Ayer por la noche traté de encontrar exactamente dónde había leído la anécdota que ahora os voy a referir, pero no lo conseguí. Así pues, quede claro que la escribo de memoria.
En 1963, funcionaba en Praga una emisión de radio de los comunistas españoles destinada a sus militantes clandestinos en España. 1963 fue el año que Franco fusiló a Julián Grimau. Tras la noticia de dicho fusilamiento, los redactores de aquel programa leyeron la lista completa del gobierno franquista que había votado la ejecución, pronunciando la palabra «asesino» detrás de cada nombre. Santiago Carrillo, ya por entonces líder y estratega del PCE, les afeó un poco la acción. Nos guste o no, les vino a decir, algunos o muchos de esos tipos a los que hoy habéis llamado asesinos son los tipos con los que algún día tendremos que pactar.
Retened la anécdota en la memoria. Al final del post la recordaré de nuevo.
Viendo en la tele y leyendo en la prensa la sustancia y los ecos del reciente acto de desagravio al juez Garzón en la Universidad Complutense me he preguntado si no estaremos siendo testigos de un cambio de ciclo. Y lo digo porque para mí ya es claro y evidente que la pretendida defensa de la persona del juez Baltasar Garzón es mucho más que eso y porta muchos, y más importantes, significados.
Puede ser, tal y como lo veo yo, que nos encontremos ante una mutación social, cultural y de conocimiento cuyas consecuencias es difícil prever. Una mutación cuyo elemento fundamental es poner el contador de España a cero en 1975, y volver a empezar. Contra lo que piensan muchos defensores de ese pleonasmo llamado memoria histórica, sus intentos no lo son de negar o reescribir la historia de España entre 1939 y 1975; lo que están negando es esa misma Historia entre 1975 y el momento presente.
¿Garzón? La verdad es que eso de la prevaricación de Garzón me parece bastante chorras. Según mi entender, lo que ha perpetrado este ciudadano es más una torpeza que un error, menos aún un delito; es una aplicación excesiva de un principio, el de justicia universal, que en todo caso no está del todo claro y al que aún le queda mucho trecho para definirse. Estoy con quienes defienden a Garzón en que esto de la prevaricación con la llamada Causa General contra el franquismo bien podría haberse resuelto, aún encontrándolo culpable (que, insisto, yo más que culpable lo que le veo es torpe), con un cachete en el culete. La prevaricación es una cosa bastante más seria. Con las otras dos querellas que le quedan, ya no estoy tan seguro que no haya miga procesal. Pero es que todo esto ya da igual porque, dado el tono que los defensores del juez han querido dar a su defensa, las technicalities del asunto han dejado de tener importancia.
El tono que tanto Garzón como sus corifeos han adoptado para su defensa ha provocado que los autos del juez Luciano Varela se refieran, por lo que leo, cada vez menos a la sustancia de la cuestión (la prevaricación) y cada vez más a todo lo que la rodea. Este juicio tiene toda la pinta de haberse convertido en uno de esos juicios en los que acabaremos discutiendo sobre quién mató a Kennedy o, más en concreto, cuál ha de ser la interpretación, por lo visto única, que debemos dar (todos, puesto que es única) a los hechos históricos de la II República, la Guerra Civil y el franquismo. Aquí, a mi modo de ver, está el cambio de ciclo, o intento de cambio de ciclo. Y es un cambio que se basa en varios presupuestos discutibles. Entre ellos:
Debe existir una sola interpretación de los hechos
¿Por qué? He hecho esta pregunta tanto personalmente como a través de la red y casi siempre he recibido la misma respuesta: porque así ha sido en otros casos (otros casos suele querer decir otro caso, es decir el nazismo alemán).
Quienes defienden esta idea, a mi modo de ver, olvidan un par de cosas. La primera es que la de Hitler y la de Franco son dictaduras de orígenes distintos. Una surge de una guerra civil y la otra no. El matiz es importante porque, en el caso del franquismo, hace que su análisis se quede incompleto si no se acompaña de un análisis de la Guerra Civil, que es un proceso complejísimo en el que juegan muchos factores, algunos de ellos presentes sobre el tablero de España desde siglo y medio antes de su estallido.
Pero olvidan otra cosa. Memorias de jerifaltes nazis que se muestran comprensivos hacia Hitler, y personas que se dijeron fieles a su memoria hasta la muerte, hay unas cuantas. Yo no creo que en Alemania se dictase en 1945 una Verdad Histórica que todos tuvieran que seguir. Se dictó, sí, una verdad judicial relativa a las actuaciones genocidas del nazismo. Lo que ha enterrado a los hitlerianos no han sido los jueces; ha sido el juicio histórico, abrumadoramente mayoritario (que no monolítico). Porque es el juicio histórico el que toma las riendas cuando las responsabilidades penales se han agotado.
En este entorno de cosas, llama la atención que todo este follón de la memoria histórica se vaya a montar en un momento en el que el juicio histórico, por así llamarlo, prorrepublicano, estaba ganando la partida por goleada. Soltándose el pelo, la memoria histórica ha conseguido exactamente lo contrario, no ya de lo que buscaba, sino de lo que tenía.
El intento por imponer una sola interpretación de la Historia de España en el siglo XX está siendo tóxico y lo será más aún conforme pase el tiempo. La razón de esta toxicidad es que las filosofías de pensamiento único, por definición, tratan a todo lo que se desvía de la misma manera. Es irrelevante que un punto de vista sea más o menos moderado; si no cuadra con la visión prometida, es acusado de falso, de erróneo, o de cosas peores.
Quienes han inventado esta estrategia ya están contemplando, y lo que les rondará, el resultado de su labor: cuanto más radical es un escritor de la Historia, cuanto más profranquista se muestra, más vende. Más se lee. Pero ése, paradójicamente, no es un fenómeno que se hayan currado esos autores. Es un fenómeno que han creado sus contrarios, precisamente ellos, los que abominan de esos libros. Si hubieran sido más partidarios del libre debate intelectual, un debate sin victoria final por definición, estos autores no venderían ni un mango.
Dicho más claro: hace ahora diez y pico de años, cuando la memoria histórica ni estaba ni se la esperaba en el debate social e intelectual, la interpretación de la guerra civil y el franquismo era prácticamente consensual, decididamente prorrepublicana. Pasado ese tiempo y una vez que hemos atravesado el cedazo del intento de imponer una versión de los hechos, nos encontramos con que cada vez que un decidido opositor de dicha verdad única saca un libro, vende como si fuese Dan Brown. Se da, pues, la triste paradoja de que quienes han intentado imponer una sola versión de las cosas le han dado alas precisamente a la contraversión que combatían. El punto de vista historiográfico de pura ortodoxia franquista estaba, hace quince o veinte años, muerto y enterrado. Pero sus enemigos lo han resucitado. Mi más cordial enhorabuena.
Es necesario rehabilitar la memoria histórica
Como he insinuado párrafos más arriba, en 1975, sí, puede. En el 2010, no. Han transcurrido más de 12.500 días desde aquél en el que murió el general Franco. 300.000 horas que muchas personas han ocupado es investigar a fondo y escribir libremente centenares, si no miles, de libros dedicados a la represión franquista, a la organización del golpe militar del 36, a los diferentes aspectos de la guerra civil, al conteo de víctimas de la misma. A ninguno de estos autores se le han cercenado las alas en modo censura; lejos de ello, muchos de ellos han gozado de becas, subvenciones y otras ayudas al uso. España lleva, pues, 35 años escribiendo lo que le sale del pie sobre la Guerra Civil y el franquismo.
Es cierto que hay muchas historias personales que desvelar. La guerra civil y el franquismo son una amalgama de más de un millón de historias personales con muy mal final. Pero también es evidentemente que, por mucho que queramos correr, es y será imposible alcanzar la investigación de todas ellas. Cosa que, por otra parte, nadie ha hecho. No hay un solo país en el mundo que pueda decir que sepa cómo, dónde y en qué circunstancias han muerto todos sus muertos.
En todo caso, el problema de la memoria histórica es que quiere pasar esa investigación por el tamiz judicial. Juzgar los asesinatos no como delitos históricos, sino como delitos penales. Dado que todo delito penal precisa de la existencia de un culpable, de ahí la charlotada garzonita de solicitar la certificación de que el que está bajo la losa del Valle de los Caídos es Franco y no Elvis. Sin embargo, para bien o para mal, han pasado décadas, amén de una amnistía libremente votada por el Parlamento. Quien tiene hoy sobre sí la labor de investigar quién mató a Lorca es Ian Gibson, no el titular del juzgado de instrucción número X de Granada. La memoria histórica quiere hacer lo que la Transición, conscientemente, se negó a hacer. Es por ello que digo que no es la Historia de Franco la que pretende negar, sino la de Suárez, y la de González.
La memoria histórica, además, lejos de rehabilitar la Historia, en ocasiones la enfanga, porque parte de presupuestos muy discutibles que, obviamente, como doctrina de pensamiento único que es, pretende imponer.
Se parte de la base de que el bando republicano en 1936 estaba formado exclusivamente por defensores de la democracia. Para dudar de esta afirmación, no hay más que ver lo democráticamente que se desempeñaron algunas de las fuerzas de dicho bando allí donde tuvieron poder.
Se parte de la base de que el golpe de Estado fue organizado por una camarilla de militares con apoyos exteriores en las potencias fascistas, más algunos cresos y terratenientes y la connivencia de la Iglesia católica. Lo cual también es discutible pues, independientemente de quién organizase el golpe de Estado, el hecho de que no menos de un tercio de España cayese de su lado en las primeras horas (a pesar de que, como golpe de Estado, fue bastante chapuzas) viene a ser un indicativo de que, guste o no, dicho golpe respondía a las necesidades e inquietudes de una parte de la sociedad española, no de cuatro millonarios mal contados y una decena de cardenales adiposos. De hecho, sólo admitiendo esta idea, a mi modo de ver, es como se puede entender que Franco durase cuarenta años, de la misma forma que tampoco se puede sostener que Fidel lleve décadas en el poder en Cuba a base sólo de represión. Y para afirmar esto no hace falta ser castrista.
Se parte de la base de que el golpe de Estado franquista, por lo tanto, se hizo contra todo y contra todos, y que sólo la ayuda italoalemana, mezclada con la inanidad francobritánica, explican la victoria de Franco. Ésta, que parece una discusión exclusivamente centrada en el ámbito puramente militar, es, en realidad, una polémica mucho más profunda. Esa suerte de fatalismo bélico está tratando de soslayar el hecho de que, independientemente de que Franco fuese o no ducho en el lanzamiento del penalty, la República hizo denodados esfuerzos por no pararlo. Dejarlo todo en un mero «si no es por Hitler, te habíamos dado hasta en el cielo de la boca» es una manera de no entrar a conocer cómo, cómo de mal quiero decir, funcionaron los gobiernos de la República en guerra, los gravísimos errores que cometieron, y la magnitud de sus responsabilidades.
Se parte, por último, de la base de que para interpretar la Guerra Civil basta la realización de un análisis puramente epidérmico, porque sus causas, estructura y consecuencias son cosas que están bastante claritas. Basta echar una mirada al esquema de la Guerra Civil Española cuando quien lo hace es alguien con conocimiento de causa (y, para muestra, esta excelente propuesta de Eborense) para darse cuenta de que la GCE no es cuestión que puedan explicar los Lunnis en una tarde.
El gran caldo de cultivo de la memoria histórica, en este sentido, es la insondable, absoluta, pavorosa falta de formación del español medio; más insondable, más absoluta y más pavorosa cuanto más joven es. Entiéndase: yo no creo que una persona cultivada en los conocimientos vaya necesariamente a adoptar una visión equidistante frente a la GCE. No son pocos los casos de personas que conozco que, habiéndose empapado de conocimientos, sostienen postulados muy cercanos a los que defiende la tentativa de nuevo pensamiento único. Lo que me estomaga es encontrarme, una vez y otra, con obispos de la nueva verdad predicándola a base de repetir conceptos que están, todo lo más, en las dos o tres primeras páginas de los prólogos de los libros de Historia, cuando no en un recuadrito de la página par de un libro de Sociales de la ESO.
Conocer la Guerra Civil es algo más que haber leído algún librito escrito originalmente en inglés. Para conocer la Guerra Civil, hay que empezar por entender lo que pasó en España en 1808, y luego ir rellenando el puzzle poco a poco. Para conocer la Guerra Civil hay que dar muy pocas cosas por sagradas, y acostumbrarse a los traspiés.
No, no es necesario rehabilitar la memoria histórica. Es necesario conocer la Historia. Y debatirla.
Son posibles las acciones políticas y penales contra el franquismo
El general Francisco Franco murió en la cama. Así lo decidieron las principales cancillerías occidentales, a las que les bastaron las promesas de apertura tras su fallecimiento hechas por los cuadros del propio franquismo; así lo decidieron las formaciones políticas antifranquistas a la derecha del PCE, representativas de la sociedad no franquista como pronto demostraron las elecciones democráticas; y así lo decidieron los llamados azules, franquistas que sabían que no podrían seguir siéndolo sin Franco y de que, como bien dice el bolero, el reloj siempre marca las horas.
Este hecho es un hecho doloroso y jodido para muchos puntos de vista. Pero es. Cualquiera que sea la acción que se tome, la victoria que se consiga, no va a cambiar. Se dice ahora, a menudo, que España es uno de los pocos países que no se ha reconciliado con su Historia. Aparte de que yo no veo a los ingleses muy reconciliados con su actitud secular respecto de Irlanda o a los franceses muy reconciliados con la bajada de pantalones nacional que realizaron mayoritariamente tras ser invadidos por Hitler, por poner sólo dos ejemplos, es que quien dice eso olvida que en la actuación de España, de la España democrática, hay una decisión consciente de no reclamar dicha reparación. Esa renuncia está en el mensaje por la Reconciliación Nacional del PCE en el 56 y está, sobre todo, en el llamado Contubernio de Munich.
¿Pueden las generaciones posteriores, o sea nosotros, cambiar ese juicio? Desde luego. Nada hay más expuesto a los vaivenes de la Historia que la Historia misma. Nuestra labor y la de las generaciones venideras, de hecho, es y será juzgar a la generación de la Transición política y calificar su trabajo. Es perfectamente legítimo defender que la Transición fue incompleta, fue un pastiche, fue un error. Se puede defender que lo que habría que haber hecho era otra cosa. Pero lo que no se puede es poner el contador a cero porque, para bien o para mal, han pasado 35 años, y donde hace 35 años se podría haber incoado un juicio penal contra mucha gente, hoy no se puede, por las dos razones combinadas de que esos crímenes están amnistiados (pues los demócratas del 2010 son tan libres de pensar que es un gran error amnistiar los crímenes franquistas como libres fueron los de 1975 de pensar lo contrario, y actuar en consecuencia) y de que sus autores están, casi todos, muertos.
La Historia se revisa cada vez que alguien mínimamente interesado en ella pone sus ojos en un libro y lo lee. Pero lo que no se puede hacer con la Historia es revivirla.
La represión franquista justifica la existencia de españoles con distintos derechos
El franquismo era un régimen asimétrico donde unos tenían derechos y otros menos o ninguno en lo absoluto. La forma de acabar con un régimen asimétrico es crear uno simétrico, no repetir el esquema, sólo que dándole la vuelta. Esto lo dice la Lección 1 del libro de Primero de Democracia.
Un fascista, aparte de otras muchas cosas que serían fruto un análisis más largo, es una persona que está deseando salirse del sistema. Un fascista odia la democracia y está intentando encontrar motivos para cargársela. Y, precisamente por eso, defender la idea de que una querella no debería ni estudiarse porque la ha presentado una determinada organización; sustantivar, por lo tanto, la idea de que en una democracia existen ciudadanos de primera y de segunda, no es joder a ese fascista; es alimentarlo. Si a un fascista le das a elegir entre que Garzón sea finalmente condenado o que su causa sea archivada por el solo motivo de que fue presentada por Falange, con seguridad escogerá lo segundo. Le es mucho más provechoso. Lo primero serviría para quitar de en medio a un tipo que de todas formas es atacable por otros flancos. Lo segundo le dará, de por vida, la disculpa perfecta para seguir siendo un fascista.
Y volvemos a Praga, 1963. Si la anécdota es cierta (que vaya usted a saber; con las anécdotas, ya se sabe…), revela una honda inteligencia estratégica por parte de la principal formación antifranquista de la época, que era el PCE sin duda alguna. No hay que analizar si quienes impulsaron esa filosofía se taparon la nariz o no. Si sufrían haciéndolo o no. Lo único importante es que lo hicieron. Decidieron que el carrilito histórico por donde se movería España sería un carrilito sin exclusiones que buscase la aportación de todos. Pudo ser de otra manera, desde luego. Y ni siquiera es necesario compartir la idea de que la elegida fue la mejor manera posible.
Pero lo que no se puede es entrar en la máquina del tiempo e intentar que las cosas sean como no fueron. Cambiar el carrilito.
La Historia es una vieja terca y sorda, y no hay manera de hacerla ir por donde no ha ido.
Mi enhorabuena más entusiasta y agradecida. No he leído un análisis de los asuntos Garzón - Memoria histórica e implicaciones anejas más lúcido, más exhaustivo, mejor escrito ni con el que, personalmente, me encuentre más de acuerdo. Te superas a tí mismo.
ResponderBorrarMe adhiero al comentario anterior. He colgado este esclarecedor artículo en mi post de hoy.
ResponderBorrarUn saludo
Muy bien escrito. Como estupendamente explicas, coincido plenamente en que no hay que rehabilitar la memoria histórica (feísimo pleonasmo) sino estudiar la historia.
ResponderBorrarMuy de acuerdo con casi todo, pero añadiría que los fascistas no son sólo los que demandan a Garzón, sino también los que consideran que este goza de bula para las actuaciones que al Sr. Garzón le plazcan, estén estas amparadas por la ley o no.En nuestra España a mucha gente se le llena la boca de democracia pero sólo cuando se trata de ellos, la cosa no ha cambiado nada o casi nada desde los años 30.
ResponderBorrarHe seguido con poco interés el caso de Garzón, tal vez porque vivo fuera. He tenido claro que no quiero firmar las listas de apoyo ni firmaría las de agravio, si las hubiera. Debería de ser un caso para que lo dictaminase la Justicia, no los políticos ni las masas que están manipulando tanto a favor como en contra. Como si determinar si un juez respetó la ley o no, dependiese de quién gritase más.
ResponderBorrarSobre la interpretación única de la Historia: hará un par de meses me tocó en una cena tener sentada a una señora francesa de unos 50 años. Le gustaba mucho España y vino a comentar lo a gusto que debimos de quedarnos cuando murió Franco, que qué época más horrible, casi casi como Hitler, cuánto sufrimos todos los españoles.
Aunque noté que ya tenía las ideas esculpidas en piedra y no iba a cambiar de parecer, intenté que entendiera que no había sido lo mismo el franquismo de los 40 que el de los 60, que no todos los españoles consideraron que hubieran sufrido tanto... En fin, me parece mentira que después de años en los que los rojos eran malísimos, nos hayamos pasado tanto al otro extremo que servidor haya llegado a cansarse de ese discurso políticamente correcto que tiene que empezar dándole un par de collejas a Franco antes de entrar en materia.
La idea de una interpretación única de un hecho, sea el que sea, es por definición, la idea que permite la existencia de Dogmas, y el pensamiento dogmático es, sin lugar a dudas, el que cimenta la base de todo fanatismo. Con esto quiero decir que comparto tu pensamiento por completo y que de la misma manera en la cual existen fascistas de derechas existen también, y vaya contrasentido, fascistas de izquierdas.
ResponderBorrarUna democracia se sustenta en el disenso, por eso se habla de mayorías y minorías y de como las decisiones de la mayoría no ha de lesionar los derechos de la minoría. Una democracia se sustenta educando y formando al pueblo soberano ya que la democracia depende de la existencia de ciudadanos con pensamiento crítico, difíciles de manipular, ciudadanos que sepan detectar cuando el Estado comienza a tomar decisiones que no le corresponden con el agravante de sembrar las condiciones para que surja un nuevo Estado de orden fascista.
Un ciudadano formado y educado, capaz de pensar críticamente, de sopesar los distintos dichos y hechos, comprende sin dificultad alguna que no se puede luchar contra las ideas, que los hombres libres tienen la libertad de opinar, que la existencia de Dogmas inapelables abre la vía que se necesita para cercenar cada una de nuestras libertades.
A ese ciudadano no le molesta ni aterra que existan distintos puntos de vista, lo que le aterra y molesta es que exista solo uno.
Una Verdad única es, en definitiva, lo que se necesitó para organizar cada holocausto.
Un abrazo, voy a terminar de leer tu artículo sobre la revolución iraní que también es excelente.
simplemente genial, acertadísimo.
ResponderBorrarenhorabuena
Hola,
ResponderBorrarmi enhorabuena por el artículo.
Un comentario al comentario de Tiburcio (valga la redundancia).
¿no fue igual la dictadura franquista de los 40 que de los 60?
Vale, en los 40 había más encarcelados, fusilados/asesinados, represaliados, ... y todo lo demás, que en los 60. ¿por qué será?
Quiza no porque cambiase la dictaruda Frnaquista, igual fue por que después de 20 años los españolitos recibiendo collejas (o plomo, ;-)) ya no quedase nadie en España para protestar, (muchisimos exiliados y muertos en la distadura) y los que qeudaban dentro, tenían muy claro lo que pasaba cuando te salías del tiesto.
Vamos que 20 años dando collejas, algo consigues, aunque se pasarón, como mínimo, 15 años más dándolas.
Saludos
Que quieres decir: que los que se llamaban asesinos (muy posiblemente o siendolos o legitimando régimenes asesinos) fueron lo que pactaron la transición. Jodo. Nunca había pensado que esos fueran quienes nos trajeran la democracia.
ResponderBorrarIndependientemente de la via (juicio historico o juicio penal) algo se tiene que hacer creo yo. Hay cientos de seres humanos (miles? cuantos en realidad?) que fueron ejecutados y enterrados en una cuneta.
ResponderBorrarY no hablamos de China o de la URSS o de Pinochet. Hablamos de carreteras de España. Es nuestra alfombra y debemos mirar debajo de ella.
Ademas hablamos del expolio y los robos. Cuanta gente perdio todo y cuanta gente se hizo rica robando. Algunos quedan vivos todavia. Y del resto.. sus familias heredaron lo robado.
Ya se que judicialmente los crimenes prescriben. Pero es dificil de entender la verdad. Es dificil entender que alguien robo o mato y quede impune. Aunque si
no me equivoco los delitos de lesa humanidad no prescriben jamas. Si alguien denuncia que su padre fue ejecutado en un campo de concentracion o en una cuneta por que no debe ser juzgado el responsable?
Nadie.
Vamos a diferenciar dos cuestiones:
ResponderBorrar1º. Garzón está sometido a juicio, se le acusa de prevaricación. Esto lo juzgarán los tribunales.
2º. El juicio de los crímenes de la dictadura si deben ser juzgados o no lo podrán decir los tribunales. No hay que olvidar los crímenes del bando republicano también, en los dos bandos se cometieron asesinatos.
En el caso de que la justicia decida que hay que investigar los crímenes del franquismo por ser contra la humanidad, pues tendremos que investigar los que cometieron los republicanos también.
Porque el que piense que la justica franquista ya hizo justicia, no es de recibo. POrque si el régimen de Franco no era lícito, pues no hay justicia hecha todavía sobre los crímenes de la república.
Luego estoy de acuerdo con que lo primero es saber historia.
Solamente me quedan dudas ¿Fue tan importante el PCE en la lucha contra el franquismo? Cada vez hay más dudas. Que se sepa fue el diario MAdrid el único que cerraron.
¿Hacia falta todo este montaje? No y creo que es una cortina de humo sobre otros asuntos.
Recuerdo cuando Felipe González dijo un día que el dictador murió en la cama, lo que no hicimos durante 40 años, lo cual habría dado más valor a nuestra democracia, no lo podemos ganar ahora.
Los delitos de lesa humanidad, crímenes de guerra... No deberían quedar nunca impunes. Lo malo es que durante la Guerra Civil los dos bandos cometieron ese tipo de crímenes. ¿Por qué se juzga solo a los franquistas? ¿Por qué no se juzgan también los crímenes republicanos? A mi me gustaría que a Carrillo se le hiciesen unas cuantas preguntas sobre Paracuellos en un tribunal.
ResponderBorrarCoincido contigo en la mayor: en realidad a quien se les pretende ajustar las cuentas es al presente, a nosotros, los vivos, con el objeto de que nos resignemos a vivir en un mundo donde todos somos iguales, pero unos más que otros. Y en el que lo que hagamos personalmente no tenga mayor importancia: siempre se puede amaestrar al perro para que te traiga el periódico.
ResponderBorrarTodo ello con la forma de un trágala que debería alertar incluso a la gente más necia. Más cuando al primer golpe dialéctico rápidamente aparece el recurso al argumento lacrimógeno o sentimental. El último recurso de los miserables.
Que todo esto fuera tan previsible que un don nadie intelectual como Orwell lo profetizara hace 60 años, lo argumentara y diera forma canóncia, y además basándose en experiencias vividas en nuestro propio país, me asusta.
Gracias por el enlace. Me alegro de que mi trabajo te haya sido de utilidad.
Yo es que ya estoy aburrido con el monotema Paracuellos. Sabemos en un ¿90%? ¿95%? lo que pasó. Sabemos quien firmó las ordenes de extracción de presos, quien los asesinos, quienes estaban enterados y no hicieron nada por evitarlo y sabemos que una sola persona lo paró todo antes de la segunda quincena de Diciembre de 1936.
ResponderBorrarParece lógico que podamos llegar a conocer lo mismo de cualquier hecho que permanece oculto ó emborronado, sin arriesgar una querella, como le pueda pasar a alguno que mencione segun que cosas. Parece lógico que se igualen la situación de las victimas de un lado y de otro. Si unos descansan donde han querido sus familiares, los otros debieran poder seguir el mismo camino, sin tantas interferencias judiciales y de propietarios de terrenos como se vé día tras otro en la prensa.
Para los emborronadores : La "Causa General" puede que no sea justicia, ni las sentencias del régimen puede que sean légitimas, pero son un punto de partida. Su anulación ó revisión se podría hacer sin mayor problema. Si empezaramos solo por anular de oficio todas las condenas por " auxilio a la rebelión", ya hariamos una limpia guapa..pretender " anulemos todo y partamos de cero, juzguemos a todos" es emborronar, emborronar a saco. No es hora de nuevos juicios. Es hora de reparar errores y darle cubierta de legalidad a los conocimientos historicos de que disponemos. Y entre estos conocimientos están los datos y los hechos de las personas que participaron en la represión - por decirlo de una forma suave - de cualquier persona que pareciera adicta al régimen republicano. Hechos y datos que permanecen legalmente ocultos, gracias, entre otros motivos, a esa mala ley de la "Memoria Historica"
No parece tan difícil. Huesos a los cementerios y negro sobre blanco el papel que cada uno asumió en la guerra. De un bando ya lo tenemos. Falta el otro.
Toda guerra civil debe ser olvidada lo antes posible,sobre todo si han desaparecido las causas que la originaron. De no ser así se repetirá con más o menos virulencia, ciclicamente.El pueblo que sufra esta infección, no será feliz, no tendrá proyectos comunes, no crecerá en cultura y felicidad. Lo que nos pasa.
ResponderBorrarTodavía tenemos la gran suerte de que la derecha es poco beligerante.Los asesinatos y la violencia los pone la izquierda. Recordad que ETA es de izquierda. También los jóvenes antisistema que destrozan todo lo que pillan como forma de defender sus ideales de un mundo mejor.
La estupidez demagógica de la memoria historica está consiguiendo que la derecha recupere el orgullo de serlo -el lema de la Gaceta- y de ahí sólo hay un paso a organizarse de verdad y
pasar a la acción Si sale a la calle, barrerán como siempre. la izquierda siempre gana la batalla de la propaganda y el victimismo, la derecha siempre gana la batalla de la realidad.
El único objetivo de toda esta farsa es no perder votos.Cerrar filas tocando la fibra emocional de los ancianos republicanos, de sus hijos y nietos. El mensaje es:"De acuerdo, somos corruptos,mediocres,vagos,incompetentes pero no puedes votar a los hijos y nietos de los que fusilaron a tus abuelos". No aclaran que hay tantos descendientes de los jefes franquistas en el PSOE como en el PP. El argumento funciona. Son los mismos mecanismos emocionales que movilizan a los hinchas del futbol. Mal arreglo tenemos. España es ya un país inviable.
"De acuerdo, somos corruptos,mediocres,vagos,incompetentes pero no puedes votar a los hijos y nietos de los que fusilaron a tus abuelos".
ResponderBorrarCorrije:
De acuerdo, somos TAN corruptos,mediocres,vagos,incompetentes como los otros pero no puedes votar a los hijos y nietos QUE DEFIENDEN A los que fusilaron a tus abuelos".
De momento no hay transmisión genetica de las ideas politicas, a las personas las ahoram el medio, gracias a Dioxxx
Mon, deberías tener tu propio blog, genial comentario.
ResponderBorrar