martes, mayo 20, 2014

Padres, maestros y tuits: ¡Es la educación, estúpidos!

Anda el mundo hispano muy revuelto con el tema de la criminalidad de palabra en las redes sociales. Lo que parece haberlo disparado todo ha sido la cascada de comentarios provocada por el asesinato de la presidenta de la Diputación de León, pero la cosa viene de antiguo. Hoy mismo he visto la noticia de que un dirigente de Nuevas Generaciones del PP ha amenazado de muerte al diputado gatoclarinete Alberto Garzón; y, al tiempo, un amigo mío, gallego, me ha informado de que incluso el accidente del tren de Angrois provocó ya algunos tuits despectivos hacia los muertos por su condición galaica. Aquí mismo se puede comprobar el tipo de apelaciones que tiene que soportar en Twitter la periodista Ana Pastor. Y qué decir de cuando la delegada del Gobierno en Madrid se arreó el toñazo en la moto...

Ahora que ya tenemos el problema aquí, toca reflexionar sobre el mismo y, cómo no, exigir soluciones. Pues bien: es el momento de decir que la solución no existe. Ya no es posible. Yo sé que mucha gente en España vive bajo el paraguas del «algo se nos ocurrirá» o el muy piadoso «Dios proveerá»; pero ya es hora de que se vayan enterando que hay problemas que no tienen remedio, y esa ausencia de remedio es provocada por el hecho de que todo problema tiene un momento procesal para ser prevenido o solventado; y el momento procesal de este problema pasó hace mucho tiempo.

En el momento presente, todo lo que se puede hacer para evitar que la española sea una sociedad que celebra con repugnantes alharacas la desgracia del de enfrente es ponerle parches a esa realidad; no otra cosa es la política represiva consistente en imputar al lenguaraz y acabar metiéndole una multa a él o a su padre, o generándole un antecedente penal de ésos que parecen tonterías pero que, al correr de la vida, pueden llegar a ser un auténtico grano en el culo. Pero la solución ya es imposible por el mero hecho de que las personas que hacen tales cosas están ya creciditas. Han crecido convencidas de que ese tipo de cosas se podían hacer, y las hacen.

Mensajes no nos han faltado. Llevamos años encontrándonos cada dos telediarios con la historia de que si unos fulanitos hostiaron a un compañero de clase, o a su profesor incluso, y lo grabaron con el móvil. No hemos hecho nada porque vivimos bajo el mantra acomodaticio de los gobernantes que elegimos en listas cerradas (el matiz es importante: es lo que sostiene el mantra) y que dice eso de «no hay que legislar en caliente». Supongo que todo político que haya dicho eso alguna vez (y yo le recuerdo esa declaración, o parecida, a la práctica totalidad de las cúpulas socialista y popular) declarará, acto seguido, que la Ley Antiterrorista que ha regido en España durante muchos años era una ley errónea, puesto que es, en sí misma, la quintaesencia de una norma «legislada en caliente».

Lejos de lo que dicen nuestros responsables políticos, si hay que legislar de una manera, es en caliente. Porque en caliente es como se responde a las inquietudes y necesidades de una sociedad, actor último que es el que cambia las leyes con su evolución. Hace ya mucho tiempo que tenemos pruebas más que sobradas de que nuestro sistema educativo es notablemente ineficiente a la hora de transmitir valores básicos de convivencia. Las reformas educativas han llegado, pero han sido reformas técnicas, de las que les gustan a los pedagogos porque inciden en las technicalities de su trabajo, allí donde los demás no alcanzan. Los árboles de tal o cual matiz no nos han dejado ver el bosque de que nuestra escuela es, demasiado a menudo, incapaz de educar personas.

No hace falta aquí hacer discursos, ni políticos, ni mucho menos religiosos. Una persona bien formada es como una democracia bien formada: alguien que respeta a la minoría, y defiende los derechos de todos. No hace falta haber leído a Duns Escoto del revés o ser capaz de citar a Hegel en endecasílabos suabos para saber eso. Hasta los tontos del culo que responden en los exámenes de capacitación que el Ebro pasa por Madrid pueden enseñar eso. Pero, claro, tienen que creerlo. Tal vez ahí está el problema.

El problema está en la escuela, y también en el salón de casa. Han pasado ya dos décadas, por lo menos, desde que el sistema educativo ha sido dejado al albur del viento del momento en lo que a valores se refiere. Hace ya por lo menos veinte años que España, sus diferentes expresiones ideológicas, sus múltiples esquinas geográficas, es incapaz de encontrar un mínimo común denominador que a todos identifique. Los españoles, hoy, ya no estamos de acuerdo ni siquiera en lo del respeto a las minorías y la defensa de los derechos de todos. Se ha introducido un matiz de gran importancia.

En lo que cree hoy el español medio, el padre que estudió hace años y el hijo que estudia hoy, es en el respeto a sus minorías y la defensa de los derechos de los suyos. Cosas ambas, por cierto, en las que también creía Adolf Hitler.

La actitud, pues, del que siendo de derechas le niega el derecho a la vida a alguien de izquierdas, o viceversa, es una actitud hitleriana. Es nazismo reciclado en «mira cómo molo». Quien defiende únicamente todo lo progre no es progre: es un sectario. Y esto es algo que se sabe desde Solón, que ya ha llovido. Aquí todavía nos queda un rato para enterarnos.

La moderna pedagogía ha olvidado elementos importantísimos de la formación de la persona, en un proceso que yo no creo que haya sido ni espontáneo ni casual. Hoy en día, educar a una persona es un proceso en el que se concede mucha más importancia al hecho de que respete la existencia de la ballena jorobada que al hecho de que se respete a su vecino el de la ideología que no le gusta. Habrá quien diga que si es ingeniería social, y yo pienso: ojalá. Ojalá hubiese un proyecto detrás. A mí me da la impresión de que lo que hay detrás, para padres y maestros, es simple y pura vagancia. Explicar por qué debe mantenerse la población de ballenas jorobadas es muy sencillo. Explicarle a alguien que vomita cuando le hablan del PP, o del PSOE, que debe defender a rabiar el derecho a de esas personas a poder decir lo que piensan, es mucho más complicado. Los padres no tienen tiempo y los maestros no tienen ganas. Eso en el mejor de los casos. En el peor, lo que tienen es ideología y, como el rechazo al contrario forma parte de ella, la transmiten.

Es éste un problema de las últimas décadas, pero también tiene raíces más profundas. La ética social española tiene, desde el siglo de la picaresca como poco, una característica contra la que nunca ha luchado en serio. En ese sentido, las dos Españas existen desde el Siglo de Oro. Esta característica es la asunción colectiva del principio de que en la propia sociedad hay personas con derechos recortados, inferiores. Ciudadanos acreedores de menor respeto, o de ausencia total de respeto, por el hecho de ser algo. La moral española siempre ha encontrado gente a la que colgar ese sambenito de cabrón que merece cabronadas: los ricos, los conversos, los católicos, los ateos, los rojos. La reacción del español que fue odiado durante décadas es odiar en cuanto le quitan la bota de la tráquea; se convierte en lo que le hizo sufrir, haciendo sufrir a otro, entre el aplauso general que considera dicho movimiento «justo». Pero si lo justo es clonar los patrones que a uno le herían, si lo justo es vengarse, la evolución se convierte en enfrentamiento y el enfrentamiento, en atraso. Lo lógico sería romper la espiral y, algún día, hacer justo lo contrario y decir: te respeto como tú no me respetas, o no me respetaste. Es el mensaje central de ese señor que ahora todo el mundo llama Madiba, al que la sociedad española dice admirar; miente como una perra.

Nuestra escuela cava ese hoyo con pasión. Los maestros y los padres enseñan a los hijos que hay que respetar a quienes ellos consideran débiles y desamparados, más aquéllos que piensan lo mismo que ellos. Ahí termina su generosidad. A partir de ahí, se procede al inventariado meticuloso de las miles de razones por las cuales aquéllos que no son ni desamparados ni afines merecen un régimen de comprensión mitigado, un desprecio, en el mejor de los casos, educado. La educación en España pone en nuestras mentes una manivela a la que nos aprestamos a dar vueltas cada vez que uno de nuestros enemigos tropieza y se rompe un dedo del pie o, mejor, lo matan de tres balazos en medio de un puente. Somos mezquinos; no por naturaleza: por educación.

Pero no lo vamos a resolver. Porque son ya muchos años; como digo, haciendo una notaría laxa, no menos de 500, y en la distancia corta, unos 30. Así pues, ya nos hemos acostumbrado y, además, tanta repetición, tanta insistencia, nos ha convertido en una sociedad de miserables. Todos lo somos, y por eso nos cuesta verlo. Somos como esa finca cerrada, quiero recordar que de El obsceno pájaro de la noche, todos cuyos habitantes eran tullidos y contrahechos. Un mundo de minusválidos construido para que sus habitantes no se dieran cuenta de que existen personas que no lo son. 

Lo más de lo que somos capaces es de detectar la mezquindad de la sociedad española en aquellos tiempos en que se basaba en principios que no son los nuestros. Al español de derechas no le cuesta detectar la mezquindad de la España de Zapatero, exactamente que el de izquierdas detectará con rapidez la de la de Aznar. Pero un buen detector de repugnancias es aquél que es capaz de detectar las que llevamos en nuestra entrepierna. Que la Bella se dé cuenta de que la Bestia es fea está chupado; lo jodido es que sea, ella, capaz de admitir que es un poco hija de puta.

Y nada de esto va a cambiar porque para cambiarlo necesitaríamos, para empezar, una clase profesoral comprometida con su objetividad. Y hace ya mucho tiempo que en España nadie, ni maestros, ni periodistas, ni sacerdotes, ni políticos, ni chaperos, ni ingenieros químicos, se plantea ser objetivo. El cambio es imposible, por la simple razón de que el cambio no quiere cambiar.

Nunca, en España, ha sido tan fuerte la presión de las fuerzas conservadoras; eso que ahora se llama, con neoexpresión innecesaria, elites extractivas. Fuerzas que quieren mantener el statu quo, que no quieren que la cosa cambie. Da igual que eso lo vistan de progresismo o de tintes reaccionarios. En la España de hoy, tan conservadora es la Iglesia como el Sindicato, la elite política como la Marea Verde. El conservadurismo español defiende este orden de cosas en el que es normal que un tipo se asome a la ventana de su ordenador y llame a pegarle cuatro hostias a quien sea. Porque eso mola, siempre que el insultado nos caiga mal.

Éste es, tristemente, nuestro concepto de democracia.

15 comentarios:

  1. Mi visión respecto a lo que sucede en twitter es un poco más sencillo. Pongamos que la proporción, tirando por lo bajo, de gilipollas (¿puedo decir gilipollas?) en este país es de uno a mil. Así a bote pronto nos salen unos 40000 (cuarenta mil), todos los cuales tienen twitter, porque hemos pasado, como se decía en mi época, del no hay parto sin dolor, ni hortera sin transistor al no hay mercado sin fruteros, ni gilipollas que no sea tuitero (Vale, el eslogan no es muy bueno pero a esta hora de la mañana no se me ocurría otro mejor)

    Lo que sucede es que lo que antes decía el tonto del pueblo, no salía de la barra del bar y ahora... pues sucede lo mismo, salvo que la aldea, ahora sí, ya es global.

    Mi solución: pues todo aquel que tenga un IQ superior al de un grillo que no tenga twitter, y que si lo tiene se dé de baja inmediatamente, por propia higiene mental.

    Del resto, pues ya se sabe: osa cuestionar algo en contra del pensamiento único o plantea algo políticamente incorrecto y atente a las consecuencias.

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  2. Estoy totalmente de acuerdo con esta entrada, con una excepción: no, no es recomendable legislar en caliente (ni en frío). Si tardas, es cierto que el problema se te puede ir de las manos, pero si legislas en caliente, sin haber reunido la reflexión y datos necesarios, puedes terminar liando un problema más grande que el que encontraste.
    El problema, creo yo, es que en este país no legislamos en templado: o se acojonan y sacan la primera chorrada que se les ocurre, o pasan del tema hasta enquistarlo.

    Por lo demás, muy de acuerdo y me gustaría añadir una reflexión en su línea: lo que tenemos en España es orgullo sin responsabilidad, y eso es fatal. Mucha gente orgullosa de sus banderas y del color de sus ideas, pero sin ánimo que esa identificación se transforme en una serie de responsabilidades éticas. Así, tenemos católicos sin piedad, progres sin solidaridad, capitalistas sin competitividad, funcionarios sin vocación de servicio público, trabajadores sin conciencia de clase, españoles sin bravura y catalanes sin seny.

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  3. Ya hacía que no me pasaba...pero, ¿porque siempre cargas contra los que tenemos alrededor de 30 años o menos? A mi me educaron con una de esas reformas educativas penosas (según tu) pero ¿sabes? los profesores que me daban clase eran de tu generación y mis padres tambien, educados en los mas profundos valores (segun tu) ¿será por eso que a mi tambien me parece mal que se jalee o vitoree el asesinato de cualquier persona? porque...claro, no creo que sea porque en realidad los 4 idiotas que se alegran de la muerte de alguien sean solo 4, que no sean representativos de nada y que solo sean 4 bocazas que en vez de esparcir su mierda en la barra de un bar la esparcen por internet donde tiene mucha mas difusion y repercusion a pesar de seguir siendo cuatro. Supongo que es mejor pensar que el problema de base somos los jovenes que estamos podridos todos, sea culpa de la educacion, de la dictadura, de la democracia...solo te ha faltado decir que tanta libertad ha llevado al libertinaje. Pero sabes? yo que sabré si me han educado en un sistema educativo de mierda.
    La juventud esta perdida. Supongo.

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    1. Ara, no tengo en ningún reparo en decirte esto: yo, propiamente hablando, no tiro contra los jóvenes. Lo que pienso, independientemente de que haya jóvenes que hayan tenido educaciones excelentes, es que la juventud española actual debería llevar a los tribunales a los ideólogos y gestores de las reformas educativas de las últimas tres décadas. Lo que se ha hecho sólo se puede describir con una palabra: irresponsabilidad. Que pagaréis vosotros en forma de salarios y empleos basura.

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  4. Se me quedan muchas cosas por decir. Porque estoy con el movil. Lo de legislar en caliente solo tiene un inconveniente: los medios de comunicacion. Mareas la perdiz con el tema que mas rabia te dé durante unos meses en los medios y podrías aprobar casi cualquier cosa sin apenas oposición social. Un ejemplo?? endurecer las penas de carcel cuando somos el pais europeo con las penas mas duras y mayor tiempo de cumplimiento. Pues aun con eso vamos hacia un Codigo Penal que implantará la cadena perpetua revisable y eliminará las faltas para convertirlas en delitos o infracciones administrativas...adivina en cuales mutaran la mayoría? Pero bueno, quien soy yo para opinar si no tengo valores morales?

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  5. Giacomo Bondini1:35 p.m.

    En este contexto de apelación a argumentos ilustrados, ética, civismo, educación, responsabilidad y tolerancia, tal vez mi comentario resulte chocante, pero creo que no hay nada como un enemigo común para limar asperezas intragrupales.

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  6. Es curioso: me hallo en sintonía con la decepción que Juan de Juan transmite, pero creo necesario matizar lo que dice:

    -Los mensajes pidiendo liarse a tiros me parecen cobardes y mezquinos, vale. El comentario que citas de los que daban rienda suelta a su odio hacia los gallegos, pues qué poca duda me cabe. Pero todo esto, el sectarismo, permíteme, no es educación: el hombre, a priori, es dado a actuar de modo tribal, con los suyos como buenos y mirando con asco a los demás. Por lo tanto, el problema reside en que en España fallamos en darle a nuestros educandos valores propios de ciudadanos que merezcan ese nombre. En parte por lo mal que hemos metabolizado el mayo del 68, con todas sus consignas de LO QUEREMOS AHORA; en parte por el trauma de parte de las generaciones de más de 50 años, quienes han asimilado disciplina con abuso de poder. Demasiado Rousseau, poco Hobbes.

    -Sobre legislaciones, el comentario de J. E. me parece acertadísimo. También comparto con él que al español le gusta más aparentar que ser algo y que se ha impuesto el mantra de que el individualismo consiste en hacer lo que me salga de las narices y que se joda el resto, en vez de asumir que tú eres tu propio problema.

    -Sobre la picaresca, en especial eso de "Esta característica es la asunción colectiva del principio de que en la propia sociedad hay personas con derechos recortados, inferiores" me parece algo erróneo. ¿Sólo en España se ha dado esto? No creo que te haga falta mucha investigación para ver que en otras sociedades el sambenito, nunca mejor dicho, se ha colgado en otros grupos. La diferencia está en que en aquellos lares han sabido, llegado el caso, superar el odio y asumir la propia responsabilidad en la paz social. Ahí es donde ha de investigarse.

    P.D: En la línea de Ara, yo creo que si tienes cierta tendencia a asumir que la educación de ahora es malísima en cualquier caso. Yo empecé EGB y luego seguí la LOGSE, así que no tienes que demostrarme que en algunas cosas se ha retrocedido; pero es que este retroceso para muchos padres fue y es una “bendición”: mis padres dejaron de estudiar siendo adolescentes, de hecho para trabajar.

    Para mí, este hecho es uno de los que mejor explican que se haya tolerado de semejante manera el bajón educativo, y si algún día se celebra ese juicio, no me cabe duda de será la principal acusación.

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    1. Ozanu, comparto tus matizaciones salvo en que bajar el nivel educativo sea necesario para que la gente no deje de estudiar. Si es eso en lo que piensas cuando hablas de "beneficios", claro.

      Por lo que cuentas, tus padres dejaron de estudiar por motivos económicos (lo más habitual) y no por que no pudieran seguir el ritmo académico. Evitar que la gente abandone los estudios por este tema, se soluciona (se ha solucionado, diría yo) con becas, aumento de escuelas cercanas y sobre todo con crecimiento económico general.

      Para que la gente que no pueda seguir el ritmo no abandone la escuela es un error bajar el listón. Es muy intuitivo pero lo cierto es que lo que lleva es a que TODOS, no sólo los más capaces saquen menos que con sistemas más exigentes. Aunque resulte muy poco políticamente correcto, lo idóneo para estos casos es establecer ciclos, trayectorias, o como lo quieras llamar, adecuados a la capacidad y ganas de estudiar de los alumnos. Hoy no resulta tan tabú hablar de colegios para superdotados o alumnos brillantes como lo era en mi época del BUP, aunque la polémica que se montó en Madrid a costa del bachillerato de excelencia demuestra que la demagogia y la cerrilidad permanecen ahí. Ahora bien, como hablemos de colegios para "personas menos dotadas", como diría un pedagogo de tres al cuarto, se monta la Guerra de Troya seguro. Y sin embargo, sería lo adecuado. No sé cuantos niveles haría falta, pero lo que es una barbaridad es meter a todos los alumnos en el mismo nivel.

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    2. Si te fijas bien, digo: "Para mí, este hecho la baja de nivel educativo es uno de los que mejor explican que se haya tolerado de semejante manera el bajón educativo, y si algún día se celebra ese juicio, no me cabe duda de será la principal acusación". Antes, incluso, digo que fue una "bendición", esto es, en comillas. Si digo que se les puede acusar por ello, no será que me parece bien. De hecho, me parece una marranada repugnante por los motivos que bien expones.

      Yo no he dicho que bajar el nivel educativo sea necesario para tener educación obligatoria hasta los 15-16 años, digo que es lo que se ha hecho, que es bastante diferente. Como bien dices, la barrera económica ha sido la principal causa de que en España haya habido dos clases a nivel socioeconómico; el problema vino cuando se generalizó la educación pública: el español no ha asimilado que del mismo modo que ser atleta de élite supone esfuerzo y sacrificio, querer ser universitario no está quizás al alcance de todos si no se esfuerzan y sacrifican lo suficiente.

      Lo que yo quería decir, por tanto, era que los padres no han podido o no han querido ver lo perjudicial de la baja en nivel educativo, porque se dejaban acunar en "mi hijo está haciendo un bachiller". Esto se resume en esa patética frase de “El hijo del obrero, a la universidad”. No han comprendido que quien quiera estudiar, ha de olvidar en primer lugar si es hijo de Agamenón o de su porquero, que diría Antonio Machado en boca de Juan de Mairena; y definirse como estudioso, intelectual o como mejor le suene. Hay mucho, demasiado, de cristianismo residual (los últimos serán los primeros, etc).

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  7. Anónimo9:41 p.m.

    Vuelta la burra al trigo y España a donde solía, a su lugar allá debajo de los Pirineos. El país de siempre de a buenas horas.

    Yo lo diré de primeras y claro. No creo en el Pueblo Español. Es un actor mediocre y siempre acaba por cargarse las pelis que protagoniza y no es algo de hoy. Mas visto que el tebeo desde hace ni se sabe.

    No soy optimista, lo que estamos viendo en directo no es más que la última actuación entre mil de ese actor tan nefasto como disculpado por los suyos, o sea los nuestros. Otra vez as usual la vuelta de las turbas, la vuelta de los listos, los arreglalotodos, los enteraos, a solucionar por enésima lo del corrupto y caduco sistema parlamentario y lo de sus políticos comeniños no votados por nadie. A la carrera y en tropel van twitteros, perjudicados, quemados, enredadores, anarquistas, despechados, liantes, apóstoles, arrimaos, Pepe Gotera, Otilio, Pablo Iglesias redivivo, el Follonero y todos los santos en turbas por las calles a matar de nuevo al monstruo Frankenstein. Como si no hubiésemos visto ya la peli ni se sabe de las veces y no nos acordásemos bien de lo roja que acaba por ser la sangre hasta en las pelis de blanco y negro. Claro que la gente ni sabe ni quiere saber, y no sabes con que ardor discutirá que la sangre esa de las cunetas pueda al final ser la suya si tú le pones en escena tercera, Badajoz, taberna del Tagarnillo, mayo 1935. De eso solo es capaz de enterarse en la escena del final. Tarde.

    Pais España de enterados tarde, siempre a deshora y a buenas horas, de querer ahora todos ser puros, castos e indignadísimos cuando somos y hemos sido de forma evidente cómplices necesarios de toda la corrupción, el amiguismo, el nepotismo, el compadreo, la chapuza, el chaletismo, el vacacionismo, el logsismo, el todosigualismo, el hipotequismo, el irsobradismo y el langostinismo de todos estos años con consecuencias ya no reversibles. País de hipócritas demagogos yonohesidos que ya solo por eso y por la parte de estulticia que conlleva lo anterior merecen lo que les pasa. Crimen y Castigo.

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  8. Anónimo9:46 p.m.

    País España de querer a buenas horas arreglar su hipoteca, su paro, su casta y su ruina cuando ha ninguneado y evitado a conciencia no ya a todos los juanes bautistas que en todos los años aquellos bien claro les advirtieron de lo que les pasa a los pueblos que se acaban por zampar en fiestas todo el trigo del granero para allá por Navidad. Y un ninguneo no ya a ellos, a los juanes y a los josés, que esos al cabo no importan, sino a alguien infinitamente más peligroso; a Ella, a la Realidad. Sin querer saber que Ella, la dueña de la Historia (lo siento, acabo por tender mucho al materialismo histórico) acaba siempre por imponer su Ley. (*) Con lo real no se juega, ni siquiera en la covachuela de las fantasías animadas de Twitter, porque hasta de allá metidos es capaz de sacar de la oreja a los niños inventores de historias la Historia con su mala hostia de madrastra de cuento real.

    Yo no creo en Dios, creo en la Realidad y en que no es Dios quien se impone a la realidad del hombre sino directamente la Realidad misma. Sin intermediarios. La Realidad juega con el Hombre haciendo que el Hombre se divierta y se guste y se lo crea creyendo que juega con Ella. Al final siempre gana el que es capaz de aguantar la risa hasta el final.

    El Dia de la Marmota, la Historia misma. Es lo que nos pasa. Lo de siempre. La de mi abuelo.
    Pero juguemos, juguemos los niños a arreglar los dolores de cabeza con los petardos. Juguemos a hombres a buenas horas y en la gasolinera, que al final la peli mil veces vista ya veremos como acabará por ser de risa.


    (*) A esto, al motor material, de pura Etología, de pura Sociología animal, de la Historia, de qué pasa sin remisión si pones cien ratas en tres metros cuadrados de jaula solo puedo oponer la Historia de las culturas, la mejor adaptación de unas que otras a la Realidad, una digamos Teoría de la Evolución cultural, de las Culturas, que prime mecanismos de inteligencia colectiva, a medio y largo, algo que sea capaz de oponer inteligencia al puro mecanismo de una masa de simios. Pero, bueno... esto es España y como empecé diciendo, no soy optimista.

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  9. Anónimo1:53 p.m.

    "...lo que tenemos en España es orgullo sin responsabilidad, y eso es fatal."

    Curioso. Una frase casi idéntica, puesta en boca de José Bonaparte, usa el doctor Vallejo-Nájera para describir al pueblo español en 1808. Yo sí creo en Dios, pero no en las coincidencias, y que haya este acuerdo en las definiciones no puede ser causal.

    Eborense, strategos

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  10. En Finlandia los niños ya van educados de casa a clase y sólo tienen que atender al profesor y avanzar con el temario. En España tienes que decirles que se sienten, que se callen, porque en casa no se ha hecho, y entonces por eso nunca he visto un profesor que haya acabado el temario de su asignatura.

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  11. Es notable el tocho que se puede escribir sobre la libertad de expresión sin mencionar a la libertad de expresión. Algo así ha pasado con tantos y tantos periodistas y opinadores estos días ¿De verdad conviene desechar tan bonitamente el concepto y pasar directamente a la punibilidad?

    Conste que estoy básicamente de acuerdo con lo expuesto: tras treinta años de democracia, España no es una sociedad democrática. La gente es muy de ir donde va Vicente, o viceversa, o en cualquier caso de recluirse en su mundillo.

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  12. Anónimo11:48 a.m.

    Estoy con Tony Viert, sin esa base lo demás no cuaja.

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