El business model
Vinos y odres
Los primeros pasos de los liberales
Lo dijo Dios, punto redondo
Enfangados con la liturgia
El asuntillo de la Revelación
¡Biscotto!
Con la Iglesia hemos topado
Los concilios paralelos
La muerte de Juan XXIII
La definición de la colegialidad episcopal
La reacción conservadora
¡La Virgen!
El ascenso de los laicos
Döpfner, ese chulo
El tema de los obispos
Los liberales se hacen con el volante del concilio
El zasca del Motu Proprio
Todo atado y bien atado
Joseph Ratzinger, de profesión, teólogo y bocachancla
El sudoku de la libertad religiosa
Yo te perdono, judío
¿Cuántas veces habla Dios?
¿Cuánto vale un laico?
El asuntillo de las misiones se convierte en un asuntazo
El SumoPon se queda con el culo al aire
La madre del cordero progresista
El que no estaba acostumbrado a perder, perdió
¡Ah, la colegialidad!
La Semana Negra
Aquí mando yo
Saca tus sucias manos de mi pasta, obispo de mierda
Con el comunismo hemos topado
El debate nuclear
El triunfo que no lo fue
La crisis
Una cosa sigue en pie
La reacción creada por el manifiesto Curran fue bastante clara: los obispos estadounidenses se colocaron del lado de su Boss. Esta decisión suya yo creo que ya se veía venir en algunas de sus tomas de posición en el concilio (que ya hemos ido viendo), y que definen a la Iglesia católica USA en la zona media de la tabla del progresismo religioso, sin grandes alharacas. El 31 de julio, monseñor John F. Deardon, pastor de las almas de Detroit (donde había y hay mucho que pastorear, para qué nos vamos a engañar) fue el encargado de hacer público el planteamiento obispal.