fracaso internacional
El momento de Lin Biao
La revolución anticultural
El final de Liu Shao, y de Guang Mei
Consolidando un nuevo poder
Enemigos para siempre means you’ll always be my foe
La hora de la debilidad
El líder mundial olvidado
El año que negociamos peligrosamente
O lo paras, o lo paro
A modo de epílogo  



De los sucesos de Ningdu había una cosa que a Mao le había quedado clara: Moscú estaba de su lado. Así pues, no estaba todo perdido, aunque tampoco se podía decir que estuviese todo ganado. Eso sí, se sintió lo suficientemente fuerte como para negarse a ir a la capital del Estado rojo, Ruijin; así que, puesto que decían que estaba enfermo, decidió quedarse a “convalecer” en Tingzhou. Allí montó un cuartel general bastante bien dotado (no le faltaba el dinero pero, claro, ya sabéis: ser comunista no significa blablablá) desde el que instruyó a quienes le eran fieles para que nunca se enfrentasen con los nacionalistas en el campo de batalla.

lunes, septiembre 16, 2024

Mao (9): Ese cabronazo de Chou En Lai

Papá, no quiero ser campesino
Un esclavo, un amigo, un servidor
“¡Es precioso, precioso!”
Jefe militar
La caída de Zhu De
Sólo las mujeres son capaces de amar en el odio
El ensayo pre maoísta de Jiangxi
Japón trae el Estado comunista chino
Ese cabronazo de Chou En Lai
Huida de Ruijin
Los verdaderos motivos de la Larga Marcha
Tucheng y Maotai (dos batallas de las que casi nadie te hablará)
Las mentiras del puente Dadu
La huida mentirosa
El Joven Mariscal
El peor enemigo del mundo
Entente comunista-nacionalista
El general Tres Zetas
Los peores momentos son, en el fondo, los mejores
Peng De Huai, ese cabrón
Xiang Ying, un problema menos
Que ataque tu puta madre, camarada
Tres muertos de mierda
Wang Ming
Poderoso y rico
Guerra civil
El amigo americano
La victoria de los topos
En el poder
Desperately seeking Stalin
De Viet Nam a Corea
El laberinto coreano
La guerra de la sopa de agujas de pino
Quiero La Bomba
A mamar marxismo, Gao Gang
El marxismo es así de duro
A mí la muerte me importa un cojón
La Campaña de los Cien Ñordos
El Gran Salto De Los Huevos
38 millones
La caída de Peng
¿Por qué no llevas la momia de Stalin, si tanto te gusta?
La argucia de Liu Shao Chi
Ni Khruschev, ni Mao
El fracaso internacional
El momento de Lin Biao
La revolución anticultural
El final de Liu Shao, y de Guang Mei
Consolidando un nuevo poder
Enemigos para siempre means you’ll always be my foe
La hora de la debilidad
El líder mundial olvidado
El año que negociamos peligrosamente
O lo paras, o lo paro
A modo de epílogo  



De hecho, el Estado comunista chino (que no podemos llamar propiamente maoísta) no sólo no se caracterizó por crear un bienestar para el proletariado sino por, esta vez sí de la mano de Mao, explotarlo intensamente. Mao se apoyó en esto en una idea que conocía bien, pues se la habían explicado desde Moscú: argumentar que el pueblo estaba repleto de kulaks emboscados, a los que había que arrebatar su riqueza ilegítima. La orden que dio Mao a sus patotas de bullies fue incautarse de la última migaja que poseyeran aquéllos que fuesen etiquetados como enemigos de la clase obrera (porque quitarle un hospital a la gente que no tiene nada y montarlo para la élite del Partido, eso no es ser enemigo de nadie sino, simplemente, ser consciente de que ser comunista no significa vivir como un eremita).