La Historia demuestra muchas veces que un rey no es, necesariamente, la persona más poderosa de un reino. En español tenemos la costumbre de designar a esa persona que está al lado del rey y que, en realidad, es más poderoso que él, con la palabra “valido”; aunque, justo es decirlo, con la llegada de Juego de Tronos, hoy son muchos que se entienden mejor usando la expresión Mano del Rey que, la verdad, es muy gráfica.
Lo que ya no es tan común es que la condición de valido,
Mano del Rey o, como más propiamente lo llamaban los hombres de los que hoy
hablamos, regente, llegue a ser casi tan hereditaria como la del propio rey. Y,
sin embargo, esto pasó en Japón con la poderosísima familia de los Fujiwara.
Ocuparon posiciones de poder los siguientes miembros de esta
familia: Saneyori, hijo de Tadahira; Koretada, hijo de Morosuke (hermano de
Saneyori); Kanemichi, Yoritada y Kaneiye, los tres hijos de Koretada; así como
Michitaka, Michikane y Michinaga, los tres, hijos de Kaneiye. Y ya, muy poca
cosa, Yorimichi, hijo de Michinaga.
Todos estos nombres son nombres de hombre. Sin embargo, el
éxito de la familia Fujiwara, aunque pueda parecerlo, no reside en la valía de
estos machos, sino en la habilidad de sus hermanas a la hora de casarse y
quedarse preñadas. En el Japón que comentamos (siglo X), para llegar a ser
regente o valido no hacía falta ser especialmente listo; lo que hacía falta era
poder mostrar muchos méritos de cercanía al rey, o a su heredero. Y para esto
fue para lo que los Fujiwara utilizaron a su elenco femenino. Por ejemplo,
Morosuke, que fue ministro de Estado, se apresuró a meter a su hija Yasuko en
el tálamo del emperador Murakami. Buscaba lo que pasó: Yasuko dio a luz al
príncipe de Asturias (so to speak), el futuro emperador Reizei; momento
a partir del cual Morosuke, como abuelo del nuevo rey, se convirtió en la
hostia en verso.
Koretada fue regente, es decir, alcanzó el máximo rango de
estar al lado del rey y ser sus ojos y sus oídos. Ahí, sin duda, la familia
Fujiwara marcó un punto claro de poder; aunque le pasó lo que suele pasar en
esos casos: los propios miembros de la familia comenzaron a pelearse entre sí
para quedarse solos con todo. Kaneiye, el benjamín de Koretada, era un tipo
especialmente ambicioso y absolutamente carente de prejuicios o principios, y
desde que tuvo pelos en los huevos quiso suceder a su padre, saltando por
delante de sus dos hermanos mayores e, incluso, si se ponía muy gilipollas, de
su propio hacedor. Sin embargo, su hermano mayor, Kanemichi el previsor, sabía
lo cachogorila que era su hermano y había hecho los deberes. Años antes, en
efecto, le había arrancado a Yasuko, la emperatriz y tía suya, el compromiso
escrito de que él sería el futuro regente. Al emperador Reizei, el hijo de
Yasuko, Kanemichi le caía como el culo; sin embargo, no fue capaz de ir en
contra de un compromiso adquirido por su madre.
En el año 977, Kanemichi, que había sucedido a su padre,
estaba para roscarla. Sin embargo, por esas razones que sólo conocen bien los
hermanos, se había jurado que el puto Kaneiye no sería Kampaku, regente,
después de él (el Kampaku era propiamente un valido, pues trabajaba para un
emperador ya crecido; el Sessho es el regente propiamente dicho, pues curraba
para un emperador sin destetar). Así pues, lo denunció por delitos reales o
presuntos (esto nos resulta difícil de adverar hoy en día) y designó a su otro
hermano, Yoritada, que además era mayor que Kaneiye. El emperador, que ya hemos
dicho que en el pasado ya habría querido nombrar a Kaneiye en lugar de Kanemichi,
de nuevo se tragó sus deseos y se tuvo que callar. Yoritada, una vez que vio
asegurada su posición, le ofreció cagando leches al emperador una hija para que
se la puliera. Pero los caprichos de la naturaleza hicieron su papel. La hija
de Yoritada resultó esméril. Como consecuencia, cuando en el año 984 el
emperador Hanayama, normalmente conocido como Kazan, llegó al trono, Yoritada
carecía de agarradera para su poder. Esto abrió la puerta a Kaneiye y, sobre
todo, a su descendencia.
Kaneiye era ya ministro de Estado cuando Kazan llegó al
poder; pero quería ser Kampaku. Sin embargo, el emperador le contestó que era (copio,
ojo) gaiso shuto ni mo arazu; o sea que, ni siendo suegro ni abuelo del
emperador, no podía reclamar el puesto. Así que ahí se quedó esperando hasta el
año 986, cuando llegó el emperador Ichijo, puesto que éste era nieto materno
suyo. Yoritada tuvo que dimitir.
Kaneiye convenció, no sabemos muy bien de qué forma, a Kazan
para que abdicase, puesto que con quien tenía lazos de sangre era con el sucesor Ichijo,
como ahora veremos. Obviamente, pues, su interés era claro. Una vez que
consiguió prevalecer, en todo caso, consolidó el poder de su rama familiar. Sus
tres hijos: Michitaka, Michikane y Michinaga, lo sucedieron por su orden. Michinaga,
el último, fue el más poderoso de todos.
Kaneiye es un perfecto ejemplo de la política de alianzas
tejida por los Fujinawa. Además de los tres hijos varones que hemos citado, con
su esposa principal, Toki-hime, Kaneiye tuvo dos hijas: Akiko y Yukiko. Todavía
tuvo un hijo más, Michitsuna, con su segunda esposa. Akiko, la mayor de las
hijas de Kaneiye, fue colocada por éste como concubina del emperador Enyu; tan
pronto como le vino el litro, concibió un niño, que sería ese Ichijo que fue
proclamado emperador en el 986, generando el derecho de Kaneiye a ser regente,
por cuanto era su abuelo. Akiko, que recibió el tratamiento de Kotaigo o
Emperatriz Viuda (reina madre diríamos nosotros) se convirtió, de hecho, en el
personaje más influyente de la Corte.
En el año 995, cuando Michitaka murió, había nombrado a su
hijo Korechika para que fuese el nuevo Kampaku. Korechika era un chavalote muy
querido del emperador Ichijo y de la emperatriz Sadako. Sin embargo, Akiko lo
odiaba, y eso bastó para que el emperador acabase nombrando a Michinaga.
Michitaka, el hermano de Michinaga y padre de su gran rival,
Fujiwara no Korechika, era un gran mamador. Mamaba tanto que es conocido el
detalle de que, en su lecho de muerte, cuando fue conminado a rezar para la
salvación, lo único que quería saber era si en la otra vida se reencontraría
con sus compis de hemicránea. A causa de esta afición suya fue regente apenas
cinco años, desde el 990 hasta el 995. Lo sucedió su hermano Michinake, pero
que estaba tan hecho polvo que se murió a la semana. Por esta razón es conocido
como Nanuka Kampaku, algo así como el hombre que gobernó siete días.
La muerte de dos de los tres hermanos fue la que abrió la
pelea directa entre Michinaga y su sobrino Korechika. En el 995, Korechika
tenía sólo 22 años, pero su carrera iba como un tiro porque lo habían nombrado
Sangi, es decir gran consejero o así. Michinaga tenía treinta palos, pero era
menos popular en la Corte. A pesar de todo ello, allí la que mandaba era Akiko,
hermana de Michinaga como sabemos, y Emperatriz Viuda.
Korechika tenía una amante, a la que visitaba casi cada
noche en el palacio Ichijo, una de las mansiones de los Fujiwara, donde la
chavala vivía con sus hermanas. Mucha gente suponía que Kazan, el emperador
emérito que había abdicado ante las presiones de los Fujiwara, también iba al
mismo palacio a pulir, aunque teóricamente estaba metido en un monasterio. Korechika,
concluyendo que, tal vez, Kazan visitaba a la misma concubina que él, decidió
esconderse en el jardín con su hermano Takaiye a esperar al emérito para,
cuando apareció, atacarlo. El pecado de los hermanos al disparar aquella flecha
fue doble: habían atacado a un emperador, y habían atacado a un monje; ambas
cosas, prohibidas. Así las cosas, Michinaga acusó a los dos hermanos de delito
de lesa majestad.
El tribunal que juzgó el caso concluyó que la culpa no había
sido de sus hermanos, sino de sus sirvientes. Sin embargo, Michinaga amenazó
con plantear nuevos cargos, tras lo cual los hermanos fueron sacados de la
capital; Korechika como vicegobernador de Kyushu, Takaiye gobernador de Izumo.
Automáticamente, la hermana de Korechika, la emperatriz Sadako, comenzó a
perder poder.
En la primavera del 996, Sadako, un poco mosca, se marchó
del palacio imperial y se radicó en la llamada mansión Nijo. Allí, meses
después, dio a luz a una niña: Osako. Mala suerte tener una niña en el momento
en que Akiko le estaba haciendo la cama y promocionando dentro de la corte a la
princesa Yoshiko, que era de su cuerda (y de Michinaga).
Al emperador, sin embargo, Sadako le molaba. La comenzó a
visitar en su mansión y, pasado un tiempo, le pidió que regresase a palacio con
su bebé. En el 999, Sadako cantó línea pariendo a un niño, y poco después fue
promocionada desde su puesto de consorte (Chugu) al de emperatriz (Kogo). Pero
fue entonces cuando la hija de Michinaga, Akiko, con once años de edad, entró
en palacio como nyogo, es decir, algo así como proto concubina, con la
intención de su padre, finalmente cumplida, de convertirse en la favorita del
emperador. A finales del año 1000, la caída en desgracia de Sadako se hizo cada
vez más evidente. Murió de parto, con sólo 25 años de edad.
Aunque Michinaga se convirtió en uno de los hombres más
poderosos en la Historia de Japón, formalmente no lo fue tanto. En 1995 lo
nombraron Nairan, algo así como secretario o jefe de gabinete del emperador;
pero nunca fue, formalmente hablando, Kampaku, ni Dajo Daijin, o canciller del
reino, el puesto más elevado posible. La razón es que cuando lo nombraron
Nairan no tenía ningún argumento para reclamar más posición por ser pariente
por parte materna del emperador. En ese momento, mucho antes de que Akiko
pudiese entrar en la Corte, Michinaga carecía de esos galones. Sin embargo, una
vez que tuvo la edad suficiente (o, más bien, cuando su padre consideró que era
así) Akiko se convirtió rápidamente en la favorita de Ichijo y le dio un hijo.
Para entonces, Michinaga parece haber acumulado un enorme poder, pues sabemos
que Ichijo, siendo el emperador, le pidió que tuviese paciencia; que dejase que
fuese emperador su primer hijo (el nacido en 999 de Sadako, cuando Akiko
todavía tenía sólo siete años); pero, a pesar de que le prometió que su propio
nieto sería emperador después, Michinaga se negó a escuchar. Así las cosas,
sería el hijo de Akiko el que sería emperador, con el nombre de Go-Ichijo. Pero
no ahora. Ichijo, su padre, estaba tan jodido que abdicó en el 1011, y murió
pocas semanas después a los 31 años de edad, tras 26 de reinado. Fue sucedido
por el hijo del emperador Reizei, Sanjo, y, después de éste, le llegó el
momento a Go-Ichijo y, después, al otro hijo de Akiko, Go-Suzaku (Go suele
significar “el segundo”; es algo así como nuestro junior, entonces).
Igual que Ichijo se había pulido a una hija de Michinaga, el
Nairan se apresuró a encamar al emperador Sanjo con otra; y, no contento con el
tema, incluso casó a Go-Ichijo con su tercera hija (o sea: si echáis bien las
cuentas, veréis que Go-Ichijo se casó con su tía); y, ¿os extrañaría saber que
Go-Suzaku se casó con la cuarta hija de Michinaga, también tía suya? La quinta
y última hija se casó con el hijo de Sanjo.
Michinaga la roscó en el 1027, siendo sucedido por
Yorimichi, que fue Kampaku durante cincuenta años, sirviendo a Go-Ichijo,
Go-Suzaku y Go-Reizei. Aunque formalmente los Fujiwara estaban al mando de
todo, cada vez esta realidad era más formal y simbólica que otra cosa. Otras
grandes familias nobles y guerreras estaban empezando a acopiar poder propio.
Así las cosas, en el año 1068, cuando el emperador Go-Sanjo sucedió a Go-Reizei,
existía en el Japón, cuando menos entre sus clases gobernantes, un sentimiento
generalizado anti-Fujiwara.
Go-Sanjo era el segundo hijo de Go-Suzaku, hijo de la
princesa Yomeimon-In, que no pertenecía a la familia Fujiwara. Liberado de la
vinculación que había pesado sobre sus antecesores, Go-Sanjo quería gobernar
por sí mismo, y quería echar a los Fujiwara, más bien porque los Fujiwara le
habían intentado echar a él cuando peleaba por ser el heredero. De hecho, entre
la muerte de su padre y su ascensión al trono pasaron veinte años durante los
cuales, al parecer, Yorimichi le hizo la vida imposible. Así pues, cuando llegó
al trono, tuvo claro que no tenía deudas que pagarle a nadie.
Go-Sanjo disfrutó poco de su poder. Murió el 1073, tras sólo
cuatro años en el poder. Sin embargo, dejó en herencia la caída definitiva de
los Fujiwara, que ya no volverían a los altos escalones del poder. Japón había
tenido, sobre todo con Michinaga, una experiencia clara de qué pasa cuando
concentras demasiado poder en manos de alguien. Había que organizar las cosas
de otra manera.
Esa forma fue el Insei o “gobierno de los emperadores
enclaustrados”.
Este sistema consistía en que el emperador titular podría,
si quería, abdicar en la persona de un heredero que considerase dócil e
influenciable, no pocas veces menor de edad. El emperador emérito normalmente
tomaba la tonsura, se convertía en monje, pero seguía de hecho gobernando desde
el palacio o monasterio donde hubiese decidido recluirse. Era, pues, emperador por teletrabajo. Esta costumbre se
asentaba sobre el hecho de que en Japón era común la práctica del Inkyo, es
decir, del retiro en los últimos años de la vida para no tener que cumplir con
las obligaciones sociales. En la Historia de los emperadores de Japón hay un
huevo que abdicaron, de hecho.
Esta técnica la inauguró Go-Sanjo, quien abdicó en la
persona de su heredero Shirakawa. Shirakawa fue emperador, primero de paja y
después de verdad, desde el año 1072 (recordad que su padre murió al año siguiente)
hasta el 1086, año en el que él mismo abdicó para recluirse en un monasterio,
desde el que gobernó el Japón hasta 1129, es decir, 43 años. Durante este tiempo
hasta tres emperadores ocuparon el trono, pero sin mandar una mierda.
El sistema se generó, como digo, para evitar la excesiva
concentración de poder; pero pronto mostró el problema por el otro lado. Hizo crisis
en el año 1123. En ese año, el emperador reinante, Toba, que gobernaba bajo la
auditoría del interminable Shirakawa, que le ordenaba desde el monasterio,
decidió abdicar él mismo. Entonces accedió el emperador Sutoku, con lo que el
sistema, durante los seis años que todavía duró Shirakawa, tuvo tres emperadores,
dos de ellos ex emperadores enclaustrados. Durante casi treinta años más, Toba
le aguantaría el tirón a la muerte desde su monasterio, con los que vivió a haber tres emperadores, ya que Sutoku escogió hacer la misma jugada que el propio Toba, es
decir, abdicar y convertirse en segundo emperador enclaustrado.
Con la muerte de Sutoku (1158), el sistema pareció regresar a
la relativa normalidad de emperador y emérito. Nijo subió al trono en dicho año
porque el emperador Go-Shirahawa, que reinaba desde tres años antes, decidió
hacerse emérito tras la muerte de Sutoku; y así estuvo hasta el 1192, más de
treinta años pues. El segundo de los emperadores que tuvieron que soportarlo
dando por culo desde el monasterio, Rokujo, decidió abdicar él mismo en 1168,
como hizo su sucesor, Takakura. Por lo tanto, el sistema de emperadores
enclaustrados regresó a la realidad de tres gobernantes a la vez. Este sistema
no desapareció hasta el año 1192, cuando Go-Toba se quedó solo en el trono. El
sistema, pues, estuvo vigente, de una manera u otra, durante más de un siglo y
13 emperadores.
Os he hecho un esquema para que no os perdáis.
Los historiadores no se ponen muy de acuerdo sobre las
intenciones de Go-Sanjo cuando inventó el sistema de los emperadores
enclaustrados. Pero muchos creen que la suya fue una mera solución provisional
que se le ocurrió para salir del paso. Si fue así, entonces deberemos concluir
que los españoles no somos los únicos que inventamos soluciones provisionales
que acaban durando casi para siempre.
bUEN DÍA; PRIMERO, ESPERO OTRA SERIE JEJEJE. Y segundo, tal vez está hablando piedras, pero quizá la propensión de los hikikomori a aislarse pueda deberse a una tendencia de la sociedad japonesa a condescender con el asilamiento... a partir de lo que mencionas sobre este sistema de emperadores enclaustrados. Solo es una hipótesis :)
ResponderBorrarQuise decir quizá estoy hablando piedras :D; y donde dije asilamiento es aislamiento.
BorrarEn realidad, algo parecido existió para los reyes medievales en España. Pero era sólo cuando estaban ya tan cascados que no podían reinar. Se retiraban del mundo y dejaban de reinar. Esto de los emperadores enclaustrados, en el fondo, era otra cosa, y su fracaso fue lo que abrió el camino a los señores de la guerra. Pero eso ya habría que contarlo otro día.
BorrarParece todo rarísimo, aparte de que los nombres son un follón. No entiendo que un emperador se retirase para quitar poder al valido de turno, que me ha parecido que era el problema que se quería solucionar. Más bien parece que dependería más de él. Habría que saber más de cómo funcionaba esa corte y las distribuciones de poder para entender que alejarse de la corte no le quite poder a uno
ResponderBorrarCreo que el tema viene de que ser emperador titular era un coñazo fino. Vivían con un ritual tan complicado que su actuación era muy limitada. Se vivía mucho mejor y se disponía de mayor libertad como ex-emperador lo que permitía mangonear mucho más a gusto. Cuando los emperadores pasaron a "reinar pero no gobernar" las abdicaciones se multiplicaron porque no compensaba aguantar el coñazo cuando el que mandaba de verdad era el Shogun (Que muchas veces era mangoneado por regentes que eran los que realmente mandaban porque son sus costumbres y hay que respetarlas)
BorrarYa lo de dos emperadores retirados es de traca, y me parece complicadisimo desentrañar cuánto y en qué mandaba cada cual. La dinámica matrimonial en cambio se ve clara, y la hemos visto funcionar en otras Cortes. Me acuerdo ahora de la monarquía inglesa, que se casaban mucho en casa, las carreras por colocar una esposa de tu familia, o la francesa, donde solía estar el puesto de favorita por ocupar.
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