Ya está lista la versión revisada 1.0 de La oportunidad de Judas. Volveré sobre el manuscrito cuantas veces haga falta, sobre todo si recibo nuevas apreciaciones que me permitan aquilatar más el argumento y la ambientación. No obstante, esto es lo que se puede considerar una primera edición.
He incluído en el texto una página de agradecimientos a todos aquellos de vosotros que habéis tenido la paciencia de enviarme, a través de los comentarios o en privado, apreciaciones sobre lo que leíais. Esto es porque verdaderamente os estoy muy agradecido por el esfuerzo aunque, como alguno de vosotros me ha hecho notar, también hay un beneficio para vosotros, que podéis sacar a pasear conocimientos que no salen en las conversaciones habituales (yo, por lo menos, jamás había discutido sobre calibres). Si alguien se sintiere injustamente olvidado, que puede ser, me lo demande sin pudor.
El texto lo he colgado en formato rtf y en formato pdf, aunque me dicen que el segundo es un tanto chungo para los libros electrónicos (a ver si Blogger se porta con los enlaces). Si consigo generar un EPub o similar, también lo colgaré. Todos los ficheros están replicados en la biblioteca.
En los tiempos presentes, manejo la posibilidad (sólo posibilidad de momento) de comenzar a escribir otra novela, esta vez ambientada en el Madrid de las últimas semanas de la guerra civil. Como quiera que me he encontrado con algunos problemas de ambientación iniciales, aquí los coloco a ver si algún freak me los sabe contestar.
1.- La sede de Presidencia del Gobierno ha sido tradicionalmente en el siglo XX el palacete del número 3 de Castellana. Lo del palacio de la Moncloa es bastante moderno. Sé que en tiempos de la II República era así porque Eugenio Vegas Latapié cuenta en sus memorias que un día uno de los hermanos Miralles lo quiso agredir en plena calle, hasta el punto de que Vegas confiesa que tuvo que sacar su pistola; y sitúa explícitamente dicha escena en la plaza de Colón, casi enfrente, dice, de Presidencia del Gobierno.
Juan Negrín, a su regreso al Centro tras el derrumbe de Cataluña, se estableció en una masía alicantina, pero estuvo en Madrid varias veces, entre otras cosas porque la capitalidad había sido retrasladada a la ciudad y era aquí donde se celebraban los consejos de ministros. Tuvo varias entrevistas en su despacho de Presidencia del Gobierno. Todo apunta, pues, a que dichas entrevistas se celebraron en Castellana, 3. Pero no he encontrado ninguna seguridad documental de que sea así.
2.- También tengo bastante lío al situar exactamente las dependencias ocupadas por el mando militar en la calle Lista, hoy Ortega y Gasset. Sé que, obviamente, el hoy llamado Edificio Beatriz entonces no existía. Algún freak me ha dicho que el edificio que ocupaba ese solar fue incautado y usado para dependencias de Estado Mayor; pero, que yo sepa, y tengo una foto incluso, el edificio que ocupaba el Beatriz era una iglesia, y no me parece que una iglesia sea el sitio ideal para colocar unas oficinas de mando.
Por otro lado, Martínez Bande nos dice que cuando Enrique Líster llegó a Madrid en los últimos días de la guerra, se estableció en el cuartel general del Quinto Regimiento, en la calle Lista número 23. Por alguna lectura perdida que tengo en la memoria, puede que de Bravo Morata o de Suárez, tenía yo por mí que el edificio incautado por el Quinto Regimiento fue lo que hoy es la Fundación Juan March. Pero es difícil que ese edificio fuese el número 23. Está muy arriba.
En fin, tengo un lío sobre si en Lista hubo un solo centro de mando (el del quinto regimiento) o más de uno, y dónde estuvieron ubicados exactamente.
3.- Para nota: ¿alguien sabe la ubicación exacta del café Rex, mentidero parlamentario de aquella época (cuando estaban abiertas las Cortes, claro)?
Muchas gracias, Juan. Sin embargo sigo pensando que si Ayllón no es el de la foto, ¿cómo averiguan su existencia?
ResponderBorrarUn solo apunte: objetivamente, mis comentarios no merecían tu agradecimiento.
ResponderBorrarEso sí, me ha hecho mucha ilusión ;)
Hola jdj
ResponderBorrarComentario a la introducción en pdf.
Yo también iba con mis padres a ver al elefante del Retiro y a echarle pesetas. Si no recuerdo mal, el jodio elefante no devolvía ni una sola de las pesetas. Lo que hacía era comprarle cacahuetes a su cuidador (que debía sacarse un buen sobresueldo) La gracia estaba en que cuando el elefante no quedaba satisfecho con la cantidad de cachuetes recibida, le daba con la trompa en el hombro, exigiendo más. ¡Qué tiempos en los que con una peseta se podía comprar algo!
«Hice por saberlo en su día», le dice Luján a Azpíriz. Con eso insinúa que la información estaba en los datos que en 1957 tenía el militar que lo reclutó.
ResponderBorrarPerico molaba un huevo. No recordaba lo del golpe de trompa, pero es absolutamente cierto.
ResponderBorrarLa pregunta es cómo decenas y decenas de niños, de asmodeítos y jotadejotaítos, pudimos sobrevivir colocados tardes enteras a menos de diez metros de un elefante. Seguro que eso viola dos centenares de normativas de hoy en día.
También molaba dar de comer a las cabras. Las pocas veces que venía, mi padre nos decía a los hermanos: «vosotros ir a comer con las cabras, que yo me voy a beber con los cabrones». Y se apalancaba en algún chiringuito.
Gracias, Juan. Ahora ya lo puedo enviar y bajármelo a mi móvil para releerlo.
ResponderBorrarSaludos
Me parece una buena idea tu proyecto de nueva novela. Además se trata de una época y un lugar que también a mí me resulta fascinante. En cuanto a la situación de los edificios, lo que me pregunto es si es tan necesario para tu historia tenerlos perfectamente localizados.
ResponderBorrarNecesario, no. Pero, ¿es que a estas alturas no has descubierto aún que soy un pejiguero? :-)
ResponderBorrarSí, algo así sospechaba sobre tu motivación última.
ResponderBorrarPor cierto, me acabo de dar cuenta de que me incluyes (a mi alter ego internético, claro) entre las felicitaciones. Muchas gracias.
No estoy seguro, pero en la trilogía La Forja de un Rebelde, su autor, Arturo Barea, describe varios despachos mantenidos con el General Miaja. Miaja era el Presidente o lo que sea de la Junta de Defensa de Madrid, y lo dejaron al frente del tinglado, mientras el Gobierno de la República salía por patas a Valencia.Barea trabajaba como censor en el edificio de Telefónica en la Gan Vía, eso sí lo recuerdo. Y también describe las dependencias del despacho de Miaja. No me extrañaría que desvelase la dirección.
ResponderBorrarEnhorabuena por tu novela. Acabo de terminarla con retraso (tras una temporada sin Internet). Disculpa que te envie correcciones fuera de plazo pero creo que hay una pequeña incongruencia en cuanto a vivienda de Lucía (planta baja de un edificio de pisos o casa independiente:
ResponderBorrarPág. 198:
“La dirección que le ha dado Yanclod es la de un piso bajo. Luján espía las ventanas. (...) Luján llama al sereno. (...) Abre el portal con manos nerviosas (...)
(...) El sonido de una radio, algunos pisos más arriba, que de repente se apaga. Es como si toda la casa esperase ...”
Pág. 203:
“la casa baja, casi una chabola, donde vivía Lucía Odriozola”
Pág. 204:
“Era una casa baja de una sola planta y forma rectangular. (...) la casa tenía dos puertas; (...) había otra que daba a la calle de atrás.”
Saludos.
Creo que en un documental vi que en los Jardines de los Duques de Osuna (¿El Capricho?), se construyó un bunker subterráneo donde se instaló el mando del ejercito rojo (¿Estado Mayor?). No se si tendrá algo que ver con lo que preguntas.
ResponderBorrargus
Te recomiendo que preguntes a la gente de este blog (sobre todo lo del café y lo de si era una iglesia o no), son unos hachas haciendo ese tipo de investigaciones: http://historias-matritenses.blogspot.com/
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