lunes, julio 07, 2025

Viet Nam antes de Viet Nam (49): Conditio sine qua non con un francés: cobra siempre por adelantado




Las primeras relaciones
Reyes y revoluciones
Nunca te fíes de un francés
Nguyen Ai Doc
Tambores de guerra
El tsunami japonés
Grandeza y miseria de la Kempeitai
El Viet Minh
Los franceses hacen lo que mejor saben hacer (no definirse)
Dang vi qui, o sea, naniyori mo hitobito
El palo y la zanahoria comunistas
Puchimones contra podemitas
Aliados a pelo puta
Franceses y comunistas chapotean para no ahogarse
Vietnamitas listos + británicos estúpidos + periodistas gilipollas = muertos a decenas
Si tu ne voulais pas de bouillon, voici deux tasses
Francés busca indochino razonable
Los problemas del comunismo que se muestra demasiado comunista
Echa el freno, Madaleno
El factor chino
El factor USA
El problema de las tres mareas
Orchestal manoeuvres in the dark
O pacto, o guerra
El acuerdo de 6 de marzo
Buen rollito por cojones
El Plan Cédiletxe
No nos queremos entender
Dalat
Las inquietudes y las prisas del almirante D’Argenlieu
Calma tensa
La amenaza nacionalista
Fontainebleau bien vale unos chinos
Francia está a otras cosas
Memorial de desencuentros
Maniobras orquestales en la oscuridad (sí, otra vez)
El punto más bajo de la carrera de Ho Chi Minh
Marchemos todos, yo el primero, por la senda dictatorial
El doctor Trinh, ese pringao
D’Argenlieu recibe una patada en el culo de De Gaulle
Allez les bleus des boules!
París no se entera
Si los Charlies quieren pelea, la tendrán
Give the people what they want
Todas las manos todas, amigo vietnamita
No hay mus
El comunista le come la tostada al emperador
El momento del general Xuan
Conditio sine qua non con un francés: cobra siempre por adelantado
La ocasión perdida
El elefante chino entró en la cacharrería 

  

Xuan y Hoach tenían muy poco en común, y eso se notaba. El presidente saliente se consideraba cesado por un golpe de Estado en toda regla y, por mucho que inicialmente aseveró que lo olvidaría todo, en realidad ni pudo, ni quiso. Casi inmediatamente después de comenzar su andadura el nuevo gobierno, Hoach dimitió como primer ministro; pero Xuan no le aceptó la dimisión. Hoach, en todo caso, se curró de su gente del Cao Dai un nombramiento como representante de la secta frente al ex emperador, y acabó marchándose a Hong Kong. Xuan, pues, se quedó solo en el poder conchinchino, y comenzó a trabajarse el papel que sabía que se quería de él. Era consciente, en París le había quedado muy claro, que sus amigos de la SFIO lo contemplaban como la persona que necesitaban para controlar a Bao Dai.