Yo fui eso que en mi tierra, La Coruña, se llamaba un chapón. Creo que en la mayoría de España a eso se le llama empollón. Por mor de los varios traslados de vivienda en mi vida he acabado perdiendo mis calificaciones, pero lo único que me cuesta recordar del COU son las asignaturas, porque con las notas lo tengo bastante fácil. Filosofía, Matrícula de Honor. Historia del Arte, Matrícula de Honor. Historia Contemporánea, Matrícula de Honor. Matemáticas, Matrícula de Honor. Inglés, Sobresaliente (¡cachis!). Si queda alguna otra, Matrícula de Honor.
Tenía mis razones para estudiar tanto (una beca bastante jodidilla de obtener), pero eso no viene al caso. Lo que viene al caso es que puedo contar lo difícil que es, cuando menos desde mi punto de vista, ser un buen estudiante en un aula.
En primer lugar, no tiendes a ser demasiado popular, normalmente por dos razones, una bienintencionada, y la otra todo lo contrario.
El motivo bienintencionado es que mucha gente asume que, si estudias tanto, no tienes tiempo para las relaciones sociales y, además, tus intereses personales, fundamentales para abrochar relaciones, serán otros distintos de los habituales (en lenguaje actual; eres un freaky). Así que la gente no se acerca a ti por, digamos, respeto.
El motivo malintencionado tiene que ver con el complejo de inferioridad. Muchos estudiantes mediocres se sienten inferiores en su fuero interno respecto del que es capaz de sacar buenas notas (o está dispuesto a trabajar para conseguirlas) y, consecuentemente, conspira para retroalimentar ese déficit de popularidad que ya arrastras del párrafo anterior. Estos son los grupos que alimentan el mito de la rareza de los chapones, de su incapacidad para tal o cual cosa y, sobre todo, de lo inútil de su esfuerzo. Al grito de ¡Carpe diem! (es una manera teórica de formularlo: en la realidad, el estudiante mediocre jamás llega a conocer el significado de este latinajo), el mediocre malintencionado se arranca diariamente por la bulería de tú para qué estás estudiando tanto, te estás perdiendo la vida y total, da igual...
Ser un buen estudiante, cuando no se es por gusto (gente verdaderamente rara, escasísima) o sin esfuerzo (como los Mensas, más escasos aún), es una tarea un tanto esquizofrénica. Si estudias tanto es porque alguien te obliga (o sea, tus padres). Pero te pasas el día rodeado de tipos que son, de alguna manera, tus prescriptores vitales, que son un enjambre de hormigas cabezudas que necesitan convencerte de que no merece la pena ser cigarra. Como esos tipos, ya en la edad adulta, que, cuando comprueban asombrados que has dejado de fumar (y ellos no) tratan de convencerte para que vuelvas.
Y así pasas tu adolescencia: debatiéndote entre las chorradas de tu padre, y las chorradas de tus compañeros. En medio, como bisagra, digamos, inteligente, está el maestro. El problema con los maestros es que hay de todo. Los hay que se ilusionan con tus capacidades y son muy peligrosos, porque tienden, puesto que te respetan más que a la media de sus alumnos, a establecer contigo una relación un poco más de igual a igual; con lo que, además de freaky, ahora vas y te conviertes en un colaboracionista con el enemigo, lo cual no coadyuda demasiado para que tu popularidad mejore.
También los hay, para pasmo del que esto escribe, que en el fondo, y no pocas veces en la forma, incluso se apuntan al bando de las hormigas. Uno de ellos le dijo un día a mi madre: «No, si saca unas notazas, pero, ¿está segura de que es normal?» Si aquel tipo llega a encontrarse a Bobby Fisher en su aula, seguro que lo pone a jugar al softball. De hecho, yo tuve un año de bajón, 1º de BUP, en el que mi nota media bajó a notable raspado, y alguno de mis profes respiraba tranquilo.
En fin. Ser un buen estudiante es una decisión personal inducida, y como tal has de tomarla. La vida empieza a enderezarse el día que te miras al espejo, te dices que tú eres así, y que fin de la historia. Un proceso bastante parecido al que, supongo, tienen los homosexuales que salen del armario. A los homosexuales, sin embargo, no les basta con salir del armario. También quieren tener derechos; quieren poder casarse, y adoptar niños. Quieren que la homofobia esté penada. Quieren poder tener sus entornos y que se les respeten. Quieren un espacio vital para poder ser homosexuales. En suma, no quieren ser discriminados por ser homosexuales.
Con los buenos estudiantes, sin embargo, no ocurre esto. Los buenos estudiantes, por lo que se ve, tienen menos derechos. Es mucho mejor negocio ser homosexual que sacar un diez. En el momento en el que alguien, o sea Esperanza Aguirre, ha pedido un espacio propio para los buenos estudiantes, han llovido las tortas. Y han llovido, además, por parte de los provisores y responsables de la política educativa española, que tiene eggs. Dicen que eso es discriminatorio y que lo importante de un aula es que socialice adecuadamente a los alumnos.
Discriminar es dar un trato distinto a los iguales. La diferencia fundamental de criterio entre los defensores de la medida y sus detractores está ahí. Los primeros parten de la base de que los estudiantes no son todos iguales, mientras que los segundos consideran que sí, que lo son.
Esto segundo es algo que yo, cuando menos, no entiendo. Estudiar y sacar un diez es algo que está al alcance de la mayoría de la población. Yo tenía compañeros en el colegio que no eran capaces de pasar de un tres en Historia pero, sin embargo, se sabían de memoria las características técnicas de decenas de modelos de motos distintos. A su padre le podrían engañar diciendo que es que no valían para estudiar, que no les entraba, que no tenían memoria; a mí, no.
Buena parte de la gente que no saca dieces es porque no quiere. Porque no quiere o porque a sus padres les importa un huevo que lo saquen o no que, al fin y al cabo, es el mismo hecho disfrazado, en un caso, de pitufo, y en el otro de pitufina. Como decía la maestra de baile de Fama, el éxito cuesta y aquí (sudando con los codos sobre la mesa) vais a empezar a pagar, y hay gente que ni está dispuesta a pagar dicho coste, ni tiene ningún aliciente o presión para hacerlo.
Luego hay gente, que es la gente que le encanta a los defensores del egalitarismo educativo, que no saca dieces porque ha tenido una educación deficiente, aún queriendo tenerla de buena calidad. Esto lo entiendo. Lo que no acabo de entender es la conclusión que de ello saca la generación pedagógica LOGSE, esto es: puesto que hay algunos que llevan un peso de plomo en las piernas que les impide saltar más de medio metro, lo que hacemos es colocarle a todo el mundo el listón a medio metro.
Para mí que lo que habría que intentar es quitarles el plomo de las piernas. Si resulta que hay niños que hablan siete veces mejor el chino mandarín que el español, ¿qué se gana poniéndolos a estudiar los sintagmas verbales, fistro diodenal teórico donde los haya, además en un idioma que apenas controlan? ¿No sería mejor juntarles en un aula donde una maestra parecida a Lucy Liu les explicase lo que es un 动词短语? ¡Anda, leche, que es que eso es un ghetto!
Pues no. Yo no era igual que algunos o muchos de mis compañeros. Pero eso era en mi detrimento, no en mi beneficio. Como entonces todavía se daba en cierta medida el castigo físico en las familias, ellos se jugaban los capones de sus padres por suspender; algo que no les ocurría siempre. Yo me jugaba otras cosas más ciertas.
Un sistema educativo que juega en contra del estudiante brillante, lo haga de palabra, obra u (más habitualmente) omisión, es un sistema educativo que no está bien de la cabeza. Especialmente en los tiempos que corren, en los que el nivel educativo es tan bajo que la impulsión hacia el simple cumplir el expediente es prácticamente invencible. Un sistema educativo, además, que destaca sus funciones socializantes antes que las puramente educativas es, a mi modo de ver, un sistema educativo que ya sólo es lo primero. Si las aulas fuesen necesarias para socializarse adecuadamente, los analfabetos serían todos como Dustin Hoffman en Rain Man. El aula es para aprender. No tanto para aprender el año de la toma de Constantinopla por los turcos, sino para aprender a memorizar datos, a utilizarlos; aprender a documentarse, a resumir, a poner informaciones en conexión, a sacar conclusiones; porque de estas cosas va el 99,9% de los trabajos que hay en el mercado, independientemente de que luego la estantería se rellene de ingeniería química, matemáticas actuariales, Derecho del medio ambiente o habilidades de márquetin. Y quien aprende más que los demás, quien se esfuerza por aprender, debiera ser estimulado para ello, y por ello.
El resto del debate, a mi modo de ver, son chistes floreados.
Comparto totalmente tú opinión. Aunque yo no habría podido acceder al bachillerato de excelencia (media ligeramente por debajo del 8), creo que es una medida excelente para las nuevas generaciones.
ResponderBorrarEn todos los análisis que he leido sobre la medida creo que se omite un dato fundamental para entender porque la medida será un exito para la educación; ¡introduce la competencía! Con el tiempo la nota de corte que se ha adoptado (por encima de 8) se parecerá a lo que existe en Inglaterra (el 20%) o EEUU (15%), con lo que se estimulará a los niños no solo a ser buenos, sino a ser mejores que los demás.
Por poner la propuesta en contexto y mostrar que es una idea muy buena pongo el ejemplo de Alemania. En casi todos los länder el acceso al gymnasium (la secundaria que da acceso a la universidad) se corta en función de la notas de primaria y si alguien tiene notas malas se le desciende a otra secundaria que no da acceso a la universidad, sin embargo en Berlin se hace por sorteo el acceso al gymnasium. En todas las estadisticas, incluso eliminando factores de renta, sociales, etcetera, Berlin se situa muy por debajo tanto en la secundaria como en la primaria; los alumnos de primaria no tienen incentivos a sacar buenas notas, puesto que su fúturo depende de un sorteo y no de su esfuerzo.
ues a mí lo de las aulas de excelencia no me parecen mal siempre que se apliquen en todos los centros educativos y sin discriminación por ser rico o pobre, hombre o mujer, de una raza u otra.
ResponderBorrarLo que me da miedo es que estas aulas sirvan para "elevar" a aunos alumnos sobre otros en curriculum sin que lo merezcan (siendo claro, "enchufismo estudiantil").
Pero es cierto que a los que valen para estudiar (que no quieren decir que sean los que tengan mayores conocimientos pues eso es sólo una parte) se les agrupe en aulas y se les estimule.
Saludos.
Juan, la discriminación por dinero ya existe. El padre con pelas y un hijo brillante se puede plantear mandarlo a un buen colegio (privado, donde si no tienes un buen nivel, directamente no apruebas), una buena universidad, y hacer todos los masters necesarios (¿que tal un par de añitos en el MIT?).
ResponderBorrarCon el bachillerato de excelencia se pone la posibilidad de un bachillerato de nivel al alcance del que no se puede permitir pagarse uno de su bolsillo. ¿Eso es malo?
El otro día tuve una larga conversación con mi padre, profesor de instituto jubilado. A él no le gusta la idea de Esperanza Aguirre por lo limitado del caso, me contó que en nuestro instituto (además de empollón, mis padres trabajaban allí; no sé todavía cómo me las arreglé para sobrevivir) se trató de colocar a los alumnos por capacidad, y nunca faltaron profesores voluntarios para quedarse con los grupos de peores notas.
ResponderBorrarPero siempre hubo otros profesores escandalizados por esas iniciativas tan fascistas, clasistas y teóricamente dañinas para el ego de aquellos que estaban en el instituto para pasar el rato, que se encargaron de dinamitar su puesta en práctica.
Curiosamente, pasados unos años, esos mismos sujetos trataban muchas veces de elegir en qué grupos caían sus hijos... el equivalente cutre al ministro de educacion que tras cargarse la educacion publica, envia sus hijos a la privada.
(la caja de comentarios del blogger ha decidido no dejarme acentuar las palabras... mil perdones)
olé. Simplemente. Totalmente de acuerdo.
ResponderBorrarMe acuerdo que cuando era crío, en 5º de EGB el profesor nos hacía jugar a Romanos y Cartagineses. Por lo tanto, luchabas contra el otro equipo, que era un aciate, pero si respondías bien mejoraba tu clasificación en tu equipo. O sea, el contestar bien a una pregunta no era mañl visto por tus compañeros. es decir, se potenciaba la excelencia pero a la vez el trabajo de equipo. ¿Por qué no se sigue haciendo?. Yo lo recuerdo con cariño. A lo mejor no tiene mucho que ver, pero lo tenía que decir.
ResponderBorrarBuena disertación.
ResponderBorrarEl asunto lo tengo bastante claro. No son pocos los alumnos, o estudiantes, que tienen un rendimiento inferior a su capacidad por miedo a destacar sobre sus compañeros. El bajo nivel de exigencia que caracteriza a la pedagogía "progresista" (enemiga por principio de la concepción de la enseñanza como transmisión de conocimientos) también contribuye a que muchos alumnos dotados y con capacidad para alcanzar la excelencia tiendan a confundirse con la mediocridad ambiental. Ese bajo nivel de exigencia provoca aburrimiento y desinterés en esos alumnos. Faltan incentivos.
La secta pedagógica ha hecho un gran daño a la enseñanza, y desde hace ya tiempo esa secta es hegemónica, está compuesta por individuos sin experencia docente (son ratas de seminario) y muy ideologizados. Pero ese sarampión tendrá que pasar, por la sencilla razón de que ha sido un fracaso.
En el último cuarto del siglo XIX comenzó en España un experimento pedagógico llamado Institución Libre de Enseñanza, una institución con sello progresista. Tuvo una gran repercusión, y contribuyó notablemente a la formación de élites. Esa gente sí creía en la excelencia educativa y académica, eran gente seria. Si Francisco Giner de los Ríos, su principal impulsor, viera lo que se estila hoy en día, los tabúes y dogmas dominantes, pondría mala cara, y les diría a los que protestan contra el proyecto de la CAM: "¿Y ustedes se llaman progresistas?"
Comprendo la reacción provocada por el rechazo no razonado a esta iniciativa de la Comunidad de Madrid (considero que el rechazo está provocado muchísimo más por el quién propone la medida que la medida en sí, por cierto), pero me parece que el debate sobre la educación es España siempre tiende a la simplificación. No comparto la idea de que la educación en los últimos lustros haya tendido siempre a bajar el nivel para que todos puedan pasar: se suele obviar el dato fundamental que se ha extendido de manera considerable la educación obligatoria (que es algo con lo que creo casi nadie está en desacuerdo), y obviamente esa medida, a corto y medio plazo, va a bajar el nivel medio del alumnado (los que antes dejaban el colegio a los catorce no solían ser de los primeros de la clase). El concepto de igualdad que expones es inatacable, y estoy convencido que hay quienes no lo terminan de entender en la comunidad educativa, pero también que la mayoría está de acuerdo. La cuestión es que, lo mires como lo mires, la situación socioeconómica del alumno es muy relevante en su rendimiento desde un punto de vista estadístico, y por ello cualquier medida de este cariz va a levantar sospechas de que se van a utilizar recursos publicos en beneficio de los que no los necesitan. De nuevo, en absoluto me opongo a la medida tal y como se ha planteado, pero pienso que la reticencia no es una cuestión de ideología ciega, o no en todos los casos. Por cierto, nop, en Berlín el acceso al Gymnasium es por sorteo en un 30% a 35% de las plazas; el resto son alumnos elegidos por el centro, basándose en notas o cartas de recomendación de sus profesores. En cualquier caso, ese 30%-35% que entran "de gratis" bien puede causar el efecto que comentas, al menos parcialmente.
ResponderBorrarVeamos... Yo, quizá por desentonar un poco, no acabo de verle la gracia a esta nueva propuesta. Por contextualizar, diré que siempre me han considerado ese tipo de persona que tú describes, y por tanto hablo desde mi experiencia ,que sólo en algunas partes parece coincidir con la tuya.
ResponderBorrar1. Me desagrada una medida cuya razón de ser es la segregación, no vocacional como se ha venido haciendo hasta ahora sino meramente académica. Digamos que hay cuatro clases de alumnos: medio dejado, medio currante, aventajado dejado y aventajado currante. No veo el beneficio de cercenar una cuarta parte de ellos, como no sea el de crear una élite de gente experta en mirarse el ombligo. La interrelación es tan buena como mala: todos los alumnos sufren desagravios, unos por abajo y otros por arriba; pero los aventajados sacan partido de los demás para no convertirse en niños burbuja y los demás se nutren de ellos para subir su nivel de exigencia.
2. He sufrido una reacción de total desagrado al leer en un comentario anterior que la medida sería positiva porque fomentaría la competitividad. ¿Vamos a entrenar a los chavales desde la primaria para que sean oficinistas? Los estudiantes son personas probablemente en el mejor momento de sus vidas, y embeberlos desde el minuto 1 en un mundo tan vacuo me parece una auténtica crueldad.
3. Para terminar, parece que esta idea es una huida hacia delante con el problema educativo español: en lugar de sacar a flote el barco, les damos salvavidas a unos pocos tripulantes. Como en el Titanic.
Hay ciertas cosas que no comparto.
ResponderBorrarPor ejemplo, Pedro: la razón de ser de la medida es la segregación. O sea, ves la botella medio vacía. Yo la veo medio llena: la razón de ser del proyecto es el premio.
En cuanto al comentario de MacManus, lo entiendo y por supuesto me parece totalmente respetable, pero también hay matices que no comparto. Hay un hecho incontrovertible. Los tipos que nadan bien y estudian en universidades de países con elevados PIB per capita suelen subirse al podio olímpico, mientras que los mataos de países en desarrollo sin recursos, no. Phelps llega el primero y el guineano aquél casi se ahoga.
De eso tiene la culpa el desarrollo económico mundial. Pero no las olimpiadas. Eliminar el podio y las medallas de las olimpiadas, prohibir los programas ADO, con el argumento de que las condiciones socioeconómicas son un factor fundamental para el acceso a la excelencia, es cargar sobre las olimpiadas responsabilidades que no son suyas.
El mundo avanza, y mucho. Las posibilidades de un ciudadano de Kenia que quiere ser cardiólogo son hoy centenares de veces las que tuvo su abuelo; lo mismo pasa con un chavalín del barrio de Kansas City en Sevilla que quiera estudiar. ¿La situación es perfecta? Pues no. Ni lo será nunca.
Pero utilizar la variable socioeconómica para negarle al estudiante brillante, venga de donde venga, la oportunidad de serlo, es un error. Un error que se paga a la larga. Que, de hecho, en España ya estamos pagando.
McManus, aquí te dejo un texto con el que puedes empezar una de tus clases.
ResponderBorrarEstá sacado de la "Historia de la educación y la pedagogía", del Padre Ramón Ruiz Amado SJ, Editorial Librería Religiosa, Barcelona, 1925. Se refiere a la educación en la India.
Cito:
«La enseñanza se hacía con ciertas fórmulas rituales. Los alumnos abrazaban primero los pies del maestro, y los ponían sobre sus cabezas, y luego le rogaban que comenzase diciendo: "¡Leed, Señor!" El maestro respondía: "Sea principio del estudio la primera oración que es, para discípulos y maestro, puerta del cielo". Luego comenzaba a dictar, pronunciando dos veces cada palabra, repitiéndolas los discípulos hasta grabarlas en la memoria.
Metodología LOGSE pura y dura... :-D
De acuerdo, JdJ, pero para ver ese "premio", ¿es necesario recrear "Un mundo feliz", de Huxley? En el instituto de mi hermana separan a los alumnos, dentro de algunas asignaturas, por nivel de notas tras un examen a principios de curso. Les enseñan y les exigen más que al resto, pero todos sus amigos siguen luego viéndose y ayudándose. En mi antiguo colegio han tomado la decisión de presentar a selectividad a sólo los que superen un cierto nivel durante el curso. Es decir, estas medidas existen desde hace tiempo, pero siempre se han basado en que los alumnos se apoyan unos en otros para salir adelante: fomentan el trabajo en equipo y el afán de superación.
ResponderBorrarYo tengo una anécdota muy graciosa del último curso de carrera, estábamos todos esperando que publicaran las notas en el tablón y de repente viene alguien de nuestro grupo y suelta "hay ahí una tal "Amaranta" que ha sacado todo sobresaliente"...jajajaj. No me podía reir más junto con un chico que había estado en mi mismo instituto y clase y sabía que "Amaranta" era yo. Supongo que nunca he dado el tipo de empollona a los demás y he evitado que me descriminen. A mi hija le pasa lo mismo, su grupo de amigos son unos estudiantes desastres, mientras que ella quier optar por una carrera que le piden un 11.5 para entrar y se esfuerza para ello.
ResponderBorrarEstoy de acuerdo contigo, los planes de estudio hoy en día discriminan a las personas que desde jóvenes tienen una meta clara con respecto a su formación y discriminan a la gente que por su inteligencia necesitan mucha más información que la que se puede obtener en las aulas.
Es una pena, pero todo esto acompaña a una sociedad donde los padres creen que los hijos están muy estresados y con "aprobar" ya han cumplido. Con unos padres que creen que los profesores deben "educar", "impartir principios" en vez (o además) de formar profesionalmente al alumno, en vez de desarrollar sus capacidades intelectuales, en vez de potenciar cualidades como la memoria por ejemplo mediante técnicas de estudio. Enseñar en definitiva, no educar.
Uno debe venir de casa descansado, aseado, comido y "educado" antes de entrar en un aula. Y los padres fallan en todo, llevan a los niños muertos de sueño, sin desayunar, porque es mucho trabajo levantarse temprano y hacerles el desayuno, y hechos unos brutos que desconocen las mínimas reglas de comportamiento. La primera de ellas respetar a sus mayores, esencial para que un aula funcione, el profesor es un mayor y está claro que la mayoría de ellos la desconocen.
La verdad es que tengo mis dudas sobre la capacidad del ser humano para ser padre. Y si no cumples los mínimos...los máximos se te escapan.
Me gustaría comentar algo que ha dicho RealMacManus, dice que no todo han sido medidas negativas con el cambio, que hoy en día se ha alargado la edad mínima para estar en el colegio y ello "debe haber provocado un mayor nivel formativo". ¿De verdad crees que alguien que ha terminado cuarto de la ESO tiene más nivel que alguien que terminó 8ª de EGB?. De verdad, de verdad...permíteme que no me ría. ¿De verdad crees que antes abanoban más la EGB gente sin la obtención del título que hoy en día niños que terminan 4ª de ESO, que aunque estén aprobados, no tienen ni los mínimos que ese cuarto tiene programados?. Antes ningún profesor te pasaba la mano, un cuatro era un cuatro y no había "DIOS" que pudiera cambiar eso, hoy con un cuatro te condecoran y todo, no vaya ser que el próximo año tengan que aguantar al mismo chaval otra vez en el instituto.
ResponderBorrarLa educación no ha mejorado en nada.
Ya molaría, ya... :-p. Por cierto, gracias por la asunción, pero actualmente no doy clases, estoy en lista de sustitutos pese a mis tres oposiciones aprobadas en dos CCAA diferentes, con notas entre los 20 primeros en dos de los casos. Como ves, por mi caso personal no tengo razón alguna para defender la postura de la comunidad educativa ( es decir, difícilmente se me puede considerar un defensor de un sector que me excluye pese a los méritos objetivamente demostrados), pero sigo pensando que la educación en España es un asunto mucho más complicado de lo que parece según muchas opiniones que se oyen. Cada medida que se toma tiene efectos positivos y negativos, y me resulta muy difícil dar opiniones categóricas en uno u otro sentido. Lo que sí es cierto es que la inacción no es una opción, y cualquier iniciativa que modifique el status quo se merece como mínimo que se examine con la mente abierta. Quiero más información: por ejemplo, no estaría mal que se estableciera un cupo elevado de ese Bachillerato de la Excelencia dirigido a alumnos de centros públicos con un tope de ingresos, puesto que alumnos de familias de alta renta tienen acceso por otras vías a una educación de alto nivel y tienen objetivamente más sencillo alcanzar un expediente más alto. Otra medida que sería positiva, en mi opinión, y que me parece que en Cataluña ya se está implantando, es establecer un reparto equitativo de alumnos extranjeros entre centros públicos y concertados para evitar que en éstos últimos, como ocurre ahora, sea testimonial su presencia y se dificulte el aprendizaje en las clases de los centros públicos por la presencia de un alto número de alumnos que, simplemente, no hablan español. Me gustaría escuchar argumentos sobre esta última medida, que en mi opinión avanzaría en el concepto de igualdad que estamos discutiendo (tratar de igual manera a los que son iguales, es decir, a los centros que reciben fondos públicos en este caso). Un saludo.
ResponderBorrarAmaranta, he repasado mi anterior comentario y me parece que no he dicho que la extensión de la educación obligatoria haya aumentado el nivel formativo, antes bien al contrario. La cuestión es si es o no positivo que se extienda la educación obligatoria: habrá quien piense que no, que es suficiente hasta los 14 años como antes, y los efectos negativos de la extensión hasta los 16 superan los efectos positivos. Yo no lo creo, pero no estoy en absoluto convencido al 100%, es como he dicho una cuestión compleja. En cuanto a la calidad de la educación, realizar una opinión general ("La educación es mucho peor que antes") basada en experiencias particulares (lo que uno vivió personalmente, lo que le cuentan hijos y/o amigos) no me parece lo suficientemente objetivo. ¿Que hay materias que no se tratan con la misma profundidad que hace treinta años?, seguro. ¿Que eso quiera decir automáticamente que la educación es peor como conjunto?, eso es más discutible. De nuevo, opino que las opiniones categóricas en esta cuestión no me parecen adecuadas. Un saludo.
ResponderBorrarMuy buen artículo. Si no se prima el esfuerzo, si da lo mismo esforzarse que no; lo que acaba pasando es que los chavales hacen lo mínimo.
ResponderBorrarPor cierto, creo que en la fábula la trabajadora era la hormiga; por lo que lo que tendrías sería enjambres de cigarras cabezonas que te dicen que es una chorrada ser hormiga :-)
Los responsables políticos creen que existen unos "técnicos" en educación en los que pueden confiar, y tales técnicos son los llamados "pedagogos", del mismo modo que en otra época los reyes consultaban a teólogos y astrónomos. ¿Es realmente la "pedagogía" una 'técnica', es decir, un corpus de conocimiento objetivo aplicable? Mucho me temo que no, que lo que en las facultades de "pedagogía" se imparte no es más que una serie de prejuicios ideológicos apenas disimulados bajo una espesa capa de lenguaje técnico voluntariamente oscuro.
ResponderBorrarPor lo demás, si pudiéramos conocer los expedientes académicos de nuestros pedagogos, veríamos que en un porcentaje sorprendentemente alto los pedagogos de hoy fueron malos estudiantes de ayer. Nada tiene de sorprendente, por tanto, que lo que entre nosotros se llama "pedagogía" esté preñada de una profunda desconfianza contra los buenos estudiantes.
(Athini Glaucopis)
Saludos:
ResponderBorrarSoy profesor de Secundaria, así que espero decir algo de utilidad.
¿Ha sido positivo implantar la educación obligatoria hasta los 16 años?
Seguro que hay quien opina que sí. La política educativa ha sido igualar por abajo después de todo.
Yo ya he vivido demasiadas veces tener alumnos conflictivos (por poner ejemplos muy extremos, pero totalmente verídicos, llevo dos agresiones físicas), obligados literalmente a asistir a clase (los Servicios Sociales habian acudido a su domicilio).
¿Resultado?
Pues clases absolutamente impracticables, con desplantes, el 100% de la energía gastada en tratar de imponer algo de orden, a veces amenazas físicas y el alumnado de mejor disposición acomplejado y tratando de hacerse invisible.
Seguro que los pedagogos opinarán que hemos adelantado.
¿Es la solución crear centros sólo para lumbreras?
¿Qué tal no hacer eso con alumnos que en su mayoría no son malas personas? ¿Habeis hablado con uno que os haya amenazado?
¿Qué tal comenzar por ahí?
Si os interesa seguimos con ello.
Buenas, este es un enlace a una opinión que creo que sólo con el título indica claramente de que trata: http://amazings.es/2011/04/07/tengo-una-discapacidad-soy-listo/
ResponderBorrarRafa, no tengo ninguna relación laboral con la enseñanza, pero sí que conozco muchos profesores y creo que desgraciadamente tu opinión concuerda con lo que me cuentan.
En mi opinión, por ley se tiene que garantizar la igualdad de todos para acceder a una educación, pero no garantizar los mismos resultados para todos, porque eso creo que debe de ser tarea de cada uno, en base a sus méritos. Y frenar el desarrollo de quien quiere y puede estudiar por quien no puede o quiere (en este caso es peor) me parece un error.
En mi época había chavales que o no querían o no podían estudiar, y no pasaba nada, no eran parias por eso, hay vida fuera de los estudios. Hay muchos aspectos de la vida en la que se puede triunfar sin estudios, como la política sin ir más lejos.
Saludos
Me siento muy identificada con lo que cuentas...pero es tan politicamente incorrecto...ademas de que me temo que la situacion seria muy aprovechada por algunos para colar a sus hijos en el grupo de los "listos". Yo he tenido la suerte de ser bastante sociable y tener un genio poderoso que me evitó ser la tipica marginada...pero siempre eché de menos ir más rapido, aprender otras cosas, profundizar mas...ahora oposito para lo que me gusta y he estudiado y el ritmo lo marco yo y mi profesor..y si, es muy esquizofrénico. De chapona a chapón. ;)
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