Claudio Sánchez Albornoz, como historiador, ha envejecido mal. En buena medida, en su celebérrima polémica con Américo Castro sobre el origen de España, ha terminado por salir perdedor. La tesis de Castro, que veía en España el resultado de la fusión de lo cristiano, lo judío y lo musulmán, casa mucho mejor con el buenrollismo actual que quiere ver en la Edad Media española una especie de Viva la Gente cultural donde todo cristo se llevaba de pila máster. Lejos de estas interpretaciones un tanto almibaradas, Sánchez Albornoz consideraba que al nacimiento de España no son ajenos ni la violencia, ni el enfrentamiento ni, en buena parte, el odio racial y cultural. Otras realidades del momento presente tampoco las entendería. Sin ir más lejos, no es que Albornoz considerase a los vascos españoles, sino que consideraba a los españoles vascos y se refería a eso que hoy llaman algunos Euskal Herria como "la abuela cabreada de España".
El otro día, cayó en mis manos en el Rastro un libro que en 1976 escribió la reportera televisiva Carmen Sarmiento, que consiste, básicamente, en la crónica de una larga entrevista con un Claudio Sánchez Albornoz que, en Buenos Aires, estaba a punto de volver a pisar España después de 40 años de ausencia. Recuerdo muy bien cuando llegó, porque en la tele le hicieron un reportaje, en el que el periodista le preguntó si se iba a quedar en España, a lo que él contestó (ya lo hace en el libro de Sarmiento) que no, porque consideraba su vida acabada. Al periodista se le ocurrió decirle algo así como: "¡Pero si usted es joven aún! Mire Andrés Segovia [el famoso guitarrista], tiene su edad y acaba de tener un hijo". El pìzpireto historiador abulense le miró con ojillos de mala persona y dijo: "¿Y será suyo?"
Hoy os quiero dejar aquí escritas algunas opiniones de ese libro, porque creo son curiosas de leer sabiendo que salían de la boca de un republicano burgués de toda la vida, que llegó incluso a presidir el fantasmagórico gobierno republicano en el exilio.
Aquí van.
Sobre Primo de Rivera:
Si, por lo menos, después de pacificar Marruecos, hubiera convocado elecciones, las habría ganado, después habrían hecho unas Cortes Constituyentes y la monarquía habría perdurado. Pero él y el rey estaban obnubilados con Mussolini.
Sobre Manuel Azaña
Era un hombre muy inteligente, un verdadero hombre de Estado. No obstante, estaba prisionero de una tradición de desdenes, de fracasos políticos personales y del clima moral que dominaba en la gran mayoría de los republicanos.
Azaña era el primer orador del Parlamento, el hombre más capaz; sin embargo, habría tenido que esperar la llegada de la República en medio de la hostilidad de gentes de ideas cercanas a las suyas. Había llevado una vida casi marginal, y esa triste espera había agriado su carácter. Le oí referir a él mismo que, una vez, una mujer pública le había mordido y se había asustado por lo amargo de su sangre. Era agrio todo él.
Recuerdo que en Valencia [ya durante la guerra civil] me dijo: "La guerra está perdida; pero si por milagro la ganáramos, en el primer barco que saliera de España tendríamos que salir los republicanos, si nos dejaban".
Sobre Largo Caballero
En el año 34 [se refiere a la mal llamada Revolución de Asturias], Largo Caballero hizo la revolución con demora; no tuvo en cuenta que no estábamos solos en España. Besteiro decía de él que era una mula honesta, pero una mula. Mire usted, la libertad y la democracia no consisten en aplastar al adversario, sino en convivir y entenderse con él.
Fuimos unos ingenuos al pensar que en España se podía hacer la revolución socialista en el año 36, rodeados de fascistas como estábamos. ¡Sólo pudo creérselo el imbécil de Largo Caballero!
Sobre la II República
Yo, que he perdido más que nadie, le confieso que preparamos el terreno para que Franco se sublevara y triunfara durante cuarenta años.
Nuestra responsabilidad fue la de no haber sabido mantener el orden, cayera quien cayera.
Yo pensaba en la Iglesia y me decía: ¿qué adelantamos con combatir a la Iglesia?
Yo soy católico, apostólico y romano, a pesar de ser liberal. Propuse una corporación de derecho público, de manera que hubiéramos sido los católicos los que habríamos pagado a la Iglesia. Todo el mundo habría pagado y no habría pasado nada; pero, a pesar de que los curas tenían un sueldo mínimo de 6.000 reales, los dejamos sin comer. Fue una equivocación, un error tremendo, tremendo, porque tenían una fuerza enorme.
Los cuarenta años han sido consecuencia de aquella violencia. Arrancaban las medallas a las gentes, invadían las fincas, nadie estaba libre de que le dieran un tiro. En España había una mitad de españoles que estaban frente a eso.
No estábamos solos en España; la mitad estaba en contra nuestra.
Siempre se es reaccionario para alguien y rojo para alguien.
Sobre la guerra civil
Hubiera preferido, se lo digo sinceramente, que los sublevados contra nosotros los republicanlos, hubieran ganado la guerra el primer día. Me habrían asesinado a mí y a doscientos más, pero habría habido libertad a los dos o tres años, mientras que la guerra civil fue monstruosa, tremenda.
Si hubieran triunfado los nuestros, se habría proclamado el comunismo, porque nosotros, los republicanos, ya no contábamos.
Sobre Franco
A veces pienso que en él se unían el militar, el gallego y el judío [Albornoz estimaba, dado que el apellido Franco no es un apellido gallego, que podría ser de origen judío].
Casi nadie ha mandado tanto tiempo como Franco en España. La reina católica estuvo 30 años en el poder. Felipe II estuvo 42 años. Pero después de Felipe II nadie ha tenido tanto tiempo el poder como Franco. Ha sido una tremenda desgracia para España.
No soy capaz de odiar y creo que Franco se equivocaba. El vivía honestamente conforme a unas ideas absurdas. Hay personas que matan por placer, como Hitler, y otras que matan por convicción, como Franco.
Sobre su interpretación de la Historia
Para Castro, judíos, cristianos y moros estaban dándose la lengua durante la Edad Media y, de pronto, en el siglo XV, los cristianos se enfadan y se meten con los judíos y los moros. Como usted puede deducir, esto es teóricamente absurdo; si hubieran estado tan amigados, en esa simbiosis de la que habla Castro, es inconcebible que de pronto le entrara a los hispanos el sarampión de meterse con los moros y con los judíos.
Un puñado de orientales que al llegar a España en el 711 no tenían ni un siglo de islamismo, y un grupo de berberiscos recién convertidos al Islam, habrían hecho, según Castro, el milagro de arabizar a los pensadores de Al-Andalus en un abrir y cerrar de ojos, puesto que para él en el 711 se inicia la simbiosis de lo islámico y lo cristiano en el norte de España.
Galicia es 20.000 años a la defensiva, porque los pueblos que llegaban avanzaban hacia Galicia y de allí no podían pasar. Los gallegos anteriores, los que habían llegado antes, como no podían resistir, se acostumbraron a defenderse con la astucia; por eso los gallegos son los más listos de España.
La batalla de miles de años creó en los españoles un talante violento.
La Reconquista no fue ningún paso de ballet, sino una batalla tremebunda. Después de cada batalla, los musulmanes alababan a Alá sobre las montañas de cabezas cortadas a los cristianos. Bonita manera de convivencia, ¿eh?
Pensar que desde el poema de Cid a Las Meninas todo fue en España moro y judío, es un puro disparate.
Sobre las nacionalidades españolas
Vasconia no es, no, un islote aislado y perdido en el océano de revueltas aguas de la Península. Es el último rincón de ésta, donde se habla todavía la lengua de buena parte de los españoles primitivos.
Soy enemigo de otorgar privilegios a los catalanes, vascos y gallegos.
Cataluña no es una nación, ni lo es Galicia, ni lo es Castilla. Todo ese conjunto forma una nación, que es España.
Los catalanes y los vascos viven de la vaca española.
Si quieren estudiar el catalán, que lo estudien; pero, al mismo tiempo, el castellano.
Barcelona quiere ser corte y capital,también Bilbao, y no se crea usted que para obtener la autonomía de Lérida y Gerona, sino para mandar desde Barcelona o Bilbao.
Lo de Americo no es decir que hubo "buenrollismo" entre esas 3 religiones; sino decir que "lo español" se forma a partir de la interacción de esas culturas; de los prestamos ( evidentes, en tantos casos ) a la vez que de los enfrentamientos.
ResponderBorrarLo de Claudio es suponer que "lo español" se forma en la noche de los tiempos.
Ambos autores aportan cosas interesantes.
Lo que no me parece compartible de Americo es su imagen un tanto plana y unificadora de "lo semita" arabe-judio.
Pero lo del buenrrollismo me parece que no es una lectura correcta de lo que dice.
att.
Hola
ResponderBorrarCada vez estoy más convencido de que para acercarse a la verdad histórica hay que coger lo que dicen los unos y los otros y sacar la media aritmética. Por su posicionamiento político durante la República, don Claudio estaría situado más o menos sobre esa media. Sin embargo, si algún adalid de la Memoria Histórica leyese las frases que reproduce jdj, no dudaría en tildarlo de "facha".
Si lees el primer párrafo del post con atención, caerás en la cuenta de que lo que dice es que las teorías de Américo Castro «casan mejor» con el buenrollismo; no dice que sean en sí mismas dicho buenrollismo.
ResponderBorrarCuando Américo Castro formuló su idea del origen de lo español, lo que cuando menos yo llamo historiografía buenrollista apenas existía. Lo que para mí es un hecho, aunque puedo entender que se disienta de ello, es que, de las dos interpretaciones de lo español que se enfrentaron en la polémica, la de Castro es la más conveniente para todo aquél que quiere imaginar una España que en el siglo X, XI o XII, estaba compuesta por musulmanes que componían cada uno siete églogas por la mañana y siete por la tarde, mientras encalaban las paredes de las iglesias cristianas cantando a coro con sus amiguitos mozárabes, acompañados por el son de una cornamusa tañida por un feliz hebreo.
En realidad ambos decían lo mismo, pero con eslóganes diferentes. En cuanto desciendes al nivel de detalle de sus eruditísimos y fantasiosos libros (los de ambos) ves que están de acuerdo, excepto en la animadversión personal (que es lo más divertido).
ResponderBorrarEso de que en el fondo estaban de acuerdo... recuerdo haber leído las descripciones de las batallas de Covadonga y Zamora (o del Foso) en la pluma de Sánchez Albornoz, y de esas descripciones se desprende escaso aprecio por el moro, al que llama bárbaro con todas las letras.
ResponderBorrarEborense
Me quedo con don Claudio, sobretodo después de haberle leido su gran obra ESPAÑA, UN ENIGMA HISTÓRICO.
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