lunes, diciembre 03, 2012

Soixante huit (6: el primer cráneo roto, y la primera barricada)


De esta serie se ha publicado ya un primer, segundo, tercer, cuarto y quinto capítulo.

Resumen de lo publicado: En Hobbiton todo el mundo se hace lenguas con que los nasgul están de camino con el cuchillo de capar entre los dientes, dispuestos a dejar la Tierra Media en Tierra a secas. Los ánimos, ya de por sí exaltados, empeoran cuando los hobbits se enteran de que Sauron pretende tomar medidas disciplinarias contra ocho de ellos, entre ellos el propio Gandalf el Rojo. Llevando al extremo el célebre refrán para dos días que me quedan en el convento, me cago dentro, ocupan la Tierra Media, echando a los pocos hombres que hay por ahí a hostia limpia; situación que los Rojirrim, siempre tan solidarios, aprovechan para ofrecerse a los hombres para llevarse por delante a sus presuntos amigos los hobbits.

Así están las cosas cuando Sauron anuncia la clausura sine die de Hobbiton.l

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En la foto, el trío de ases de mayo del 68. De izquierda a derecha: Alain Geismar, Jacques Sauvageot, y Daniel Cohn-Bendit.







Los argumentos de Grappin son bastante claros. Durante la jornada del jueves, 2 de mayo, buena parte de los actos académicos previstos no han podido tener lugar a causa del boicot estudiantil; “parece evidente”, afirma, “que las libertades de expresión y de trabajo tradicionalmente respetadas en las facultades han sido conculcadas”. Por lo tanto, a partir de las 9 de la mañana del día siguiente, 3, la facultad de Letras de Nanterre queda clausurada hasta nuevo aviso. Por su parte, el Ministerio de Educación afirma en una nota que espera recuperar las clases en la semana siguiente, con la excepción de las tres facultades que han concitado la mayor parte de las protestas: sociología, sicología y filosofía.

La prensa francesa, de tono en general conservador, saluda la clausura en sus ediciones del día 3 con indisimulada crítica hacia los estudiantes. Lo más sorprendente de todo es la reacción de L’Humanité, que incluye en su portada un suelto a tres columnas, que se titula Los falsos revolucionarios y carga, una vez más, contra el movimiento estudiantil, y muy especialmente contra “el anarquista Cohn-Bendit”.

En Le Monde, una de las vacas sagradas el periodismo francés, Robert Escapit, escribe: “cuando pasen diez o veinte años, Daniel Cohn-Bendit y sus amigos serán decanos, rectores, ministros, o lo equivalente con cualquier otro nombre. Y espero que afronten la rebelión de sus propios estudiantes con la misma moderación de la que han hecho gala durante el conflicto de Nanterre”. Una ironía, en parte, clarividente; cuando menos en España, si hemos de creer a tanto decano, rector o ministro que dice haber estado en París en Mayo del 68, o comulgar con sus postulados.

La prensa comienza a entrevistar a enragés más o menos incógnitos. Lo que se lee en esas entrevistas parece sacado de la Puerta de Sol ayer por la tarde: Nous ne pouvons compter sur aucun des vieux partis, et encore moins sur les gaullistes. Tradúzcase la frase al español, cámbiese gaullistes por PP, des vieux partis por el PSOE, y se obtendrá un destilado perfecto del discurso dogflutish.

Al día siguiente, mientras el cierre se concreta y Nanterre amanece petado de lecheras, se celebra una asamblea en la Sorbona, organizada por la UNEF con la participación de la FER, la JCR, el 22M y el MAU. Es en esa asamblea donde aparece, al lado de Cohn-Bendit, el vicepresidente de la UNEF, Jacques Sauvageot (tras mayo del 68, se haría profesor de Historia del Arte en Rennes, desapareciendo de la vida pública).

A eso de las dos, la movida se repite, esta vez con la participación de miembros de la ESU (Étudiants Socialistes Unifiés; las juventudes del Partit Socialiste Unificat, de extrema izquierda) y de la UEC. Por cierto, el representante de esta última formación, cercana al PCF, es el único que no llama a participar en la manifestación del lunes 6.

A eso de las 3, cuando los estudiantes proponen seguir la asamblea en el interior, la administración de la Sorbona cierra con llave todos los salones de actos y bibliotecas del edificio. Además, los vehículos policiales comienzan a poblar el Quartier Latin. Comienzan las negociaciones, los dimes, los diretes, hasta entrada la tarde, cuando llega la noticia de que París ha sido elegida como sede neutral para las negociaciones entre Estados Unidos y Vietnam del Norte para acabar con la guerra asiática. Eso enerva
los ánimos, pero más les anima darse cuenta de los movimientos policiales en el Quartier Latin, claramente destinados a aislar la Sorbona. Los estudiantes cruzan un coche en la entrada de la galería paralela a la rue des Écoles, y se aprestan a defenderse en las escaleras del edificio. Ellos están esperando a las fuerzas de choque de L’Occident, que desde días atrás todo el mundo dice van a tomar la facultad.

Pero quienes entran son los policías.

Jean Roche (biólogo y médico, ex profesor del College de France), rector de la Universidad de la Sorbona, ha solicitado formalmente, por escrito, la presencia de la policía en el interior de las instalaciones académicas, tras consultar a los decanos y al propio ministro de Educación, Alain Peyrefitte (lo veremos dimitir por los disturbios de mayo del 68. Pero volvió, a partir de 1973, a ocupar carteras ministeriales en los gobiernos de Georges Pompidou y Valery Giscard d’Estaign. Peyrefitte, en todo caso, es famoso por haber escrito, tras varios viajes a China, un libro titulado Cuando China despierte, el mundo temblará, que fue un auténtico best-seller de su época y ha resultado ser premonitorio).

Entre los estudiantes se extiende el estupor. Los del 22M quieren poner barricadas y resistir, pero el resto de las organizaciones no está tan convencido. Finalmente, tras ser llamados a ello por la policía, salen de la facultad, en grupos de 25, fuertemente vigilados por les flics, hasta el metro de Saint-Michel. Algo más de una centena de estudiantes, sin embargo, son metidos en fragonetas policiales, que les llevan a diversas comisarías de la ciudad, Saint-Sulpice, Notre-Dame-des-Champs, Panthéon…

La gente que ha salido a la calle para coger el metro, sin embargo, no lo coge. Lentamente, a partir de las 5 de la tarde se concentran en la calle, espoleados por las noticias, rumores e invenciones varias que circulan sobre sus compañeros detenidos. Más o menos a las cinco y diez se lanzan las primeras granadas lacrimógenas. A las cinco y media, la policía ha limpiado completamente la plaza de la Sorbona y se aplica a sellarla a cal y canto.

De alguna manera, Mayo del 68, el Mayo del 68 que todo el mundo conoce y en el que participaron, activa y felizmente, unos 120 millones de españoles progresistas que se encontraban allí mismo durante esos días, comienza algunos minutos después, antes de las seis con seguridad, delante del liceoSaint Louis. En ese momento, circula delante del edificio el coche policial R 831, conducido por el brigadier Christian Brunet, con otros agentes. Ninguno se ha puesto el casco. Dos estudiantes salen de la nada, armados con sendos cascotes de la calle (el empedrado del París pijo fue, aquellas jornadas, oro molido para los manifestantes) y los lanzan contra el parabrisas del vehículo, que se rompe en mil pedazos. Uno de los dos cascotes le parte el cráneo a Brunet, que es urgentemente trasladado al hospital Lariboisière.

Las hostias se mueven. De la plaza Saint-Michel, donde policías y estudiantes han estado un buen rato intercambiándose saludos, pasan al boulevard Saint-Germain, mucho más cómodo para apuntar, por ambas partes. Delante del museo de Cluny, (Saint Germain esquina Boutrebie), un pequeño grupo de policías queda semibloqueado y recibe una auténtica lluvia de objetos; la carga policial para liberarlos no se para en barras, que se diga.

Al final del boulevard Saint Michel, en la entrada a la plaza Edmond Rostand, se construye la primera barricada de Mayo del 68. Y es en el asalto a esta barricada donde se usan los primeros cócteles molotov. Pero la barricada cae a las ocho de la tarde.

A eso de las nueve y media, los cafés del boulevard Saint-Michel están abiertos. Como cada noche.

En aquellas cafeterías con radio, los parroquianos pueden escuchar al rector anunciando el cierre de la Sorbona.

jueves, noviembre 29, 2012

Un gesto aparentemente inocente

Durante el día de ayer estuve puteando a mis amigos en Facebook con la siguiente pregunta: ¿qué cambio de regla modificó para siempre la forma de jugar al fútbol y lo convirtió en lo que hoy podemos ver en cualquier campo? Hubo respuestas para todos los gustos: las dimensiones del campo o de la portería, el árbitro, el fuera de juego... Ninguna acertó. Y es lógico. Porque yo mismo, cuando lo leí, me sentí muy extrañado.

miércoles, noviembre 28, 2012

Soixante huit (5: De culo y contra el viento)

De esta serie se ha publicado ya un primer, segundo, tercer y cuarto capítulo.


Resumen de lo publicado: En un alarde de furia democrática, los hobbits baten un récord casi inigualable, consistente en mandar a tomar por culo en el mismo día a dos teóricos aliados suyos, cuyos discursos no les molaban del todo. Para completar la astracanada, los que estaban a favor de echar a uno, estaban a favor de proteger al otro; actitud ésta que contribuye a elevar la confusión sobre hacia dónde se dirige la Revolución Hobbit. Días después, la mentada revolución dará una vuelta de tuerca violenta más, con el ataque de un grupo de hobbits a un local de los nasgul, del que no dejan ni las pelusas. Sauron, inmediatamente, promete vengarse, y en Hobbiton todo Dios se acojona.

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Los comités 22 de marzo convocan para el 2 y 3 de mayo sendas jornadas antimperialistas. A pesar de los negrísimos presagios de violencia con que se rodea a esta fecha, únicamente un pequeño acto de este tipo se produce en la Sorbona. A las 7 de la mañana, cuando no hay nadie en el edificio salvo el personal de limpieza, se declara un incendio en un pequeño despacho, cedido a la FGEL (Fédération des Groupes d’Etudes de Lettres), miembro de la UNEF, tres de cuyos grupos están afiliados a la FER, Fédération des Étudiants Revolutionnaires, que es como se ha renombrado a sí misma la CLER el 28 de abril. Cuando los bomberos terminan su trabajo, encontrarán en una pared la pintada de una cruz céltica envuelta en un círculo: el viejo emblema de la OAS, ahora utilizado por L’Occident.

Mucho más impacto tendrá el anuncio que en la misma universidad parisina hará, mediante pasquines, el Mouvement d’Action Universitaire, MAU. El MAU hace pública la celebración, el 30 de abril, en la sala Louis Liard de la Sorbona, de una reunión de profesores de la universidad, de diversas procedencias según el manifiesto, que han decidido no corregir los exámenes de ese año. Lo cual supone un aprobado general; el sueño de casi todos los estudiantes, y de todos los vagos.

Consciente, quizá, el MAU de que en su asamblea no estaban todos los profesores universitarios, propone una serie de medidas para “convencer” a los ausentes de sus postulados: sabotaje sistemático de los exámenes, incluyendo el robo o destrucción del material necesario para su producción o la difusión de las preguntas; o destrucción de la documentación con los resultados de las pruebas allí donde hayan sido realizadas. Por supuesto, las pruebas orales serán automáticamente intervenidas por hordas de demócratas. Y, al loro, porque el propio manifiesto dice: “No es tiempo aun de publicar todas las propuestas de acción”.

En la tarde, el SNE Sup califica este comunicado de “broma pesada”. El decano de Letras de la Sorbona, es casi inigualable latinista Marcel Durry (en mayo del 68 estaba casi al final de su vida pública, pues murió diez años después. Había sido expulsado de su cátedra por los alemanes en 1941, era caballero de la Legión de Honor, y devoto gaullista) hace público un comunicado, en el que anuncia que los exámenes se realizarán como se ha previsto y que no se convocarán más pruebas que las ya anunciadas.

Mientras tanto, en Nanterre, en realidad lo más importante, lo que más influencia ha tenido, ha sido el atentado de la mañana, finalmente reivindicado por L’Occident mediante una nota. Ya os he dicho que la famosa amenaza de días atrás, después de que los prochinos hubiesen destrozado una exposición sobre Vietnam organizada por fuerzas de derecha, había tenido gran importancia para la moral general de mayo del 68. Los estudiantes revolucionarios, desde aquél día y más aquel 2 de mayo tras el incendio de la Sorbona, temían que los fafs, los fascistas, tomasen Nanterre a hostias. Por ello, se aprovisionaron de cascos, palos y todo lo que pillaron.

Sobre ser esta situación ya potencialmente explosiva, más lo será después de que se sepa que ocho estudiantes, todos ellos pertenecientes al movimiento 22 de marzo, han recibido una citación del rector de la Universidad de París para comparecer el 6 de mayo, para deponer testimonio ante la Comisión de Disciplina de la Universidad. Estos 8 son:


  • Daniel (o Danièlle) Schumann (del que no parece haber información muy específica posterior a estos hechos).
  • Daniel Cohn-Bendit.
  • Olivier Castro (uno de los líderes del movimiento, al parecer es autor de un documental sobre los hechos realizado ese mismo año para la televisión).
  • Jean-Pierre Duteuil (activista de claras tendencias anarquistas. Fundó en 1964 la Liaison des Étudiants Anarchistes LEA, que se reunía, por cierto, en los locales de la CNT española en el exilio parisino. Tras mayo del 68, siguió ligado a Cohn-Bendit como periodista y, en lo político, colaboraba con la Organisation Révolutionnaire Anarchiste ORA y la Organisation Communiste Libertaire OCL. Impulsó la fundación de las Éditions Acratie, en las que ha publicado en el 2008 el libro Mai 68, un mouvement politique, en el que [por cierto, en línea con las tesis de estas notas] le niega al proceso su carácter de movimiento cultural y lo afirma como movimiento político-revolucionario, “opuesto a toda jerarquía”).
  • Yves Fleichsl (dirigente de la primera hora. No hay muchas referencias de él hoy en día; parece ser que abandonó París para ir a Vincennes, a continuar sus estudios. Pero todavía tengo pendiente averiguar qué fue de él).
  • Michel Pourny (militante de la UNEF; no tengo más datos)
  • Jean-Louis Ploix (hay un pintor, nacido en 1943, con ese nombre, bastante afamado; ignoro si es el mismo, pero por edad podría serlo)
  • René Riesel (dirigente de tendencias más bien anarquistas, en 1973 se hizo agricultor y dirigente sectorial, y en los últimos noventa ha protagonizado diversas movidas contra los trasgénicos y tal).


Para terminar de mejorar el tono de tensión, la FNEF derechista le pone una demanda a los profesores asistentes de Sociología afiliados al SNE Sup por “incitación a la violencia”.

A mediodía, los estudiantes toman un salón de actos para proyectar una serie de películas sobre la guerra de Vietnam y las movilizaciones del Black Power en Estados Unidos. A las 3 de la tarde, en esa misma sala, había de comenzar una clase de Historia del profesor René Rémond (Monsieur Rémond no era en modo alguno un profesor contrario a los planteamientos del movimiento de Nanterre; es probable que por eso eligiesen los estudiantes su sala. Cuando el conflicto se generalizó, sin embargo, labró algo de distancia respecto de las movilizaciones).

Como se acaba de leer en el paréntesis, Rémond estaba lejos de ser un facha peligroso. Pero eso no le evitó ser recibido, a las tres, cuando entró en la sala con 200 estudiantes, por el expeditivo método de lanzarle un banco a la cabeza, que afortunadamente no le dio; pero que, en todo caso, le convenció de que se encontraba ante uno más de los muchos actos de socialismo democrático de aquellos días, por lo que huyó, que se dice mal y pronto, cagando melodías; mientras los estudiantes, ejem, agresores, entonaban La Internacional.

No lejos de aquella aula, en otra parecida, la UEC ha creado un intitulado Comité de Defensa de las Reivindicaciones Estudiantiles (que ya vemos que para entonces se estaban defendiendo a bancazo limpio), que se postula, tras una nota de Brémond llamando a la calma, para ejercitar ese control y echar a los provocadores. En realidad, esta auto-postulación no es más que otra artimaña de los comunistas de la UEC para dar por saco a los del 22 de marzo. De hecho, una cosa que las notarías comunistas de Mayo del 68 suelen callar es que en este Comité incluso aceptaron la asistencia de estudiantes de derechas, tan deseosos como ellos de ponerle palos en las ruedas al Movimiento de Nanterre. La política hace, verdaderamente, extraños compañeros de cama.

El bancazo a Rémond y todo lo que está pasando acojona al movimiento 22 de mayo que, además de decretar el abandono de la facultad esa tarde-noche (todo el mundo cree que en la mañana siguiente va a entrar L’Occident a hostia limpia) le reprocha a los maoístas, con razón, la creación de una sicosis de guerra en la facultad.

En medio de estas amenazadas el 22M organiza una reunión con la JCR, la UJCM (m-l), la FER, la MAU y la UNEF. Teóricamente, es para organizar una manifa en solidaridad con el SDS pero, en medio de las discusiones, llega la noticia de la cita disciplinaria recibida por “los ocho”. Eso cambia las cosas. Se convoca un mitin al día siguiente, en París, y la ocupación de la Sorbona el día 6 de mayo, de allí en cuatro días, coincidiendo con la cita.

A última hora de la noche, el decano Pierre Grappin hace pública una nota. Y, esta vez, el ministro Peyrefitte está perfectamente enterado.

Todos los trabajos en Nanterre han quedado suspendidos.

C’est de la folie…

lunes, noviembre 26, 2012

Tragarse una tenia (voluntariamente)

Creo recordar, pero no puedo afirmarlo con absoluta certeza porque no tengo a mano el libro, que uno de los datos llamativos de Las elecciones del Frente Popular, el libro de Javier Tusell que la mayoría tiene por canónico a la hora de calibrar quién voto a quién en febrero de 1936 (porque, querido lector, deberé recordarte, quizás para tu sorpresa, que los resultados del 36 nunca fueron, nunca han sido, y creo que nunca serán proclamados oficialmente); uno de los datos curiosos de ese libro, digo, es que Lluis Companys no fue el candidato más votado por los barceloneses aquella jornada. Lo fue, si la memoria no me falla, otro aliado suyo de la Acció Catalana Republicana.

Además de eso, a cualquier catalán con memoria aquellos resultados del 36 le llevarían a una reflexión en modo "quién te ha visto y quién te ve, sombra de lo que eres", dirigida a la Solidaridad Catalana. La Solidaridad, que en todo caso se llevó algo más de 10 diputados en Cataluña en aquellas elecciones (si sigo sin recordar mal) fue el gran motor del regionalismo catalán; el protagonista de la espantá del Parlamento de Madrid en la segunda década del siglo XX, a causa de la poca sensibilidad hacia las necesidades de Cataluña; el gran portavoz de las reivindicaciones económicas de Cataluña, que no se contabilizan hoy en balanza fiscal alguna; el gran muñidor, pues, del catalanismo.

El gato al agua, sin embargo, se lo llevó un peripatético coronel, austero como sólo puede ser un catalán (ya al frente de la autonomía republicana, sus gentes tenían que presionarlo para que se gastara dinero en algo) y, a la postre, una formación camaleónica que supo representar como nadie los intereses del mediano burgués catalán, a la par enfrentado con Madrid y con las grandes familias del empresariado local.

La Historia del nacionalismo catalán se parece un huevo al cuento ése que nos contaban nuestras madres usando los dedos de una de nuestras manos. El meñique fue al mercado, el otro compró las viandas, el otro las puso en la olla, el otro las cocinó... y el gordo se las comió, y por eso está tan gordo. ERC ha sido, históricamente, el gordito del cuento. Ese dedo separado de los otros cuatro que espera tranquilamente a que los procesos maduren para lanzarse cual pantera sobre ellos, engullirlos, y beneficiarse de ellos.

El nacionalismo catalán moderado, altoburgués, formalmente liberal (carajo con el liberalismo que prohíbe las rebajas...) entendió la lección durante la longa noite de pedra del exilio y el franquismo a tutiplén. Así pues, dejó, porque no podía ser de otra manera, que el fósil viviente de la vieja Esquerra, el pretoriano de Companys, el inteligente muñidor de los decretos de S'Agaró, Josep Tarradellas, regresase de la mano de Suárez, Ja soc aquí, montase el ente preautonómico haciendo gala de su realismo de exiliado, se ganase una avinguda en la ciudad de sus amores... y se fuese, mutatis mutandis, a los libros de Historia, a tomar por culo.

Jordi Pujol, que también se había comido sus buenas hostias durante los años negros, había aprendido el pragmatismo muy propio de las formaciones cristianas donde se crió como político. Montó, casi a la chita callando, una coalición política con toda la esencia de la vieja Solidaritat y de la ACR, desbastada de sus perfiles clasistas para poder caerle bien a todo el mundo y, en las primeras elecciones puramente autonómicas, sorprendió a todo el mundo. Porque todo el mundo, en aquel momento, daba por segura una victoria del PSOE en Cataluña y consideraba que sus políticos, solos o en compañía del PSUC, iban a matronear el momio.

CiU se convirtió en un experimento de estrategia política digno de estudiar en las buenas facultades de ciencia política, más aun cuando su situación minoritaria le obligó a acercarse a la ERC de Heribert Barrera... y, por primera, y de momento única, vez en la Historia, fue ERC la envuelta, y no la envolvente. ERC salió de su experimento de cercanía con CiU bastante escaldada, y no remontó el vuelo hasta que no se apoyó en las seis alas de Ángel Colom Colom y la peripatética política, hoy au dessus de toute melée como le corresponde a todo contertulio televisivo de pro, Pilar Rahola; tras lo cual caería en otra escisión que, por cierto, ha dado con los huesos de Colom en el partido de Pujol, convirtiéndolo en una especie de Santiago Carrillo catalán.

Todo esto, que Pujol tenía muy claro en los ochenta y noventa, parece haberlo olvidado el propio Pujol, y sus herederos, al girar el gozne del siglo. De nuevo, se ha vuelto a producir el proceso que, como digo tal es mi tesis, es la dinámica normal en la moderna Historia de Cataluña: ERC es el receptor lógico, a la vista de los catalanes, de las aspiraciones independentistas; así pues, siempre que éstas son cercanas, palpables, ciertas, es la formación que sale beneficiada. Porque ERC es, por así decirlo, la formación que muchos catalanes quieren, unos; y esperan, otros, ver al frente de una Cataluña escindida.

Artur Mas ha pensado, tal es mi opinión, que las décadas de pujolismo habían dejado atrás esta característica crónica del catalanismo, esta manía repetitiva de volver la vista hacia Esquerra cada vez que las cosas van en serio. Ha pensado que CiU se había convertido en el PNV, esto es en el referente histórico de su nacionalismo (condición que, de todas formas, está por ver que logre conservar); y se ha equivocado. 

El pujolismo, además, ha olvidado, supongo que conscientemente, una máxima seminal del catalanismo conservador, que instila todas las páginas pares, y las impares también , tanto de las obras de Cambó como todas las buenas que se han realizado sobre él: el nacionalismo catalán siempre ha de tener una idea de España. La fuerza moral del catalanismo, de toda la vida conservador, ha sido precisamente ésa: no abandonar nunca el reto de opinar sobre lo que es mejor para España. Hoy hay un montón de personas, en radios, televisiones y barras de bar, repitiendo eso de que "entre el original y la copia, los independentistas catalanes han preferido el original". Y no les falta razón. Exento de una idea de España, exento de toda implicación en lo que ha de ser España, cómo va a evolucionar, qué tiene que impulsar y qué abandonar;  exento de todo eso, digo, CiU se convierte en una simple fuerza política que lo que quiere es separarse. Irse. Y, para eso, hace mucho más pandán votarle al que siempre, desde Manresa, desde La Habana, desde Nuria, ha dicho eso mismo.

Last, but not least, supongo que los gestores de estas elecciones a destiempo tendrán que valorar el enorme plus de imagen internacional que va a tener Cataluña en el mundo, a partir del mes que viene, cuando se constituya el Parlamento catalán y se vea claro que en el mismo hay tres diputados antisistema. Estoy seguro que el Frankfurter Allgemeine Zeitung va a saludar el detalle con grandes alharacas, constatando que es la mejor prueba de que Cataluña es mucho más seria y estable que España.

Es mi opinión que el líder de CiU pagará con su futuro político tamaña cagada. Es posible que no pase, porque el masismo es pujolismo reciclado, aunque sólo sea porque está alimentado a tope por la famiglia, así pues lleva mucha gente detrás que no tendrá demasiadas ganas de perder soporte vital. Pero Artur Mas ha colocado a su formación en la posición más jodida de su breve historia: condenado a gobernar con quien menos desearía; con un tipo al que, para más irni, ya engañó una vez, así pues está resabiao.

Estas elecciones han supuesto, una vez vistos los resultados, que Convergència i Unió se ha tragado una tenia a propósito. A sabiendas, se ha metido por el coleto una lombriz que sabe que se va a instalar en su intestino y se va a alimentar de una porción nada desdeñable de lo que engulla (la dejará sola con sus recortes, y caminará a su lado por la montaña rusa de la demagogia secesionista). Por todo esto, porque lo tenía que estar viendo venir, es por lo que Artur Mas redobló, en los últimos días de la campaña, los mensajes sobre la necesidad de una mayoría suficiente para él, no para el sueño secesionista.

CiU se ha disparado en el pie de la forma más tonta. Y no deberíamos echar en saco roto el dato de que esto es algo que ha pasado en la política española dos veces en apenas un par de parpadeos; porque lo mismo, exactamente lo mismo, hizo ese otro cráneo previlegiado estratégico llamado Francisco Álvarez-Cascos.

Don Françesc debe estar revolviéndose en la tumba mientras masculla: Sereu capolls!

viernes, noviembre 23, 2012

Soixante Huit (4: Aquí sólo habla la clase obrera)



De esta serie se ha publicado ya un primer, segundo y tercer capítulo.

Resumen de lo publicado: Gandalf-Bendit, El Rojo, reune a los hobbits en la plaza mayor de Minas Tirith y les suelta un discurso de la hueva, con algunas partes que parecen sacadas de un monólogo de Mariano Ozores. Pocos días después, el tema se encabrona de la hostia cuando un elfo es atacado por un orco sin motivo aparente, acción que motiva que los hobbits arrasen una taberna orca.

A pesar de la unión que opera en los revolucionarios el ataque orco, los rojirrim siguen pensando que ellos deben liderar la batalla contra el malvado Sauron, así pues empiezan a convocar a sus guerreros por separado. Un día, deciden enviar a uno de sus generales a Hobbiton para convencerlos. Pero los hobbits les esperan con el cuchillo de capar entre los dientes.

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En diciembre de 1966, en el curso de una reunión organizada por los maoístas, el servicio de orden de la UEC, de los comunistas oficiales por lo tanto, se había aplicado con una enorme dureza para reprimir algunos enfrentamientos. Desde aquel día, los prochinos se la tenían jurada a Pierre Juquin, a quien consideraban responsable de aquella acción.

Es por ello que aquel miércoles 24, a las cinco de la tarde, cuando Juquin entra en el salón de actos D1, el personal está nervioso, afiebrado. En una de las paredes del salón, una enorme pancarta dice: “los intelectuales revisionistas son vómito para la clase obrera y los estudiantes progresistas”. Otros carteles, todos ellos colocados por la UJC (m-l), acusan a Juquin de ser muy poco comunista (lo llaman “el Lecanuet comunista", en referencia a Jean Lecanuet, un político de centro-derecha) y, sobre todo, de ser “Judas Juquin”.

Con estos precedentes, la conferencia de Juquin toma rápidamente los derroteros propios de los actos en los cuales la audiencia está repleta de demócratas de toda la vida. Acaba de empezar a hablar, y los prochinos ya están berreando. Al principio, el político comunista espera, creyendo que es una interrupción que se detendrá pronto. Pero cuando ve a varias decenas de estudiantes caminar hacia la mesa presidencial, muchos con el Libro Rojo de Mao en la mano y un rostro que denota a todas luces que le van a dar de hostias, sale de allí como alma que lleva el Diablo.

El asunto de Juquin puede parecer anecdótico; pero no lo es. Marca un paso más allá en las tensiones centrífugas de Mayo del 68. Las primeras, ya lo hemos visto, fueron la mera formulación de las diferencias entre unos y otros. Pero es que, ahora, los prochinos habían hecho algo más; habían roto un pacto.

La UJM (m-l) no era el único grupo que estaba cabreado con Juquin, en realidad con todo el PCF. Los estudiantes del movimiento 22M tampoco entendían los ataques que habían recibido de L’Humanité, y reputaban aquel acto como perfecto para saldar cuentas. En tal sentido, todos los grupos políticos de Nanterre habían acordado, antes del acto, que sólo hablaría Cohn-Bendit, quien realizaría al comunista una serie de preguntas sobre todos estos sucesos. Los prochinos habían aceptado, de hecho, su papel de testigos silenciosos, con derecho a hablar sólo si Juquin se negaba a contestar a alguna pregunta que les concerniese directamente. Pero, como acabamos de ver, los maoístas se cagaron y se mearon en los acuerdos alcanzados. Y esa actitud fue muy premonitoria.

Lo peor de aquella movida es que tuvo la misma consecuencia que dicen que tiene dejar que un tigre coma carne de hombre: que ya no quiere otra cosa.

Andaba por Nanterre, aquel mismo día, un eminente matemático francés, Laurent Schwartz, ganador en 1950 de la medalla Fields, trotskista y, en aquel momento, dirigente del Comité Vietnam Nacional (su última gran batalla política fue oponerse a la intervención soviética en Afganistán. Murió en el 2002). Ese día, Schwartz estaba invitado en el salón de actos B1, bautizado Che Guevara, a participar en una mesa redonda sobre las funciones sociales de la universidad. Compartía mesa con André Gorz (filósofo y periodista de origen austriaco, discípulo de Sartre y de Marcuse, desarrolló una serie de teorías sobre la necesidad de abandonar progresivamente el capitalismo y el cambio social totalmente respetuoso con el individuo, que se dieron en llamar socialismo difícil. Murió en el 2007, quizá suicidándose junto a su mujer).

Como se ve, en la mesa no había grandes sorpresas. A nadie se le había ocurrido a invitar a alguien que fuese mínimamente de derechas. Sin embargo, cuando Schwartz comienza a hablar , un miembro de la CLER (Comité de Liaison des Étudiants Révolutionnaires. Grupo de la misma tendencia que la FER, Fédération des Étudiants Révolutionaires, sólo que también para no estudiantes. Se trata de una organización lambertista, esto es seguidora de Pierre Lambert, líder de una de las tendencias del trotskismo francés) toma el micro y, mostrando el respeto habitual por la libertad de expresión, himpla: “Laurent Schwartz es un seleccionista. No forma parte del movimiento obrero. No debe tomar la palabra en Nanterre”.

¿Qué tenía de malo, en qué consistía, en 1968, ser seleccionista? Pues, la verdad, tengo unas cuantas lecturas revolucionarias a la espalda, pero debo confesaros que no he conseguido encontrarlo; lo más racional me parece pensar que se trata de una forma un tanto alambicada de llamarle a alguien racista. Pero quedaros, sobre todo, con la corriente subterránea que hay en las palabras de este espontáneo interruptor de conferencias. Sobre todo eso de “aquí, en Nanterre, sólo tienen derecho a hablar quienes forman parte de la clase obrera”. Conforme pasen las semanas y los meses, sobre todo cuando M68 haya pasado, habrá mucha gente, sobre todo todos aquéllos interesados en convencer al mundo de que todo aquello fue la coña ésa de “seamos realistas, pidamos lo imposible” y resto de polladas del mismo jaez, que dirán que la deriva revolucionaria de Mayo del 68 fue algo que fue llegando conforme el proceso fue siendo manipulado por los políticos (que lo será, ya lo veréis, y mucho). Pero, la verdad, esa versión no se tiene. El 24 de abril, lo estamos viendo, en la misma tarde, a dos personas se les impidió hablar en Nanterre; más que eso, a uno de ellos se le echó amenazándolo gravemente. Y esto podía ser así porque en Nanterre, decían los estudiantes, sólo podía hablar quienes ellos quisieran. Caray con el espontáneo movimiento, de profunda raigambre democrática, que, según algunos, se estaba produciendo…

Como se supo después, el chavalote que habló no estaba solo. Lo acompañaban otros 14 miembros de CLER que, al parecer, tenían orden de cargarse aquel acto para hacer más atractiva la manifa que habían convocado para las seis de esa misma tarde.

A los prochinos, que como sabemos una hora antes estaban echando a Juquin, les parece que aquello no tiene pase (claro, porque es idea de los trotskistas lambertianos) y se suben a la tribuna a defender a Schwartz y a hostiar a los de la CLER, que se van de najas elegantemente.

Cohn-Bendit toma el micrófono y dice: “vuestras querellas de grupúsculos no tienen cabida aquí”. Y luego le echa un capote a Schwartz, como sólo te los echa un buen amigo: “Dejarle hablar, aunque sea un cabrón”.

El jueves, día 25, el movimiento 22 de marzo celebra Asamblea General. La presiden cinco militantes voluntarios, porque el 22M, como el 15M, no tiene líderes (y así le irá). En la pared de atrás del salón de actos E1, una gran pancarta con uno de esos hábiles eslóganes a los que es tan aficionado Mayo del 68: “De la critique de la Université a la Université critique”. Confieso que, después de mucho pensarlo, no le pillo el punto.

En un gesto muy del maoísmo, un militante de la UJC (m-l) se levanta para hacer autocrítica. Lee unas frases del libro de Mao y acto seguido, perora: “En su inicio, hemos calificado de reaccionario el movimiento 22 de Marzo. Teníamos ideas preconcebidas, sectarias y abstractas sobre los movimientos estudiantiles en general, porque éstos rara vez han sido eficaces”. Y termina, entre aplausos, con una frase digna de Bruce Lee: “Hemos decidido ser como peces en el agua del movimiento de Nanterre”. Dí que sí, chavalote; be fish in the water, my friend.

El movimiento autocrítico de los maoístas anima a la Asamblea en general a darse golpes de pecho. Los estudiantes se suceden, uno tras otro, para decir: hemos hecho muchos cartelitos y muchas polladas, mucho frufrufrú, pero poco ñiqui-ñiqui. Así pues, se decide convocar, para el 2 y 3 de mayo, dos jornadas sobre las luchas anti-imperialistas (parece ser que la autocrítica de los prochinos no llegó hasta considerar la política de China en Tibet como imperialista). Asimismo, deciden convocar una manifestación el día 11 delante de la embajada de Alemania, en solidaridad con la marcha sobre Bonn prevista ese mismo día por el SDS.

El domingo, día 28, quedará claro que este buen rollito revolucionario va a ser difícil de llevar. Ese día, el llamado Front Uni de Soutien au Sud Viêt-nam, organización obviamente de derechas que preside Roger Holeindre (que llegará a vicepresidente del Frente Nacional), ha organizado una exposición en un inmueble. A eso de la una de la tarde, unos 250 jóvenes prochinos se dirigen al local. Un comando de unos 50 entra dentro, mientras el resto se queda en la puerta, bloqueándola. Los 50 amantes de la libertad de expresión no dejan ni los ceniceros. Las urgencias del hospital Laennec vibran aquel domingo con la llegada de diez heridos de la movida.

Como los amantes de la libertad se entienden siempre casi sin palabras, el Comité organizador de la exposición hace pública una nota en la que afirma, sin ambages, que “responderá a cada golpe con un golpe”. Pero eso no es nada al lado de la nota de los pacifistas de L’Occident. A partir del lunes, dice el comunicado, habrá guerra, puesto que los marxistas la desean. “Todos nuestros militantes están movilizados. De aquí a una semana, las alimañas bolcheviques serán aplastadas”. “Se abre la caza del bolchevique”, anuncia.

Al día siguiente, 8 militantes del 22M serán detenidos mientras reparten propaganda. Pero eso no será lo más importante. Lo más importante, a largo plazo, es la nota de L’Occident, o si se prefiere la acción de los prochinos de los Comités Vietnam de Base, porque es la que dará alas a los grupos más violentos del movimiento estudiantil, y la que convencerá a las autoridades de que el proceso debe cortarse de raíz (por ejemplo, deteniendo a los 8 pollos).

Aquel domingo, con aquella nota, de alguna manera Mayo del 68 entra en la Fase 2, sin posibilidad de regreso a la Fase 1.