Los súbditos de Seleuco
Tirídates y Artabano
Fraates y su hermano
Mitrídates
El ocaso de la Siria seléucida
Y los escitas dijeron: you will not give, I'll take
Roma entra en la ecuación
El vuelo indiferente de Sanatroeces
Craso
La altivez de Craso, la inteligencia de Orodes, la doblez de Abgaro y Publio el tonto'l'culo
... y Craso tuvo, por fin, su cabeza llena de oro
Pacoro el chavalote
Roma, expulsada de Asia durante un rato
Antonio se enfanga en Asia
Fraataces el chulito
Vonones el pijo
Artabano
Asinai, Anilai y su señora esposa
Los prusés de Seleucia y Armenia
Una vez más, Armenia
Lucio Cesenio Peto, el minusválido conceptual
Roma se baja los pantalones
De Volagases a Trajano
Fuck you, Trajan
Adriano el prudente, Antonino el terco, Marco Aurelio el pragmático y Lucio Vero el inútil
De Marco Aurelio a Severo, de Volagases a Volagases´
El hostión de Severo ante los hatrenimet
Finalmente,
la opción que tomó Artabano fue contemporizar. Contestó a
Caracalla sin decir que no, pero poniendo algunas objeciones,
especialmente que ese matrimonio no podría ser una unión feliz,
pues “marido y mujer, difiriendo en lenguaje, hábitos y modo de
vida, no podrían ser sino dos extraños”.
En
general, sin embargo, se suele preferir la primera de las versiones,
ya que su autor, Dión Casio, es, por lo general, más fiable como
historiador.
Si
Caracalla invadió Mesopotamia desde el principio, debió hacerlo
avanzando hacia Babilonia. Regresó por la Alta Mesopotamia,
siguiendo el curso del Tigris, por la vieja Asiria. Parece ser que,
en su vuelta, cometió el sacrilegio de expoliar los sepulcros de la
familia real parta, en Arbela. Pasó el invierno en Edesa y, en la
primavera, ordenó otro avance sobre Partia. Sin embargo, el 8 de
abril del año 217, habiendo salido de Edesa con unos cuantos
soldados para visitar el templo de una deidad lunar en Carrhae, uno
de sus guardias, Julio Marcial, se lo apioló. Macrino, su sucesor,
era miembro de la guardia pretoriana, pero no exactamente un soldado,
así pues es probable que hubiera ordenado retirada. Sin embargo,
para entonces los partos estaban ya levantados en armas. Artabano
había invertido el invierno en acopiar un ejército temible.
Así
pues, ser nombrado Macrino emperador y recibir la noticia de que los
partos estaban muy cerca, y no venían con ganas de jugar al
backgammon precisamente, fue todo uno. El romano se apresuró a
mandarle embajadores al rey parto para decirle que todo había sido
una broma de cámara oculta y tal. Artabano se hizo un Esquerra
Republicana: le contestó que no pensaba llegar a ningún acuerdo con
el romano pero, al mismo tiempo, le detalló las condiciones bajo las
cuales lo haría.
Básicamente,
esto es lo que pedían los partos: restitución de todos los
prisioneros; reconstrucción, a costa de los romanos, de todas las
ciudades que habían arrasado; una fuerte compensación económica
por haber turbado el descanso de los reyes enterrados en Arbela; y
cesión de la Mesopotamia toda a los partos. Era un programa
reivindicativo imposible de aceptar por un romano, incluso uno tan
asténico como Macrino. Ambos ejércitos se encontraron en Nisibis.
La
batalla de Nisibis terminó para la Historia el enfrentamiento de
siglos entre romanos y partos. Fue, también, la más violenta de las
libradas por ambas partes, como si ambos supieran que tenía que ser
la última. Duró tres días.
El
gran problema para los romanos era llegar al combate a distancia
corta, donde eran invencibles. Para ello, sin embargo, tenían que
superar el problema de los excelentes arqueros partos, tanto a pie
como a caballo, y la caballería. Las pérdidas que sufrieron en su
caballería les obligaron a retirarse; sin embargo, tuvieron la
inteligencia de plantar el suelo con obstáculos para los animales,
lo cual afectó notablemente a sus perseguidores. Finalmente, ambos
ejércitos hubieron de retirarse en tablas los dos primeros días. En
el tercero, los partos trataron de rodear a su enemigo. Para poder
evitar esto, pues el ejército parto era más numeroso, los romanos
tuvieron que extender su línea, lo cual los puso en una posición
muy débil de defender. Macrino, que probablemente era,
personalmente, un cobarde, fue de los primeros que salió a la naja;
y ver a su emperador hacer el nenaza no es que galvanizase a sus
tropas, precisamente. Así pues, legionarios y tribunos ordenaron
retirada.
Aunque
Roma había perdido la batalla de Nisibis, en realidad los partos no
la habían ganado. Ambas partes habían terminado agotadas y, es
fácil adivinarlo, deseaban resolver aquello de otra manera. Macrino,
desde luego, envió una nueva embajada. Tal y como el romano
esperaba, Artabano se bajó de la burra de recuperar las provincias
mesopotámicas de Roma, y aceptó, fundamentalmente, reparaciones de
guerra. Roma, pues, y con ello comenzaba una tradición que duraría
siglos, compraba la paz.
Roma
y Partia, como digo, ya no volvieron a tener problemas serios.
Partia, sin embargo, sobreviviría brevemente a esta situación. Era
el suyo un imperio que siempre había sufrido la presión de las
fuerzas centrífugas. Las había dominado por la fuerza y, en
ocasiones, comprando la paz al estilo romano, como con los escitas.
Pero, esencialmente, una monarquia que basaba su poder en la longitud
de sus lanzas, lógicamente tenía que caer bajo el peso de lanzas
más poderosas que las suyas. Y eso es lo que le acabó pasando en
manos de los persas.
Un
líder persa, Artajerjes, acabó por rebelarse contra el yugo parto.
Parece ser que esta rebelión tuvo un trasfondo religioso; los partos
siempre habían practicado la tolerancia de los credos en los pueblos
conquistados; pero los persas zoroastrianos deseaban la imposición
de una religión de Estado, por así decirlo. Sea como sea, en el
220, Artajerjes, que era rey de los persas bajo la autoridad del
imperio parto, se rebeló contra éste y consiguió establecer la
independencia de Persia Proper.
Parece
que Artabano no hizo nada para contrarrestar esta rebelión, lo que
no hizo sino servir de acicate para que Artajerjes decidiese ampliar
el salón y la cocina. Así pues, invadió Carmania y, luego, hacia
el norte, algunas regiones de Media. Esto ya fue demasiado para
Artabano, quien entró al frente de un ejército en Persia Proper y
libró con su rival tres grandes batallas. La última, la batalla de
Ormuz, ocurrida en el 226, se saldó con una derrota sin paliativos
de los partos y la muerte de Artabano.
El
rey parto muerto dejaba hijos. Uno de ellos, Artavasdes, parece que
reclamó el trono de los arsácidas, y consiguió ser aceptado, al
menos por parte de los partos (chiste fácil). Puro recibir ayuda del
rey de Armenia, su tío, obviamente interesado en mantener el poder
de los arsácidas (él era uno) en la zona. Parece que los armenios,
además de refugiar a Artavasdes, formaron un ejército que consiguió
vencer a Artajerjes al menos una vez.
Sin
embargo, la fuerza de los persas era demasiada. Después de algunos
meses, los arsácidas fueron definitivamente vencidos. Artajerjes,
tras haberlos apresado a todos, tomó como esposa a una princesa
arsácida, buscando claramente establecer que la continuidad de la
dinastía era él.
Y
así terminó la historia de un imperio, el parto, que duró cinco
siglos, que se dice pronto; y duró, además, en un tiempo en el que
ya no era fácil durar a causa de la presencia innegable del también
innegable poder romano.
Espero
que os haya gustado esta serie. Si es así, tanto como si no, debéis
de saber que a mí la Historia de los partos siempre me ha gustado
mucho; de hecho, es uno de esos episodios de la Historia Antigua,
cosa que me pasa también con ciertos periodos de Egipto, que me pone
de muy mala leche comprobar que, realmente, lo que sabemos es apenas
un porcentaje muy pequeño de lo que sabemos, por poner un ejemplo,
sobre Adolf Hitler. Quién pudiera contar las negociaciones de Octavio, de Nerón, de Trajano, con los partos, como contamos, un suponer, la conferencia de Yalta.
Yo
creo, sin embargo, que es importante explicar la Historia de los
partos, aunque sea de forma telegráfica en una o dos clases (en el
caso de que seas magister), por más razones de que a mí me gusta. A
ver si consigo explicarme.
Explicar
la Historia de los partos es explicar, de alguna manera, una
contraversión de la Historia de Roma. Vaya por delante que para mí
Roma es lo más de lo más; es, además, la base de nuestra cultura
occidental, y tal. Pero Roma no fue tan poderosa como nos la venden;
y fue, sobre todo, un poder despiadado, traidor. Una civilización en
la que, como en todas, mientras sus filósofos escribían tratados
sobre la ética, los jefes de Estado que garantizaban que a esos
filósofos no se los apiolase ningún salvaje se cagaban y se meaban
en esa ética constantemente. La Historia de Partia es, también, la
Historia de hasta qué punto Roma se portó con la Asia occidental
como la mierda; y lo hizo, además, de la cruz a la raya; desde Sila
hasta Macrino.
Contar
la Historia de Partia es, pues, aguar un poco la fuerte bebida del
poder romano, y de sus bondades. Y creo que, cuando menos ante
personas mínimamente interesadas en la Historia, es algo que hay que
hacer; pues sin estas versiones, el mundo se queda cojo, y lo
aprendemos mal. Resulta curioso que esta operación de reequilibrio,
la mayoría de las personas la realicen echando mano de los godos y
hunos; aprovechando, pues, la relativa debilidad de Roma en aquella
época. Creo que la Historia de los partos es mejor estrategia,
porque se desplegó en el momento en que se supone que a Roma no la
tosía ni dios; y lo cierto es que los partos, sobre toserles, les
escupieron.
Los
partos molan. Molan mucho.
¡Viva
Partia libre!
Excelente crónica y más excelente comentario. Gracias
ResponderBorrarMagister, usted.
ResponderBorrarMuchas gracias por este pedazo de trabajo.
Yo, que estudié poquísima Historia Antigua en la Uni (allá por 1986), apenas conocía a los asirios, babilonios y egipcios. Es lo que tiene la afición determinada del profesor de turno. NO estudié nada de Grecia ni Roma en la época, he tenido que buscarme la vida a lo largo de los años. Y usted es una fuente casi primigenia.
Gracias
Muchas gracias por la crónica. La verdad es que ni siquiera en Historia Antigua de Grecia y Roma se les llega apenas a mencionar. Es interesante poder enlazar la historia de Europa con parte de la historia de Asia.
ResponderBorrarMuchas gracias.
¡Viva!
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