De tanto repetirse, por parte de los protagonistas y los comentaristas, que el anuncio realizado ayer a capella y por colleras por el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, y el jefe de todo en Cuba, Raúl Castro, es un anuncio histórico, he dado en pensar en que tenía que soltar algo en este blog sobre el temita. Cuestiones de la especialización.
Bromas aparte, una cosa como la que pasó ayer, como es probablemente inevitable, ha tenido dos grandes tipos de reacciones: la de aquéllos a los que el tema les ha gustado de la muerte, y las de los que consideran que han sido traicionados. Entre los primeros hay de todo; los segundos son, fundamentalmente, la oposición cubana y sus tentáculos, o fuentes, en Estados Unidos y sus movimientos de corte más republicano conservador, que es donde se refugia buena parte del voto cubano exiliado.
¿Cuál de los dos tiene razón? Esa pregunta sólo tiene una respuesta:
Depende.
Antes de seguir con la argumentación, quisiera comentar que, del rosario de reacciones que he visto, hay algunas que me han llamado bastante la atención. Por ejemplo, la de España. En España, este acuerdo ha sido visto de forma enormemente positiva porque, cuando menos según mi percepción es el argumento principal, va a ser en beneficio de los cubanos, que podrán vivir mejor gracias al esperado fin del bloqueo estadounidense.
A mí, ya lo he dicho, me extraña esta posición, a pesar de que la comparta. Me extraña porque nueve de cada diez personas a las que conozco y sostienen esa idea parecen olvidar que algo muy parecido a lo que ha hecho Estados Unidos con Cuba en el 2014, lo hizo con España en la segunda mitad de los años cuarenta del siglo pasado. En efecto:
España, como Cuba, era una dictadura que obligaba a muchos de sus ciudadanos a exiliarse por razones ideológicas, si no querían exponerse a largos encarcelamientos, un pavoroso aislamiento en la vida civil y, en ocasiones, la muerte.
España, como Cuba, había quedado aislada internacionalmente, al haberse distinguido como báculo de una ideología internacional de corte totalitario que, sin embargo, había sido inapelablemente vencida.
España, como Cuba, estaba bajo el peso de un mandato personal carismático, centrado en una persona (vale, en Cuba son dos) que no tenía ni la más mínima intención de incluir su dimisión y marcha entre las condiciones de un eventual pacto.
España, como Cuba, era mayoritariamente condenada por sus acciones en el orbe internacional, y era objeto de un bloqueo que, en el interior del país, obligaba a racionarlo todo y tener a sus gentes viviendo en condiciones muy comprometidas.
España, como Cuba, tenía sus cárceles petadas de personas que no estaban allí precisamente por haber estafado, robado o violado.
... pero España, como Cuba, podría jugar un papel interesante para Washington: nosotros, como gendarmes furibundamente anticomunistas en un área mediterránea en la que tampoco era tan fácil saber hasta dónde podían llegar los partidos comunistas francés e italiano, y una Grecia que estaba poco menos en una guerra civil de posguerra mundial en la que los comunistas, apoyados por Moscú, iban al copo. Y Cuba, por su parte, está situada en un área del mundo fuertemente golpeada por algo que se suele denominar con la sinécdoque «bolivarianismo»; y, caso de distanciarse del mismo o de convertirse en un país tibiamente bolivariano, para la Casa Blanca es como poner una pica en Flandes.
Las circunstancias, como digo, son muy similares en 1950 y el 2014; y la decisión de Estados Unidos ha sido la misma. La misma. Es decir: ir a una normalización diplomática, a sabiendas de que el gesto va a arrastrar a otros cuya política internacional más o menos se indexa con lo que les diga el John Kerry de turno; hablar poquito de derechos humanos y mucho de EBITDA; y, finalmente, pactar con el dictador las cuotas de dictadura que se consideran aceptables. Lo único en lo que se diferenciarán España y Cuba es que en la segunda no hay manera de impulsar una solución monárquica.
Como la decisión es la misma, me llama la atención de la cantidad de gente que veo que, con su mano izquierda, dice que el apoyo de EEUU a Franco «a cambio de las bases» (mantra explicativo habitual de una estrategia bastante más compleja) fue intolerable y vergonzoso; pero con la mano derecha dice que la decisión de Obama es histórica, superpositiva de la muerte ozea, y que demuestra la talla de gran estadista del Potus. O sea, el tono intelectual español habitual: sostener una cosa, y la contraria, en la misma frase. Porque, ejem, no es por nada, pero el vuelco que dio el nivel de vida de los españoles a partir de 1950, no digamos ya en la segunda parte de la década, no creo que sea cosa como para negarla. Si aquí todo lo que importa para juzgar una decisión así es el bienestar de los cubanos, entonces habría que erigirles sendas estatuas a Harry Truman y Dwight Eisenhower en el paseo del Prado...
Pero, bueno, hecho este inciso cojonero, ¿esto es bueno, o es malo?
Yo creo que es bueno. En primer lugar, me parece que es algo que tenía que pasar, porque se dan dos circunstancias confluyentes muy importantes que lo favorecen: por una parte, Barack Obama tiene ya la vista puesta en unas elecciones que, a día de hoy, su partido tiene más papeletas de ir a perder que de ir a ganar. La economía va mejor, pero no tira lo que debería porque, ya lo siento Barry, la crisis es sistémica, y eso quiere decir que de la misma no se sale con sólo coger un poquito de impulso en plan quantitative easing y bla. Para colmo, al primer presidente tiznado de la Historia de los Estados Unidos van las policías americanas y le ponen las cosas todavía más difíciles, a base de estrangular y tirotear negros. En este punto, es normal que un equipo de estrategas mire al exterior, porque todos los políticos, en Washington y en Tombuctú, tienen siempre la sensación de que los temas exteriores no cuestan dinero y, bien vestidos, pueden quedar pintones. Nadie gana unas elecciones siendo un hacha de las relaciones internacionales; si no, que se lo digan a Gorbachov. Pero los temas internacionales, sobre todo si son históricos, sí que sirven para evitar perderlas.
El segundo elemento es el precio del petróleo. El viaje de EEUU hacia la autosuficiencia energética, la ralentización china y la crisis económica general han tumbado el precio del barril de petróleo, y esto es algo en lo que los árabes de la península de tal nombre han visto una oportunidad de oro. Arabia y los países de la zona no sólo tienen mucho petróleo; además, les resulta extraordinariamente sencillo (barato) extraerlo. Hace ya tiempo que las economías árabes se dieron cuenta de que, con precios baratos, su producción de petróleo seguía por encima del break even o punto de beneficio, mientras que otros, no. Hay un montón de pozos de petróleo en el mundo (casi todos los de Venezuela, sin ir más lejos) que necesitan vender el barril bastante más caro para poder ganar dinero. Si a eso le unimos el coste añadido por las responsabilidades colocadas al barril de petróleo (en el cual descansa toda la política social del chavismo, las pensiones bolivianas y una parte no desdeñable del envidiado Estado del Bienestar noruego, por poner sólo tres ejemplos), nos encontramos con puntos de beneficio siderales; para Venezuela, según he leído por ahí, se han calculado en 150 dólares por barril.
Arabia Saudita y los otros países árabes son, hoy, un monstruoso Amazon del petróleo: venden más barato que nadie para que los otros tengan que cerrar, porque si venden barato es porque pueden, y saben que los demás no pueden. A esta decisión, por supuesto, no serán ajenos los propios Estados Unidos, que no olvidan que uno de los botiguers que se puede ver afectado, y muy seriamente, por este tema, es Rusia. Pero otro es Nicolás Maduro, habitual proveedor de Cuba.
A finales de los años setenta del siglo pasado, cuando Leónidas Breznev ya no fue capaz de seguir regalándole el petróleo a sus países satélite, éstos tuvieron que echarse en las manos del capital occidental para financiar una industria que, además de ineficiente, ahora pasaba a tener unos insumos carísimos. Esto es lo que puede, muy fácilmente, acabar pasándole a Cuba en no mucho tiempo, porque bastante va a tener Maduro con lo que consiga cobrar por sus barriles a la hora de tapar agujeros en casa. Eso, claro, si no lo desalojan del poder; pues si así fuese, el que viniese en su lugar, muy comunista no iba a ser.
Estados Unidos tiene un interés electoral en arreglar lo de Cuba, y Cuba tiene un interés vital en hacer hilo. Lo que no está claro, y será muy interesante comprobarlo en el tiempo futuro, es comprender qué jugada exactamente está haciendo Estados Unidos.
Porque puede estar haciendo, en el largo plazo, una de dos cosas distintas: puede estar montando la «operación Francisco Franco», esto es consolidando un aliado, socio y cliente en la zona, que lo defienda de otros países y gobiernos que no le son tan proclives, a cambio de que pueda seguir apaleando a sus disidentes; o puede estar haciendo la «operación Breznev», esto es disfrazarse de Ostpolitik, de Willy Brandt clamando «¡Si somos todos alemanes! ¡Vamos a llevarnos bien, hombre!» cuando lo que realmente está haciendo es generando una dependencia, que con el tiempo sería absoluta, del régimen cubano respecto de los capitales americanos. No lo olvidemos: los países soviéticos, con la única y especial excepción de la propia URSS, cayeron porque fueron aplastados por su deuda externa con el capital occidental. El día que aceptaron financiar sus desarrollos industriales y económicos con créditos del Citibank, metieron a la zorra en el gallinero; y las zorras, una vez dentro, no se van si no es con la panza llena.
Yo, personalmente, creo que la opción más probable es la segunda. A pesar de que Obama ya me ha dado alguna que otra prueba de ser un muy mal estratega en temas internacionales (a veces da la impresión como de que no los entiende; como que ha nacido para alcalde de una ciudad de tamaño medio, más que para presidente), creo que es más que probable que la hoja de ruta real del pacto de ayer sea exactamente ésa. Carlton Hayes explica en sus memorias que recibió orden de la Casa Blanca de darle a Franco el 60% de la gasolina que sabían que necesitaba. De esta manera, la embajada USA llevaba al general agarrado del huevo izquierdo y con la lengua fuera. Tengo la impresión de que la jugada de los Estados Unidos es okupar, digamos, el 60% de la economía cubana. El día que haces eso, tienes en la mano la válvula social: cuando la cierras, las calles son limpias y seguras; cuando la abres, las calles se llenan de manifestantes hambrientos a los que les da igual ocho que ochenta.
Es cierto, como vienen a decir los cubanos de Florida, que Barack Obama ha desistido, conscientemente, de irse a Miami y declamar: Ich bin ein Kubanisch. Pero me parece a mí que esos mismos círculos cubanos de la oposición se dan demasiada prisa al tirarle cebollazos al gesto de ayer.
El buen jugador de mus no juega con lo maravillosas que son sus cartas, sino con la mierda de mano de su oponente. El mus, en esencia, no se diferencia mucho del póker. A ver las próximas manos.
Lamento discrepar de su opinión y, concretamente, en ese relativo paralelismo que hace entre Franco y los Castro. Los editoriales del Washington Post, en contra, y del New York Times, a favor tras una larga y tenaz campaña, sitúan su depende en sus justos términos. Desde hace tiempo el Gobierno de Estados Unidos trabaja para los que considera un elemento esencial para el cambio político en Cuba: la construcción de una sociedad civil, algo realmente difícil en un régimen comunista con una economía férreamente intervenida. La Casa Blanca cree, y lo ha dicho, que facilitando las comunicaciones, internet sobre todo, los intercambios comerciales, se abren los caminos a la libertad. The Washington Post opina lo contrario. Permítame una intuición. La frase "todos somos americanos" dicha en español y dirigida a la población hispana de Estados Unidos y de Hispanoamérica, y su referencia al fin del espíritu colonial son un auténtico brindis de un presidente demócrata que busca reforzarse en el interior, legislación sobre inmigración, y reforzar la posición en América Latina ante la agonía económica del bolivarismo. América para los americanos, remember the Maine.
ResponderBorrarNunca he entendido ese «lamento discrepar», por mucho que a veces lo escriba yo mismo. Discrepar no es una mala noticia. La mala noticia es pegarse.
BorrarY estoy de acuerdo con usted en que la frasecita no es la mejor del mundo. Es verdad que suena un poco a doctrina Monroe tuneada.
No coincido en el paralelismo entre la situación de España en los 50 y la de ahora con Cuba principalmente porque en 1950 EEUU y el resto del mundo todavia estaban espeluznados por lo ocurrido en Europa hasta 1945 y el permitir que por intereses económicos no se erradicara el fascismo del mundo fue una traición no solo a los democratas españoles sino a todos los que lucharon por la democracia en la 2GM.
ResponderBorrarPues sí, también yo pienso que en el fondo es economía, aunque quieran atribuirle el mérito al Papa. He estado buscando y hay incluso quien comenta que el famoso embargo le habría costado a los americanos lo mismo que vale Cuba. La Wikipedia dice: "The U.S. Chamber of Commerce estimates that the embargo costs the U.S. economy $1.2 billion per year in lost sales and exports", donde el billion debe de ser millardos. A mí me asombra cómo algunas personas piensan que las guerras o los bloqueos son gratis, que nadie paga por ellos.
ResponderBorrarGran artículo, enhorabuena :)
ResponderBorrarQuizas el Departamento de Estado posea informacion fidedigna de la inminente ¨Solucion Biologica¨del Castrismo y desee participar de las exequias como ¨amigo¨de los deudos,osea, el pueblo cubano.Como estrategia de aproximacion.
ResponderBorrarSaludos. Soy precisamente de Venezuela. Estoy de acuerdo con que la maniobra de Obama seguramente será la solución Ostpolitik. Convertir a Cuba, de nuevo, en una colonia económica de Estados Unidos. Tiene gracia que luego de toda la paja que habló Fidel, Cuba haya vuelto a como estaba en 1959.
ResponderBorrarAquí hemos aplaudido este hecho histórico. Muchos lo consideramos la señal definitiva de que el año que viene Venezuela recuperará su libertad.
Sobre el "bolivarianismo", es justo reconocer que la izquierda en Latinoamérica va de capa caída, excepto en Uruguay, Ecuador y Bolivia. Y esos tres países por sí solos no podrán hacer mucho sin nuestro petróleo detrás. Todo depende de que si el PT logra recuperarse del golpe dado por Aecio Neves.
Llevo mucho tiempo leyendo tu blog, y me sorprendieron gratamente las profundas similitudes que hay entre ustedes y nosotros. No sabía que habíamos heredado tanto de ustedes.
Me gustaría pedirte que hicieras una serie sobre el suicidio de lo que suele ser llamado como "cuarta república de Venezuela". El suicidio de la democracia más antigua de Sudamérica.
Es bastante apasionante el examinar como fueron hombres específicos los que en su ceguera no supieron ver que echaban leña a la democracia que decían defender. Es apasionante el como nuestros complejos históricos -como el anhelo de un hombre fuerte- hizo que para destruir al sistema se optase precisamente por un militar. Es interesante el cómo se cometieron tantos errores que a posteriori, se ven dignos de un político amateur.
De hecho, esa historia en buena medida es un ejemplo de lo que le espera a Europa si sigue por el camino que va. Saludos.
La navaja de Hanlon, que precisamente estuve leyendo ayer: no lo atribuyas a la maldad cuando se pueda atribuir a la estupidez.
Borrarhttp://tvtropes.org/pmwiki/pmwiki.php/Main/HanlonsRazor
Es que a eso mismo me refiero, Ozanu, a los motivos por los cuales esos políticos demostraron ser tan idiotas y estúpidos, al punto de cometer errores dignos de un niño de kinder.
BorrarEs muy habitual juzgar la política internacional con criterios morales, por más que ese juicio dependa de la simpatía que se tenga por los protagonistas. El problema es que, como ya explicó Maquiavelo tomado como ejemplo a Savonarola eso no trae más que desastres. No se debe actuar con una ausencia total de moralidad, pero la táctica debe adecuarse a las posibilidades reales. Dicho mal y pronto, ir a pegarte con el matón del colegio para que aprenda a comportarse siendo un alfeñique no parece lo más inteligente y a la postre sólo reforzará al matón.
ResponderBorrarDicho esto, no he visto que las sanciones económicas o diplomáticas hayan acabado con muchas dictaduras. Más bien he visto que las ha reforzado. Por tanto me inclino más por la idea de dar un regalo envenenado en Cuba que de mantener una política que a todas luces ha fracasado. Si la nueva política funciona o no habrá que verlo. Personalmente tampoco lo tengo muy claro y mucho menos en vida de los Castro, pero creo que, visto lo visto, es mejor tantear diferentes posibilidades e ir sembrando para cuando "el hecho biológico" como se decía aquí tenga lugar.
Lo que no entiendo es el alborozo que hay en España con el tema asegurando incluso que es bueno para nosotros. Pienso exactamente lo contrario. Parece obvio que las empresas de EEUU, y sin meter a Miami por medio, tienen más facilidad para establecerse e invertir en Cuba que las españolas, por lo que desde un punto de vista egoista, para España no es una buena noticia.
PD. Llamadme inocente, pero no interpreté "todos somos americanos" en plan Monroe sino como un "vamos a llevarnos bien que vivimos juntos", aunque dada la similitud con la frase de Monroe sus asesores de Obama deberían estar en la calle por idiotas o incultos.
Lo único en lo que no participo es en la afirmación de que el bloqueo económico no acaba con las dictaduras, o con los regímenes.
BorrarEl bloqueo económico acabó con la URSS, ahí es nada. Y con Libia. La apertura vietnamita no se produjo ni por una relectura de Marx ni por una concesión graciable. La hemorragia final de España la provocó el dominio angloholandés de los mares por donde tenía que venir la pasta. El Chile de Allende se derrumbaba a marchas forzadas por las consecuencias sociales de un bloqueo y de un juego no muy limpio con el precio internacional del cobre.
Que dé miedito reconocerlo, no digo que no; pero que los bloqueos económicos tienden a ser más eficientes que ineficientes, yo, cuando menos, lo creo.
Bueno. Yo cuando hablaba de sanciones o bloqueo pensaba en una política hostil y descarada pero sin llegar a la confrontación bélica, no en maniobras más soterradas como las que apuntas. Es decir, que si la dictadura en cuestión puede esconder los problemas económicos con el Gran Satán, el odiado yankee o la conjura jedeo-masónica puede que la población acepte la miseria. En cambio si esa población interpreta que su miseria se debe a sus gobernantes es más difícil sujetarla.
BorrarEso sí, no discuto que la guerra (suave, dura o mediopensionista) es un problemón de legitimidad para cualquier régimen, incluidos los democráticos.
Pues yo coincido (con algunos matices) con Tepúflipo F. Yo tengo la sensación (exclusivamente personal; últimamente Vernon Walters no habla conmigo) de que la Cuba de los Castro está a punto de la quiebra, y que los Castro están a punto de doblar la servilleta (hay incluso malas lenguas que dicen que Fidel ya no sabe si el cuartel de Moncada lo tomó él o el caballo de Pavía). Es decir, el bloqueo ya ha hecho su efecto, sus efectos son irreversibles,y ahora es el momento de cambiar de táctica.
ResponderBorrarEn esta tesitura, el fin de los EE.UU. es prevenir que un futuro Gobierno post-Castro abra las fronteras y miles de cubanos, de manera absolutamente legal, lleguen a Miami o NYC en busca de mejor vida y decidan asentarse allí. Lo que, a su vez, podría significar el fin de ese Gobierno post-Castro, absolutamente descapitalizado. Y ese escenario se antoja peor que una Cuba castrista.
Las alternativas de los cubanos para vivir con cierta libertad y prosperidad son tres. Primero, emigrar. Lo que hacen ahora con cuentagotas y de manera ilegal, y si se abren las fronteras de manera masiva y legal. Segundo, cambiar el Gobierno de la dictadura. Los cubanos ya han demostrado que bajo la dictadura su capacidad y ganas de rebelión es cero, así pues, nada por aquí. Tercero, quedarse en su país y trabajar por cuenta ajena para ganarse un futuro. Yo creo que el acuerdo, desde el punto de vista de los EE.UU., lo que busca es esto último.
¿Que el aparato de la dictadura va a presentar esto como una victoria diplomática suya y que hará lo posible por sacar tajada personal del acuerdo? Sin duda. Llevan seis décadas haciéndolo, no van a dejar de hacerlo ahora. Pero con bloqueo iban a seguir haciéndolo de todos modos, así que la diferencia en esta parte es poca.
Eborense, strategos