Musulmán, protobotánico, profesor de ética, posible ladrón,tendero y sospechoso de homosexualidad
Los comunistas no están solos
La guerra dentro de la guerra
A purgar se ha dicho
Sucios británicos, repugnantes yugoslavos
Fulgor y muerte de Koçi Xoxe
Sucios soviéticos
Con la Iglesia hemos topado
El fin de la troika
La jugadora de voleibol que cambió la Historia de Albania
La muerte de Mehmet Shehu
Al fin solo
La formación del PCA fue una consecuencia de la invasión alemana de la URSS que, inmediatamente, generó la orden a los partidos comunistas en el sentido de organizarse y organizar la resistencia. Como ya sabemos, en el caso de Albania fueron los yugoslavos, bastante más baqueteados, los que se encargaron de ello. Dusan Mugosa, que era serbio pero hablaba muy bien albanés, fue el que tomó más directamente los contactos, ayudado por Xhevdet Doda, un comunista kosovar. Sin embargo, el grupo de Korçë se negó a entrevistarse con él, exigiendo que fuese alguien con mayor apoyo de la Konmitern.
Situados de alguna manera fuera de la línea central, el
grupo de Korçë envió a Kosovo a Elhami Nimani con el mensaje de que Koço Tashko
quería reconstruir el contacto con los miembros del Comité Central del Partido
en Yugoslavia. Al parecer, el grupo de Korçë tenía sus dudas sobre otros grupos
de comunistas albanos, hasta el punto de proponer que ninguno de sus dirigentes
fuese designado para el Politburo. Josip Broz Tito instruyó a un compañero
suyo presente en la tabla periódica, Boro Vukmirovic, para que se desplazase a Albania; cuando se estaba
preparando ese viaje, supieron que Miladin Popovic había sido liberado en
Albania por los comunistas locales, sobre todo gracias a los oficios de Mustafá
Gjinishi, y llevado a Tirana. Con Popovic libre y en Albania, Tito decidió que
fuese él quien dirigiese la creación del Partido Comunista del país.
Dusan Mugosa, quien, como hemos visto, era muy consciente de
las diferencias entre los diferentes grupos albaneses, recibió la orden de
impedir que alguno de los líderes de dichos grupos se hiciese con el mando del
PCA. Cuando intercambió ideas con Popovic, el verdadero demiurgo de aquel
proceso, éste lo tuvo claro: si buscaba a alguien que no hubiera estado
implicado en las banderías producidas hasta ese momento en el comunismo
albanés, ese alguien era ese Enver Hoxha que estaba en la pomada, tan sólo, por
ser musulmán. Hoxha no había mostrado ambiciones de liderazgo, y había estado
muy alejado de las luchas de poder. Era el tipo ideal como para pensar de él
que sería un maula que se limitaría a hacer lo que los yugoslavos le dijesen.
Menuda presciencia la de los yugoslavos.
Según contaría Kristo Frashëri, Enver Hoxha apareció ante
sus compañeros comunistas tirando de su expertise gabacho. Usaba en sus
conversaciones términos en francés e incluso introducía citas de famosos
intelectuales, lo cual, confeso Frashëri, impresionó bastante a sus camaradas.
Los trabajos de Frashëri son de los pocos que existen que
pueden contrarrestar o servir de contraste para las propias memorias de Hoxha
sobre la fundación del PCA, publicadas en los ochenta. La razón es que las
personas que participaron en aquellos primeros encuentros encontraron, por lo
general, bastantes dificultades a la hora de vivir para contarlo. Kemal Stafa
(el miembro más prometedor del Partido, pero demasiado joven, pues sólo tenía
21 años en 1941) murió en guerra, igual que Vasil Shanto. Anastas Lulo murió
también en la guerra, pero esta vez fusilado por unos partisanos a órdenes de Hoxha.
Koçi Xoxe fue ejecutado en 1949. Koço Tashko, Sotir Vullkani, Kristo Themelko y
Tuk Jakova, inicialmente dirigentes del Partido y del gobierno, fueron
progresivamente apartados de sus responsabilidades y acusados de traidores y
enemigos del Partido; todos morirían en prisión. Dusan Mugosa murió pronto, y
Miladín Popovic fue asesinado en Kosovo poco después de terminar la guerra.
En 1981, cuando Hoxha publicó sus memorias del Partido, sólo
quedaban cuatro de los originales miembros del mismo. De ellos, dos quedaban en
Albania: Pilo Peristeri, el único que no había sido purgado, que era gerente de
una fábrica de tractores; y Ramadán Çitaku, que vivía aislado de todo el mundo.
El tercero, Sadik Premtja, se había exiliado en París, donde temía
constantemente por su vida, siempre esperando una acción de la Sigurimi, la
Stasi albana. Y el cuarto era Elhami Nimani, un kosovar que se había quedado
con las actas de las reuniones, y que había escogido no hacer ni el menor ruido
con ellas; en todo caso, vivía fuera de Albania, en Belgrado.
La principal razón de Nimani para no abanicarse con las
actas fundacionales del PCA es que en dicha reunión Enver Hoxha no fue
nombrado secretario general. Miladin Popovic se había presentado en dicha
reunión con la propuesta de que ningún líder anterior optase para el puesto;
por lo que la elección debería posponerse para una reunión futura. Se creó un
comité de siete miembros: Stafa, Xoxe, Çitaku, Gjin Marku, Jakova, Themelko y
Enver Hoxha. Era el liderazgo colectivo. De todos ellos y salvo Hoxha, claro,
sólo Çitaku murió en la cama. Aunque el deseo de los yugoslavos era que aquello
fuera una reunión de primus inter pares, Hoxha, formalmente a cargo de
las finanzas y la logística, pronto comenzó a destacar sobre los demás. Y,
sobre todo, lo que hizo a partir de entonces fue convertirse en inseparable de
Ali, que era el alias por el que conocían a Popovic.
Popovic fue, de hecho, quien partió el bacalao en el PCA
hasta marzo de 1943, momento en el que recibió un mensaje de Tito que le decía
que había llegado el momento de que el Partido tuviese un dirigente local. Para
entonces, Popovic estaba totalmente convencido de que Hoxha era el candidato
ideal para el puesto. El 18 de marzo hubo una reunión en Labinot, en la que
Ymer Dishnica hizo la propuesta formal de que Hoxha fuese nombrado secretario
general. Popovic, inmediatamente, secundó la moción.
A partir del momento en que tuvo el poder, Enver Hoxha se
aplicó a limpiar su horizonte de aquellas personas a las que temía, o que
pensaba que le podían hacer sombra y, sobre todo, personas contra las que tenía
rencores. Un ejemplo muy claro de esto es Llazar Fundo, un viejo conocido de
los tiempos de Korçë que, al parecer, se burlaba de Hoxha con bastante
periodicidad. Hoxha pudo aprovechar que a los yugoslavos tampoco les gustaba
Fundo, así que ordenó que fuese detenido y salvajemente torturado. De hecho,
fue torturado con tanta saña que no hizo falta fusilarlo.
En todo caso, conforme avanzó la guerra y el final se vio
más cercano, la inquina de Hoxha se dirigió con especial intensidad hacia
aquellas personas que habían participado en la fundación del Partido. Es el
caso de Anastas Plasari o Zef Mala, ambos líderes comunistas antes que Hoxha y
cuyo pecado, por lo tanto, era haber sido ideólogos “hechos” cuando Enver
todavía era un joven con aspiraciones. O del principal ideólogo del primer
comunismo albano, Sejfullah Maleshova, que fue purgado en 1946. Maleshova había
sido en los años veinte el secretario del primer ministro Fan Noli, y luego
vivió en Moscú, trabajando y estudiando. Miembro del PCUS y de la Konmintern,
Maleshova regresó a Albania en 1943. Como ideólogo, se emplazó en contra de las
“estrategias terroristas” del PCA, su estrategia de acoso a las otras clases
sociales y sus nacionalizaciones masivas. A causa de su prestigio,
probablemente, no fue detenido ni ejecutado; pero fue apartado de la vida
política y enviado a Fier, donde trabajó de encargado de un almacén hasta su
muerte, en 1971.
De todos estos sucesos, probablemente la muerte de Kemal
Stafa es el más inquietante. Stafa, ya lo hemos dicho, era la figura más
prometedora del PCA, más que Hoxha. Murió el 5 de mayo de 1942, en
circunstancias extrañas. Hoxha contó en sus memorias que la tarde antes ambos
se habían visto; pero eso es algo que la novia de Stafa, Drita Kosturi, desmintió
totalmente. Lo hizo muchos años después de los hechos; pero ya en 1946 Hoxha la
había hecho detener. La condenaron a muerte y la tuvieron tres meses esposada.
En 1948 su pena fue conmutada, y tuvo que estar 13 años más en prisión. Tras su
liberación, fue obligada a residir en Shtyllëz, vigilada.
En una importante reunión del Partido en Berat, en noviembre
de 1944, de la que volveremos a hablar, Enver Hoxha fue acusado de haber
asesinado a compañeros. Hoxha no lo negó; pero dijo que lo había hecho por
órdenes de los yugoslavos.
La muerte de Kemal Stafa, o suicidio porque se disparó en el
pecho con su última bala, empedró el camino para que, el 18 de marzo de 1943,
Enver Hoxha fuese nombrado secretario general del Partido. En esta reunión se
eligió un Politburo, compuesto por Hoxha, Koçi Xoxe, Nako Spiru, Liri Gega,
Ymer Dishnica, Ramadán Çitaku y Kristo Themelko. Cuatro décadas más tarde, Xoxe
y Gega habían sido fusilados, Spiru se había suicidado, Marku y Themelko se
pudrían en prisión, y Dishnica y Çitaku habían sido expulsados del Partido.
Desde el momento en que tomó el control del Partido, que no
nos olvidemos fue algo que pasó bastante entrada la guerra, Enver Hoxha tuvo la
convicción de que la victoria de los aliados, si no se producía el lunes, se
produciría el martes. Sin embargo, los comunistas no eran la única incógnita de
la ecuación.
El 16 de septiembre de 1942 se celebró en Peza, cerca de
Tirana, la que por ello ha terminado por conocerse como la conferencia de Peza.
Buena parte de los asistentes a la misma eran nacionalistas albanos; el
objetivo era construir un liderazgo que pudiera movilizar a la población contra
los invasores italogermanos. Enver Hoxha, en su libro Kur u hodhën themelet
e Shqipërisë së re, o sea, Construyendo los cimientos de una nueva
Albania, dijo que la reunión de Peza fue poco menos que idea suya y la
tentativa de los comunistas de unir a los no comunistas en la lucha por la
liberación. Afirmó que él mismo había estado en Peza organizándolo todo; pero
la cosa es que en noviembre de 1944 había dicho que, en realidad, quien estuvo
allí fue Popovic, y que él se había quedado en Tirana. Lo cual es lógico,
porque, si habéis leído estas notas con atención, en septiembre de 1942 Enver Hoxha
no podía representar a los comunistas albanos porque todavía no era su secretario
general; hablamos del tiempo en el que Tito todavía imponía una coordinación
yugoslava para el Partido, por lo que lo lógico es que por los marxistas fuese
Popovic quien atendiese la reunión.
En la conferencia de Peza, en todo caso, los comunistas fueron
apenas los posavasos. La mayoría de los asistentes eran personas antifascistas,
pero no comunistas. Entre todos eligieron un denominado Consejo de Liberación
Nacional, al frente del cual se situó Ndoc Çoba, quien no era comunista; como
segundo, nombraron a otro nacionalista, Abaz Kupi. Los comunistas, sin embargo,
se aplicaron a controlar el Consejo en la medida de lo posible.
Como ocurrió en muchos movimientos de resistencia de la
segunda guerra mundial (sin ir más lejos, en el francés, tan unitario según
Hollywood pero que, en realidad, fue muchas veces una jaula de grillos),
conforme se desarrollaba la lucha contra el invasor, también se desarrollaba la
lucha interna por prevalecer en el futuro. Enver Hoxha, obviamente, quería esa
prevalencia para su Partido Comunista. Y tenía dos grandes contrincantes: por
un lado, el exiliado rey Zog, que tenía muchos partidarios; y, por otro, el
Balli Kombëtar, un movimiento nacionalista que desde 1942 era partido político.
Zog se había exiliado a Inglaterra en 1940. Allí, sin
embargo, era una víctima de la guerra de segunda, dado que los británicos
habían decidido no reconocer a su gobierno en el exilio como tal. Los aliados
no lo consideraban muy aliadófilo y, además, tenía en contra a los griegos, que
tenían ambiciones territoriales sobre Albania y contemplaban al rey como un
obstáculo para las mismas.
Por su parte, Balli Kombëtar era un movimiento que había
conseguido reclutar a muchos albaneses prominentes contrarios a la monarquía
desde los tiempos de la independencia. Uno de sus miembros más conspicuos era
Midhat Frashëri, miembro de una dinastía de influyentes políticos y
especialmente popular entre los jóvenes, además de escritor prolífico bajo el
seudónimo Lumo Skëndo. Frashëri había estampado su firma en la declaración de
independencia del país y había sido ministro del primer gobierno. Esto lo
convertía en una de las figuras más prominentes del ámbito político albanés,
junto con su hermano Mehdi, que entonces vivía en Italia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario