El hundimiento
De Krebs a Demnin
El frente
occidental, y sobre todo las tropas británicas, se encontraba en
abril con otro problema: la falta de motivación. Cuando el final de
una guerra se adivina cercano y uno sabe que va a perderla, las
rendiciones y deserciones se multiplican. Pero la situación no es
mucho mejor entre las tropas que saben que van a ganar. El soldado
que sabe que va a ganar, en efecto, comienza a juguetear con la idea
de regresar a casa; y esto lo hace menos arriesgado. En todo ejército
que tiene ya ganado el partido se produce un movimiento que es
especialmente perceptible entre los mandos intermedios: sargentos,
capitanes y comandantes son cada vez más renuentes a aceptar
misiones arriesgadas para sus tropas, pues ahora se preguntan si
verdaderamente son necesarias, y si soportarán las bajas que
eventualmente se produzcan. Porque morir en medio de una guerra es
una desgracia; pero morir en sus últimos estertores es una putada.