miércoles, enero 23, 2008

Cuentas

Estoy seguro de que vosotros también tenéis o habéis tenido a alguno cerca. Me refiero a esas personas mayores que tienen a gala destacar la diferencia entre niveles de vida que existe entre su juventud y la de hoy en día. No negaré que se hacen un poco pesados; pero igual de innegable es que tienen más razón que Pablo Motos cuando le dice a los niños que se vayan a dormir.

España ha cambiado mucho. Cada uno de nosotros atesora sus propios elementos de comparación. Yo suelo recordar el día en que, teniendo yo diez o doce años, un poquito antes de morir Franco pues, a mi tía, que ve menos que Bob Milks, se le rompieron las gafas. Se me quedó grabada su imagen, quejándose amargamente con una frase casi homérica: «antes, cuando podías tener dos pares de gafas, era menos problema, pero ahora…»

Ahora hay gente que tiene no dos, sino tres, cuatro o cinco pares de gafas, de distintos colores, y se las va poniendo según le cuadren con lo que lleven puesto.

El otro día me compré un folleto en el Rastro. Se titula Los problemas de España ante la integración europea y está fechado en Zaragoza en 1962. Me apetecía leer un poco cómo se veía la jugada entonces y, la verdad, las conferencias que contiene el librito (cuyos autores son los profesores Ramón Tamames, Ramón Sainz de Varanda, Salvador Mollet y Bel, José Luis Lacruz Berdejo y Luis Coronel de Palma) tienen su interés. Amén de que leer cosas de otrora los tiempos tiene su aquél porque la prosodia y las referencias culturales han cambiado mucho. Como botón de muestra, copio aquí el broche final de la conferencia del profesor Sainz de Varanda sobre La estructura social española ante el Mercado Común:

«Nuestro deber de ciudadanos y europeos nos obliga a trabajar, a abordar problemas concretos, a avanzar paso a paso, a europeizarnos. Y ese deber lo tenemos los aragoneses por doble motivo. Al fin y al cabo, quien nos marcó el camino era un aragonés, que lanza en ristre perseguía a otro gran caballero andante: el Cid. Por mote llevaba una frase que pudiera servir de lema a esta conferencia: despensa y escuela».

Primera noticia que tengo de que Joaquín Costa perseguía al Cid, pero, bueno...

Y lo fue, don Ramón, lo fue. Porque la Historia de España en los últimos 40 años bien se puede resumir así: más despensa, y más escuela.

En la mentada conferencia encontré una tabla que me animó a hacer cuatro cuentas que son las que hoy quiero compartir con vosotros. Dicha tabla indicaba la renta per cápita de las diferentes provincias españolas en el año 1961. Bueno, no todas porque, por razones que se me escapan, el profesor Sainz de Varanda no cita ni a las insulares ni a Ceuta y Melilla (este último caso es más normal, pues en aquel entonces las hoy ciudades autónomas estaban administrativamente integradas en provincias andaluzas; Melilla en Málaga y Ceuta no sé si en Cádiz).

Así que esos fueron mis datos de partida. Copié las provincias y su renta por habitante y año en pesetas de 1961 y luego le hice dos operaciones: por un lado, actualizar esa cantidad con el IPC para convertirla en pesetas del 2005 y, posteriormente, dividir por 166,386 para calcular la cantidad en euros. Después me fui a visitar la página web del INE, en cuyos recovecos suelo pasar bastantes ratos por razones que tienen que ver con mi maldita costumbre de comer dos veces todos los días, y me copié los datos de la Contabilidad Regional de España, concretamente el PIB per cápita provincial, también del año 2005.

No es un cálculo totalmente afinado, pero a mí me vale. Para aquellos cuya familia haya permanecido en la misma provincia en el último medio siglo, el resultado de dividir el valor añadido por habitante real del 2005 por la renta per cápita de 1961 actualizada en euros les dará una idea de en qué medida son más ricos que sus padres o abuelos y, para aquellos lectores más provectos, les ayudará a recordar en qué medida fueron, en el pasado espero, pobres como ratas.

Pues bien: lo primero que os diré es que ese multiplicador varía entre 17,6 y 6. O sea, los españoles que menos han avanzado multiplicando su riqueza la han multiplicado por seis, que no está mal; y los que más se han ido a una diferencia realmente estratosférica, según la cual donde en 1961 un ciudadano medio tenía posibilidad de pagarse una buena cena, su sucesor en dicha condición puede hoy pagarse casi 18.

El estudio relativo, es decir de las diferencias entre territorios, es, a mi modo de ver, muy revelador. Revela, desde mi punto de vista, hasta qué punto el crecimiento económico español ha sabido ser solidario. Lejos de hacer más ricos a los territorios más ricos, son algunos de los que en 1961 eran más pobres los que muestran una evolución más positiva.

La provincia con el multiplicador más alto, ése de 17,6 que antes señalaba, es Almería. Algo que supongo que no sorprenderá a todo aquél que sepa algo (yo sé más bien poca cosa) de la profunda transformación económica que ha experimentado esta provincia al calor de modernas técnicas de explotación agrícola. A continuación, con 14,6, se sitúan Orense y Teruel. Así pues, Teruel también existe y Orense, algo que también es bastante patente, ha logrado darle la vuelta a la situación que tenía a principios de los años sesenta, un momento en el que estaba a punto de enviar al extranjero a lo mejor de su juventud por causa de la absoluta falta de perspectivas que allí había.

Si continuamos la lista hasta tener las diez primeras provincias, las que citamos siguen en este tono, es decir son, por lo general, provincias no situadas muy arriba en la clasificación de la riqueza relativa: Ávila (14,5), Granada (14,4), Albacete, Lérida y Lugo (13,3 las tres), Cáceres (13,1) y Ciudad Real (12,6).

Al profesor Sainz de Varanda, al que leemos en la cita muy aragonés él, le gustará saber, supongo, que la otra provincia aragonesa menos metropolitana, Huesca, ocupa el puesto 12, justo detrás de Murcia. Luego Soria, Cuenca, Badajoz y Burgos, provincias todas ellas situadas en la zona media-baja o baja de la tabla de la riqueza regional.

¿Que quienes son los perdedores? Con bastante claridad, el País Vasco. Vizcaya es la provincia cuyo multiplicador de 5,9 coloca al final de la tabla; pero es que encima de ella, de penúltima y con 6,0, está Guipúzcoa. Luego Asturias (7,6), Barcelona (7,3), Valencia (8,1) y Madrid (8,3). Hasta llegar a las diez últimas tenemos que contar, por orden, a Cantabria, Sevilla, Cádiz y Palencia.

Como ya he escrito alguna vez, lamento ser un zote con estas cosas del html y las ediciones y tal. Si algún día aprendo a colocar gráficos y tablas como hace Wonka, estaré encantado de compartir los datos con vosotros.