miércoles, octubre 02, 2019

Partos (5: el ocaso de la Siria seléucida)

Otras partes sobre los partos

Los súbditos de Seleuco
Tirídates y Artabano
Fraates y su hermano
Mitrídates


Los principios de Demetrio como prisionero de lo partos no fueron buenos. Éstos decidieron pasearlo como un mono de feria por los territorios de su dominio, para lanzarle a los habitantes el mensaje claro de que buscar cualquier aliado contra el poder de los partos era muy mala idea. Pero después de este tour un tanto humillante, no parecen haberlo tratado mal. Le adjudicaron una residencia en Hircania, se le mantuvo su noble condición y Mitrídates acabó, incluso, ofreciéndole la mano de una de sus hijas. Esta intención nos viene a sugerir con mucha fuerza que es muy probable que Mitrídates estuviese valorando la posibilidad de una expedición contra Siria, algo en lo que disponer de un príncipe local que le fuese partidario y estuviese ligado a él por lazos de sangre podía ser una ventaja interesante. Sin embargo, Mitrídates no pudo llevar a cabo ese proyecto, si es que alguna vez lo albergó. Poco después de capturar a Demetrio, cayó enfermo y se fue consumiendo rápidamente hasta morir en el año 136 antes de Cristo, después de 38 años de reinado que habían colocado a los partos en primera fila de la geopolítica de su área.

Una de las grandes inteligencias de Mitrídates, y del sistema parto en general, fue que tuvo la capacidad de combinar una forma de gobierno bastante simple con las sutilezas que reclamaba la posesión de un imperio. Los partos, originalmente, no eran sino el resultado de un frágil liderazgo entre señores de la guerra; esto es, habían superado el primer estadio de la división entre poderes basados en la espada, algo que lo que hay pueblos que en realidad no salen nunca (Afganistán, Libia); pero, al mismo tiempo, supo crear una monarquía flexible y lo suficientemente adaptable.

Monarquía adaptable quiere decir que, pese a estar en el área donde se inventaron las satrapías y los reyes con poder absoluto, eran varios los límites que existían al ejercicio del poder real. El rey de los partos estaba permanentemente asesorado por dos consejos que eran, como he dicho, los remanentes de una situación en la que dicho rey había sido, simplemente, el más cachoburro de entre todos los cachoburros de la zona. Uno de estos consejos era un consejo de familia, del que formaban parte todos los varones mayores de edad de la familia real. El otro era una especie de Senado del que formaban parte tanto los jefes temporales como espirituales del reino: los sophi, u hombres sabios; y los magi, o prelados. Estos dos grupos juntos conformaban los megistanes o nobles. La monarquía era electiva con los votos de los dos consejos, pero la elección sólo podía verificarse entre miembros de la familia arsácida. Aparentemente, sin embargo, los megistanes parecen haber respetado la regla sucesoria, salvo en los casos en los que el rey fallecido no dejase hijos varones, en cuyo caso se decantaban por hermanos o tíos, que comenzaban con ello una rama dinástica.

En la estructura del Estado parto tenía una gran importancia el surena, una especie de comandante en jefe de las tropas; el jefe del ejército tenía, entre otros, el privilegio de colocar la diadema en la cabeza del rey recién nombrado.

En los territorios conquistados por los partos, éstos practicaban una combinación de estrategias. En algunos casos establecían en esos países dinastías controladas y en otros nombraban vitaxae, esto es, virreyes. El hecho de que hicieran uso, cuando menos a veces, del mecanismo de tener reyes que los obedecían explica que los emperadores partos fuesen conocidos con la denominación rey de reyes,que ya había sido usado por persas y asirios. Mitrídates parece haber sido el primero de los soberanos que adoptó este nombre.

Pero volvamos a los hechos. Mitrídates fue sucedido por su hijo Fraates II o, si lo preferís, Arsaces VII. Fraates mejoró todavía más la vida de Demetrio, pues albergaba el proyecto de invadir Siria y hacerla suya, y consideraba que tener en su poder al rey legítimo de aquella nación le daba una ventaja importantes. En ese sentido, estuvo de acuerdo en que una de sus hermanas, Ehodoguna, se casara con el prisionero. Demetrio hizo como que todo eso le hacía pandán pero,en realidad, siempre estaba dándole vueltas a la idea de cómo podía escaparse de aquellos friquis. Por dos veces, de hecho, consiguió escapar y plantarse casi en la frontera entre Hircania y sus propias posesiones; pero por otras dos veces acabaron pillándolo. En la segunda de las huidas, Fraates sí que se cabreó y, de hecho, prohibió a quien ya era su cuñado que se presentara en su presencia.

En Siria, mientras tanto, la nación había aceptado al hermano de Demetrio, Antíoco Sidetes, como monarca de facto. Durante algunos años, Antíoco tuvo que luchar contra Trifón, pero finalmente consiguió derrotarlo y matarlo. Era el año 137 antes de Cristo, y repentinamente, Antíoco se dio cuenta de que tenía plena capacidad, no para defenderse, sino para atacar. El objetivo debería haber sido Partia, sobre todo porque su hermano seguía allí; pero tuvo que ocuparse de otro asuntillo. Durante sus guerras con Trifón, Demetrio se había apoyado de forma importante en mercenarios judíos y, por ello, había terminado por premiar a los hebreos concediéndoles una amplia autonomía. Aunque Antíoco volvió a necesitar de la ayuda de sumo sacerdote Simón, era sin embargo contrario a una Palestina independiente, tanto de iure como de facto, por considerar que un Estado independiente fronterizo con el suyo sería demasiado peligroso.

Como consecuencia de todo ello, en el momento en que se deshizo de Trifón, Antíoco decidió avanzar contra los judíos, con el objetivo de arrancarles su vieja condición de tributarios de Siria. Las tropas sirias estaban comandadas por el general Cendebseo; entraron en Palestina casi sin problema, pero fueron rápidamente derrotadas. Antíoco tuvo que presentarse en persona en el campo de batalla. Luchó durante dos años contra las tropas rebeldes, comandadas por Juan Hircano; en el 133, sin embargo, consiguió subyugar a los judíos y someterlos a la autoridad siria. Fue entonces cuando Sidetes consideró que podía ir contra Partia, cosa que hizo en la primavera del año 129.

Las tropas seléucidas, cualquiera que sea el conteo que se haga, debían de ser bastante más numerosas que las de los partos; sobre todo si tenemos en cuenta que varios señores de la guerra teóricamente alineados con el rey de reyes lo abandonaron. Sidetes, además, había echado de mano de nuevo de sus súbditos confirmados, los judíos, excelentes combatientes, que marcharon con él al mando de Juan Hircano. Este ejército tuvo además la inteligencia de avanzar hacia Babilonia, esto es, de pasar por diversos de los territorios dominados por la bota parta, escasamente resignados a esa situación suya y que, en consecuencia, lo recibieron como héroes.

Fraates planteó batalla a Antíoco por tres veces, y por tres veces fue vencido. Sidetes se hizo con el control efectivo de Babilonia, lo cual disparó inmediatamente la rebelión en el resto de las provincias y reinos dominados por los partos.

Para Fraates, había llegado el momento en el que se hacía necesario jugar la carta demetria. Así pues, liberó a su cuñado, le otorgó una importante escolta parta, y lo envió a Siria a reclamar sus derechos sobre el trono. La idea era que Antíoco, cuando supiera que su hermano estaba en Siria o camino de ella, resolvería regresar al país para resolver la querella dinástica. Pero eso no fue lo que hizo pues, con el invierno ya encima, decidió hibernar en Babilonia. Eso sí, tuvo que dividir su potente ejército entre las diferentes ciudades que había ocupado, lo cual le dio a Fraates otra idea: atacar antes de que llegase la primavera (esto es, la temporada normal para guerrear). Además, hay que tener en cuenta que Antíoco, por pereza o incapacidad, dilapidó uno de sus grandes activos. En efecto, las tropas sirias habían sido vistas como liberadoras del yugo parto por muchos pueblos dominados por éstos; pero las tropas que quedaron hibernando en muchas de las ciudades se comportaron con una violencia y rapiña de tal calibre que, increíblemente, en muchos sitios los pueblos comenzaron a tener nostalgia de los viejos dominadores, que eran tiránicos pero, por lo menos, no les robaban impunemente.

Muchos de los representantes de esos pueblos y ciudades acabaron enviando emisarios al cuartel general de Fraates, ofreciéndole colaboración en la misión de echar a los sirios. El tipo era inteligente para las movidas, así pues montó una de mucho mérito: como se tratase del último cuarto de hora de alguna de las películas de The Godfather, organizó una movida en la que varias ciudades se rebelarían, el mismo día, contra sus ocupantes sirios. La labor de las tropas partas era impedir que las diferentes guarniciones se pudieran apoyar unas a otras.

Al contrario que Vito Corleone, Fraates todavía hizo un último intento por permitir que todo terminase sin derramamiento de sangre. En las últimas semanas del invierno, cuando consideró que se había retirado suficiente nieve como para permitir los desplazamientos, envió una embajada a Antíoco para proponerle la paz. Antíoco exigió la liberación de Demetrio, la retrocesión de todas las provincias que un día fueron sirias y la conversión de Partia en un tributario de su propia corona.

Así las cosas, el día señalado, las gentes de las ciudades señaladas atacaron a sus tropas ocupantes; a la gran mayoría la masacraron sin que hubiera podido sacar la espada. Antíoco y sus parciales lograron escapar de donde estaban y salir a campo abierto, buscando reunirse con algunas de sus tropas. Allí, sin embargo, se encontraron con Fraates y los suyos. Antíoco, a pesar de que los relatos que nos han llegado nos dicen que tenía la posibilidad de huir hacia las montañas donde a los partos les sería más difícil perseguirlo, decidió presentar batalla. Su determinación, sin embargo, no era la de sus tropas que, como la mayor parte de las veces en la guerra antigua, tenían la seria intención de regresar a casa con todas sus extremidades. El resultado fue una derrota clara de los seléucidas, que incluyó la muerte de Antíoco, no sabemos muy bien si asesinado por sus enemigos o por su propia mano.  Los partos capturaron a Seleuco, hijo de Antíoco, y a otra miembra de la familia real, una hija de Demetrio.

La de Antíoco fue la última intentona que hizo un rey seléucida sirio de recuperar los territorios orientales de su semi-imperio. Y no sólo eso, sino que la noticia de que las tropas seléucidas habían sido derrotadas por los partos movió a otros a intentar la sedición; muy notablemente los palestinos, que consiguieron la independencia de Judea. Así pues, el otrora orgulloso imperio oriental heredero de Alejandro quedó limitado a Cilicia y Siria Proper. Demetrio se dirigió a sus viejas posesiones, aunque, de todas formas, su país, en cosa de medio siglo, perdería su independencia en manos de los romanos. Hasta el año 65, en que desapareció como tal, la nación seléucida Siria fue apenas una sombra de lo que había sido.

Fraates, en todo caso, no se fiaba de Demetrio. Por eso envió a un pequeño comando con la misión de interceptarlo antes de que llegase a Siria. Sin embargo, estos perseguidores no encontraron la pieza que estaban buscando; Demetrio, al parecer, había anticipado este movimiento por parte de su cuñado, y por eso se había apresurado a llegar a Siria antes de lo que cualquiera habría esperado.

Eso sí, no hay que olvidar que Fraates había conseguido una pieza importante tras su victoria sobre Antíoco, que era una hija del propio Demetrio. Convencido de que la mejor manera de abordar sus relaciones con la nación siria era la interconexión dinástica, no sólo ofreció su propia hermana al seléucida, sino que ahora resolvió hacer de aquella hija su propia esposa. Todo indica que la obsesión del rey parto era convencer a los seléucidas de su gran respeto por ellos. Antíoco, el otro prisionero, fue tratado a cuerpo de príncipe; y el rey muerto en la batalla fue metido en un ataúd de plata y remitido a Siria para su enterramiento.

Todo eso era la alianza por las buenas. Pero Fraates, es probable, también pensaba en resolver el tema por las malas, es decir, invadiendo Siria y haciéndola suya. Sin embargo, pasó algo que no le permitió dar ese paso; un paso que habría sido interesante, pues plantea la pregunta de qué habría pasado si los romanos, cuando llegaron a Oriente Medio, se hubiesen encontrado allí a los partos sólidamente establecidos. Pero eso, claro, son ucronías. El caso es que el arsácida no pudo llevar a cabo sus probables planes, porque alguien se le puso gallito.

3 comentarios:

  1. Curioso, llevo años pensando que Surena sería el nombre de una persona o un linaje y resulta que era un título.

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    1. Si te sirve de consuelo, a mí me pasaba lo mismo. Pero, bueno, lo mismo es que a Surena le pasa lo mismo que a César...

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    2. Pues me he puesto a indagar un poco sobre el tema y no he llegado muy lejos pero me he encontrado con esto en la wiki en inglés:

      https://en.wikipedia.org/wiki/House_of_Suren

      Y si que hablan de un clan aristocrático de las épocas Arsarcida y Sasánida (No podría decir más sin leerme las fuentes que citan)

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