viernes, enero 19, 2024

#HermanaYoSiTeCreo: la historia de Roscoe Fatty Arbuckle (1)

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Arbuckle Post #2


 

Supongo que serán legión aquéllos de entre mis lectores que piensen que el fenómeno del #MeToo es algo moderno. De hecho, es que hay cierto nivel de necesidad en defender esa idea. Uno de los mantras presentes de cierto feminismo es defender la idea de que lo que hay hoy en día, en materia de derechos, no tiene parangón con el pasado. Esta teoría es la que trata de convencernos de que nuestras madres y abuelas vivieron en mundos más parecidos al actual Kabul que a los lugares donde realmente viven hoy. Esto, sin embargo, no es tan cierto. Y hoy voy a contaros, para demostrároslo, una historia que os parecerá sacada de la Prensa de ayer mismo: la historia de Roscoe Conkling Arbuckle, AKA Fatty Arbuckle.

Roscoe Arbuckle nació el 24 de marzo del año 1887 en Kansas, hijo de Mollie y William Goodrich Arbuckle. La leyenda urbana dice que cuando nació era una especie de elefante de hasta ocho kilos. Esto es probablemente falso y fruto de que terminó explotando su gordura para su imagen; pero lo que sí es cierto es que su madre nunca se recuperó de un parto difícil y que, de hecho, acabó muriendo doce años después. Tiempo antes de quedarse huérfano, la familia se había mudado a Santa Ana; o sea, no la plaza de Madrid, sino la ciudad de California. Allí, Roscoe desarrolló cierta afición por el teatro. Con su madre a favor de su vocación artística y el padre en contra, comenzó a actuar cuando sólo tenía ocho años.

El padre de Roscoe abandonó a la familia para irse a vivir a Watsonville, en la misma California, donde decía que iba a buscar oro. Cuando la madre murió, Roscoe hubo de irse a vivir con su padre quien, la verdad, no tenía ningún interés por acogerlo. Tanto es así que, cuando el niño se mudó a Watsonville, el padre huyó de nuevo. Solo en la vida, Roscoe regresó a su gran afición, y se colocó en varios espectáculos de cantante. En 1904, lo encontramos trabajando para el empresario del espectáculo Sid Grauman. Un trabajo que lo llevó por todo Estados Unidos, así como por China y Japón.

En 1908, con 19 años pues, Arbuckle conoció en Long Beach a una joven de 17 años, Minta Dufee. Los dos eran profesionales del teatro, así que formaron un dúo de comedia y, pocos meses después, se casaron. En la primera comedia que rodaron para Hollywood, Roscoe había adquirido ya su famoso apodo. La peli se llama Fatty’s day off.

Aquí tenéis unos cuatro minutos de una copia bastante mareada conservada en los archivos canadienses. Podréis comprobar cómo Arbuckle explotaba, de la misma manera que sus amigos comediantes del momento, su capacidad mímica; y cómo jugaba con su gordura como argumento cómico. Minta Dufee está muy guapa en la cinta; pero es que era un trueno de señora, las cosas como son. 



Tras esta peli, un productor, Mack Sennett, se fijó en Arbuckle y le ofreció un contrato. A partir de ahí, la carrera de Arbuckle se disparó. Los productores y directores de comedias de cine mudo comenzaron a tener en muy alta estima la habilidad de Arbuckle a la hora de saltar y hacer cabriolas, a pesar de su gordura; eso le daba una ventaja comparativa en materia de comedia.

Roscoe, por lo demás, tenía facilidad para hacer amistades en el show business, y pronto, de hecho, hizo buenas migas con Charlie Chaplin o Buster Keaton. En 1914, Fatty Arbuckle pulverizó todos los récords de contratos de artistas firmando con la Paramount por un millón de dólares. Sin embargo, la vida personal no iba bien; él y Minta Dufee cada vez se entendían peor, después de haber experimentado un aborto natural y haberse tenido que hacer a la idea de que no tendrían descendencia. El fracaso de su matrimonio hizo de Arbuckle un alcohólico y, desde que en 1916 sufrió una infección en una pierna, también un adicto a la morfina.

Tras crear una productora propia, Fatty Arbuckle, quien para entonces ya no quería ser llamado Fatty, firmó de nuevo con la Paramount para hacer ocho películas por tres millones de dólares. Así pues, a pesar de su fracaso sentimental, a Arbuckle no le iba del todo mal.

Pero llegó septiembre de 1921. El momento en que todo cambiaría.

Sábado, 3 de septiembre. Roscoe Arbuckle, junto con sus dos amigos Lowell Sherman y Fred Frischbach condujo en su coche hasta San Francisco. Los tres hombres se registraron en el Hotel Saint Francis de la ciudad, ocupando tres habitaciones seguidas y conectadas: las número 1219, 1220 y 1221. La primera y la tercera serían usadas para dormir, mientras que la de en medio iba a ser usada como una especie de sala de estar entre las otras dos. El mismo sábado otros dos amigos se les juntaron para cenar, y el domingo lo pasaron en la playa hasta la tarde, cuando celebraron una fiesta con baile.

El lunes, día 5, Fatty Arbuckle durmió hasta tarde. Había arreglado las cosas para que su primer compromiso fuese un paseo por la ciudad después de comer; bueno, en su caso, de desayunar. A la una de la tarde, estaba a punto de desayunar en la habitación 1219. Estaba con Frischbach; ambos recibieron a otro amigo que les dijo que había visto a una actriz en el hotel que dijo conocer a los hombres que estaban en las tres habitaciones. Efectivamente, la mujer era una actriz en ciernes, Virginia Rappe; y, también efectivamente, los amigos la conocían lo suficiente como para invitarla a subir.



 Rappe y Arbuckle se conocían desde hacía unos seis años, de hecho. En el hotel, Rappe estaba acompañada por su agente, Alfred Seminacher, y por una amiga llamada Maude Delmont; una mujer que ya había sido conocida por la policía por cosas como sobornos y chantajes.



Virginia tenía fama de bebedora compulsiva, y era especialmente famosa porque, cuando se emborrachaba, solía rasgarse los vestidos que llevaba puestos. La última razón de esto era que sufría de cistitis crónica y, por ello, cuando bebía mucho alcohol, ello le producía fuertes dolores de vientre. Por otra parte, como se acabaría sabiendo, poco tiempo antes de la cita en el hotel, Virginia Rappe se había sometido a un aborto ilegal (pues entonces todos eran ilegales en los Estados Unidos).

Virginia subió, y todos se pusieron a beber y a bailar. Arbuckle, como os he dicho, tenía sin embargo el plan de irse aquel día de excursión con otra mujer, y decidió mantener su plan cuando llegó la hora, ya a mediodía. Así que decidió irse a la habitación-dormitorio para vestirse.

Minutos antes, Roscoe Arbuckle había visto a Virginia Rappe metiéndose en la habitación 1221. Sin embargo, la aspirante a actriz se había ido de allí y había entrado en el dormitorio del actor: la habitación 1219, y se había metido en el baño. Allí, en el baño, la encontró él, tirada en el suelo, desorientada y casi en pánico, además de bloqueando la entrada. Arbuckle declararía que Rappe estaba agarrándose el estómago y vomitando.

Según algunas teorías, en ese momento Virginia Rappe le confesó a Arbuckle que se había sometido a un aborto. Sea esto cierto o no, el actor la tomó y la llevó hasta la cama de aquella habitación para que pudiera descansar. Le dio un vaso de agua y, cuando la vio tranquila, se fue al baño para cambiarse como tenía planeado desde el principio. Mientras estaba allí, Rappe se cayó de la cama. Arbuckle trató de levantarla y acostarla de nuevo, cosa que hizo tras mucho esfuerzo.

Una vez que la actriz estuvo acostada de nuevo, Arbuckle se dirigió a la habitación del centro para advertir al resto de amigos y personas de la situación de Rappe. En ese momento apareció Maude Delmont, que había estado en el baño de la 1221 con un hombre. Juntos, Arbuckle, Delmont y un tercer invitado pasaron a a 1219, donde se encontraron a Virginia Rappe sentada en el borde de la cama, rasgándose el vestido.

El actor dejó la habitación unos segundos. Para cuando volvió, Maude Delmont había desnudado a su amiga y le estaba pasando hielo por el cuerpo. Arbuckle le preguntó qué estaba haciendo, Delmont lo amenazó con echarlo de la habitación, y el actor le respondió que si no dejaba de hacer conachadas, sería él quien la tiraría por la ventana. Ambos ya se tenían ganas. Algunos minutos atrás, Delmont ya la había montado en la fiesta hasta el punto de que Arbuckle la había tenido que amenazar con echarla.

En este enfrentamiento, Roscoe Arbuckle, aunque no podía saberlo, se cagó la vida.

De nuevo, Virginia Rappe estaba en el suelo, rodando y quejándose. De nuevo, Arbuckle la cogió y la acostó en la cama.

Delmont, mientras tanto, había ido a ver al director del hotel, un tal Boyle, al que le contó que en la habitación 1219 había una mujer histérica rasgándose las vestiduras. Cuando Boyle entró en la 1219, se encontró a Virginia Rappe en la cama, prácticamente desnuda, murmurando incoherencias y rodeada de una pequeña tropa de personas de la fiesta. El director, curtido en mil batallas, concluyó que aquello era una borrachera más.

Maude Delmont le exigió a Boyle otra habitación para llevar allí a su amiga, y el director se puso a ello. Mientras pasaba eso, dos mujeres de las de la fiesta decidieron meter a Rappe en una bañera de agua helada, buscando que se tranquilizase; pero, en realidad, fue peor. Así pues, Fred Fischbach la llevó de nuevo a la cama. Cuando la habitación especial estuvo lista, Roscoe Arbuckle ayudó al traslado de Rappe y se llamó a un médico. Este médico reconoció a Rappe y no encontró ninguna señal de agresión, y le dijo a Arbuckle que todo se debía a una monumental hemicránea. Así las cosas, el actor ordenó que se limpiasen las habitaciones y se preparó, por fin, para dar el paseo por San Francisco inicialmente planificado. Cuando regresó de dicho paseo, cenó en su habitación con varios amigos, entre ellos Al Seminacher, el agente de Rappe. Luego bajaron a la sala de fiestas del hotel para bailar. Al día siguiente, abandonaron la ciudad.

Conforme Roscoe Arbuckle y sus amigos salían de la ciudad, la condición física de Virginia Rappe fue a peor. Pasó varios días en el hotel sufriendo hasta que el médico fue llamado de nuevo. El médico ordenó su traslado a un hospital. Allí, los especialistas se dieron cuenta de que tenía una peritonitis, causada por algún tipo de lesión interna. Cierto: la vejiga de la actriz había estallado.

Roscoe Arbuckle pasaría el resto de su vida perseguido por dos hechos: el primero, que Virginia Rappe apareciese con sus vestidos rasgados (pero, ojo, cero señales de lucha o de violencia sexual); y, dos, que, al parecer (que tampoco está claro) cuando llegó al hospital dijo algo así como “Arbuckle lo hizo”, y dejó muy claro que no lo quería cerca. Bueno, para ser más exactos, hablamos del testimonio de una tal señorita Jameson, que fue la enfermera de Rappe en sus últimas horas. Según declaró, la actriz le contó muchas movidas, es decir, se inventó diferentes relatos para lo que le había pasado. Uno de ellos fue que, tras tomar algunos tragos, la memoria le desapareció, por lo que ni siquiera recordaba cuando Fatty la llevó a la cama. Pero también le contó que el actor la había atacado; para regresar más tarde a su primera versión, es decir, que no recordaba nada de lo que había pasado.

Con esto, más la lengua de Maude Dermont, a la opinión pública estadounidense, la prensa, la judicatura y la industria del cine le bastó para crucificarlo.

El traslado de Rappe al hospital, por otra parte, no está exento de algún que otro misterioso asuntillo. Porque se da el caso de que la actriz no fue trasladada a un hospital general, sino a una maternidad. Esto, al parecer, fue así porque Dermont quiso que la viera el mismo médico que había supervisado su aborto; lo que ha hecho pensar a muchos que la propia acusadora de Arbuckle parecía pensar que, si su amiga estaba mal, era, quizás, por alguna complicación de su reciente intervención quirúrgica, combinada con el Ebro de alcohol que se había metido en el cuerpo. Otra cosa extraña es que tras el 9 de septiembre, día en que Rappe murió, el doctor que la había atendido (recordad: supuestamente, el mismo que realizó el aborto) llevó a cabo una autopsia, cuyo principal objetivo fue quitar los ovarios, el útero y las trompas de Falopio de Rappe; quizás, el médico quería borrar toda traza del trabajito que había realizado y que, debo recordároslo, era ilegal. Pero, claro, algo así también colaboró para oscurecer las posibles causas de la muerte de aquella mujer.

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