Papá, no quiero ser campesino
Un esclavo, un amigo, un servidor
“¡Es precioso, precioso!”
Jefe militar
La caída de Zhu De
Sólo las mujeres son capaces de amar en el odio
El ensayo pre maoísta de Jiangxi
Japón trae el Estado comunista chino
Ese cabronazo de Chou En Lai
Huida de Ruijin
Los verdaderos motivos de la Larga Marcha
Tucheng y Maotai (dos batallas de las que casi nadie te hablará)
Las mentiras del puente Dadu
La huida mentirosa
El Joven Mariscal
El peor enemigo del mundo
Entente comunista-nacionalista
El general Tres Zetas
Los peores momentos son, en el fondo, los mejores
Peng De Huai, ese cabrón
Xiang Ying, un problema menos
Que ataque tu puta madre, camarada
Tres muertos de mierda
Wang Ming
Poderoso y rico
Guerra civil
El amigo americano
La victoria de los topos
En el poder
Desperately seeking Stalin
De Viet Nam a Corea
El laberinto coreano
La guerra de la sopa de agujas de pino
Quiero La Bomba
A mamar marxismo, Gao Gang
El marxismo es así de duro
A mí la muerte me importa un cojón
La Campaña de los Cien Ñordos
El Gran Salto De Los Huevos
38 millones
La caída de Peng
¿Por qué no llevas la momia de Stalin, si tanto te gusta?
La argucia de Liu Shao Chi
Ni Khruschev, ni Mao
El fracaso internacional
El momento de Lin Biao
La revolución anticultural
El final de Liu Shao, y de Guang Mei
Consolidando un nuevo poder
Enemigos para siempre means you’ll always be my foe
La hora de la debilidad
El líder mundial olvidado
El año que negociamos peligrosamente
O lo paras, o lo paro
A modo de epílogo
Mediados de diciembre de 1934. La Larga Marcha todavía estaba haciendo más o menos lo que Chiang Kai Shek quería que hiciese. Se dirigía hacia Guizhou, una provincia que el Kuomintang no controlaba porque era tgerreno de un señor de la guerra local. El plan era que dicho generalito se acojonase cuando viese llegar a los rojos; y eso fue exactamente lo que pasó. Presionado por dos ejércitos, uno perseguido y otro perseguidor, el hombre decidió hacerse un nacionalista de toda la vida. El 19 de diciembre, ocho divisiones del gobierno central de China avanzaron hacia la capital, y comenzaron a construir un aeropuerto y algunas carreteras. Una vez que Guizhou estaba controlada, Chiang empujó a los largamarchinos al norte, hacia Sichuan o Sechuan. El plan como os he dicho, era seguir en la misma dirección hasta Shaanxi. Pero aquí fue donde Chiang comenzó a darse cuenta de que el hombre propone, pero Dios dispone.
En ese momento, aunque Chiang e incluso la mayoría de los participantes en la marcha no lo pudieran saber, dentro de ella había unas hostias como panes. Desde el momento en que la marcha había entrado en Guizhou, Mao consideró que había llegado el momento de comenzar a pelear por el liderazgo del comunismo chino. Para ello, se había trabajado a dos camaradas. Por un lado, el conocido como “El Profesor Rojo”, es decir, Wang Jia Xiang; y por otro, Lo Fu, el hombre que había tomado el trabajo de Mao como cabeza del gobierno. Con los dos, Mao se las había tenido tiesas en el pasado; pero ahora supo amigarse con ellos, explotando el odio que todos tenían hacia Po Ku.
Entre los tres: Mao, Wang y Lo, urdieron una especie de golpe de mano cuyo objetivo era descabalgar de sus puestos tanto a Po como al alemán Braun, al que veían como un obstáculo para sus planes. No podía, sin embargo, ser un golpe palaciego, ya que los conspiradores carecían de nivel partidario entonces: sólo Lo Fu pertenecía al secretariado ya que, como hemos visto antes, Mao había sido prudentemente dejado fuera de la sala de máquinas del poder del PCC.
La cosa es que, para Po Ku. no eran buenos tiempos. Consideraba que los comunistas habían fracasado (y es que habían fracasado) y, en un gesto bastante inusitado en un comunista, se culpaba a sí mismo por todo ello. Su depresión, aparentemente, llegó a ser tan profunda que comenzó a coquetear con la idea del suicidio, ya que varias veces fue visto apuntando una pistola a su propia cabeza.
El 17 de enero de 1935, todos los miembros del Politburo, y algunos importantes comandantes militares, hasta juntar 20 personas, tuvieron una reunión en Zunyi, una ciudad al norte de la provincia de Guizhou. El punto número 1 del orden del día era la definición de responsabilidades por el colapso del Estado Rojo de Ruijin. Los tres juramentados intervinieron varias veces para acusar, combinadamente, a Po y a Braun.
A partir de aquí interviene la mitología comunista. Los rojochinorris, y sus amables cajas de resonancia, han sostenido durante mucho tiempo que la conclusión de la reunión de Zunyi fue que Mao fue mayoritariamente elegido y jaleado como jefe del Partido y jefe militar. La realidad, para quien la quiera conocer, es que ni la primera cosa es cierta, ni la segunda. Después de la reunión de Zunyi, Po Ku conservó su estatus de número 1 del Partido. La mayoría de los presentes no sólo lo apoyó, sino que dejó bien claro que el colapso del Estado Rojo no se podía considerar falta suya. Otra cosa es el caso de Braun. Siendo el extranjero de la reunión, fue fácil encalomarle el marrón, y fue destituido. En ese momento, sin duda, los tres juramentados propusieron a Mao para tomar el puesto; pero el caso es que nadie los apoyó y, consiguientemente, el jefe militar siguió siendo Chou En Lai.
Lo que sí consiguió Mao en Zunyi fue dar el paso fundamental de ser nombrado miembro del Secretariado. El Secretariado, tal y como lo había diseñado Moscú en enero de 1934, estaba formado por siete miembros, de los que cuatro estaban presentes en la Larga Marcha: Po Ku, Chou en Lai, Lo Fu y Cheng Yun eran los que estaban; Xiang Ying, Wang Ming y Chiang Kuo Tao eran los que no estaban. El Profesor Rojo propuso a Mao para que se uniera a la lista (cosa que formalmente no podía hacer, pues no era miembro del Politburo); Po Ku podía haberse resistido, pero estaba demasiado chungo para hacerlo.
Con su llegada al Secretariado, sobre todo si nos centramos en los que estaban en la Marcha, Mao ganaba mucho. Lo Fu era aliado suyo, y a Cheng Yun se lo podía descontar, porque era un tipo sin ambiciones de poder (miembro del Politburo con Mao, de 1940 a 1966, en realidad sus cargos más pintones los tuvo al final de su vida política, ya muerto el Presidente, lo que sugiere que tenía sus ciertos reparos respecto de su figura que, en todo caso, si los tenía, se guardó mucho de orearlos). Así las cosas, todo se reducía a poner cuñas entre Chu y Po.
El primer éxito de Mao fue hacer suya, y de Lo, la labor de redactar un borrador de resolución, impulsado en Zunyi, sobre los porqués del colapso del Estado de Ruijin. Lo realizó un primer borrador que llevaba el sugestivo título de Repaso de los errores militares cometidos por los camaradas Po Ku, Otto Braun y Chou En Lai. Se lo enseñaron a Chou, quien enseguida les dijo aquello de ¿no os he dicho nunca que me caéis muy bien? Automáticamente, Chou desapareció del borrador.
Tras ese movimiento, el único obstáculo para Mao era Po Ku. Con el apoyo de Chou, Mao impulsó el nombramiento de El Profesor Rojo al Politburo. El golpe final se dio el 5 de febrero, cuando Po Ku fue sustituido al frente del Partido por Lo Fu. El cambio fue mantenido en secreto, especialmente a los comandantes de las tropas. No fue comunicado hasta semanas después, cuando los comunistas obtuviesen alguna victoria militar que llevarse a la boca.
La prioridad de Mao, ahora, era consolidarse. Y fue en el entorno de esa necesidad de consolidación que Mao decidió que no debía avanzar hacia Sichuan, como ya sabemos que Chiang Kai Shek quería que hiciese. Avanzar hacia Sichuan no sólo era el deseo de los nacionalistas: era lo que dictarían diez de cada diez alumnos en un examen de Estado Mayor. Sin embargo, para Mao aquella posibilidad era la muerte. Avanzar hacia el norte suponía converger con un ejército comunista comandado por Chang Kuo Tao, que, dotado con 80.000 efectivos, era mucho más pintón que las tropas de Mao. En otras palabras: en Sichuan Mao, que acaba de tomar el control efectivo de las tropas de la Larga Marcha, podía llegar a perder el control efectivo de todo.
Chang Kuo Tao era un comunista con mucho más pedigree que Mao. Había presidido el congreso del Partido en 1921, cuando Mao era un piernas. Era miembro del Comité Ejecutivo de la Komintern, así que nadie iba a competir con él en capacidad de llegada a Moscú. Era, por lo tanto, el comunista más poderoso, y con mejores contactos, de todos. Una vez que los comunistas se reuniesen, el movimiento lógico era que fuese promovido al número 1. Y no era un Po Ku deprimido y débil, sino todo lo contrario.
Mao, sin embargo, tenía que actuar como si todos estos elementos no le afectasen. El 19 de enero partió de Zunyi con sus tropas camino de Sichuan, y tres días después le envió un telegrama a Chang informándole de que llegaba.
Sin embargo, tenía un plan. Cuatro días después, el 26, informó de que había un grupo enemigo hostigando su retaguardia, y que era necesario elaborar una emboscada. Ese grupo enemigo eran unas tropas de Sichuan. El cálculo de Mao era que los comunistas sufriesen una derrota, porque eso le permitiría argumentar que la tropa enemiga de Sichuan era muy fuerte y potente y que, por lo tanto, la decisión prudente por su parte sería permanecer en Guizhou,
El planteamiento en sí de la operación era absurdo. Primero: si las tropas que tanto preocupaban a Mao estaban en su retaguardia, entonces no podían ser de Sichuan, puesto que entre Sichuan y dichas tropas estaba, precisamente, el ejército de Mao. En segundo lugar, como se podía comprobar fácilmente con las comunicaciones interceptadas, aquella fuerza no estaba hostigando a los comunistas porque, de hecho, tenía órdenes de no acercarse a ellos. Mao, sin embargo, aun sabiendo que su plan era absurdo, consiguió que Chou En Lai lo apoyase.
Así las cosas, el 28 de enero Mao ordenó llevar a cabo la emboscada, en una población llamada Tucheng. El resultado fue una total derrota de los comunistas, con 4.000 bajas entre muertos y heridos, que es un 10% de la fuerza total. Esto convierte a Tucheng en el episodio más negativo de toda la Larga Marcha, razón por la cual encontrarás un montón de libros de los tiempos en los que el maoísmo era chupi lerendi donde no se cita esta batalla, y un montón de licenciados en Historia que no saben ni lo que es. De hecho, el relato mítico de la Larga Marcha nos dice que Mao salvó al Ejército Rojo después de Zunyi. La verdad es exactamente la contraria: estuvo a punto de borrarlo del mapa; de hacer la labor que ni Chiang Kai Shek quería hacer.
Así las cosas, los comunistas cruzaron el río Rojo hacia el oeste ofreciendo un aspecto deplorable de chinorris derrotados, abandonando diversos e importantes activos, sobre todo de artillería. Fue Zhu De el que recogió los platos rotos y cubrió la retirada. Nevaba y hacía un frío de cojones y los chinos vivos, dando valor al respeto secular de su cultura, tenían que cargar con los chinos muertos en condiciones infrahumanas. Aquello no tuvo nada de heroico; simple y llanamente, formó parte de los simples y mezquinos planes de poder de un hijoputa.
Pero, paradójicamente, Mao tenía lo suyo. Tenía su profecía autocumplida: ¿no os había dicho yo que los combatientes de Sichuan eran demasiado duros para nosotros? Aun y a pesar de lo que había pasado, el resto de los comandantes de tropa, incluido Lin Biao que cada vez más hasta coordinaba sus periodos con los de Mao, sostuvieron la idea de que lo que había que hacer era ir a Sichuan. A ellos, que eran expertos militares, no se la daban con queso, y sabían bien que todo el problema venía de que Mao había planificado la emboscada con el koolo. Sin embargo, la explicación de Mao (que, en plena coherencia con el materialismo dialéctico, consistía, básicamente, en echarle la culpa a otros) fue la que prevaleció, gracias a que Lo Fu permaneció impasible el chino en apoyo de la misma. Es obvio que, en ese momento, los intereses de Lo y de Mao eran coincidentes. Si algún día Chang Kuo Tao era designado número 1 del Partido, el desalojado, porque era el que había sido formalmente nombrado, sería Lo. Así pues, el 7 de febrero el PCC anunció a sus comandantes que la estrategia del camarada Mao, consistente en atornillar el culo en Guizhou, había sido aprobada.
Así las cosas, la tropa de Mao ocupó Zunyi el 27 de febrero. Chiang, quien seguía buscando que marchasen al norte, envió dos divisiones a tomar la ciudad, que bombardeó. Pero los comunistas aguantaron. Y fue tras esa victoria sobre el ejército enemigo cuando Mao y Lo Fu finalmente informaron de los cambios producidos en el Partido. Inmediatamente después de ser formalmente confirmado como número 1, Lo Fu nombró a Mao comandante general del frente.
Este mando, sin embargo, llegó sin que Mao pudiese considerarse líder de las tropas, que es lo que tienes que ser en un ejército además de ostentar el mando. El 5 de marzo, Mao ordenó la eliminación de dos divisiones del ejército nacionalista; orden que provocó una especie de rebelión de los comandantes, que para entonces estaban ya hasta los huevos de la forma en que llevaba las cosas. Ese mismo día, al final de la tarde, Lo Fu convocó una especie de reunión de gabinete de guerra con unas veinte personas. Allí estaban todos los comandantes de campo; y todos dejaron solo a Mao con sus propuestas. Al final, incluso Lo Fu fue de la opinión de que atacar a las fuerzas del gobierno central de China era una ful. Entonces Mao hizo una maniobra de subnormal. Teatralmente, con un temblorcillo faríngeo, vino a decir: “si tan erróneas os parecen mis estrategias, no me queda otra que dimitir”. A lo que los mariscales le contestaron: “firma aquí”. Y nombraron en su lugar a Peng De Huai.
La respuesta de Mao fue irse a ver aquella noche a Chou En Lai. Para entonces, Mao tenía a Chou comiendo en su mano, pues el comandante barruntaba con claridad que aquél sería el hombre que mecería la cuna del comunismo chino, y le temía. Mao le explicó todo lo que había pasado en la reunión y apeló a su condición nominal de jefe superior militar para solicitarle que convocase otra reunión al día siguiente por la mañana, pero ya sin los comandantes de tropa, sin los mariscales. Consciente de que algo le tenía que dar en plan zanahoria, Mao le propuso a Chou convertir el mando del ejército en un mando trino, un triunvirato, del que formarían parte él, Chou y El Profesor Rojo (a quien Mao le había dado un alto cargo militar, a pesar de que no tenia ni puta idea de temas militares).
Chou obedeció. Al día siguiente hubo un encuentro al que sólo fueron aquellas personas que a Mao le salió de los cojones. Obviamente, sus propuestas fueron aprobadas. El nombramiento de Peng y la instrucción de evitar las dos divisiones nacionalistas fueron anuladas.
El nuevo triunvirato ordenó inmediatamente un ataque sobre los nacionalistas en Maotai. Los comunistas fueron de frente, dando los pechos como se dice en tauromaquia, y se llevaron un hostión del cuarenta y dos, con más de 1.000 bajas. Los comunistas, perseguidos, cruzaron de nuevo el Río Rojo, dirección Sichuan. Chiang, inmediatamente, cegó su camino de regreso a Guizhou. Aún así, Mao dio la orden de volver grupas y luchar para poder volver.
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