Esta mañana he leído un artículo periodístico. Lo he leído en un periódico de Madrid que se llama El País. Y, leyéndolo, no he podido evitar sentir vergüenza.
No lo voy a copiar entero. Es un artículo un poco largo. Pero sí voy a copiar algunas frases. Dice el autor:
«Han pasado siglos, han pasado eras, durante los cuales los poetas no han cesado de cantar las excelencias de la mujer, ni los moralistas se han cansado de recomendarla al resto de los hombres. Han pasado siglos, han pasado eras, y desde las alturas de la década XIX, un hombre religioso y sabio ha mirado a través de los tiempos y ha interrogado a los genios que pasaron. Los genios le han hablado todos de la superioridad moral de la mujer».
Y, en otro punto del artículo, dice su autor:
«Han pasado siglos, han pasado eras de religiones de amor y poesía; los cantos a las diosas, los cantos a las vírgenes, los cantos a las madres han dejado profundas huellas en nuestros corazones; pero todavía, en el rincón oscuro de un hogar frío, la pobre Margot espera impaciente y temblorosa la llegada del macho enfurecido que agite la quietud de su miseria pasiva y resignada con estremecimientos de amores brutales y enfermos». Más adelante, el autor se pregunta: «¿A quién se le ocurre pedir a los borrachos que liberten a sus mujeres? ¿No sería mucho más cuerdo pedir a las mujeres que se libren de los borrachos?»
Es un alegato, sí, contra la violencia doméstica. Ya es de por sí vergonzoso tener que admitir la existencia de ésta en una sociedad que decimos moderna y desarrollada. Pero lo que más vergüenza me da de todo es tener que recordaros, lectores, que éste es un blog de Historia. Que El País, periódico madrileño, no fue fundado en 1975, sino refundado. Con el mismo nombre tuvo una existencia anterior, durante la primera mitad del siglo pasado, como periódico de corte intelectual e ideología republicana.
El artículo que os he citado fue publicado, sí, por El País. El 5 de octubre de 1906. Hace ahora cien años. Su autor fue Julián Besteiro. Hace tantos, tantos años de este artículo que, cuando lo escribió, Besteiro era aún un socialista de nuevo cuño.
Y nos cabe preguntarnos cuántas de las palabras escritas por él, hace ahora cien años, han sido acalladas por el tiempo. Ni una sola, quizás.
Hoy, como hace cien años, sigue siendo necesario el consejo con el que, hace casi 37.000 días, Julián Besteiro terminaba su artículo: «Mujer, sé digna, y sé fuerte».
Está claro: se tarda, al menos, un siglo en reconocer a los que se adelantan a su tiempo.
ResponderBorrarMuy, muy bueno.
Salud!