martes, abril 10, 2012

Versalles, explicación para todo

Confieso que una de las cosas que más me entristece es ver, oír o leer a un intelectual utilizar lugares comunes; entendiendo por "lugar común" ese conceptito de todo a 100 epistemológico, normalmente soportado por leyendas urbanas o cosas que la gente quiere creer, a veces por ideología, a veces, simplemente, porque leer un poquito para averiguar el fondo de las cosas, que no la verdad, es demasiado cansado.

Esta actitud de ir por la vida con dos de pipas, manejando conceptos simplicissimus y sacando conclusiones de los mismos, es algo que se espera, como es lógico, de quien es iletrado y, además, le parece de puta madre serlo; hay mucha gente así. De hecho, sé que a este blog llegan muchos de éstos; y lo sé por la cantidad de comentarios que dejan escritos. Y que nadie más que yo lee, evidentemente, porque el sótano comentarial de este blog está moderado (por muá), y tengo por norma no pasar comentarios que considere insultantes ad hominem para personas vivas. Dicho de otra forma: en mi blog se insulta, si se quiere, a Stalin, a Frascuelo o a Solón; pero sólo porque están muertos. Está prohibido insultar a personas vivas; por ejemplo, yo.

Y da la casualidad que este modus operandi cabestro, que va por la vida guiándose con cuarto de mitad de idea y ciscándose en todo aquél que no la comparte, se suele regir por las siguientes características:

a) Sus comentarios son anónimos. Jamás dan la cara.
b) Sus comentarios contienen siempre insultos personales, normalmente hacia el autor del texto (o sea, normalmente, yo mismo).
c) Sus comentarios van aderezados con sintagmas del tipo "todo el mundo sabe", "está sobradamente demostrado", "el que dude de XXXX es que es un XXXX", o similar. Dicho de otra forma, son comentarios en los que, siempre, las tesis defendidas no se apoyan en hechos, ni en fechas, ni en datos, ni en nada que se le parezca. Se apoyan en pretendidos consensos mundiales de los que nadie duda. Y, por si alguien duda, se suele dejar ya, por un siaca, la correspondiente deyección hermenéutica de que quien dude es que es un bla o un bla o un bla; factor común, fascista.

Como se ve, esta subespecie internetera, que la mayoría de la gente conoce con el sustantivo troll, aunque yo prefiero las siglas PRM (Polemista Retro-Masturbatorio), es todo menos un intelectual. De los intelectuales cabe esperar que sostengan tantas interpretaciones de las cosas como intelectuales hay; pero que todas se basen en el conocimiento. Lamentablemente, no es así.

El primer problema con los intelectuales es que, de tiempo atrás, se ha aceptado como socios de su cotolengo a personas cuya cultura no está en modo alguno adverada. Ya Santos Discépolo escribió aquello de que en el siglo XX es "lo mismo un burro que un gran profesor"; pero lo que se le olvidó apostillar es que esto ocurre, muchas veces, porque el pollino suele ser asimilado al scholar.

Esta movida es una secreción natural del fenómeno del manifiesto político. Cuando empezó a haber cosas de éstas, los promotores de los manifiestos, aquí y fuera de aquí, se dieron cuenta de que sus bemoles posicionamientos eran  más respetados si llevaban la vitola de haber sido avalados "por intelectuales". Lo lógico, entonces, habría sido limitar la posibilidad de rubricarlos a dichos intelectuales; pero no: lo que se hizo fue dejar que todo Dios los firmase, y asumir que, por el hecho de firmar un manifiesto, se era "intelectual".

Fue de esta forma tan peripatética que diversos personajes accedieron a la condición de intelectuales. Los actores, por ejemplo. Hoy ya nadie duda de que un actor es un intelectual; pero para demostrar sus capacidades reales están los concursos de la tele, a los que van de cuando en cuando y en los que, la mayoría de las veces, se les preguntan cosas que si leyesen deberían contestar con la nalga izquierda, pero sobre las que resulta que lo desconocen todo. Canónico en mis recuerdos es, en este sentido, algún programa de Un, dos, tres, responda otra vez en el que participaron actores, a los cuales Chicho Ibáñez solía colocarles preguntas de su gremio, pensando que así acumularían respuestas. Sin embargo, lo recuerdo bien, a una laureada actriz de la escena española, que todavía anda por los programas de la tele hoy en día, le preguntaron literatos franceses; y ella, que al parecer había representado a Molière, a Racine; ella, que digo yo, leñe, que habría visto en la tele española la famosísima versión de sobremesa que se hiciera de El conde de Montecristo, no supo decir ni un puñetero nombre. Cero respuestas, a 25 pesetas cada una... caray con la "intelectual".

Existe, no obstante, el intelectual con pedigree, o sea con papel colgado de una pared que dictamina su condición de tal. Estoy hablando del catedrático o profesor universitario. Aquí, ya, las dudas son pocas. Un tipo que ha logrado ser profesor universitario no puede ser un piernas. Yo, de hecho, lo pienso así; y lo pienso a pesar de que, como muchos, pasé por la universidad española y por lo tanto, como todos los que tal vivencia tuvimos, tuve profesores, y los caté. Supongo que como mucha gente, pasé, por lo tanto, por la experiencia de recibir clases de personas que daban toda la impresión de haber adquirido su vitola profesoral en cualquier feria veraniega, junto con el perrito piloto. Tuve un profesor de materia lingüística que escribió BERBO en el encerado, y se quedó tan campante. Sic.

Como digo, no obstante, respeto mucho el proceso de adquisición de la cátedra, que obliga a estudiar y a saber y a publicar y a escribir; motivo por el cual, cuando es un catedrático el que escribe, programo mi córtex para recibir datos procedentes de fuente fiable, sólida. De alguien que, opine lo que opine, opina porque sabe; porque se lo ha estudiado.

Y es por eso que me jode tanto cuando compruebo que, en realidad, el amanuense apenas se ha esforzado en saber.

Todo este conjunto de párrafos superferolíticos viene a cuento de un reciente artículo que le leo al profesor Vicenç Navarro quien, por lo que he podido barruntar de lecturas complementarias, es una especie de muso del pensamiento de izquierdas. Bien por él, ciertamente; y quede claro que no dudo que, como economista, estoy seguro que tendrá ideas interesantísimas. Como historiador, ya no tanto.

Dedica su trabajo el profesor a recensionar la campaña de opinión pública existente en Alemania, por la cual se pone a los griegos de vagos para arriba, y la inmoralidad básica de la misma en su opinión. Hasta ahí bien. Es este un tema opinable, ciertamente, pero las opiniones son libres, siempre y cuando no expresen a niveles excesivos de cabestrez tal y como la he definido above. Lo malo es cuando acude a argumentos históricos para sustentar la dicha opinión.

Acusa Navarro a Angela Merkel y a un etéreo e indefinido establishment alemán de adolecer de gravísimos desconocimientos de la Historia de Alemania y de Europa. Y justo es esperar, cuando alguien dice cosa tal, que no adolezca de lo mismo. Ahí reside lo doloroso de sus líneas.

Leamos:

La primera ignorancia es desconocer las terribles consecuencias de querer penalizar a todo un país por su comportamiento supuestamente inmoral. Alemania es un ejemplo de ello. El Tratado de Versalles, firmado el 28 de Junio de 1919, era el Tratado de Paz que terminaba con la Primera Guerra Mundial. Los vencedores de aquel conflicto, Francia, Gran Bretaña y EEUU, impusieron un castigo a Alemania, perdedora de aquella guerra, castigo que tenía como objetivo penalizar al pueblo alemán por su responsabilidad en haber causado la I Guerra Mundial. Con aquella penalización se intentaba prevenir que Alemania causara en el futuro otra guerra. Como dijo el Primer Ministro francés Georges Clemenceau, el objetivo central de las enormes sanciones impuestas al pueblo alemán era prevenir una II Guerra Mundial. La historia, sin embargo, mostró el enorme error de aquellas políticas de sanciones encaminadas a penalizar el comportamiento considerado inmoral de un país. La Segunda Guerra Mundial siguió a la Primera, y en cierta manera, la II Guerra Mundial era una respuesta a la política de sanciones firmada en Versalles en 1919. En realidad, el economista Keynes, de Gran Bretaña, que había dimitido de la delegación británica en Versalles por su desacuerdo con aquellas políticas sancionadoras que iban a aprobarse en el llamado Tratado de Paz, había ya alertado que aquellas sanciones empeorarían todavía más la situación alemana, creando las condiciones para que apareciese un movimiento de protesta, canalizado por el nazismo, tal com oocurrió.

Este párrafo mezcla cosas que son ciertas con otras que no lo son y el resultado es, la verdad, bastante confuso. Es cierto que los países ganadores de la Gran Guerra establecieron una cifra de reparaciones bestial para la Alemania perdedora. Es cierto, también, que una parte del sentimiento vengativo alemán estaba basado en la humillación de Versalles. Pero aquí acaban las certitudes.

Las reparaciones de Versalles poco pudieron tener que ver con la eclosión del nazismo si el Plan Young, impulsado en los tratados de Locarno, ya reducía drásticamente la cifra de reparaciones a pagar y, además, le daba a Alemania más de medio siglo de plazo para pagarlas; de hecho, de haberse aplicado Locarno hasta su completo run-off, el último pago alemán se habria producido en 1988. Los acuerdos de Locarno no es que sean previos a la llegada al poder del NSDAP en Alemania; es que son previos al putsch de la cervecería que lanzó Hitler disparando al aire (y gritando, por cierto: "¡La era del capitalismo ha terminado!"), en el que quedó como el culo y por el que fue a la cárcel, donde se dedicó a hacerse pajas con Rudolf Hess en unas cuartillas que han pasado a la Historia con el nombre Mein Kampf. De hecho, el gran problema para Europa fue lo mucho que Hitler aprendió de aquella experiencia fallida, y que se puede resumir, precisamente, con el concepto "con la matraca sobre Versalles no me como ni un rosco". Es entonces, ya lo he dicho, cuando escribe su librito; cuando empieza con su discurso antijudío que, como acertadamente ha señalado un fino analista de los discursos hitlerianos como Ian Kernshaw, hasta entonces no existía; cuando se erige en pantalla contra la reacción comunista; y cuando comienza a explotar los sentimientos nacionalistas del pueblo alemán.

Entiéndase: yo no estoy diciendo que la humillación de Versalles no tuviese nada que ver con la audiencia concedida a la sociedad alemana al nazismo. Pero:

1) Si Versalles fuese la principal razón de dicha audiencia, ¿acaso Hitler no habría triunfado antes de 1930? Cabe recordar que, en dicho año, y a causa del estallido de la Gran Depresión, las potencias ganadoras de la I Guerra Mundial hicieron uso de la cláusula del Plan Young que permitía suspender los pagos de las reparaciones por causas excepcionales. Alemania dejó de pagar con el acuerdo de sus otrora enemigos.De hecho, una cosa que el profesor Navarro olvida, o tal vez desconozca, es que Adolf Hitler siempre abominó del Tratado de Versalles; pero hasta minuto y medio antes de invadir Polonia, repitió hasta la saciedad que siempre respetaría Locarno.

2) Si Versalles fuese la principal razón de dicha audiencia, y puesto que el gran muñidor de Versalles es Francia, ¿acaso la II guerra mundial no habría empezado con una agresión a Francia? Lejos de ello, todos los actos del nazismo se centraron en "el otro lado"; allí donde estaban los territorios que, según la visión ultranacionalista alemana, le pertenecían a la nación; o sea, la famosa Lebensraun, que pesa bastante más en la teórica nazi que el problema de las reparaciones.

Sorprende que un especialista en economía no se dé cuenta de que atribuir la eclosión del nazismo al cabreo por las reparaciones de la I guerra mundial supone preterir algunos elementos de enorme importancia, precisamente en el campo económico. Como he dicho antes, el discurso social panalemán es sólo tardíamente proario y racista. La inquina contra los judíos no está en el origen de la estrategia del NSDAP, por mucho que el antisemitismo sea ideología hondamente enraizada en la Europa (no la Alemania) del siglo XIX (de hecho, el primer gran estallido social antisemita de los tiempos contemporáneos no se da en Alemania, sino en Francia; es lo que conocemos como Escándalo Dreyfuss, con su famosérrimo J'accuse de Zola). Como muy acertadamente explica Karl Dietrich Bracher en su im-pres-cin-di-ble Die Deutsche Diktatur (La dictadura alemana, publicada en dos tomos en España por Alianza; el título en alemán lo pongo en honor de mi amigo Otis B. Driftwood), los primeros odiados por los alemanes, en aquella posguerra tan complicada, no son los judíos, sino los checos.

Hay un hecho que puede escapar al ojo del analista más o menos desinformado; pero no a los de alguien que está juzgando aquellos tiempos desde el conocimiento económico. El final de la I guerra mundial supuso la eclosión de un elemento desastroso para Alemania en lo económico, que fue la disolución del imperio austro-húngaro y la consiguiente eclosión de unidades nacionales más pequeñas; notablemente Austria, Hungría y, sobre todo, Checoslovaquia. Todos éstos eran territorios que hasta entonces habían disfrutado de la protección económica de una metrópoli poderosa y de unos mercados interiores más o menos cautivos gracias a la existencia de barreras arancelarias. La independencia de estas naciones colocó en primera línea estratégica el objetivo de ser competitivas, cosa que hicieron a base de tirar sus costes, proceso del cual la principal pagana fue la economía alemana, como Japón ha sido hace menos tiempo la principal pagana de la eclosión de gigantes económicos en su área de Asia-Pacífico. El libro de Bracher, precisamente dedicado al análisis de las fuertes corrientes subterráneas que incluso un siglo antes de Hitler ya estaban cociendo el pensamiento ultranacionalista alemán, concede mucha importancia a la percepción de esta competencia como injusta y procedente de untermenschen por parte del alemán medio; que fue quien, al fin y a la postre, votó a Hitler. Y creo que es fácil entender que el hecho de que alguien te quite el puesto de trabajo es un motivo bastante más cercano para votar a tal o a pascual que la necesidad de pagar reparaciones que, para colmo, años antes de la aparición de Hitler en la escena alemana, ya se estaban pagando piano, piano.

Todo esto sin haber entrado en el error más garrafal del párrafo citado, que es su mera existencia, esto es: la comparación en sí. Comparar el sentimiento de poder de los ganadores de la guerra sobre Alemania con el sentimiento de poder de la actual Alemania sobre Grecia es, con perdón del profesor Navarro, comparar churras con merinas. Para que las merinas fuesen churras, haría falta no sólo que Alemania forzase la imposición en Grecia de un gobierno más o menos tecnocrático que ha procedido a recortes traumáticos en su gasto público. Haría falta que Alemania, además, hubiese intervenido el ejército griego, dominando por completo su existencia y crecimiento. O haría falta que tropas alemanas ocupasen, por ejemplo, las islas griegas y otras zonas turísticas, y las hiciesen suyas (como hicieron los franceses con la cuenca del Ruhr, o las zonas germanoparlantes de Alsacia y Lorena). 

Con todo, si discutible es su análisis sobre la Historia de Alemania, más aún lo es los conocimientos que demuestra sobre la de Grecia. Citando las frases de su artículo más enjundiosas:


Este supuesto se podría aplicar también a Grecia, país que ha estado gobernado por unos establishments de ultraderecha por la mayoría del tiempo desde el final de la II Guerra mundial. Las políticas corruptas, responsables de unos Estados altamente represivos y con escasa sensibilidad social, fueron realizadas por sus clases dirigentes griegas apoyadas precisamente por las clases dirigentes alemanas. El enorme endeudamiento del Estado griego, basado en parte en la escasez de recursos (generada por un enorme fraude fiscal por parte de los componentes de su clase dirigente) y en unas políticas fiscales enormemente regresivas, con unos gastos militares (aproximadamente el 30% de su presupuesto público) totalmente hiperbólico, se realizó con el apoyo del capital financiero alemán y estadounidense. Es más, la banca Goldman Sachs jugó un papel importante en la creación de la deuda pública, su ocultación y, más tarde, su especulación. El establishment alemán estaba involucrado en las políticas llevadas a cabo en Grecia, que condujeron directamente al mal llamado “problema de la deuda pública griega”. Y la banca alemana fue la que financió la expansión del gasto militar en Grecia (ver mi artículo “Lo que no se dice sobre Grecia”, publicado en mi blog www.vnavarro.org el 28.03.12). ¿Dónde está la crítica de la supuesta moralista Angela Merkel de los banqueros de su país, que se beneficiaron enormemente del comportamiento irresponsable e inmoral de la clase dirigente griega? Y, ¿cómo es que la prensa del establishment alemán está tan silenciosa sobre el papel central que el capital financiero, incluido el alemán, jugó en crear “la crisis de la deuda pública griega”? El pueblo griego no se benefició de aquellas políticas. Fue la burguesía financiera alemana la que se benefició.

Errores que aprecio en este texto:

1) La Historia de la Grecia moderna y de sus problemas NO comienza tras la II guerra mundial. Comienza mucho antes, con su independencia a principios del siglo XIX. Extender el time span tiene la consecuencia inmediata de que el Gran Hermano que mira a Grecia deja de ser Alemania, como pretende en sus tesis el profesor Navarro, sino Inglaterra (y, tras la II guerra mundial, Estados Unidos). Pero, claro, esto no cuadra con la visión del artículo. 

2) Grecia ha tenido periodos de dictadura, en efecto. Están el general Metaxas, Papadopoulos, y los coroneles. Pero también ha tenido extensos periodos de democracia, durante los cuales, eso es cierto, los griegos han votado a una clase política endogámica y que se sucede a sí misma. Pero la han votado, entre otras cosas, porque, mientras los políticos vivían bien, le garantizaban a los griegos un determinado nivel de vida; pacto que la crisis financiera del 2008 ha hecho imposible (y éste, y no otro, es el problema griego). Ya que el profesor Navarro se quiere (como digo, en mi opinión equivocadamente) ceñir al periodo de la posguerra mundial, en ese medio siglo no es moco de pavo el periodo agregado de gobierno del PASOC, partido que difícilmente se podrá definir como "de ultraderecha"; partido que continuó el rally de gastos militares, y de endeudamiento público, de funcionarización de la población activa griega, de construcción de un Estado del Bienestar hipergeneroso (y financiado por otros), etc.

3) El fraude fiscal no es cometido en Grecia por "la clase dirigente". Si fuese así, todo el problema de la Hacienda helena sería meter en el trullo a, como mucho, 2.000 personas (como también se predica, por cierto, y con parecidos niveles de análisis epidérmico, de la crisis islandesa, que tiene muchísimos más matices). El fraude fiscal en Grecia lo practica el griego medio. Lo practican los médicos, los arquitectos, los abogados, los pequeños empresarios. Todo Dios o, mejor dicho, todo Zeus. El fraude fiscal forma parte de la cultura económica griega; y es importante entender esto porque tiene mucho que ver con la inquina de la sociedad alemana hacia los griegos, porque jode mucho pagar religiosamente todos los años para que una parte de lo pagado, vía fondos europeos, se vaya a otros tipos que no pagan porque no les sale de los cojones.

4) Como decía en 1), aseverar que las políticas estructurales griegas, que el articulista califica de "corruptas" sin alejarse demasiado de la realidad en mi opinión, han sido posibles por el apoyo de Alemania, es darse una hostia en todos los morros contra la realidad geopolítica griega.

Grecia fue durante todo el siglo XIX un territorio tutelado por Inglaterra, constantemente preocupada por la posibilidad de que una excesiva influencia rusa (y alemana) en los Dardanelos, vía Turquía, le pusiera el problemas en el Mediterráneo, mar que los británicos consideraban su piscina olímpica particular y que, obviamente, adquirió una importancia comercial estratégica con la apertura del canal de Suez. De eso, es ese protectorado de facto el que permite la existencia y crecimiento de la clase política clientelar griega, pues son los ingleses los que no quieren no oír hablar de que Grecia piense por sí misma. Este proceso se repite, elevado a la séptima potencia, tras la II guerra mundial, donde el problema sigue siendo el mismo: la elevada influencia de Rusia (ahora URSS) en la zona. Ahora, sin embargo, son los Estados Unidos los que intervienen en la zona, prohibiendo el partido comunista (como en Alemania) e interviniendo directamente en la política griega. Alemania difícilmente pudo ser actor protagónico de ese proceso, porque estaba bastante malita en aquel momento y además, ejem, acababa de perder una guerra.

De hecho, el artículo de Navarro afirma que lo que habría que hacer hoy con Grecia es lo que se hizo con Alemania tras la II guerra mundial, que él describe así: perdonarle a Alemania más de la mitad de la deuda pública, deuda que Alemania, debía a los vencedores (que eran los mismos que ganaron la Primera Guerra Mundial), a fin de ayudar a la reconstrucción de aquel país.

Bueno, la verdad es que se hicieron bastantes más cosas. La primera, ojo, invadir el país entero (y repartírselo entre los ganadores). La segunda, discutir entre los ganadores cuál habría de ser la estructura constitucional del país (me refiero, obviamente, a la República Federal; en la Democrática, ni discusión hubo). La tercera, permitir que el juego democrático alemán se produjese únicamente entre las formaciones e ideologías que le molaban a quienes ejercían el protectorado (a estadounidenses, británicos y franceses les molaron varios; a los soviéticos sólo les moló ellos mismos). Y la cuarta, exigir al pueblo alemán un sacrificio enorme, con años de escasez pavorosa, para sacar adelante el país. Porque si es lógico esperar que alguien de la calle considere que los alemanes fueron ricos y vivieron todos metiéndose longanizas por el culo desde el día 1 en que llegó el Plan Marshall, no es ésta, desde luego, una interpretación que le quepa a alguien que conozca la Historia de cómo vivieron los alemanes durante los años cuarenta y aún parte de los cincuenta.

A Alemania se le perdonó una deuda que no podía pagar, efectivamente. Pero ni modo se hizo eso a cambio de que se pudiera poner a pagar pensiones generosas al día siguiente, o permitir un fraude fiscal acromegálico, o unas estructuras de gasto público para las que carecía de ingresos interiores. La sociedad alemana sudó mierda para poder encontrarse a las puertas de los años sesenta en los niveles de prosperidad y calidad de vida que para entonces eran la envidia de Europa. Blood, toil, sweat and tears...

Con todo, el problema fundamental del artículo, en lo que a Grecia se refiere, está en el punto 1) antes referido. Un economista, a mi modo de ver, no puede olvidar, o desconocer, que en Grecia ya existió una llamada Comisión Financiera Internacional mediante la cual, a principios del siglo XX, las potencias europeas del momento controlaron el presupuesto griego, incluso impusieron su derecho de nihil obstat sobre la emisión de moneda (que mayor cesión de soberanía económica no se puede imaginar), a causa de que Grecia había llegado a la bancarrota de su deuda externa. Insisto: hace cien años. Cien. Años. Pretender que el problema griego tiene treinta, cuarenta o cincuenta años, es errar gravemente en el análisis. Grecia ha hecho default varias veces en su Historia reciente; y es esta multirrepetición del efecto la que hace pensar que hay algo esencialmente mal diseñado en su sistema ecosocial. Éste es, a mi modo de ver, el problema que hay que analizar; problema que es de enorme complejidad, se compone de un montón de elementos y no, desde luego, de una limitada lista de conceptos sencillos.

Os dejo, como coda de estas notas, dos regalitos. Son dos fotos que he hecho con el móvil de un cuadrito que adorna mi despachito. La primera foto es de cuerpo entero:



No sé si lo distinguís bien, pero es un bono estatal griego. Su fecha de emisión, que figura en la columna de la izquierda, es 1898. tiene, pues, 114 añitos.

Las tres columnas de texto de la mitad inferior son iguales. El bono está redactado en griego, inglés y francés. Me interesa especialmente un párrafo, que es el que he intentado reproducir en la segunda foto: 



 


Mi traducción: 

Si los recursos prescritos por el artículo 11 del Real Decreto del 22 de abril/4 de mayo 1898 son insuficientes para el servicio del préstamo, las garantías mancomunadas de Francia, Gran Bretaña y Rusia pasarán a ser operativas bajo las cláusulas y condiciones de la Convención concluida en París, en el 17 a 19 de marzo de 1898, entre estas tres potencias y Grecia.

Da la impresión de que el problema existe desde hace algún tiempito.

21 comentarios:

  1. Luis Montes2:08 p.m.

    IMPRESIONANTE artículo, uno de los mejores (y mira que los hay buenos) que te he leído. Siempre he tenido algo más que la impresión de que Navarro trata de suplir su importante carencia de conocimientos con una ideologización masiva. Sus artículos no dejan de ser diquisiciones maniqueas sobre lo buenísimo que es un sistema que se ha mostrado ineficiente por activa y por pasiva, y lo malo que es todo el que no comparte sus poco realistas puntos de vista.

    Saludos

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  2. Mis conocimientos de economía no van muy allá, pero el hecho de que este Vicenç Navarro es el hazmerreír de medio Internet ya indica algo. Además de ese apostolado de "La Verdadera Izquierda™", me revienta esa manía de reducir todo a historias de buenos y malos, donde los malos, cómo no, son los alemanes, tan nazis ellos y tan chungos en las pelis de Hollywood, mientras que los griegos son la bondad personificada. Claro que sí.

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    1. MarcBCN2:09 p.m.

      Hombre, los nazis (y Hitler) eran (y son) 99% bad guys.

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  3. Bueno y aquí está cuando terminó de pagar Alemania
    sus deudas de la I GM.

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  4. Muy buen artículo, gracias.

    El tal Vicenç Navarro, un par de veces que le he leído algo, me pareció un dogmático de mucho cuidado.

    He buscado el libro recomendado, La dictadura alemana, en español sale por más de 30 lereles más gastos de envío. Y en la parla hereje de los hijos de la Gran Pu..Bretaña, sale por 4,70 libras. Así que, ni corto ni perezoso, ha caido en inglés. Le dedicaremos un buen rato. Ahora que estoy acabando el segundo tomo: "El III Reich en el poder" de la trilogía de Richard J. Evans. El cual me parece muy bueno.

    ¿Opiniones?

    Saludos desde el Sur del Sur

    Cide Hamete

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    1. Mi opinión es que, si no lo estabas ya, ya estás maduro para Hannah Arendt :-)

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    2. Jeje

      Estoy en ello. Leyendo sobre el antisemitismo en el s. XIX, los protocolos de los sabios de Sión, etc., me encontré con ella.

      Tengo entre manos Los orígenes del totalitarismo, y terminé hace poco Eichmann en Jerusalen.

      Saludos

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  5. Anónimo10:01 p.m.

    Creo que, al respecto de estos autoproclamados intelectuales, la mejor definición taxonómica la dio Tom Wolfe:

    "TW: (...) La figura del intelectual tiene prácticamente un siglo de vida. El término fue creado por el francés Clemenceau para designar a los escritores, los artistas, los que creaban. Ahora, la palabra intelectual se ha desvinculado de lo que supone un logro intelectual; un intelectual es un consumidor de ideas, ya no hace falta ser un creador. En realidad, ser creativo es un estorbo. El ejemplo perfecto es Noam Chomsky. ¿Es un hombre conocido en España?

    EP: Sí, es conocido.

    TW: Bueno, es el ejemplo perfecto. Antes de la guerra de Vietnam, Chomsky era el gran lingüista de EE UU. Se inventó la teoría revolucionaria de cómo se crea el lenguaje y qué es lo que se puede hacer con él. Pero no estaba considerado como un intelectual, porque un intelectual es alguien que sabe sobre un asunto, pero que, públicamente, sólo habla de otras cosas. Y cuando Chomsky empezó a denunciar públicamente la guerra, ¡de repente se convirtió en un intelectual! Aquí un intelectual tiene que indignarse sobre algo. Como dijo McLuhan, la indignación moral es la estrategia adecuada para revestir de dignidad al idiota. Y eso es lo que hace la mayoría de los que se dicen de izquierdas: en lugar de pensar –lo cual es duro, lleva tiempo, hay que leer–, se indignan por algo, y eso les reviste de dignidad. Siempre han escogido las opciones equivocadas. Me encanta tener al presidente Mao aquí, en mi mesa; Mao fue considerado hasta el final como una gran figura por la gente de izquierdas. También había muchos que pensaron lo mismo de Pol Pot, que exterminó a media Camboya. Bueno, no me haga empezar con estas cosas…."

    La entrevista completa (sin desperdiciar ni una letra), aquí:

    http://elpais.com/diario/2005/03/20/eps/1111303607_850215.html

    Abundando en la materia, lo que a mí me parece es que esta gente trata de establecer una relación entre A y B, siendo A algo que les disgusta, les ofende... les indigna, y siendo B una maldición bíblica (o laica) que quieren cargar a la cuenta de A. El argumento para establecer la relación se rellena de lugares comunes aptos para fáciles digestiones, procurando que dicho argumento esté lejos (pero no demasiado) de su campo profesional, y lo bastante enredado en cifras, fechas y nombres, como para poder entrar y salir de él sin pagar peaje intelectual.

    Eborense

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  6. Anónimo1:25 p.m.

    Buenas, soy un reciente seguidor de tu blog, y aunque no soy profesor de universidad, sí me interesa la historia, imagino que como a la mayoría de tus lectores. A lo que voy es a que no puedo citar fuentes como lo haría un catedrático; dicho lo cual, tengo mis fundadas opiniones, que en ocasiones pueden llevar a lugares comunes o no.

    Dicho esto, no me sorprende que salgas de tu historicismo habitual para atacar a uno de los “gurús” del “progresismo” de este país. No he visto hasta ahora en tu blog referencia alguna a dichos “lugares comunes” que a menudo emplea el conservadurismo patrio, con tanta insistencia como lo hacen personajes como Navarro (en otros tiempos fue Berzosa). No voy a ser yo quien los defienda, porque ya sé de qué pie cojean, y ahí voy.

    Ellos, como tú, apenas nombran lo que para mí es trascendental en el caso del nazismo: que Hitler se hizo fuerte gracias al miedo de los grandes empresarios alemanes al comunismo. Estos, que tras la 1ª G.M. apoyaron al socialismo de Ebert en su represión de los comunistas, cuando consideraron que los socialistas no podían frenar el descontento popular – provocado por la repercusión de la crisis del 29 - financiaron al nazismo, del mismo modo que antes habían mantenido a los socialistas. Pero mentar esto parece difícil para estos progres, que maman de este socialismo de finales de siglo, que tanto daño le ha hecho al trabajador, griego o español.

    Un saludo.

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    1. Tienes razón en eso de que me meto siempre con los mismos. Pero la cosa tiene su motivo, porque "los otros" ya tienen un montón de peña que destaca las cosas que dicen. Y, además, yo escribo de Historia. E, históricamente hablando, eso que podríamos llamar El Gran Trile Intelectual del siglo XX no es, precisamente, haber intentado convencer al mundo de que las ideologías de ultraderechas son la bomba limonera; así pues, no hace falta colocarlas en su sitio. Ahora bien, con ideologías y praxis que en su día fueron el-no-va-más de la libertad del hombre y bla, hay todavía bastantes arbustos que desbrozar.

      Sobre lo segundo que dice, yo tiendo a no acordarme de los cambios de humor de los Krupp, Thyssen y demás, porque son relevantes a la hora de financiar a alguien, pero no de encumbrarlo. Hitler no habría sido nada sin el voto de miles y miles y miles de pequeños tenderos alemanes, funcionarios y mediopensionistas. Y eso es algo que no se consigue con pasta.

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    2. Anónimo1:58 p.m.

      Puedo entender su primera argumentación.

      La segunda no tanto. Es más, corrígeme si no es cierto, pero quiero recordar haber leído que Hindenburg fue fuertemente presionado por varios de los principales industriales alemanes para forzar el nombramiento de Hitler como canciller.

      Pero además de esto, no se puede soslayar la importancia de la propaganda en la democracia; y en la fuerza y machaconería de esa propaganda influye de forma evidente la financiación de cada candidato, y casos tienes en abundancia, creo yo. Para empezar, y así cierro el círculo, con la del PSOE por la Fundación Ebert.

      Tampoco pretendo, si es lo que se ha entendido, reducir toda la explicación sobre el auge del nazismo a la financiación. Obviamente, ni esta financiación se puede entender sin el contexto ni es baladí el aspecto de la personalidad de Hitler como fürher, amén de otros aspectos, derivados, digámoslo también, de las consecuencias (no sólo económicas, eso sí) de la 1ª G.M, y otros que - con toda seguridad - se me escapan.

      Pero desde luego, mucho menos pienso que cierta gente tome decisiones en función de su humor.

      Un saludo.

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  7. Oh, el viejo amigo Vicenç Navarro. Es que, de hecho, incluso comete errores de bulto en economía, que se semejan a los que has expuesto, JdJ (su campo es la economía pública y del bienestar, aunque en ocasiones cae en la propaganda política). Por ejemplo, Luis Garicano comenta cómo Navarro no consigue acertar a la hora de hablar de fiscalidad: http://www.fedeablogs.net/economia/?p=13512

    O mete la pata hasta el corvejón seleccionando datos: http://politikon.es/2011/11/09/el-profesor-navarro-y-la-interpretacion-de-los-datos/

    En general, le encantan los relatos simplistas y grandilocuentes. Como a tanto intelectual. Encima parece que se ha arrimado al oportunismo con la presente crisis. Y critica a organizaciones como FEDEA acusándolas de estar al sueldo de malvados banqueros. Un argumento que impresiona a un chaval, pero que con experiencia lo ves como un patético intento de ganar una discusión.

    También he visto a algunos seguidores utilizar el Argumento Grandilocuente, que si lo marginan (como le pasa a Ron Paul y tal), como en este caso: http://www.elblogsalmon.com/criticas-y-recomendaciones/nada-es-gratis-el-libro/c/95384#c95384

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  8. Hola.

    Enhorabuena por el blog, lo leo con frecuencia y es excelente.

    Me ha llamado la atención que Hitler gritase "¡La era del capitalismo ha terminado!" en el Putsch de Múnich, y la verdad es que me interesaría mucho conocer la fuente.

    Gracias.

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    1. Lo cuenta Kernshaw en su biografía, obviamente en el tomo dedicado a su Hubris (el dedicado a la Nemesis es un poco más coñazo, especialmente si no te van los hechos bélicos).

      De todas formas, hay que tener en cuenta algunas cosas a la hora de interpretar la frase. Yo no creo que quiera decir exactamente que Hitler, alguna vez, fue proclive a planteamientos marxistoides o así; más bien, lo que quiere decir es que se puede ser perfectamente anticapitalista sin ser marxista.

      Hitler era un desclasado social, un tipo atrabiliario que no estaba muy bien de la cabeza y que, además, estaba, en lo personal, fuertemente influenciado por diversas teorías teosóficas alumbradas por el pangermanismo desde la mitad del siglo XIX. Especialmente, creía mucho en las teorías de la Batlavsky, una especie de Iker Jiménez decimonónica, que elaboró una compleja cosmogonía basada en la evolución del mundo en eras distintas, cada una con subetapas interiores de dominación y fracaso; planteamiento que está en la base de la idea de que ahora "tocaba" la dominación aria.

      Así pues, el concepto de "era", en Hitler, probablemente era más profundo, o más pollas en realidad, de lo que suele serlo.

      En fin, creo que hace falta un post sobre el nazismo, la teosofía panalemana, los mistagogos y el horóscopo de Hitler...

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    2. Se ha publicado en castellano hace poco un libro de Thomas Weber, "La primera guerra de Hitler", en el que se apunta que Hitler pudo haber tonteado con las ideas de izquierdas al menos durante los primeros meses de 1919, durante la República Soviética de Baviera. Por entonces estuvo en Múnich, y en "Mein Kampf" no cuenta prácticamente nada acerca de sus actividades entre el fin de la guerra y mayo de 1919, a pesar de lo mucho que se explaya en otros episodios. Hitler dice, eso sí, que los comunistas trataron de detenerlo, pero es mentira. Y se sabe que estuvo en el funeral del asesinado líder socialista Kurt Eisner (que además era judío) y que fue elegido como representante de un sóviet de soldados (su primer cargo político). Por lo visto, se habría pasado de la extrema izquierda a la extrema derecha a lo largo del verano de aquel año, cuando tuvo que asistir a unos cursos de reeducación política en los que un pangermanista llamado Gottfried Feder le metió en la cabeza una serie de ideas sobre los males del "capitalismo judío". Feder fue quien introdujo a Hitler en el DAP (después rebautizado como NSDAP).
      A mí no me extrañaría nada. Yo creo que el anticapitalismo siempre es de izquierda (aunque no siempre es marxista), y si está presente en la teoría del fascismo (y del nazismo) se debe a que éste se originó en la izquierda. Por eso es lógico que Mussolini fuese socialista antes que fascista. O que Hitler terminara profesando una ideología que combinaba elementos de izquierda y derecha, colectivismo y nacionalismo.
      El ala izquierda del partido nazi fue la predominante hasta el Putsch de Múnich. Después, el anticapitalismo hitleriano fue sólo una fachada para atraer los votos de los trabajadores. En la práctica, fascistas y nazis fueron de extrema derecha, aunque sus ideas nacieran en la extrema izquierda. En fin, que los extremos se tocan, como decía el otro.

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    3. Por cierto, tengo la biografía de Kershaw y he vuelto a mirar el capítulo del Putsch de Múnich. No he visto la cita de la frase de marras, aunque igual es porque la edición que tengo es de 1999, y me pareció ver el otro día en una librería que ha salido una nueva modificada por el propio Kershaw en plan "director's cut".

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  9. Ah, y estoy de acuerdo con JdJ en que lo que llevó a Hitler al poder fueron los votos de millones de alemanes. Hindenburg no tuvo más remedio que nombrarle canciller ya que su partido había ganado las dos elecciones anteriores al Reichstag. Y esos votos se consiguieron gracias a la propaganda -una propaganda que tenía cierto tono izquierdista, por cierto-, es verdad, pero no a la financiación de los industriales. En su "Historia del siglo XX", el autor marxista Eric Hobsbawm dice: "En los comienzos de la década de 1930 el gran capital no mostraba predilección por Hitler y habría preferido un conservadurismo más ortodoxo. Apenas colaboró con él hasta la Gran Depresión e, incluso entonces, su apoyo fue tardío y parcial". Después explica que "el capital cooperó decididamente" con Hitler sólo después de que éste alcanzase el poder.
    Por otra parte, el ascenso nazi en aquel momento también se vio favorecido por la fuerte división de la izquierda alemana y por la actitud del KPD que, siguiendo instrucciones de la Komintern, señalaba a los "socialfascistas" del SPD como los principales enemigos de la clase obrera, por delante incluso de Hitler.

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  10. Anónimo6:26 p.m.

    Citaré, pues, si me obligáis:

    Julio Arostegui. El Nazismo alemán.

    Donde más claro queda, en mi opinión, lo que intento decir, a saber:
    - que la industria alemana ya apoyaba a Hitler, antes de su apoyo popular.
    - Que con la crisis del 29, mucha gente empieza a apoyarle
    - Que conforme pasa el tiempo, la gente empieza a desconfiar de él y entonces recibe el último impulso por parte de la gran industria.

    “ De los 30.000 afiliados de 1925 se pasa a los 100.000 de 1928. Sin embargo, la implantación electoral será el punto débil hasta 1929” [...]
    “A Brüning le toca afrontar la gran crisis y lo hace, como otros políticos de la época, con medidas deflacionistas, lo que acarrea el aumento del desempleo hasta llegar al final de su mandato a los seis millones de parados.
    Ello llevará a extensas masas de población a la predisposición hacia toda clase de medidas de excepción, incluida la dictadura. Eso beneficia, naturalmente, a quienes culpan a la República de todos los males. Brüning empieza su gobierno, además, convocando para septiembre de 1930 unas elecciones generales políticamente desaconsejables.
    El resultado de ellas es un hito triunfal en la historia del nazismo: de una representación de 12 diputados, el NSDAP pasa a tener 107 y se constituye como segundo partido de Alemania, detrás del SPD y por delante de los comunistas.[...]
    “¿Cómo se llegó a esta situación?”
    Había razones que se referían tanto al partido hitleriano como a la sociedad alemana en su conjunto. Hitler dio un gran paso adelante al sumarse al frente antirrepublicano con la derecha para intentar la vía plebiscitaria contra el Plan Young, frente inspirado fundamentalmente por Hugenberg, el líder de los nacional-alemanes.
    Esto ocurría en 1929 y, entre otras cosas, significaba una consideración definitivamente positiva para el nazismo por parte de las finanzas y la gran industria. A cambio, el nazismo abandonaba las más radicales propuestas de su programa.”[...]

    “La elecciones de noviembre de 1932 muestran un hecho significativo: el retroceso nazi en dos millones de votos y más de 30 escaños. El NSDAP se encuentra en un verdadero callejón sin salida del que vendrá a sacarle, definitivamente, la gran derecha social y política alemana.”[...]

    “Papen sigue intrigando junto al presidente. El 4 de enero de 1933 preside en Colonia una reunión don Hugenberg, Hitler y altos personajes del capitalismo alemán y consigue limar las diferencias de los dos primeros, reactivando así el frente de Harzburg.

    Los conservadores creen haber hecho el pacto definitivo. Se puede ofrecer a Hitler el gobierno con el contrapeso de la derecha, pensando que sólo se le entrega una participación. Las reticencias de Hindenburg frente al cabo bávaro son vencidas con la presión de los coaligados y el decisivo impulso de los capitalistas que suscriben una carta preparada por el banquero Schacht.”(propuesta, añado yo, firmada por personajes tan insignificantes en la economía alemana como Krupp, Siemens, Von Schroeder, Cuno, Thyssen....)


    Sigue...

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    1. Si te fijas, esto no es muy diferente de lo que dice Hobsbawm: que el gran capital "apenas colaboró con él [Hitler] hasta la Gran Depresión e, incluso entonces, su apoyo fue tardío y parcial".
      Por otro lado, es cierto que en las elecciones de noviembre de 1932 los nazis perdieron votos, pero continuaron siendo los más votados. No me parece que eso sea estar en un "callejón sin salida".

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  11. Anónimo6:26 p.m.

    José Sánchez Jiménez. La Alemania de Weimar.

    A destacar que dos de los tres aspectos que menciona este autor tienen que ver con el apoyo financiero y la presión que éste ejerce.
    Subrayo también la tercera, el apoyo popular, que no se diga.
    Pero, si bien este autor no recoge es la caída en votos en las elecciones del 32, las últimas antes de su llegada al poder, sí pone el acento en la intriga urdida para acelerar la llegada de Hitler al poder el 30 de enero del 33, a pesar del propio Hindenberg, quien apenas 4 días antes dice a dos generales: “No irán ustedes a creer que voy a nombrar canciller a ese cabo lancero austriaco”

    Tras hablar de los 57 días de Von Shleicher, “Su gobierno cayó ante uno de los episodios más controvertidos de este final de la República: la intriga, en la que se vieron envueltos el propio canciller, Hitler, Von Papen, representantes del capital y la industria, etc. y que lleva a la chancillería alemana, el día 30 de enero de 1933 al propio Hitler, aparentemente envuelto por representantes de la derecha clásica.
    Aspectos de enorme trascendencia en este proceso intrigante eran:
    - El apoyo y la financiación que la industria alemana estaba dando a Hitler, con el deseo y objetivo de llevarle al poder. Como contrapartida, el gobierno nazi garantizaría un gobierno estable, aseguraría nuevos mercados y contendría eficazmente el avance del comunismo.
    - La aceptación a nivel popular del partido nazi, la mejor base social de apoyo a la intriga, manifestada en el incremento de votos, cada vez más apreciable y progresivo.
    - La presión sobre Hindenburg en la controvertida entrevista de Colonia entre Hitler, Schroeder, representante del gran capital, y el propio Von Papen, que lo describe con minuciosidad en sus Memorias.”

    Carlos Forcadell. Hitler y el Nazismo.

    A destacar cómo su paso por la cárcel parece haber hecho mella en su lucha contra el capitalismo. Y cómo Hitler se dedica a trabajárselo antes de ser nadie (y esto lo añado yo), a cambio de:
    - El exterminio de los comunistas (como los más de 100 comunistas muertos aún en la campaña electoral del 32 , el primer mensaje que dirige al pueblo alemán, y las derivadas del incendio del palacio del Reichstag demostrarán).
    - Y, antes de eso, robándoles parte de su potencial electorado: los parados.

    Hablando de Hitler, “ en febrero de 1926 se dirige en un mitin privado a comerciantes e industriales de Hamburgo explicándoles que, al igual que en Italia, el renacimiento de Alemania sólo puede lograrse extirpando el marxismo.

    Con ello se define el nacionalsocialismo y se inicia otra línea de apoyo social, que, reforzada tras la crisis de 1929, completará la explicación del ascenso nazi.

    En 1926-27 recorre los medios industriales del Rhur insistiendo en el respeto a la propiedad privada.”


    Un saludo

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  12. Anónimo9:16 p.m.

    Creo que sería interesante debatir sobre la diferencia de trato que tuvieron las diferentes nacionalidades del Imperio Austrohúngaro cuando llegó su colapso, pues a los checos, polacos, yugoslavos y húngaros se les permitió instaurar un estado nacional y lingüistico, mientras que a los austriacos germanoparlantes se les prohibió taxativamente unirse a Alemania, a pesar de los resultados de los diferentes referendums.

    Quizá, en la llegada de Hitler tuvo más que ver la lengua que el bolsillo.

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