Musulmán, protobotánico, profesor de ética, posible ladrón,tendero y sospechoso de homosexualidad
Los comunistas no están solos
La guerra dentro de la guerra
A purgar se ha dicho
Sucios británicos, repugnantes yugoslavos
Fulgor y muerte de Koçi Xoxe
Sucios soviéticos
Con la Iglesia hemos topado
El fin de la troika
La jugadora de voleibol que cambió la Historia de Albania
La muerte de Mehmet Shehu
Al fin solo
Enver Hoxha nació el 16 de octubre de 1908 en Gjirokastra, hijo de Halil y Gjyle Hoxha. Su infancia y adolescencia se desarrollaron en dicha población y en Korçë, situada no lejos de allí, ambas al sureste del país. En 1914, hubo de ver cómo su casa era quemada hasta los cimientos, aunque fue reconstruida en los años sesenta del siglo XX como un palacio turco.
Enver Hoxha, que siempre practicó una indisimulada propaganda
de su persona, escribió trece volúmenes de memorias, en las que, sin embargo,
apenas cita a su padre. En realidad, la figura masculina que más parece haberle
influido es Hysen Hoxha, su tío, también conocido como Baba Çeni. Cuando en
noviembre de 1912 se produjo la declaración de independencia de Albania en
Vlora, Hysen Hoxha estaba allí entre los representantes de Gjirokastra. Eso sí,
llegó tan tarde que para cuando pisó Vlora estaba todo el pescado vendido; lo
cual no evitó que en los años sesenta el régimen albano realizase una película
(Nëntori dytë, el segundo noviembre) en el que se le otorga un papel
protagonista en la ceremonia.
Enver Hoxha no esconde en sus memorias el hecho de que Baba
Çeni fue su primer mentor, y persona merecedora de su admiración; lo cual, en
todo caso, no le impidió ordenar, en 1945, la ejecución de su nieto, Abaz
Omari, que además había sido su compañero de juegos en la infancia. La
distancia de Enver Hoxha con su padre quizás se debiera a la extrema
religiosidad de éste, que lo había llevado incluso a actuar de imán. Además,
hay que tener en cuenta que el padre y el hermano mayor, Beqir, emigraron a
Estados Unidos durante varios años, dejando a su mujer, su hijo y tres hermanas
en Albania, lo cual ayudó a que el tío lo adoptase, por así decirlo, ya que no
tenía hijo varón.
Hoxha consiguió una beca para estudiar en el instituto
francés de Korçë, que tenía gran fama en el país entonces. Llegó a dicha ciudad
en 1927 y se alojó en el propio instituto junto con otros 150 estudiantes de
todo el país. Allí, en el instituto, compartió pupitre con su amigo de la
infancia Hamit Kokalari, uno de los pocos cercanos a Hoxha que no hubo de
sufrir con posterioridad por dicha cercanía. Eso sí, dos de sus hermanos fueron
fusilados en 1944 y su hermana, la literata Musine Kokalari, murió tras 18 años
de prisión. También estaba Abaz Omari, el compañero de juegos al que finalmente
haría fusilar, más que probablemente porque, en los años de la adolescencia, se
hizo un nacionalista y, consecuentemente, se alejó del comunismo. Otra
compañera de clase era Sabiha Kasimati, considerada la primera científica de
Albania, que sería fusilada en 1951. Otros compañeros de entonces, como Isuf
Hysenbegasi o Nedin Kokona, fueron arrestados tras terminar la guerra y la
mayoría terminaron como terminaron.
En 1930, Hoxha terminó sus estudios en Korçë y se trasladó a
Tirana. A pesar de que al parecer sus notas eran modestas, consiguió una beca
del Estado por la que pudo irse a estudiar botánica en Montpellier, en Francia.
Al parecer, esta operación relativamente rara, pues ya hemos dicho que sus
notas no eran gran cosa, fue posible porque, de alguna manera, Hoxha consiguió
el apoyo de Eqrem Libohova, que era entonces el ministro de Asuntos Exteriores.
En agosto de aquel 1939, Enver Hoxha salió hacia Francia. En
Montpellier habría de invertir los tres siguientes años de su vida. De camino,
en Bari, pasó a su visitar a su hermana, Fahrije, que vivía allí con Bahri
Omari, un republicano albanés que había sido miembro del primer parlamento del
país, y que había tenido que abandonar Albania con Fan Noli cuando el golpe de
Estado de éste había fracasado. Omari fue el hombre que introdujo a Hoxha en la
alta política, por así decirlo. Lo llevó al Café Stoppani de Bari, donde se
reunían muchos exiliados albaneses y croatas.
Como estudiante, Enver Hoxha siguió mostrándose como una
mediocridad. Tardó tres años en pasar algunos de los exámenes de primer año. Su
comportamiento educativo fue tan putomiérdico que en febrero de 1934, Mirash
Ivanaj, entonces ministro de Educación, le quitó la beca; lo cual significaba
que Hoxha tenía que regresar a Albania y reembolsar las cantidades recibidas. Hoxha,
sin embargo, nunca regresó, al menos para eso. En 1944, diez años después y
siendo ya primer ministro, invitó a café a Ivanaj, quien entonces acababa de
regresar de su exilio bélico en Egipto. Cuando el viejo político le estaba
felicitando por su nombramiento, Hoxha, en un gesto que es una buena
demostración de su carácter rencoroso y vengativo, le recordó que una vez le
había dejado sin beca. Ivanaj le contestó, muy tranquilo, que si se la había
quitado, sería porque no la merecía. Años después, Ivanaj fue acusado de ser
anti yugoslavo y encarcelado. Permaneció en prisión cuando Hoxha rompió
relaciones con Tito (y, por lo tanto, el delito dejó de serlo) y, de hecho,
murió en el maco.
Como os he dicho, Hoxha no regresó a Albania, sino que se
marchó a París. Un amigo de la infancia había hablado con Hasán Jero, también
oriundo de Gjirokastra, quien aceptó emplear al recién llegado por un pequeño
sueldo. Hasán Jero fue, en la práctica, quien mantuvo a Hoxha en aquel tiempo
en que no tenía un mango. Tiempo después, regresaría a Albania para apuntarse a
la resistencia contra los italianos y los alemanes. Cuando Hoxha llegó a primer
ministro, fue arrestado, acusado de ser un espía de Francia, y condenado a 35
años, de los que cumplió 25. En 1994, Jero ofreció una entrevista a la
televisión francesa en la que pintó a un Enver Hoxha mantenido que no hacía
nada, dormía hasta el mediodía y pasaba las noches de juerga, y aseveró que las
cosas que había contado Hoxha sobre su estancia en París (que había escrito
artículos para L’Humanité y que había sido íntimo de Paul
Vaillant-Couturier) se las había inventado desde la A hasta la Z.
Un escritor que conoció a Hoxha en aquel tiempo, Anastas
Plasari, dejó escrito, sin embargo, que el futuro dictador albanés, si bien
nunca tuvo un papel que jugar entre los comunistas franceses, sí que fue
seducido por la izquierda en aquel tiempo. Según él, su introductor de
embajadores en el comunismo fue Lucien Vogel, un vividor que publicaba revistas
de moda; el típico miembro de la gauche divine. De la mano de Vogel, Hoxha
habría frecuentado una mansión en Saint-Germain, donde se producían frecuentes
reuniones de siperos. Hoxha tenía cierta amistad con Marie, la hija de Vogel
(algunos dicen que eran secretamente novios), que estaba prometida a
Vaillant-Couturier. Así pues, Plasari sí que apostó claramente por que Hoxha y
este prominente concejal parisino se conocieron.
El hecho de que Hoxha acudiese a las fiestas de
Saint-Germain, que al parecer eran fiestas donde el personal se relacionaba por
delante y por detrás, es el principal combustible del rumor que siempre existió
en Albania, en el sentido de que el adorado conducator había sido
homosexual en su juventud.
En la situación en la que estaba, Hoxha necesitaba un
padrino. Y no tuvo que buscar mucho. Eqrem Lobohova volvió a acudir en su
ayuda, y lo recomendó al cónsul de Albania en Bélgica para que lo emplease de
secretario consular. Era ya 1935. En Bruselas, Enver Hoxha trabajó cerca de un
año como secretario de Georges Marothy, que era el cónsul honorario de Albania
en Bélgica. Parece ser que, en ese tiempo, Hoxha se matriculó en una escuela de
Derecho; pero, que se sepa, ni siquiera se presentó a un solo examen. Cosa de
un año después de entrar, hubo un robo en el consulado y, no sabemos si con
pruebas o sin ellas, el albanés fue despedido. Eso sí, el eterno Eqrem Lobohova
apareció de nuevo, y se las arregló para que el Ministerio de Educación le
ofreciese al muchacho un empleo de profesor sustituto en un instituto en Tirana
y, después, en su liceo de Korçë.
Enver Hoxha se bautizó como personaje público en julio de 1936,
apenas diez días después de iniciada la guerra civil española. Formó parte de
una expedición de personas de Gjirokastra con la misión de traer al pueblo los
restos mortales de dos locales: Çerçiz Topulli y Muço Qulli, que habían
resultado muertos en una emboscada practicada por unos montenegrinos en 1916, y
que estaban enterrados en otra villa, Shtoj. El jefe de aquella partida era
Hasán Dosti, pero resultó estar enfermo y, por lo tanto, cuando llegó la hora
de los discursos desde el balcón del ayuntamiento, decidió que mejor lo diese
un chavalote que estaba recién llegado de Francia; era Enver Hoxha. De aquel
traslado datan las primeras fotos que se tienen de él, con 28 años. Aunque,
bueno, la imagen que se conserva se sabe que no es la real; está muy retocada
para hacer aparecer a Hoxha prácticamente como la única persona en aquel
balcón.
Lo mismo ocurrió con otra foto de aquel tiempo en la que Hoxha
aparece detrás de personalidades más importantes que él entonces, como Javer
Hurshiti, Ernest Koliqi y el sacerdote Anton Harapi. En las fotos oficiales se
les hizo desaparecer pero, vaya, que se les hizo desaparecer bien en serio:
Harapi y Hurshiti fueron fusilados, y Koliqi murió exiliado en Roma en 1973.
Por lo que se refiere a Hasán Dosti, el hombre que le cedió los trastos de
matar a Hoxha y que se convirtió en uno de los líderes del Balli Kombëtar o
Frente Nacional, tuvo que huir de Albania en 1944 para salvar el gañote, tras
ser declarado enemigo nacional, y murió en Los Ángeles en 1991.
En el liceo de Korçë, dado que el profesor Enver Hoxha no
tenía especialidad alguna, lo pusieron a dar clases de ética y a cuidar de la
biblioteca. En Korçë había un grupo activo comunista; pero buena parte de los
que conocieron a Hoxha en aquella época no lo recordaban participando en él.
Beqir Ajazi, un compañero suyo en el liceo, dejó dicho que no recordaba haber
escuchado a Hoxha hablar del comunismo nunca.
Hoxha, según parece, quería emigrar. En 1938 le escribió a
un paisano de Gjirokastra, que vivía en Nueva Jersey, sugiriéndole que le
pagase el pasaje. Sin embargo, antes de que pudiera tomar una decisión
definitiva, aparentemente, llegó la invasión italiana de Albania. En uno de sus
libros, Hoxha contaría que inmediatamente montó una delegación de comunistas
que intentó exigir armas para el pueblo; sin embargo, la mayoría de los
historiadores duda de esa afirmación. De hecho, se sabe que un grupo de personas,
sobre todo jóvenes, había decidido barricar la carretera por la que supusieron
que el rey Zog pasaría camino del exilio, y que Hoxha no estuvo con ellos. De
hecho, en el liceo se movilizó un batallón de estudiantes y profesores, del que
tampoco formó parte.
El liceo de Korçë fue definitivamente cerrado en el verano
de 1939, para ser reabierto algunos meses después como liceo italiano. Los
italianos, obviamente, despidieron a Enver Hoxha, que para nada les servía. Sin
trabajo, Hoxha se dirigió a otro compañero suyo, Esat Dishnica. El tío materno
de Dishnica era Ibrahim Biçarçiu, uno de los hombres más ricos de Albania y
dueño de la fábrica de tabacos Flora. Los dos trataron de convencerlo para que
les prestase dinero; querían ser emprendedores. Biçarçiu les prestó el dinero y
les alquiló una tienda en el centro de Tirana, también llamada Flora. Hoxha,
pues, se trasladó a Tirana, donde se encontró con su cuñado Bahri Omari, que
había regresado tras 15 años de exilio; y Beqir Ajazi, que también se trasladó
a la capital tras el cierre del liceo.
Algunos testimonios apuntan a que fue tras convertirse en
tendero cuando Hoxha comenzó a ser un activista político. Parece que allí,
además de licores y cigarrillos, vendía literatura revolucionaria. Los datos
disponibles o descubiertos, sin embargo, son poco claros. Es muy difícil, por
no decir imposible, poder reconstruir el camino que siguió Hoxha hasta llegar
al Partido Comunista Albanés. Un viejo compañero de Hoxha de la escuela y
miembro de primera hora del PCA, Kristo Frashëri, dejó dicho que en aquellos
primeros tiempos nadie en el Partido escuchaba el nombre de Enver Hoxha. Sin
embargo, en las últimas semanas de 1940 se había pasado a la clandestinidad,
tras haberle dado una hostia a un carabinero italiano en una manifestación; y
es evidente que tenía ya un importante compromiso político, porque semanas
antes había estado en un balneario italiano, en Salsomaggiore, y no hizo ningún
intento de no regresar a Albania. Se especula con que su mentor comunista pudo ser
Koço Tashko, comunista conectado con la Konmitern y dirigente del grupo
comunista de Korçë (y que en 1961 fue condenado a 18 años de prisión, condena
que supuso el envío de toda su familia a un campo de concentración).
Sea por lo que sea, en el otoño de 1941 Enver Hoxha participó en el acto fundacional del PCA, organizado con la ayuda de dos enviados yugoslavos: Miladin Popovic y Dusan Mugosa. Parece ser que no formaba parte de la lista primera de participantes pero, de alguna manera, se hizo incluir. Aunque no está claro, parece que los yugoslavos que lo organizaban todo querían que la delegación de Korçë, presidida por Tashko, tuviese un miembro musulmán, ya que todos eran cristianos ortodoxos. Tashko, en la cárcel, le contó a sus compañeros que la única razón real por la que Hoxha fue finalmente adjuntado a la delegación fue su pertenencia, siquiera formal, a la fe musulmana.
Saludos y felicidades. Empezando a leer la serie. Se me ocurre la pregunta, que sin embargo ya me contestará la serie( ya empezó con lo de musulmán),
ResponderBorrar¿Cómo llegó a todo si no hacía nada? ¿Acaso era un vividor f que sabía colarse en todos los tinglados?
Tío, si te haces estas preguntas leyendo la biografía de Hoxha, con la de Mao vas a flipar.
BorrarPues parece que sabía hacer dos cosas.
ResponderBorrar1Colarse en los sitios clave. 2. Una vez que consigue el poder, de churro y de rebote( musulmán y que no había sido jefe) empezar a cargarse a todo Dios. Aún recuerdo de mi infancia alguna peliculilla, probablemente de tv, que una anciana decide meterse a espía y los malos eran los de Albania.
Exacto. Como Mao. Y, si me apuras, hasta como Stalin. Es un espacio que el comunismo suele dejar a disposición del primer amoral que pase.
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