viernes, octubre 21, 2022

Los emperadores enclaustrados

 

La Historia demuestra muchas veces que un rey no es, necesariamente, la persona más poderosa de un reino. En español tenemos la costumbre de designar a esa persona que está al lado del rey y que, en realidad, es más poderoso que él, con la palabra “valido”; aunque, justo es decirlo, con la llegada de Juego de Tronos, hoy son muchos que se entienden mejor usando la expresión Mano del Rey que, la verdad, es muy gráfica.

Lo que ya no es tan común es que la condición de valido, Mano del Rey o, como más propiamente lo llamaban los hombres de los que hoy hablamos, regente, llegue a ser casi tan hereditaria como la del propio rey. Y, sin embargo, esto pasó en Japón con la poderosísima familia de los Fujiwara.

Ocuparon posiciones de poder los siguientes miembros de esta familia: Saneyori, hijo de Tadahira; Koretada, hijo de Morosuke (hermano de Saneyori); Kanemichi, Yoritada y Kaneiye, los tres hijos de Koretada; así como Michitaka, Michikane y Michinaga, los tres, hijos de Kaneiye. Y ya, muy poca cosa, Yorimichi, hijo de Michinaga.

Todos estos nombres son nombres de hombre. Sin embargo, el éxito de la familia Fujiwara, aunque pueda parecerlo, no reside en la valía de estos machos, sino en la habilidad de sus hermanas a la hora de casarse y quedarse preñadas. En el Japón que comentamos (siglo X), para llegar a ser regente o valido no hacía falta ser especialmente listo; lo que hacía falta era poder mostrar muchos méritos de cercanía al rey, o a su heredero. Y para esto fue para lo que los Fujiwara utilizaron a su elenco femenino. Por ejemplo, Morosuke, que fue ministro de Estado, se apresuró a meter a su hija Yasuko en el tálamo del emperador Murakami. Buscaba lo que pasó: Yasuko dio a luz al príncipe de Asturias (so to speak), el futuro emperador Reizei; momento a partir del cual Morosuke, como abuelo del nuevo rey, se convirtió en la hostia en verso.

Koretada fue regente, es decir, alcanzó el máximo rango de estar al lado del rey y ser sus ojos y sus oídos. Ahí, sin duda, la familia Fujiwara marcó un punto claro de poder; aunque le pasó lo que suele pasar en esos casos: los propios miembros de la familia comenzaron a pelearse entre sí para quedarse solos con todo. Kaneiye, el benjamín de Koretada, era un tipo especialmente ambicioso y absolutamente carente de prejuicios o principios, y desde que tuvo pelos en los huevos quiso suceder a su padre, saltando por delante de sus dos hermanos mayores e, incluso, si se ponía muy gilipollas, de su propio hacedor. Sin embargo, su hermano mayor, Kanemichi el previsor, sabía lo cachogorila que era su hermano y había hecho los deberes. Años antes, en efecto, le había arrancado a Yasuko, la emperatriz y tía suya, el compromiso escrito de que él sería el futuro regente. Al emperador Reizei, el hijo de Yasuko, Kanemichi le caía como el culo; sin embargo, no fue capaz de ir en contra de un compromiso adquirido por su madre.

En el año 977, Kanemichi, que había sucedido a su padre, estaba para roscarla. Sin embargo, por esas razones que sólo conocen bien los hermanos, se había jurado que el puto Kaneiye no sería Kampaku, regente, después de él (el Kampaku era propiamente un valido, pues trabajaba para un emperador ya crecido; el Sessho es el regente propiamente dicho, pues curraba para un emperador sin destetar). Así pues, lo denunció por delitos reales o presuntos (esto nos resulta difícil de adverar hoy en día) y designó a su otro hermano, Yoritada, que además era mayor que Kaneiye. El emperador, que ya hemos dicho que en el pasado ya habría querido nombrar a Kaneiye en lugar de Kanemichi, de nuevo se tragó sus deseos y se tuvo que callar. Yoritada, una vez que vio asegurada su posición, le ofreció cagando leches al emperador una hija para que se la puliera. Pero los caprichos de la naturaleza hicieron su papel. La hija de Yoritada resultó esméril. Como consecuencia, cuando en el año 984 el emperador Hanayama, normalmente conocido como Kazan, llegó al trono, Yoritada carecía de agarradera para su poder. Esto abrió la puerta a Kaneiye y, sobre todo, a su descendencia.

Kaneiye era ya ministro de Estado cuando Kazan llegó al poder; pero quería ser Kampaku. Sin embargo, el emperador le contestó que era (copio, ojo) gaiso shuto ni mo arazu; o sea que, ni siendo suegro ni abuelo del emperador, no podía reclamar el puesto. Así que ahí se quedó esperando hasta el año 986, cuando llegó el emperador Ichijo, puesto que éste era nieto materno suyo. Yoritada tuvo que dimitir.

Kaneiye convenció, no sabemos muy bien de qué forma, a Kazan para que abdicase, puesto que con quien tenía lazos de sangre era con el sucesor Ichijo, como ahora veremos. Obviamente, pues, su interés era claro. Una vez que consiguió prevalecer, en todo caso, consolidó el poder de su rama familiar. Sus tres hijos: Michitaka, Michikane y Michinaga, lo sucedieron por su orden. Michinaga, el último, fue el más poderoso de todos.

Kaneiye es un perfecto ejemplo de la política de alianzas tejida por los Fujinawa. Además de los tres hijos varones que hemos citado, con su esposa principal, Toki-hime, Kaneiye tuvo dos hijas: Akiko y Yukiko. Todavía tuvo un hijo más, Michitsuna, con su segunda esposa. Akiko, la mayor de las hijas de Kaneiye, fue colocada por éste como concubina del emperador Enyu; tan pronto como le vino el litro, concibió un niño, que sería ese Ichijo que fue proclamado emperador en el 986, generando el derecho de Kaneiye a ser regente, por cuanto era su abuelo. Akiko, que recibió el tratamiento de Kotaigo o Emperatriz Viuda (reina madre diríamos nosotros) se convirtió, de hecho, en el personaje más influyente de la Corte.

En el año 995, cuando Michitaka murió, había nombrado a su hijo Korechika para que fuese el nuevo Kampaku. Korechika era un chavalote muy querido del emperador Ichijo y de la emperatriz Sadako. Sin embargo, Akiko lo odiaba, y eso bastó para que el emperador acabase nombrando a Michinaga.

Michitaka, el hermano de Michinaga y padre de su gran rival, Fujiwara no Korechika, era un gran mamador. Mamaba tanto que es conocido el detalle de que, en su lecho de muerte, cuando fue conminado a rezar para la salvación, lo único que quería saber era si en la otra vida se reencontraría con sus compis de hemicránea. A causa de esta afición suya fue regente apenas cinco años, desde el 990 hasta el 995. Lo sucedió su hermano Michinake, pero que estaba tan hecho polvo que se murió a la semana. Por esta razón es conocido como Nanuka Kampaku, algo así como el hombre que gobernó siete días.

La muerte de dos de los tres hermanos fue la que abrió la pelea directa entre Michinaga y su sobrino Korechika. En el 995, Korechika tenía sólo 22 años, pero su carrera iba como un tiro porque lo habían nombrado Sangi, es decir gran consejero o así. Michinaga tenía treinta palos, pero era menos popular en la Corte. A pesar de todo ello, allí la que mandaba era Akiko, hermana de Michinaga como sabemos, y Emperatriz Viuda.

Korechika tenía una amante, a la que visitaba casi cada noche en el palacio Ichijo, una de las mansiones de los Fujiwara, donde la chavala vivía con sus hermanas. Mucha gente suponía que Kazan, el emperador emérito que había abdicado ante las presiones de los Fujiwara, también iba al mismo palacio a pulir, aunque teóricamente estaba metido en un monasterio. Korechika, concluyendo que, tal vez, Kazan visitaba a la misma concubina que él, decidió esconderse en el jardín con su hermano Takaiye a esperar al emérito para, cuando apareció, atacarlo. El pecado de los hermanos al disparar aquella flecha fue doble: habían atacado a un emperador, y habían atacado a un monje; ambas cosas, prohibidas. Así las cosas, Michinaga acusó a los dos hermanos de delito de lesa majestad.

El tribunal que juzgó el caso concluyó que la culpa no había sido de sus hermanos, sino de sus sirvientes. Sin embargo, Michinaga amenazó con plantear nuevos cargos, tras lo cual los hermanos fueron sacados de la capital; Korechika como vicegobernador de Kyushu, Takaiye gobernador de Izumo. Automáticamente, la hermana de Korechika, la emperatriz Sadako, comenzó a perder poder.

En la primavera del 996, Sadako, un poco mosca, se marchó del palacio imperial y se radicó en la llamada mansión Nijo. Allí, meses después, dio a luz a una niña: Osako. Mala suerte tener una niña en el momento en que Akiko le estaba haciendo la cama y promocionando dentro de la corte a la princesa Yoshiko, que era de su cuerda (y de Michinaga).

Al emperador, sin embargo, Sadako le molaba. La comenzó a visitar en su mansión y, pasado un tiempo, le pidió que regresase a palacio con su bebé. En el 999, Sadako cantó línea pariendo a un niño, y poco después fue promocionada desde su puesto de consorte (Chugu) al de emperatriz (Kogo). Pero fue entonces cuando la hija de Michinaga, Akiko, con once años de edad, entró en palacio como nyogo, es decir, algo así como proto concubina, con la intención de su padre, finalmente cumplida, de convertirse en la favorita del emperador. A finales del año 1000, la caída en desgracia de Sadako se hizo cada vez más evidente. Murió de parto, con sólo 25 años de edad.

Aunque Michinaga se convirtió en uno de los hombres más poderosos en la Historia de Japón, formalmente no lo fue tanto. En 1995 lo nombraron Nairan, algo así como secretario o jefe de gabinete del emperador; pero nunca fue, formalmente hablando, Kampaku, ni Dajo Daijin, o canciller del reino, el puesto más elevado posible. La razón es que cuando lo nombraron Nairan no tenía ningún argumento para reclamar más posición por ser pariente por parte materna del emperador. En ese momento, mucho antes de que Akiko pudiese entrar en la Corte, Michinaga carecía de esos galones. Sin embargo, una vez que tuvo la edad suficiente (o, más bien, cuando su padre consideró que era así) Akiko se convirtió rápidamente en la favorita de Ichijo y le dio un hijo. Para entonces, Michinaga parece haber acumulado un enorme poder, pues sabemos que Ichijo, siendo el emperador, le pidió que tuviese paciencia; que dejase que fuese emperador su primer hijo (el nacido en 999 de Sadako, cuando Akiko todavía tenía sólo siete años); pero, a pesar de que le prometió que su propio nieto sería emperador después, Michinaga se negó a escuchar. Así las cosas, sería el hijo de Akiko el que sería emperador, con el nombre de Go-Ichijo. Pero no ahora. Ichijo, su padre, estaba tan jodido que abdicó en el 1011, y murió pocas semanas después a los 31 años de edad, tras 26 de reinado. Fue sucedido por el hijo del emperador Reizei, Sanjo, y, después de éste, le llegó el momento a Go-Ichijo y, después, al otro hijo de Akiko, Go-Suzaku (Go suele significar “el segundo”; es algo así como nuestro junior, entonces).

Igual que Ichijo se había pulido a una hija de Michinaga, el Nairan se apresuró a encamar al emperador Sanjo con otra; y, no contento con el tema, incluso casó a Go-Ichijo con su tercera hija (o sea: si echáis bien las cuentas, veréis que Go-Ichijo se casó con su tía); y, ¿os extrañaría saber que Go-Suzaku se casó con la cuarta hija de Michinaga, también tía suya? La quinta y última hija se casó con el hijo de Sanjo.

Michinaga la roscó en el 1027, siendo sucedido por Yorimichi, que fue Kampaku durante cincuenta años, sirviendo a Go-Ichijo, Go-Suzaku y Go-Reizei. Aunque formalmente los Fujiwara estaban al mando de todo, cada vez esta realidad era más formal y simbólica que otra cosa. Otras grandes familias nobles y guerreras estaban empezando a acopiar poder propio. Así las cosas, en el año 1068, cuando el emperador Go-Sanjo sucedió a Go-Reizei, existía en el Japón, cuando menos entre sus clases gobernantes, un sentimiento generalizado anti-Fujiwara.

Go-Sanjo era el segundo hijo de Go-Suzaku, hijo de la princesa Yomeimon-In, que no pertenecía a la familia Fujiwara. Liberado de la vinculación que había pesado sobre sus antecesores, Go-Sanjo quería gobernar por sí mismo, y quería echar a los Fujiwara, más bien porque los Fujiwara le habían intentado echar a él cuando peleaba por ser el heredero. De hecho, entre la muerte de su padre y su ascensión al trono pasaron veinte años durante los cuales, al parecer, Yorimichi le hizo la vida imposible. Así pues, cuando llegó al trono, tuvo claro que no tenía deudas que pagarle a nadie.

Go-Sanjo disfrutó poco de su poder. Murió el 1073, tras sólo cuatro años en el poder. Sin embargo, dejó en herencia la caída definitiva de los Fujiwara, que ya no volverían a los altos escalones del poder. Japón había tenido, sobre todo con Michinaga, una experiencia clara de qué pasa cuando concentras demasiado poder en manos de alguien. Había que organizar las cosas de otra manera.

Esa forma fue el Insei o “gobierno de los emperadores enclaustrados”.

Este sistema consistía en que el emperador titular podría, si quería, abdicar en la persona de un heredero que considerase dócil e influenciable, no pocas veces menor de edad. El emperador emérito normalmente tomaba la tonsura, se convertía en monje, pero seguía de hecho gobernando desde el palacio o monasterio donde hubiese decidido recluirse. Era, pues, emperador por teletrabajo. Esta costumbre se asentaba sobre el hecho de que en Japón era común la práctica del Inkyo, es decir, del retiro en los últimos años de la vida para no tener que cumplir con las obligaciones sociales. En la Historia de los emperadores de Japón hay un huevo que abdicaron, de hecho.

Esta técnica la inauguró Go-Sanjo, quien abdicó en la persona de su heredero Shirakawa. Shirakawa fue emperador, primero de paja y después de verdad, desde el año 1072 (recordad que su padre murió al año siguiente) hasta el 1086, año en el que él mismo abdicó para recluirse en un monasterio, desde el que gobernó el Japón hasta 1129, es decir, 43 años. Durante este tiempo hasta tres emperadores ocuparon el trono, pero sin mandar una mierda.

El sistema se generó, como digo, para evitar la excesiva concentración de poder; pero pronto mostró el problema por el otro lado. Hizo crisis en el año 1123. En ese año, el emperador reinante, Toba, que gobernaba bajo la auditoría del interminable Shirakawa, que le ordenaba desde el monasterio, decidió abdicar él mismo. Entonces accedió el emperador Sutoku, con lo que el sistema, durante los seis años que todavía duró Shirakawa, tuvo tres emperadores, dos de ellos ex emperadores enclaustrados. Durante casi treinta años más, Toba le aguantaría el tirón a la muerte desde su monasterio, con los que vivió a haber tres emperadores, ya que Sutoku escogió hacer la misma jugada que el propio Toba, es decir, abdicar y convertirse en segundo emperador enclaustrado.

Con la muerte de Sutoku (1158), el sistema pareció regresar a la relativa normalidad de emperador y emérito. Nijo subió al trono en dicho año porque el emperador Go-Shirahawa, que reinaba desde tres años antes, decidió hacerse emérito tras la muerte de Sutoku; y así estuvo hasta el 1192, más de treinta años pues. El segundo de los emperadores que tuvieron que soportarlo dando por culo desde el monasterio, Rokujo, decidió abdicar él mismo en 1168, como hizo su sucesor, Takakura. Por lo tanto, el sistema de emperadores enclaustrados regresó a la realidad de tres gobernantes a la vez. Este sistema no desapareció hasta el año 1192, cuando Go-Toba se quedó solo en el trono. El sistema, pues, estuvo vigente, de una manera u otra, durante más de un siglo y 13 emperadores. 

Os he hecho un esquema para que no os perdáis.



Los historiadores no se ponen muy de acuerdo sobre las intenciones de Go-Sanjo cuando inventó el sistema de los emperadores enclaustrados. Pero muchos creen que la suya fue una mera solución provisional que se le ocurrió para salir del paso. Si fue así, entonces deberemos concluir que los españoles no somos los únicos que inventamos soluciones provisionales que acaban durando casi para siempre.

6 comentarios:

  1. Anónimo3:15 p.m.

    bUEN DÍA; PRIMERO, ESPERO OTRA SERIE JEJEJE. Y segundo, tal vez está hablando piedras, pero quizá la propensión de los hikikomori a aislarse pueda deberse a una tendencia de la sociedad japonesa a condescender con el asilamiento... a partir de lo que mencionas sobre este sistema de emperadores enclaustrados. Solo es una hipótesis :)

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    1. Anónimo3:16 p.m.

      Quise decir quizá estoy hablando piedras :D; y donde dije asilamiento es aislamiento.

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    2. En realidad, algo parecido existió para los reyes medievales en España. Pero era sólo cuando estaban ya tan cascados que no podían reinar. Se retiraban del mundo y dejaban de reinar. Esto de los emperadores enclaustrados, en el fondo, era otra cosa, y su fracaso fue lo que abrió el camino a los señores de la guerra. Pero eso ya habría que contarlo otro día.

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  2. Parece todo rarísimo, aparte de que los nombres son un follón. No entiendo que un emperador se retirase para quitar poder al valido de turno, que me ha parecido que era el problema que se quería solucionar. Más bien parece que dependería más de él. Habría que saber más de cómo funcionaba esa corte y las distribuciones de poder para entender que alejarse de la corte no le quite poder a uno

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    1. Creo que el tema viene de que ser emperador titular era un coñazo fino. Vivían con un ritual tan complicado que su actuación era muy limitada. Se vivía mucho mejor y se disponía de mayor libertad como ex-emperador lo que permitía mangonear mucho más a gusto. Cuando los emperadores pasaron a "reinar pero no gobernar" las abdicaciones se multiplicaron porque no compensaba aguantar el coñazo cuando el que mandaba de verdad era el Shogun (Que muchas veces era mangoneado por regentes que eran los que realmente mandaban porque son sus costumbres y hay que respetarlas)

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  3. Ya lo de dos emperadores retirados es de traca, y me parece complicadisimo desentrañar cuánto y en qué mandaba cada cual. La dinámica matrimonial en cambio se ve clara, y la hemos visto funcionar en otras Cortes. Me acuerdo ahora de la monarquía inglesa, que se casaban mucho en casa, las carreras por colocar una esposa de tu familia, o la francesa, donde solía estar el puesto de favorita por ocupar.

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