miércoles, mayo 20, 2020

El ahorcado de Black Friars (9: el hombre siempre pendiente del dólar)

Estos son todos los capítulos de esta serie. Conforme se vayan publicando, irán apareciendo los correspondientes enlaces.

Los inicios de un tipo listo
Sindona
Calvi se hace grande, y Sindona pequeño
A rey muerto, rey puesto
Comienza el trile
Nunca dejes tirado a un mafioso
Las edificantes acciones del socio del Espíritu Santo
Gelli
El hombre siempre pendiente del dólar
Las listas de Arezzo
En el maco
El comodín del Vaticano
El metesaca De Benedetti
El Hundimiento
Ride like the wind
Dios aparece en la ecuación
La historia detrás de la historia


No sabemos a ciencia cierta si Roberto Calvi le concedió el súper préstamo al Grupo Rizolli de buena gana o arrastrando el escroto. Probablemente, fue uno de esos favores que Gelli pedía, y que el apelado sabía que tenía que cumplir. El masón, sin embargo, supo ser generoso con el banquero de Milán y, más que probablemente, le influyó notablemente a la hora de diseñar su estrategia de expansión. Pues sólo a las ideas de Gelli, y sus contactos, puede atribuirse el hecho de que Roberto Calvi, para extrañeza de sus propios empleados, no mostrase ningún interés por expandirse por mercados internacionales como Londres o los Estados Unidos. Su extraña apuesta, que también estaba siendo la de Gelli, fue Latinoamérica.
Evidentemente, Calvi conocía el Caribe por su experiencia bahameña. De hecho, se compró una casa en Lyford Bay y, tal y como contó su esposa, su idea era retirarse allí. Desde 1978, Calvi era residente permanente en Bahamas, o por lo menos había adquirido dicho estatus. Estaba construyendo la Ambrosiano House, una nueva sede impresionante para su banco caribeño, edificio en el que se reservó para sí mismo un ático.

Que la estrategia de Calvi estaba dictada por Gelli lo demuestra el hecho de que la primera inversión del Ambrosiano en la zona fuese comprar el 5,5% de las acciones de Bafisud, el banco de Umberto Ortolani. Lo hizo en 1976, pero pronto se fijó en otro objetivo: Nicaragua.

Nicaragua era una dictadura militar al frente de la cual se encontraba Anastasio Tacho Somoza, un hombre profundamente corrupto que se lo llevó calentito cuando se produjo la ola de solidaridad internacional tras el violentísimo terremoto de 1972 en su país. Calvi le solicitó autorización para abrir en el país una subsidiaria de su banco caribeño, y Somoza no sólo le dio autorización, sino que extendió sendos pasaportes nicaragüenses para Calvi y su mujer. Comenzó a funcionar el 29 de septiembre de 1977, con el nombre Ambrosiano Group Banco Comercial. Desde ese banco, Calvi comenzó su conocida actividad de dar préstamos a oscuras sociedades fantasma.

El siguiente país en que se fijó Calvi fue Perú, en ese momento ávido de inversiones extranjeras. La sangre ya la había olido antes Gelli, que fue quien le sirvió de cicerone. El Ambrosiano entró en Perú a través de una participada, la Central American Service, que consiguió una concesión para realizar prospecciones mineras y petrolíferas en Madre de Dios.

En 1978, como es bien sabido, el chollo con Somoza se acabó por la guerra civil en el país, lo que obligó a Calvi a buscarse otro headquarters. Se decidió por Perú. A comienzos de 1979, Calvi se presentó ante Javier Silva Ruete, en ese momento ministro de Hacienda, de quien obtuvo el permiso para conseguir ficha bancaria en el país. En octubre, el Banco Ambrosiano Andino abría sus puertas, heredando las operaciones de Nicaragua.

Calvi montó toda una operación de propaganda con el Ambrosiano Andino que, decía, era un proyecto en el que participaban otros bancos del área. En realidad, era mentira. El Banco de la Nación, institución pública peruana, era efectivamente accionista de la entidad; pero era el mismo Ambrosiano Andino el que le había prestado el dinero para adquirir los títulos.

En 1980, el Banco Ambrosiano inauguró a lo grande su banco en Argentina. Edificio imponente, sede impresionante, y una campaña de prensa de todas las publicaciones del Grupo Abril afirmando que el Banco Ambrosiano de América del Sur iba a ser la pera limonera. El grupo de empresas editoriales Abril había sido adquirido por Rizzoli. Hoy por ti…

La capacidad de influencia de Gelli en Argentina se hizo evidente en el hecho de que, si bien los anteriores países en los que el Ambrosiano había sentado reales le habían dado ficha de banco extranjero, en Argentina la consiguió, sin embargo, de banco local; autorizado, por lo tanto, a realizar operaciones en el mercado interior. El Ambrosiano de América del Sur fue un proyecto tanto de Gelli como de Calvi; sin ir más lejos, el almirante Massera, cuando se retiró de la Junta Militar, ocupó un lujoso despacho en el edificio. Licio nunca dejaba tirados a sus amigos, y sus amigos nunca lo dejaban tirado a él.

Durante todo ese tiempo de expansión, había un dado fundamental que Roberto Calvi había vigilado casi día a día, como si fuera la temperatura de un hijo enfermo: la cotización entre el dólar y la lira.
Expliquémonos. El Ambrosiano era un banco italiano. Esto quiere decir que sus acciones rendían dividendos en liras y cotizaban en liras. Sin embargo, puesto que el tráfico de préstamos que servían para comprar esas acciones, para crear autocartera lejos de los ojos de las autoridades, se negociaba por empresas fantasma situadas en paraísos fiscales, se trataba de operaciones denominadas en dólares. Esto quiere decir que, sucintamente, el Ambrosiano estaba haciendo compras de sus propias acciones en una moneda, pero las apalancaba en otra. Si el dólar, por la razón que fuese, se revalorizaba en exceso frente a la lira, entonces ni la evolución de la acción, ni los dividendos, ni nada, serían capaces de superar el incremento del coste de los préstamos; y, puesto que esas sociedades eran cáscaras vacías, a las mismas no les quedaba otra para poder devolver los préstamos que adquirir nuevos préstamos; eso, o que los prestamistas aflorasen las operaciones como fallidas, con el riesgo inherente a que se descubriese todo el pastel (en el caso de que el prestamista hubiera sido el Ambrosiano, de hecho, se habría descubierto que el banco tenía un crédito fallido contra una empresa que le había pedido el dinero para comprar acciones del propio banco y en nombre del propio banco).

Ante estas situaciones, Calvi acudía a Gelli para que le sirviese de escudo, sobre todo mediante sus amistades en el sistema judicial italiano, crecientemente mosqueado con las acciones del banquero. Gelli, sin embargo, no daba nada gratis. Obviamente, si le hacía un favor a un banquero, su aspiración lógica era que ese banquero respondiese a la confianza abriendo la mano de los préstamos con determinados clientes. De esta manera, Calvi terminaba tapando préstamos muy dudosos haciendo otros préstamos asimismo dudosos, en este caso a los amigos de la P2. Eso lo colocaba en mayor riesgo de ser descubierto, lo que le impelía a buscar protección. Y vuelta la burra al trigo.

Un día, Amadeo Ortolani, que sólo necesitó su apellido para pisar moqueta durante su visita al Ambrosiano, solicitó un préstamo para financiar la actividad de la Voxson, una empresa de fabricación de televisores y radios que poseía (Amadeo, por cierto, sería secuestrado poco después; la interesantísima historia de la Voxson la puedes leer aquí). El departamento de riesgos del banco dijo que aquella operación no había por dónde cogerla; pero Calvi firmó el préstamo.

Asimismo, Calvi se convirtió en el financiero de cabecera de otro conspicuo miembro de la P2, el empresario Mario Genghini. Es posible, en todo caso, que a Genghini lo conociese de antes, porque había realizado importantes inversiones en la Nicaragua de Somoza en la misma época que el propio Calvi. Genghini se metió en un proyecto de construcción en Arabia Saudita. Allí le tangaron bien y perdió hasta la camisa. Desesperado, pidió un préstamo de cinco millones de dólares, y el departamento correspondiente del banco lo echó a patadas porque no podía presentar ningún aval. Entonces Genghini se fue a ver a Calvi. Le prestaron 20 millones de dólares. En 1981, cuando el emporio Genghini se fue a la mierda y el empresario tuvo que huir de Italia, tenía un descubierto con el Ambrosiano de 100 millones de dólares.

En las últimas semanas de 1979, el montaje del Ambrosiano y sus sociedades fantasma entró en pánico. Gobernaba en Estados Unidos Jimmy Carter, presidente sometido a muchas críticas desde muchos flancos, entre ellos el económico. En este terreno, la inflación en el país estaba desbocada y el dólar se mostraba muy débil. En octubre, Carter anunció un severo plan contra la inflación y en favor del dólar; un plan muy creíble que desató la reacción de los mercados. La Reserva Federal disparó los tipos de interés, la deuda en dólares se convirtió en activo de gran interés, y la moneda se disparó.

Calvi necesitaba un mirlo blanco que le prestase toda la pastizara que necesitaba para tapar sus vergüenzas. Y sólo había un hombre que lo podía cazar para él: Licio Gelli.

El Ente Nazionale Idrocarburi o ENI era la petrolífera pública italiana. Se trataba de un conglomerado fundamentalmente industrial dedicado a temas energéticos. Pero, en ese momento, lo que era, por encima de todo, era una perla que sudaba cash flow por todos sus poros, al ser miembro de un mercado como el del petróleo, que en ese momento estaba como estaba. Una de las cosas que, repentinamente, comenzó a hacer el ENI con ese dinero que le sobraba (bueno, el dinero nunca sobra, pero ya nos entendemos) fue hacerle préstamos al Banco Ambrosiano. Sí, ya sé: un conglomerado industrial prestando a un banco es el mundo al revés. Pero es que Italia es el mundo al revés.

Claro que todo tiene su explicación. En el verano de 1979, el presidente de ENI, Giorgio Mazzanti, un cargo político, anunció un acuerdo en Arabia Saudí para importar petróleo. Durante tres años. El partner del acuerdo, lógicamente, era Petromin, la petrolera pública de la familia Al Saud. En un mercado en el que, según diversos testimonios, era un escándalo pagar una comisión superior al 2% por intermediar una operación así, el ENI pagó una comisión del 7%, con destino en una empresa panameña sin dueños conocidos. Eran 100 millones de dólares del ala. La Prensa empezó a dar por culo, y pronto aparecieron los indicios de que todo ese dinero había terminado en manos de importantes políticos italianos.

En octubre de 1979, estando en Viena en una reunión de la OPEP, a Mazzanti le dijeron que un señor llamado Licio Gelli quería verlo. Mazzanti se negó pero, finalmente, tuvo que acceder a la reunión en el Excelsior cuando volvió a Roma. Allí, en el hotel, Gelli le enseñó un dosier titulado Arabia Saudí. En esos papeles se describía la operación ENI/Petromin, con una precisión que ya la quisieran para sí los periodistas que la investigaron. En noviembre, Mazzanti se afilió a la P2 y, tiempo después, comenzó a ayudar al Ambrosiano.

Otra entidad que prestó a Calvi fue la Banca Nazionale del Lavoro, de titularidad pública. Su director general, Alberto Ferrari, era un P2 desde 1975.

La red estaba bien tejida. Por ejemplo, Pierre Siegenthaler, presidente del Banco Ambrosiano Overseas, estaba sentado también en el consejo de administración de Tradinvest, un banco caribeño propiedad de ENI que fue uno de los vehículos preferidos de la petrolera para prestarle dinero al Ambrosiano. Asimismo, Siegenthaler era miembro del consejo de administración de Bafisud, el negociete de los Ortolani.

Por lo tanto, Gelli había montado una tupida red de relaciones de negocios entre la Banca Nazionale del Lavoro, la ENI y el Banco Ambrosiano. Pero, claro, dos de estos actores eran de propiedad pública, lo cual quiere decir que alguien tenía que estar en la movida desde el mundo político. Ese alguien, en ese momento, ya no podía ser sólo la Democracia Cristiana, porque la DC no podía mandar por sí sola como en los tiempos de la posguerra. El gran muñidor de esos acuerdos fue la formación que se prestaba a dar algo parecido a la estabilidad al sistema político italiano: el Partido Socialista. El mismo que había nombrado a Mazzanti. El Partido que fue de Bettino Craxi, que es un señor que sale en esta foto con Giulio Andreotti (¿tengo mala leche? Sí, tal vez una poca...)


2 comentarios:

  1. Anónimo3:07 p.m.

    ¡HOla! Sigo sorprendido opr la cantidad de bancos y otras empresas púbicas de Italia...

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    1. Bueno, que las empresas de petróleo e hidrocarburos sean públicas es un clásico. En España, Repsol fue durante muchos años la ENP (Empresa Nacional del Petróleo). Y la banca pública tiene mucha solera.

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