lunes, diciembre 05, 2022

La hoja roja bolchevique (19): Konstantin comienza a salir solo en las fotos

 El chavalote que construyó la Peineta de Novoselovo

Un fracaso detrás de otro
El periplo moldavo
Bajo el ala de Nikita Kruschev
El aguililla de la propaganda
Ascendiendo, pero poco
A la sombra del político en flor
Cómo cayó Kruschev (1)
Cómo cayó Kruschev (2)
Cómo cayó Kruschev (3)
Cómo cayó Kruschev (4)
En el poder, pero menos
El regreso de la guerra
La victoria sobre Kosigyn, Podgorny y Shelepin
Spud Webb, primer reboteador de la Liga
El Partido se hace científico
El simplificador
Diez negritos soviéticos

Konstantin comienza a salir solo en las fotos
La invención de un reformista
El culto a la personalidad
Orchestal manoeuvres in the dark
Cómo Andropov le birló su lugar en la Historia a Chernenko
La continuidad discontinua
El campeón de los jetas
Dos zorras y un solo gallinero
El sudoku sucesorio
El gobierno del cochero
Chuky, el muñeco comunista
Braceando para no ahogarse
¿Quién manda en la política exterior soviética?
El caso Bitov
Gorvachev versus Romanov 


Cargarse a Shelepin, un hombre con hondas raíces en la policía secreta soviética, no era moco de pavo. Había que proceder por etapas, poco a poco, como en la famosa frase sobre cómo cocer una rana viva. Ya en 1965, de forma casi imperceptible, su carrera comenzó a toser; pero su apartamiento de los pasillos del poder soviético no se produciría hasta diez años después, en 1975. Diez años es, incluso, poco tiempo. Shelepin tenía partidarios importantes en el Komsomol, en el KGB, en la burocracia del Partido y en los sindicatos. Todo eso había que desarmarlo.

viernes, diciembre 02, 2022

La hoja roja bolchevique (18): Diez negritos soviéticos

 El chavalote que construyó la Peineta de Novoselovo

Un fracaso detrás de otro
El periplo moldavo
Bajo el ala de Nikita Kruschev
El aguililla de la propaganda
Ascendiendo, pero poco
A la sombra del político en flor
Cómo cayó Kruschev (1)
Cómo cayó Kruschev (2)
Cómo cayó Kruschev (3)
Cómo cayó Kruschev (4)
En el poder, pero menos
El regreso de la guerra
La victoria sobre Kosigyn, Podgorny y Shelepin
Spud Webb, primer reboteador de la Liga
El Partido se hace científico
El simplificador
Diez negritos soviéticos

Konstantin comienza a salir solo en las fotos
La invención de un reformista
El culto a la personalidad
Orchestal manoeuvres in the dark
Cómo Andropov le birló su lugar en la Historia a Chernenko
La continuidad discontinua
El campeón de los jetas
Dos zorras y un solo gallinero
El sudoku sucesorio
El gobierno del cochero
Chuky, el muñeco comunista
Braceando para no ahogarse
¿Quién manda en la política exterior soviética?
El caso Bitov
Gorvachev versus Romanov 


Chernenko propuso que los directores, es decir, aquellos miembros del Partido que estaban encima de las cosas reales porque mandaban en las fábricas, en las granjas o en los parques de bomberos, tuviesen capacidad de decisión y responsabilidad personal por los resultados que arrojaban las estructuras sobre las que mandaban. Asimismo, propuso que la labor de la economía real fuese continuamente peritada mediante métodos científicos (esto quiere decir datos reales y fiables). Muy influido por su agotador trabajo en el Comité de Cartas del Comité Central, también propugnó que las preferencias de la gente (ese Pueblo por el que todo se hacía) se tuviesen en cuenta a la hora de diseñar las políticas, por lo que le daba gran importancia a las cartas (porque, claro, de hacer verdaderas encuestas demoscópicas, no digamos ya elecciones libres, como buen miembro de la vanguardia revolucionaria comunista, no estaba dispuesto a hablar). No obstante lo dicho, tenéis que entender que todas estas ideas las expresaba en sus artículos de formas muy genéricas y con muy pocas propuestas prácticas. Como os he dicho, la prioridad era presentar batalla al rigorismo susloviano y, sobre todo, obtener un mayor control sobre los cuadros del Partido para que todos le debiesen a Breznev, si no la vida, sí desde luego las putas y el vodka. Se trataba sólo de eso.

miércoles, noviembre 30, 2022

La hoja roja bolchevique (17): El Simplificador

 El chavalote que construyó la Peineta de Novoselovo

Un fracaso detrás de otro
El periplo moldavo
Bajo el ala de Nikita Kruschev
El aguililla de la propaganda
Ascendiendo, pero poco
A la sombra del político en flor
Cómo cayó Kruschev (1)
Cómo cayó Kruschev (2)
Cómo cayó Kruschev (3)
Cómo cayó Kruschev (4)
En el poder, pero menos
El regreso de la guerra
La victoria sobre Kosigyn, Podgorny y Shelepin
Spud Webb, primer reboteador de la Liga
El Partido se hace científico
El simplificador
Diez negritos soviéticos
Konstantin comienza a salir solo en las fotos
La invención de un reformista
El culto a la personalidad
Orchestal manoeuvres in the dark
Cómo Andropov le birló su lugar en la Historia a Chernenko
La continuidad discontinua
El campeón de los jetas
Dos zorras y un solo gallinero
El sudoku sucesorio
El gobierno del cochero
Chuky, el muñeco comunista
Braceando para no ahogarse
¿Quién manda en la política exterior soviética?
El caso Bitov
Gorvachev versus Romanov 


La resolución del Comité Central de 1971, como os he dicho propuesta por Chernenko, no era más que la consecuencia lógica del proceso que había comenzado desde el momento en que Leónidas Breznev había conseguido imponerse sobre Shelepin y otros posibles adversarios de su posición de poder. Una tendencia fuertemente centralizadora del poder que, de alguna manera, reinventaría el estalinismo, aunque sin purgas violentas que ya no hacían falta porque ni en el Partido ni el en ejército quedaba gente dispuesta a discrepar. En 1977, este proceso culminaría con la decisión del Comité Central, en ese momento inusitada en términos históricos, de que el secretario general del Partido debía ser también presidente del Soviet Supremo. Estas cosas son las que hacen totalmente huero y fruto de la ignorancia habitual esas afirmaciones de que el estalinismo fue una “enfermedad” del sistema soviético; algo que traicionó sus principios. No, no los traicionó: los quintaesenció. Y el breznevismo repitió la jugada.

lunes, noviembre 28, 2022

La hoja roja bolchevique (16): El Partido se hace científico

 El chavalote que construyó la Peineta de Novoselovo

Un fracaso detrás de otro
El periplo moldavo
Bajo el ala de Nikita Kruschev
El aguililla de la propaganda
Ascendiendo, pero poco
A la sombra del político en flor
Cómo cayó Kruschev (1)
Cómo cayó Kruschev (2)
Cómo cayó Kruschev (3)
Cómo cayó Kruschev (4)
En el poder, pero menos
El regreso de la guerra
La victoria sobre Kosigyn, Podgorny y Shelepin
Spud Webb, primer reboteador de la Liga
El Partido se hace científico
El simplificador
Diez negritos soviéticos
Konstantin comienza a salir solo en las fotos
La invención de un reformista
El culto a la personalidad
Orchestal manoeuvres in the dark
Cómo Andropov le birló su lugar en la Historia a Chernenko
La continuidad discontinua
El campeón de los jetas
Dos zorras y un solo gallinero
El sudoku sucesorio
El gobierno del cochero
Chuky, el muñeco comunista
Braceando para no ahogarse
¿Quién manda en la política exterior soviética?
El caso Bitov
Gorvachev versus Romanov 

De alguna manera, Chernenko le dio la vuelta a uno de los principales argumentos del estalinismo, gesto en el que, aunque probablemente a él el tema le diese igual, reivindicó a muchos miles de comunistas muertos en oscuros patios bajo las balas. Efectivamente: si con Stalin el hecho de que una fábrica sufriese un incendio o que las cooperativas agrícolas no completasen sus cupos de producción era el producto de sabotajes perpretrados por oscuros enemigos del Partido, con Breznev-Chernenko ese tipo de cosas comenzaron a ser oficialmente consecuencia de que el Partido no estaba haciendo las cosas bien y, consiguientemente, debía reestructurarse o ajustarse. Como ya os he dicho, siendo como eran bolcheviques, es decir dictadores, nunca se permitieron el lujo de concluir que, tal vez, el problema estaba en el comunismo en sí; pues una marca muy común del comunista devoto es que él, que tan rápido es a la hora de hacer juicios sistémicos del tipo “el capitalismo mata”, jamás aceptará ningún juicio sistémico sobre el comunismo; jamás aceptó, ni acepta, ni aceptará, la idea de que algo no funciona, no porque el comunismo no está funcionando bien, sino porque, simplemente, no funciona. Pero, claro, no le vamos a pedir peras al olmo, pues a todas estas gentes ya les dejó claro Vladimiro Lenin que dejarse penetrar por pensamientos así es contrarrevolucionario.

viernes, noviembre 25, 2022

La hoja roja bolchevique (15): Spud Webb, primer reboteador de la Liga

El chavalote que construyó la Peineta de Novoselovo

Un fracaso detrás de otro
El periplo moldavo
Bajo el ala de Nikita Kruschev
El aguililla de la propaganda
Ascendiendo, pero poco
A la sombra del político en flor
Cómo cayó Kruschev (1)
Cómo cayó Kruschev (2)
Cómo cayó Kruschev (3)
Cómo cayó Kruschev (4)
En el poder, pero menos
El regreso de la guerra
La victoria sobre Kosigyn, Podgorny y Shelepin
Spud Webb, primer reboteador de la Liga
El Partido se hace científico
El simplificador
Diez negritos soviéticos
Konstantin comienza a salir solo en las fotos
La invención de un reformista
El culto a la personalidad
Orchestal manoeuvres in the dark
Cómo Andropov le birló su lugar en la Historia a Chernenko
La continuidad discontinua
El campeón de los jetas
Dos zorras y un solo gallinero
El sudoku sucesorio
El gobierno del cochero
Chuky, el muñeco comunista
Braceando para no ahogarse
¿Quién manda en la política exterior soviética?
El caso Bitov
Gorvachev versus Romanov 



La publicación del artículo de Chernenko, como cualquier otra novedad nacida del Partido en aquellos tiempos, no era algo ni casual ni falto de motivación. El artículo del futuro secretario general del PCUS incidía repetidamente en la idea de que la evolución de la política soviética, así como de su ingeniería social, tendría una fuente importante en la praxis del Partido, pero también en las acciones realizadas por los elementos no afiliados al PCUS (pero dentro del régimen; una especie de concepción orgánica, pues, ligeramente desideologizada, que recuerda un poco a la última Falange del franquismo que, por cierto, estaba escribiendo sus páginas precisamente en esos años). Todo eso, como digo, tenía un objetivo por parte del autor del artículo y de los hombres que facilitaron su publicación: extender las alas de Konstantin.

miércoles, noviembre 23, 2022

La hoja roja bolquevique (14): La victoria sobre Kosigyn, Podgorny y Shelepin

El chavalote que construyó la Peineta de Novoselovo

Un fracaso detrás de otro
El periplo moldavo
Bajo el ala de Nikita Kruschev
El aguililla de la propaganda
Ascendiendo, pero poco
A la sombra del político en flor
Cómo cayó Kruschev (1)
Cómo cayó Kruschev (2)
Cómo cayó Kruschev (3)
Cómo cayó Kruschev (4)
En el poder, pero menos
El regreso de la guerra
La victoria sobre Kosigyn, Podgorny y Shelepin
Spud Webb, primer reboteador de la Liga
El Partido se hace científico
El simplificador
Diez negritos soviéticos
Konstantin comienza a salir solo en las fotos
La invención de un reformista
El culto a la personalidad
Orchestal manoeuvres in the dark
Cómo Andropov le birló su lugar en la Historia a Chernenko
La continuidad discontinua
El campeón de los jetas
Dos zorras y un solo gallinero
El sudoku sucesorio
El gobierno del cochero
Chuky, el muñeco comunista
Braceando para no ahogarse
¿Quién manda en la política exterior soviética?
El caso Bitov
Gorvachev versus Romanov  



El 23 Congreso del PCUS fue una victoria sin paliativos de Breznev. Por ejemplo, se reeditó el cargo de secretario general del PCUS. Formalmente, pues, el secretario general del Partido dejaba de ser el primer secretario general del Comité Central; así pues, su cargo dejó de transmitir, cuando menos formalmente, la idea de que era un primus inter pares. Asimismo, el Politburo recuperó su nombre, dejando de ser Presidium. Lo verdaderamente importante de este cambio es que había sido solicitado por el propio Breznev. Pero es bueno que repasemos los actos de esta victoria.

El principal problema de Breznev, evidentemente, era Nikolai Podgorny. Nombrado segundo secretario general del Comité Central por Khruschev, quedó a cargo de muchos elementos organizativos de dicho órgano; lo cual le otorgaba la oportunidad de crear su propia base de poder. Asimismo, como secretario del Comité también estaba Alexander Shelepin, un hombre que a nadie se le ocultaba que había ido al enfrentamiento con Khruschev con la idea de ser él quien lo sucediese. Shelepin entró en el Politburo en noviembre de 1964, era vice primer ministro del gobierno y, como he dicho, secretario del Comité Central. Tenía, pues, muchos hilos de los que tirar, especialmente el llamado Comité de Control del Partido, cuya presidencia ostentaba desde los tiempos de Khruschev, y que le daba un poder importante sobre nombramientos y destinos. Shelepin tenía el poder de decidir sobre mucha gente del Partido en el sentido de si tendrían coche oficial o no; de si vivirían y trabajarían en Moscú o en el culo del mundo; esas cosas.

Podgorny era un problema para Breznev desde el momento en que cayó Khruschev. Pero más lo fue después de que, pasado el tiempo, fue acercándose a Kosigyn, cuyas ideas sobre la necesidad de fomentar la industria y los bienes de consumo asumió como propias. Juntos, Podgorny y Kosigyn presentaban una alianza capaz de tener una gran influencia en el campo económico, hasta el punto de eclipsar al secretario general. Existía el peligro, por lo tanto, de que la pareja se dedicase a gestionar en serio el país, mientras que a Breznev le dejaban los besitos a la momia de Lenin y las gilipolleces.

La opción lógica, en ese punto, para Breznev, era cortejar a Shelepin. Shelepin era un conservador en el sentido más comunista del término. Era uno de esos tipos, tan comunes en la nomenklatura soviética, que interpretaban la doctrina del socialismo en un sentido religioso; así pues, igual que un musulmán no suele plantearse que, tal vez, la orden de El Profeta de no beber alcohol pudo tener un sentido en su tiempo que no tiene ahora, el comunista conservador considera que las palabras de Lenin están escritas en piedra. Ese tipo de personas consideraba las teorías de Podgorny y Kosigyn como contrarrevocionarias y de consuno muy peligrosas; aunque de ello no había nada, si es que había algo, puesto que esta pareja tiene de predecesora de las ideas que acabaría defendiendo Gorvachev (muy a su pesar, por cierto) lo que yo de lagarterana. Aunque las cosas sean así, como digo, personas como Shelepin tendían a ver una hidra en la actuación de los nuevos jerarcas soviéticos, crecidos a la sombra de Khruschev.

Shelepin, por otra parte, no respetaba a Breznev. Consideraba que no tenía empuje para hacer todo lo que había que hacer para defender y conservar la ortodoxia soviética; y, en consecuencia, lo concebía como una especie de secretario general de transición, cuya misión principal sería preparar el terreno para la llegada de un líder más joven y con más capacidad, por ello, de proveer a la URSS de estabilidad. Y ese alguien, claro, era el propio Shelepin.

De forma como siempre taimada y extremadamente formal, Breznev tuvo que defenderse de esta presunta condición de líder provisional a través de sus terminales en la Prensa. Estas cosas en la URSS se hacían de forma extremadamente indirecta, y por eso eran tan valorados, en aquel tiempo, los verdaderos sovietólogos que eran capaces de leer entre líneas. Por ejemplo, si en 1965 la revista Economicheskaya gazeta publicó un furibundo artículo criticando la gestión económica de los mandos del Partido en Jarkov, era necesario leer ese texto teniendo siempre presente que Podgorny provenía de allí. Esta publicación y, sobre todo, el Pravda, continuaron criticando abiertamente el punto de vista basado en defender la prevalencia estratégica de la industria ligera en el futuro de la economía soviética.

En mayo de 1965, durante una visita a la capital azerí de Bakú, Podgorny decidió responder. En su discurso, vino a decir que en un tiempo no había otra que decirle al pueblo soviético que tenía que aceptar recortes en su bienestar para poder desarrollar la industria pesada nacional; pero que esos tiempos habían pasado, y había llegado el momento de transferirle bienestar a la gente. Este discurso cayó como un baldón sobre los círculos más conservadores del Partido, que veían en esas palabras la insinuación de que Podgorny estaba dispuesto a levantar el pie del acelerador en la carrera de armamentos. Bueno, por eso y porque a los miembros del Partido Comunista de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el bienestar del proletario por quien lo hacían todo, y mientras ellos pudieran seguir con su vodka y sus putas, les importaba una puta mierda.

El discurso de Bakú, yo creo que sobre esto hay un consenso bastante amplio, fue un error por parte de Podgorny. Este tipo de planteamientos nunca se hacían, nunca se debían hacer, sin tener claro que se tenía suficientes turiferarios para defenderlo y ampararlo; y no era el caso. Podgorny tenía una amplia base de poder; pero no tan amplia como para mostrar músculo delante de los conservadores. Además, fue una toma de posición tan clara, tan neta, que obligó a quienes hasta entonces habían querido permanecer au dessus de la melée a descender al barro. Uno de ellos, por ejemplo, fue Milhail Suslov quien, desde su tribuna de ideólogo oficial del régimen, comenzó a despotricar contra “las visiones desviacionistas” y a defender las esencias del leninismo, para él intocables.

El hecho de que Suslov acabase, en la práctica, en el lado de Breznev, hizo que la relación de fuerzas en el Politburo capotase para siempre. El jarkoviano ya no podía aspirar a imponerse sobre el secretario general, falto absolutamente de apoyos. Así las cosas, el 9 de diciembre de 1965 le dieron la patada y lo nombraron presidente del Presidium del Soviet Supremo, o sea, Florero Mayor del Reino. Pocos meses después, perdería su secretaría del Comité Central, convirtiéndose en una figura absolutamente falta de poder.

Para Breznev, la caída de Podgorny vino a significar algo muy importante: ya no necesitaba de Shelepin. De hecho, en el mismo pleno de 9 de diciembre de 1965 en que a Podgorny lo mandaron a la jefatura del Estado a tocarse las narices, a Shelepin le quitaron la presidencia del Comité de Control del Partido, que era, como os he dicho, la fuente principal de su poder; se hizo por la vía de abolir el propio comité. Asimismo, sería pronto removido como viceprimer ministro.

En apenas unos meses tras la caída de Khruschev, pues, Leónidas Breznev había conseguido controlar el Politburo y decidir, en la práctica, lo que se vería en sus sesiones, y lo que no. Había conseguido deshacerse del peligro de que Kosigyn y Podgorny pudieran crearle una pequeña coalición en contra basada en una suerte de alianza con un pueblo soviético ávido de tener cosas que no tenía; y se había deshecho de quien era, verdaderamente, su principal competidor a la hora de llegar a la cumbre del poder soviético, esto es, Alexander Shelepin. Y todo esto lo había conseguido con la colaboración importante de Chernenko.

Konstantin comenzó a subir y a ganar peso dentro del PCUS conforme lo hizo el poder de su jefe directo. Y esto, la verdad, era algo, como poco, inusitado, porque difícilmente se podría pensar en un líder comunista con menos galones para serlo que él. Por edad, Chernenko ni había formado parte de la Revolución ni de la guerra civil que le siguió. Pero tampoco había ido a la guerra mundial, cosa que sí le podría haber tocado; y, lo que es más importante a la hora de exhibir sovietogalones, nunca había gestionado ni una república ni una región, que eran los territorios habituales donde los jerifaltes soviéticos hacían el MIR. Muy particularmente, Chernenko ni sabía hablar, ni era un escritor brillante. Nunca le había gustado leer y, la verdad, como especialista en propaganda que era, a él lo que le interesaba era la superficialidad de las cosas; las sutilezas del marxismo lo superaban.

Por eso, para Chernenko, alcanzar la situación de ser uno de los elementos fundamentales del equipo del secretario general reinante supuso un reto muy importante; un reto en el que, la verdad, nunca avanzó gran cosa: convertirse en un teórico de ésos que escriben y publican artículos. Era necesario, teniendo en cuenta que la victoria de Breznev, que como os he dicho se produjo fundamentalmente en el XXIII congreso del Partido, venía a suponer el inicio de la ascensión del subordinado. Cuando se celebró este XXIII congreso, marzo de 1966, Chernenko fue elegido para figurar en el secretariado de la reunión. Un nombramiento muy, muy importante. El Congreso, asimismo, lo nombró miembro candidato del Comité Central. El 15 de abril del mismo año, Pravda anunció que era, asimismo, candidato para adjunto al Soviet Supremo.

Aquel mismo año falleció A. N. Rudakov, uno de los secretarios del Comité Central; y en la lista reducida de nombres que Pravda publicó en las condolencias, estaba el de Chernenko. A decir verdad, el periódico lo citaba en el puesto 43; pero era un comienzo, como el de ese actor famoso de Hollywood que comenzó haciendo un pequeño papel de extra.

La segunda mitad de los años sesenta se puede resumir en la constante labor de Chernenko, escalando como una culebrilla arborícola por ese tipo de listas. En 1971, cuando se celebró el XXIV congreso del Partido, fue de nuevo nombrado para el secretariado del congreso y nombrado miembro de pleno derecho del Comité Central. En 1967 la roscó M A Sivolyubov, el director del Gospolitizdat o Editora Estatal Soviética; y Chernenko figuró en Pravda el segundo en la lista de los que habían expresado sus condolencias, justo detrás de un miembro candidato del Politburo. En 1974, cuando Pravda publicó una lista de felicitaciones para Breznev al regreso de su visita al presidente americano Richard Nixon, Chernenko estaba de nuevo segundo en la lista, justo detrás de Dimitri Ustinov, también miembro candidato del Politburo.

Asimismo, 1971 fue el año en que Chernenko se estrenó como teórico. La revista Voprosi istorii, Cuestiones de Historia, publicó un artículo de Konstantin en el que analizaba las consecuencias del XXIV congreso. En su artículo, Chernenko viene a decir que el papel de liderazgo social y económico del Partido Comunista en la Unión Soviética debe combinarse con mayores dosis de democracia. Aunque tampoco te sobres mucho, porque, la verdad, el concepto de democracia que manejaban aquellos tipos tiene poco que ver con lo que solemos entender por ello. No les quedaba otra, la verdad, pues, como demostraron situaciones como la Primavera de Praga, introducir una democracia verdadera en el “liderazgo económico y social del Partido” suele tener como consecuencia que dicho liderazgo se vaya a la mierda. El artículo es un retruécano argumentativo de la hostia, basado, cómo no, en la herramienta analítica que ofrece la dialéctica, cuya principal conclusión venía a ser que los ciudadanos soviéticos no afiliados al PCUS tendían cada vez más a actuar como los miembros del Partido, como lógica consecuencia del liderazgo de éste; por lo que podría llegar un día en que dicho liderazgo ni siquiera fuese necesario. Los comunistas, ya sabe, son como los sacerdotes: todo te lo fían a un momento futuro que siempre está por llegar.

Quizás acojonado por lo que él mismo estaba diciendo, Chernenko hacía virar sus plúmbeos párrafos en la dirección de recuperar las esencias del socialismo. Que todo el mundo tienda a hacer como el Partido es la mejor demostración de que el Partido hace lo correcto (en realidad, era la mejor demostración de que el Partido dirigía una dictadura violenta que reprimía de forma repugnante cualquier disidencia; pero pedirle a Chernenko que viese esto, y pedirle a Voprosi istoriii que lo publicase, probablemente sería demasiado). Como consecuencia, concluía, todo en las tendencias históricas apunta hacia la necesidad y eficiencia de la dictadura del proletariado, del mando único del Partido y, en suma, de un mando totalitario. 

El Congreso del Partido, de hecho, adoptó el texto de Chernenko entre sus propuestas aprobadas. Nos ha jodido. Más vodka, y más putas. A ver quién dice que no.

lunes, noviembre 21, 2022

La hoja roja bolchevique (13): El regreso de la guerra

El chavalote que construyó la Peineta de Novoselovo

Un fracaso detrás de otro
El periplo moldavo
Bajo el ala de Nikita Kruschev
El aguililla de la propaganda
Ascendiendo, pero poco
A la sombra del político en flor
Cómo cayó Kruschev (1)
Cómo cayó Kruschev (2)
Cómo cayó Kruschev (3)
Cómo cayó Kruschev (4)
En el poder, pero menos
El regreso de la guerra
La victoria sobre Kosigyn, Podgorny y Shelepin
Spud Webb, primer reboteador de la Liga
El Partido se hace científico
El simplificador
Diez negritos soviéticos
Konstantin comienza a salir solo en las fotos
La invención de un reformista
El culto a la personalidad
Orchestal manoeuvres in the dark
Cómo Andropov le birló su lugar en la Historia a Chernenko
La continuidad discontinua
El campeón de los jetas
Dos zorras y un solo gallinero
El sudoku sucesorio
El gobierno del cochero
Chuky, el muñeco comunista
Braceando para no ahogarse
¿Quién manda en la política exterior soviética?
El caso Bitov
Gorvachev versus Romanov 


 

Breznev sabía muy bien lo que tenía que hacer para mantenerse en el poder. La suya fue una estrategia tan exitosa que su mando fue muy largo y no terminó sino con su muerte. Básicamente, se basó en dos grandes elementos: por un lado, la construcción de una base de cuadros en puestos clave formado por personas que se lo debieran todo. Y, por otro, la homeopatización del Politburo. ¿Qué quiere decir esto? Pues, claramente, la mejor opción de supervivencia para un secretario general, y esto Breznev lo sabía bien porque había visto a su mentor Khruschev fallar en esto estrepitosamente, era conseguir que en el Politburo no hubiese miembros ni grupos de miembros en condiciones de acumular poder suficiente para hacerle sombra. Y esto suponía permitir el ascenso al máximo órgano político de la URSS a personas que tuviesen una, o mejor varias, de las siguientes características:

  • No tener vínculos claros con el Partido, es decir, no ostentar secretarías del Comité Central.
  • Ser demasiado viejos, o demasiado jóvenes.
  • Tener poco predicamento y escasos contactos en la capital.
  • Tener poco predicamento y escasos contactos en la burocracia del Partido.

viernes, noviembre 18, 2022

La hoja roja bolchevique (12): En el poder, pero menos

El chavalote que construyó la Peineta de Novoselovo

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Bajo el ala de Nikita Kruschev
El aguililla de la propaganda
Ascendiendo, pero poco
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Cómo cayó Kruschev (1)
Cómo cayó Kruschev (2)
Cómo cayó Kruschev (3)
Cómo cayó Kruschev (4)
En el poder, pero menos
El regreso de la guerra
La victoria sobre Kosigyn, Podgorny y Shelepin
Spud Webb, primer reboteador de la Liga
El Partido se hace científico
El simplificador
Diez negritos soviéticos
Konstantin comienza a salir solo en las fotos
La invención de un reformista
El culto a la personalidad
Orchestal manoeuvres in the dark
Cómo Andropov le birló su lugar en la Historia a Chernenko
La continuidad discontinua
El campeón de los jetas
Dos zorras y un solo gallinero
El sudoku sucesorio
El gobierno del cochero
Chuky, el muñeco comunista
Braceando para no ahogarse
¿Quién manda en la política exterior soviética?
El caso Bitov
Gorvachev versus Romanov 


Como ya os he dicho, la decisión de Khruschev de buscar un acercamiento a la República Federal Alemana fue la gota final que colmó el vaso del grupo de conspiradores, que para entonces estaba sólidamente conjuntado con los nombres de Breznev, Shelepin, Suslov, Kosigyn y Poliansky. De hecho, cuando Khruschev decidió visitar Bonn, el KGB recibió órdenes, sin que se sepa realmente de quién procedían, de sabotear la visita. Como resultado de esta estrategia, un diplomático alemán fue envenenado, en lo que se conoció como el affair Schwinermann; un grupo de agentes del KGB entraron en un hotel donde estaban hospedados funcionarios ingleses y estadounidenses (el incidente Khavarovsk); y, en Moscú, un estadounidense fue detenido. Se trató de Frederick C. Bargohoorn, un especialista en temas rusos de Yale, que fue detenido y acusado de espionaje, y no sería liberado sino tras las peticiones explícitas en ese sentido del presidente John Fitzgerald Kennedy.

miércoles, noviembre 16, 2022

La hoja roja bolchevique (11): Cómo cayó Khruschev (4)

El chavalote que construyó la Peineta de Novoselovo

Un fracaso detrás de otro
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Bajo el ala de Nikita Kruschev
El aguililla de la propaganda
Ascendiendo, pero poco
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Cómo cayó Kruschev (1)
Cómo cayó Kruschev (2)
Cómo cayó Kruschev (3)
Cómo cayó Kruschev (4)
En el poder, pero menos
El regreso de la guerra
La victoria sobre Kosigyn, Podgorny y Shelepin
Spud Webb, primer reboteador de la Liga
El Partido se hace científico
El simplificador
Diez negritos soviéticos
Konstantin comienza a salir solo en las fotos
La invención de un reformista
El culto a la personalidad
Orchestal manoeuvres in the dark
Cómo Andropov le birló su lugar en la Historia a Chernenko
La continuidad discontinua
El campeón de los jetas
Dos zorras y un solo gallinero
El sudoku sucesorio
El gobierno del cochero
Chuky, el muñeco comunista
Braceando para no ahogarse
¿Quién manda en la política exterior soviética?
El caso Bitov
Gorvachev versus Romanov 



El papel de las Fuerzas Armadas y de la Policía en el golpe que se cargó a Khruschev fue tan importante que son muchos los analistas que se preguntan si, en lugar de la versión comúnmente aceptada de que Shelepin reclutó a Breznev, no sería más verdad que Breznev reclutó a Shelepin.

lunes, noviembre 14, 2022

La hoja roja bolchevique (10): Cómo cayó Khruschev (3)

 El chavalote que construyó la Peineta de Novoselovo

Un fracaso detrás de otro
El periplo moldavo
Bajo el ala de Nikita Kruschev
El aguililla de la propaganda
Ascendiendo, pero poco
A la sombra del político en flor
Cómo cayó Kruschev (1)
Cómo cayó Kruschev (2)
Cómo cayó Kruschev (3)
Cómo cayó Kruschev (4)
En el poder, pero menos
El regreso de la guerra
La victoria sobre Kosigyn, Podgorny y Shelepin
Spud Webb, primer reboteador de la Liga
El Partido se hace científico
El simplificador
Diez negritos soviéticos
Konstantin comienza a salir solo en las fotos
La invención de un reformista
El culto a la personalidad
Orchestal manoeuvres in the dark
Cómo Andropov le birló su lugar en la Historia a Chernenko
La continuidad discontinua
El campeón de los jetas
Dos zorras y un solo gallinero
El sudoku sucesorio
El gobierno del cochero
Chuky, el muñeco comunista
Braceando para no ahogarse
¿Quién manda en la política exterior soviética?
El caso Bitov
Gorvachev versus Romanov

El primero en caer tenía que ser, el leningradense Kolzov lo tenía clarinete, un ucraniano. El mensaje tenía que ser claro en el sentido de que FRK no le tenía miedo a la Mafia del Dnieper. Así, Andrei Kirilenko fue cesado de su influyente puesto en el Presidium del Comité Central. Aquello era caza mayor: el misil había caído en el Politburo, y había masacrado a un político que había sido secretario general del Partido en la provincia adyacente a donde lo había sido Breznev al mismo tiempo; por no mencionar que ambos eran comrades in arms.

viernes, noviembre 11, 2022

La hoja roja bolchevique (9): Cómo cayó Khruchev (2)

 El chavalote que construyó la Peineta de Novoselovo

Un fracaso detrás de otro
El periplo moldavo
Bajo el ala de Nikita Kruschev
El aguililla de la propaganda
Ascendiendo, pero poco
A la sombra del político en flor
Cómo cayó Kruschev (1)
Cómo cayó Kruschev (2)
Cómo cayó Kruschev (3)
Cómo cayó Kruschev (4)
En el poder, pero menos
El regreso de la guerra
La victoria sobre Kosigyn, Podgorny y Shelepin
Spud Webb, primer reboteador de la Liga
El Partido se hace científico
El simplificador
Diez negritos soviéticos
Konstantin comienza a salir solo en las fotos
La invención de un reformista
El culto a la personalidad
Orchestal manoeuvres in the dark
Cómo Andropov le birló su lugar en la Historia a Chernenko
La continuidad discontinua
El campeón de los jetas
Dos zorras y un solo gallinero
El sudoku sucesorio
El gobierno del cochero
Chuky, el muñeco comunista
Braceando para no ahogarse
¿Quién manda en la política exterior soviética?
El caso Bitov
Gorvachev versus Romanov

La traición, o cuando menos la traición percibida, de Khruschev hacia Suslov, habría de tener la consecuencia inesperada de hacer que alguien que, teóricamente, era muy poco proclive a participar en conspiraciones y luchas por el poder, se plantease hacerlo. Y, en este punto, Khruschev, quien llevaba probablemente muchos años ya bajo una gran tensión provocada por las luchas de poder de las que era centro, comenzó a cometer errores de colegial comunista.

miércoles, noviembre 09, 2022

La hoja roja bolchevique (8): Cómo cayó Khruschev (1)

 El chavalote que construyó la Peineta de Novoselovo

Un fracaso detrás de otro
El periplo moldavo
Bajo el ala de Nikita Kruschev
El aguililla de la propaganda
Ascendiendo, pero poco
A la sombra del político en flor
Cómo cayó Kruschev (1)
Cómo cayó Kruschev (2)
Cómo cayó Kruschev (3)
Cómo cayó Kruschev (4)
En el poder, pero menos
El regreso de la guerra
La victoria sobre Kosigyn, Podgorny y Shelepin
Spud Webb, primer reboteador de la Liga
El Partido se hace científico
El simplificador
Diez negritos soviéticos
Konstantin comienza a salir solo en las fotos
La invención de un reformista
El culto a la personalidad
Orchestal manoeuvres in the dark
Cómo Andropov le birló su lugar en la Historia a Chernenko
La continuidad discontinua
El campeón de los jetas
Dos zorras y un solo gallinero
El sudoku sucesorio
El gobierno del cochero
Chuky, el muñeco comunista
Braceando para no ahogarse
¿Quién manda en la política exterior soviética?
El caso Bitov
Gorvachev versus Romanov 

Entramos, en esta toma, en el proceloso mundo de la caída de Nikita Khruschev, sus porqués y circunstancias. Algo de lo que ya hemos hablado al recensionar la vida de Leónidas Breznev pero, quizás, de forma demasiado esquemática. Aquí vamos a tratar de ocuparnos de las cosas un poco más en extenso.

lunes, noviembre 07, 2022

La hoja roja bolchevique (7): A la sombra del político en flor

El chavalote que construyó la Peineta de Novoselovo

Un fracaso detrás de otro
El periplo moldavo
Bajo el ala de Nikita Kruschev
El aguililla de la propaganda
Ascendiendo, pero poco
A la sombra del político en flor
Cómo cayó Kruschev (1)
Cómo cayó Kruschev (2)
Cómo cayó Kruschev (3)
Cómo cayó Kruschev (4)
En el poder, pero menos
El regreso de la guerra
La victoria sobre Kosigyn, Podgorny y Shelepin
Spud Webb, primer reboteador de la Liga
El Partido se hace científico
El simplificador
Diez negritos soviéticos
Konstantin comienza a salir solo en las fotos
La invención de un reformista
El culto a la personalidad
Orchestal manoeuvres in the dark
Cómo Andropov le birló su lugar en la Historia a Chernenko
La continuidad discontinua
El campeón de los jetas
Dos zorras y un solo gallinero
El sudoku sucesorio
El gobierno del cochero
Chuky, el muñeco comunista
Braceando para no ahogarse
¿Quién manda en la política exterior soviética?
El caso Bitov
Gorvachev versus Romanov  






 Chernenko, siempre cerca de Breznev. Foto vía https://beautifulrus.com/

Con 49 años de edad y cuatro de trabajo en Moscú, Chernenko todavía pertenecía a esa amplia tribu de cuadros comunistas a los que la Prensa se refería en colectivo, sin expresar su nombre. Aunque había conseguido, en algunos momentos, alcanzar un estatus capaz de ejercer funciones que excedían su poder teórico, no dejaba de ser el ejecutor de políticas de otros y, lo que es más importante, paradójicamente más importante en un país que no tenía elecciones sino formales, no formaba parte de ninguno de los órganos electivos de la nación, ni el Comité Central ni el Soviet Supremo. Su sueldo era modesto, y su baja estofa política se medía por un hecho importante que, por cierto, lo sigue siendo a día de hoy en todo régimen político: carecía de coche oficial propio.

viernes, noviembre 04, 2022

La hoja roja bolchevique (6): Ascendiendo, pero poco

El chavalote que construyó la Peineta de Novoselovo

Un fracaso detrás de otro
El periplo moldavo
Bajo el ala de Nikita Kruschev
El aguililla de la propaganda
Ascendiendo, pero poco
A la sombra del político en flor
Cómo cayó Kruschev (1)
Cómo cayó Kruschev (2)
Cómo cayó Kruschev (3)
Cómo cayó Kruschev (4)
En el poder, pero menos
El regreso de la guerra
La victoria sobre Kosigyn, Podgorny y Shelepin
Spud Webb, primer reboteador de la Liga
El Partido se hace científico
El simplificador
Diez negritos soviéticos
Konstantin comienza a salir solo en las fotos
La invención de un reformista
El culto a la personalidad
Orchestal manoeuvres in the dark
Cómo Andropov le birló su lugar en la Historia a Chernenko
La continuidad discontinua
El campeón de los jetas
Dos zorras y un solo gallinero
El sudoku sucesorio
El gobierno del cochero
Chuky, el muñeco comunista
Braceando para no ahogarse
¿Quién manda en la política exterior soviética?
El caso Bitov
Gorvachev versus Romanov  



A pesar de que para los comunistas la propaganda lo es casi todo, Chernenko, quien debo de recordaros a finales de los cincuenta tenía una edad demasiado provecta como para dejar que el arroz se le pasase más tiempo, tenía un problema: los hombres que hacían esa propaganda no eran tan importantes como la propaganda en sí. Esto quiere decir que, en el sistema soviético, quienes tocaban pelo de poder eran los militares, los planificadores económicos, los policías; pero rara vez los especialistas en propaganda, que eran más bien vistos como eficientes funcionarios dedicados a hacer lo que otros les encargaban. Konstantin Chernenko había elegido un oficio dentro del comunismo; pero ese oficio no carburaba todo lo necesario.

miércoles, noviembre 02, 2022

Off topic estalinista


 


Hola, buenas. 


Esta entrada es un off topic, expresión ésta que creo ya está en desuso en la red pero que yo sigo usando. El caso es que ayer concluí que había una cosa que tenía que consultar con vosotros, los lectores. Y eso es lo que voy a hacer en este momento.

La hoja roja bolchevique (5): El aguililla de la propaganda

 El chavalote que construyó la Peineta de Novoselovo

Un fracaso detrás de otro
El periplo moldavo
Bajo el ala de Nikita Kruschev
El aguililla de la propaganda
Ascendiendo, pero poco
A la sombra del político en flor
Cómo cayó Kruschev (1)
Cómo cayó Kruschev (2)
Cómo cayó Kruschev (3)
Cómo cayó Kruschev (4)
En el poder, pero menos
El regreso de la guerra
La victoria sobre Kosigyn, Podgorny y Shelepin
Spud Webb, primer reboteador de la Liga
El Partido se hace científico
El simplificador
Diez negritos soviéticos
Konstantin comienza a salir solo en las fotos
La invención de un reformista
El culto a la personalidad
Orchestal manoeuvres in the dark
Cómo Andropov le birló su lugar en la Historia a Chernenko
La continuidad discontinua
El campeón de los jetas
Dos zorras y un solo gallinero
El sudoku sucesorio
El gobierno del cochero
Chuky, el muñeco comunista
Braceando para no ahogarse
¿Quién manda en la política exterior soviética?
El caso Bitov
Gorvachev versus Romanov 

Digo lo que digo porque, nada más sobrevivir por un cortacabeza en el pleno de 1957, Nikita Khruschev se aplicó a cortarle las alas a uno de sus principales valedores, si no el principal, en aquella reunión: el mariscal Zhukov, que se había hecho extremadamente popular en un país en el que los uniformes y la ferralla en la pechera eran muy queridos. Sin embargo, se equivocó en el punto de mira, porque quien estaba, quizás, pensando ya en llevárselo por delante no era Zhukov, sino su querido y fiel Leónidas.

lunes, octubre 31, 2022

La hoja roja bolchevique (4): Bajo el ala de Nikita Khruschev

El chavalote que construyó la Peineta de Novoselovo

Un fracaso detrás de otro
El periplo moldavo
Bajo el ala de Nikita Kruschev
El aguililla de la propaganda
Ascendiendo, pero poco
A la sombra del político en flor
Cómo cayó Kruschev (1)
Cómo cayó Kruschev (2)
Cómo cayó Kruschev (3)
Cómo cayó Kruschev (4)
En el poder, pero menos
El regreso de la guerra
La victoria sobre Kosigyn, Podgorny y Shelepin
Spud Webb, primer reboteador de la Liga
El Partido se hace científico
El simplificador
Diez negritos soviéticos
Konstantin comienza a salir solo en las fotos
La invención de un reformista
El culto a la personalidad
Orchestal manoeuvres in the dark
Cómo Andropov le birló su lugar en la Historia a Chernenko
La continuidad discontinua
El campeón de los jetas
Dos zorras y un solo gallinero
El sudoku sucesorio
El gobierno del cochero
Chuky, el muñeco comunista
Braceando para no ahogarse
¿Quién manda en la política exterior soviética?
El caso Bitov
Gorvachev versus Romanov 


Como ya os he insinuado, cuando Leónidas Breznev y Konstantin Chernenko comenzaron a trabajar juntos, el segundo de ellos estaba llegando a los cuarenta años; esa edad en la que, en el mundillo soviético, más te valía haber llegado a ser ya alguien. Sin embargo, como digo, la llegada de Breznev fue un bálsamo para Chernenko, porque ambos respiraban el mismo tipo de aire: la propaganda Pocas semanas después de haberse hecho con el control del Partido en Moldavia, Breznev envió un informe a Moscú informando de que la cuota de grano y cosechas adjudicada a Moldavia había sido superada en un 2,9%. El anuncio, en una sociedad mínimamente democrática, no habría tenido el menor pase: hacía sólo unas semanas que Koval había sido cesado precisamente por quedarse coto con esa cuota, por mucho. Pero en la URSS estas cosas, si estaban adecuadamente apadrinadas, podían colar.

viernes, octubre 28, 2022

La hoja roja bolchevique (3): El periplo moldavo

El chavalote que construyó la Peineta de Novoselovo

Un fracaso detrás de otro
El periplo moldavo
Bajo el ala de Nikita Kruschev
El aguililla de la propaganda
Ascendiendo, pero poco
A la sombra del político en flor
Cómo cayó Kruschev (1)
Cómo cayó Kruschev (2)
Cómo cayó Kruschev (3)
Cómo cayó Kruschev (4)
En el poder, pero menos
El regreso de la guerra
La victoria sobre Kosigyn, Podgorny y Shelepin
Spud Webb, primer reboteador de la Liga
El Partido se hace científico
El simplificador
Diez negritos soviéticos
Konstantin comienza a salir solo en las fotos
La invención de un reformista
El culto a la personalidad
Orchestal manoeuvres in the dark
Cómo Andropov le birló su lugar en la Historia a Chernenko
La continuidad discontinua
El campeón de los jetas
Dos zorras y un solo gallinero
El sudoku sucesorio
El gobierno del cochero
Chuky, el muñeco comunista
Braceando para no ahogarse
¿Quién manda en la política exterior soviética?
El caso Bitov
Gorvachev versus Romanov 



Chernenko impulsó la creación de una nueva columna que aparecería en los periódicos moldavos: Na agitatsionnom punkte, o sea, en el puesto de propaganda. En dicha columna, el nuevo responsable de la ideología comunista en Moldavia comenzó a repartir. Comenzó por el raikom de Rezina, que, según él, no hacía bien su trabajo de propaganda; el secretario de dicho comité territorial fue rápidamente cesado. El tema tuvo su importancia, puesto que, normalmente, a un secretario territorial del Partido lo tenía que echar el Comité Central del Partido de la unidad territorial superior. Pero, esta vez, el cese corrió del lado de la Secretaría de Propaganda, no del propio Comité. Chernenko meaba fuera del plato, y eso sólo se hacía, en el sistema soviético, si se era absolutamente imbécil, o se tenía el riñón absolutamente cubierto. La opción correcta tiene que ser la segunda, aunque sabemos poco sobre quién lo avaló.

miércoles, octubre 26, 2022

La hoja roja bolquevique (2): Un fracaso detrás de otro

 El chavalote que construyó la Peineta de Novoselovo

Un fracaso detrás de otro
El periplo moldavo
Bajo el ala de Nikita Kruschev
El aguililla de la propaganda
Ascendiendo, pero poco
A la sombra del político en flor
Cómo cayó Kruschev (1)
Cómo cayó Kruschev (2)
Cómo cayó Kruschev (3)
Cómo cayó Kruschev (4)
En el poder, pero menos
El regreso de la guerra
La victoria sobre Kosigyn, Podgorny y Shelepin
Spud Webb, primer reboteador de la Liga
El Partido se hace científico
El simplificador
Diez negritos soviéticos
Konstantin comienza a salir solo en las fotos
La invención de un reformista
El culto a la personalidad
Orchestal manoeuvres in the dark
Cómo Andropov le birló su lugar en la Historia a Chernenko
La continuidad discontinua
El campeón de los jetas
Dos zorras y un solo gallinero
El sudoku sucesorio
El gobierno del cochero
Chuky, el muñeco comunista
Braceando para no ahogarse
¿Quién manda en la política exterior soviética?
El caso Bitov
Gorvachev versus Romanov 

Y tanto que le salió bien. En los tres primeros meses tras comenzar la guerra, el 25% de los cuadros del Partido en Krasnoyarsk se alistó al ejército y fue enviado al frente. Para Chernenko, aquella era una noticia cojonuda, por dos razones. La primera, porque había conseguido un resultado notable creando esa lista de alistados. La segunda, porque él no estaba en la lista. Chenenko se había dado cuenta de que su futuro estaba en realizar la labor habitual del comunista y del sacerdote average: prescribirle a otros lo que deben hacer. Convenció a Moscú de que su política había sido exitosa, y de que debía permanecer en Krasnoyarsk a causa del fuerte contingente de refugiados que estaba recibiendo aquel territorio de retaguardia. De hecho, a finales de aquel año de 1941, los refugiados eran ya un millón. Y sólo era el principio: pronto, el krai comenzó a recibir factorías que habían sido evacuadas en territorios más sometidos a riesgo.

lunes, octubre 24, 2022

La hoja roja bolchevique (1): El chavalote que construyó la Peineta de Novoselovo)

El chavalote que construyó la Peineta de Novoselovo
Un fracaso detrás de otro
El periplo moldavo
Bajo el ala de Nikita Kruschev
El aguililla de la propaganda
Ascendiendo, pero poco
A la sombra del político en flor
Cómo cayó Kruschev (1)
Cómo cayó Kruschev (2)
Cómo cayó Kruschev (3)
Cómo cayó Kruschev (4)
En el poder, pero menos
El regreso de la guerra
La victoria sobre Kosigyn, Podgorny y Shelepin
Spud Webb, primer reboteador de la Liga
El Partido se hace científico
El simplificador
Diez negritos soviéticos
Konstantin comienza a salir solo en las fotos
La invención de un reformista
El culto a la personalidad
Orchestal manoeuvres in the dark
Cómo Andropov le birló su lugar en la Historia a Chernenko
La continuidad discontinua
El campeón de los jetas
Dos zorras y un solo gallinero
El sudoku sucesorio
El gobierno del cochero
Chuky, el muñeco comunista
Braceando para no ahogarse
¿Quién manda en la política exterior soviética?
El caso Bitov
Gorvachev versus Romanov 




La hoja roja es una deliciosa novela corta, o relato largo, de Miguel Delibes. El nombre de la misma proviene de la costumbre que había en algunos librillos de papel de fumar, que incluían una hoja roja para indicar que el librillo estaba ya en sus últimas unidades. La hoja roja, en la novela de Delibes, simboliza el principio del fin de la vida, en el momento de la jubilación de don Eloy, el protagonista.

He titulado a esta serie La hoja roja bolchevique porque es una serie dedicada a la vida (mucha) y milagros (pocos) de Konstantin Chernenko. La última hoja roja de la URSS porque fue el último secretario general del Partido Comunista que verdaderamente lo fue en términos soviéticos (luego llegó Gorvachev, a quien, la verdad, no le quedó otra que implosionarlo); y porque, la verdad, fue rojo hasta el final.

De Chernenko se escribe poco y su tiempo en la Secretaría General del PCUS suele resolverse con unas pocas líneas. Bueno, mi intención es escribir alguna más. Como siempre, las personas quintaesencian sus momentos, y contar la historia de Chernenko, que empieza en los años treinta y termina a mediados de los ochenta, es contar, un poco, la Historia de la URSS. Volveremos sobre temas que ya hemos contado, fundamentalmente el tiempo de Leónidas Breznev, el gran mentor de Chernenko. Pero, bueno, si algún día me decido a escribir la bio de Stalin, tendremos que volver, asimismo, sobre cosas que vamos a escribir hoy.

En fin, espero no aburrirte en exceso.