miércoles, diciembre 07, 2016

Trento (12)

Recuerda que en esta serie hemos hablado ya, en plan de introducción, del putomiérdico estado en que se encontraba la Europa católica cuando empezó a amurcar la Reforma y la reacción bottom-up que generó en las órdenes religiosas, de los camaldulenses a los teatinos. Luego hemos empezado a contar las andanzas de la Compañía de Jesús, así como su desarrollo final como orden al servicio de la Iglesia. Luego hemos pasado a los primeros pasos de la Inquisición en Italia y su intensificación bajo el pontificado del cardenal Caraffa y la posterior saña con que se desempeñó su sucesor, Pío IV, hasta conseguir que la Inquisición dejase Italia hecha unos zorros.

A partir de ahí, hemos pasado a ver los primeros pasos de la idea del concilio y, al trantrán, hemos llegado hasta su constitución formal.

Hemos dicho que el 13 de marzo comenzó el espectáculo, pero en realidad hemos mentido. Ése fue el día en que los legados papales hicieron su entrada protocolaria en Trento, pero no fue, a pesar de las previsiones de la bula papal, el día en que comenzó el concilio. La razón: allí prácticamente no había nadie. Y no ha de extrañar que sea así, pues los obispos de media Europa tenían que cruzarla para llegar (y entonces no había alta velocidad); incluso, con anterioridad a su salida tenían que llevar a cabo un proceso entre sus feligreses para el acopio de medios monetarios suficientes que pagasen el viaje y la estancia en Trento.

lunes, diciembre 05, 2016

Trento (11)

Recuerda que en esta serie hemos hablado ya, en plan de introducción, del putomiérdico estado en que se encontraba la Europa católica cuando empezó a amurcar la Reforma y la reacción bottom-up que generó en las órdenes religiosas, de los camaldulenses a los teatinos. Luego hemos empezado a contar las andanzas de la Compañía de Jesús, así como su desarrollo final como orden al servicio de la Iglesia. Luego hemos pasado a los primeros pasos de la Inquisición en Italia y su intensificación bajo el pontificado del cardenal Caraffa y la posterior saña con que se desempeñó su sucesor, Pío IV, hasta conseguir que la Inquisición dejase Italia hecha unos zorros.

A partir de ahí, hemos pasado a ver los primeros pasos de la idea del concilio.

En realidad, Carlos tenía mucho que remar para convencer a los reformados. Los protestantes, esto es cierto, anhelaban como el que más la reunificación de la Iglesia. Pero no estaban en modo alguno dispuestos a admitir que ésta fuese a venir de un concilio o sínodo presidido por el Papa. Por propia esencia, los seguidores de Lutero reclamaban un concilio general, basado en las Escrituras y presidido por ellas; un concilio en el que incluso los laicos pudieran participar y expresar sus ideas. Así pues, cuando Carlos se dirigió a ellos planteándoles que participasen en un momio organizado por y desde Roma, dijeron que no; y, como quiera que el emperador les amenazase con la fuerza, dieron existencia a la liga de Schmalkalde. Carlos, que se encontraba fuertemente amenazado por el peligro turco y que tenía que tener en cuenta la probabilidad de que el francés Francisco I decidiese ponerse de parte de los protestantes, tuvo que aflojar. Para gran felicidad del Papa, que ya se veía haciendo el paripé en un concilio dominado por el poder temporal.