martes, noviembre 21, 2023

Tairas y Minamotos (2): La Hogen no Ran y el Alzamiento Heiji

Masakado el masacrado
La Hogen no Ran y el Alzamiento Heiji
Taira Kiyomori
El principio del fin
Minamoto Yoshitsune y la Guerra Gempei

 

Aquella campaña fue la consagración del joven Yoshiiye. Los locales que luchaban contra él lo llamaban Hachiman Taro, algo así como el primogénito del dios de la guerra. Los futuros Minamoto que abrazaron la vida de samuráis lo adoraban como alguien casi divino.

Yoshiiye regresó a Kioto en el 1064 llevándose a Sadato y otros miembros de la familia prisioneros y en triunfo. Sin embargo, había cometido un error. Para vencer a su enemigo, había aceptado el apoyo de la familia Kiyowara, reyezuelo de la cercana provincia de Dewa, y les había dejado el momio de Mutsu. En sus nuevos feudos, los Kiyowara se portaron como la mierda, tanto que, apenas veinte años después de la primera guerra de los nueve años, Yoshiiye hubo de ser de nuevo enviado a la zona para pacificarla. Esto es lo que se conoce como la posterior guerra de los tres años, aunque en realidad duró cuatro (cosa que también le pasa a la anterior, que se dice de nueve años pero duró doce; la cosa es que los japoneses, que son muy meticulosos, suelen deducir los periodos de tregua).

El origen de la guerra de los tres años fueron las querellas entre los propios Kiyowara. Para parar la sangría, Yoshiiye fue nombrado gobernador de Mutsu en el 1083. A pesar de que sabía que era difícil, Minamoto trató de que los tres Kiyowara: Masahira, Iyehira y Narihira, se pusieran de acuerdo y dejasen las hostias. No lo consiguió, así que tuvo que pasar al Plan B, y en el año 1086 atacó a Iyehira en su fuerte de Numa. Numa, sin embargo, era un lugar muy protegido y donde, además, hacía un frío helador, por lo que, tras varias semanas intentándolo, Yoshiiye tuvo que volver grupas.

Tras este suceso, Iyehira se unió a su tío Tayahira, y juntos, al frente de un ejército más que respetable, se dirigieron hacia el Kanazawa. Fujiwara Kiyoshira también envió ayuda. Sin embargo, en el trimestre que siguió, más o menos entre agosto y noviembre del 1087, Yoshiiye consiguió vencerles y, de hecho, Iyehira y Tayahira perdieron la vida.

Fue durante estos años de guerras en el norte de la isla, un lugar en aquel entonces inhóspito y poblado por gentes muy feroces y difíciles de vencer, cuando tanto los Minamoto como sus ejércitos se curtieron y desarrollaron unos vínculos estrechísimos. Los combatientes de Yoshiiye se llamaban a sí mismo los Bando Bushi, los soldados del este, e idolatraban el liderazgo de su jefe. Fue durante estas expediciones cuando el código del guerrero japonés, normalmente conocido como Bushido, comenzó a desarrollarse, aunque no tomaría forma hasta algunas décadas después (y, de hecho, el nombre de Bushido no se usaría hasta pasados unos 400 años; en sí, el Bushido es una especie de elaboración romántica de un tiempo, el de los samuráis, ya pasado; pero no así los textos que le sirvieron de base, que son contemporáneos en su mayoría.).

Los Minamoto, en todo caso, eran muy poderosos. Pero no eran los únicos.

En las provincias de Mutsu y Dewa se había desarrollado un poder propio. Cuando los Minamoto habían tenido que pacificar aquellas tierras, se habían visto ayudados por un Fujiwara, Kiyohira, que había sido adoptado dentro de la familia Kiyowara y que los ejércitos enviados desde la Corte debieron subyugar. Como recompensa, cuando la familia Abe también cayó, Kiyohira acaparó todos los puestos civiles y militares en el área. Para cuando llegó su muerte, en 1128, Kiyohira se había convertido en todo un reyezuelo. De hecho, en el 1095 construyó una capital, Hiraizumi, con la que pretendía competir con Kioto. Su lejanía de los centros de poder era, a la vez, su seguro de vida y su mayor problema. Casi no podía ser atacado; pero, la verdad, los emperadores también podían hacer como que no existía.

En buena parte del resto del Japón, sin embargo, la fama de Yoshiiye como hombre de armas capaz de garantizar victorias, una especie de Cid japonés por lo tanto, hizo que muchos terratenientes decidiesen entregarle partes de sus tierras a cambio de su protección. Esto hizo de Yoshiiye Minamoto una persona cada vez más poderosa; tanto, que en el año 1091 la propia Corte imperial, alarmada por la evolución de los hechos, emitió un edicto que prohibía la cesión de tierras a Yoshiiye. 1095 se sitúa poco después del final de la guerra de los tres años, es decir, de la adquisición del máximo de prestigio del caudillo Minamoto. Yoshiiye, sin embargo, regresó del norte a la capital, y copó, junto con los suyos, los puestos con mano militar.

Ante una casa tan exitosa, los Taira, a finales del siglo XI, no eran sino una nobleza menor, con un poder en modo alguno comparable al de los exitosos Minamoto. Sin embargo, los Taira comenzaron, poco a poco, a construir una casa noble de gran fuerza, a base de incorporar territorios en el oeste de la isla y alrededor de lo que se conoce como el Mar Interior de Japón.

A principios del siglo XII llegó la oportunidad para los Taira. Minamoto Yoshichika, el hijo mayor de Yoshiiye, cometió una falta de respeto en la Corte y fue enviado como castigo a Sanuki. Sin embargo, se escapó de allí, marchó hacia la provincia de Izumo, y allí provocó una revuelta. La Corte, probablemente sospechando de que si enviaba a un Minamoto a sofocar la rebelión las cosas podrían no ir bien, decidió enviar a un Taira: Masamori. El general derrotó al rebelde, con lo que los Taira ganaron mucho prestigio.

El gran constructor de la grandeza Taira sería el hijo de Masamori, Tadamori. Taira Tadamori supo leer el partido cuando se dio cuenta de que el emperador abdicado (pero que gobernaba en realidad) Shirakawa tenía problemas con los Minamoto. Shirakawa, en efecto, era una persona muy religiosa, pacifista; el carácter belicoso de los Minamoto no le molaba nada. Tadamori, pues, se dedicó a ponerse de lado de la Corte cada vez que ésta tenía un conflicto con los Minamoto; o sea, lo que es el puto membrillo pelota de toda la vida. En el año 1129, asimismo, Félix Bolaños Tanamori sacó petróleo del control que tenían los Taira de la zona del mar interior porque estalló allí una revuelta, y tuvieron que ser ellos los que la sofocasen.

La segunda mitad del siglo XI es el momento en el que el debilitamiento de la Corte en favor de las casas feudales y, muy particularmente, de los Minamoto y los Taira, se hizo más evidente e intensa. En medio de este proceso, llegó el año 1056 y, consecuente, la Hogen no Ran, la Insurección Hogen. Que, dado que alguno de vosotros lo mismo no la conoce, os la voy a contar aquí.

Para hablar de la Hogen no Ran tenemos que hablar de Fujiwara Yorinaga. Sólo daros esta filiación ya os tiene que dar la pista de que Yorinaga pertenecía a la larga estirpe de regentes que se hizo fuerte en el palacio imperial durante el periodo de los emperadores enclaustrados. Yorinaga nació en el año 1120, y era hijo de Fujiwara Tadazane quien, por supuesto, había llegado a regente. Aunque Tadazane tenía un hijo mayor, Tadamichi, destinado a sucederle, Yorinaga ascendió muy rápido en la Corte y, con sólo treinta años era Ministro de la Mano Izquierda o Sadaijin, un cargo que se ha asimilado al de ministro de Estado o si, lo preferís, vicepresidente primero, pues el Sadaijin sólo estaba por debajo del daijo-daijin o canciller. Si os estás preguntando si había un Ministro de la Mano Derecha, resulta que sí que lo había (el udaijin). Yorinaga, además, casó a una hija suya con el emperador Konoye, entonces de once años; que ya sabéis que era la manera que tenían los altos funcionarios, que no podían sser emperadores, de conseguir esa categoría para sus hijos. En el Japón medieval, tan importante era para el emperador tener hijos como para el resto de la Corte tener hijas. De alguna manera, la era de los samuráis viene a romper este estado de cosas, de por sí muy endeble porque dejaba la prosperidad de las grandes familias en manos de las alianzas matrimoniales y la muerte puerperal; fueron muchos los que, lógicamente, prefirieron fiarse de su espada.

Yorinaga quería restaurar el brillo de los Fujiwara en su completitud. Para conseguirlo, se convirtió en defensor de una serie de viejas costumbres ya en desuso en la Corte, que impuso con disciplina. Probablemente carente de capacidad estratégica, llegó a enemistarse incluso con su yerno Konoye, así como con el emperador enclaustrado, a quien en el colegio debieron de freír a collejas porque se llamaba Toba.

En el año 1155, de forma inesperada, Konoye la roscó, lo que inmediatamente inició una amplia querella dinástica. Bifukumon In (hermana de Bifukumon Out; esto, obviamente, es coña), la madre de Konoye, quiso defender los derechos de una de sus hijas, y esta polémica separó a los hermanos Tadamichi y Yorinaga. Fue el primero de ellos el que prevaleció, por lo que ascendió a emperador el hijo predilecto de Toba, Go-Shirakawa; un gesto aparentemente con poca importancia que, sin embargo, es de importancia crucial para la movida que aquí estamos contando, como ya iréis descubriendo, porque Go-Shirakawa se demostraría como un nota de cojones, un Pedro Sánchez de la vida. Yorinaga, entonces, pidió ser el preceptor del nuevo emperador; pero le dijeron que no mamase tanto sake. Esa negativa, que muy probablemente no pudo soportar, le hizo ponerse del lado del príncipe (por así decirlo) Sutoku, levantó un ejército y marchó sobre Kioto. Como ya os he dicho, en realidad Yorinaga no defendía al emperador Sutoku. Defendía el viejo statu quo de su antecesor Michinaga, es decir, un Japón gobernado por regentes que prevaleciesen sobre emperadores de porcelana.

De parte de Go-Shirakawa se pusieron los principales generales de los Minamoto y los Taira. Éstos atacaron el edificio donde estaban Sutoku, Yorinaga y sus parciales, y acabaron quemándolo. Yorinaga murió en el enfrentamiento.

El Imperio había ganado. Pero, en realidad, había perdido, porque no era él, sino los espadones los que habían ganado.

Tairas y Minamotos se habían coligado en favor del emperador, pero por razones distintas. Y, sobre todo, se odiaban a muerte entre ellos. Un jefe Minamoto, Tameyoshi, que había apoyado a Yorinaga, fue condenado a muerte; y, de hecho, el emperador ordenó que fuese su propio hijo (de Tameyoshi, se entiende), Yoshitomo, quien ejecutase la sentencia. Yoshitomo se negó y, entonces, otro lugarteniente de la familia dio un paso al frente y vino a decir: o lo matamos nosotros, o lo mata un Taira. En lenguaje actual, pues: o lo ejecutamos nosotros, o lo ejecuta la ultraderecha. Acto seguido, se cargó a su jefe (para, inmediatamente después, suicidarse; que los japoneses siempre han sido muy suyos con eso del sepuku). Así estaba el tema. Unos cincuenta partidarios de Sutoku fueron asesinados, en la primera aplicación de la pena de muerte en Japón en tres siglos y medio.

Un par de años antes de la Hogen no Ran, en el 1153, había fallecido Taira Tadamori, de quien ya hemos hablado. Lo sucedió su hijo, Taira Kiyomori, considerado por algunos como el primer jefe samurái auténtico de la Historia del Japón. Taira Kiyomori tomó partido en la Corte por Fujiwara Michinori, normalmente conocido como Shinzei, quien lideraba una facción en la Corte enfrentada con otra que pretendía dominar al emperador. Esta otra facción también estaba liderada por un Fujiwara, Nobuyori; y a este clan se adhirió Minamoto Yoshitomo, el tipo que no había querido matar a su padre. El emperador reinante, Nijo, estaba a favor de Shinzei, mientras que el emperador abdicado, Go-Shirakawa, estaba por Nobuyori.

En el año 1159, Kiyomori decidió hacer un peregrinaje con su familia a Kumano. Éste fue el momento que Yoshitomo y Nobuyori decidieron aprovechar para algo muy parecido a un golpe de Estado. Esto es lo que se conoce en la Historia Japonesa como el Alzamiento Heiji.

Inicialmente, el golpe le fue bastante bien a sus promotores. El 19 de enero del 1160, juntaron a 500 soldados, y con ellos asaltaron la residencia del ex emperador, mataron a varias personas de su entorno y quemaron el edificio. Lo llevaron a una biblioteca de palacio y, después, se fueron a por el emperador Nijo y también lo encerraron. Luego, atacaron y quemaron la casa de Shinzei; todos los habitantes fueron asesinados salvo Shinzei, que escapó; aunque fue capturado apenas unos días después, y decapitado.

Da la impresión de que, antes y desde luego durante estos hechos, Yoshitomo pecó de sobrado y llegó a pensar que estaba todo hecho. Pero en cuanto Kiyomori estuvo de vuelta en la capital, las cosas comenzaron a cambiar. Por alguna razón, y a pesar de que el hermano de Yoshitomo, Yoshihira, había traído tropas de refresco, Nobuyori (de quien las crónicas dicen que no era muy listo) decidió no atacar al Taira que, por lo tanto, tuvo tiempo de sobra para pensar por dónde iba a tirar la falta.

El líder de los Taira, en todo caso, estaba impresionado por la capacidad de los Minamoto, así que intentó negociar la paz con Nobuyori. Mientras tanto, junto con su hijo Shigemori y una escasa fuerza, se encastilló en su mansión familiar.

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