miércoles, noviembre 27, 2013

Una carta al Padre Santo

Padre Santo:

Me disculparás que me dirija a ti en estos términos. Soy un antiguo y, como lo soy, pienso, como pensaba Mariano de Cavia, que no compete referirse a un Papa obrante llamándolo Santo Padre. En todo caso, será Padre Santo, porque lo de Santo Padre hay que currárselo, y no todos los Santos Padres lo han hecho.

Te escribo para contarte lo mucho que me ha ha gustado la lectura de tu primer exordio propio a los fieles, la Alegría del Evangelio. Creo que, a pesar de adolecer de algunas fallas de conocimiento, es muy interesante. Y levanta ilusiones, incluso entre los no católicos. Yo te explico.


Primero, eso sí, hay que hablar de algunas cosas que afirmas que, como te digo, no sé si están del todo bien trabajadas desde el punto del conocimiento. En los parágrafos 55 y 56 de tu documento, además de en alguno más siguiente, estableces una crítica al actual sistema económico, acusándolo de haber creado un nuevo becerro de oro en el dinero y, sobre todo, de estar apoyado en ideologías que propugnan una absoluta autonomía de lo financiero, negándole al Estado su competencia como regulador y supervisor en aras del bien común. La primera de las afirmaciones llama la atención. Si tú mismo, en tu documento, al describir la adoración por el dinero, acudes a una cita del libro del Éxodo, ya deberías haber tenido dentro de la cabeza la pista de que eso de «nuevo» del culto al dinero es más que opinable. Eso que tú llamas el culto al dinero no es algo que haya comenzado a pasar ni hoy, ni hace un mes, ni hace diez años, ni hace un siglo. Viene de mucho antes y se ha producido durante mucho tiempo; tiempo a lo largo del cual, y te diré, si me lo permites, que echo de menos esta referencia en tus escritos, la institución sobre la que tú reinas se ha colocado la primera en la manifestación. Porque supongo que no creerás que Miguel Ángel, Bernini, y los artistas que hicieron las obras que se enseñan en el Museo Vaticano, trabajaron gratis.

La segunda cosa que hay que comentar de tus palabras es bastante más importante. Hablar de autonomía financiera y de negación del papel de tutela del Estado es, perdona que te lo diga, hablar desde la inopia en estos temas. Te sorprenderá saber que en todo el mundo económico no hay un sector más regulado, más vigilado, más supervisado, más conocido por el Estado; no hay un sector en el que una decisión estatal pueda ser más relevante para la actividad, que el financiero. O sea: es justo al revés de como tú cuentas el cuento. La Reserva Federal de los Estados Unidos tiene mucho más poder sobre la banca americana que el que tiene la Comisión Federal de Comunicaciones respecto de las telefónicas. En un país como España, por cada regulación pública referente al sector de automoción habrá como diez o veinte leyes, decretos, órdenes ministeriales, circulares y decisiones interpretativas que afectan a la banca. No sólo eso: es que, en un país como España, las entidades de crédito que se han ido a la mierda tenían sentados en sus consejos de administración a esos representantes de la res publica cuyo concurso, según tú, ha faltado en el sector financiero; aquéllos cuya ausencia en la gestión de lo financiero habría causado la crisis. En realidad, lo que hace abracadabrante la crisis financiera no es tanto que podamos explicarla por la liberalidad descontrolada con que actuaron los bancos; lo jodido es que no podemos explicarla en términos tan simples.

Pero hay una parte de certitud en lo que dices en tu exordio. Es cierto que en el mundo hay territorios cuyos bancos hacen lo que les da la gana. Ya volveremos sobre esto.

A mí, ya te lo he dicho, tu texto me ha llenado de esperanza. Parece como que marcas el principio de una etapa diferente. Una etapa presidida por la ética, esa cosa que hace que las personas aleves teman a Dios, según tú. Y como parte fundamental del comportamiento ético es el comportamiento transparente, es por eso que yo me he ilusionado tanto.

Entiendo, Padre Santo, que al amparo del texto que tú mismo has escrito o que, en cualquier caso, firmas, un texto que aboga por un mundo más justo y más transparente, tú mismo, como rector de la Iglesia Católica, lo cual significa la voz de Dios en la Tierra, vas a empezar a contar cosas que hasta el momento Dios ha preferido no contarnos. Supongo que lo tendréis hablado, pero yo, aun así, te voy a recordar unas cuantas.

Me gustaría que, a la luz de este compromiso con la transparencia, nos cuentes, a tu grey y a los que no pertenecemos a ella, exactamente qué relación tenía el Vaticano con un señor que se llamaba Michele Sindona. Un tipo con conexiones conocidas con la Mafia italiana, amigo personal de otro portavoz divino anterior a ti (Pablo VI), que hizo negocios con la banca vaticana pasando dinero a Suiza (lo cual era delito entonces), y que fue condenado en Estados Unidos por un cerro de estafas y acciones parecidas. En 1979, Sindona, tal vez lo recuerdes y si no es probable que Dios te pueda refrescar la memoria, simuló un secuestro para evitar ser juzgado en Nueva York. Pero cuando tuvo que volver a los Estados Unidos, solicitó de dos cardenales de tu iglesia, el padre Giuseppe Carpio y el padre Sergio Guerri; más otro prelado que entonces era obispo y que tal vez te suene: Paul Marcinkus, para que declarasen a su favor en el juicio. Los tres accedieron, pero sus testimonios no se pudieron usar porque el secretario de Estado Vaticano, Agostino Casaroli, los desautorizó. Tal vez ahora, con esta cascada de ética transparente que se nos viene encima, este temita se aclare; o sea, qué relación tenía el Vaticano con un banquero sospechosísimo, de conexiones espesas y malolientes.

Pero Sindona es sólo un aperitivo. De quien espero que larguéis, y bien, a partir de ahora, Dios y tú, es sobre Roberto Calvi. Sí, ya sabes, aquel hombre de negocios católico que montó un grupo financiero, el Banco Ambrosiano, que nunca escondió ni su carácter confesional ni su vinculación con el Vaticano. Calvi, esto lo sabes ya porque aunque Dios dio pocas facilidades en su momento a quienes quisieron conocer cosas, aun así consiguieron escribir libros y tal, montó en realidad una monstruosa red bancaria de carácter mundial, cuyo destino básico era despatrimonializar el banco italiano, entidad legal y supervisada en Italia, sacando el dinero hacia filiales y sociedades fantasma, que era donde de verdad se hacían los beneficios y que no controlaba nadie. Dicho de otra forma: tomar el dinero de los honrados impositores, muchos de ellos confiando en la entidad por ser católica, para quedárselo y hacer pasta a sus espaldas.

El plan era que las entidades fantasma de Calvi comprasen acciones del Grupo Ambrosiano a precios anormalmente altos para, así, sacar el dinero de Italia y llevarlo hacia paraísos fiscales y países donde los controles no son especialmente estrechos. Si le salio mal fue, básicamente y simplificando mucho, porque los créditos que pedían esas entidades fantasma para comprar las acciones no los podían pedir en liras, moneda en la que estaban referidos los activos, sino en la única moneda internacional del momento, o sea el dólar. Pero cosas como las crisis relacionadas con el suministro del petróleo impulsaron el valor del dólar, y el gran negocio inicial se convirtió en una ruina. Al enfermo, conforme avanzaba el tiempo, cada vez le olía peor la orina.

Cuando a Calvi se le comenzó a acabar la capacidad de allegar dinero para tapar el inmenso agujero que había creado, se fue a ver a una persona. Ya la hemos citado: el cardenal Paul Marcinkus, colocado al frente del Instituto de Obras de la Religión IOR, también conocido como Banco Vaticano. Si Dios no te ha pasado todavía el dossier, te informo que lo que sabemos las ovejitas del rebaño es que Marcinkus le firmó a Calvi unas cartas (bueno, para ser exactos, las firmaron Luigi Mennini, el número dos del IOR; y Pellegrino de Strobel, el jefe de contabilidad del mismo) adverando el control directo o indirecto por parte del Vaticano de las sociedades del Ambrosiano en Panamá y Lienchenstein (lugares ambos muy frecuentados por las personas que, como dices en tu exorto, sólo quieren hablar de autonomía financiera y pasan de los pobres como de comer mierda). Aunque, con el tiempo, Marcinkus se las arreglaría para conseguir, él, una carta de Calvi exculpando al Vaticano de las tropelías ambrosianas; cosa que no se entiende, porque el control, o lo tienes, o no lo tienes. Y si lo tienes, entonces no hay exculpación que valga, como bien dicen aquéllos que quieren que en casos como el de Bankia caiga, del rey abajo, todo cristo (sea esto escrito con minúscula, Padre Santo).



El momio de Calvi había alcanzado, en 1982, la atmósfera cero: las sociedades fantasma del Ambrosiano debían a las legales y supervisadas mil millones de dólares y, siendo muy optimistas, tenían activos por valor de la mitad. A Roberto Rosone, que entró por entonces en el consejo del Ambrosiano, cuando éste preguntase sobre los préstamos a la sociedad panameña, le calló la boca con un simple: «el Vaticano está detrás». Tal vez, ahora que Dios se ha puesto claramente en contra de la religión del dinero, del becerro de oro y tal, ahora que todo lo que le importan son los pobres y la ética, quiera hacer públicos los papeles que demuestren que Calvi, al decir aquello, mentía, o que decía la verdad.

Abrumado por los problemas, Calvi no paraba de llamar a Marcinkus. Éste, no obstante, en la primavera de 1982, regresado de un viaje con el Papa, le llamó y lo mandó a la mierda. Esto colocó a Calvi entre la espada del Banco de Italia y la pared de los muros de San Pedro, convencido de que lo único que le quedaba era tirar de la manta. Por eso, entre otras cosas, le dijo a Flavio Carboni, uno de los pocos amigos que le quedaban y que le ayudó a hacer el viaje a Londres del que no volvería; le dijo, continuemos, que el IOR había hecho pagos al sindicato polaco Solidaridad para meterle músculo en su lucha contra las autoridades del país. Que es una afirmación que ahora, en esta nueva época de ética y transparencia, supongo que Dios estará deseando desmentir... o confirmar.

En la quiebra del Ambrosiano, una vez localizadas las pérdidas derivadas de la compra de acciones de autocartera y de la revaluación del dólar, quedaron 400 millones de dólares sin justificar. Pérdidas, dinero desaparecido, que nadie sabe quién recibió, ni para qué. Ahora que parece que quiere hablar, Dios, que lo sabe todo, ¿nos lo querrá referir?

Los apercibimientos judiciales enviados por los magistrados italianos entendidos de la quiebra del Ambrosiano al trío de la bencina (Marcinkus, Mennini y De Strobel) ni siquiera fueron abiertos. El Vaticano argumentó que le tenían que haber llegado por vía diplomática. O sea que, cuando menos en 1982, este mismo Vaticano que ahora, a través de tu pluma, clama por la ética, se escudó en un tecnicismo de derecho internacional para dejar sus posibles responsabilidades en una quiebra fraudulenta de grandes proporciones debajo de la alfombra. Estoy seguro que éste es un patinazo divino que será prontamente resuelto ahora. Hay que recordar, en este sentido, que el Vaticano sólo admitió en público su propiedad de algunas sociedades del grupo Ambrosiano cuando en la prensa italiana se filtraron informes que lo demostraban.

Por medio de retruécanos y decisiones discutibilísimas, en su momento se dictaminó algo muy curioso: el IOR, o sea el Vaticano, o sea tú, era propietario de las sociedades fantasma que cometieron las tropelías financieras propias de esas personas a las que denuncias en tu exordio; pero no se le podía considerar responsable de ello, porque no las había gestionado. Dicho de otra forma, el viejo esquema de la Inquisición: yo condeno a los relapsos a la hoguera, pero como resulta que los fuegos los levanta la justicia secular, a la cual yo le entrego a los reos, resulta que yo no los quemé. Será eso que llaman los renglones torcidos de Dios; pero como tú escribes en renglones muy tiesos, estoy seguro de que todo este embrollo se va a aclarar. Incluida la oportuna muerte de Calvi, que aparece ahorcado bajo el puente de Black Friars en Londres, de la que supongo que Dios sabrá algo; y otras cositas de las que no hay tiempo para hablar en este post, como son las relaciones del Vaticano con Licio Gelli, el dirigente de la Logia P2, con conexiones en todo el entramado político italiano. Un hombre que, una vez, para mostrarle a alguien el absoluto poder que tenía sobre el Vaticano, le enseñó una foto del entonces Papa Juan Pablo II. Estaba completamente en bolas a la orilla de su piscina privada. A Gelli se le ha relacionado con todo tipo de tropelías, incluidos atentados mortales personales. Estoy seguro que todo se va a aclarar ahora, por eso es que estoy tan ilusionado.

Wojtyla es un caso. Porque, Padre Santo, cuando des, porque no dudo que lo harás, a la luz pública toda la documentación del IOR correspondiente a aquellos años tan intensos. Cuando se descubra definitivamente, tal es mi convicción, que el Vaticano fue en aquel tiempo un despiadado especulador financiero internacional que despatrimonializó a honrados impositores católicos para así poder desviar dinero y gastarlo en las luchas que le interesaban (como Polonia, y tal) o, como poco, permitió que otros hiciesen eso mismo en su nombre. Si se descubre eso, Padre Santo, ¿ordenarás la retrocesión del proceso beatificador de tu antecesor, Carol, o dejarás que se siente en el panteón de los santos de tu Iglesia una persona que amparó, si no ordenó o intensificó, una de esas estrategias de «autonomía financiera» que denuncias en tu texto?

Ya te he dicho al principio que volvería sobre el hecho de que son pocos los países que no tienen disciplina bancaria independiente. Muy pocos. Algunos de ellos son los países en los que Calvi situó sus sociedades fantasma. Otro es Ciudad del Vaticano. El Estado del que tú eres teócrata, por colleras con Dios. Así pues, de alguna manera, Padre Santo, en las letras que has escrito, te has denunciado a ti mismo.

Porque comienza una nueva era en la que, seguro, seguro, que todas estas faltas de información, todo este comportamiento antiético, se va a corregir, es por lo que estoy tan ilusionado. Padre Santo.

Tuyo,

Juan de Juan.

16 comentarios:

  1. Jojo... empiezas suave pero te has despachado a gusto.

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  2. Has tocado un tema que me fascina: el de la "santidad" de Juan Pablo II, un Papa con muchísimas luces y sombras. Será el primer santo mediático de la Historia y con esto quiero decir el primero que llega a la santidad gracia a la imagen que le habían creado los medios de comunicación y que muchos católicos compraron sin indagar lo que había detrás del personaje. Y es que detrás del personaje había mucha podredumbre y amor por el poder. Sí, también quería mucho a la Virgen, pero lo que le ponía cachondo era codearse con Reagan y con Tatcher.

    En fin que si Juan Pablo II llega a los altares, propongo que también canonicemos a Franco, que también detestaba el sexo y el comunismo y al que también ponía muy cachondo el poder.

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  3. Pues... me parece que siendo todo lo que dices cierto y atinente, cae por su base al referirlo como negacion de las palabras del franciscano Padre Santo, las relativas a la absoluta autonomia de lo financiero, negándole al Estado su competencia como regulador y supervisor en aras del bien común

    En realidad, esa absoluta autonomia de lo financiero , es la base básica de la puñetera crisis. De todas las crisis capitalistas.

    La limitacion de tal autonomia, o sea la supervision del Estado y la penalizacion de las rentas financieras, fueron la formula magica que evitó durante unos 40 años, desde el fin la Segunda Guerra Mundial, la aparicion de nuevas crisis, pues en el capitalismo todas las crisis son financieras a la postre.

    Por algo se llama capitalismo y no, por ejemplo, alpargatismo. En el capitalismo, la produccion, el comercio y la propiedad de bienes tangibles pierden protagonismo frente a las truculencias financieras, o sea la creacion de dinero mediante dinero.

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    1. ... asunto éste, el de la creación del dinero por el dinero, que la Iglesia católica nunca ha tenido bien embridado. Pecunia pecuniam parere non potest, decía Tomás de Aquino...

      Lamentablemente, no es así, Dubitator. Es evidente que la codicia está en el origen de los hechos económicos exagerados, porque un hecho económico exagerado exige que haya alguien que quiera llegar más allá de lo racional. Pero, punto uno, pretender eliminar la codicia de la ecuación llamada Humanidad es, en realidad, pretender hacer una sociedad no de hombres sino de, digamos, abejas. Las abejas no son codiciosas; tampoco los epsilones de la novela de Huxley.

      Segundo, los desarrollos de la Historia Económica que demuestran hasta qué punto las políticas monetarias (públicas) han servido de fulminante, caja de resonancia o multiplicador, de las crisis financieras, se cuentan por miles. Muy especialmente de la famosérrima Gran Depresión, en la cual la política monetaria USA operó como aquél que echaba gasolina a la hoguera.

      Hay un hecho inquietante en el que nadie parece reparar. En los últimos setenta años, la supervisión financiera no ha dado ni un solo paso atrás. Todos han sido hacia delante. Hace años no se regulaban coeficientes de caja, hoy sí; hace años no se provisionaban las minusvalías latentes, hoy sí; cambia la regulación de la gobernanza, de los controles de riesgos, de todo. Y las crisis son cada vez más profundas.

      Hay algo en esa correlación estricta implícita en la expresión "puñetera base" que no acaba de funcionar del todo.

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  4. Impresionante, me quitó el sombrero ante este post. Y esque creencias religiosas y política son dos cosas muy diferentes... Y el Vaticano se sirve de las primeras para ganar una posición de fuerza en la segunda.

    Seguramente el Vaticano y la religión, en este caso Católica, sea el mayor fraude de la historia de la humanidad. La fe y Dios es otra historia que cada uno entiende, interpreta y lleva dentro a su manera.

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  5. Impresionante, me quitó el sombrero ante este post. Y esque creencias religiosas y política son dos cosas muy diferentes... Y el Vaticano se sirve de las primeras para ganar una posición de fuerza en la segunda.

    Seguramente el Vaticano y la religión, en este caso Católica, sea el mayor fraude de la historia de la humanidad. La fe y Dios es otra historia que cada uno entiende, interpreta y lleva dentro a su manera.

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  6. Hola Juan. No soy jurista y no puedo hablar mas que de lo que me parece razonable. En mi opinión, una persona o institución es sin duda "responsable" de lo que se hace con sus bienes pero de ahí a calificarle como "culplable" de lo que otro (un gestor) hace con ellas hay un trecho. Yo tengo acciones en bolsa, pero nadie en su sano juicio se atreverá a culpabilizarme de lo que haga el consejero delegado de las empresas de las que soy tenedor de acciones.

    Eso con carácter general. Pero con el caso que nos ocupa la cosa es más peliaguda.

    Por descontado, las inversiones de Vaticano es difícil que se hiciesen tan a la ligera como cuando compras tres acciones y media de Inditex y es imposible que no haya gente del Vaticano pringada en ello. No sé en qué personas termina la culpabilidad y empieza el desconocimiento o la negligencia aunque la falta de reacción interna y depuración de responsabilidades, hace pensar que no fue el currito de más abajo y sin contar con nadie. Incluso la más benevolente apreciación de evitar el escándalo falla desde el momento en que no se apartó discretamente a los responsables al año o dos años, sino al cabo de varias décadas y tres papas después. No huele bien.

    Sobre los claroscuros del papado de Juan Pablo II entiendo que es normal que los haya. Cualquiera que haya lidiado con problemas complejos, y es evidente que un papado los tiene en abundancia, tiene que tomar decisiones que no siempre son acertadas y que son hasta difíciles de valorar desde el punto de vista ético. Sin ir más lejos, en este mismo blog se planteaba hace poco la idoneidad de lanzar la bomba atómica sobre Japón y obviamente es un tema sobre el que no se puede juzgar de forma tan clara como con los campos de exterminio nazis. Si pretendemos encontrar unanimidad en la valoración, y no digamos aciertos en ausencia de de fallos, en la gestión de un jefe de estado, vamos listos.

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    1. Estoy de acuerdo. Pero, aun así, creo que este Papa, que para todo el mundo está haciendo cosas nuevas y tal, está adoptando una estrategia que es permanente en la Iglesia católica: ver la paja en el ojo ajeno y desconocer la viga en el propio.

      No me parece presentable que se critique la excesiva libertad del sector financiero (que no es tal, pero, vaya, aceptemos barco como animal acuático) sin reconocer, al punto, que la institución sobre la que se reina hizo uso de esa misma libertad para, como poco, amparar una estafa que, ojo, no se olvide, se llevó por delante los ahorros de mucha gente (a ver si te crees que Calvi perdió sólo sus ahorros y el cepillo del Vaticano). El tema de las responsabilidades está muy claro: porque lo supiese, o porque no lo supiese, el Papa contemporáneo de los hechos (parcialmente, Pablo VI; totalmente, Juan Pablo II) es responsable. Todo eso, sin contar con que algunos indicios apuntan a que todas aquellas actuaciones tenían un porqué muy concreto.

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    2. No, si estoy de acuerdo en que hay que todo indica que Marcinkus y cia no eran unos elementos descontrolados dentro de un Vaticano modélico. Como diría un ínclito ex-presidente , cuatro golfos dando mala fama. No. Eran parte de un tinglado montado con fines concretos donde unos lo hacían con intenciones más o menos políticas (el fin justifica los medios y tal), y otros simplemente se lo llevaban crudo.

      La reflexión que hacía sobre la responsabilidad y la culpabilidad era con carácter general y no tanto por el caso concreto, ya que creo que el Vaticano puede argumentar razones para hacer lo que hizo pero desconocimiento de ninguna manera.

      Otra cosa es el juicio, digamos, político, de un dirigente en su conjunto (un papa lo es, desde luego). Ahí tienes que encontrarte con muchas decisiones acertadas y equivocadas e intenciones nobles y mezquinas. Siempre habrá aspectos negativos hasta en los mejores tipos y aspectos positivos hasta en Fernando VII.

      Y sí, el tema del libertinaje bancario es un vulgar chivo expiatorio. Es muy populista y permite esconder tus propias responsabilidades.

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  7. Anónimo3:24 p.m.

    Tibuercio, está canonizado... en el Palmar

    Manuel

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  8. Creo Juan de Juan, que siendo cierto todo lo que achacas a la Iglesia, no le veo el sentido a plantificarlo en los morros de este Padre Santo que publicamente lo denuncia y habiendo siendo una de sus primeras actuaciones mandar limpiar las cuadras del Banco del Vaticano, asi como pedir cuentas a ese obispo aleman tan dinamico y competitivo que se habia levantado un entorno palaciegio de unos 40 millones de euros.

    Fue el Padre Santo Wojtyla el que se conchabó con la revolucion conservadora e intervino directa y financieramente en Polonia mediante el sindicato Solidaridad. Tambien fue el que silenció a los jesuitas de la Teologia de la Liberacion. Con todo, es innegablemente cierto que la Iglesia nunca ha sido consecuente con su doctrina relativa a la pobreza y se ha parapetado en el constructo de la pobreza espiritual.

    Este nuevo Padre Santo está recuperando el tono de aquellos jesuitas y soltando amarras con el contubernio neoconservador, o tal parece. Veremos que tal le va.

    Sin embargo, lo que predica este nuevo Padre Santo no es novedad, pues recupera el discurso de su antecesor Pio XI, el que inventó la doctrina social de la iglesia y criticó el liberalismo.

    Respecto a la supervision del sistema financiero... no importa tanto la cantidad ni la calidad de las normas que regulen cada uno de los aspectos de la Banca, si luego no hay supervision efectiva y sobre todo no hay posibilidad de tal en lo tocante a la mundializacion, pues no hay leyes ni supervisores mundializados. Citar las montañas de hojas del BOE dedicadas a la Banca es plantificar ramas para ocultar el bosque, o sea ocultar el real comportamiento de la banca y las finanzas.

    La banca y los financieros, pasaron a controlar al regulador, pues no otra es la consecuencia de la doctrina del Estado Minimo y Minima Intervencion, invocando la regulacion automatica y la felicidad eterna. Las Cajas y sus consejos petados de politicos es tambien otra pizca de verdad que oculta otra verdad mayor, puesto que toda la banca española, europea y norteamericana está quebrada, está podrida de productos toxicos, supuestamente hiperregulados. Los productos toxicos esos representan un monto superior a varias veces el PIB mundial y cuanto mas privado es el banco mas toxinas ha producido e ingerido, todos se enveneneron los unos a los otros, probablemente por culpa de la inmensa e insoportable regulacion.

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    1. Quiza porque hablo desde España, pero aquí tenemos la experiencia de la Banca gestionada desde el Estado que ha sido la gran responsable de la crisis financiera de aquí. No olvides que antes del 2.008 la mitad de los Bancos eran de propiedad pública y fueron los que quebraron por su mala gestión.
      Eso es una realidad guste o no y cuya discusión solo sirve para enmascarar el hecho fundamental de que nuestra economía,superados los techos tradicionales (podemos producir tanto como queramos y de lo que queramos y transportarlo por dos duros) se dedica a fabricar dinero para comprar todo lo producible y como el asiento contable es dinero contra deuda, hacemos productos financieros que mantengan el mar dinero y deuda existentes dando vueltas por ahí sin bajar al mundo real y produciendo más dinero y disimulen el desagradable hecho que por cada punto de crecimiento hemos de subir ¿3, 10...? puntos el dinero-deuda.
      Vamos que no es que el Estado no controle es que, en realidad ya nadie puede parar la bola porque no se sabe ni por donde anda.

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  9. Giacomo Bondini1:31 p.m.

    Lo que yo destacaría más de la exhortación apostólica es que el papa se ha retratado como un abonado a la doctrina del justicialismo, que es tanto como decir peronismo, que es tanto como decir populismo.

    Al Padre Santo le recomendaría yo la lectura de la ambiciosa obra de Escohotado "Los enemigos del comercio" para que contrastara un poco sus ensoñaciones con la realidad, y no hablo de cuestiones del más allá, sino de cuestiones terrenales. Le recomendaría otras lecturas igual de provechosas, pero no hay que abusar.

    Hay que ver lo que da de sí la Compañía de Jesús, y lo versátil que es. De la Escuela de Salamanca (Juan de Mariana) al justicialismo (Jorge Bergoglio) y la Teología de la Liberación (Ignacio Ellacuría).

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  10. Anónimo11:37 p.m.

    Desde la admiración por su trabajo y desde el aprecio por su estilo, un par de objeciones. En la Reserva Federal de Estados Unidos es y está la Banca privada con funciones públicas. Corrijame si me equivoco ¿ales?No pueden erradicar los Estados con los paraísos fiscales, santuarios de todo tipo de delitos?. Un libro de los muchos. Treasure Islands de Nicholas Shaxson. Co mi admiración y afecto, insisto. JML

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