martes, marzo 29, 2011

La "normalidad" del 36 (4: y Falange cogió su fusil)

Uno de los temas que se discute y se discute eternamente, sin demasiada razón para ello, es cuándo comenzó o nació el golpe de Estado del 36. La culpa la tiene la historiografía franquista, que se empeñó en establecer una extraña relación causa-efecto entre el asesinato de Calvo Sotelo y el 18 de julio, algo que no le entra en la cabeza a nadie que sepa cuatro cosas sobre todo lo que hay que tener organizado para dar un golpe de Estado militar que pase de los tres primeros minutos. Así pues, normalmente los foros y discusiones varias bullen de opiniones que recuerdan que el golpe se estaba fraguando mucho antes de dicho asesinato. ¡Pues claro!

Lo malo para muchos supporters de esta teoría es que el hecho de que sea cierta no avala precisamente la tesis que muchos de ellos defienden, esto es que los golpistas organizaron el golpe de Estado cuando lo único que estaba haciendo España era avanzar hacia la democracia.

El golpe de Estado del 18 de julio del 36 nace el 8 de marzo de dicho año en un piso céntrico de Madrid, muy amplio y acogedor, propiedad de un político de derechas. Y no nace para acabar con la democracia, sino para acabar con el caos, que son cosas distintas. El 8 de marzo de 1936, tal y como ya venimos relatando, apenas dos semanas después de haberse producido la votación de las elecciones, los muertos tapizan las calles de media España, las cárceles han sido abiertas mediante procesos no demasiado legales, y la seguridad ciudadana brilla por su ausencia. Éste es el principal asunto que se trata en la reunión auspiciada por el general Mola, recién trasladado de África a Pamplona, y a la que asisten los también generales Varela (que ostenta la representación de Sanjurjo), Franco, Rodríguez del Barrio, Fanjul, Saliquet, González Carrasco y Kindelán, a los que hay que añadir al general Goded, que no pudo asistir pero se adhirió, y Valentín Galarza. La reunión dura cuatro horas. Todos los asistentes están de acuerdo en que hay que dar un golpe de Estado cuyo objetivo es el gobierno, no el régimen. Atrás ha quedado la teoría de Franco de que lo que hay que hacer es declarar el estado de guerra; los contertulios están de acuerdo en que esa declaración, caso de conseguirse, podría ser incluso contraproducente.

Las discusiones se centran en el hecho que algunos días antes le ha confesado Franco a Portela: la desunión del ejército. Los propios promotores del movimiento son conscientes de que las diferentes unidades no tienen criterios unificados a este respecto y, por lo tanto, un golpe tiene muchas trazas de salir mal, como salió el de Sanjurjo en 1932; sólo que esta vez los conspirados son conscientes de que el gobierno no iba a resolver la cuestión de forma suave. Por ello, se acuerda preparar un movimiento que sólo se realizará en caso de extrema necesidad.

De donde cabe concluir que, de no haber llegado la República a esa situación de extrema necesidad, quizás no habría habido golpe.

Pero no es el caso. Marzo se despliega con más de lo mismo. José María Maura y Gamazo es asesinado en Bilbao. Manuel Sepúlveda, militante de la CEDA, cae en La Puebla de Almuradiel, Toledo; las derechas convocan una manifestación de repulsa que es tiroteada por los izquierdistas, con el resultado de dos muertos más. Un obrero de derechas, José Antonio Aumendi, es agredido con porras en Santander y, posteriormente, asesinado. En Bilbao, son tiroteados por la calle los tradicionalistas Jaime Villamor y José Hernández, el primero de los cuales queda muerto en la calzada. En Castril, Granada, un choque entre la guardia civil e izquierdistas deja dos muertos. En Palencia, un militante de derechas llamado Jesús Álvarez es acosado por izquierdistas, saca una pistola para defenderse y es abatido por los guardias de Asalto. En Toledo, la guardia civil protege a unos derechistas que están siendo agredidos y produce un muerto. En Ceheguín, Murcia, un izquierdista muere durante el intento de asalto de una iglesia. En La Coruña, la CNT declara la huelga general. A los obreros de una obra que ha decidido trabajar los cercan y los tienen cuatro días sitiados; al primer trabajador que intenta salir lo disparan y lo hieren. Carlos Bacler, oficial de prisiones, es asesinado a tiros en Málaga. En Consuegra, Toledo, los frentepopulistas se hacen con el pueblo, registran casas de derechistas y ponen cerco a la casa-cuartel. En Mancera de Abajo, Salamanca, izquierdistas y derechistas se enfrentan a tiros en la calle, como en el Far West. Mueren una mujer y un niño de tres años.

El día 6, izquierdistas agreden con pistolas a una cuadrilla de obreros de afiliación falangista que trabaja en el derribo de la vieja plaza de toros de Madrid, violando una huelga. Hay cuatro muertos. Falange responde allegando a unos ignotos activistas de su primera línea a una taberna de comunistas, donde su paso deja varios muertos.

Ese mismo día, por cierto, miembros de la policía, guardias de asalto, son agredidos a tiros en la misma Gran Vía. No hubo heridos de consideración, pero lo cito porque me parece que no se puede considerar muy «normal» una situación en la que se ve a gente pegándose tiros a metros del H&M.

El día 11, la situación es muy comprometida en Vallecas. Grupos de izquierdistas asaltan el Círculo Católico y el de Acción Popular, saquean e incendian domicilios, un almacén, una fábrica de tejas, una serrería, tres tiendas, una pescadería, cuatro conventos, un colegio parroquial y dos iglesias. Esa misma tarde, en la calle Sagasta, un grupo de policías amateur sin placa rodea en la acera a dos estudiantes de Derecho falangistas, José Olano Orive y Enrique Valsobel. Les conminan a enseñarles la documentación y pretenden cachearlos, a lo que los falangistas se niegan. La negativa le costará la vida a Olano.

El asesinato de Olano, que fue, como casi todos los del normal 36, absolutamente gratuito, tuvo una enorme repercusión en Falange. Como las historias escritas de aquellos tiempos lo fueron durante el franquismo y a la mayor gloria de la figura del mártir José Antonio Primo de Rivera, es difícil saber con exactitud qué pasó dentro de la organización, pero cabe sospechar que alguna tecla se pulsó, algún palillo se rompió, con la muerte de Olano. A partir de la misma, José Antonio ya no pudo evitar, si es que antes lo había conseguido o lo quería (yo tengo mis dudas de ambas cosas), que Falange se convirtiese en un grupo terrorista en la práctica.

La historiografía falangista, cierto es, ha hecho siempre mucho hincapié en la mucha paciencia que tuvo la organización antes de dar el paso; el mucho tiempo que pasó durante el cual a José Antonio lo conocían como Simón el Enterrador, en alusión a los muchos entierros a los que acudía, antes de pasar a la acción. Característica propia del terrorista es siempre destacar las razones que le han llevado a serlo, como si eso pudiese justificar un comportamiento fuera de la legalidad y basado en el terror. Las izquierdas de la República, y sus corifeos presentes, sostienen también más o menos el mismo discurso.

Nadie, en Falange, pareció pensar que, si hacían lo que querían hacer, y lo que hicieron, inclinarían un poquito más la cuesta hacia la catástrofe.

El 12 de marzo, en la calle Goya de Madrid, un grupo de falangistas dispara al profesor de Derecho, ponente constitucional socialista y futuro presidente de una fantasmagórica república en el exilio, Luis Jiménez de Asúa. No le dieron, pero su escolta, el policía Jesúis Gisbert, recibió unos disparos que le causaron la muerte. Asúa huyó a gatas por la calle y se refugió en una carbonería en Velázquez.

El 12 de marzo, por lo tanto, hay una vuelta de tuerca más a la situación. Falange ha atentado contra un diputado (cosa que olvidará la historiografía franquista cuando se mese los cabellos por el asesinato de Calvo Sotelo, que no estaba ni más ni menos aforado que Jiménez) y, lo que es casi más importante, ha matado a un policía. Desde ese preciso momento, no habrá ya tregua para el grupo de José Antonio.

El asesinato del policía Gisbert tiene, además, otra consecuencia. El día 13 de marzo, muy probablemente por pensar exactamente lo contrario de lo que dice en el escrito, el Gobierno publica una nota de prensa en la que asevera que todo el ejército está con la legalidad y, más aún, se duele de las injustas agresiones de que han sido objeto miembros de las Fuerzas Armadas.



Sea como sea, la acción de Falange marca un antes y un después para el 36.

13 comentarios:

  1. Hola
    Creo jdj que has pasado de puntillas sobre el asesinato de Calvo Sotelo, quizás porque es el más conocido. Yo mantengo la tesis de que, si bien no fue el causante del golpe de estado, sí lo fue de que el Frente Popular perdiese la Guerra. Ese asesinato abrió lo ojos a mucha gente corriente que aún pensaba que la situación podía reencauzarse. Muchos miles de personas, gente corriente, que terminarían apoyando el levantamiento militar.
    Y es que lo de Calvo Sotelo fue muy fuerte. Para que lo entiendan los que siguen pensando que bajo el gobierno del Frente Popular España era una democracia, recurro a un ejercicio de Historia Ficción.
    Situémonos en enero de 2003, bajo el muy democrático gobierno del presidente Aznar. Manifestación no autorizada contra la Guerra de Irak, que recorre la Gran Vía de Madrid, rompiendo escaparates y quemando contenedores (hasta aquí todo es real, ahora empieza la ficción). Un teniente de la democrática Policía Nacional decide disolver a tiros a los manifestantes. Resultado: dos muertos de Izquierda Unida. La izquierda parlamentaria brama contra el democrático gobierno Aznar. Lejos de destituir al teniente que ha disparado, el democrático Aznar le da una palmadita en la espalda y le reafirma en su puesto. No en vano, ese teniente, en sus ratos libres, se dedica a instruir militarmente a la democráticas Juventudes del PP. Izq Unida jura venganza. Una noche, le esperan en una esquina y se lo cargan. Lo compañeros de partido del teniente asesinado, deciden también vengarse. Dos conocidos miembros del democrático PP, uno de ellos jefe de la escolta de Mariano Rajoy, se presentan en una comisaria y convencen a los compañeros del muerto para ir a buscar al líder de la oposición, Rodríguez Zapatero, a su casa. Una vez allí, le convencen con engaños de que les acompañe, y una vez dentro de la furgoneta de la Policía Nacional, uno de los democráticos miembros del PP, le pega un tiro en la nuca a Zapatero. Al día siguiente, la izquierda está que se sube por las paredes. El democrático gobierno Aznar promete investigar, pero no investiga nada.
    En todos los mentideros se sabe que algunos miembros del democrático PP son los asesinos, pero no se puede decir ni se puede publicar. EL PAIS intenta contar la verdad de lo sucedido, pero el muy democrático gobierno del Sr. Aznar decreta el cierre del periódico. Final.
    Esto, punto por punto, fue lo que ocurrió en 1936. Si hubiese ocurrido realmente lo de 2003, ¿qué hubieran sentido/pensado los españoles "corrientes"?

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  2. Bueno, no es que haya pasado de puntillas. Es que voy por marzo, y aún queda hasta julio :-)

    El asesinato de Calvo Sotelo es, lógicamente, el último capítulo de la serie.

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  3. CorsarioHierro11:04 p.m.

    Pero pareces dar más importancia a los atentados/terrorismo/lo que sea hechos desde la izquierda. También los había desde la derecha. ¿te los olvidas? o ¿es qué, efectivamente, los de izquierda son una inmensa mayoría frente a una minoría de atentados de derechas?

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  4. Anónimo11:41 p.m.

    Así que Franco y compañía "sólo querían acabar con el caos". ¡Claro! ¿Cómo no me había dado cuenta antes? Lo ideal para "acabar con el caos" es dar un golpe de Estado y meterse en una guerra de 3 años y 1 millón de muertos.
    ¿Sólo a mi me suena raro?

    C.

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  5. Corsario: Yo he tomado los hechos que fueron de público conocimiento en aquellas semanas, y he quitado casi todos los hechos en los que no hubo muertos. Alguno me he quedado por juzgar la movida de una especial importancia.

    Es el único elemento de clasificación que he usado.

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  6. Al Anónimo:

    La cifra del millón de muertos más vale no citarla. Está bastante desprestigiada. Según los demógrafos, lo que es cierto es que se destruyeron un millón de vidas; pero esa cuenta se hace sumando los aproximadamente 550.000 españoles que no nacieron y deberían haberlo hecho en tiempo de paz.

    Lo de los tres años de guerra... partes de bases teóricas que a mí me parecen erróneas. El impulsor del golpe del 36 no sabía que le iba a salir tan mal (contaba con yugular la República tomando el control de Levante y Cataluña en horas) y, por lo tanto, no sabía, y de hecho no se había preparado para, una guerra de tres años. Si el planteamiento de partida hubiese sido una guerra de 3 años, la estrategia habría sido muy otra (difícilmente se habría producido un golpe en toda España, pues quien mucho abarca poco aprieta).

    Sobre las intenciones de la reunión del 8 de marzo, evidentemente puedo estar equivocado. Pero para convencerme necesitarás esgrimir algo más que percepciones personales.

    Lo que yo pretendo demostrar en estos post, porque es mi opinión histórica, es que, en el fondo, lo que quisieran o no quisieran los alzados da igual, porque lo realmente importante es que su porción de éxito en el golpe se debió a dos razones: lo harto que estaba el personal de la falta de orden público; y la sensación en las derechas de que su integridad no estaba segura.

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  7. Creo, jdj,que das en el clavo con las dos razones finales que das en tu respuesta a Anónimo. Aunque yo abriría aún más el abanico político y diría que el "apoyo al golpe" iba desde el centro hasta la derecha. He entrecomillado "apoyo al golpe" porque me estoy refiriendo a todos los que recibieron el golpe con alivio (el 18 de julio).
    Y creo que es el momento para repetir una perogrullada que ya he puesto otras veces (esta vez dedicada al Anónimo): Un españolito, el 18 de julio de 1936, no tenía ni pajolera idea de lo que iba a suceder en los tres ni en los cuarenta años siguientes. No confundir, por lo tanto, el "apoyo al golpe" con el apoyo a la dictadura.

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  8. David L7:44 a.m.

    Yo creo que no habría que perder de vista la situación interna dentro del PSOE durante aquellos primeros meses de 1936, al fin y al cabo era el partido mayoritario dentro de la izquierda parlamentaria y sobre él debía recaer la gobernabilidad del país. Sin el PSOE no podía existir un mínimo de desarrollo democrático en el país. Largo Caballero lanzó discursos incendiarios por aquellas fechas, muchos de ellos tenía como fin un consumo interno, la lucha dentro del PSOE afectó y mucho a la estabilidad del gobierno republicano surgido de las elecciones del 36. Azaña apostó por Prieto frente a Largo Caballero y perdió, no le quedó otro remedio que aplicar el plan B, es decir, ofrecer a Casares Quiroga la jefatura de gobierno, un republicano sin un partido político de peso detrás y, en cierta manera, rehén del socialismo caballerista. La Revolución de Octubre fue la base del Frente Popular, pero también supuso la división del PSOE en dos grupos netamente dieferenciados. Desde luego esto no contribuyó a ofrecer una estabilidad al país cuando más lo necesitaba.

    Un saludo.

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  9. Anónimo9:41 a.m.

    Gracias por tu respuesta.

    ¿Realmente cualquier cosa era mejor que el caos del 36? Perdón, pero no me lo trago. Una guerra civil es, lo miremos como lo miremos, bastante peor que lo que estaba sucediendo. Y la perspectiva de una guerra civil era algo real, algo que los generales sabían, porque no eran idiotas.

    Es cierto que nadie a esas alturas podía saber que se iban a meter en una guerra civil de 3 años.
    Pero lo que sí sabían muy bien los generales es que el golpe podía salirles mal. De hecho, creo que Mola era muy consciente de ello, y se mostraba bastante deprimido ante la perspectiva de que el golpe fallara y se llegase a una guerra civil. ¿No consideraba a muchas de sus propias tropas plagadas de reclutas socialistas? ¿Acaso no eran conscientes de la desunión existente en las Fuerzas Armadas, de que muchos de los altos mandos no eran partidarios de rebelarse?

    Si, pese a ello, decidieron actuar, no me creo que sus motivos que fueran tan “patrióticos” como acabar con el caos. No tiene mucho sentido actuar para acabar con el caos, si una de las posibilidades más plausibles es que con tu acción provoques un caos aún mayor ¿no?

    Creo, más bien, que los tiros irían por otro lado: afán de poder, proteger la integridad física y los intereses de una clase social que creían amenazada, incluso proteger su propia posición ante la posibilidad de que se depurase el Ejército; eso me cuadra mucho más. En mi opinión, lo de “acabar con el caos” es intentar justificar lo que hicieron: rebelarse contra el Gobierno de su país.

    En mi opinión, las decisiones que toman cuando está claro que el golpe no ha triunfado y que lo que se avecina es una guerra civil, delatan que en el fondo no les importaba demasiado “acabar con el caos”; esto era mas bien la excusa que el motivo. Cuando Martínez Barrio ofrece negociar a Mola, y en garantía le ofrece la cartera de la Guerra, éste la rechazó. Es decir, prefiere meter al país en el caos de una guerra, antes que acabar con el caos negociando. O todo, o nada.

    A mi no me parece tan baladí lo que quisieran los golpistas. Se pudo evitar un baño de sangre.

    Enhorabuena por el blog, aunque estos posts no me estén gustando demasiado.

    Saludos cordiales.

    C.

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  10. Anónimo11:35 a.m.

    No. Esta claro que lo ideal para acabar con el caos y la violencia es, en este orden: el buen rollito -ya sabemos que hablando se entinde la gente- y el talante.

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  11. Amigo C.

    La pregunta que abre tu comentario tiene dos respuestas. Una es la que podamos darle tú y yo ahora. La otra es la que le da el que es contemporáneo del caos y lo está viviendo. Yo sí creo, mira tú, que bien podría existir una porción de españoles nada despreciable, muchos de ellos humildes, que prefiriesen un golpe militar a lo que había. No se trata de preguntarse lo que prefiere uno, sino si es posible que hubiese gente teóricamente alejada de radicalismos que encontrase razones para abrazarlos. Y eso pasa, C. Pasa. A ver si te vas tú a creer que todos los alemanes que votaron a Hitler en el 33 eran nazis.

    No creo que a Mola le deprimiese que fuera a haber una guerra civil. Más bien le deprimiría que lo fusilasen. Por cierto, lo que Mola le dice a MB en la famosa conversación es que él no podía salir a la calle, en Pamplona, y decir que había llegado al acuerdo que le proponían, y pretender seguir vivo; y que lo mismo le ocurría al propio Barrio. Ambas cosas, a mi modo de ver, son verdad.

    Se pudo, sí, evitar un baño de sangre. Incluso el 8 de marzo, aún se podía evitar. A partir del 15 de abril, ya, imposible.

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  12. Sobre las expectativas de Mola acerca del éxito del golpe:

    Sabía que lo tenía difícil y que lo más probable es que fracase en Madrid y en Barcelona. Lo que no se esperaba era que fracasase también en Valencia. Una convergencia de columnas desde Castilla y desde Levante sobre Madrid habría tenido un efecto demoledor y habría podido triturar a la República.

    La cuestión, que no he visto tratada en ningún sitio es: ¿qué habría ocurrido entonces con Asturias y Cataluña? La caída de Madrid no habría bastado para doblegarlas. Tal vez habrían sido necesarias operaciones de limpieza todavía más violentas que las de 1934.

    Es fácil juzgar a toro pasado, pero la única posibilidad de que el golpe de estado no hubiera llevado a un baño de sangre pasaba porque al menos Madrid o Barcelona cayese en manos de los golpistas.

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  13. Aunque es aventurado simplificar la historia, bastante compleja de por sí, pienso que fue mas determinante el asesinato de Calvo Sotelo que la reunion del 8/03. Además de esa reunión, ¿cuantas mas tuvo Mola antes y después con Militares, Requetes, Empresarios y Políticos de derechas...?
    Si bien, en esta pudieron ir concretando, era mucho lo que se jugaban los conjurados como para iniciar el levantamiento. Lo que decidió a los mas dubitativos, Franco entre ellos, fue el asesinato de Calvo sotelo. A otros como Queipo quizá fuera la destitución de su consuegro Niceto.

    Puntualizando el comentario de anónimo, decirle que los dirigentes socialistas eran los mas interesados en iniciar una guerra civil, de hecho no lo ocultaban. Creían que lo mejor era forzar una levantamiento militar para después de una corta guerra civil, que estaban seguros de ganar, hacer tábula rasa e iniciar el verdadero gobierno de la clase trabajadora.

    JdJ Enhorabuena por el Blog.

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