martes, octubre 31, 2023

Hoxha (2): Los comunistas no están solos

Musulmán, protobotánico, profesor de ética, posible ladrón,tendero y sospechoso de homosexualidad
Los comunistas no están solos
La guerra dentro de la guerra
A purgar se ha dicho
Sucios británicos, repugnantes yugoslavos
Fulgor y muerte de Koçi Xoxe
Sucios soviéticos
Con la Iglesia hemos topado
El fin de la troika
La jugadora de voleibol que cambió la Historia de Albania
La muerte de Mehmet Shehu
Al fin solo

 

La formación del PCA fue una consecuencia de la invasión alemana de la URSS que, inmediatamente, generó la orden a los partidos comunistas en el sentido de organizarse y organizar la resistencia. Como ya sabemos, en el caso de Albania fueron los yugoslavos, bastante más baqueteados, los que se encargaron de ello. Dusan Mugosa, que era serbio pero hablaba muy bien albanés, fue el que tomó más directamente los contactos, ayudado por Xhevdet Doda, un comunista kosovar. Sin embargo, el grupo de Korçë se negó a entrevistarse con él, exigiendo que fuese alguien con mayor apoyo de la Konmitern.

Situados de alguna manera fuera de la línea central, el grupo de Korçë envió a Kosovo a Elhami Nimani con el mensaje de que Koço Tashko quería reconstruir el contacto con los miembros del Comité Central del Partido en Yugoslavia. Al parecer, el grupo de Korçë tenía sus dudas sobre otros grupos de comunistas albanos, hasta el punto de proponer que ninguno de sus dirigentes fuese designado para el Politburo. Josip Broz Tito instruyó a un compañero suyo presente en la tabla periódica, Boro Vukmirovic, para que se desplazase a Albania; cuando se estaba preparando ese viaje, supieron que Miladin Popovic había sido liberado en Albania por los comunistas locales, sobre todo gracias a los oficios de Mustafá Gjinishi, y llevado a Tirana. Con Popovic libre y en Albania, Tito decidió que fuese él quien dirigiese la creación del Partido Comunista del país.

Dusan Mugosa, quien, como hemos visto, era muy consciente de las diferencias entre los diferentes grupos albaneses, recibió la orden de impedir que alguno de los líderes de dichos grupos se hiciese con el mando del PCA. Cuando intercambió ideas con Popovic, el verdadero demiurgo de aquel proceso, éste lo tuvo claro: si buscaba a alguien que no hubiera estado implicado en las banderías producidas hasta ese momento en el comunismo albanés, ese alguien era ese Enver Hoxha que estaba en la pomada, tan sólo, por ser musulmán. Hoxha no había mostrado ambiciones de liderazgo, y había estado muy alejado de las luchas de poder. Era el tipo ideal como para pensar de él que sería un maula que se limitaría a hacer lo que los yugoslavos le dijesen.

Menuda presciencia la de los yugoslavos.

Según contaría Kristo Frashëri, Enver Hoxha apareció ante sus compañeros comunistas tirando de su expertise gabacho. Usaba en sus conversaciones términos en francés e incluso introducía citas de famosos intelectuales, lo cual, confeso Frashëri, impresionó bastante a sus camaradas.

Los trabajos de Frashëri son de los pocos que existen que pueden contrarrestar o servir de contraste para las propias memorias de Hoxha sobre la fundación del PCA, publicadas en los ochenta. La razón es que las personas que participaron en aquellos primeros encuentros encontraron, por lo general, bastantes dificultades a la hora de vivir para contarlo. Kemal Stafa (el miembro más prometedor del Partido, pero demasiado joven, pues sólo tenía 21 años en 1941) murió en guerra, igual que Vasil Shanto. Anastas Lulo murió también en la guerra, pero esta vez fusilado por unos partisanos a órdenes de Hoxha. Koçi Xoxe fue ejecutado en 1949. Koço Tashko, Sotir Vullkani, Kristo Themelko y Tuk Jakova, inicialmente dirigentes del Partido y del gobierno, fueron progresivamente apartados de sus responsabilidades y acusados de traidores y enemigos del Partido; todos morirían en prisión. Dusan Mugosa murió pronto, y Miladín Popovic fue asesinado en Kosovo poco después de terminar la guerra.

En 1981, cuando Hoxha publicó sus memorias del Partido, sólo quedaban cuatro de los originales miembros del mismo. De ellos, dos quedaban en Albania: Pilo Peristeri, el único que no había sido purgado, que era gerente de una fábrica de tractores; y Ramadán Çitaku, que vivía aislado de todo el mundo. El tercero, Sadik Premtja, se había exiliado en París, donde temía constantemente por su vida, siempre esperando una acción de la Sigurimi, la Stasi albana. Y el cuarto era Elhami Nimani, un kosovar que se había quedado con las actas de las reuniones, y que había escogido no hacer ni el menor ruido con ellas; en todo caso, vivía fuera de Albania, en Belgrado.

La principal razón de Nimani para no abanicarse con las actas fundacionales del PCA es que en dicha reunión Enver Hoxha no fue nombrado secretario general. Miladin Popovic se había presentado en dicha reunión con la propuesta de que ningún líder anterior optase para el puesto; por lo que la elección debería posponerse para una reunión futura. Se creó un comité de siete miembros: Stafa, Xoxe, Çitaku, Gjin Marku, Jakova, Themelko y Enver Hoxha. Era el liderazgo colectivo. De todos ellos y salvo Hoxha, claro, sólo Çitaku murió en la cama. Aunque el deseo de los yugoslavos era que aquello fuera una reunión de primus inter pares, Hoxha, formalmente a cargo de las finanzas y la logística, pronto comenzó a destacar sobre los demás. Y, sobre todo, lo que hizo a partir de entonces fue convertirse en inseparable de Ali, que era el alias por el que conocían a Popovic.

Popovic fue, de hecho, quien partió el bacalao en el PCA hasta marzo de 1943, momento en el que recibió un mensaje de Tito que le decía que había llegado el momento de que el Partido tuviese un dirigente local. Para entonces, Popovic estaba totalmente convencido de que Hoxha era el candidato ideal para el puesto. El 18 de marzo hubo una reunión en Labinot, en la que Ymer Dishnica hizo la propuesta formal de que Hoxha fuese nombrado secretario general. Popovic, inmediatamente, secundó la moción.

A partir del momento en que tuvo el poder, Enver Hoxha se aplicó a limpiar su horizonte de aquellas personas a las que temía, o que pensaba que le podían hacer sombra y, sobre todo, personas contra las que tenía rencores. Un ejemplo muy claro de esto es Llazar Fundo, un viejo conocido de los tiempos de Korçë que, al parecer, se burlaba de Hoxha con bastante periodicidad. Hoxha pudo aprovechar que a los yugoslavos tampoco les gustaba Fundo, así que ordenó que fuese detenido y salvajemente torturado. De hecho, fue torturado con tanta saña que no hizo falta fusilarlo.

En todo caso, conforme avanzó la guerra y el final se vio más cercano, la inquina de Hoxha se dirigió con especial intensidad hacia aquellas personas que habían participado en la fundación del Partido. Es el caso de Anastas Plasari o Zef Mala, ambos líderes comunistas antes que Hoxha y cuyo pecado, por lo tanto, era haber sido ideólogos “hechos” cuando Enver todavía era un joven con aspiraciones. O del principal ideólogo del primer comunismo albano, Sejfullah Maleshova, que fue purgado en 1946. Maleshova había sido en los años veinte el secretario del primer ministro Fan Noli, y luego vivió en Moscú, trabajando y estudiando. Miembro del PCUS y de la Konmintern, Maleshova regresó a Albania en 1943. Como ideólogo, se emplazó en contra de las “estrategias terroristas” del PCA, su estrategia de acoso a las otras clases sociales y sus nacionalizaciones masivas. A causa de su prestigio, probablemente, no fue detenido ni ejecutado; pero fue apartado de la vida política y enviado a Fier, donde trabajó de encargado de un almacén hasta su muerte, en 1971.

De todos estos sucesos, probablemente la muerte de Kemal Stafa es el más inquietante. Stafa, ya lo hemos dicho, era la figura más prometedora del PCA, más que Hoxha. Murió el 5 de mayo de 1942, en circunstancias extrañas. Hoxha contó en sus memorias que la tarde antes ambos se habían visto; pero eso es algo que la novia de Stafa, Drita Kosturi, desmintió totalmente. Lo hizo muchos años después de los hechos; pero ya en 1946 Hoxha la había hecho detener. La condenaron a muerte y la tuvieron tres meses esposada. En 1948 su pena fue conmutada, y tuvo que estar 13 años más en prisión. Tras su liberación, fue obligada a residir en Shtyllëz, vigilada.

En una importante reunión del Partido en Berat, en noviembre de 1944, de la que volveremos a hablar, Enver Hoxha fue acusado de haber asesinado a compañeros. Hoxha no lo negó; pero dijo que lo había hecho por órdenes de los yugoslavos.

La muerte de Kemal Stafa, o suicidio porque se disparó en el pecho con su última bala, empedró el camino para que, el 18 de marzo de 1943, Enver Hoxha fuese nombrado secretario general del Partido. En esta reunión se eligió un Politburo, compuesto por Hoxha, Koçi Xoxe, Nako Spiru, Liri Gega, Ymer Dishnica, Ramadán Çitaku y Kristo Themelko. Cuatro décadas más tarde, Xoxe y Gega habían sido fusilados, Spiru se había suicidado, Marku y Themelko se pudrían en prisión, y Dishnica y Çitaku habían sido expulsados del Partido.

Desde el momento en que tomó el control del Partido, que no nos olvidemos fue algo que pasó bastante entrada la guerra, Enver Hoxha tuvo la convicción de que la victoria de los aliados, si no se producía el lunes, se produciría el martes. Sin embargo, los comunistas no eran la única incógnita de la ecuación.

El 16 de septiembre de 1942 se celebró en Peza, cerca de Tirana, la que por ello ha terminado por conocerse como la conferencia de Peza. Buena parte de los asistentes a la misma eran nacionalistas albanos; el objetivo era construir un liderazgo que pudiera movilizar a la población contra los invasores italogermanos. Enver Hoxha, en su libro Kur u hodhën themelet e Shqipërisë së re, o sea, Construyendo los cimientos de una nueva Albania, dijo que la reunión de Peza fue poco menos que idea suya y la tentativa de los comunistas de unir a los no comunistas en la lucha por la liberación. Afirmó que él mismo había estado en Peza organizándolo todo; pero la cosa es que en noviembre de 1944 había dicho que, en realidad, quien estuvo allí fue Popovic, y que él se había quedado en Tirana. Lo cual es lógico, porque, si habéis leído estas notas con atención, en septiembre de 1942 Enver Hoxha no podía representar a los comunistas albanos porque todavía no era su secretario general; hablamos del tiempo en el que Tito todavía imponía una coordinación yugoslava para el Partido, por lo que lo lógico es que por los marxistas fuese Popovic quien atendiese la reunión.

En la conferencia de Peza, en todo caso, los comunistas fueron apenas los posavasos. La mayoría de los asistentes eran personas antifascistas, pero no comunistas. Entre todos eligieron un denominado Consejo de Liberación Nacional, al frente del cual se situó Ndoc Çoba, quien no era comunista; como segundo, nombraron a otro nacionalista, Abaz Kupi. Los comunistas, sin embargo, se aplicaron a controlar el Consejo en la medida de lo posible.

Como ocurrió en muchos movimientos de resistencia de la segunda guerra mundial (sin ir más lejos, en el francés, tan unitario según Hollywood pero que, en realidad, fue muchas veces una jaula de grillos), conforme se desarrollaba la lucha contra el invasor, también se desarrollaba la lucha interna por prevalecer en el futuro. Enver Hoxha, obviamente, quería esa prevalencia para su Partido Comunista. Y tenía dos grandes contrincantes: por un lado, el exiliado rey Zog, que tenía muchos partidarios; y, por otro, el Balli Kombëtar, un movimiento nacionalista que desde 1942 era partido político.

Zog se había exiliado a Inglaterra en 1940. Allí, sin embargo, era una víctima de la guerra de segunda, dado que los británicos habían decidido no reconocer a su gobierno en el exilio como tal. Los aliados no lo consideraban muy aliadófilo y, además, tenía en contra a los griegos, que tenían ambiciones territoriales sobre Albania y contemplaban al rey como un obstáculo para las mismas.

Por su parte, Balli Kombëtar era un movimiento que había conseguido reclutar a muchos albaneses prominentes contrarios a la monarquía desde los tiempos de la independencia. Uno de sus miembros más conspicuos era Midhat Frashëri, miembro de una dinastía de influyentes políticos y especialmente popular entre los jóvenes, además de escritor prolífico bajo el seudónimo Lumo Skëndo. Frashëri había estampado su firma en la declaración de independencia del país y había sido ministro del primer gobierno. Esto lo convertía en una de las figuras más prominentes del ámbito político albanés, junto con su hermano Mehdi, que entonces vivía en Italia.

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