lunes, mayo 26, 2025

Viet Nam antes de Viet Nam (20): El factor chino




Las primerasrelaciones
Reyes y revoluciones
Nunca te fíes de un francés
Nguyen Ai Doc
Tambores de guerra
El tsunami japonés
Grandeza y miseria de la Kempeitai
El Viet Minh
Los franceses hacen lo que mejor saben hacer (no definirse)
Dang vi qui, o sea, naniyori mo hitobito
El palo y la zanahoria comunistas
Puchimones contra podemitas
Aliados a pelo puta
Franceses y comunistas chapotean para no ahogarse
Vietnamitas listos + británicos estúpidos + periodistas gilipollas = muertos a decenas
Si tu ne voulais pas de bouillon, voici deux tasses
Francés busca indochino razonable
Los problemas del comunismo que se muestra demasiado comunista
Echa el freno, Madaleno
El factor chino
El factor USA
El problema de las tres mareas
Orchestal manoeuvres in the dark
O pacto, o guerra
Buen rollito por cojones
El acuerdo de 6 de marzo
El Plan Cédiletxe
No nos queremos entender
Dalat
Las inquietudes y las prisas del almirante D’Argenlieu
Calma tensa
La amenaza nacionalista
Fontainebleau bien vale unos chinos
Francia está a otras cosas
Memorial de desencuentros
Maniobras orquestales en la oscuridad (sí, otra vez)
El punto más bajo de la carrera de Ho Chi Minh
Marchemos todos, yo el primero, por la senda dictatorial
El doctor Trinh, ese pringao
Allez les bleus des boules!
D’Argenlieu recibe una patada en el culo de De Gaulle
París no se entera
Si los Charlies quieren pelea, la tendrán
Give the people what they want
Todas las manos todas, amigo vietnamita
No hay mus
El comunista le come la tostada al emperador
El momento del general Xuan
Conditio sine qua non con un francés: cobra siempre por adelantado
La ocasión perdida
El elefante chino entró en la cacharrería 


 


Una portada bastante famosa de una revista política americana de campanillas hablaba, en los años cuarenta, de los cuatro grandes árbitros del nuevo orden poítico mundial, que eran; Roosevelt, Stalin, Churchill... y Chang Kai Chek. A pesar de que el Kuomintang siempre tuvo muchas conexiones con los soviéticos, especialmente en el ámbito organizativo y estratégico, el nacionalismo chino anti imperial siempre fue la apuesta de occidente para crear un nuevo orden en Asia; y por ello era sólo cuestión de tiempo que los chinos se implicasen en los asuntos annamitas, contando para ello con la bendición, más o menos connotada, tanto de soviéticos como de capitalistas.

En agosto de 1945, tropas chinas comenzaron a marchar a pie hacia el Tonkin. El 93 ejército de Yunan descendió por el valle del Río Rojo hacia Hanoi, mientras que el 62 central llegaba al mismo lugar desde Langsong-Caobang. El 62 central tuvo como objetivo Hai Phong y la región marítima mientras que, por último, el 60 de Yunan ocupaba gran parte del Tonkin, desde Vinh a Da Nang. En total, eran 150.000 efectivos, al mando de un general yunanés, Lu Han, señor de la guerra en su región que acabaría uniéndose a los comunistas.

El ejército chino que penetró en Indochina lo hizo, a efectos prácticos, como un ejército invasor. De hecho, tomaron un control casi absoluto del país, con gestos como fijar una relación de cambio entre la piastra y el dólar chino que, en la práctica, les suponía poder comprar todo a precios irrisorios para ellos (el mismo tipo de trile ladrón que Stalin le hizo a los republicanos españoles para quedarse con el orodel Banco de España). El Viet Minh, sin embargo, reaccionó con prudencia, consciente de su debilidad. La Prensa comunista vietnamita, por ello, saludó aquella llegada muy positivamente, asegurándole a sus lectores que los chinos sólo estaban allí para desarmar a los japoneses, pero que su presencia no suponía riesgo alguno para la independencia del país.

La razón fundamental de que los analistas del momento contemplasen a Chiang como el cuarto gran árbitro de la situación mundial estriba en el hecho de que, tras hundirse el poder japonés en el área, los chinos se habían convertido en los grandes canalizadores, poseedores en realidad, del comercio en el área y, sobre todo, en el Mar de China. Las transacciones indochinas, filipinas o siamesas, eran suyas. Para consolidar ese poder, los chinos necesitaban hacer que tanto Hanoi como Hai Phong, sobre todo, se convirtiesen, de iure o de facto, en colonias chinas. Esta dominación se hizo fundamentalmente a través del establecimiento de cantoneses y del concurso de otro importante general del sur de China: Chiang Fa Kwei (o Zhang Fakui, como queráis).

Un tercer personaje es incluso más importante para entender la penetración de yunaneses y cantoneses en Viet Nam: Siao o Xiao Wen. El principal objetivo de Wen, que lo era de los chinos de Cantón, era colocar un gobierno nacionalista al frente del Viet Nam y poder controlarlo a gusto. Para ello, Wen tenía el cargo perfecto: jefe de los servicios políticos secretos del ejército chino en Annam.

Para poder llevar a cabo estos objetivos, los chinos llevaban consigo su propio equipaje de opositores vietnamitas. Con los cantoneses, efectivamente, marcharon muchos exiliados del Dong Minh Hoi, y entre ellos su líder, Nguyen Hai Than. Los chinos, pues, se puede decir que se traían en su ejército a su propia clase política vietnamita. Lu Han, por su parte, era un gran apoyo para el VNQDD, muchos de cuyos miembros estaban, por su parte, integrados en el ejército de Yunan, bajo el liderazgo de Vu Hong Khanh.

Con estos mimbres, los chinos no mostraron una hostilidad bélica contra los comunistas; yo creo que mejor se expresaría su actitud si decimos que los apartaron de un manotazo, así, en plan, “quita, niño, que lo mismo te vas a hacer daño”. De forma casi inmediata, desarmaron primero y disolvieron después los comités populares, que fueron reemplazados por personas de tendencia Dong Minh o VNQDD.

El 9 de septiembre, las primeras tropas chinas entraron en Hanoi. El 18, Lu Han llegó en avión con todo su estado mayor, y se estableció en el edificio del Gobierno General que Sainteny había tenido que abandonar. Desde el principio, los chinos se dedicaron a hacer lo que mejor se les da, que es jugar al despiste. Lu Han declaró el día 28 de septiembre que él estaba totalmente comprometido con el papel de Francia en la zona, como es lógico pues no podía permitirse una ruptura de China con sus aliados; pero, al mismo tiempo, dejaba claro que no se había puesto ningún límite temporal a la presencia china en la zona. O sea, más o menos: el piso es tuyo, pero yo estoy de okupa, y no me pienso marchar.

Para demostrar la importancia que los chinos daban al tema annamita, desplazaron de visita a Hanoi a su JEMAD (dicho sea en términos de ejército español actual), el general Ho Ying Chin (o He Yingqin), quien llegó acompañado de un general estadounidense llamado MacClure (que podría ser Robert Alexis MacClure, pero no puedo asegurarlo). En tal teatro, y con tal compañía, Ho declaró, campanudo, que China no tenía ninguna intención de anexionarse Viet Nam y que, en ese tema, actuaría siempre de acuerdo con el criterio marcado por las grandes potencias.

Mientras ocurría esto en la gran política, por así llamarla, la pelea interna en Viet Nam tampoco paraba. Nguyen Hai Than, llegado a Hanoi con los cantoneses, comenzó a decir por aquí y por allá que los chinos no tenían demasiada paciencia con el Viet Minh, y que se los iban a llevar por delante. El 22 de septiembre, Ho Chi Minh se entrevistó con Siao Wen. El líder comunista, aparentemente, fue capaz de jugar con habilidad la carta de que en Hanoi los chinos no estaban solos: estaban también los estadounidenses y éstos, por paradójico que pueda parecer teniendo en cuenta los acontecimientos posteriores, no tenían demasiadas ganas de ver a los comunistas completamente derrotados, pues buscaban claramente que existiese en Viet Nam un contrapoder al nacionalismo más cercano a la ideología y la praxis del Kuomintang. Porque es importante que, para entender la situación a finales de la segunda guerra mundial, os quitéis de la cabeza lo que obviamente sabéis de lo que pasó después. En ese momento, el principal problema para los estrategas de Washington lo presentaba el nacionalismo chino, no el comunismo.

Sin embargo, los comunistas sólo habían parado un primer golpe. Siao Wen se ausentó de la zona para hacer un viaje a China; pero pronto regresó, y su regreso vino a coincidir con una intensificación política del Dong Minh Hoi. Los nacionalistas se aplicaron a denunciar la doblez del Viet Minh, al que acusaron de haber violado todos los acuerdos firmados. Nguyen Hai Than realizó una invitación, en realidad, una demanda, pública a Ho Chi Minh, para que diese entrada en el gobierno revolucionario a todas las fuerzas revolucionarias. Y lo hizo sin engañar a nadie, recordando que tenía el apoyo de los chinos y que no dudaría en activarlo si no se la chupaban lo suficiente.

El Viet Minh decidió hacer de Don Tancredo; quizás es que, tras las conversaciones de Ho con los generales, había concluido que lo de los chinos era un farol. El Dong Minh Hoi respondió con una campaña de prensa a gran escala. El VNQDD, por su parte, consiguió que los chinos le cediesen una imprenta y lanzó un periódico, llamado Viet Nam, en el que se lanzó a publicar una serie de violentos artículos en los que denunciaba el “terror rojo” de los comunistas y exigía la formación de un gobierno de unión nacional que fuese capaz de prepararse contra la invasión de “los imperialistas franceses” (pleonasmo). Hay que decir que los nacionalistas, en todo caso, denunciaban la violencia comunista, pero no tanto porque fuese violencia como porque no fuese suya. Crearon sus propias patotas de gamberros que se comenzaron a dedicar, fundamentalmente, al secuestro. Secuestraban personas que el Viet Minh quería ver libres para así poder presionar a los comunistas para que liberasen a sus propios rehenes.

Para los comunistas se hizo evidente que, mientras los chinos estuviesen en el tablero, a ellos lo que les tocaba sería recular. El 23 de octubre alcanzaron ya un primer acuerdo con el Dong Minh Hoi. El partido nacionalista, merced a aquel acuerdo, mostraba su apoyo al gobierno revolucionario; lo cual lo alejó del VNQDD que, como ya hemos visto, lo que quería no era apoyar a ese gobierno, sino que se crease otro nuevo de unión nacional entre todas las fuerzas que habían combatido clandestinamente el poder del francés. Las conversaciones entre el Viet Minh y el VNQDD no fueron mejor que un pacto entre VOX y la CUP. El Viet Minh trató de enmascarar todo aquello nombrando secretario de Estado de la Guerra en su gobierno a un tal T. T. Pung, formalmente miembro del VNQDD pero, en realidad, un tipo totalmente entregado a los comunistas. Pero con ese gesto, Ho Chi Minh hizo como que había cumplido con la exigencia de una unión entre los diferentes partidos revolucionarios, y fijó la fecha de las elecciones para el 23 de diciembre.

La estrategia de respuesta del Dong Minh y el VNQDD, en buena parte alimentada o incluso sugerida por los chinos, fue establecer una crítica constante sobre el Viet Minh basada en su carácter comunista. Es decir: trataban de deshacer todo lo tejido por Ho Chi Minh en las últimas semanas y meses con elementos burgueses, católicos e, incluso, algunos elementos del mandarinato.

Para el Partido Comunista de Indochina, aquello era un problema gordo. No tanto por la fuerza social que pudieran tener los partidos nacionalistas, que no era algo que se pudiera despreciar; como por el hecho de que éstos nadaban a favor de corriente con el Kuomintang. Las cosas entre éste y los comunistas chinos comenzaban a ir muy mal; la perspectiva de que el nacionalismo chino se encontrase en su frontera sur con un Estado formalmente o en la realidad comunista era una hipótesis, en ese momento, inaceptable. Tan clara era la hostilidad china hacia los comunistas en ese momento que, el 11 de noviembre, en Hanoi, el PCI se reunió para acordar su disolución.

Fue un movimiento sorprendente y espectacular cuya función era limpiar el culo del movimiento Viet Minh, que, la verdad, comenzaba a oler muy mal. A partir de ese momento, el presidente Minh comenzó a realizar llamadas generalizadas al talento vietnamita para arrimar el hombro con ese movimiento que ya no podía considerarse meramente comunista (pero lo era). Anunció que, en el plazo más breve posible, se sometería un proyecto de Constitución nuevo. Este proyecto, se informó, preveía la constitución de una república democrática, independiente y unitaria, con una cámara elegida por los votantes, un presidente y jefe del Estado elegido por seis años y reelegible, sufragio universal y declaración de derechos de los ciudadanos.

El tema, sin embargo, no coló entre los adversarios del comunismo. Ni Dong Minh, ni VNQDD, ni el Dai Viet, se sintieron nada emocionados con el anuncio. Los tres, por eso, decidieron federarse en un Bloque Nacionalista; una fuerza que, paulatinamente, irá perdiendo su riqueza ideológica de origen y se irá identificando, cada vez más, con el VNQDD, que era de todas formas su fuerza principal (y también la principal apuesta de los chinos). El grupo, además, comenzó a tener un cierto atractivo hacia fuerzas y personas hasta entonces no encuadradas. Un grupo de jóvenes activistas socialistas se les unió casi al mismo tiempo que fundaban su propio periódico, Thiet Thuc, es decir, La Verdad (como de Murcia, sólo que del Tonkin).

El 12 de noviembre, aprovechando el aniversario de la muerte de Sun Yat Sen, Nguyen Hai Than organizó una gran manifestación en la plaza del Teatro. Terminó todo con un mitin en el que el nacionalista renovó todos sus ataques a los comunistas. Al final de la manifestación, grupos Dong Minh y Viet Minh se enfrentaron a leches; los comunistas tuvieron diez heridos.

Una semana más tarde, el 19 de noviembre, Siao Wen reunió a los principales líderes vietnamitas y los presionó para que se entendiesen. Como quiera que en ese momento los chinos eran los árbitros de la situación, el acuerdo se produjo. El Viet Minh, el VNQDD y el Dong Minh acordaron formar un gobierno de unidad nacional. Las milicias de los tres partidos se fusionaron en un solo ejército y todos los grupos adoptaron una política común. Todos ellos se comprometieron a rebajar el tono de sus ataques en la Prensa.

Los nacionalistas y los chinos podían sentirse satisfechos del resultado de aquella reunión que, al fin y al cabo, no hacía sino asumir sus principios, pues eran ellos los que llevaban mucho tiempo reclamando un gobierno de unión nacional. Sin embargo, fue una vez más Ho Chi Minh quien se llevó el gato al agua, puesto que los engañó. Todo lo que habían buscado, y conseguido, los comunistas el 19 de noviembre, era parar las violencias, en las que iban de perdedores. Sin embargo, no tenían ninguna intención de cumplir su parte del acuerdo. El día 3 de diciembre, tras dos semanas jugando a la puta y a la Ramoneta con sus ahora socios, Ho Chi Minh hizo pública una declaración en la que venía a decir que no veía la urgencia de nombrar ningún nuevo gobierno si en tres semanas iba a haber unas elecciones.

Esto era precisamente lo que temía el Bloque Nacionalista, convencido como estaba de que el Viet Minh iba a trucar las elecciones. El VNQDD pasó a la acción. Ya el 25 de noviembre, sus milicias habían secuestrado a Phung, el secretario de la Guerra pregunto conmilitón suyo pero, en realidad, un monchitoespinar de la vida. El día 3, la misma fecha de la declaración de Ho, se hicieron con dos peces gordos: Giap y Lieu, ministros del Interior y de Propaganda (aunque los soltaron casi enseguida). Tran Van Giau, a quien los nacionalistas consideraban un tránsfuga, se salvó de un atentado por un cortacabeza. El Bloque Nacionalista lo tenía claro: o las elecciones las controlaba un gobierno de unidad nacional, o había que boicotearlas.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario