No es éste el momento de señalar las grandes deficiencias de nuestra enseñanza universitaria. Pero sí puedo lamentarme del estado de confusión o de atraso en que nuestros institutos y nuestros colegios dejan a la juventud española, que entra en la vida científica y literaria, o simplemente en el trato social que implica cierta cultura, desprovista de aquellos supuestos necesarios para el desarrollo de sus facultades y la apropiación de sus aptitudes. Así se observa el deplorable desconocimiento en que vive una parte de nuestro público de datos, conceptos, teorías y antecedentes a que se hace referencia incluso en la conversación diaria, y no digo ya en los centros de superior ilustración, en los círculos políticos, en la polémica periodística y en las altas esferas del Gobierno, la legislación y la cultura.
Rafael María de Labra. Conferencias de El Fomento de las Artes. Madrid, J. Góngora y Álvarez, editor. 1889.
Por lo que he podido leer, uno de los temas que anda por ahí rulando por el mundo mundial (español, claro está) es la opinión del denostado ministro de Educación, José Ignacio Wert, en el sentido de que habría que sacarse un seis y medio de nota para poder optar a becas en la universidad. Las redes han reaccionado inmediatamente difundiendo, que yo haya visto, sendas fotocopias de los libros de notas de José María Aznar y Mariano Rajoy (aunque, en el caso de Aznar, la fotocopia que se adjunta se refiere únicamente a su nota de francés), con calificaciones que claramente no pasarían ese corte.
Esto último debo confesar que no lo entiendo. Tanto Rajoy como, sobre todo, Aznar, fueron niños wealthy, inscritos por lo tanto en familias que tenían recursos económicos no digamos que sobrados, pero sí, cuando menos, holgados. ¿Quiere decir, entonces, la fotocopia: que deberían haber recibido una beca para entrar en la universidad? Tal y como yo lo entiendo, en familias como la de Aznar o Rajoy, la decisión de entrar en la universidad o dedicarse a otra cosa debería competir únicamente al educando y a sus padres, que lo van a pagar.
El fondo de la cuestión, sin embargo, es otro. El fondo de la cuestión es ver una tentativa de numerus clausus como una forma de discriminación. Entre los muchos amigos que tengo y que están en contra de la idea expresada por Wert, cuando menos de momento el argumento que me exhiben viene a ser siempre el mismo: la educación es un derecho, y colocar un listón por encima del aprobado puro y duro (cinco sobre diez) es coartar ese derecho.
La primera pregunta es: ¿por qué por encima del aprobado? Mis interlocutores tienen muy interiorizado, como yo, el hecho de que para aprobar hay que sacar un cinco sobre diez. Es, además, una frontera intuitiva (la mitad). Pero no por eso deja de ser un límite totalmente arbitrario. Se aprueba cuando se demuestra un conocimiento de la mitad de la materia, pero, ¿por qué no se podría aprobar demostrando, digamos, un tercio? O un 10%. Aquí, de lo que se trata, es de fijar un límite que, de alguna manera, nos diga que el alumno se ha convertido en una persona suficientemente experta en una materia como para que el Estado le pueda extender un papelito que diga que todo aquél que necesite un experto en dicha materia, por la razón que sea, puede confiar en él, o ella. Y una beca no es sino una ayuda pública que se le concede a alguien para que pueda obtener esa certificación. Ayuda que se le puede conceder porque se tienen indicios racionales de que va a ser capaz de obtenerla con aprovechamiento; o, simplemente, se le puede conceder porque sí.
En todo caso, al fin y a la postre, ¿por qué saberse la mitad de la materia concede esa vitola de expertise? ¿Por qué no, repito, un tercio, o la cuarta parte, o la quinta? ¿Nos sentiríamos seguros en las manos de un médico que ha demostrado conocer un tercio de las cosas que nos pueden estar pasando? Parece que la respuesta más lógica es: no. Pero, una vez contestada esta pregunta, surge otra: ¿y si lo que sabe es la mitad de las cosas que nos pueden estar pasando?
Esta pregunta nos lleva, a mi modo de ver, a un desarrollo: la educación puede ser concebida como un derecho; pero, aunque así sea pensada, es mucho más. La educación es el cimiento sobre el cual se asienta la competitividad de una sociedad y de una economía. Es el elemento que garantiza que el médico va a dar con la verdadera dolencia que se esconde tras nuestros extraños síntomas; o el piloto que de repente va y se posa sobre un río; o el policía científico que encuentra la abstrusa prueba definitiva que mete al asesino en la cárcel. La educación es un proceso cuyo objetivo (otra cosa es que lo consiga) es garantizarnos que cuando haga falta que alguien haga lo que tiene que hacer, sepa que lo tiene que hacer, y sepa hacerlo.
Digo esto porque el debate sobre la discriminación en la educación tiende, a mi modo de ver, a confundirse muy a menudo con el egalitarismo. De hecho, en mi opinión, esto es exactamente lo que ha pasado en España durante el último cuarto de siglo. La educación no debe, o no debería ser, discriminatoria, en el sentido de que quien quiera y pueda utilizarla no sea apartado de la carrera por un quítame allá esa tuition. El egalitarismo es lo mismo, sólo que elimina las palabras «y pueda».
El egalitarismo entiende que todo aquél que desee la educación (me refiero, obviamente a la voluntaria; la obligatoria, por definición, no hay posibilidad de no desearla) debe tener acceso a la misma. Y, consecuentemente, bloquearle dicho acceso es coartarle un derecho. Se lo discrimina, decimos; aunque, en realidad, ya digo que lo que estamos diciendo es que se rompe el egalitarismo de la educación española y, en general, de muchos países occidentales desde Mayo del 68, que es el padre esencial de todas estas teorías.
La primera consecuencia de este orden de cosas, a mi modo de ver, es que impide la planificación seria de la educación. Realizar planes a largo plazo para una facultad se convierte en una labor imposible. Porque planificar a largo plazo supone estudiar la calidad y cantidad del pastel educativo que se va a entregar a los alumnos; pero como se desconoce el número de alumnos que se va a tener (este guarismo depende de ellos; depende de cuántos de ellos deseen entrar en esa facultad), nunca podremos estimar el dato que es realmente relevante, esto es el tamaño global de pastel que vamos a tener que conseguir... Sí, ya sé que las facultades tienen numerus clausus. Hasta el día que la sociedad, o más bien parte de sus representantes, decidan, en aras del egalitarismo, que dicho numerus clausus deja fuera a demasiada gente. Ese día, el nivel de poder o autonomía de la universidad para poner pies en pared, y colocarse como Gandalf a la puerta de la facultad gritando «¡No puedes pasaaaar!», es nulo. Cero. Patatero.
El primer juego de ordenador que me fascinó se llamaba Dictator. Se jugaba en aquel Sinclair perralleiro y era una especie de sencillo juego de rol en el que tú eras el dictador de una república bananera y tenías que tomar decisiones para mantenerte en el poder. Era un juego genial porque, a pesar de su sencillez, te enseñaba muy rápidamente un principio que hoy está ausente del sentir de las sociedades modernas: casi todas las decisiones que puede tomar una sociedad (porque, teóricamente, las decisiones de los gobiernos las toman las sociedades), si no todas, tienen pros, pero también tienen contras. Son mantas pequeñas. Taparse los pies, casi siempre, supone dejarse la cabeza fría, y viceversa.
La marea verde de la calle opera como si este principio no existiese; en términos generales, todo aquel que reivindica lo hace tiñendo su reivindicación de un tinte de perfección absoluta: lo que él pide es posible conseguirlo sin, por decirlo mal y pronto, joder a nadie. La marea verde reclama más gasto en educación, sin añadir a su discurso dos elementos: el primero, la justificación de que mayor gasto vaya a suponer mejor educación (cosa que yo no tengo tan clara: un ordenador por alumno ni de coña quiere decir un alumnado ducho en informática); el segundo, que ese mayor gasto tendrá que salir de algún sitio y, como la educación es una cosa muy seria, cuando se echan cuentas se ve que con quitarle la subvención a la Iglesia, poner un impuesto a las grandes fortunas y vender los coches oficiales (los tres grandes mantras presupuestarios de la modernidad) tal vez no llegue. Especialmente si, acto seguido de ponerse uno la camiseta verde, va y se pone la bata blanca (más gasto sanitario), coge la pancarta de la I+D (más gasto para la investigación), aplaude a rabiar a los manifestantes que llegan del norte (más dinero para subvencionar el carbón), se indigna porque España va a convertirse en un páramo cultural (más dinero para el cine), y...
Lo mismo que pasa con el principio atractor de la educación moderna, que es el gasto presupuestario (todo debate sobre la educación tiende a este argumento; y los debates, los haga quien los haga, acaban pareciéndose enormemente unos a otros, convirtiéndose en debates fractales), pasa con el temita éste de las becas, los méritos, y el reparto de las ayudas. El problema no es que la sociedad española esté tomando una opción, porque ésa es su obligación. El problema es que, tal vez, no lo sabe.
La opción es clara: utilizar el sistema educativo como elemento redistributivo que haga que la sociedad tienda a la igualdad. El ejemplo a seguir son los sistemas educativos escandinavos, que son tremendamente igualitarios, nos dicen los pedagogos. Pedagogos que, como no suelen saber demasiado de otros temas, olvidan que la igualdad social de los países escandinavos se apoya y nace de otras cosas, notablemente de su concepción del gasto social, que es bastante distinta a la nuestra (por decirlo mal y pronto: en Suecia jamás se aprobaría un programa del estilo del Plan de Empleo Rural); y que, asimismo, es hija de un espíritu colectivo de sostenimiento del Estado que está bastante lejos de las prácticas del español medio (ojo: he escrito medio, no rico), que está buscando constantemente la forma de hacer la pirula y pagar sin IVA. O no pagar en lo absoluto (gentes que ganan 2.000 euros al mes y se bajan de internet toda la música que escuchan y todas las series y películas que ven). Para alcanzar la perfección finlandesa hace falta más que estrategas en la calle de Alcalá diseñando una ley orgánica de educación. Mucho, mucho más.
Con este concepto redistributivo, la educación tiene que fabricar cohortes de españoles que tengan las mismas oportunidades. Lo cual supone tratar de forma igual a los desiguales, porque no todo el mundo se busca las mismas oportunidades; los que estudian más, se buscan más; pero, dentro de este sistema, tienen sustancialmente las mismas. El sistema de becas tiene que garantizar que todo el mundo que quiera estudiar, se esfuerce lo que se esfuerce, lo pueda hacer. Porque si el concepto que tiene el becario de estudiar es sacar cincos, esto es algo que el sistema de becas, por así decirlo, tiene que respetar.
Como opción, ya digo, es completamente factible y respetable. Lo que a mí me inquieta son dos cosas.
La primera es que este tema no se explique en toda su extensión. En España, de tres décadas para acá, no hay un debate educativo. Hay un sistema educativo egalitario encastillado que resiste numantinamente los ataques de cualquier otro modelo que se proponga; modelo que, además, y ésta es la segunda cosa que me inquieta, es tratado de modelo alienígena, exterior, extraño al sistema y a sus objetivos, pecaminoso.
Los pensamientos únicos no son nunca buenos. Y surgen siempre de la misma realidad: la ausencia de debate. El debate educativo español se basa en convencer a la gente de que no hay debate. De que aprés l'egalitarisme, le Deluge. Se basa en convencer a la gente de que pedir un seis y medio para conseguir una ayuda de los impuestos de todos para poder acceder a la enseñanza universitaria es colocarse extramuros del sistema educativo, hacer algo raro, al servicio de intereses espurios; algo que sólo va a servir para intensificar la desigualdad social española. Y, sin embargo, con el sistema actual de becas, que si Wert habla del seis y medio será, digo yo, porque las concede con cincos, hay 30.000 pollos que tienen que dejar la universidad porque no pueden pagar las matrículas. Con sólo suponer que el 5% de ellos sean buenos estudiantes, ya tenemos 1.500 españolitos que estudian, que se esfuerzan, que vienen de casas de pela corta; pero que, como el sistema de becas tiene que llegar también para sus compañeros de pupitre que se tocan los huevos en cuanto pasan del cinco, se tienen que ir a la puta calle, a hacer el curso CEAC de auxiliar de enfermería. Toma ya igualdad de oportunidades.
Yo pienso que es exactamente al revés; que el egalitarismo a quien beneficia es a quien puede pagarse una educación elitista, y jode al que podría haberse convertido en un ingeniero de puta madre estudiando en una universidad pública. Pero ése no es el tema. El tema es: ¿verdaderamente se fomenta una discusión de este asunto? ¿Verdaderamente hemos sopesado los pros y los contras? ¿Hay un plan sobre qué tipo de español formado necesitaremos en el año 2050? ¿Se ha ajustado la planificación de becas a dicho plan?
Y lo realmente importante, ya lo he dicho, es que aquí se ha producido una opción de la que yo creo que la mayoría de la sociedad no es consciente; no digo que no fuese la decisión de esa misma sociedad si fuese informada; digo que no se le ha informado.
La actual política educativa en España lleva ya décadas practicándose, por mucho que se haya ido cambiando o matizando mediante leyes. Esto quiere decir que ya está en condiciones de empezar a mostrar sus resultados. Hay uno que me parece especialmente importante, y que se puede leer en el reciente informe de la OCDE sobre la educación en España que ha sido presentado en nuestros lares.
La OCDE realiza un cálculo interesante del nivel de retorno que tienen los sistemas educativos: esto es: en qué medida el estudiante (dividido en dos: hasta la universidad, y universitario o FP Superior) realiza un retorno a la sociedad, entiendo que mediante el dinero que gana y que se convierte en declaraciones de impuestos, consumo, etc. El informe, así, calcula el valor actual neto de ese retorno, utilizando tres países (Estados Unidos, Alemania y Finlandia) como benchmark. He recolocado (que no reelaborado) los datos en el siguiente gráfico (el valor de los retornos está calculado en dólares USA), añadiendo (línea verde) la diferencia porcentual existente entre el retorno de los estudiantes hasta bachillerato, y de universidad (para los que se lean el informe: gráfico 2.12, página 28).
El gráfico demuestra, creo yo, que el sistema educativo español ya ha conseguido su objetivo fundamental: la igualdad social. Los retornos de los estudiantes hasta la universidad son básicamente los mismos que los retornos de los estudiantes universitarios; algo que no pasa en ninguno de los otros tres países, donde al universitario le cabe esperar, por así decirlo, una vida mucho más rentable que al no universitario. Incluso en la muy egalitaria Finlandia, de cuyo sistema educativo todos nos hacemos lenguas, pasar a la universidad supone generar un retorno (que yo entiendo como expectativa de beneficio personal) que dobla el esperado en el caso de no entrar en ella.
Citemos el propio informe: «En España, las ganancias absolutas, tanto públicas como privadas, de un hombre con estudios terciarios alcanzan 145.762$. Un titulado en segunda etapa de Educación
Secundaria o postsecundaria no Terciaria obtiene 124.251$». El incentivo económico de ir a la universidad, pues, son unos 20.000 dólares en términos de VAN. Incentivos que son mucho mayores en los países que se comparan.
España, por lo tanto, ya ha tomado una decisión. Su decisión ha sido construirse como un país donde las personas con educación secundaria son relativamente más prósperas que en otros países de su entorno, a costa de que las personas con educación universitaria sean relativamente más pobres que dicho entorno, conformando de esta forma una sociedad en la que la diferencia entre ir o no ir a la universidad es, realmente, muy pequeña (respecto, obviamente, de quedarse a las puertas, no de ser un analfabeto).
Es a la luz de estas cifras que cuando menos yo empiezo a comprender el debate del cinco raspado. No se trata tanto, a mi modo de ver, de que la persona que saca un cinco se merezca, per se, ser becada. Se trata de que esa oferta de becas es coherente con una estrategia que se basa en una universidad capaz de absorber en su seno a todo aquel que desee estar en ella, aunque llevando a cabo dicho deseo la universidad se masifique y genere este efecto que denuncia el gráfico, y es que licenciarse en una facultad española no supone tener expectativas de acceder a puestos súper-remunerados. Resulta paradójico comprobar que en España haya tanta titulitis, cuando resulta que el título apenas te mejora el nivel de vida un mísero 17%. Y, además, no se comprende que, por una parte, se defienda el actual modelo universitario y, acto seguido, se elaboren discursos críticos sobre la larga travesía en el desierto becario que han de pasar los licenciados, cobrando sueldos de hambre por hacer su trabajo y, en general, el bajo nivel salarial español. Una cosa está ligada a la otra; si se compra una, se compran las dos.
Y, como digo, como estrategia no es deleznable. Es una más. Pero yo me sigo preguntando si, verdaderamente, los ciudadanos españoles, y muy especialmente los que son padres, saben que esto es lo que están apoyando.
"Entre los muchos amigos que tengo y que están en contra de la idea expresada por Wert, cuando menos de momento el argumento que me exhiben viene a ser siempre el mismo: la educación es un derecho, y colocar un listón por encima del aprobado puro y duro (cinco sobre diez) es coartar ese derecho."
ResponderBorrarPues vaya argumento. O vaya amigos... :)
Es más simple. Si pones un nivel superior de nota para las becas, el segundo año tendrás estudiantes con dinero que han pasado con un 5, y no tendrás estudiantes pobres que han sacado 6,4.
1. Empeoramiento del resultado académico.
2. Desigualdad en el peor sentido: el sistema educativo, cuyo objetivo ES el ascensor social, prefiera a estudiantes de 5 frente a los de 6,4.
3. Absoluta chapuza en el gasto público. Porque esos estudiantes de 5 siguen sin haber pagado más de una fracción de su matrícula. O sea, que quitas una beca a buenos estudiantes pero sigues manteniendo una subvención global que beneficia a estudiantes peores.
Mis amigos son especialitos, sí.
BorrarPero tendrás que explicarme eso del empeoramiento de los resultados académicos. Porque la verdad es que no lo veo.
Ah, otra otra matización. Para mí el objetivo de la educación no es el ascensor social. Es la competitividad del país. El objetivo del sistema de becas, que no de la educación, debe ser que todo aquel que quiera coger el ascensor, pueda. La cuestión es si sacar un 5 es querer coger ese ascensor.
Borrar"tendrás que explicarme eso del empeoramiento de los resultados académicos"
BorrarCon beca: alumnos de 5 con dinero siguen estudiando, alumnos de 6,4 sin dinero también.
Sin beca: alumnos de 5 con dinero siguen estudiando, alumnos de 6.4 sin dinero no.
En el segundo caso tienes alumnos peores en las aulas. Alumnos peores a los que, ojo, sigues subvencionando la mayoría de la matrícula.
Lo que quiero decir es que el hecho de que un universitario continúe o no estudiando debería ser completamente independiente del origen del dinero que haya pagado para estudiar (propio o beca). Si quieres echar a alumnos que no rinden (y así ahorrar), echas a todos los que estén por debajo de una nota. No pones unos criterios cruzados económico-académicos que acabarán afectando desigualmente a los que son académicamente iguales.
Sigo sin entenderlo, David. Si por un sistema, cualquier sistema, al colectivo de estudiantes deja de entrar gente con notas modestas (entre 5 y 6,4), la nota media, por huevos, SUBIRÁ respecto de la nota media cuando estaban dentro. Sigo sin ver que las becas al 6,5 vayan a deteriorar los resultados, más bien todo lo contrario.
BorrarDesde luego, a nadie encontrarás más partidario que respecto de la idea de que las universidades sean más exigentes con todos. Eso es, por cierto, el numerus clausus; filosofía que es la misma que la que se deriva de elevar la nota media para tener beca, con lo cual me cuesta aun más entender tu posición.
Si todas las universidades exigen un 6, ¿para qué le daremos una beca al que saca 5? ¿Para que se la gaste en videojuegos? Y si son sólo un 70% las universidades las que exigen un 6, o un 7, ¿no se concentrarán todos los becados de 5 en las facultades que no lo exigen? Y, ¿acaso no presionará eso deteriorando gravemente la calidad de la enseñanza en esas universidades, forzándolas a... pedir una nota de 6, o de 7?
Last, but not least. ¿Qué pasa con los que sacan menos de 5? ¿Y si tienen un resultado tan malo por causa de sus condiciones socioeconómicas (por ejemplo, que el español no es su idioma materno, y aun así tienen que estudiar y examinarse en él)?
A mi modo de ver, cargar sobre las espaldas de las becas que la educación sea igualitaria acaba en diseñar una universidad relativamente barata, sin barreras, café para todos. Y repito lo dicho en el post: es una opción. Pero una opción que tiene CONSECUENCIAS.
"Eso es, por cierto, el numerus clausus; filosofía que es la misma que la que se deriva de elevar la nota media para tener beca"
BorrarEn absoluto. El numerus clausus, que es algo que me parecería de perlas, no tiene en cuenta la capacidad económica. Reduciendo plazas, expulsarías de la carrera al que tenga 6,4, 5,3 o 7,2 (dependiendo del número de plazas), de forma totalmente independiente de su capacidad de pago. En la propuestas de Wert, dos alumnos con la misma nota tendrían trato desigual. No es la misma filosofía en modo alguno.
En el último párrafo creo que confundes dos cosas: "universidad relativamente barata, sin barreras". Es que hay más barreras aparte del precio. Se puede tener una universidad barata (o más o menos accesible a personas de todas las extracciones sociales) e insultantemente difícil (cerrada a los malos estudiantes por la escasez de plazas, académicamente elitista y exigente... más pequeña y con menos gasto público), y sin las consecuencias que explicas. Los dos factores pueden ajustarse por separado: es la propuesta de Wert la que los mezcla para dar un trato desigual a los que académicamente son iguales.
Con las notas medias me he hecho un lío, no estaba teniendo en cuenta al grupo global. Sin embargo, si la nota media es inferior al 6,5, el resultado global sería una nota media inferior.
DavidM, pero eso es básicamente lo que YA se está haciendo para segundos años y sucesivos. Si no han cambiado mucho las cosas, para no ser expulsado de mi Universidad en mi carrera tenías que aprobar 2 asignaturas (de 10) el primer año. Si querías tener acceso a becas se te exigía un 60% de aprobados (6 asignaturas). Y yo estudié en el 96. Siguiendo tu filosofía, eso es algo discriminatorio e injusto puesto que alguien con 3 asignaturas aprobadas y capacidad económica sigue en la universidad y alguien con 3 asignaturas sin capacidad económica no. Quiero decir, que esto no es nuevo, ha sido así desde siempre; la única novedad es añadir un criterio académico al primer año además del que ya existía para los sucesivos (sin que nadie pareciera quejarse...).
BorrarYo lo veo como un planteamiento tipo: "Yo, como sociedad, invierto en ti subvencionando una buena parte de la matrícula para todo el mundo. A cambio te exijo un rendimiento mínimo. Eso sí, si necesitas más (criterio económico), estoy dispuesto a subvencionarte el 100% de tu matrícula para que no te quedes fuera; pero a cambio te voy a exigir un rendimiento superior al mínimo (criterio académico) acorde con el esfuerzo extra que yo, como sociedad, asumo".
" Si no han cambiado mucho las cosas, para no ser expulsado de mi Universidad en mi carrera tenías que aprobar 2 asignaturas (de 10) el primer año. Si querías tener acceso a becas se te exigía un 60% de aprobados (6 asignaturas)."
BorrarYo afirmo lo mismo, pero en mi caso (empecé en el 2.000) había que aprobar un 80% de los créditos cursados el año anterior y cursar en el que recibirías la beca una quinta parte de los créditos de la carrera (sin contar libre configuración) o los que te quedaran para licenciarte si ya tenías menos. Yo recibí la beca estatal cuatro años y la autonómica uno en que no llegué a ese requisitos.
Aparte, te expulsaban si durante dos años no aprobabas ninguna (a la primera, podías "rogar" al rector por carta, creo). Si agotabas seis convocatorias para una asignatura, lo mismo.
Yo solo voy a decir una barbaridad por la qu espero que se me crucifique debidamente: el hablar de estudiantes Buenos y estudiantes "regulares" con una frontera en el 6,5 me parece en muchas ocasiones una barbaridad.
ResponderBorrarEstoy seguro que un alumno con 6.6 de telecos, ingeniería aeronáutica o alguna por el estilo sera un hacha, pero es que yo en Derecho superé esa nota media sin echarle demasiados codos hasta cuarto! Y no fue sino en el curso de posgrado, tras apoquinar dos millones de pelas y con profes que no eran profes, sino profesionales, y que por lo tanto no tenían reparos en exigir a los alumnus lo miso que exigían a sus juniors, cuando tuve que empezar a estudiar desde septiembre.
El número clausus, no lo ponen las Facultades porque sí. Lo ponen en función del número de estudiantes que solicitan estudiar esos estudios. A mayor número de interesados, mayor nota de corte.
ResponderBorrarQuizá las becas deben seguir el mismo sistema. Existe un dinero y quien lo quiera deberá demostrar que merece que el estado confíe en él mediante sus notas
A mi me parece que nadie tiene mucha idea de lo que significa ese 6.5 en la concesión o no de una beca. Y para saber qué estamos apoyando os lo voy a explicar porque yo sí tengo algo más de idea de los que estamos aquí.
ResponderBorrarLas becas para empezar no se van a dar a los que obtengan una nota alta, las becas se siguen dando a aquellos estudiantes que pertenecen a una unidad familiar que no superan un determinado nivel de renta. Porque una beca ( y eso hasta wert lo entiende) lo que debe garantizar, no es la competitividad del profesional, sino que personas cuyas familias no pueden soportar los gastos que generan estos estudios no se vean privados de llegar a ser profesionales (movilidad de clases que se llama el asunto).
Y eso va a seguir siendo así. Lo que añade Wert no es tampoco que los que obtengan menos de un 6.5 no obtendrán beca. Porque los que aprueben el 100% de las asignaturas no tiene por qué sacar más de un cinco (a partir de segundo curso). Y esto hasta Wert lo entiende, que debe y tiene que seguir siendo así.
La cuestión del 6.5 (que dependiendo de si la carrera es de letras, de ciencias humanitarias o de ingeniería varía un poquito, al igual que el tanto por ciento de asignaturas que se tienen que tener aprobadas para seguir disfrutando de la beca), es una cuestión más peliaguda de lo que tú Juan analizas en tu post, porque de otra manera no entiendo ni tu postura, ni tus conclusiones. A ver, un estudiante universitario que quiera obtener una beca a partir de segundo curso de carrera, debe obtener un tanto por ciento de asignaturas aprobadas. Que en nuestros tiempos la cuestión era muy sencilla con más de dos suspensas perdías la beca sí o sí, sin notas adicionales. Y hasta ahora también era así, con la diferencia de que las carreras de ciencias tenían una deferencia a la hora de tener en cuenta las asignaturas suspensas, en una ingeniería sólo necesitabas aprobar el 65% (el año pasado Wert ya subió este tanto por ciento del 60 al 65).
Pues bueno la condición adicional de Wert es que además de tener aprobado ese 65% de asignaturas (el tanto por ciento para carreras diferentes a las ingenierías es mayor) , tienes que tener una media de un 6.5 (6 para las ingenierías y más nota las carreras de letras) entre todas las asignaturas del curso, incluidas las suspensas (y si encima no están suspensas sino que el alumno no se presentó a la convocatoria la cosa se pone árdua).
La cuestión es que sacar esa media con asignaturas suspensas o que directamente tienes un cero patatero porque no te has presentado, hará que muchos estudiantes de este país dejen de estudiar. Y dejarán de estudiar porque la otra vía de que sus padres les paguen la carrera, cuando seguramente están en paro, no la veo yo muy factible.
Y una vez que tenemos claro lo que implica esta modificación de Wert ya podemos opinar. Yo estoy completamente de acuerdo, por una razón, porque un estudiante que de diez asignaturas, sólo saque siete, cómo hará en el siguiente curso para sacar las tres pendientes que todavía no aprobó y sacar otro mínimo de siete (suponiendo que tenga otras diez asignaturas) para seguir manteniendo su beca¿¿?? si está claro que es un estudiante bastante mediocre cuando las asignaturas aprobadas no le dan para hacer una media lo suficientemente "apaña" para que de un 6.5 de nota.
Pues eso tal y como están los presupuestos no estamos para derrochar y es algo muy lógico que este estudiante si no el segundo año pierda la beca el tercero, así que vamos a ahorar un año antes. O vamos a conseguir que ese estudiante "se esfuerce" en la medida, no de su inteligencia, sino de "sus aspiraciones" como profesional que se está formando. Y vamos a conseguir que nuestros hijos entiendan de una vez que estudiar es su trabajo y que las notas son el termómetro de su capacidad de trabajo en el futuro.
Vamos a olvidarnos un poquito de la remuneración que esperamos conseguir con aquello que estudiamos y vamos a ser buenos profesionales desde el principio. Quizás dando este paso luego consigamos el otro.
Amaranta.
Pues dices, Amaranta, que las becas hasta Wert entiende que se tienen que dar a las unidades familiares que no pueden pagar la universidad por sí solas. Y, no sé si Wert lo entiende, pero aquí tienes uno que no. Para mí, las becas son para las unidades familiares que no puedan pagar la universidad, y, perdón por las mayúsculas, CUYOS CHURUMBELES SE HAYAN GANADO ENTRAR EN ELLA. ¿Qué un tipo hijo de rico aprobando raspado va a la universidad? Allá sus padres si quieren seguir pagando a un gañán titulado...
BorrarQue a partir de segundo no hay por qué sacar más de un 5, de nuevo, dices que hasta Wert lo entiende. Wert, puede. Yo, no.
Las becas tienen que ser suficientes. Yo sueño con una beca a un residente en Torrelaguna (que no tiene universidad) al que se le paguen: la matrícula, los libros, y la manutención. Para mí, mientras haya un solo residente en Torrelaguna sin medios económicos y con un 10 de nota media, toda la pasta es para él. Si sobra, a por otro de 10 en las mismas circunstancias. Si sigue sobrando, a por los de 9. Y en la nota donde se acabe la pasta, paro.
E insisto, porque ése es el espíritu de mi post. Si la sociedad española quiere que el sistema de becas tenga tanta pasta como para alcanzar a los residentes y no residentes en Torrelaguna, con nota media de 5 a 10, puede hacerlo. Pero, primero, que me digan cuánto cuesta eso. Las decisiones, mejor informadas.
Y, David, por supuesto que prefiero un buen numerus clausus a un límite de 6,5 para las becas. Pero es que no sé por qué me da por pensar que a los que están en contra del 6,5 no les iba a gustar, porque el argumento es, amigo, el mismo: claro, el hijo de rico pasa mejor el numerus clausus porque ha estudiado en sitios mejores, bla.
Hay una cierta lógica en que si se aprueba con 5 se debe becar con un 5 para evitar que se tenga que marchar alguien que aprueba. No obstante la cosa no es tan sencilla.
ResponderBorrarTal y como dice Amaranta, no es igual Derecho que Físicas. Y si me apuras no es lo mismo Medicina en la Autónoma de Madrid que en Santiago de Compostela.
Si lo que se pretende es la igualdad de oportunidades las becas con 5 no lo consiguen. Alguien con recursos puede suspender y repetir hasta sacar la carrera casi por aburrimiento. Todos conocemos casos.
Todos los alumnos están ya becados en un 80% con independencia de sus recursos reales.
¿De verdad la ausencia de una beca como la actual expulsará a mucha gente de la universidad? O dicho de otra forma ¿de verdad hay gente que estudia (sólo) gracias a que hay becas? Estudiar una carrera tiene unos altos costes en manutención y alojamiento (no todos viven a un paso de una universidad, material y, no lo olvidemos, coste de oportunidad por no ingresar dinero en casa. No creo que las becas actuales sean realmente decisivas sino ayudas muy útiles.
Como dice Juan, todo depende de la idea que tienes de lo que debe ser la Universidad y quién debe ir, pero mi concepción personal es la siguiente:
- La Universidad es para que existan élites intelectuales en un país. Es decir gente que pueda y esté dispuesta a esforzarse.
- Si queremos que la Universidad sea de élites hay que reformar la secundaria y la FP para que la gente no tenga miedo a no tener una carrera. Y por supuesto para que los estudiantes universitarios lleguen con un cierto nivel.
- Se deben poner números clausus en cada facultad y sólo pasan los mejores en plan oposición. Es decir, que si hay N plazas para un curso en una facultad, sólo pasan los N primeros. Al resto se le puede hacer una o dos repescas siempre que pasen de una nota. Si no pasan, se siente y a la rúe. Con eso obviamos el corte por nota y evitamos a los ricos vagos nadie protesta.
- La matrícula hay que pagarla. Me parece bien que haya una cierta beca a fondo perdido para todos (el 80% actual me parece excesivo) y otra beca para el que lo necesite también a fondo perdido. Pero también creo que una parte de la matrícula debe pagarse al salir de la universidad. Préstamos sobre el honor se llamaban antes. No me vale con que lo devuelvan en forma de impuestos por sueldos más altos (que tampoco es cierto).
- Más complejo, pero si somos justos habría que hacerlo. Todo el que abandone una carrera debería pagar una parte sustancial de la matrícula que pagó la sociedad (el Estado sólo es un intermediario). Y digo que es justo porque alguien que abandona ha “gastado” el dinero y ha impedido que otro se siente en su pupitre durante ese tiempo.
- Y no olvidemos a los profesores. Se les debería pagar mucho más... siempre que el proceso de selección y mantenimiento fuese por méritos, ya sean académicos o de prestigio extrauniversitario. (Personal docente actual, absténgase de intentar demostrarme que eso ya existe, por favor)
Ah, y como colofón, y en plan provocador, declararía fuera de la Ley a cualquiera que tenga un título de pedagogo. Ya que estamos escribiendo la carta a los Reyes Magos, puedo ¿verdad? :-)
Obviamente son medidas que no espero que ningún Gobierno apruebe, pero creo que conseguirían que la Universidad fuese realmente útil y sin que el dinero de los padres sea un impedimento.
Y como siempre, excelente blog Juan. Lo leo con enorme interés aunque no escriba mucho.
Le he dado muchas vueltas a tu comentario sobre los salarios de los profesores. Y sigue retumbando en mi cabeza esos comentarios de los políticos cuando creían ver en peligro sus sueldos y decían aquello que tú plasmas en tu comentario (o creo interpretar), que con sueldos bajos los grandes profesionales ni se plantean dar clases en la universidad. Y digo creo interpretar porque no me gustaría interpretar que los profesionales que actualmente son los profesores de universidad si ganasen más darían mejor las clases. Y no me gustaría ni vislumbrar esa posibilidad porque no sé muy bien qué clase de gente podemos llegar a ser.
BorrarDe todas formas formas creo que deberíamos sopesar todas las posibilidades hilando con el gráfico que trae Juan sobre la igualdad de salarios entre universitarios y no universitarios en relación con los demás países. Lo que Juan no interpreta correctamente es que vivimos en un país donde la pequeña y mediana empresa conforma el entramado empresarial de nuestro país. Y que estos autónomos son en definitiva gente no universitaria que han montando empresas aprovechando que "todos podemos tener ideas" aunque no estén tamizadas por la universidad. Y aprovechando además que si algo bueno tiene la economía capitalista es su movilidad, la capacidad del individuo de moverse por las clases sociales con el "sudor de su esfuerzo y trabajo", no dependiendo la rentabilidad de dicho esfuerzo del título, bien sea aristocrático o universitario. Así que un país donde su economía se basa en la pequeña y mediana empresa, es normal que gente sin titulación universitaria, a través de sus empresas, tengan un nivel de renta casi similar a los universitarios que normalmente, en su mayoría, pasan a ser trabajadores por cuenta ajena de medianas y grandes empresas. Y normal que al hacer medias, este factor que apunto influya en los resultados.
Pero lejos de ver algo negativo en esto yo veo algo muy positivo. Allá cada cual cómo lo interprete. También me parece fatal que un chico de 18 años piense que no vale la pena estudiar una carrera porque su salario no se va a ver recompensado con respecto a aquellos que no han estudiado. Qué clase de valores se pueden desprender de esto, uno estudia, se forma, primero y principalmente para crecimiento personal y sólo por eso ya vale la pena ir a la universidad. Pero en segundo lugar uno estudia para desarrollar una profesión que sin ese título universitario no podría desarrollarla, no por el salario que va a obtener. Pero mucho menos porque otros sin título puedan obtener un salario mayor que él en el desarrollo de otra profesión. Quién nos ha dicho a nosotros, a cualquiera de nosotros, que tenemos la más mínima posibilidad de poder alcanzar los límites de renta de aquellos que sin tener estudios universitarios pusieron una empresa, arriesgando capital, y tuvieron éxito¿¿??
Y todo esto lo hilo con el sueldo de los profesores. ¿Por qué pensamos que alguien con éxito en los negocios o en su profesión va a ser un buen profesor? Es que no tiene nada que ver una cosa con la otra. Ser un profesor requiere de una serie de cualidades que no tienen por qué tener los grandes profesionales, cualidades como la empatía con el alumno, cualidades como esas dotes de esos profesores que nos hacen ver que "saber es importante" y "nada aburrido"... No convirtamos la docencia en política. No convirtamos un puesto de un profesor, en un plus para el profesional que triunfó y que le importa muy poco el futuro de esos profesionales que se están formando.
No sé, pero no me convence nada este tipo de ideas, al final aquellos burgueses que dieron origen a la revolución francesa al lado vuestro parecen Marx...jajaja. Pero bueno cada uno con su cada cual.
Amaranta.
No sé, yo también pensé en lo de el 95% del empresariado pyme español. Pero hay algo que me chirría ahí, porque lo cierto es que, en determinados ambientes, la pyme, si es buena, se hace grande (Zara empezó siendo una tienda, como El Corte Inglés. O Google).
BorrarYo creo que no hay brecha entre el universitario y el que no lo es porque ambos aportan similares niveles de valor añadido. Si no fuese así, la situación cambiaría. Y es un hecho que no cambia. La segunda razón por la que las cosas son así (y de eso va el post) es que, en realidad, queremos que sea así. En España, toda desigualdad social es inmoral. Esto es algo que un calvinista nunca aceptará. Te dirá: oye, si yo soy rico porque robo, eso es inmoral; pero si soy rico porque me parto el lomo mientras mi vecino tiene ratos de ocio, ya la cosa cambia.
Si hablas bien inglés, o francés, o algún otro idioma de conocimiento más o menos colectivo, haz una prueba. Prueba, simplemente, a pronunciar a la perfección palabras en inglés en conversaciones con españoles. Observa las reacciones. Comprobarás que, para la moral española, la exhibición de conocimientos es un gesto de soberbia infatuada. Lo suyo es que te muestres tan gañán como tus vecinos.
Yo, de hecho, que tengo muchos amigos que saben poco de Historia (y aun así discuten sobre ella con pasión de académico), cuando entro al trapo en ese terreno tengo que acabar diciendo siempre la misma frase: no voy a pedir perdón por haber hecho los deberes. Porque en una discusión española, que tú hayas sido capaz de citar tres, cuatro, o cinco testimonios distintos en favor de tu tesis, es un signo de soberbia. Y te lo dicen así, tan tranquilos. Por lo visto, en las discusiones sobre Historia lo que vale es la cantidad de cervezas que seas capaz de beberte mientras discutes.
Juan es que no es exactamente como lo cuentas. No es que uno se haga rico partiéndose el lomo y otro como es un gandul no levanta cabeza. Es que hay trabajos cuyo potencial de rendimiento económico es superior y esto si no lo aceptamos caemos en este tipo de comparación que son odiosas. Odiosas para esos hombres y mujeres que tienen jornadas interminables con trabajos ingratos donde el trabajo físico es bastante más penoso y jamás obtendrán rendimiento de ese tipo de trabajo por haberse partido el lomo en jornadas de más de diez horas.
BorrarHemos de aceptar que vivimos en una sociedad donde los trabajos se retribuyen aparte de la productividad y el tiempo que se le dedica, con un plus bastante grande que es el del prestigio. Y que no todos los que se dedican a estos "oficios" donde el prestigio es grande se van a hacer de oro, pero está claro que el factor determinante no está en "partirse el lomo", no fastidiemos con el tema.
Y con ello no quiero decir que haya gente que no se merezca la situación económica en la que vive porque trabajan con la ley del mínimo esfuerzo. Lo que digo es que el factor determinante para triunfar no es partirse el lomo, que te lo puedes partir, y trabajar jornadas interminables, hacer tu trabajo con diligencia y honestamente y sin embargo llevar a casa a cambio un sueldo mediocre, sin poder aspirar a más.
No me gusta ese discurso tuyo donde "pareces afirmar" que vivimos en un mundo donde no existen diferencias de clases, las hay y bastante profundas. Pero vuelvo a repetir que las bondades del capitalismo está en la oportunidad desnuda. En no necesitar más que tu cabeza y tus ideas para salir del abismo de la pobreza y tener un séquito de universitarios que te asesoran y que jamás ganarán lo que tú. Y esto es tan bueno o malo, como las diferencias entre ricos y pobres.
Lo que pasa es que tú mezclas con estos hechos "objetivos" de la economía y de la sociedad con ese tufillo a necio del que es incapaz de reconocer la sabiduría y aprender de ella. Yo soy incapaz de citar a tres o cuatro testimonios a favor de mi tesis, lo que sí sé es que de lo que no sé, no hablo. Y que mi capacidad lógica no necesita de citas que lo demuestren y que si alguien me "hace ver la luz" le estoy eternamente agradecida. Por eso te dije y te repito que ir a la universidad tiene una repercursión que debe ir más allá de la formación de profesionales y es la formación de grandes personas.
Tampoco quiero decir que las grandes personas sólo se forman en las universidades, que no se me entienda mal, lo que quiero decir es que debe contribuir.
Sobre nuestro nivel educativo, idiomas incluidos tiene mucho que ver con todo esto, no estudiamos para saber, sino para salir del paso (y/o aprobar). Así no se aprenden idiomas, ni historia, ni filosofía. Y además todo esto ha sido fomentado de una forma extraordinaria por nuestro políticos que bajan paulatinamente el nivel de formación de los planes de estudios (ya hiciste un post sobre eso) para limitar el paso a la universidad y para que los necios abunden que son más manejables a la hora de votar y apoyar el proyecto del partido de turno.
Amaranta.
Eres tú, Amaranta; tú, no yo, quien hace una interpretación errónea de algunas de las cosas que se están diciendo aquí.
Borrar"Ese tipo de comparaciones son odiosas"... ¿qué comparaciones? Aquí nadie, no desde luego yo, ha comparado nada con nada, ni nadie con nadie. Lo que yo he dicho, y por la presente repito, es que la moral española desprecia el éxito y, en buena parte, el conocimiento; y que considera, aquí es donde me repito con mi comentario anterior, que toda, repito, toda prosperidad es inmoral, porque quien es rico no lo merece porque la riqueza es algo inmerecido. La moral calvinista nos dice que la riqueza puede ser algo merecido. A nosotros ni ese "puede" nos cabe.
No estoy de acuerdo en que vivamos en una sociedad en la que los trabajos no se retribuyan "de acuerdo con la competitividad y el tiempo que se le dedica". Primero, porque retribuir el trabajo de acuerdo con el tiempo supone enriquecer a Fulanico el Corto, que tarda hora y media en abrir el Excel. Y, segundo, porque la productividad sí que se retribuye. Que en España sea muy baja, es otra historia. A lo mejor tiene que ver con el mucho tiempo que pasamos en el puesto de trabajo y lo poco que nos cunde.
¿Parece que afirmo que vivimos en un mundo sin diferencias de clases? Pues sí, sólo lo parece. Lo que yo he afirmado, y por la presente reafirmo, es que vivimos en un país, que no un mundo, donde muchas cosas, notablemente el sistema educativo, se han diseñado para erosionar esas diferencias. Y que eso tiene consecuencias. Positivas, y también negativas.
Las, bat not lis, quien es incapaz de entender la sabiduría y aprender de ella es, sí, un necio. A ver si va a resultar ahora que necio es el que no sabe aparcar marcha atrás.
No entiendo muy bien la aclaración de tu último párrafo, porque que yo sepa es justo lo que he dicho al respecto de los necios.
BorrarEn cuanto al tema de la productividad en este país no estoy de acuerdo contigo. A no ser que te refieras a los funcionarios, que pueden trabajar a su ritmo, un trabajador por cuenta ajena no prefiere trabajar más horas por estar cómodamente en su puesto. Te recuerdo que en este país las cuarenta horas semanales es sólo un lujo del que han disfrutado los funcionarios. Las empresas privadas son otra cosa, y cuanto más pequeña es la empresa menos se respetan los derechos del trabajador.
La comparación a la que me refería es cuando dices "soy rico porque me parto el lomo trabajando mientra mi vecino tiene ratos de ocio. Y te remito a que esto no es así, hay gente que se parte el lomo, no tiene ratos de ocio y por supuesto ni es rico ni nunca lo será.
Yo no creo tanto que para la sociedad sea inmoral el hecho de ser rico, como que la sociedad en sí es la que manda mensajes del tipo "los ricos también lloran", "el dinero no da la felicidad"... etc, en su afán de contener a las masas para que se "contenten" con su situación económica. Lo que no puede pretender la sociedad es controlar todos los efectos de esta contención sin obtenerse la respuesta de esos que se contentan con esos "mantras" y como resultado se ha creado esa noción inmoral del dinero y la riqueza. Pero vamos que todo esto es en definitiva pura envidia del que no tiene, que cuando a alguien le toca la lotería no hace una donación a la caridad. Pero en sí es la sociedad la que genera todos estos sentimientos con respecto al dinero, puro control, antes era la iglesia la que mantenía bajo control a los pobres y hacía de dique. Y ahora este dique se ha convertido en laico para que los pobres "sigan fumando opio y del barato".
Amaranta.
Cuando el español reflexiona libremente, véase la picaresca sin ir más lejos, se apunta, impasible el ademán, a la teoría de que:
Borrara) El pícaro siempre o casi siempre tiene una razón para serlo (comprensión hacia la ilegalidad, cuando no la delincuencia).
b) El antipícaro (esto es: el rey, el noble, el rico, el jefe) no tiene derecho a estar donde está; ha llegado median mecanimos espurios (simonía, nepotismo); y, por lo tanto, embargale, en todo o en parte, es hacer justicia (espíritu Robin Hood).
Esta filosofía moral tiene sus consecuencias. Yo comparto puesto de trabajo con personas que no deben de estar por debajo del percentil 80 de sueldos en España, y se bajan de la internet absolutamente toda su música y sus pelis y ahora hasta los ebooks que leen (en un mundo en el que comprarte una canción en Itunes cuesta 99 céntimos, y un ebook más que pasable, no digo mío sino de mucha gente, 2 o 3 euros). Dicen que lo hacen porque todo está muy caro, tengo dos hijos, bla; pero eso lo hacen mientras se beben, viernes en el mediodía, tres o cuatro cervezas, que les habrían dado para comprarse unas cuantas cancioncillas.
Es, literalmente, lo que hay.
BorrarAmaranta. Por supuesto que subir el sueldo a los profesores no es para que den clase bien en lugar de mal, sino para que los que sí son buenos quieran dar clase. Ya sé que hay mucho de vocación, pero tampoco se trata de buscar además misioneros dispuestos a enseñar gratis et amore. Obviamente eso pasa por contratar buenos profesores que tengan algo que enseñar... ¡y sepan hacerlo!. Insisto en que no tengo mucho respeto por los actuales profesores (con todas las excepciones que quieras) ya que el hecho de que tenga amigos que dan clase en la "uni" cuando yo no los dejaría más que enseñar a mis hijas de primaria me revela mucho. Tampoco quiero glorificar el pasado. Yo estudié una carrera técnica a principios de los 80 y no recuerdo grandes sabios ni grandes docentes. Alguno hubo pero la mayoría eran bastante mediocres y a final de curso yo sabía casi tanto como ellos porque me habían enseñado todo lo que sabían. Y no es un elogio.
Por supuesto la selección del profesorado es compleja y no me creo capacitado para desarrollarla, pero sí creo que una Universidad es algo más que una acumulación de conocimientos reglados (que también, faltaría más). Por eso debería estar abierta a que pudiesen contar lo que hacen y cómo lo hacen gente incluso sin formación universitaria como Amancio Ortega. ¿Alguien cree que Chicho Ibañez Serrador o Hermida no tienen nivel para dar un seminario o algo parecido sobre televisión?
Es por eso por lo que en mi anterior post hablaba de gente con méritos académicos (o sea del 20% con mejor expediente) o con experiencia real extrauniversitaria (pero no como los jueces nombrados entre “profesionales de reconocido prestigio”).
Y espero de los profesores universitarios que además de enseñar hagan alguna cosa más. Por ejemplo, investigar (de verdad), o colaborar con empresas o instituciones extrauniversitarias, o impulsar proyectos de los alumnos.
En fin, tampoco tengo muchas ganas de polemizar sobre los profesores porque es un tema que me subleva y no quiero acabar diciendo inconveniencias.
En lineas generales comparto lo que dice y creo que para dar clase en la Universidad lo primero es que uno tendría que haber estado trabajando, al menos dos años, fuera de ella. (Y de hecho lo mismo debería aplicarse a todos aquellos que quieran dedicarse a la política)
BorrarNo obstante no deja de ser curioso que en este país se critica mucho a la Universidad y luego la realidad es que nuestros médicos, enfermeras o ingenieros no tienen ningún problema en encontrar trabajo fuera de España.
Juan si los Churumbeles estudian en la Universidad es que se lo han ganado. A la Universidad no se entra con asignaturas pendientes de 2 de Bachillerato y sin haber superado la selectividad. E incluso están las notas de corte para cada carrera correspondiente. Así que quien entra en la Universidad se lo ha ganado.
ResponderBorrarObtener una beca entonces, debe venir por los parámetros económicos. Y mantenerla debe depender del aprovechamiento que el alumno becado obtenga de su carrera. Cómo se mide este aprovechamiento es lo que se discute en la modificación de Wert, pero vamos dale ideas al pollo querido, ahora que los que aprueben todas sus asignaturas en curso, que deben ser los menos en las universidades, pues que les exijan también nota, ahí es "na".
De todas formas estoy de acuerdo contigo en que el dinero de las becas se tendría que repartir así, empezando por los de más nota y terminando por los que aprueban raspadamente si da el dinero. Mi comentario sólo apuntaba a que no estabais interpretando bien la ley que regula las becas y qué significaba ese 6.5.
Amaranta
El dato estadístico final,desde luego, es revelador. Pero me permito diferir de tus conclusiones, al menos parcialmente. Es obvio que algo del egalitarismo se ha perseguido y filtrado a través del diseño legislativo, pero para mí que en la masificación y amorfidad general del diseño del sistema universitario tiene incluso más que ver un síndrome verdaderamente dañino para este país: lo que yo llamo el síndrome de Villarriba y Villabajo.
ResponderBorrarEste síndrome es una manifestación del localismo que implica que cualquier tipo de infraestructura o equipamiento que obtenga una determinada división territorial debe obligatoriamente ser replicado por las divisiones territoriales de magnitud equivalente de su área de influencia, sean o no necesarios, sean o no redundantes. Esto se puede producir en niveles de comunidad autónoma, provincia, región, ciudad o barrio. La naturaleza y origen de este síndrome son ampliamente debatibles, pero su existencia no lo es, y, a diferencia de muchas otros vicios que se adjudican alegremente a España cuando son más bien universales, éste en concreto sí me parece especialmente acentuado en este país. En los últimos meses la manifestación de este síndrome que más ha llamado la atención de los medios es la relativa a infraestructuras de transporte, en especial aeropuertos, dado que la absoluta certidumbre de la inutilidad de la mayoría de ellos ha hecho que no sea peligroso para los periodistas informar sobre el tema (al menos fuera de Galicia: aquí sigue siendo imposible informar con objetividad sobre la tríada Alvedro-Lavacolla-Peinador), pero existen muchos, muchos más ejemplos, y uno de los más sangrantes es el de las universidades.
Volvamos a Galicia por un momento: existía en nuestra tierra un gran total de 1 universidad hasta hace 25 años; ahora (y desde hace ya bastantes años) existen tres, y con cuatro campus adicionales, que casualmente coinciden con las siete ciudades gallegas de más de 50.000 habitantes. La pregunta es si se amplió de tal manera la oferta universitaria con el objetivo prioritario de aumentar las plazas para que todo el que quisiera estudiar pudiera hacerlo, o se tuvo que aumentar la oferta para que hubiera algo que repartir para todo el que lo pedía. Para mí, el objetivo prioritario fue más bien el segundo, (lo que no implica que no hubiera algo del primero)
Como dejé entrever antes, en esta cuestión existe una autocensura que deja en pañales a la censura tardofranquista, puesto que para cualquier medio de comunicación dejar entrever que, por ejemplo, carece de mucho sentido que Ferrol tenga campus universitario (y cualquiera que haya ido a Ferrol en los últimos 20 años sabrá de lo que hablo) tendrá problemas que no se quedarán en una bajada de las ventas en Ferrol, sino que más bien estarán en la longitud de onda de no poder acudir a Ferrol a cubrir una noticia sin escolta policial (y, aunque debería ser innecesario, aclaro aquí que he puesto Ferrol como ejemplo casi aleatorio, y que podría poner como ejemplo cualquiera de las siete ciudades, y que el que se pica ajos come). Y eso es lo que permite no sólo que existan duplicidades alucinantes, sino un exceso de oferta que obligatoriamente debe facilitar la demanda (en términos económicos, tirar los precios, ergo las cualificaciones de entrada), porque tener un campus sin alumnos, francamente, queda feo.
De nuevo, no creo que esta sea LA respuesta, sino una parte de la misma, pero no una pequeña.
Hay estudios que no merecen ser cursados, con o sin beca. ¿De qué sirven los postmodernistas estudios de la mujer? No todo el ahorro, en efecto, ha de hacerse con cargo a los alumnos.
ResponderBorrarCuando veo a los de las camisetas verdes pienso para mi: sí, educación pública para todos y de calidad. Los hijos de mi esposa van a colegios concertados porque entre el igualitarismo, el buenrrollismo, el n@ sexism@, el jenaro y el multirracialismo, la educación pública en mi miserable, vil y dos veces mezquina capital de provincia es de una ínfima calidad. Los niveles están cada vez más bajos y la educación en valores no puede suplir la falta de talla y de exigencia en los conocimientos.
Así pues, la Hunibersidad hapañola no es en muchos casos sino una continuación a la mala de lo que los alumnos han vivido desde que pisaron por primera vez una escuela. No hay que echarles en cara las culpas de unos padres que no les han sabido explicar (si es que ellos mismos se dieron cuenta) del fraude sociológico de que estaban siendo objeto.
La baja calidad de la enseñanza pública no es debido a nada de lo que dices.
BorrarPara empezar, no es de la enseñanza pública: es de la enseñanza, punto.
Descontando nivel socioeconómico de la familia, que es la variable medible de más influencia, los resultados que obtienen los alumnos en PISA en las distintas redes (pública/concertada principalmente) son muy parecidos.
Por tanto, la ventaja que ofrecen los concertados es principalmente que los cachorritos de la clase media no compartan aula y patio con los indeseables (gitanos, pobres, inmigrantes y tocapelotas), no que la calidad general, descontando esas cosas, sea mejor.
En segundo lugar, no hay ninguna demostración de que la calidad sea ahora peor, considerada en sí misma. El Magisterio lleva mucho tiempo siendo de baja calidad (poco exigente, formación escasa) y el profesorado de secundaria... pues son los licenciados que produce nuestra Universidad, qué vamos a decir.
El escaso "retorno de inversión" de los estudios universitarios respecto al escalón anterior puede deberse a que en España probablemente se licencian muchas más personas que los que puede absorber el mercado de trabajo, lo cual presiona a la baja sus sueldos por la presión de la oferta. Triste dinámica de país pobre.
ResponderBorrarEn muchos convenios colectivos, escalas de retribución de empleados públicos, etc, la diferencia de sueldos entre personal poco cualificado y licenciados tampoco es muy grande, sobre todo comparando con lo que ocurre en otros países [luego, cuando los directivos "se salen de convenio", todo cambia notablemente]. Quizá sea otra manifestación de este "igualitarismo por abajo", impresión que he podido corroborar muy a menudo y que creo que comienza ya en la escuela primaria, cuando a muchos maestros se les escapa el despectivo "empollón" en lugar de considerar algo más positivamente a sus mejores alumnos.
Tu primer párrafo describe mucho mejor que lo he hecho yo la consecuencia de la opción socio-educativa que hemos tomado en España.
BorrarCon permiso del autor de este blog, hace ya unos años publiqué esta carta de un profesor universitario en la que comparaba los sueldos de un Titular de Escuela Universitaria y de un Ayudante de Facultad por parte del PDI con los de un Encargado de Equipo de Conserjería (Grupo III) y de un Ayudante Servicios de Limpieza / conserjería (Grupo V) por parte del PAS.
ResponderBorrarAl comentario de Amaranta:
Y digo creo interpretar porque no me gustaría interpretar que los profesionales que actualmente son los profesores de universidad si ganasen más darían mejor las clases.
contestaba en la carta este profesor:
La calidad se consigue con buenos profesionales y buenos alumnos. Para lo primero se necesita dinero. Los buenos profesionales cuestan y hay que pagarlos. ¿Quiere esto decir que si a mí me pagan más me convertiré en un buen profesor? De entrada, no. Pero hay dos cosas claras: La primera es que el tiempo que dedico a determinadas actividades que me permiten llegar a fin de mes, las podría dejar de hacer y dedicar ese tiempo a la docencia o a la investigación. Cierto es que habrá quien dedique ese tiempo al ocio, pero, y ahí viene la segunda parte, lo que es indudable es que si los sueldos son competitivos, la Universidad podrá disponer de mejores profesionales, ¿o es qué alguien se cree que una persona estudia para Notario, o Registrador, por el reto intelectual que supone ese trabajo?.
Como me parece buena respuesta, me limito a copiar y pegar.
Volviendo al tema del post, confieso que la propuesta de Wert me parece tremendamente injusta. Dado que como dice Tepúflipo, todos los alumnos están ya becados en un 80% con independencia de sus recursos reales, lo lógico es que ese 6,5 se aplique a todo Dios con independencia de que el 20% restante lo pague Ud. de su bolsillo o se lo paguemos entre todos con una beca.
Tampoco estoy inventado nada nuevo. Ese es el procedimiento de trabajo de la Ivy League y no parece que les funcione mal.
En mi opinión, creo que hay un salto argumental discutible entre el gráfico de la OCDE que presentas y la conclusión de que se debe en mayor medida a la "socialización" de la Universidad.
ResponderBorrarPor un lado, precisamente el grupo de carreras que, a priori (y no me apaleéis demasiado por esto) mayor retorno generan a la sociedad son las ingenierías; y éstas, tradicionalmente (últimamente no tanto, pero estamos hablando del largo plazo), requerían notas de entrada (no de beca... de entrada) muy altas e imponían una selección fortísima una vez dentro (pocos aprobados por asignatura, gran número de abandonos, etc...). Es decir, ha estado actuando una fuerte selección basada en el rendimiento académico en el grupo de carreras que más rendimiento post-académico tienen y, aun así, no se consigue un retorno superior.
Por otro lado, creo que hay varios factores que pueden influir bastante más en ese gráfico que la "socialización" de la Universidad:
1. El rendimiento de los universitarios es similar al de Finlandia y no demasiado desastroso frente al de Alemania. Sin embargo, el rendimiento de los no universitarios es "anormalmente" alto (superior al de Alemania y Finlandia). Según el informe los datos son de 2009 y sospecho que para calcular el VAN se han tenido en cuenta datos de sueldos de años anteriores para la media. Es decir, sospecho que en esa barra azul hay mucho de la burbuja inmobiliaria en la que un albañil podía ganar bastante más que un titulado universitario. Supongo que en futuros informes tenderá a establecerse, pero no de la forma que nos gustaría, sino bajando la barra azul manteniendo la roja.
2. Somos un país con una inversión en I+D muy por debajo de la media de los países desarrollados. Esto obliga a los graduados en carreras con vocación eminentemente investigadora (Biología, Físicas, Químicas...), bien a aceptar sueldos y condiciones por debajo de mucha gente que está en la barra azul, bien a irse al extranjero a generar retorno a otras sociedades. En ambos casos, la barra roja baja.
3. Las dificultades para los emprendedores son bastante grandes en este país, lo que hace muy complicado que alguien con muy buenas ideas, pero poca pasta tenga opción a capitalizarlas. Esto tiende a generar Zaras (barra azul) más que Googles (barra roja).
En definitiva, que creo que se debe en mayor medida a nuestra incapacidad como sociedad de capitalizar a los universitarios que a que estemos formando universitarios mediocres.
Buff....¡Qué lío! ¡Cuántas reflexiones serias y contundentes! Yo también copio y pego:
ResponderBorrar"Volviendo al tema del post, confieso que la propuesta de Wert me parece tremendamente injusta. Dado que como dice Tepúflipo, todos los alumnos están ya becados en un 80% con independencia de sus recursos reales, lo lógico es que ese 6,5 se aplique a todo Dios con independencia de que el 20% restante lo pague Ud. de su bolsillo o se lo paguemos entre todos con una beca."
Por cierto, mi pueblo, (Galicia profundaaaa!) de 30.000 habitantes, merece una universidad completita con todas las carreras para colocar a tanto licenciado, perdón, graduado. Tampoco estaría mal tener una Pontificia o una privada de las que anuncian en intereconomía. Aquí hay gente pa to: Pública o privada.
Mea culpa: Descargo películas descatalogadas para ver en casa. Tengo muuuuchas. Nunca me he descargado un libro digital. Los libros, para mí, tienen que ser de verdad: de papel y con buena encuadernación.
JDJ en este post puse un "PASABLE" con lo cual te quedas sin beca. El de "vómito" sigue "Not easily dismayed" is the same: inasequible al desaliento.
(Viva la pedagogía libertaria.)
Buff....¡Qué lío! ¡Cuántas reflexiones serias y contundentes! Yo también copio y pego:
ResponderBorrar"Volviendo al tema del post, confieso que la propuesta de Wert me parece tremendamente injusta. Dado que como dice Tepúflipo, todos los alumnos están ya becados en un 80% con independencia de sus recursos reales, lo lógico es que ese 6,5 se aplique a todo Dios con independencia de que el 20% restante lo pague Ud. de su bolsillo o se lo paguemos entre todos con una beca."
Por cierto, mi pueblo, (Galicia profundaaaa!) de 30.000 habitantes, merece una universidad completita con todas las carreras para colocar a tanto licenciado, perdón, graduado. Tampoco estaría mal tener una Pontificia o una privada de las que anuncian en intereconomía. Aquí hay gente pa to: Pública o privada.
Mea culpa: Descargo películas descatalogadas para ver en casa. Tengo muuuuchas. Nunca me he descargado un libro digital. Los libros, para mí, tienen que ser de verdad: de papel y con buena encuadernación.
JDJ en este post puse un "PASABLE" con lo cual te quedas sin beca. El de "vómito" sigue "Not easily dismayed" is the same: inasequible al desaliento.
(Viva la pedagogía libertaria.)
"Yo, de hecho, que tengo muchos amigos que saben poco de Historia (y aun así discuten sobre ella con pasión de académico), cuando entro al trapo en ese terreno tengo que acabar diciendo siempre la misma frase: no voy a pedir perdón por haber hecho los deberes. Porque en una discusión española, que tú hayas sido capaz de citar tres, cuatro, o cinco testimonios distintos en favor de tu tesis, es un signo de soberbia. Y te lo dicen así, tan tranquilos. Por lo visto, en las discusiones sobre Historia lo que vale es la cantidad de cervezas que seas capaz de beberte mientras discutes".
ResponderBorrarChe, allá, aquí y en la quebrada del ají. Creo que incluso Aristófanes hace un par que chistes al respecto.
Por cierto, aunque por principios generales estoy de acuerdo con lo expresado —y creo que puedo estarlo, porque aquí en Chile se discute lo mismo día por medio, y con los mismos argumentos—, la complejidad del problema-educación, esto es, el problema de hacer de necios sabios, ha terminado por sobrepasarme. Hoy mi respuesta al tema es más de la línea: «¿quieres educación? ¡Anda a leer un libro!».
Siento llegar tarde, pero quiero comentar que una nota del 5 es más bien baja. En Estados Unidos, la nota normal para aprobar es un 6. También en China, Japón, los Países Bajos e Italia es la nota mínima. También hay países donde apruebas con un 4,5 (aquí pueden dejarte aprobar con esa nota en los exámenes, pero normalmente exigirán trabajos para subirla hasta el 5), pero son los más raros.
ResponderBorrarYo creo que el mejor argumento, antes de eso de la "mitad", es el siguiente: ¿Cuál es la nota NEGATIVA precisada para suspender? Sería el -5, que PASA POR LA MITAD. Aprobar con un 5 sería, por tanto, contradictorio.
También se puede ver de esta manera: la nota es directamente proporcional a los puntos de un temario que te sabes, y lo que te falta hasta el 10, de lo que no sabes. Si apruebas con un 5, de diez cosas que NO sabes, hay otras diez que SÍ. Pero si te exigen un 6, de diez cosas que NO sabes, hay QUINCE que SÍ
Personalente estoy plenamente con tu posición. El que algo sea un derecho, no significa necesariamente que la sociedad te lo tenga que financiar. Yo tengo derecho a unas vacaciones en las Fidji (¿O alguién me lo va a prohibir?), pero me parece que no te las financia la Seguridad Social, una injusticia más del sistema.
ResponderBorrarHay dos tipos de derechos unos son sí o sí, la educación básica, por ejemplo, que te dota de herramientas imprescindibles (saber leer, por ejemplo) en la vida. Otros son derechos a conseguir, nadie te lo puede prohibir, pero te lo montas tú.
En ese sentido y buscando la filosofía del egalismo, tenemos el contrasentido de que nos gastamos dinero en Becas, pero dejamos a la gente sin recursos sin vivienda. No se que es más excluyente si cursar una FP o tener que repasar los apuntes de la Uni debajo del puente en que estas instalado con tu familia.
Se me dira que no hay recursos para dotar a cada familia española de una vivienda minimamente digna, puede (lo dudo, porque los pisos vacios ya existen). Pero esto nos introduce un nuevo argumento: vale, sí todos tenemos derecho a un monton de cosas, pero como los recursos son limitados (esa es la definición de Economía), tendremos que establecer una jerarquía entre ellos ¿Que sentido tiene dar becas, si eso nos deja sin recursos para atención sanitaria, por ejemplo?
Como ha señalado acertadamente algun participante, el actual sistema lleva a la tipicamente latina hipocresia del "si vale, becas para todos los que la necesiten", pero como luego hay lo que hay ponemos el corte en cursos sucesivos, entiendo la progresividad en la exigencia (a más nivel más responsabilidad en el alumno) pero tal como es, en la práctica esto es una "Ley Wert" pospuesta, generando más mal: engañamos al becario, que podia haber aprovechado esos años en formarse provechosamente en una profesión y desperdiciamos unos recursos que siempre seran escasos.
Y esto me lleva a una última cuestión que plantea Juan: la escasa calidad en nuestra sociedad del debate público: es un pez que se muerde la cola, tiene varias causas. El populismo de unas élites que se han limitado a medrar a costa de lo público, procurando (con todo éxito) que el debate oscile entre el populismo y la demagogia (aún siendo dicho debate social de infinita mayor calidad que el que se oye en cualquiera de nuestros Parlamentos) y, al punto que hemos llegado, no vendra de la clase política la regeneración: una porque no quiere y otra porque no puede.
En esta crisis que vivimos (la primera de las que se otean en el horizonte) queramos o no, tenemos que repensar nuestra forma de vivir y consumir (incluyendo el gasto social), podemos pensar que la Ley Wert tiene elementos positivos o, por lo menos, que hay que pensarselo, pero al nivel de descrédito moral duramente ganado por nuestros políticos, dificilmente puede esperarse otra cosa que el rechazo a cualquier propuesta que provenga de ellos (más o menos, como si un pederasta amablemente se ofreciera a acompañar a tu hija pequeña al colegio)