viernes, junio 14, 2024

La primera Inglaterra (y 15): El regreso de la línea dinástica

El nacimiento de una identidad
Mi señor Bretwalda, por ahí vienen los paganos
El tema vikingo se pone serio
Alfred, el rey inglés
Vikingos a la defensiva
Un rey contestado
El rey de la superación
Una sociedad más estructurada de lo que parece
Con la Iglesia hemos topado
La apoteosis de Edward y Aethelflaed
El fin de los vascos de Northumbria
Tres cuartos de siglo sistémicos
Aethelshit
Las tristes consecuencias de que un gobernante gobierne “sea como sea”
El regreso de la línea dinástica  


 


 

Edmund, sin embargo, fue derrotado, pero no muerto. Dado que tras la batalla no volvió a haber otro resultado definitivo en los diversos enfrentamientos, Edmund y Knut se encontraron en Alney, una isla del Severn, cerca de Deerhurst y Gloucestershire. Allí acordaron dividir el reino en dos. Knut reinaría en Mercia y quizás el norte, mientras que Edmund lo haría al sur del Támesis, o sea, más o menos el viejo reino de Wessex.

No sabemos a ciencia cierta si ese acuerdo se hizo con voluntad de permanencia. Pero el caso es que Edmundo lo disfrutó poco. Murió en Londres, el 29 de noviembre del 1016; fue enterrado junto a su abuelo, el rey Edgar, en la abadía de Glastonbury. El rey Edmund dejó tras de sí toda la fama de valor y compromiso que no tuvo su padre, y que le hicieron ganar su apodo de Ironside. Es probable que muriese de las heridas sufridas en sus batallas, aunque relatos posteriores sugieren que fue envenenado, y que murió cagando.

La muerte de Edmund, en todo caso, generó un juego revuelto en los acuerdos de Alney; Knut heredó todos los reinos. Aparentemente, los nobles ingleses supervivientes lo prefirieron a los hermanos e hijos de Edmund. Es muy probable que fuese coronado en Londres a principios del 1017, en presencia del arzo de Canterbury, Lyfing.

Knut traía una idea bastante definida de cómo reinar aquellas tierras. Dividió su reino en cuatro partes: Wessex, que se reservó para sí; East Anglia, que fue para Thorkell el Alto; Northumbria para Erik de Hlathir; y, finalmente, Mercia para el incombustible (de momento) Eadric Streona. Aquello, muy probablemente, fue un acuerdo para evitar una guerra civil vikinga, especialmente con Thorkell. De hecho, los temas entre ambos daneses nunca fueron bien, y El Alto terminó siendo exiliado de Inglaterra en el 1021; aunque dos años más tarde el mismo que lo echó, es decir Knut, le dio responsabilidades en el reino de Dinamarca, lo cual sugiere que todavía lo temía.

En el caso de Eadric, bueno, tratándose de un tipo tan traidor, que vivía convencido de que podía engañar a todo el mundo todo el tiempo, el asunto tampoco podía durar. En las Navidades del 1017, Knut dio una orden, en plan últimos minutos de cualquiera de las partes de The Godfather, y unas gentes se presentaron en el palacio de Eadric y se lo apiolaron. No fue el único; otros ealdormen sajones fueron también asesinados por orden del rey.

Knut también procedió a limpiar el terreno de competidores dinásticos. El hermano de Edmund, Eadwig, fue exiliado de la isla. Asimismo, el rey vikingo obligó a Emma, la viuda de Aethelred, a casarse con él. Fue una boda política porque Knut, con quien tenía una relación marital real, era con su Camila Parker-Bowles particular, Aelgifu de Northhampton, hija del ealdorman Aelfhelm de Northumbria meridional, que había sido asesinado en el 1006 durante la purga en la Corte real, probablemente instigada por Eadric, de la que ya os he hablado. Con esta mujer el rey había tenido dos hijos: Swein y Harold, llamado Harefoot. La relación continuó tras el matrimonio del rey.

El matrimonio con Emma había convertido a Edward y Alfred en hijastros del vikingo. Sin embargo, con bastante buen criterio en mi opinión, prefirieron irse a Normandía, a disfrutar de la protección de la familia de su madre.

Knut, por otra parte, como buen escandinavo, era un socialdemócrata de los pies a la cabeza; y, por eso, su reinado se caracteriza por haberle impuesto a los ingleses el tributo, de largo, más bestial que nunca habían tenido que pagar (72.000 libras, más 10.500 que tuvo que pagar sola la ciudad de Londres); tributo que, de hecho, yo creo que si hiciésemos las oportunas operaciones de conversión, tal vez concluiríamos que es el impuesto más alto jamás pagado en Inglaterra.

Knut tuvo un encuentro en Oxford en el que, con mucha seguridad, recibió la sumisión de las noblezas vikinga e inglesa. Después de eso, en el 1019, abandonó la isla camino de Dinamarca, puesto que allí había muerto su hermano Harald, lo cual lo convertía a él en el nuevo rey. Esto convirtió a Knut más en un emperador que en un rey. Hizo varios viajes a Inglaterra y , probablemente, quiso dedicarle más tiempo a la isla; pero la verdad es que no pudo, porque muy pronto los temas en Dinamarca y Noruega se le pusieron un poco sobaco de grillo. Los daneses cada vez experimentaban más presión de sus vecinos escandinavos, y eso reclamaba su presencia. Pero eso significaba que, por primera vez en el tiempo, Inglaterra estuvo gobernada por un rey que no residía en la isla. Esto tuvo la consecuencia inmediata de incrementar el perfil de la nobleza; es en esa época en la que los ealdormen pasa a ser earls.

Knut, por lo demás, peregrinó a Roma en el año 1027, y asistió allí a la coronación del emperador Conrado II. Le interesaba bastante estar ahí, ya que el Imperio tenía frontera con Dinamarca. De hecho, casó a Gunnhild, hija fruto de su matrimonio con Emma, con Enrique, el hijo de Conrado. Knut buscaba la solidaridad imperial contra los noruegos y suecos; pero también contra los normandos, que lo hostigaban muy a menudo, incentivados para ello por Edward y Alfred. Intentó cegar esa vía casando al duque Roberto I de Normandía con la hermana de Knut, Estrith. Este matrimonio, que no es del todo seguro en las fuentes, no impidió, en todo caso, que los normandos acabasen exigiendo el regreso de los dos athelings Edward y Alfred a Inglaterra. Knut se negó y aparentemente los normandos organizaron una expedición hacia la isla que, sin embargo, fue arruinada por la galerna.

Knut parecía haber ganado. Pero probablemente seguía temiendo a los temibles normandos y, además, estaba enfermo. Así pues, envió mensajes a Normandía insinuando que podría aceptar una partición del reino con los sucesores de Aethelred, como ya la había pactado con él. El duque Roberto, sin embargo, nunca pudo contestar esa carta, porque nunca la leyó: había partido hacia Jerusalén, de donde nunca regresó.

En el año 1028, Knut navegó al frente de 50 barcos hacia Noruega, venció al rey Olaf Haraldsson, reverenciado por los noruegos como San Olaf (uno de mis santos preferidos, merced a su palíndromo), y reclamó las que consideraba sus tierras. Olaf había sido enviado probablemente por Aethelred para darle por culo a los daneses, jugada que le salió bastante bien durante años. Tras la muerte de Olaf, perpetrada por sus propios hombres convenientemente lubricados por Knut, el rey anglodanés dejó Noruega bajo el control de Hakon, uno de sus lugartenientes, sobrino suyo e hijo de Erik Hlathir, y retornó a Inglaterra. Sin embargo, Hakon murió muy pronto, por lo que fue reemplazado, en condición de regente, por la churri de Knut, Aelgifu de Northhampton, y su hijo Swein. En ese tiempo, Knut también decidió, probablemente, dejar Dinamarca bajo el control de su hijo primogénito con Emma, Harthacnut.

El montaje, sin embargo, no funcionó. Swein y su señora madre Aelgifu eran muy impopulares en Noruega (lo cual no ha de extrañar, pues eran invasores) y finalmente fueron expulsados del país; el hijo de diez años de Olaf, Magnus, fue declarado rey. En cuanto a Dinamarca, Harthacnut comenzó pronto a sentir en la nuca el aliento de los noruegos “liberados”.

Así las cosas, cuando Knut murió, en Shaftesbury, 12 de noviembre del 1035, lo hizo bastante amargado por la crecientemente disolución de sus estados escandinavos.

Da la sensación de que Knut se había visto tan obligado de dirigir todos los recursos dinásticos con que contaba a estabilizar la situación en Escandinavia que, en realidad, o no tuvo tiempo, o no tuvo ganas, de construir un entorno sucesorio claro en Inglaterra. Consecuencia de ello fue que su muerte diese paso a un bloody shambles en la isla.

Dos hijos del rey, efectivamente, se creyeron con suficientes derechos para sucederle; y ambos encontraron diversos apoyos dentro de la nobleza. El mayor de ellos era Harold Harefoot, que era el hijo superviviente de Knut y Aelgifu de Northhampton; el otro era Harthacnut, el hijo de Knut y Emma. Tras enfrentamientos y tomas de posición, pareció llegarse a un acuerdo basado en que Harold operaría de regente hasta que su medio hermano pudiera regresar a Inglaterra (recordad que estaba en Dinamarca). Al final, parece que a Harthacnut le costó regresar a la isla, porque Magnus de Noruega le puso las cosas muy difíciles; lo cual conspiró para que el mandato de Harold se consolidase.

En esta situación de inestabilidad e indecisión, obviamente, los athelings Edward y Alfred decidieron regresar a Inglaterra desde Normandía. Llegaron en el 1036, oficialmente para visitar a su madre, que estaba en Winchester. Este gesto siempre ha hecho pensar que Emma, quien había sido una clara partidaria de la candidatura de Harthacnut al trono inglés, se había hecho un Pedro Sánchez, había cambiado de opinión y había decidido apoyar la candidatura de sus primeros hijos. Si fue así, más tarde nos la encontraremos cambiando de opinión de nuevo.

Lo siguiente que sabemos por las fuentes, pero sabemos poco, es que uno de los athelings, Alfred, murió. Se nos dice que murió de una forma horrible, que no se nos cuenta. Y, lo que es peor, tampoco está muy claro quién lo hizo matar. Algunas versiones apuntan a que fue el earl Godwine, un decidido partidario de Harthacnut que se había pasado a Harold, quien apresó a Alfred, le arrancó los ojos y lo dejó en el monasterio de Ely, donde acabó muriendo. Otras fuentes implican más directamente al rey Harold.

En el año 1037, Harold fue elegido rey en toda Inglaterra. La reina Emma fue exiliada a Flandes. Sin embargo, más o menos en ese tiempo Harthacnut había conseguido firmar una paz con Magnus de Noruega. Se reunió en Brujas con Emma en el 1039. Sin embargo, no parecían tener la capacidad de levantar un ejército viable.

La Parca, sin embargo, les hizo un favor. Harold falleció, de forma totalmente inesperada, el 17 de marzo del 1040. fue enterrado en Westminster; pero inmediatamente Harthacnut cruzó el mar, llegó a la isla, e hizo desenterrar el cadáver y tirarlo por ahí.

El problema de Harthacnut es que tanto tiempo en Escandinavia lo había hecho de Sumar. Así que se dedicó a inventar impuestos por todo y a subir los ya existentes, que ya Harold había elevado bastante. Como consecuencia, a los pocos meses de haber comenzado a reinar en Inglaterra, se había ganado fama de rey tiránico e injusto. Este fue el momento elegido por Edward, quien de nuevo estaba en Normandía, para regresar a la isla. Si en el 1036 lo habían recibido con frialdad ahora, salpimentado por la ya mítica muerte en martirio de su hermano, por no olvidar que el personal estaba hasta los huevos de Harthacnut Cosas Chulísimas, el personal lo recibió con alharaca.

Es probable que Edward fuese en realidad un fichaje de Harthacnut, o más bien de su madre Emma, quienes estarían buscando una figura admirada para poder consolidar su propia posición. Lo cierto es que, de buen o mal grado, el rey permitió que su medio hermano fuese jurado rey, y viviese en su Corte. Se ha especulado, por lo demás, con que Harthnacnut estuviese ya enfermo, pues murió no mucho más tarde, en el 1042, mientras se mamaba en la boda de uno de sus nobles. Los indicios son bastantes de que no lo lloró ni dios. Lo enterraron cerca de su padre, en la Old Minster de Winchester. La opinión pública inglesa, por llamarla de alguna manera, recibió con alegría la corona en las sienes de Edward: un descendiente directo de Alfred el Grande, nada de sucio vikingo cabrón.

De esta manera terminó la Historia de la primera Inglaterra. A partir de Edward, al que conocemos como El Confesor, cuando menos en mi opinión, Inglaterra entra en otra dinámica diferente, tan interesante o más que la que aquí os he referido. La cosa es que la Historia de Inglaterra de tiempos posteriores a los relatados aquí es cosa que yo creo que se conoce bastante mejor. Es por eso que he querido realizar estas notas, para dejaros un retrato, siquiera esquemático (como el conocimiento que a veces tenemos de los detalles que lo pueblan) de esos tiempos altomedievales, y de la importantísima influencia escandinava en la etnia, la cultura y la conciencia inglesas.

Es un proceso interesante porque mueve a un debate que tiene su miga y que, tal vez, se produzca en los comentarios a estos posts (yo, ahí lo dejo). Un debate que, a mí, sorprendentemente, me da la impresión de que nunca se ha planteado. Yo, por lo menos, no he encontrado bibliografía explícita sobre él: los paralelismos y diferencias entre la conquista vikinga de Inglaterra y eso que algunos llamamos, y al parecer tenemos que pedir perdón por ello, la Reconquista.

A mí me parece un punto de vista sugerente. En ambos casos hablamos de invasiones, aunque la invasión musulmana de España fue mucho más eficiente que la vikinga. Como habréis podido apreciar en estas notas, los vikingos necesitaron muchas oleadas hasta prevalecer en Inglaterra. La segunda diferencia es la voluntad. Los islamitas querían hacer suya Hispania, hasta el punto de fundar un califato. Los vikingos, durante mucho tiempo, apenas parecen interesados en follarse a las tías, robar el oro, beberse el vino y trincar pasta. La tercera gran diferencia es que en las razzias vikingas no aprecio demasiada voluntad religiosa ni anti religiosa; algo que es fundamental para la actuación de los musulmanes. Los vikingos, de hecho, a partir de un cierto momento no parecen tener problemas en convertirse a lo que sea menester.

Hay, por lo tanto, muchas diferencias. Pero lo que a mí me me parece sugerente es el estudio de cómo vivieron ambas poblaciones autóctonas una realidad que, desde algunos puntos de vista, era bastante parecida. La aceptación o no aceptación de reyes extranjeros; de hecho, la concepción o no concepción de dichos reyes como extranjeros.

No sé, quizás algún día nazca algún licenciado en Historia en York que se mude a Sevilla con veinte años, y le de por investigar el tema. Daría para mucho.

De momento, aquí lo vamos a dejar.

3 comentarios:

  1. Anónimo8:34 a.m.

    Excelente.
    Lo que siempre me sorprendió de los reyes ingleses es que su nomenclatura y ordinales se reiniciará después de la conquista normanda. Antes del año 1000 hubo reyes llamados Eduardo pero después será Eduardo I..
    En cambio, en España Alfonso XIII LO Fue por el segundo rey de Asturias, Alfonso I. A saber si un rey Jaime de España,seria Jaime I por Castilla o Jaime IV por Aragón.
    Los reyes godos no sé si es que los olvidaron como a los ingleses o que no se usaban. Rodrigo se usaba pero tendría mala fama.
    CorsarioHierro.

    ResponderBorrar
  2. Es curioso como los nombres godos desaparecen de la monarquía asturiana aunque sus reyes patrocinaban un discurso en el que se proclamaban herederos del Reino de Toledo. Entiendo que algunos les dieran mal fario (Rodrigo) y otros los asociaran al paganismo (Leovigildo) pero sorprende que no hubiera ningún Recaredo entre tanto Alfonso y Ordoño.

    Supongo que la tradición de nombres se establecería en Asturias antes del revival de lo gótico y ya no la cambiaron, pero llama la atención.

    ResponderBorrar
  3. Y, por lo que yo se, nombres como Alfonso, Ordoño y Ramiro son de origen germánico así que no parece que el cambio en el estilo responda a una reacción localista.

    ResponderBorrar