Los comienzos de Mandela
Biko
El
ridículo internacional que hizo Mbeki con el tema del SIDA sólo
quedó enmascarado gracias a la labor de zapa que realizaron tantos
palmeros en el mundo occidental, empeñados en convencernos de que la
culpa de que la gente muriese a capazos en África a causa de la
enfermedad era del Papa de Roma o de las farmacéuticas. Mbeki era un político básicamente
demagogo, en la concepción moderna de la demagogia, ya se sabe:
decirle cosas que uno sabe que son mentira a tipos que uno sabe que
son imbéciles. El flamante presidente de Sudáfrica se vio
crecientemente mesmerizado por las teorías de un pequeño conjunto
de científicos (entiéndase por científico persona con título
universitario en Ciencias; si para una cosa sirvió la polémica del
SIDA en África fue para aprender el poquísimo valor que tiene la
referencia “soy microbiólogo”, mucho menos “soy médico”)
que propugnaban las típicas teorías rompedoras sobre el SIDA: que
si no existía, que si se lo habían inventado las grandes potencias
en connivencia con las farmacéuticas para profundizar la pobreza en
África, que si los antirretrovirales mataban mientras el SIDA no...
la típica gran gala de soluciones tontopollas y mistabobas a las que
el pueblo, ese ente eternamente sabio, se abrazó gustoso.