Nunca me ha gustado Fernando Sánchez-Dragó. Esto es, en primer lugar, porque tiendo a no soportar al intelectual que va de intelectual; como si ser un intelectual fuese un hecho en sí, y no, al menos es mi opinión, la consecuencia de algo, sea ese algo escribir, actuar, esculpir, investigar la astrobiología o la medicina. En segundo lugar, porque nunca he entendido la calidad de sus trabajos. Gargoris y Habidis me aburrió sobremanera, y es lo mejor que le he leído con enorme diferencia.
Una noche, hace muchos años, en un programa televisivo de Jesús Hermida, le vi alardear de su pasado iconoclasta durante el franquismo aseverando que en Soria había sido una vez acusado por las autoridades de calvinista. La sola formulación de la anécdota levanta, a mi modo de ver, ciertas dudas sobre su veracidad (empezando por el detalle de que en la Soria del franquismo hubiese una sola autoridad que supiese en qué consiste el calvinismo); y, cierta o falsa, la mera ostentación de la misma por parte del hablante me hizo colocarlo en la estantería mental en la zona de «intelectualitos que ahora van de lo mucho que hicieron contra Franco»; esta zona de la estantería la he tenido que ampliar varias veces en los últimos treinta años.
Me puedo creer, por lo tanto, que toda la famosa anécdota que al parecer ha contado en un libro sea inventada. El problema cuando te inventas constantemente detalles de tu vida es que al final no sabes ya lo que has vivido o has dejado de vivir. Eso lo sabe cualquier persona que haya sido un niño travieso. A mí me da la impresión de que Dragó lleva cuarenta años tratando de ir de eso, de niño travieso del panorama cultural español, y a base de inventarse tontunas para alimentar ese autoespectáculo ha acabado por no tener muy claro qué ha vivido y qué no.
Pero en la famosa anécdota/invención/VUAS (Vaya Usted A Saber) hay algo más que me estomaga especialmente. Me estomaga, como digo, independientemente de que sea cierta o no lo sea. La anécdota «huele» a cierta actitud del intelectual en favor de su superioridad. Los nazis consideraban a los judíos Untermenschen, humanos de baja calidad. Los intelectuales se consideran a sí mismos Übermenschen, superhombres, personas por encima de lo normal. Gentes que perciben lo que otros no perciben, entienden lo que otros no entienden, saben lo que otros no saben y, sobre todo, infinitamente más libres que el común de los mortales; lo cual hace que, quizá, lo que en otros puede ser un error o un dislate, en ellos es un proyecto cultural, o un paso necesario. No es casualidad, a mi modo de ver, que no pocas veces que te aprestas a conocer a fondo la vida de un intelectual, acabes topándote con un tipo que dejó a sus hijos en el arroyo, abandonó a sus mujeres a su suerte, andaba todo el día mamado obligando a los amigos a sacar constantemente la cara por él, o cosas parecidas.
No es el de Dragó el único ejemplo en el que pienso de esa especie de superioridad moral autoadjudicada. Estos días, leyendo las noticias sobre el escándalo de su último libro, he recordado un pasaje de un libro que me escandalizó en su día. He encontrado ese libro en internet y he tomado el pasaje (página 45 de la obra original, en la edición de Seix Barral):
Mi solitario y aislado bungalow estaba lejos de toda urbanización. Cuando yo lo alquilé traté de saber en dónde se hallaba el excusado que no se veía por ninguna parte. En efecto, quedaba muy lejos de la ducha; hacia el fondo de la casa.
Lo examiné con curiosidad. Era una caja de madera con un agujero al centro, muy similar al artefacto que conocí en mi infancia campesina, en mi país. Pero los nuestros se situaban sobre un pozo profundo o sobre una corriente de agua. Aquí el depósito era un simple cubo de metal bajo el agujero redondo.
El cubo amanecía limpio cada día sin que yo me diera cuenta de cómo desaparecía su contenido. Una mañana me había levantado más temprano que de costumbre. Me quedé asombrado mirando lo que pasaba.
Entró por el fondo de la casa, como una estatua oscura que caminara, la mujer más bella que había visto hasta entonces en Ceilán, de la raza tamil, de la casta de los parias. Iba vestida con un sari rojo y dorado, de la tela más burda. En los pies descalzos llevaba pesadas ajorcas. A cada lado de la nariz le brillaban dos puntitos rojos. Serían vidrios ordinarios, pero en ella parecían rubíes.
Se dirigió con paso solemne hacia el retrete, sin mirarme siquiera, sin darse por aludida de mi existencia, y desapareció con el sórdido receptáculo sobre la cabeza, alejándose con su paso de diosa.
Era tan bella que a pesar de su humilde oficio me dejó preocupado. Como si se tratara de un animal huraño, llegado de la jungla, pertenecía a otra existencia, a un mundo separado. La llamé sin resultado. Después alguna vez le dejé en su camino algún regalo, seda o fruta. Ella pasaba sin oír ni mirar. Aquel trayecto miserable había sido convertido por su oscura belleza en la obligatoria ceremonia de una reina indiferente.
Una mañana, decidido a todo, la tomé fuertemente de la muñeca y la miré cara a cara. No había idioma alguno en que pudiera hablarle. Se dejó conducir por mí sin una sonrisa y pronto estuvo desnuda sobre mi cama. Su delgadísima cintura, sus plenas caderas, las desbordantes copas de sus senos, la hacían igual a las milenarias esculturas del sur de la India. El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme. No se repitió la experiencia.
Y es que en todas partes cuecen habas.
El pdf lo he encontrado aquí.
Entiendo tu opinión y razonamientos y posiblemente pueda haber algo de pretendida superioridad moral en lo que FSD hace o dice, o dice que ha hecho. Comparto contigo aquello del rechazo al "intelectual de profesión" y la mediocridad como escritor.
ResponderBorrarPero creo para escandalizarse, es más necesario el escandalizable que el escandalizador.
Los seres humanos nos regimos por normas morales (y legales) que en algunos puntos pueden resultar controvertibles, discutibles en función de infinidad de circunstancias. Normas que varían en función del tiempo histórico o la sociedad en que estemos.
Es en ese terreno, ambiguo al menos para mí, donde FSD se ha internado.
También creo que en este asunto hay mucha pose. De bohemio reaccionario por un lado y de la izquierda oficial por otro.
De esto último no te acuso a ti, ya que sigo tu blog y tu loable búsqueda de la neutralidad (citar a Neruda aquí) y además creo que te has irritado de manera genuina. Reconozco que puede resultar turbador el texto que has transcrito pero no creo que sea motivo para que su autor acabase bebiendo cicuta.
¿Se podría marcar "lo flipé" y "de vómito" a la vez?
ResponderBorrarY despues se desperto, verdad?
ResponderBorrarEsa anecdota la he visto contada en infinidad de malas novelas. Es la primera vez que me encuentro con alguien que me quiere convencer de que ocurrio alguna vez en la realidad.
Y despues se desperto, verdad?
ResponderBorrarEsa anecdota la he visto contada en infinidad de malas novelas. Es la primera vez que me encuentro con alguien que me quiere convencer de que ocurrio alguna vez en la realidad.
Los intelectuales son como los políticos. Siempre están por encima del bien y del mal, sean del color que sean. Las guerras y las penurias nunca van con ellos, será por su sagrado papel de testigos de la historia y del sentir humano. El hambre y los palos son para el resto de los mortales y lo que para ellos son experiencias vitales que animan el fuego creativo para los demás son actos sujetos al código penal (¿quién de vosotros no sería extraditado por Suiza por pdf por ejemplo?)
ResponderBorrarCoincido en un 99% con tu opinión.
ResponderBorrarEste tío es un cretino insufrible. Por encima del bien y del mal; todo lo que él hace es guay, lo que hacen los demás... caca de la vaca. En la anécdota/ficción literaria/VUAS de marras lo único que el interfecto demuestra es su mal gusto y su falta de estilo y de pudor. Si fue cierto, mejor callarlo; si no lo fue, mejor no inventarlo. Digo yo.
De todos modos, no sé, JdJ, de qué te extrañas. En un país/nación/VUAS donde se supone que la autonombrada "Princesa del Pueblo" (sic), igual de presentarse ganaría las elecciones... pues eso.
¿Os habéis fijado cuáles son, indefectiblemente, las noticias más leídas en las ediciones digitales de los principales medios de comunicación del país? Pues otra vez eso, que no sé de qué nos quejamos.
Salud!
En tu blog acabo de encontrarme con una especie superior de intelectuales, aquellos que saben reconocer cuándo alguien se indigna de verdad o cuándo lo hace por motivos políticos. Ahora va a resultar que ser de izquierdas inhabilita para la objetividad o lo que es peor, que la objetividad puede llegar a ser alcanzada por todos aquellos que no sean de izquierdas (sustitúyase por el partido político que odias según sea el que lea).
ResponderBorrarTodos somos parciales y nos mueven más o menos intereses. No obstante no creo que en el tema de la sexualidad con menores nos muevan intereses políticos diferentes o que necesitemos ciertas "razones" para que ciertos personajes queden señalados como lo que son.
Ni siquiera creo que Sánchez Dragó haya tenido que utilizar esa supremacía de intelectual para narrar una experiencia con una niña de 13 años. Echemos la vista atrás y recordemos qué pasaba hace treinta años, en qué situación moral estaban este tipo de relaciones con adolescentes entre hombres de clases altas y chicas de clases bajas. Aquí lo único que ha pasado es que Sánchez Dragó ha olvidado por un instante en el mundo que vivimos hoy. Pero nada más. Y no es que yo esté defendiendo a Sanchez Dragó, lo único que me extraña es que hayamos olvidado tan pronto que estos valores morales que manejamos hoy son muy nuevos, muy nuevos. Y los estamos adoptando como si nos hubieran sido transmitidos por nuestros mayores y que yo sepa eso no es así.
Pero bueno si nos quedamos más tranquilos así, pues mucho mejor. Pensemos que todas estas historias sexuales son inventadas. Que ni en sus mejores sueños nunca nadie ha tenido una relación sexual con una chica de trece años. Y que en dichos países, donde las mujeres se ofrecen por hambre, o aunque fuesen violadas nadie las va a defencer, jamás de los jamases podría haber ocurrido algo como lo que cuenta Dragó. Menuda imaginación tiene el vejestorio. Aysss qué conciencia tenemos.
Es posible que las normas morales sean tan personales, controvertibles y variables como aduce en su comentario el primer anónimo. Creo, sin embargo, que esta variabilidad las hace ocilar, mucho o poco, en torno a un area fija, bastante clara e inequívoca, al menos para las personas decentes, desde el principio de los tiempos. Según la cual tanto Dragó como Neruda son un par de cumplidos hijos de puta. Todo ello, claro, en mi modesta opinión.
ResponderBorrar@ Amaranta:
ResponderBorrarMe identifico (perdón por el chiste) soy el primer anónimo. Por supuesto que hay indignación “política” y “auténtica” (Ojo que la segunda es más elevada o pura, pero también más peligrosa).
¿Crees que ha tenido el mismo tratamiento Polansky por parte de la prensa "de izquierdas"?
Porque el caso es similar y además el gran director polaco admitió que lo hizo.
Y si como tú dices hay determinados valores morales "muy nuevos", precisamente más alerta hay que estar sobre la maleabilidad y relatividad de los mismos.
Mi problema es que sin conocer a fondo los hechos, que vaya usted a saber si son o no ciertos, yo no me sumo a lapidaciones públicas por muy mal que me caiga el individuo o por muy pocas ideas que comparta con él.
Hola, muy interesante el articulo, felicitaciones desde Mexico!
ResponderBorrarInteresante post, estoy de acuerdo contigo aunque no al 100%:)
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