viernes, diciembre 29, 2023

El caso Dreyfus (6): El principio del fin

El conde arruinado
Comienza el juicio
Otro traidor entre nosotros
Cualquier cosa menos un nuevo juicio
Zola
El principio del fin
Por la República 


El artículo de Zola partió Francia en dos. Por otra parte, el gobierno dio la callada por respuesta durante ocho largos días. Finalmente, el 20 de enero de 1898, el gobierno denunció el artículo, por lo que toda Francia supo que Émile Zola iba a ser juzgado por su atrevimiento.

miércoles, diciembre 27, 2023

El caso Dretfus (5): Zola

El conde arruinado
Comienza el juicio
Otro traidor entre nosotros
Cualquier cosa menos un nuevo juicio
Zola
El principio del fin
Por la República  


El Figaro publicó un artículo en el que hablaba de Esterhazy sin citarlo. Otros periódicos entraron al trapo, y se montó la tangana. Finalmente, acabó ocurriendo que, entre especulación y especulación, algún periodista torpe, o sea periodista a secas, acabó por escribir el nombre de un oficial que nada tenía que ver con todo aquello. Todo este espectáculo acabó sirviéndole a Mateo Dreyfus como acicate final para hacer lo que venía pensando en hacer de tiempo atrás. Así pues, publicó una carta abierta en los periódicos en la que acusaba directamente al conde Walsin Esterhazy de ser el verdadero autor de las traiciones por las que había sido condenado su hermano Alfred.

Aquello provocó una gran, pero desigual, guerra de Prensa; desigual, porque todos los grandes diarios se colocaron del lado de Esterhazy, y la familia Dreyfus sólo encontró eco en el entonces modesto Figaro y otros periódicos radicales con poca tirada. En el bando de los dreyfusistas había de todo; desde personas que directamente creían en la inocencia del capitán, hasta los que, como Clemenceau, se limitaban a pedir una repetición del juicio, por considerar que había sido demasiado sucio. Por otra parte, la gran opinión pública francesa lo único que veía ahí era un intento de los ocultos ricos judíos de siempre (toda etapa histórica tiene su Soros) tratando de salvar a uno de los suyos a costa del prestigio del glorioso Ejército francés. En un primer momento, las fuerzas de izquierdas no se inmiscuyeron en el asunto, por considerar que era un conflicto entre burgueses; con el tiempo, sin embargo, acabaron por darse cuenta de que allí había un filón de crítica hacia la forma que tenían las clases conservadoras de hacer las cosas.

Esterhazy, ya os he dicho que convencido de que el apoyo del Ejército nunca se le regatearía, exigió que se le abriese juicio. El Estado Mayor, un poco mosqueado, le encargó dicho juicio al general Georges-Gabriel de Pellieux. Sabía lo que hacía. De Pellieux era un antidreyfusista convencido. Para él, el juicio contra el capitán había sido limpio y perfecto, así pues no había nada que discutir.

Los partidarios del inquilino de la Isla del Diablo, sin embargo, no se arredraron. Louis Leblois, abogado de Dreyfus, su hermano y el senador Scheurer-Kestner aportaron cartas de Esterhazy que venían a demostrar que la letra del famoso memorando era la suya. Picquart fue llamado desde Túnez para ir a París y contar su investigación y las conclusiones a las que había llegado. Los comandantes Lauth y Henry, así como el archivero Grevelin, intervinieron para opinar que el famoso petit bleu estaba falsificado; y, de hecho, para sostener su teoría se apoyaron en algunas raspaduras que tenía en el área de la dirección, raspaduras que, en realidad, habían sido hechas por el Estado Mayor para desacreditar el documento.

Finalmente, habló Esterhazy. Declaró que él no había escrito el memorando; que quien lo había escrito había calcado su letra para hacerle aparecer como culpable. Refirió una historia rocambolesca, según la cual un tal capitán Joseph Brô le había escrito tres años antes para pedirle una información escrita sobre la batalla de Eupatoria, en la guerra de Crimea, en la que había participado el padre de Esterhazy. Éste dijo haber enviado esa información pero, tiempo después, cuando le preguntó a Brô qué se había hecho del escrito, el capitán le dijo que nunca había recibido nada. Dijo que el escrito él lo había enviado a casa de un amigo de Brô, que vivía en el mismo edificio que el suegro de Alfred Dreyfus; de donde concluyó que el capitán se había hecho con el informe para copiar la letra.

Era un relato sin tino. Pero tenía su lógica desde el punto de vista de quien lo inventó, que no fue Esterhazy, sino el Estado Mayor. Durante su juicio, Dreyfus había hecho alusión a un capitán Brô cuando habló de militares que tenían una letra parecida a la suya.

Así iba yendo el juicio, hasta que se produjo una novedad inesperada. Un día, Scheurer-Kestner se presentó en la sala con una carta de una conocida suya, una tal señora Boulaney, en la que ésta le venía a decir que en su casa tenía cartas de Esterhazy. Se verificó un registro y, efectivamente, apareció un abultado paquete de cartas. En ellas, el que se presentaba como un patriota destilaba un odio eterno hacia Francia. Entre otras cosas, decía: “estoy convencido de que este pueblo no vale ni lo que vale el cartucho que ha de matarlo”. O: “No haría daño a un perro, pero con gusto mataría a cien mil franceses”.

La carta se publicó en la Prensa, y fue un escándalo. Tras un momento inicial de despiste, los antidreyfusistas comenzaron a argumentar que se trataban de fogosas cartas de juventud. Esterhazy trató de echar más arena a la hoguera insinuando que las cartas habían sido falsificadas. Clemenceau, en su recién abierto L’Aurore, bautizó a Esterhazy “el ulano”, y desde entonces fue así como lo conoció toda Francia.

En medio de todo este escándalo, el general De Pellieux anunció el fin de su encuesta judicial. Dictaminó, sin sorpresas, que todo lo que Picquart había elaborado eran insinuaciones e invenciones contra sus superiores. Recomendó que el instructor compareciese ante un consejo de guerra; pero también recomendó que lo hiciese Esterhazy, para dejarlo todo clarinete.

Así las cosas, el 4 de diciembre de 1897 se abrió el proceso contra Esterhazy. En la Asamblea, una proposición no de ley santificando la condena de Dreyfus se aprobó por 484 votos contra 18.

El juicio contra Esterhazy fue puesto en manos de un comandante retirado que estaba radicalmente en contra de la revisión del juicio de Dreyfus: Alexandre Alfred Ravary. Hizo peritar el memorando, y tres peritos estuvieron de acuerdo en que no era de Esterhazy, sino que su letra estaba calcada en unos párrafos e imitada en otros. Ravary, en realidad, convirtió el juicio contra Esterhazy en un juicio contra Picquart, al que acusó de haber retenido y manipulado el telegrama y de haber alimentado a los revisionistas con ilusiones e invenciones.

La vista de la causa se fijó para los días 10 y 11 de enero de 1898. El tribunal lo presidió el general Henri Desiré Charles de Luxer. Leblois y Demange acudieron como abogados de la mujer y el hermano de Dreyfus, reclamando ser parte en la causa; provisión que se les denegó.

Esterhazy estuvo optimista y sonriente en su declaración. El memorando lo había fabricado Dreyfus, utilizando el informe sobre la batalla de Eupatoria del misterioso capitán Brô. El telegrama era falso; opinó que, probablemente, fabricado por Picquart.

Mateo Dreyfus presentó cinco peritajes de cinco calígrafos muy conocidos, que unánimemente coincidían en que el memorando lo había escrito Esterhazy. Picquart, que hubo de declarar a puerta cerrada y que estaba siendo linchado a cámara lenta, declaró con valentía, destacando que, o mintieron los peritos que en 1894 habían dicho que Dreyfus había calcado su propia letra desfigurándola, o mentían los peritos de 1898, que ahora decían que era a Esterhazy a quien había calcado.

El 11 de enero, en sus conclusiones, el fiscal abandonó la acusación contra Esterhazy. El tribunal delibera tres minutos, y se decanta, claro está, por la absolución. El ya ex acusado es recibido en la calle por una multitud, sobre todo de militares, que lo vitorea. Al día siguiente, el general De Pellieux informó a Esterhazy que los peritos habían declarado falsas las cartas de juventud donde decía aquellas cosas tan feas, y lo invitaba a querellarse contra los periódicos que las habían publicado. Asimismo, Picquart fue detenido y conducido al fuerte de Mount Valerien.

Pero éste es el punto en el que entran a jugar los periodistas. Los verdaderos, buenos, periodistas. L’Aurore, el periódico dirigido por Georges Clemenceau, era un florilegio de excelentes reporteros: Lucien Descaves, Camille Mauclair, Charles Longuet (yerno de Carlos Marx), Gustave Geffroy, Urbain Gohier… Clemenceau había comenzado siendo un escéptico respecto de la inocencia de Dreyfus. Sin embargo, con el tiempo Bernard Lazare, muy amigo suyo, y el incansable Scheurer-Kestner, lo fueron arrastrando. Cuando las cartas de juventud fueron publicadas, el director del periódico se sacudió sus últimas dudas.

La tradición nos dice que, el día que se produjo el fallo del tribunal y la absolución, Clemenceau comentó a las personas que iban con él:

- Esto era de prever. Piczquart debería haber roto ya su espada [salir del Ejército] para no chocar con la disciplina, y Scheurer-Kestner debería haber llevado la campaña con más brío.

Émile Zola, que lo escuchaba, le dijo:

- ¿Así que usted cree que sería necesario atacar?

- Sí -. Contestó Clemenceau.

- Pues mañana daremos ese golpe -, contestó Zola.

Al día siguiente, Zola se presentó con su artículo, y lo leyó a la redacción. Todos estuvieron de acuerdo en que era oro molido, y que había que publicarlo ya. Eso sí, Clemenceau le dijo a Zola que el título (Carta al Presidente de la República) era una puta mierda. Zola le preguntó cuál pondría. Y Clemenceau contestó: “el que usted mismo no ha parado de escribir en el artículo: Yo Acuso”.

Aquella noche, París se llenó de pasquines que anunciaban la publicación, al día siguiente, del artículo de Zola. El periódico se empezó a vocear a las ocho de la mañana. Los lectores se lo quitaban de las manos a los niños que los vendían.

Citar el artículo es un poco prolijo, porque el texto es largo. Pero yo creo que tratándose de una de las mejores piezas del periodismo de opinión de todos los tiempos, merece la pena el trabajo (por mi parte) y la lectura (por la vuestra):

Tal es la pura verdad, señor Presidente; una espantosa verdad, que será el oprobio de vuestro gobierno. Sé bien que ningún poder tenéis en este asunto, que estáis a merced de los que os rodean y de la Constitución del Estado. Pero, aún así, tenéis un deber que cumplir. Y no es que yo desespere del tiempo. Lo repito con la seguridad más vehemente: la verdad está en marcha, y nada la detendrá. Hoy empieza el proceso, porque hoy la situación es clara: están a un lado los culpables, que no quieren que se haga la luz, y al otro los amantes de la justicia, que por el cumplimiento de ésta sacrificarán su vida. Cuando se entierra la verdad, se la hace más fuerte y se le da un poder tal de explosión que, al estallar, todo lo destruye. Ya se verá cómo ha de producirse más tarde el tremendo desastre.

Pero esta carta es larga, señor presidente. Voy a resumir.

Yo acuso al teniente coronel Paty de Clam de haber sido el obrero diabólico del error judicial, instrumento no más, a mi juicio; y de haber defendido su obra nefasta durante tres años, con las maquinaciones más ridículas y culpables.

Yo acuso al general Mercier de haberse hecho cómplice, al menos por debilidad, de una de las mayores iniquidades de este siglo.

Yo acuso al general Billot de haber poseído las pruebas irrefutables de la inocencia de Dreyfus, sin dignarse utilizarlas, de culpable de lesa humanidad y lesa justicia, movido por un fin político y para salvar al Estado Mayor, comprometido.

Yo acuso al general De Pellieux y al comandante Ravary de haber instruido un sumario infame, quiero decir, una obra de monstruosa parcialidad, de la que es monumento imperecedero el informe mezcla de osadía y necedad del segundo.

Yo acuso a los tres peritos calígrafos: Belhome, Varimard y Conard, de haber emitido informes mentirosos y fraudulentos, y les tacho de parciales, a menos que, por examen médico, se me demuestre que están enfermos de la vista y el juicio.

Yo acuso a las oficinas de Guerra de haber emprendido en la prensa, especialmente en L’Eclair y L’Echo de Paris, una campaña abominable para cohonestar sus faltas y extraviar a la opinión pública.

Yo acuso, por último, al primer consejo de guerra de haber violado el derecho condenando a un acusado por un documento secreto, y acuso al segundo consejo de guerra de haber procurado justificar por orden superior esta legalidad, cometiendo a su vez el crimen jurídico de absolver a un culpable.

Al formular estas acusaciones caigo bajo la sanción de los artículos 30 y 31 de la Ley de Prensa del 29 de julio de 1881, que castiga los delitos de difamación; pero estoy dispuesto a arrostrar las consecuencias de mi acto.

En cuanto a las gentes a quienes acuso, no los conozco ni les he visto jamás, ni abrigo contra ellos odio o rencor. En mi sentir no son más entidades, espíritus del mal social. Y mi acto es sólo un medio revolucionario para apresurar la explosión de la verdad y de la justicia.

Una sola pasión me anima: la de la luz. Y trabajo por la Humanidad, que tanto padece y tiene derecho a la felicidad. Mi ardiente protesta es el grito de mi conciencia. ¡Que me lleven al tribunal, y que mi proceso sea del dominio público!

Eso es lo que yo quiero.

martes, diciembre 26, 2023

El caso Dreyfus (4): Cualquier cosa menos un nuevo juicio

El conde arruinado
Comienza el juicio
Otro traidor entre nosotros
Cualquier cosa menos un nuevo juicio
Zola
El principio del fin
Por la República 


Fuese como fuese que se había conseguido la carta, no estaba timbrada. Eso es: o bien Schwartzkoppen la había escrito y la había roto; o bien alguien la había sacado del buzón. Esto, con el tiempo, le daría problemas a Picquart, puesto que muchas personas llegarían a decir que aquel telegrama era totalmente falso.

viernes, diciembre 22, 2023

El caso Dreyfus (3): Otro traidor entre nosotros

El conde arruinado
Comienza el juicio
Otro traidor entre nosotros
Cualquier cosa menos un nuevo juicio
Zola
El principio del fin
Por la República



A los tres días de juicio, el tema estaba capotando, y todos los sabían. Uno de los testigos de la acusación más motivados, el comandante Hubert-Joseph Henry, solicitó declarar de nuevo. Durante su segunda declaración juró por su honor que un militar (Valcarlos) le había avisado de que había un topo en el Estado Mayor; y, teatralmente, se volvió hacia Dreyfus y, señalándolo, tetrisitó: “¡Ese traidor es usted!” Dreyfus y su abogado defensor se levantaron como movidos por un resorte y le exigieron que identificase al militar que había dicho cosa tal (que no la había dicho; Valcarlos advirtió de la existencia de un topo, pero nunca dijo que fuese Dreyfus). Henry se negó a dar la filiación de su fuente, pero juró por su honor que todo lo que había dicho era cierto.

El día 22 se produjeron las conclusiones de fiscal y defensor. Demange se extendió en la ausencia total de pruebas y, de hecho, se apoyó en otros argumentos como, por ejemplo, que el hecho de que el memorando se refiriese al freno hidráulico del cañón de 120 demostraba que quien había escrito eso no era un oficial de Estado Mayor, pues en el Estado Mayor todos sabían que la expresión correcta era freno hidroneumático.

Por si todo lo referido no supusiera ya un compendio bastante burdo de irregularidades procesales, antes de la sentencia se produciría todavía otra mucho peor. En el momento de salir para deliberar los jueces, Paty de Clam se dirigió al presidente del tribunal y le entregó un sobre lacrado procedente del ministro de la Guerra, indicándole que eran documentos secretos que ni el acusado, ni su defensor, podían conocer. En el sobre estaba la carta donde decía “ese canalla de D.”, otras notas de Schwartzkoppen, un comentario escrito de Paty de Clam, y la traducción “libre” del telegrama de Panizzardi.

Los jueces declararon culpable al acusado. Para que luego digan que no hay lawfare.

Aquella misma noche, todo París fue informado de que el capitán Dreyfus había sido condenado a deportación perpetua. La Prensa nacionalista, que es como decir la Prensa francesa a secas, salió en tromba lamentándose de que no existiese en Francia la condena a muerte para los delitos políticos.

Hasta ese momento, Dreyfus había asistido a su caída con el gesto estólido del militar de pura cepa. Incluso cuando le fue leída la sentencia en el patio de la cárcel permaneció en posición de firmes y con el rostro pétreo. Una vez condenado, sin embargo, tuvo una crisis seria. Le pidió al comandante Forzinetti, su alcaide, un revólver para reventarse la cabeza. Al día siguiente lo visitó Paty de Clam, quien le ofreció algún tipo de dulcificación de la condena si confesaba la importancia de la información que le había pasado a los alemanes. Pero para entonces Dreyfus había recuperado su compostura, y le contestó que no mamase. Aquella mañana le escribió una esquela al ministro Mercier en el que le rogaba que continuasen las investigaciones del affaire.

El 5 de enero de 1895, el capitán Alfred Dreyfus fue degradado en el patio de la Escuela Militar, en el Campo de Marte. La ceremonia se hizo de cara al público, apenas separado por una reja; el personal, como le suele pasar normalmente a los borregueros, a los amigos de los escraches, a ese tipo de gente que suele resolver los traumas relativos a la longitud de su pene o la orientación de sus mamellas a base de confundirse en la manada rocapollas, comenzó a gritar que a aquel hombre había que matarlo allí mismo.

En el acto de ser degradado, el capitán Dreyfus todavía gritó: “¡Viva Francia!” Hay gente, la verdad, que no aprende.

Quince días después, Dreyfus salía hacia el puerto de La Rochela, donde tomó un barco a la malhadada Isla del Diablo, en la Guyana. En la ciudad costera, el espectáculo de las turbas de intelectuales tirándole piedras y salivazos se reprodujo; un oficial del ejército se acercó a él y lo abofeteó, para regocijo de los tatarabuelos de los actuales usuarios de Twitter y la mayoría de los asistentes a la gala de los Goya.

Aunque con el tiempo se han hecho famosas las soflamas contra la manipulación del caso Dreyfus y las gentes de la Prensa, por lo general, gustan mucho de recordar esto para demostrar lo mucho que molan, la verdad es que, cuando se produjo la sentencia, una sentencia que era consecuencia de un juicio que parecía organizado por subnormales, no hubo ni un solo periódico en Francia que se molestase siquiera en insinuar que lo mismo lo que había pasado en la sala era una ful. Los periodistas y resto de opinadores franceses dictaminaron sobre todo aquello sin haber visto ni el memorando ni uno solo de los documentos o peritajes que se citaron en el juicio. Simple y llanamente, dieron por buena la sentencia; era una sentencia dictada por franceses y los franceses, ya se sabe, nunca se equivocan.

Lejos de caminarse hacia la verdad, se caminó hacia la mentira. Alguien, no sabemos ni sabremos quién, distribuyó por todo París el rumor de que Dreyfus, cuando estaba esperando para desfilar hacia su degradación, le había confesado a sus custodios que era el traidor que la sentencia decía. La cosa es que, efectivamente, Dreyfus había tenido una conversación con el capitán que lo custodiaba, Charles Gustave Nicolas Lebrun-Renault. Le contó, básicamente, la entrevista que había tenido en la cárcel con Paty de Clam, en la que éste le había conminado, sin éxito, a confesarse culpable, y que incluso le dijo que podía confesar que los documentos que había pasado a los alemanes eran sólo el principio, porque aspiraba a conseguir de los alemanes otros más importantes cuando fue descubierto (es decir, una confesión de agente doble; esto, teóricamente, dulcificaría su sentencia). Lebrun-Renault, como en la sentencia del crimen de los Urquijo, solo o en compañía de otros, convirtió esa conversación en otra distinta, en la que Dreyfus le habría confesado a él precisamente lo que Paty de Clam le había insinuado. A mí siempre me ha parecido que Lebrun pudo ser él mismo manipulado en esta anécdota, puesto que en su informe del acto de degradación no cita palabra alguna de Dreyfus, cosa que estaba obligado a hacer; y en posteriores entrevistas y declaraciones nunca habló del tema.

El rumor, sin embargo, estaba ahí, y el pueblo, ese ente tan sabio, había dictado su sentencia. Se puede decir, en realidad, que, en ese momento, en toda Francia sólo había tres personas que creían en la inocencia del capitán, aparte de su mujer: su defensor, Demange; Mateo, su hermano; y el diputado Joseph Reinach. Y situaciones como ésta: una persona prístinamente inocente que es consideraba culpable por un país entero salvo tres personas, deberían enseñarnos (ésta es una de las razones por la que mola estudiarse el caso Dreyfus) la importancia de tener un poder judicial independiente y profesional.

La “confesión” frente a Lebrun-Renault, claramente fabricada para provocar la perdición de Dreyfus, tenía sin embargo una derivada en la que sus inventores, dado que probablemente eran militares franceses, no repararon, pues para ello hace falta tener circunvoluciones cerebrales libres de sectarismo: dejaba en muy mal lugar a Alemania. En la embajada se cogieron un cabreo de mil demonios, pues ya se habían preocupado de comprobar que nadie en aquel edificio había tenido nunca relación con Alfred Dreyfus. Así las cosas, de Berlín le llegó orden al embajador alemán, Georg Herbert Fürst zu Münster von Derneburg, conde de Münster-Lendeburg y habitualmente conocido como Münster porque su nombre, la verdad, es un coñazo, de ponerse en contacto de nuevo con el gobierno francés para exigirle alguna acción asertiva frente a la Prensa local que, como vendía mogollón de ejemplares contando esas chorradas, las ampliaba todo lo que podía (a ver si os vais a pensar que lo de escribir para conseguir clickbaits lo habéis inventado vosotros). Tras entrevistarse Münster y el presidente Perier, la agencia Havas sacó una nota oficiosa que declaraba que las embajadas no habían intervenido en el caso Dreyfus. Quince días después, Perier caía tras una votación en la Asamblea Nacional, siendo sustituido por François Felix Faure. Faure procedió a cesar al general Mercier, sustituido por el también general Émile Auguste François Thomas Zurlingen.

Algunas semanas después, el comandante Picquart fue nombrado jefe de la Oficina de Informes de Estado Mayor. Su jefe, el general Boisdeffre, le dejó muy claro que heredaba el cargo para continuar la investigación del caso Dreyfus, obviamente en la misma dirección que hasta el momento. En el Estado Mayor, como siempre que un judío es culpable real o teórico de algo, estaban convencidos de que el capitán no había actuado solo. Que aquello había sido una conspiración semita en toda regla y que, en consecuencia, muchos de los implicados, quizás peces más gordos que el que navegaba hacia Guyana, estaban libres y no localizados. Picquart, que también era bastante antisemita, se tomó la labor con la pasión de un fiscal general del Estado.

El comandante, sin embargo, se fue olvidando del tema Dreyfus con el tiempo. Literalmente, se aburrió de leer subnormalidades. Encargaba o recibía informes de todo tipo de investigadores de lo más variopinto, que habían desarmado la vida y milagros de Alfred Dreyfus. Pero todos aquellos informes no eran más que papelotes que no le interesarían ni a Tele 5. Para entonces, además, la familia Dreyfus había hecho los deberes. El capitán, en la noche antes de partir de Francia, le había escrito una carta a su mujer en la que le pedía que no cejase nunca en la investigación de todo aquel embrollo; y Mateo, su hermano, acompañado de Reinach, se habían puesto a ello. Ambos investigadores acabaron por averiguar lo del informe secreto del Estado Mayor surgido a última hora, en el que figuraba la famosa carta donde decía “ese canalla de D.” También se dedicaron a buscar apoyos en las altas esferas, Lo encontraron en Auguste Scheurer-Kestner, presidente del Senado. Scheurer era de Mulhouse, como Dreyfus. De ideología republicana, era un furibundo partidario del regreso de Alsacia a la casa común francesa. Por ahí le entraron Mateo y Joseph, y consiguieron convencerle de que a su paisano no se le había tratado bien en el juicio.

Scheurer intentó reclutar a políticos pero, sobre todo, a periodistas que abrazasen la causa de la defensa de Dreyfus y se aviniesen a escribir sobre todos los puntos oscuros del juicio. El político, sin embargo, fracasó, pues se encontró a una clase periodística que le venía a decir que vale, que lo mismo aquello olía mal; pero que querían pruebas más sólidas (porque los periodistas, ya se sabe, nunca publican nada porque dicen que han oído que alguien parece haber dicho que escuchó a alguien susurrar). En realidad, sólo consiguió un acólito: un escritor de ideas anarquistas, Bernard Lazare. Lazare preparó una obrita que analizaba el memorando y rebatía los peritajes que habían concluido que la letra era del capitán.

En marzo de 1896, Schwartzkoppen se hartó de Esterhazy. Ambos habían seguido relacionándose durante todos aquellos meses a pesar del ruido del escándalo; pero lo cierto es que los papeles que filtraba el militar francés cada vez eran más mierderos. Aunque, como ya os he contado, los alemanes pagaban por pieza y según su valía, en el mes de febrero llegaron a la conclusión de que era tontería seguir pagándole a aquel lerdo por las mierdas que les traía.

El 20 de febrero, Schwartzkoppen redactó una carta que textualmente decía:

Señor comandante Esterhazy, calle de Bienfesaince, 37 [La he espiado en Google Maps y, la verdad, es más que posible que la casa que hay hoy en día en esa dirección sea la misma en la que vivió Esterhazy].

Espero una explicación más detallada que la que el otro día me dio sobre la cuestión aplazada. Por lo tanto, le ruego me la de por escrito, a fin de juzgar si puedo o no continuar mis relaciones con la casa RCT.

Al parecer, Schwartzkoppen echó la carta en un buzón público personalmente. La misiva, sin embargo, terminó en el Ministerio de la Guerra francés. No la pudo coger la señora Bastian ni ningún otro espía de la embajada. Una opción es que los franceses habían hecho seguir al alemán. Aunque la que me parece más plausible es que el alemán hiciera un primer borrador, lo rompiese, y lo tirase dentro de la embajada, en cuyo caso la señora Bastian sí podría haberlo recogido.

Horas después, un emocionado capitán Jules Maximilien Lauth, subordinado del comandante Picquart, se presentaba ante éste con la carta (en realidad, un telegrama neumático o petit bleu, como se llamaba entonces) de Schwartzkoppen. Desde el primer momento, la reacción en el Estado Mayor se decantó por entender que había otro traidor. 

Al Ejército francés, a la Francia toda, se le erizaron los pelos del lomo, como cuando el lobo avista pieza: había que cazar a otro(s) judío(s). 

jueves, diciembre 21, 2023

El caso Dreyfus (2): Comienza el juicio

El conde arruinado
Comienza el juicio
Otro traidor entre nosotros
Cualquier cosa menos un nuevo juicio
Zola
El principio del fin
Por la República


Paty de Clam, con seguridad, estaba buscando que Dreyfus, al percatarse de la lista de documentos que se le estaba dictando, se extrañase y se derrumbase. Pero el judío, sin embargo, aunque verdaderamente estaba mosqueado porque la petición era rara, rara, rara, siguió escribiendo. Con más nervios que un filete del Lidl, el juez terminó por interrumpir el dictado para conminar al militar y preguntarle por qué temblaba y se mostraba nervioso; cosa que Dreyfus no estaba haciendo. Finalmente, Dreyfus argumentó que tenía frío. El dictado siguió hasta que Paty de Clam dijo: “Fíjese en cómo escribe usted; esto es muy grave”.

miércoles, diciembre 20, 2023

El caso Dreyfus (1): El conde arruinado

El conde arruinado
Comienza el juicio
Otro traidor entre nosotros
Cualquier cosa menos un nuevo juicio
Zola
El principio del fin
Por la República


Un cuarto de siglo después de haberse proclamado la III República en Francia, los republicanos todavía seguían recordando que Francia estaba muy lejos de ser lo que ellos consideraban que tenía que ser una república. Francia seguía siendo un país con un fortísimo estamento militar, hasta el punto de que el Estado Mayor era una especie de pequeño gobierno dentro del gobierno; asimismo, seguía siendo un país marcadamente católico. Todo era el lógico resultado de la Comuna, que había obligado al arquitecto de la República, Thiers, a crear un régimen presidido por la moderación.

martes, diciembre 19, 2023

Mafiosos de leyenda: Frankie Carbo (y 2)

Aquí os dejo otros post que he ido escribiendo sobre el crimen organizado.

La Mafia en sus orígenes
Mano Negra, Mano Blanca
El nacimiento del Sindicato del Crimen
Johnny Torrio
Dutch Schultz
Arnold RothsteinAbe Atell
Frankie Carbo (1)
Frankie Carbo (2)


Las tomas sobre Apalachin
El sargento Croswell descubre a Joseph Barbara
Todo empezó con un cheque falso
Ganamos, pero perdimos

Con el tiempo, Frankie Carbo acabó por ser el gran jefe del mundo del boxeo, por encima de todos los demás. El hombre que había dominado la escena antes que él era Mike Jacobs; pero Mike estaba cada vez más mayor. Carbo y Jacobs, por lo demás, estaban lejos de ser ese tipo de gangsters rivales dispuestos a matarse en una guerra cruenta. Eran amigos, y se escuchaban a menudo. Carbo, de hecho, fue quien convenció a Jacobs de que era tiempo de quitarse de en medio. Jacobs le vendió su Twentieth Century Boxing Club al Madison Square Garden por 100.000 dólares. La operación le aseguró la jubilación pero, por el camino, dejó espacio para el IBC de Carbo, que adquirió los derechos a organizar combates en el Madison. Entre 1949 y 1955, de los 51 campeonatos de los pesos welter y medios que se celebraron en Estados Unidos, la IBC organizó 47. El IBC negoció sustanciosos contratos con las cadenas de televisión, que retransmitían dos veladas a la semana. En cada una de esas veladas, Frankie Carbo se llevaba tajada de la publicidad, y los anunciantes mataban por estar ahí.

lunes, diciembre 18, 2023

Mafiosos de leyenda: Frankie Carbo (1)

Aquí os dejo otros post que he ido escribiendo sobre el crimen organizado.

La Mafia en sus orígenes
Mano Negra, Mano Blanca
El nacimiento del Sindicato del Crimen
Johnny Torrio
Dutch Schultz
Arnold RothsteinAbe Atell
Frankie Carbo (1)
Frankie Carbo (2)


Las tomas sobre Apalachin
El sargento Croswell descubre a Joseph Barbara
Todo empezó con un cheque falso
Ganamos, pero perdimos


Frankie Carbo era el prototipo del mafioso. Igual que Henry Hill, el personaje central de Goodfellas, en sus mejores momentos tenía armarios enteros repletos de chaquetas y trajes hechos a medida. Era un hombre absolutamente carente de ética que, si no resolvía los problemas por las buenas, los resolvía por las malas; y parecía preferir siempre la segunda de las opciones.

viernes, diciembre 15, 2023

Mafiosos de leyenda: Abe Attell

 Aquí os dejo otros post que he ido escribiendo sobre el crimen organizado.

La Mafia en sus orígenes
Mano Negra, Mano Blanca
El nacimiento del Sindicato del Crimen
Johnny Torrio
Dutch Schultz
Arnold Rothstein
Abe Atell
Frankie Carbo (1)
Frankie Carbo (2)


Las tomas sobre Apalachin
El sargento Croswell descubre a Joseph Barbara
Todo empezó con un cheque falso
Ganamos, pero perdimos


 

Cuando me ocupé en el blog de la mayor manipulación de una final deportiva en la Historia, es decir, de la biografía de Arnold Rothstein, dejé apuntado el compromiso de hablar un poco más sobre la vida y milagros del que fue su guardaespaldas y hombre de puños, Abe Attell. Parece que ha llegado el momento de cumplir esa promesa.

jueves, diciembre 14, 2023

Mafiosos de leyenda: Apalachin (y 3: Ganamos, pero perdimos)

  Aquí os dejo otros post que he ido escribiendo sobre el crimen organizado.

La Mafia en sus orígenes
Mano Negra, Mano Blanca
El nacimiento del Sindicato del Crimen
Johnny Torrio
Dutch Schultz
Arnold Rothstein

Y las tomas de esta miniserie:

El sargento Croswell descubre a Joseph Barbara
Todo empezó con un cheque falso
Ganamos, pero perdimos

En la mañana que comenzó la reunión de Apalachin, como os he dicho, Edgard Croswell y Vincent Vasisko, acompañados por los dos agentes venidos de Nueva York, estaban desinflados. Su impresión era de que habían pinchado en hueso. Pero, aun así, eran trabajadores, y meticulosos. No iban a dejar lo que habían empezado. Así pues, se fueron, de nuevo, al Parkway Motel de Vestal.

martes, diciembre 12, 2023

Mafiosos de leyenda: Apalachin (2: Todo empezó con un cheque falso)

 Aquí os dejo otros post que he ido escribiendo sobre el crimen organizado.

La Mafia en sus orígenes
Mano Negra, Mano Blanca
El nacimiento del Sindicato del Crimen
Johnny Torrio
Dutch Schultz
Arnold Rothstein

Y las tomas de esta miniserie:

El sargento Croswell descubre a Joseph Barbara
Todo empezó con un cheque falso
Ganamos, pero perdimos



La tarde del 13 de noviembre de 1957, Croswell y su compañero, un patrullero llamado Vincent Vasisko (murió en el 2003 a los 77 años, así pues en el tiempo que relatamos tenía 31 años), se detuvieron en el Parkway Motel de Vestal. Estaban haciendo una investigación bastante rutinaria: en dicho establecimiento se había cobrado un cheque falso, así pues iban para levantar el atestado y todo eso.

lunes, diciembre 11, 2023

Mafiosos de leyenda: Apalachin (1: El sargento Croswell descubre a Joseph Barbara)

 Aquí os dejo otros post que he ido escribiendo sobre el crimen organizado.

La Mafia en sus orígenes
Mano Negra, Mano Blanca
El nacimiento del Sindicato del Crimen
Johnny Torrio
Dutch Schultz
Arnold Rothstein

Y las tomas de esta miniserie:

El sargento Croswell descubre a Joseph Barbara
Todo empezó con un cheque falso
Ganamos, pero perdimos


El 20 de noviembre de 1990, sin gran conocimiento público, falleció, a los 77 años, un veterano policía de Nueva York, ya jubilado. Se llamaba Edgar Croswell y, como digo, su muerte, aunque se publicó en los periódicos, no fue una noticia de primera plana aquel día. Croswell, sin embargo, era uno de esos hombres que había hecho algo que, hasta que llegó él, algunos se habían acercado, pero no habían podido. Su actuación marcó un antes y un después en la Historia del crimen organizado en Estados Unidos. Porque fue Croswell, con su meticulosidad y su instinto, quien consiguió realizar la mayor operación jamás montada por la policía contra la Mafia italiana en el país. Una operación que no llegó a nada y, paradójicamente, al mismo tiempo llegó a todo.

jueves, noviembre 23, 2023

Tairas y Minamotos (4): El principio del fin

Masakado el masacrado
La Hogen no Ran y el Alzamiento Heiji
Taira Kiyomori
El principio del fin
Minamoto Yoshitsune y la Guerra Gempei 



Kiyomori, de todas formas, no estaba cómodo en Kioto. Allí no era querido, y lo sabía. Por eso, nada más prevalecer en la rebelión Heiji, había decidido irse a su Pazo de Meirás particular, en la localidad costera de Fukuwara, en la zona de la actual Kobe. Cuando cesó como canciller cortó la mayoría de sus contactos con la Corte, aunque se mantuvo perfectamente informado a través de un CNI particular muy eficiente, sobre todo gracias al uso de un doble agente: Tada Yoritsuna, un miembro del clan Minamoto.

miércoles, noviembre 22, 2023

Tairas y Minamotos (3): Taira Kiyomori

Masakado el masacrado
La Hogen no Ran y el Alzamiento Heiji
Taira Kiyomori
El principio del fin
Minamoto Yoshitsune y la Guerra Gempei


Dentro del palacio, sin embargo, las cosas no iban del todo bien. El día 29, sin ir más lejos, un Fujiwara se había enfrentado a su pariente Nobuyori por la estrategia que estaba desplegando. Así las cosas, el emperador decidió escapar y, días después, se escabulló del edificio vestido de tía. Él y la emperatriz fueron trasladados a la mansión Taira del distrito de Rokuhara, que todavía se llama así (yo me he dado una vuelta con Google, y tiene pinta se ser un sitio bastante tranquilo. Se parece un poco al barrio de Nobita). Incluso el ex emperador, que ya os he dicho que en principio era Nobuyori a muerte, se escapó, también con ayuda de los Taira.

martes, noviembre 21, 2023

Tairas y Minamotos (2): La Hogen no Ran y el Alzamiento Heiji

Masakado el masacrado
La Hogen no Ran y el Alzamiento Heiji
Taira Kiyomori
El principio del fin
Minamoto Yoshitsune y la Guerra Gempei

 

Aquella campaña fue la consagración del joven Yoshiiye. Los locales que luchaban contra él lo llamaban Hachiman Taro, algo así como el primogénito del dios de la guerra. Los futuros Minamoto que abrazaron la vida de samuráis lo adoraban como alguien casi divino.

lunes, noviembre 20, 2023

Tairas y Minamotos (1): Masakado el masacrado

Masakado el masacrado
La Hogen no Ran y el Alzamiento Heiji
Taira Kiyomori
El principio del fin
Minamoto Yoshitsune y la Guerra Gempei


En algún otro momento en este blog os he hablado de los emperadores enclaustrados japoneses. Este tiempo, que se desarrolló en el siglo XI de nuestra era, fue fundamental para la generación del sistema feudal japonés, caracterizado por la prevalencia de los shogun y sus samuráis o, con mayor precisión, de las grandes familias feudales. Como ya os he explicado, el emperador enclaustrado, en realidad, pretendía muchas veces seguir siendo el emperador que mandase, aunque formalmente no contase con el apoyo de la Corte. Por eso necesitaba hombres armados que le sirviesen de aval; y esos hombres sólo podían proceder de las grandes familias feudales. En gran medida, la Historia de eso que podríamos llamar la Alta Edad media japonesa es la Historia del choque entre familias rivales, delante de las barbas del emperador de turno.

viernes, noviembre 17, 2023

Hoxha (y 12): Al fin solo

Musulmán, protobotánico, profesor de ética, posible ladrón,tendero y sospechoso de homosexualidad
Los comunistas no están solos
La guerra dentro de la guerra
A purgar se ha dicho
Sucios británicos, repugnantes yugoslavos
Fulgor y muerte de Koçi Xoxe
Sucios soviéticos
Con la Iglesia hemos topado
El fin de la troika
La jugadora de voleibol que cambió la Historia de Albania
La muerte de Mehmet Shehu
Al fin solo 


Horas después del suicidio de Shehu, a las ocho y media de la mañana del 18 de diciembre de 1981, Enver Hoxha estaba desayunando en su casa cuando llegó Ramiz Alia. Alia había estado hablando con Ali Çeno, responsable de la seguridad de Shehu, quien le había informado de que el primer ministro había sido encontrado muerto en su dormitorio. Alia también le informó de la existencia de la carta, y de la orden que había dado al Ministerio del Interior de que aislase el cuerpo del fallecido y no dejase que nadie lo tocase.

jueves, noviembre 16, 2023

Hoxha (11): La muerte de Mehmet Shehu

Musulmán, protobotánico, profesor de ética, posible ladrón,tendero y sospechoso de homosexualidad
Los comunistas no están solos
La guerra dentro de la guerra
A purgar se ha dicho
Sucios británicos, repugnantes yugoslavos
Fulgor y muerte de Koçi Xoxe
Sucios soviéticos
Con la Iglesia hemos topado
El fin de la troika
La jugadora de voleibol que cambió la Historia de Albania
La muerte de Mehmet Shehu
Al fin solo


En diciembre comenzó el VIII Congreso del PTA, y para todos fue clara la frialdad con la que primer y segundo mandatario del país se trataban. El 17 de diciembre, Hoxha hizo un movimiento clásico en el comunismo de corte soviético cada vez que te quieres quitar a alguien de en medio: convocó una sesión del Politburo para criticar al primer ministro. En aquellas horas previas, Shehu hizo todos los esfuerzos habidos y por haber para conseguir hablar por teléfono con su camarada y supuesto amigo; pero Enver no se puso. En ese punto, Shehu sabía lo que había. Sabía que tendría que presentarse ante el Politburo reconociendo sus errores; pero quería garantías de Hoxha de que, una vez hecha la confesión, él le apoyaría.

miércoles, noviembre 15, 2023

Hoxha (10): La jugadora de voleibol que cambió la Historia de Albania

Musulmán, protobotánico, profesor de ética, posible ladrón,tendero y sospechoso de homosexualidad
Los comunistas no están solos
La guerra dentro de la guerra
A purgar se ha dicho
Sucios británicos, repugnantes yugoslavos
Fulgor y muerte de Koçi Xoxe
Sucios soviéticos
Con la Iglesia hemos topado
El fin de la troika
La jugadora de voleibol que cambió la Historia de Albania
La muerte de Mehmet Shehu
Al fin solo


Apenas unas semanas después del Día del  Trabajo, en agosto de 1981, Mehmet Shehu estaba currando en su casa. Fuese lo que estuviese haciendo Shehu en su despacho, fue interrumpido por su hijo, Skënder. Skënder Shehu, además de tener nombre de marca de gafas de esquí, era el hijo mediano del primer ministro, y el que a juicio del padre le había salido más listo. Pero también le había salido con el rabo largo, porque el caso es que entró en la habitación para informarle de que había conocido una pava y que quería casarse con ella. En aquel entonces, Skënder estaba estudiando en Suecia (bueno, más probablemente estaba de Orgasmus) y es un hecho que a sus padres el hecho de que no se le conociese novia les había llevado ya a preguntarse si el niño no se casaba o qué.

martes, noviembre 14, 2023

Hoxha (9): El fin de la troika

Musulmán, protobotánico, profesor de ética, posible ladrón,tendero y sospechoso de homosexualidad
Los comunistas no están solos
La guerra dentro de la guerra
A purgar se ha dicho
Sucios británicos, repugnantes yugoslavos
Fulgor y muerte de Koçi Xoxe
Sucios soviéticos
Con la Iglesia hemos topado
El fin de la troika
La jugadora de voleibol que cambió la Historia de Albania
La muerte de Mehmet Shehu
Al fin solo


En feble defensa de Hoxha y sus mariachis hay que decir que se revolvió contra toda religión. Los imanes y creyentes de la secta Bektashi, muy frecuentes en Albania, no sólo vieron prohibidos sus ritos, sino que se les afeitaron en público las barbas, como humillación. De hecho, cualquier tipo de creencia quedó prohibida el 22 de noviembre de 1967, tras lo que se conoce como el Decreto 4.337. La Constitución albanesa de 1976 declara oficialmente Albania como un país ateo.

lunes, noviembre 13, 2023

Hoxha (8): Con la Iglesia hemos topado

Musulmán, protobotánico, profesor de ética, posible ladrón,tendero y sospechoso de homosexualidad
Los comunistas no están solos
La guerra dentro de la guerra
A purgar se ha dicho
Sucios británicos, repugnantes yugoslavos
Fulgor y muerte de Koçi Xoxe
Sucios soviéticos
Con la Iglesia hemos topado
El fin de la troika
La jugadora de voleibol que cambió la Historia de Albania
La muerte de Mehmet Shehu
Al fin solo


En ese mismo tiempo, Hoxha decidió ir también a por el almirante Teme Sejko, que era el jefe de la Marina albanesa. En mayo de 1961, Sejko fue acusado de ser un agente de los griegos, de los estadounidenses, de los yugoslavos y de los italianos; lo que se dice un espía multifunción. Salvajemente torturado, el almirante admitió todas las acusaciones. Fue condenado a muerte pero, la verdad, estaba tan hecho polvo por la tortura que la cascó antes de poder plantarse en el paredón. Tiempo después Sokol, el hijo menor de Sejko, fue acusado de haber intentado volar una planta textil, y ejecutado. Otro de sus hijos fue condenado a ocho años por distribuir propaganda contra el Pueblo. Shpresa Sejko, la mujer del almirante, se suicidó unas pocas horas después de que su marido fuese arrestado. Sólo sobrevivió Raimond, el hijo mayor, que emigró a los EEUU en la última década del pasado siglo.

miércoles, noviembre 08, 2023

Hoxha (7): Sucios soviéticos

Musulmán, protobotánico, profesor de ética, posible ladrón,tendero y sospechoso de homosexualidad
Los comunistas no están solos
La guerra dentro de la guerra
A purgar se ha dicho
Sucios británicos, repugnantes yugoslavos
Fulgor y muerte de Koçi Xoxe
Sucios soviéticos
Con la Iglesia hemos topado
El fin de la troika
La jugadora de voleibol que cambió la Historia de Albania
La muerte de Mehmet Shehu
Al fin solo


La ruptura entre Albania y Yugoslavia pavimentó las relaciones entre el primero de estos países y la URSS. Albania se integró en el COMECON y en el Pacto de Varsovia; es decir, se convirtió en un conspicuo miembro del bloque del Este. En realidad, la identificación de Hoxha no fue con la Unión Soviética, sino con el estalinismo. En el día de la muerte de Stalin, decretó que todos los albaneses, él incluido, deberían arrodillarse frente a las estatuas de Stalin. Sin embargo, su pragmatismo, por no llamarlo dependencia de la URSS, le llevó a mantener buenas relaciones con Khruschev, y a apoyar el XX Congreso y las críticas al estalinismo. Esto duró, sin embargo, hasta 1955, es decir, el año en que Khruschev decidió acercarse a Yugoslavia. En el complejo juego de poder en que se había convertido la URSS post estalinista, Khruschev decidió jugar la carta de recuperar a Yugoslavia, el hijo pródigo, para el club soviético. En el marco de la desestalinización, condenó las acusaciones del 48 y envió claros mensajes de buen rollo a Tito. Esto ya puso a Hoxha de los nervios. Pero cuando Khruschev visitó Belgrado en 1955, entró en modo pánico.

martes, noviembre 07, 2023

Hoxha (6): Fulgor y muerte de Koçi Xoxe

Musulmán, protobotánico, profesor de ética, posible ladrón,tendero y sospechoso de homosexualidad
Los comunistas no están solos
La guerra dentro de la guerra
A purgar se ha dicho
Sucios británicos, repugnantes yugoslavos
Fulgor y muerte de Koçi Xoxe
Sucios soviéticos
Con la Iglesia hemos topado
El fin de la troika
La jugadora de voleibol que cambió la Historia de Albania
La muerte de Mehmet Shehu
Al fin solo


Cuando Enver Hoxha visitó Yugoslavia en 1946, ni siquiera pasó por Kosovo ni mantuvo una sola reunión con líderes kosovares. Ni siquiera envió telegramas de saludo. Sobrevoló el territorio, camino de Belgrado, sin hacer escala. Claramente, Hoxha buscaba bienquistarse con los yugoslavos a costa de la identidad albano-kosovar. Incluso tuvo el gesto de visitar a la madre de Miladin Popovic, que había sido recientemente asesinado en un atentado por un albano-kosovar en Prishtina. Aquel encuentro se hizo muy simbólico. La mujer vivía en Peja, en Kosovo. Pero los yugoslavos le enviaron un coche y una escolta para que viajase a Ljubljana, en Eslovenia; es decir, o Hoxha exigió que el encuentro no fuese en Kosovo, o lo acordó con los yugoslavos.

lunes, noviembre 06, 2023

Hoxha (5): Sucios británicos, repugnantes yugoslavos

Musulmán, protobotánico, profesor de ética, posible ladrón,tendero y sospechoso de homosexualidad
Los comunistas no están solos
La guerra dentro de la guerra
A purgar se ha dicho
Sucios británicos, repugnantes yugoslavos
Fulgor y muerte de Koçi Xoxe
Sucios soviéticos
Con la Iglesia hemos topado
El fin de la troika
La jugadora de voleibol que cambió la Historia de Albania
La muerte de Mehmet Shehu
Al fin solo


En realidad, la evolución de Hoxha fue muy rápida. En la parada militar que celebraba al nuevo gobierno, el 28 de noviembre de 1944, Hoxha estuvo en la tribuna junto con el teniente coronel británico Alan Palmer, y el comandante Thomas E. Stefan, estadounidense de origen albanés. Entonces, Hoxha era, además, el único dirigente comunista que nunca había estado en Moscú. Algo menos de un año después, sin embargo, Hoxha fue invitado a cenar con el jefe de la delegación británica en Albania, brigadier Dante Edward Pemberton Hogson, en compañía de su mujer y de Nako Spiru. En esa cena, Hogson compartió ya mesa con un hombre plenamente alineado con las posiciones de la Unión Soviética.

viernes, noviembre 03, 2023

Hoxha (4): A purgar se ha dicho

Musulmán, protobotánico, profesor de ética, posible ladrón,tendero y sospechoso de homosexualidad
Los comunistas no están solos
La guerra dentro de la guerra
A purgar se ha dicho
Sucios británicos, repugnantes yugoslavos
Fulgor y muerte de Koçi Xoxe
Sucios soviéticos
Con la Iglesia hemos topado
El fin de la troika
La jugadora de voleibol que cambió la Historia de Albania
La muerte de Mehmet Shehu
Al fin solo


El 28 de noviembre se celebra el Día de la Independencia en Albania. El convoy quería entrar ese día en Tirana. Once días antes, el ejército alemán se había retirado del país. Se había creado un gobierno provisional y la capital había sido colocada bajo la autoridad de un militar, Mehmet Shehu, un activo comunista que había estado presente en la guerra civil española. El primer día del nuevo gobierno fue celebrado de una forma poco usual entre comunistas: con un gran baile, que se desarrolló en el Hotel Dajti. Allí, Hoxha apareció en público por primera vez acompañado de su costilla, Nexhmije Xhuglini. Xhuglini procedía de una familia que había emigrado a Albania desde Macedonia, y había conocido a Hoxha en noviembre de 1941, dos semanas después de la fundación del Partido Comunista. Ambos habían pasado una parte de la guerra juntos en una casa que le facilitó a Hoxha su principal financiador del momento, Syrja Selfo; que por ello fue premiado después de la guerra con un arresto, una acusación de enemigo del pueblo, y el paredón. Hoy por hoy, la mayoría de los historiadores está de acuerdo en que Xhuglini tuvo un papel fundamental en el alimento de la paranoia que su marido fue desarrollando con los años, conforme acumulaba poder, y que le hacía ver enemigos en todas partes. También se convirtió en la gran defensora del legado de su marido cuando todas las mierdas que cometió se fueron conociendo.

jueves, noviembre 02, 2023

Hoxha (3): La guerra dentro de la guerra

Musulmán, protobotánico, profesor de ética, posible ladrón,tendero y sospechoso de homosexualidad
Los comunistas no están solos
La guerra dentro de la guerra
A purgar se ha dicho
Sucios británicos, repugnantes yugoslavos
Fulgor y muerte de Koçi Xoxe
Sucios soviéticos
Con la Iglesia hemos topado
El fin de la troika
La jugadora de voleibol que cambió la Historia de Albania
La muerte de Mehmet Shehu
Al fin solo


Nacionalistas y comunistas tenían visiones muy diferentes de lo que debía ser la lucha de la resistencia. Como siempre, los comunistas mostraban una mayor proclividad a la lucha, para lo cual estaban mejor preparados mediante una estructura de mando jerarquizado. Ofrecer de esta manera tropas estructuradas los hacía más atractivos ante los aliados. Balli Kombëtar, sin embargo, tenía una organización más anárquica, que dependía en cada territorio de la iniciativa de jefes locales. Además, estaba dividida en facciones que, muy a menudo, no aceptaban más liderazgo que el local.

martes, octubre 31, 2023

Hoxha (2): Los comunistas no están solos

Musulmán, protobotánico, profesor de ética, posible ladrón,tendero y sospechoso de homosexualidad
Los comunistas no están solos
La guerra dentro de la guerra
A purgar se ha dicho
Sucios británicos, repugnantes yugoslavos
Fulgor y muerte de Koçi Xoxe
Sucios soviéticos
Con la Iglesia hemos topado
El fin de la troika
La jugadora de voleibol que cambió la Historia de Albania
La muerte de Mehmet Shehu
Al fin solo

 

La formación del PCA fue una consecuencia de la invasión alemana de la URSS que, inmediatamente, generó la orden a los partidos comunistas en el sentido de organizarse y organizar la resistencia. Como ya sabemos, en el caso de Albania fueron los yugoslavos, bastante más baqueteados, los que se encargaron de ello. Dusan Mugosa, que era serbio pero hablaba muy bien albanés, fue el que tomó más directamente los contactos, ayudado por Xhevdet Doda, un comunista kosovar. Sin embargo, el grupo de Korçë se negó a entrevistarse con él, exigiendo que fuese alguien con mayor apoyo de la Konmitern.

lunes, octubre 30, 2023

Hoxha (1): Musulmán, protobotánico, profesor de ética, posible ladrón, tendero y sospechoso de homosexualidad

Musulmán, protobotánico, profesor de ética, posible ladrón,tendero y sospechoso de homosexualidad
Los comunistas no están solos
La guerra dentro de la guerra
A purgar se ha dicho
Sucios británicos, repugnantes yugoslavos
Fulgor y muerte de Koçi Xoxe
Sucios soviéticos
Con la Iglesia hemos topado
El fin de la troika
La jugadora de voleibol que cambió la Historia de Albania
La muerte de Mehmet Shehu
Al fin solo

Enver Hoxha nació el 16 de octubre de 1908 en Gjirokastra, hijo de Halil y Gjyle Hoxha. Su infancia y adolescencia se desarrollaron en dicha población y en Korçë, situada no lejos de allí, ambas al sureste del país. En 1914, hubo de ver cómo su casa era quemada hasta los cimientos, aunque fue reconstruida en los años sesenta del siglo XX como un palacio turco.

viernes, octubre 27, 2023

Stalin-Beria. 1: Consolidando el poder (39): El perfecto asesinado

La URSS, y su puta madre
Casi todo está en LeninBuscando a Lenin desesperedamente
Lenin gana, pierde el mundo
Beria
El héroe de Tsaritsin
El joven chekista
El amigo de Zinoviev y de Kamenev
Secretario general
La Carta al Congreso
El líder no se aclara
El rey ha muerto
El cerebro de Lenin
Stalin 1 – Trotsky 0
Una casa en las montañas y un accidente sospechoso
Cinco horas de reproches
La victoria final sobre la izquierda
El caso Shatky, o ensayo de purga
Qué error, Nikolai Ivanotitch, qué inmenso error
El Plan Quinquenal
El Partido Industrial que nunca existió
Ni Marx, ni Engels: Stakhanov
Dominando el cotarro
Stalin y Bukharin
Ryskululy Ryskulov, ese membrillo
El primer filósofo de la URSS
La nueva historiografía
Mareados con el éxito
Hambruna
El retorno de la servidumbre
Un padre nefasto
El amigo de los alemanes
El comunismo que creía en el nacionalsocialismo
La vuelta del buen rollito comunista
300 cabrones
Stalin se vigila a sí mismo
Beria se hace mayor
Ha nacido una estrella (el antifascismo)
Camaradas, hay una conspiración
El perfecto asesinado


Evidentemente, para llevar a cabo sus planes Stalin necesitaba a la policía política; ahí contaba con el apoyo de Yagoda, pero también era consciente de que había muchos viejos bolcheviques establecidos en el cuerpo. A principios de 1934, Yagoda le organizó al secretario general una breve conferencia personal con oficiales de la OGPU; reunión en la que estuvo, obviamente, Yagoda, y también Boris Mironovitch Feldman, el enlace entre el Comité Central y la policía política (purgado él mismo en 1938). En esta reunión, Stalin aparentó ser informado por primera vez de las condiciones no muy buenas en las que vivían los oficiales de la policía, y ordenó la inmediata construcción de una pequeña ciudad, una especie de Copland para soviéticos, en Novogorsk, muy cerca de Moscú. Trataba, claro, de lanzarles el mensaje de que hacer lo que iban a hacer sería en beneficio de ellos mismos y de sus hijos.

miércoles, octubre 25, 2023

Stalin-Beria. 1: Consolidando el poder (37): Ha nacido una estrella (el antifascismo)

La URSS, y su puta madre
Casi todo está en LeninBuscando a Lenin desesperedamente
Lenin gana, pierde el mundo
Beria
El héroe de Tsaritsin
El joven chekista
El amigo de Zinoviev y de Kamenev
Secretario general
La Carta al Congreso
El líder no se aclara
El rey ha muerto
El cerebro de Lenin
Stalin 1 – Trotsky 0
Una casa en las montañas y un accidente sospechoso
Cinco horas de reproches
La victoria final sobre la izquierda
El caso Shatky, o ensayo de purga
Qué error, Nikolai Ivanotitch, qué inmenso error
El Plan Quinquenal
El Partido Industrial que nunca existió
Ni Marx, ni Engels: Stakhanov
Dominando el cotarro
Stalin y Bukharin
Ryskululy Ryskulov, ese membrillo
El primer filósofo de la URSS
La nueva historiografía
Mareados con el éxito
Hambruna
El retorno de la servidumbre
Un padre nefasto
El amigo de los alemanes
El comunismo que creía en el nacionalsocialismo
La vuelta del buen rollito comunista
300 cabrones
Stalin se vigila a sí mismo
Beria se hace mayor
Ha nacido una estrella (el antifascismo)
Camaradas, hay una conspiración
El perfecto asesinado 



Lo más importante para Beria es que, como autor del libro, él, que según Merkulov no leyó ni las pruebas de imprenta y que de marxismo-leninismo iba justito, se convirtió en el más dedicado y meticuloso notario de la vida de Stalin en aquel momento. Recibió, eso sí, una reprimenda del Politburo, dado que el Partido en Transcaucasia había re publicado escritos de Stalin de 1905 sin permiso; pero estoy seguro de que eso le dio igual. Las sucesivas ediciones del libro fueron revisando (léase agrandando) todavía más el papel de Stalin. Así, el libro está repleto de cosas como que Stalin ya se hizo miembro del primer grupo revolucionario georgiano, el Mesame Dasi, a finales del siglo XIX; y que, de hecho, su entrada en el mismo le aportó “una nueva identidad revolucionaria”. Stalin pronto formó la primera minoría bolchevique junto con el escritor Lado Ketskhoveli (el auténtico introductor de Stalin al marxismo) y Alexander, llamado Sasha, Tsulukidze. Ambos compañeros de viaje habían muerto en 1903 y 1905, respectivamente; así pues, no había problema en compartir con ellos la gloria. Lo malo es que otros cronistas como Makharadze, que sí había sido miembro del Mesame Dasi, no recordaban la existencia de ninguna minoría discrepante dentro de una melodía, en aquellos tiempos, claramente leninista (aunque la organización acabase siendo absorbida por el menchevismo).