martes, junio 24, 2008

Madrid, 1939

La verdad, nunca pensé que el asunto de las fotos fuese a interesar a alguien. Verdaderamente, pensaba que mi afición por comprar libros y revistas a los chamarileros y luego escanear las fotos más interesantes era una más de mis aficiones frikis. Pero visto lo visto, y leído lo leído, no parece que esté solo en el Universo.

Y eso no puedo sino retribuirlo.

Así pues, he aquí la tercera, y por el momento última, serie dedicada a Madrid. Y con fotos. Las he sacado de un coleccionable que la revista La Actualidad Española publicó en el año 1971 sobre la Guerra Civil, y cuyos fascículos rescaté de un probable depósito en el contenedor de basuras hace algún tiempo. Escribo esto, primero porque es de ley citar las fuentes. Y segundo porque, aunque las fotos de la guerra civil tienen todas ya 70 años o casi, así pues sus derechos de autor están teóricamente extinguidos, no es mi intención utilizar material afectado de copyright, así pues queda aquí hecha la anotación porque si fuere necesario borrar este post, desde luego que lo haré.

Hoy, pues, hablamos de Madrid en marzo y abril de 1939. El final de la Guerra Civil.

Las guerras suelen terminar con una derrota. Pero la Guerra Civil, en Madrid, como casi en todo el resto de la España entonces aún republicana, terminó, más que por una derrota, por un abandono. La República simplemente bajó los brazos y se dejó ganar, que diría un niño. Esto era así porque la superioridad militar del bando franquista estaba fuera ya de toda duda (en mi opinión, Franco ganó la guerra el día que, entrando en Gijón y Oviedo, acabó con el frente del Norte), tan fuera de toda duda que eran ya varias las potencias democráticas europeas que habían reconocido al Estado franquista como gobierno español legítimo; hecho éste que provocó, entre otras cosas, la dimisión de Manuel Azaña de la presidencia de la República.

Para colmo, en los primeros meses del año hubo en Madrid un golpe de Estado, el famoso golpe liderado por el coronel Segismundo Casado con el apoyo de Julián Besteiro y Cipriano Mera; golpe que, en realidad, todo lo que buscaba era la rendición del bando republicano ante el ejército franquista vencedor.

Así pues, el ejército franquista nunca tomó propiamente Madrid. Entró en la ciudad y no se encontró con resistencia, pues las tropas casadistas, con un pañuelo blanco atado al brazo, no luchaban contra ellos; y las tropas comunistas casi todas partieron hacia Levante, al exilio.








Esta imagen está tomada en la vanguardia franquista, no sé muy bien si en el parque del Oeste o la Ciudad Universitaria, aunque yo me inclinaría por la segunda posibilidad. Marca los últimos avances de las líneas nacionales hacia Madrid. Como podéis ver, es un avance ya bastante relajado. El personal se detiene para mirar al fotógrafo y, de hecho, los del camión van más de cachondeo que otra cosa.

De hecho, creo que esta foto es una demostración mejor que ninguna otra de la connivencia que existía ya entre los dos ejércitos en los últimos días de la guerra. El personaje de primer plano, que mira a la cámara, lleva, si os fijais, una banda blanca atada al brazo; que os acabo de decir que era la seña de identidad de los casadistas. No es, pues, un franquista. Es un republicano.




Tal vez alguien con menos presbicia que yo pueda decir dónde pichas está tomada esta foto. Hay una cúpula a la izquierda que podría ser la de alguna iglesia importante de Madrid (¿San Francisco el Grande?) ; lo cual haría que el lugar donde está tomada no fuese muy lejano al puente de Segovia.

De todas las fotos que tengo coleccionadas, ésta es, probablemente, la de la entrada más temprana a Madrid. Tiene que ser de alguno de los últimos días de marzo. Y digo esto porque, si os fijais, no hay ni un solo brazo en alto. Ello a pesar de que en primer plano vemos a un requeté armado, de espaldas. La gente rodea el camión que llega con más curiosidad que otra cosa. Aún no se han producido las demostraciones fascistas, por lo tanto.



Aquí la cosa ya va cambiando. Esta foto está tomada, si la vista no me falla, en la calle Alcalá, casi en la Puerta del Sol. Conforme los falangistas que quedaban en Madrid han ido saliendo de sus casas, y de las cárceles, se han ido incorporando a los camiones y al público. Observad como el saludo romano ya se va imponiendo.


Esta foto está hecha en la calle Toledo, y aquí parece que el público está ya más motivado. Aunque, ojo. Con las fotos de la guerra, todas ellas, tenéis que ser muy críticos, porque no pocas están preparadas. Normalmente, el indicativo más claro de que una foto está preparada es que sus protagonistas miren a la cámara, posando. Que es exactamente lo que hace el falangista irredento a la izquierda de la imagen, lo cual es sospechoso de que, tal vez, todos los de la foto, más que saludando, lo que están es posando.







Esta de la Puerta del Sol es bastante más espontánea.







Esta foto es muy sencilla de ubicar. Está hecha en la calle Alcalá yendo hacia Cibeles. A la izquierda se ve la columnata del edificio del Banco Río de la Plata, hoy sede del Instituto Cervantes. Al lado, el jardín del palacio de Buenavista, que creo que es sede del Estado Mayor del Ejército. Al fondo se ve el palacio de Linares.

Esta foto sirve para demostrar la importante demostración popular que se produjo en las calles a la llegada de las tropas franquistas. Fuere por querencia ideológica, por estar hasta los huevos de los republicanos (ambos sentimientos parecen el mismo, pero no lo son), por simple y pura hambre o por más simple y puro miedo, lo cierto es que el personal se echó a la calle. Probablemente, la mayoría lo hicieron por una sola cosa: para celebrar que se había acabado la puta guerra.


En la foto, la fuente de la Cibeles. Desde que las tropas franquistas, ya en el otoño de 1936, lograsen tomar algunas posiciones estratégicas en el eje de la carretera de La Coruña (y muy especialmente el monte Garabitas), tuvieron la capacidad de hostigar buena parte del centro de Madrid con su fuego de artillería. Alguna memoria que he leído (ahora mismo no estoy seguro, pero puede que sean las de Edmundo Rodríguez) habla de un paseo nocturno con el general Rojo, en el Madrid de la guerra; el informador cuenta que saliendo de Alcalá 9 (actual sede del Ministerio de Economía) se sentían seguros, pero que al llegar al final de la calle Arenal ya la cosa se ponía fea. Aunque esa era la zona más castigada por las bombas, no era descartable que algún obús llegase hasta la mismísima plaza de Cibeles y le arrease un cebollazo a la diosa; motivo por el cual el muy laico gobierno republicano la protegió como podéis ver en la instantánea.






En esta foto ya la están peinando; incluso los leones han conseguido sacar la chota al aire.

La foto sirve también para que comprobéis que no fue Raúl González el primero que le puso una bandera en el regazo a la diosa.






Un cañón republicano semienterrado en el suelo de la Plaza de España para así poder dispararlo sin preocuparse del retroceso. En frente a la derecha se ve una esquina de la plaza (plaza de España esquina a los primeros números pares de Ferraz) que está hoy exactamente igual que en la imagen lo cual, unido a la estatua de Don Quijote y Sancho, que está donde estaba sólo que ahora forma parte de un conjunto arquitectónico un poco más rebolludo, hará que os sea sencillo de la muerte ubicar la situación del cañón. Vamos, que cualquiera con un móvil podría irse mañana a hacer una foto de este lugar exacto. El interés de la imagen, en todo caso, está en la dirección del cañón. Imaginad la trayectoria del obús. Por ahí intentaban entrar los nacionales.




Misa de acción de gracias en la mismísima puerta de Alcalá, con la asistencia de Franco, aunque no sale en la foto. En el altar, una enorme cruz, el yugo y las flechas. Esta foto hace pandán con otra que también tengo de otra revista, en la que aparece la misma puerta de Alcalá con varios retratos colgados en los banos, entre ellos el de Lenin y el de Stalin. Ambas fotos combinadas son una buena forma de resumir de qué fue aquella milonga.

Un aspecto de la misma misa. En el altar se puede apreciar un Cristo al que le falta un brazo. También tiene la cara medio destrozada. Se trata de un Cristo profanado tras el 18 de julio en una iglesia de Madrid, que fue sacado en procesión más o menos espontánea justo antes de la celebración religiosa.


Como siempre, me dejo para el final mi preferida. Esta foto está tomada en los soportales de la Plaza Mayor, y en ella se ve a cuatro soldados moros de las tropas de Franco. Las tropas de África fueron la mejor baza militar del bando nacional desde el principio y, dentro de éstas, las unidades indígenas destacaron por su combatividad y, a decir de los republicanos, crueldad para con el enemigo; aunque también parece ser que muchas de las atrocidades que se les atribuyeron fueron más bien fruto de la propaganda.

Ciertas o no las historias, los moros, hoy diríamos combabientes musulmanes, fueron fundamentales en el esquema de muchas acciones bélicas. Las primeras compañías que llegaron a Sevilla fueron paseadas por Queipo de Llano por las calles, consciente como era el general de que la mera noticia de su llegada sería fundamental para debelar la resistencia civil contra el golpe.

La mayoría de las memorias que he leído que se refieren a estos combatientes musulmanes los describen dedicándose a tiempo compartido a la guerra y al comercio. Cuando no estaban pegando tiros, estaban vendiendo cosas en la misma calle. Es lo que más que probablemente están haciendo estos soldados, es decir preparando el tenderete del día. Llama la atención el paisano (del país) que se ha parado unos metros más allá y los observa con las manos en los bolsillos. Ciertamente, entonces los españoles, salvo que hubiesen ido a servir a África, no habían visto un musulmán en su vida.

Bueno, y esta noche ya no doy para más. Hasta otra.

2 comentarios:

  1. Anónimo11:11 p.m.

    Yo creo que la segunda foto está tomada en la Glorieta de Pirámides.

    Saludos.

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  2. Anónimo2:18 a.m.

    En cualquier caso es bonito celebrar el fin de la mamarrachada que significó la puta república.

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