Un proyecto imperialista
Por qué ser un alcmeónida no era ningún chollo
Xántipo, Micala y el coleguita Leotícides
Cimón
La apoteosis de Efialtes
[AQUÍ IRÁ LA REFERENCIA A ESTA TOMA]
Nunca abras dos frentes a la vez
Las cosas no salen como se esperaba
[AQUÍ IRÁ LA REFERENCIA A ESTA TOMA]
Nunca abras dos frentes a la vez
Las cosas no salen como se esperaba
De las cosas que se dijeron de Pericles poco después de su
existencia, o incluso cuando todavía estaba vivo, es difícil no
discernir que, cuando menos al principio de su carrera política, no
fuera un demagogo con todas las letras. Aunque sobre su carrera
política resulta difícil tener datos precisos en ese momento, lo que
sí parece claro es que desarrolló una importante carrera militar.
Cuando menos a partir del 455, si no antes, Pericles comenzó a ser
un visitante usual del alto mando de generales atenienses, ése que
Cimón ya había aprovechado en su beneficio antes que él. Mi visión
particular (aquí muchas cosas, ya lo he dicho, son hipótesis porque
no pueden ser otra cosa) es que Cimón abrió un camino que Pericles
supo aprovechar muy bien. En los tiempos cimónidas, cuando menos,
los generales atenienses adquirieron un poder de influencia muy
elevado. Eran escuchados por la asamblea, y no sólo en lo relativo a
las cosas militares que eran lo suyo; en realidad, y puesto que en
aquellos Estados permanentemente en guerra todo acababa por
tener relación con las cosas militares, los generales eran
escuchados en todas las materias. Pericles se encontró ese surco
bien trazado, y no hizo sino ampliarlo y profundizarlo.