Hace bien pocos días me quejaba, en otro post de este blog, del escaso respeto de los políticos por la Historia. Me quedé corto. Debo pedirles perdón públicamente, no tanto por acusarles de una práctica que no realizan, como de haberlo hecho como si ellos fuesen los únicos que la cometen.
Hace unos pocos días, en una populosa ciudad de la corona metropolitana de Madrid llamada Alcorcón, se produjo un grave altercado tras el cual se ha destapado en España en general, y Madrid-Alcorcón muy en particular, una polémica muy dura sobre la violencia, el fenómeno de las bandas callejeras y el racismo. Se dice que la seguridad ciudadana en Alcorcón es muy escasa y que las bandas latinas tienen la culpa de ello. Se dice que grupos de inmigrantes latinos hacen cosas como monopolizar las canchas deportivas públicas, y cobran a quien quiere jugar en ellas. Se dicen muchas cosas.
El sábado por la tarde, según cosa que era sabida desde días antes, había grupos de personas, españoles de ideologías extremas según algunas versiones, que querían manifestarse en Alcorcón; manifestaciones que vendrían a sumarse a las iniciativas de otros grupos, de corte pacífico, que han pretendido durante toda la semana, sin éxito, manifestarse contra el racismo y la xenofobia.
La noche del sábado fue, pues, movidita. Hubo mucha policía, carreras, detenciones. Y un periódico de Madrid, en un alarde de periodismo de precisión, le ha llamado a eso Noche de cristales rotos.
La Reichskristallnacht, o noche de los cristales rotos, se produjo en Alemania la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, y debe su nombre al hecho de que, a la mañana siguiente, las calles estaban tapizadas con los cristales de los escaparates que grupos de activistas nazis rompieron en el curso de sus pogromos. Aunque la cosa venía de antes. Por ejemplo: en febrero de 1938, había en la ciudad bávara de Munich 1.600 negocios propiedad de judíos. Seis meses después, sólo quedaban 666, la mayoría de ellos propiedad de extranjeros. Durante todo ese año, el gobierno de Hitler promulgó una serie de leyes que impedían que los judíos pudiesen ocupar determinadas profesiones, desde médicos hasta vendedores ambulantes. El 17 de agosto se publicó un decreto por el cual todos los judíos venían obligados a unir a su nombre, cualquiera que éste fuere, el de Israel; y Sara para las mujeres. Tendrían que utilizarlo siempre en público, para que todo el mundo supiera que eran sucios judíos. Se les obligó a poner una J enorme en sus pasaportes.
A lo largo del verano de 1938, un montón de sinagogas y cementerios judíos fueron profanados por toda Alemania. En la primavera, Hitler visitó Munich y expresó en público su repugnancia porque la Deutsches Künsterlerhaus (Casa de los Artistas Alemanes) estuviese cerca de una sinagoga. Pocos días después, los nazis la demolieron. La excusa oficial fue favorecer el tráfico rodado. El baboso Julius Streicher, asesino en serie de judíos y otras razas menores, le hizo la pelota al Führer inmediatamente demoliendo la sinagoga de Nuremberg. La demolición fue toda una fiesta.
La mañana del 7 de noviembre de 1938, un adolescente polaco de raza judía, Herschel Grynszpan, disparó al tercer secretario de la embajada alemana en París, Ernst von Rath. El 9 de noviembre, Von Rath moriría por las heridas del atentado, pero ya en las horas anteriores, instigados por la prensa nazi, se habían producido pogromos en varios lugares de Alemania. A las diez de la noche del día 9, Joseph Goebbels pronunció un discurso radiado en el que informó al pueblo alemán de la muerte de Von Rath, de la producción de las primeras represalias antijudías, y llamó a la producción de manifestaciones espontáneas en toda Alemania. En su diario, en el que habla de una recepción, anterior al discurso, en el Ayuntamiento de Munich en la que también estuvo Hitler, Goebbels anotó esto: «Explico el asunto al Führer. Él decide: que las manifestaciones continúen. Retirad a la policía. Que los judíos sientan por una vez la cólera del pueblo».
Militantes y simpatizantes del NSDAP, miembros de las SS, de las SA, recibieron aquella noche la instrucción de quemar sinagogas en toda Alemania y destruir propiedades judías. Según los informes, ardieron varios centenares de sinagogas y se demolieron unas 100 en toda Alemania (los bomberos recibieron orden de limitarse a impedir la propagación del fuego a edificios colindantes); la Gestapo transmitió la orden de detener a entre 20.000 y 30.000 judíos varones; y se destruyeron, según los cálculos, al menos 8.000 negocios propiedad de judíos. Se arrasaron las casas particulares, se destrozaron los muebles, las ropas fueron rotas en la calle. Los propios nazis valoraron los daños en cientos de millones de marcos. Aproximadamente un centenar de judíos fueron asesinados e innúmeros grupos seriamente maltratados, incluyendo ancianos, mujeres y niños. Los judíos detenidos, que fueron enviados a campos de concentración, fueron humillados en las comisarías y torturados con elevados niveles de sadismo.
Igualito que en Alcorcón donde, según oigo en la radio, ha habido cuatro detenidos y una persona con la nariz rota.
Lo más cachondo de todo esto es que el periódico al que se le ha ocurrido la feliz idea de hacer la conexión mental Alcorcón-Reichskristallnacht otorga el mayor espacio de su portada a una noticia sobre la intensa preocupación de los especialistas en Historia sobre la pobre preparación de nuestros estudiantes de hoy en día.
Señores periodistas: la cultura bien entendida empieza siempre por uno mismo.
La verdad es que mucho del periodismo moderno es una vergüenza.
ResponderBorrarTal vez en malaprensa (http://personales.ya.com/josumezo/malaprensa/index.html) agradezcan que les envíes un link a este post... no suelen comentar cosas de tipo histórico, pero barbaridades como esta merecen una mención.
Un saludo y a seguir así que es un placer leeros.
no se en que periódico leí que hablaban de una banda callejera de TRES miembros, vamos, presidente, secretario y tesorero, no daba para mas. En el edificio donde vivo hay varios pisos de estudiantes, deben ser unas 8 o 10 bandas, alguna -peligrosísima -de hasta 4 miembros
ResponderBorrarsi no recuerdo mal aparte de atacar a los judios tambien aprovecharon esa noche para hacer "limpieza" politica, los miembros mas disidentes del partido nazi creo que fueron eliminados esa noche
ResponderBorrarNeko
Esa limpieza a la que aludes ya la habían hecho antes en la noche del 30 de junio de 1934. Fue entonces que se cepillaron a Ernst Roehm y a las SA, que representaban el ala más radical del nazismo y podían suponer un peligro para Hitler. De paso se cargaron a algunos políticos y oficiales conservadores cuya enemistad hacia el nazismo era conocida.
ResponderBorrarAnónimo, creo que te equivocas de noche. La que tú citas es la Noche de los Cuchillos Largos, en junio de 1934, cuando Hitler desmanteló gran parte de la organización de la guardia de asalto o Sturmabteilung (SA). Las SA, que se organizaban en pequeños grupos, comenzaron en 1921 haciendo de guardaespaldas de Hitler. Tras el fallido putsch de Munich y el exilio de su jefe, Hermann Göring, quedaron en manos de Ernst Röhm, un furibundo nacionalsocialista más socialista que nacional (al estilo de los falangistas radicales españoles: anticapitalista y también bastante enemigo del ejército).
ResponderBorrarCon Röhm, las SA se convirtieron en una auténtica fuerza paramilitar a la que Hitler temía por su poder. A lo que hay que unir que ni al ejército ni a los grandes empresarios les gustaban los mensajes radicales de Röhm.
La Noche de los Cuchillos largos fue un golpe de efecto dentro del partido nazi en el que esa estructura quedó desmantelada y Röhm encarcelado. Un jefe de la SS, Michel Lippert, lo visitó en la cárcel de Stadelheim, en Berlín , y le disparó en el pecho, al parecer después de haberle ofrecido suicidarse.
Como disculpa oficial para la acción se utilizó la más que probable homosexualidad de Röhm, hecho éste que ha disparado las teorías sobre la presunta condición homosexual de Hitler, en la que yo, personalmente, no creo.
Efectivamente, la noche de los cuchillos largos.
ResponderBorrarLa SA era una de varias organizaciones paramilitares (me suenan los cascos de acero, exmilitares desmovilizados) que se movían en o alrededor del partido nazi.
Si no recuerdo mal, su caída viene provocada por una pugna entre la SA y el ejército: la SA quería integrarse en el ejército, y específicamente recibir armamento pesado; el ejército decía que nones, y Hitler aprovechó para jugar a dos barajas y terminar descabezando a la SA y a cambio adquirir control absoluto del ejército (culminando en el famoso juramento de lealtad, que pone los vellos de punta en el World at War), eliminando así dos posibles fuentes de problemas. Hablo de memoria.
Hitler no llegó a donde llegó consintiendo estructuras de poder que no controlara él personalmente.
JdJ:
ResponderBorrarToda manifestación xenofoba o racista es equiparable, TODA.
Siempre se empieza desde abajo.
Lo que para vos es una comparación exagerada, para mi es un botón de muestra.
Por otra parte, y acerca del fin de la esclavitud en España ¿Aquí también fueron segregacionistas? Es decir ¿Siguieron teniendo derechos distintos los esclavos y los españoles libres hasta los años de gobierno de Lyndon Johnson?.
Un abrazo.
No tuvimos tiempo de planteárnoslo, Sergio.
ResponderBorrarLa esclavitud en España, cuando fue derogada, ya sólo se daba en territorios que prácticamente perdimos de seguido nada más derogarla.