El modesto mequí que tenía the eye of the tiger
Los otros sólo están equivocados
¡Vente p’a Medina, tío!
El Profeta desmiente las apuestas en Badr
Ohod
El Foso
La consolidación
Abu Bakr y los musulmanes catalanes
Osmán, el candidato del establishment
Al fin y a la postre, perro no come perro
¿Es que los hombres pueden arbitrar las decisiones de Dios?
La monarquía omeya
El martirio de Husein bin Alí
Los abásidas
De cómo el poder bagdadí se fue yendo a la mierda
Yo por aquí, tú por Alí
Suníes
Shiíes
Un califato y dos creencias bien diferenciadas
Las tribulaciones de ser un shií duodecimano
Los otros shiíes
Drusos y assasin
La mañana que Hulegu cambió la Historia; o no
El shiismo y la ijtihad
Sha Abbas, la cumbre safavid; y Nadir, el torpe mediador
Otomanos y mughales
Wahabismo
Musulmanes, pero no de la misma manera
La Gran Guerra deja el sudoku musulmán hecho unos zorros
Ibn Saud, el primo de Zumosol islámico
A los beatos se les ponen las cosas de cara
Iraq, Siria, Arabia
Jomeini y el jomeinismo
La guerra Irán-Iraq
Las aureolas de una revolución
El factor talibán
Iraq, ese caos
Presente, y futuro
Que hay una correlación entre la iranización del shiísmo libanés y la invasión israelí es algo de lo que cabe dudar más bien poco. Apenas seis días después de comenzar dicha invasión, un contingente de soldados regulares del ejército iraní, y de guardianes de la revolución, se presentó en el país. Se dedicaron a formar un pequeño ejército de combatientes, que es lo que conocemos como Hezbolá.
Hezbolá recibió su bautismo de
fuego en el Muharram de 1983. Varios camiones que transportaban soldados
israelíes se pararon junto a una procesión de la Ashura, se ha dicho, no sé si
con mucha base, que porque se equivocaron al leer un mapa. La gente comenzó a
tirarles piedras, y ellos respondieron tirando de gatillo; muchas personas
quedaron en el suelo.
Hezbolá, ya de por sí un
movimiento combatiente, tuvo incluso una escisión radical. Surgió en una carta
abierta publicada en 1985. Escrita para las gentes islámicas y árabes, sostiene
que el Islam es la única respuesta para los problemas del mundo y, como es de esperar,
le echa a Occidente las culpas de todo.
Hezbolá se presentó a las
elecciones por primera vez en 1992. De hecho, parece evolucionar bastante en
torno a la idea de la solidaridad entre musulmanes de cualquier secta.
Como ya sabemos, el wahabismo
sostiene que un pueblo debe obedecer a aquel gobernante que abraza esta
interpretación del Islam. Esta ideología conservadora, al entrar en conexión
con el revolucionarismo llegado de Irán, ha generado entre muchos suníes
wahabíes la idea de que Arabia Saudita debe ser vista como el epicentro del
Islam y de la correcta práctica de la sharia. Riyad, de alguna manera, quiere
aparecer como el refugio de todo devoto musulmán con problemas, como de hecho
lo hizo con la Hermandad Musulmana egipcia cuando Nasser se fue a por ellos. De
hecho, buena parte de estos egipcios altamente ideologizados se convirtieron en
eso que hoy llamamos influencers, a
través de su labor como docentes, sobre todo en la Universidad de Medina,
abierta en la década de los sesenta del siglo pasado para instilar el
wahabismo. Entre ellos encontramos a Mohamed Qutb, el hermano de Sayib, quien
se dijo fue profe de Osama bin Laden.
El País, sin embargo, no estaba
exento de terremotos. Como ya he citado, en noviembre de 1979, Juhayman
al-Otaibi encabezó una acción de ocupación de La Meca y del lugar sagrado de la
Kaaba. Al-Otaibi era en su base un wahabí, aunque había completado su ideología
con las ideas de los Qutb, así como las enseñanzas de Mohamed Abdel Salam
al-Faraj, normalmente considerado como el padre intelectual del movimiento que
llevó al asesinato del presidente egipcio Annuar el-Sadat, que había firmado
la paz con Israel.
Al-Otaibi era ese típico creyente
que toma las creencias a la letra y, por lo tanto, llega a la conclusión de que
las autoridades religiosas han abandonado, en realidad, su fidelidad a las
normas de Dios. Por ejemplo, le jodía mucho tener que entregar una foto para
según qué gestiones, como darse de alta en la universidad, cuando el Islam es
tajante al prohibir la reproducción de imágenes. Estaba en contra de que los
billetes llevasen el retrato del rey y, sobre todo, criticaba la aparición de
mujeres en la televisión o su interacción con hombres en el día a día. Esto le
llevó a un enfrentamiento frontal con la familia real.
Con posiciones muy parecidas fue
como nació Al Qaeda, el grupo de Bin Laden. El origen de Al Qaeda es la yihad
dictada contra los soviéticos con ocasión de la guerra de Afganistán. Tanto
Estados Unidos como las ricas naciones petroleras del Golfo Pérsico proveyeron
a estos rebeldes de recursos importantes para armarse, con la ayuda de los
servicios de inteligencia pakistaníes. Este proceso fue paralelo al surgimiento
de los talibanes, un movimiento que, tras retirarse los soviéticos de
Afganistán, fue progresivamente tomando el control del país.
Es mucha la gente que considera a
los talibanes wahabíes. Sin embargo, en realidad son deobandíes, seguidores
pues de un movimiento surgido en la India en el siglo XIX, como consecuencia de la dominación británica y del
miedo de muchos musulmanes en el sentido de que dicha dominación forzase una
secularización. Mientras los wahabíes siguen la escuela suní hanbalí, los
deobandíes siguen la hanafí. Sí es verdad, en todo caso, que comparten ambos la
estricta observancia de las formalidades de la religión islámica y la
interpretación estricta de la sharia. Los talibanes, en todo caso, han
terminado por adoptar buena parte de las ideas de wahabismo, lo cual los ha
convertido en opositores, cuando no enemigos, de los shiíes, a los que ven como
apóstatas.
De hecho, en aquellas áreas que
los talibanes han llegado a controlar, la suerte de los shiíes no merece
describirse con dicho sustantivo; muchos han sido asesinados. La destrucción,
mundialmente conocida, de los Budas de Bamyan fue, en buena parte, y aunque a
menudo no se sepa, una medida anti shií. No se trata de que los shiíes sean
budistas; pero lo que sí es cierto es que la etnia mayoritaria en aquella
región, los hazaras, que lógicamente fue duramente castigada con aquellos
bombardeos, es mayoritariamente shií.
Irán tuvo que ver cómo los shiíes
afganos eran masacrados sin poder hacer gran cosa mientras los soviéticos
estuvieron allí. Pero cuando se piraron, promocionó la creación de un grupo
conocido como la Alianza del Norte, al que se unieron los hazaras. Fue la
Alianza del Norte la que entró en Kabul a finales del año 2001, aunque
obviamente estaban dopados por la ayuda occidental, muy especialmente
estadounidense, donde los atentados del World Trade Center habían convertido la
victoria sobre los talibanes en casus belli.
En la penúltima década del siglo
pasado, y de forma muy progresiva e irregular entre un país y otro, el
islamismo fue desplazando al nacionalismo árabe como la ideología predominante
entre los musulmanes. El islamismo, sin embargo, tenía, y tiene, un problema
práctico grave en la cuestión de quién puede, y quién no puede, dictar una
yihad. En ausencia de califa (y de imán), la pregunta, en puridad, no tiene
respuesta: ni para suníes, ni para shiíes. La yihad, sin embargo, es algo
demasiado precioso como para no ser usado. Piensa, sin ir más lejos, que la
yihad es lo que le permitió a todos o casi todos los Estados musulmanes de
Oriente Medio, que querían ir a la guerra con el Afganistán soviético, hacerlo sin tener que declarar esa misma guerra.
Alimentando al enemigo de Moscú,
Washington se pasó de frenada. Envió un montón de cheques, sobre todo a
principios de la década de los ochenta, a los combatientes musulmanes, y
especialmente entre ellos a Abdulá Yusuf Azzam, un palestino que tenía un
centro de reclutamiento de muyaidin en Peshawar. Azzam terminó por teorizar la
obligación de los musulmanes de recuperar todas las tierras que una vez fueron
suyas: Palestina, Bokara, Líbano, Chad, Eritrea, Somalia, Filipinas, Borneo,
Yemen, Tashkent… y España. Azzam había sido profesor de Bin Laden en Jeda, y en
1984, aprovechando el río de pasta que manaba de diversas fuentes, volvieron a
trabajar juntos. Bin Laden, por lo demás, asumió como un sacrilegio la
implantación de tropas no musulmanas en Arabia, lo que le ayudó a ir
desarrollando sus ideas antiamericanas, alimentadas por Azzam. La primera
guerra del Golfo fue el momento crucial para esta evolución.
Como sabéis, todo tuvo que ver
con la invasión de Kuwait por Iraq y la contestación de una coalición liderada
por Estados Unidos. Los ganadores de la guerra establecieron una zona sin
tráfico aéreo en el norte de Iraq, lo que le dio espacio a los kurdos para
crear allí su propio Estado. Durante el periodo transcurrido entre la primera y
la segunda guerras del Golfo, lo más importante a efectos de estas notas es que
se produjo una fuerte presión del sunismo, lo que ha ayudado a construir un
enfrentamiento regional con el shiismo.
En todo caso, el enfrentamiento
intraislámico se ha ido transmitiendo a otros países distintos de los que lo
albergaron originalmente. Un ejemplo es Pakistán. Pakistán es un país
básicamente suní (85%) en el que las relaciones entre mayoría y minoría se han
deteriorado muy rápidamente en las últimas décadas. Fue originalmente concebido
como un Estado secular, pero esa situación no pudo durar mucho. Los vaivenes de
la política hicieron que muy pronto los gobernantes, o aspirantes a
gobernantes, viesen en el tema religioso un argumento cojonudo para sus
movidas. Ceder a las aspiraciones sectarias, sin embargo, llevó a medidas
demasiado radicales. En 1974, el presidente Zulfikar Alí Bhutto, él mismo un
shií duodecimano pero fuertemente presionado por el shiismo militante, aprobó
una ley que desposeía de la condición de musulmanes a los ahmadis,
pertenecientes a un movimiento musulmán surgido en el siglo XIX.
En 1979, el año fundamental para
el Islam, Pakistán estaba gobernado por un general, Zia ul-Haq. Este dictador
militar había iniciado ya antes de la revolución iraní una profunda política de
islamización del país. Dado que su filosofía estaba básicamente asentada en el
sunismo mayoritario, los shiíes fueron crecientemente vistos como una minoría
incómoda, si no peligrosa. La respuesta del sectarismo duodecimano fue aliarse
con los movimientos que trataban de labrar el regreso de la democracia
parlamentaria al país. Esto radicalizó a Zia, quien abrazó la idea, y la
estrategia, de identificar Pakistán con el sunismo, algo que lo llevó a estrechar
lazos con los combatientes talibanes y wahabíes en su frontera norte. En 1988,
los suníes realizaron un ataque a los shiíes en Gilgit, la provincia
mayoritariamente imaní, ante la indiferencia de las autoridades. Murieron casi
200 shiíes allí, y el gobierno financió la construcción de una mezquita suní en el lugar.
Poco tiempo después, aquel mismo
año, Zia fue asesinado por una bomba que colocaron en su avión. Pakistán
regresaría a la democracia, pero la convivencia pacífica entre suníes y shiíes
ya no ha regresado del todo. El país sufre de cuando en cuando gravísimos
episodios de violencia, como la matanza de más de 60 personas en la academia de
policía de Quetta, perpetrada en agosto del 2016 por una organización anti
shií, Lashkar-e-Jhanvi.
Todos estos problemas son los
que, según la doctrina de Georges Bush Jr y sus asesores, iban a solucionarse
mediante la implantación en Iraq de un sistema político y administrativo a la
occidental, eficiente, que de esta manera sirviese del ejemplo para los países
musulmanes que no habían querido encontrar en Israel. El experimento, sin
embargo, no ha ido muy bien. Para llevarse por delante a Sadam Husein, la
coalición tuvo que llevarse por delante al Estado y al gobierno iraquí en sí,
lo que dejó un país desestructurado que
durante años colocaba anuncios en la prensa occidental solicitando
desesperadamente la vuelta de sus emigrados para así poder tener cuadros de
mando suficientes.
Los shiíes iraquíes, mayoritarios
como sabemos, tenían una figura a la que seguir en Muqtada al-Sadr, el hijo del
ayatolá Mohamed Sadiq al-Sadr, quien se había convertido en un opositor cerril
a Sadam e, incluso, había conseguido consolidar un movimiento bastante
panislámico, a pesar de sus ideas decididamente duodecimanas. El régimen de
Sadam lo ejecutó en 1999, pero ahora los shiíes crearon la milicia con su
nombre, también conocida como el Ejército Mahdi, que comenzó a usar la
violencia contra sus opositores, tanto en el distrito mayoritariamente shií de
Bagdad como en el sur del país, donde los duodecimanos son mayoritarios.
Muqtada al-Sadr, sin embargo,
recibió la oposición de un personaje muy importante para el Iraq contemporáneo,
el ayatolá Alí al-Sistani. Sistani se posicionó contra el gobierno de los
mujtahids propugnado por Jomeini, puesto que considera que los clérigos no
deben participar en la política. Esto lo ha enfrentado con muchas
organizaciones shiíes en su país, como al-Dawa sin ir más lejos; pero es una
personalidad muy importante que utiliza internet para la difusión de sus ideas.
Las acciones armadas durante la
ocupación de Iraq fueron constantes. El representante de Naciones Unidas Sergio
Vieira de Mello fue asesinado en Bagdad, como lo fue el ayatolá Baqir al-Hakim,
un líder shií que había regresado desde Irán a Nayaf.
Las cosas, en todo caso, se iban
a poner peor.
Hola, pero no hablaste casi nada de los talibán...
ResponderBorrarMenos mal que el blog se llama Historias de España, campeón.
ResponderBorrarSaludos.
El gato es de JdJ y se lo xxxx cuando quiere.
BorrarMientras escriba como lo lleva haciendo desde hace años, que escriba de lo que le salga de los talibanes.
Menos de Asia, a ver si así vuelve a la carga Tiburcio
:-D Es crítica relativamente habitual; si eso es todo lo que hay, vamos bien.
BorrarPor lo demás, nunca la he entendido. La lectura del blog no es obligatoria.
No es una crítica, una crítica sería decir que no es riguroso, o apropiado, u otra opinión al respecto. Si somos estrictos mi comentario bien podría ser una boutade.
BorrarOtra cosa es que consideres las críticas, sin descalificaciones y/o insultos, como algo invonveniente, es decir, que los comentarios solo sean muy favorables con el texto o al autor. Es algo totalmente lícito y, como bien me indicas, hay un camino abierto de total sencillez y libertad en caso de no estar de acuerdo con tu amable talante.
Saludos.
Me vas a permitir que te diga que aquí quien ha empezado con un amable talante has sido tú. Campeón.
BorrarLos viejos de este lugar saben que aquí solo hay una regla: no se insulta a personas vivas.
Querido JDJ, por favor cuando puedas responde mi comentario...; es que siento que te has distraído con el comentario de Tristán y el mío lo relegaste ddd
ResponderBorrarSe hace lo que se puede :-)
BorrarSí, es un efecto algo buscado porque el factor talibán me parece menos importante que otros aguas adentro del Islam.
Ah... ahora comprendo! Entonces, releeré la serie :)
ResponderBorrarUn fuerte abrazo y gracias por tanto conocimiento brindado, además de forma entretenida.