En sus tiempos hubo eruditos, entre ellos incluso el Papa Benedicto XIV, que consideraban que la palabra misa deriva del hebreo misach, una palabra que se cita en el Deuteronomio y que significa algo así como oblación espontánea. Sin embargo, es creencia común, y más que probablemente acertada, que le llamamos misa a ese precepto católico cumplido usualmente durante los fines de semana por derivación del verbo latino missere, pronto derivado en mittere, que es como se encuentra en los diccionarios, y que tuvo el sentido de despedir o enviar. La costumbre observada en los tiempos de los primeros cristianos de negar a los penitentes la parte más sagrada de la misa generó la expresión mittebantur poenitentes, que, por lo tanto, cuando llegaba esa parte mollar de la celebración eran sacados de la asamblea, missi.
miércoles, noviembre 23, 2016
lunes, noviembre 21, 2016
Trento (10)
Recuerda que en esta serie hemos hablado ya, en plan de introducción, del putomiérdico estado en que se encontraba la Europa católica cuando empezó a amurcar la Reforma y la reacción bottom-up que generó en las órdenes religiosas, de los camaldulenses a los teatinos. Luego hemos empezado a contar las andanzas de la Compañía de Jesús, así como su desarrollo final como orden al servicio de la Iglesia. Luego hemos pasado a los primeros pasos de la Inquisición en Italia y su intensificación bajo el pontificado del cardenal Caraffa y la posterior saña con que se desempeñó su sucesor, Pío IV, hasta conseguir que la Inquisición dejase Italia hecha unos zorros.
Bueno, una vez pergeñada esta
introducción de varios capítulos para que os podáis imbuir del
espíritu del siglo y del pedazo de follón que tenía montado Europa
con la coña del luteranismo, ha llegado al momento de que nos
metamos con lo que viene siendo el Concilio de Trento en sí. A ver
si la descripción, que diría un taurino, nos sale importante.