miércoles, septiembre 04, 2024

Mao (1): Papá, no quiero ser campesino


 

Papá, no quiero ser campesino
Un esclavo, un amigo, un servidor
“¡Es precioso, precioso!”
Jefe militar
La caída de Zhu De
Sólo las mujeres son capaces de amar en el odio
El ensayo pre maoísta de Jiangxi
Japón trae el Estado comunista chino
Ese cabronazo de Chou En Lai
Huida de Ruijin
Los verdaderos motivos de la Larga Marcha
Tucheng y Maotai (dos batallas de las que casi nadie te hablará)
Las mentiras del puente Dadu
La huida mentirosa
El Joven Mariscal
El peor enemigo del mundo
Entente comunista-nacionalista
El general Tres Zetas
Los peores momentos son, en el fondo, los mejores
Peng De Huai, ese cabrón
Xiang Ying, un problema menos
Que ataque tu puta madre, camarada
Tres muertos de mierda
Wang Ming
Poderoso y rico
Guerra civil
El amigo americano
La victoria de los topos
En el poder
Desperately seeking Stalin
De Viet Nam a Corea
El laberinto coreano
La guerra de la sopa de agujas de pino
Quiero La Bomba
A mamar marxismo, Gao Gang
El marxismo es así de duro
A mí la muerte me importa un cojón
La Campaña de los Cien Ñordos
El Gran Salto De Los Huevos
38 millones
La caída de Peng
¿Por qué no llevas la momia de Stalin, si tanto te gusta?
La argucia de Liu Shao Chi
Ni Khruschev, ni Mao
El fracaso internacional
El momento de Lin Biao
La revolución anticultural
El final de Liu Shao, y de Guang Mei
Consolidando un nuevo poder
Enemigos para siempre means you’ll always be my foe
La hora de la debilidad
El líder mundial olvidado
El año que negociamos peligrosamente
O lo paras, o lo paro
A modo de epílogo


Cuando entraron en guerra con Japón, los comunistas chinos suspendieron su política de redistribución de la tierra, y la sustituyeron por una de control en el nivel de los arrendamientos. Sin embargo, cuando comenzó la guerra que, en realidad, le interesaba a Mao (contra Chiang Kai Shek y los nacionalistas), el PCC retornó a su vieja política. Parte de esa política era lo que llamaban dou di zhu, o guerra contra los terratenientes. Una consigna que, básicamente, consistía en agredir a quienes estaban en mejor situación económica.

Los comunistas comenzaron a organizar espectáculos en cada villa, que eran de asistencia obligatoria por parte de todos los vecinos. Aquellas personas que habían sido designadas como terratenientes (el kulak de toda la vida, pero en chino) debían permanecer delante del resto de sus vecinos, quienes eran presionados para insultarlos y acusarlos de esto y de lo otro. De las palabras se pasaba a los hechos; pronto, diversos matones traídos de fuera, o reclutados en el propio pueblo, comenzaban a torturar a los terratenientes. Las torturas variaban, desde obligarles a arrodillarse sobre una cama de virutas de arcilla hasta colgarlos de las muñecas o de los pies, tras de lo cual eran apaleados, a menudo hasta la muerte.

El PCC dictaminó que aquellas acciones eran “la justa venganza del proletariado”, que debía, según las instrucciones, actuar como le pareciese. Entre marzo y junio de 1947, Kang Sheng, el Lavrentii Beria de Mao Tse Tung, se ocupó de convertir todo aquello en un proceso diseñado. Fue a una aldea en el noroeste de Sanxi llamada Haojiapo. Ordenó que fuesen seleccionadas familias enteras, niños incluidos. Luego instruyó a los niños de la aldea para que apaleasen a esos niños vecinos suyos, hijos de terratenientes. Según la metodología de Kang, todo aquél que no fuese querido por “las masas” podía ser castigado; ni siquiera tenía que ser objetivamente rico. Y su familia perecía con él.

En una de esas sesiones, una mujer que acababa de tener un hijo fue atada, apaleada y torturada. Le arrancaron la camisa, y de sus pechos brotaban gotas de leche que su bebé, tratando de reptar por el suelo, quería mamar, llorando. En otra aldea, a un tipo apodado Niu (buey) le colocaron una anilla en la nariz, y su propio hijo fue obligado a tirar de él por todo el pueblo.

El líder del Partido solía ser testigo de estas demostraciones, disfrazado.


Bienvenidos al maoísmo. Bienvenidos a esa teoría política y social que tal vez tú, lector, si tienes edad suficiente, admiraste algún día; acaso, incluso, la admiras hoy. 


Mao Tse Tung nació en el seno de una familia campesina, en el valle de Shaoshan, en la provincia de Hunan, situada en la China central. Era el 26 de diciembre de 1893. El valle de Shaoshan era un lugar muy agreste y salvaje; el último tigre vivo en la zona sería abatido el año que Mao cumplió la sesentena. No tenía ni carreteras ni ríos navegables, así pues era un lugar muy aislado. Yi Chang, el padre de Mao, había nacido en 1870; cuando tenía 10 años, su matrimonio con una vecina de 13 de una aldea cercana fue apalabrado. La madre de Mao era conocida como la Séptima Hermana Wen, pues pertenecía al clan Wen y era la séptima hermana; no tenía, pues, nombre para sí. El principal motivo para la boda era que los Wen tenían un antepasado enterrado en Shaoshan; por lo tanto, casar a la hija con alguien de allí les garantizaba que alguien habría para cuidar de la tumba y realizar los rituales necesarios. El matrimonio propiamente dicho se verificó en 1885, cuando la Séptima Hermana Wen cumplió los 18.

Yi Chang se alistó en el Ejército para poder cubrir algunas deudas de la familia. Tuvo suerte, ya que durante su etapa en la milicia no hubo guerras. Sin embargo, el periodo militar le hizo el efecto de ponerlo en contacto con el mundo y hacerlo ambicioso. Yi, por lo demás, sabía leer y escribir. A su regreso a casa, montó una pequeña granja de cerdos y se dedicó a procesar grano de arroz. Recuperó la tierra que su padre había empeñado y luego compró más. Con el tiempo, se convirtió en uno de los hombres más ricos de su aldea.  

Mao fue el tercer hijo del matrimonio; pero fue el primero en sobrevivir a la infancia. Su madre, que siempre había sido muy de Buda, se hizo si cabe más budista con los años. Al niño le pusieron los sobrenombres Tse (que brilla), propio del clan; y Tung (Este). Así pues, su nombre era: Mao, el que brilla hacia el este. El matrimonio tuvo otros dos hijos, en 1896 y 1905, a los que nombró Tse Min (que brilla hacia la gente) y Tse Tan, que probablemente quiere decir algo así como “que brilla en nuestra tierra”.

Mao, además, tenía un remoquete por el que era conocido de niño. Era Shi shan ya zi, o “el niño de piedra”. A Mao siempre le gustó este segundo nombre, y lo siguió usando en los años adultos.

Muy unido a su madre, es lógico que Mao hiciese de sí mismo un budista en su niñez. Pero abandonó estas creencias en la adolescencia. Hasta los ocho años, vivió con los Wen, el clan de su madre, dado que ésta prefería vivir con ellos que con su marido. Allí fue tratado como uno más. No regresó a Shaoshan hasta 1902, cuando tenía ocho años, para comenzar su educación. Dotado de una buena memoria, pronto comenzó a destacar como estudiante y en labores usualmente difíciles como la escritura. Ya desde entonces, Mao se convirtió en un lector impenitente. Sin embargo, tenía problemas con la disciplina, y fue invitado a abandonar varias academias. Esto generó fuertes discrepancias con su padre, que era el típico chino que no soportaba a nadie ocioso en su familia. Mao, de hecho, odiaba tanto a su padre que, en la cumbre de su poder, llegó a decir que, de seguir vivo, “sería planeado” (planear, o jet-plan, como se describe en la literatura en inglés, fue el elemento fundamental de la tortura maoísta, en la que el castigado era atado por las muñecas por detrás, tirándose luego hacia arriba de los brazos). Con ello quería decir que su padre, de haber vivido el poder de su hijo, habría sido considerado un cruel kulak, merecedor de la tortura, la humillación y la muerte. Eso sí, lo que siempre se calló fue que, en pura lógica maoísta, la caída de su padre también habría tenido que suponer la de toda su familia, es decir: la suya. En el comunismo, como en el idioma francés, mucho más importante que las reglas, son las excepciones.

En 1907, cuando Mao fue expulsado por su cuarto tutor, su padre decidió cortar el grifo y dejar de pagar matrículas. Así pues, Mao tuvo que convertirse en campesino. Aparentemente, Mao llegó, sin embargo, a un acuerdo con su padre. Puesto que Yi Chang quería ver al hijo casado, Mao accedió a casarse con una prima suya, cuatro años mayor que él, y volvió a la escuela tras el matrimonio.

Mao Tse Tung se casó en 1908, a los 14 años de edad. Su mujer era miembro del clan Luo y no tenía nombre propiamente hablando; era conocida como La Mujer Luo, simplemente. La Mujer Luo murió pronto, en 1910.

Así pues, Mao Tse Tung fue viudo con 16 años. Quería irse de allí, a una escuela a 25 kilómetros; su padre, sin embargo, quería que se colocase de aprendiz en una tienda de arroz de la zona. Era el momento de las reformas políticas en el país, que habían abolido los exámenes del mandarinato, habían democratizado y generalizado la educación, y se habían iniciado inversiones de infraestructuras; Mao quería aprovechar eso. Su provincia, Hunan, además, era una parte importante del proceso de modernización de China, sobre todo desde que su capital Changsa había sido declarada puerto franco.

Acabó asistiendo a la escuela de las Colinas Orientales, en el área donde vivían los Wen. Allí, Mao deslumbró a algunos de sus maestros, y los convenció para que enlosaran su camino hacia una escuela mejor en Changsa. Cuando llegó a la capital de Hunan, Mao Tse Tung tenía 17 años y la determinación, que cumplió, de no volver a ser un campesino nunca más. Para los estudiosos de la sicología de los grandes estadistas queda abierta la cuestión de si la hostilidad de Mao hacia la idea de ser él mismo un campesino tiene algo que ver a la indiferencia que siempre mostró hacia los sufrimientos de esos mismos campesinos.

Mao llegó a Changsa en 1911, poco tiempo antes de que se produjese la revolución republicana que acabaría con dos mil años de régimen imperial. La casa real manchú había prometido un régimen constitucional; pero los republicanos habían llegado a la conclusión de que con ellos no llegarían a ningún lado. En la escuela capitalina, Mao escribió su primer manifiesto, expresando ideas republicanas, y lo colgó de la pared (aquellas escuelas habían pre inventado el muro de Facebook). Asimismo, también se cortó su característica cola de caballo.

En octubre de 1911 hubo un levantamiento armado en la vecina Hebei. El Imperio no pudo contrarrestarlo y cayó. El 1 de enero de 1912 se declaró la república; el emperador niño Pu Yi abdicó el mes siguiente.

El máximo poder militar del país, Yuan Shih Kai, se convirtió en el presidente del país en sucesión del presidente provisional, Sun Yat Sen. El de Yuan era un poder personal que se asentaba en la fidelidad de muchos espadones territoriales. Consecuentemente, cuando falleció en 1916, el poder del gobierno central se deterioró muy deprisa, falto de su Pedro Sánchez.

Aquel proceso era paralelo a aquél en el cual Mao estaba buscando su futuro. Las posibilidades de especialización eran muchas, siendo como era un buen estudiante. Se alistó en la milicia republicana. No obstante, lo dejó a los pocos meses; aquella experiencia le sirvió para darse cuenta de un elemento fundamental en su vida, y es que a Mao no le gustaba trabajar por sí solo (y ya se sabe que en el ejército te tienes que procurar tus propias cosas muy a menudo). Él era un auténtico socialdemócrata: su aspiración no era esforzarse, sino que otro se esforzase por él. De hecho, estando en el ejército llegó a contratar a un propio para que fuese a recoger agua cuando se lo ordenasen a él. Tras licenciarse, se apuntó a una escuela, pero también se aburrió allí a los pocos meses, con lo que se convirtió en un autodidacto. Sin embargo, seguía dependiendo del dinero de papá; y papá, una vez más, lo amenazó con cortarle el grifo si no se metía en una escuela como es debido. Así que Mao se matriculó en Magisterio. Fue en la primavera de 1913, y ya tenía 19 años.

La escuela de maestros a la que se apuntó en Changsa era un lugar muy abierto (los maestros, siempre en la vanguardia, o eso creen), por lo que allí circulaba literatura de todas las tendencias. Mao se implicó en esto de hoz y coz. En 1917, siendo todavía un estudiante, se encoñó con un filósofo alemán, Friedich Paulsen, sobre el que escribió un largo comentario. Estaba desarrollando su propia teoría de la moral; una moral exacerbadamente individualista que le hizo escribir cosas como “no estoy de acuerdo en que la moral nos exija buscar el beneficio de otros”. Con un toque algo nietzscheano, que hace que no nos extrañe que terminase abrazando el leninismo, pues el leninismo no deja de ser un elitismo, escribía: “personas como yo tenemos una misión respecto de nosotros mismos; no tenemos misión alguna que ataña a otra gente”. “Yo”, concluía, “no soy responsable de nadie”. Son, cierto, ideas de juventud; pero lo cierto es que Mao las cumpliría con el tiempo, tanto en su vida política como, sobre todo, en la personal.

Se graduó en la escuela en junio de 1918 y, después, tuvo problemas para encontrar curro. Pidió algo de dinero prestado y decidió irse a Pekín. Allí se metió en un piso-patera con otros siete amigos. Estaban tan tiesos que sólo tenían dos abrigos para los ocho, y tenían que hacer turnos para usarlos. Aquello no funcionó. Seis meses después, y de nuevo con dinero prestado, regresó a Changsa. Era la primavera de 1919. Regresó a Hunan y se colocó de profesor de Historia a tiempo parcial.

El regreso a Changsa de Mao coincidió con la conferencia de París tras la Gran Guerra. En dicha conferencia, Japón fue autorizado a mantener el control de Shandong, un territorio que los nipones le habían quitado a los alemanes. Este gesto, sin embargo, excitó el nacionalismo chino. El 4 de mayo de 1919 se celebró en Pekín la primera manifestación masiva de la Historia de China. Por todo el país creció el sentimiento anti nipón, con boicot violento a las mercancías japonesas, que incluyó la quema de las tiendas que las vendían. En Changsa, se formó un sindicato de estudiantes y profesores, en el que Mao estuvo hondamente implicado. Para entonces, ya había empezado su carrera como periodista, y atizaba las consignas políticas en la Revista del Río Xiang. Desde sus páginas, propugnando que el activismo “use métodos que preferiría no usar”, se puede trazar su progresiva radicalización.

Aunque aquella revista cerró pronto (cinco números), Mao comenzó a colaborar en otras. Se mostró como un autor especialmente progresista, sobre todo al defender algo tan difícil en aquella época como el derecho de la mujer a casarse libremente. En octubre de aquel año murió su madre, más que probablemente la única mujer a la que amó sinceramente. Pocos meses después, el 23 de enero de 1920, falleció su padre; pero Mao nunca fue a verlo durante su enfermedad.

El sindicato de estudiantes y profesores se marcó al final de 1919 el objetivo de echar al gobernador de Yunan, Chang Ching Yao. Mao formó parte de la delegación que viajó a Pekín para exponer las reivindicaciones. No les hicieron ni puto caso. Pero Mao logró conocer a personalidades políticas del momento, como Hu Shih o el marxista Li Ta Chao.

Regresando a casa, vía Shanghai, fue donde Mao tuvo la entrevista que habría de cambiar su vida. Era junio de 1920, y solicitó ver a Chen Tu Hsiu, en ese momento, de largo, el más importante ideólogo marxista de China, que estaba formando el Partido Comunista de China. Chen tenía entonces cuarenta años, y Mao ya había mostrado su admiración por él en varios artículos.

La idea de crear el PCC, en todo caso, no era de Chen. Era de Moscú. Para entonces, los bolcheviques ya habían creado la Komintern, y China era para ellos un objetivo fundamental. Desde enero de 1920, los bolcheviques controlaban Siberia, lo cual quiere decir que tenían frontera con China. Moscú envió a un enlace, Grigory Naumovitch Voitinsky, nacido Zarkhin, en abril de ese año. Voitinsky se estableció en Shanghai y contactó con el profesor Chen. Y fue más o menos en ese momento cuando Mao se presentó en casa de Chen a dar por culo.

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