No hace mucho rato hemos asomado por la
ventana de este blog a dos de las mayores herejías maniqueas de la
Edad Media europea: los paulicianos y los bogomilos. A los bogomilos
los dejamos, de hecho, amplia y sólidamente establecidos tanto en
Constantinopla como en Bulgaria, que verdaderamente parecieron, en
algún momento del siglo XII, sus sedes centrales permanentes. Pero
las cosas iban a cambiar un poco; el bogomilismo estaba llamado a ser
más multinacional.
Al alborear el siglo XIII, en efecto,
los bogomilos tenían dos grandes iglesias u organizaciones: la
constantinopolitana, y la búlgara. La primera de éstas, sin
embargo, acabó sufriendo el mismo destino que la ciudad en la que se
asentaba; esto quiere decir que fue perdiendo peso y poder a marchas
agigantadas. Las últimas noticias de actividad bogomila en
Constantinopla son de 1230. A partir de ahí, huyendo de la
decadencia, el maniqueísmo originalmente balcánico habría de
desplazarse hacia el oeste.
En lo referente a Bulgaria, esta nación
había experimentado, en 1186, su independencia del Imperio, gracias
a la labor de los hermanos Asen, quienes fundaron el que se conoce
como segundo imperio búlgaro. Es bastante probable que este
movimiento secesionista fuese, en buena parte, animado o apoyado por
el maniqueísmo bogomilo. Sin embargo, la dinastía de los Asen
pronto decidió cultivar una importante amistad con Roma; y el Papado
siempre los presionó para que diesen la espalda a los herejes.
Las palabras pasaron a los hechos el 12
de febrero del 1211, en el concilio de la iglesia búlgara celebrado
en Tirnovo, cuyo principal punto del orden del día era la condena de
los bogomilos; por aquel entonces, Roma había enviado a Bulgaria un
cardenal legado. Se decidió que todos los maniqueos serían
arrestados; aquéllos que se arrepintiesen sufrirían distintas penas
de cárcel, mientras que los relapsos serían exiliados. Sin embargo,
esta política prorromana se apoyaba fundamentalmente en la actitud
del zar Boril, quien fue depuesto en 1216 por Juan Asen, claramente
apoyado por los bogomilos, entre otras cosas porque se apresuró a
reconocer su legalidad en cuanto se sentó en el trono. En todo caso,
la inestabilidad en el país había aconsejado a algunos bogomilos a
emigrar; buena parte de ellos lo habían hecho a Macedonia, donde se
establecieron con tanto éxito de crítica y público que la
jerarquía oficial entró en pánico. Hasta nosotros ha llegado toda
una colección de cartas de Demetrios Chomatianos, obispo que era de
Ohrid, expresando gran temor por dicho establecimiento.
A principios del siglo XIII, la iglesia
maniquea búlgara era tan numerosa, y tenía tanto prestigio, que
incluso algunos prelados católicos llegaron a creer (y a escribir)
que en aquel país residía el Papa bogomilo, lo cual es una chorrada
porque esta iglesia no tenía sumo pontífice. Sin embargo, el
segundo imperio búlgaro iba como la mierda, lo cual arrastró a los
bogomilos. El estallido en el Imperio de la controversia hesicasta
(que no explicaremos aquí; dejémoslo en que fue una agria polémica
entre los partidarios y detractores de Gregorio Palamas) afectó
bastante a los bogomilos. Por otro lado, también se introdujeron
algunas tendencias hebraizantes en el país.
Sin embargo, el bogomilismo supo
superar sus fronteras naturales para sobrevivir. A principios del
siglo XIV, consiguió un gran triunfo al lograr establecerse en el
mismísimo monte Athos. Irene, una beata tesalonicense, había
establecido una especie de posada para descanso de los monjes del
monasterio cuando bajaban al pueblo. Irene, sin embargo, se hizo
bogomila, y comenzó a comerle la oreja a sus huéspedes, quienes
asimismo comenzaron a difundir la creencia entre los compañeros que
se quedaban en la montaña. El poder abacial, sin embargo, acabó por
tomar cartas en el asunto, y expulsó del monasterio a los dos monjes
más decididamente heréticos, llamados Lázaro y Cirilo. Ambos se
fueron a Tirnovo, la capital del imperio búlgaro, donde
establecieron cada uno una secta maniquea distinta. Lázaro, que
debía ser un nota de la hostia, se hizo nudista (sic) a causa de su
voluntad de volver a la inocencia y pureza del nacimiento; y llevaba
esta teoría al extremo de defender que, para no traer al mundo
cuerpos que se deterioraban, los hombres deberían aceptar su
castración. Nudista y castrador, es probable que las Femen lo
hubiesen adorado.
Cirilo, por su parte, era un maniqueo
más normalito. De los que rechazan el culto a la cruz y a las
imágenes.
En la misma época en la que Lázaro se
despelotaba en las plazas de Tirnovo, apareció una tercera secta,
comandada por un predicador itinerante llamado Teodoro. Teo, parece
ser, también era partidario del nudismo. No sólo se desnudaba el
tío sino que (ésta es la iglesia que siempre has buscado, lector)
basaba sus enseñanzas en impulsar a sus acólitos a pecar,
para así poder ejercitar la gracia del arrepentimiento. Así pues,
los teodorianos, ya que estaban en pelotas, se dedicaban
habitualmente a penetrarse y tal.
La Iglesia búlgara
convocó dos concilios en Tirnovo, en 1350 y cinco años después,
para acabar con aquella patulea de movidas raras. En el primero de
ellos, fueron juzgados, y condenados, Lázaro y Cirilo. Cirilo, que
ha habréis adivinado que era un poquito más prudente, se
arrepintió. Pero Lázaro y su principal discípulo, Esteban, permanecieron impasible el ademán. Fueron
condenados a ser marcados a fuego en la cara y exiliados.
A pesar de todas
estas medidas, a principios del siglo XV todavía había nutridas
colonias bogomilas en Macedonia. Simeón, metropolitano de
Tesalónica, denuncia su existencia por entonces, aunque los llama
kudugeros. En todo caso, el país tiene problemas más graves, pues
ya lleva casi un siglo sufriendo la presión otomana. Los turcos
habían tomado Adrianópolis en 1357. Interviniendo inteligentemente
en las querellas dinásticas de los búlgaros, los turcos supieron hacer daño, por lo que el poder local intentó aliarse con los serbios pero, la verdad, con los serbios no hay quien
firme una alianza así como así. Cuando los turcos derrotaron a los
serbios en la Maritsa (1371), Bulgaria fue suya. El último zar de
Tirnovo moriría en 1395. Tres años después su hermano Sratsimir,
zar de Vidin, también murió; y Bulgaria comenzó una larga etapa de
cinco siglos de dominación.
Dado que la cosa
estaba así de mal, como ya hemos dicho, a los bogomilos no les quedó
otra que mirar hacia donde se pone el sol. Su primer terreno lógico
de expansión fue Serbia. Pero allí el rey Esteban Nemanya, quien
por razones geopolíticas se había convertido en un campeón
ortodoxo, los combatió con las armas y obligó a muchos a exiliarse.
Entre la Serbia
propiamente dicha y el mar Adriático se extiende una tierra que en
la Edad Media formaba un reino llamado de Dioclea o Zeta, que
nosotros tendemos a conocer más como Montenegro. Dado que los
diocleos, como los serbios, eran tope violentos, allí el
bogomilismo, de naturaleza más bien pasota, hizo pocas incursiones.
Pero al noroeste de la Dioclea se encontraba el entonces llamado país
de Hum, Zaclumia o Chelma; tierra que más tarde, cuando fuere
gobernada por los duques de San Sava pasó a ser llamada El Ducado o,
más comúnmente, derivando de la palabra alemana que designa un
ducado, la Herzegovina. Al norte de Hum se encontraba otra provincia
distinta, conocida como Bosnia.
Tanto en Hum como
el Bosnia, el bogomilismo sí que consiguió penetrar. Esta
penetración vino desde Dalmacia y Tracia a través de la conocida
como Iglesia de Drugucia; y, en Bosnia, por la llamada Iglesia de
Esclavonia.
Aproximadamente en
1150, el emperador Manuel, que andaba a hostias con el rey diocleo
Radoslav, acabó partiendo sus tierras entre diversos príncipes de
una vieja dinastía noble serbia, los Zavida. Entre ellos, Esteban
Nemanya recibe el país de Hum. Pero Nemanya, ya lo hemos visto,
accede en 1168 al trono de Serbia, por lo que Hum pasó a su hermano
Miroslav. Al mismo tiempo un protegido de Manuel, llamado Kulín,
accede al trono bosnio, donde permaneció como independiente a la
muerte del emperador (1180).
Empiezan las
interpenetraciones. Miroslav se casa con la hermana de Kulín (que lo
mismo se llamaba Nalguita). Ambos cuñados tenían un problema común:
en sus reinos podían encontrar sendas poblaciones nutridas de
católicos y ortodoxos; los primeros venidos desde Dalmacia, y los
segundos procedentes de la población netamente balcánica. Esta
diferencia religiosa fue muy pronto utilizada (es lo habitual) para
una lucha política. Los reyes de Hungría y los emperadores
bizantinos habían disputado durante mucho tiempo la Bosnia y el país
de Hum; los primeros con el apoyo del clero católico, y los segundos
con el ortodoxo. Se podría pensar que la bandera ortodoxa se fue a
la mierda con la decadencia de Constantinopla, pero no: Esteban
Nemanya,. rey de Serbia, tomó el testigo.
Kulín,
pillado como su cuñado Miroslav en medio de esta disputa
geo-religio-política, llegó a la conclusión que lo mejor era un ni
p'a ti ni p'a mí, basado en
alimentar la herejía. Y convenció a Miroslav.
En 1180, Miroslav
tuvo un enfrentamiento frontal con el arzobispo católico de Spalato,
Rainiero, que era algo así como el primado del país de Hum.
Rainiero tenía un candidato para el obispado de Stagno pero Miroslav
no lo quería; además, el rey consideraba que el arzobispo no era
una cosa que un tapado del rey húngaro. Además, Miroslav le embargó
al arzobispado una fuerte cantidad de dinero.
Rainiero le fue con
el tema al Papa Alejandro III. Álex envió a la zona a un nuncio
papal, llamado Teobaldo. Cuando llegó, se encontró a un rey
absolutamente de canto que, además, alimentaba la herejía en modo
Experto. El nuncio lo amenazó con la excomunión, amenaza ante la
cual Miroslav se chupó un pie.
Encabronado, Jandro
se dirigió al rey de Hungría, que entonces era Bela III. Roma
consideraba a Bela soberano de Hum (título y poder que Miroslav no
reconocía) y por eso le exigió que hiciese cumplir sus designios.
Pero no parece que Bela pensase que tenía vela en ese entierro
(obsérvese la elegante paranomasia).
El
Papado, sin embargo, no da hilo sin puntada. En marzo de 1198, el
príncipe Andrés de Hungría accedió a los títulos de príncipe de
Dalmacia, de Croacia y de Hum. Un año más tarde moría Miroslav,
con lo que el trono pasó al húngaro. Para entonces su mujer ya no
vivía con él, pues se había desplazado a Bosnia a vivir con su
hermano, en una corte abiertamente maniquea que, de hecho, afirma su
fe bogomila, junto con 10.000 súbditos, en 1199. Para entonces,
estos bogomilos bosnios comenzaron a ser conocidos como patarinos,
nombre que probablemente deriva del italiano patera,
copa. Así serían conocidos en la Europa occidental.
La dominación
total de la clase política por los patarinos bosnios exasperaba a
Inocencio III. En el 1200 exigió a Emerico, rey de Hungría, que
depusiese a los patarinos por las armas. Sin embargo, la realidad era
muy otra. Para empezar, el obispo de Bosnia, Daniel, se había pasado
a los heréticos. Para seguir, la expansión patarina continuaba,
sobre todo después de que dos maniqueos italianos, Mateo y
Aristodio, fundaran una escuela herética en Spalato. En aquella
época, incluso, los heréticos destruyeron una catedral católica,
la de Kreshevo, y se establecieron tan fuertemente en la ciudad que
ésta permaneció 35 largos años sin obispo.
En
1202, los cruzados, de vuelta de saquear Constantinopla, hicieron lo
propio con la ciudad dalmacia de Zara, que no pertenecía a Amancio
Ortega sino al rey de Hungría, pretextando que era un foco herético.
Temeroso de recibir más leches, Emerico decide marchar sobre Bosnia.
Kulín, que entiende que no va a poder presentar batalla seria,
escribe a Roma, contando que es que él creyó que los patarinos eran
buenos cristianos y bla, y solicita el envío de una misión católica
a Bosnia. En 1202, se presentan en Bosnia dos enviados papales: el
arzobispo de Spalato, Bernardo; y un capellán de Su Santidad, Juan
de Casamaris. El 6 de abril del año siguiente, en Bjelo Polje,
delante del nuncio papal Juan y su archidiácono Marin, Kulín y sus
súbditos abjuran de su herejía. Pero, vamos, que no fue una
conversión muy apasionada nos lo dicen datos como que el rey bosnio
se comprometió a comulgar siete veces al año, y ni una más.
De hecho, el Papa y
el rey de Hungría se fiaban tanto de ese pacto que exigieron el
envío a Hungría, como rehenes, del hijo de Kulín, así como dos de
los principales representantes patarinos.
Kulín murió en el
1204 formalmente católico, pero cabe preguntarse si no seguiría
siendo herético de convicción. Porque es un hecho que el pacto
firmado con el nuncio papal no redujo un adarme ni el número ni la
presencia social de los patarinos en Bosnia. Esteban, su hijo, era al
parecer un buen católico; pero jamás tomó medidas serias contra el
maniqueísmo. En primer lugar, ni el Papa ni, sobre todo, el rey de
Hungría, que tenía un follón de puta madre en casa, estaban en
condiciones de presionarlo. Y, por otra parte, la invasión húngara
había provocado la típica reacción nacionalista en Hum. Hasta el
punto de que el príncipe húngaro colocado ahí, Andrés como hemos
visto, fue rápidamente sustituido por un noble local patarino,
llamado Pedro.
En 1221, el papa
Honorio envió a un legado, su capellán Acontio, a ver cómo iba la
movida por Bosnia. A Acontio, cuando se bajó del AVE y vio lo que
había, se le salieron los testículos del escroto y se le fueron
rebotando cuesta abajo. Poseedor de cartas del Papa al rey de Hungría
dándole poder omnímodo, el plenipotenciario papal trató de
convencer al rey Andrés de que montase una cruzada contra Bosnia,
pero el húngaro le contestó que no mamase tan de primera hora. Sólo
encontró un apoyo: el del arzobispo de Kolosz, Ugolín; pero, como
bien dijo Stalin en la conferencia de Yalta, los sacerdotes no tienen
divisiones acorazadas. Lo que sí tenía Ugolín era pasta, y con
ella se ofreció a financiar la guerra, siempre y cuando, al
finalizar ésta, la propia Bosnia y sus provincias limítrofes de
Usore y Soli pasaban a su jurisdicción (no sabía ni nada el cura).
El Papa consintió, entre otras cosas porque no le quedaba otra.
A la búsqueda de
un jefe para la cruzada, los húngaros dieron en su propio reino con
Juan el Ángel, hijo del emperador bizantino Isaac y de Margarita,
hermana del rey húngaro Andy. El arzobispo le adelantó una fortuna, cien
marcos de plata; pero Juan se piró con la pasta y, de hecho, la
Historia ni siquiera sabe a qué lupanar fue gastárselo.
Los bosnios,
mientras tanto, depusieron a Esteban en 1232 y pusieron en su lugar a
un rey patarino, Mateo Ninoslav, quien le dejó a Esteban y a su hijo,
Sebislav, un pequeño terreno en Usore. Ninoslav convirtió el
patarinismo en la religión de su Estado. Por dos veces, Ninoslav
amagó con convertirse al catolicismo: en 1233, cuando apareció por
Bosnia un legado papal con fuerzas húngaras; y en 1237, cuando fue
objeto de una cruzada liderada por Colomán, duque de Croacia e hijo
del rey Andrés. En ese año, Ninoslav fue reducido a la condición
de jarrón chino, pero en 1240 sabemos que había recuperado el poder
y la independencia, que consolidó mediante una alianza con Ragusa.
Un año después, los mongoles le arrearon a los húngaros tal mano
de hostias que éstos se quedaron sin capacidad de intervenir en
Bosnia. Cuando Ninoslav murió (1250), el propio Vaticano consideraba
Bosnia como un Estado totalmente entregado a la herejía.
En Hum las cosas no
iban mejor para la ortodoxia romana. Aunque Tolen, sobrino y sucesor
de Pedro, tuvo que aceptar la soberanía formal de Serbia, en realidad
conservó su independencia, favoreciendo descaradamente el
maniqueísmo patarino. Muerto en 1239, fue sucedido por Andrés y
éste por su hijo Radoslav, que supieron hacer del país un lugar
próspero. Sin embargo, es probable que a mediados de siglo sufriese
una fuerte presión serbia; en 1254, Radoslav se declaró siervo de
Hungría.
En Bosnia, la
muerte de Ninoslav en 1250 fue una muy mala noticia para los
patarinos. Comenzó una guerra civil en toda regla, alimentada por
las disputas dinásticas, que debilitó al país en el momento,
además, que en Hungría subía al trono Bela IV, quien se hizo con
el control de la nación balcánica. Con el objeto de debilitarla,
decidió partirla. Así, la llamada Bosnia-Machva, en el norte, fue
entregada a su propia familia, esto es su hermana Agnes y
su cuñado, Ratislav, de origen ruso. El sur se lo entregó a casas
nobles católicas locales. Como resultado de esta partición, en 1272
Bosnia tenía tres reyes: dos nobles húngaros que gobernaban al
norte, y un noble bosnio en el sur. Pocos años después, la parte
norteña había sido convertida en un infantado magiar, en la persona
de la reina madre Isabel. La reina madre, ferviente católica,
comenzó a perseguir herejes como el que abre huevos Kinder. A su
muerte (1282), su hijo,el rey serbio Esteban Dragutin (él mismo ya
un viejo) heredó el infantado. Esteban se había convertido al
catolicismo y siguió la labor de su madre con tanto celo que el Papa
acabó enviándole misioneros franciscanos para que le ayudasen.
En 1312, Dragutin
se retiró a un convento, a mortificarse. Durante algunos años mandó
en Bosnia Mladen Chulitch, un católico miembro de una casta noble de
Dalmacia y Croacia, que persiguió a los herejes. Pero no era un rey
que gustase a los húngaros, quienes acabaron sustituyéndolo en 1322
por el hijo de Dragutin, Esteban Kotromanitch, quien se anexiona Hum
en 1325 e incluso Dalmacia poco después.
Con Kotromanitch
comienza el gran momento de la Historia de Bosnia. Ortodoxo de
nacimiento, se había convertido al catolicismo, pero, al contrario
que sus antecesores, muestra una gran tolerancia hacia los patarinos.
El Papa Juan XXII intenta convencerle de que retome las
persecuciones, pero Esteban le dice que no. Entre otras cosas, porque
la labor de los misioneros es dificultada por ellos mismos. Acabamos
de leer que el Papa había enviado franciscanos. Pero resulta que, en
tiempos de Miroslav, el derecho a predicar y luchar contra la herejía
había sido concedido a los dominicos, por lo que ambas órdenes
estaban en guerra civil; no parece la mejor forma de aunar fuerzas,
la verdad.
Kotromanitch murió
en 1353. Le sucedió su sobrino, Esteban Tvrtko I, quien en 1376
sería proclamado rey de Serbia, de Bosnia, de las provincias
costeras y de los países occidentales; posesiones a las que, en
1390, unió Dalmacia y Croacia. Esteban era ortodoxo, pero buscaba la
amistad de los patarinos por necesidades políticas. Tvrtko le otorgó
a la Iglesia patarina la igualdad civil con la ortodoxa y la
católica. El Papa Inocencio IV escribía cartas exigiendo una
corrección de esa situación, pero eran automáticamente colocadas
entre las nalgas del soberano. Urbano V llegó decretar la
excomunión de cualquier ciudad dámata que hubiera dado refugio a un
solo herético.
Cuando
Tvrtko murió en 1391, Bosnia estaba en todo lo gordo de su
brillantez. El país todavía no sentía el aliento turco en su nuca.
Ciertamente, los otomanos habían vencido a los serbios en Kosovo,
pero eso en realidad a Bosnia le fue de coña, porque se pudieron
anexionar una parte de Serbia. Sin embargo, faltos de una buena
dirección, los bosnios verían pronto descender su poder. Dividida
por querellas internas y con los turcos ad portas,
después de treinta años masturbatorios volvió a ser una provincia
húngara. Segismundo, emperador y rey Hungría, designó para
gobernar Bosnia al hijo de Tvrtko, al que lógicamente conocemos como
Tvrtko II. Sin embargo, en 1415, un ex rey de Hum, Esteban Ostoya,
usurpa el trono, y consigue que el turco le deje en paz, por lo que
logrará gobernar tranquilamente, tanto él como su hijo Esteban
Ostoyitch.
Bosnia era débil.
Pero no así la herejía. Ostoya la apoyó sin fisura alguna. Para
entonces zonas enteras, como Srebenica o Hum, eran totalmente
patarinas.
En 1421, Tvrtko II
reconquistó su trono. Pero, aun siendo él católico, sabía que no
podía ni aspirar a luchar contra los patarinos, porque lo echarían
de nuevo. Por otra parte, Roma tenía ya otras cosas en las que
pensar y de hecho muy pocos años después, en el concilio de Basilea
(1431), ya no hablaría del problema de los patarinos, sino del de
los husitas. Los reyes bosnios y serbios fueron invitados a ir a
aquel concilio, pero ni se molestaron en contestar los correos
electrónicos.
En 1432, el Papa
envía a un monje, Jacobo de Marchia, a quien el concilio otorga
plenos poderes inquisitoriales. Al parecer, Jacobo se desempeñó con
tal violencia con sus propios subordinados que hasta el gran maestro
de los franciscanos le escribió una carta desde Toulouse en la que
le puso de puta para arriba; así pues, abandonó.
Jacobo dijo, en su
informe final, que había fracasado por la pasividad de Tvrtko. Pero
es que el rey bosnio no hubiera podido ayudarle aunque quisiera.
Bosnia, en realidad, estaba dominada por dos nobles patarinos: Sandal
Hranitch y el voivoda Radosav Pavlovitch. A la muerte de Sandal
(1435), todas sus posesiones en Hum y el sur de Bosnia pasaron a su
sobrino, Esteban Vuktchitch, que fue el que, al ser reconocido duque
de San Sava, recibió del emperador el nombre para sus posesiones de
Ducado o Herzegovina.
Tvrtko II murió en
1443, asesinado por la gente de su corte, quienes tal vez estaban
hasta los huevos de intentar pronunciar el nombre del puto rey.
Eligieron para sucederle a Esteban Tomás, hijo ilegítimo de Esteban
Ostoyitch. Tomás había nacido patarino pero en 1444, esperando
tener así apoyos en occidente para permanecer en el poder, se
convierte al catolicismo. Dos años después, el Papa y el general
húngaro Juan Hunyadi exigen a Tomás que luche contra el
patarinismo. Respondiendo a estas presiones, primero les prohíbe
construir iglesias nuevas, luego reparar las antiguas y, finalmente,
en 1450 prohíbe el culto. La población, mayoritariamente patarina,
o bien buscó la protección de los duques de San Sava, que les eran
proclives; o bien, directamente, complotaron con los turcos. Bosnia
quedó escindida en dos religiones y media, siendo la media el
pequeño componente ortodoxo balcánico.
El lector que haya
llegado hasta aquí probablemente se explique por qué los turcos
entraron en Bosnia como un cuchillo caliente en la mantequilla. En
1461, Tomás fue asesinado y sustituido por su hijo, Esteban
Tomasevitch. Éste, animado a ello por el Papa, se niega a satisfacer
las regalías del turco. El sultán Mohamed ve el cielo abierto e
invade Bosnia en 1463. Radak, general en jefe de las fuerzas bosnias,
era un patarino que había sido convertido forzadamente por su rey.
Probablemente en venganza, decide hacer de conde don Julián de esta
historia, y se rinde inmediatamente.
Herzegovina, mucho
más montañosa y con menos divisiones religiosas, seguirá siendo
independiente veinte años más. Al final, en todo caso, el único
que resiste es Montenegro. Los turcos, de hecho, nunca fueron capaces
de invadirlo.
La dominación
turca supuso la orden a los nobles locales de que se convirtiesen al
Islam si querían conservar sus tierras; la inmensa mayoría de los
nobles patarinos se convirtieron. Los súbditos les siguieron, de
modo que a las puertas del siglo XVI, Bosnia era ya un país
mayoritariamente musulmán.
Así pues, habían
pasado unos cuatro siglos durante los cuales la herejía maniquea
había librado en Bosnia y en Herzegovina una batalla en igualdad con
católicos y ortodoxos. Allí, sin embargo, estaba todo el pescado
vendido. Si los patarinos querían seguir haciendo ruido en la
Historia, tendrían que irse a ese sitio adonde siempre van los que
huyen: a Francia.
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