Te recuerdo que antes de seguir leyendo te hemos recomendado que pases por una cabina de descompresión.
La primavera de 1934 es un periodo efervescente para Alemania. Especialmente en la cúpula del poder, donde, desde la victoria electoral del nacionalsocialismo, una pregunta aparece en todas las tertulias: ¿quién sucederá a Hindenburg?
La primavera de 1934 es un periodo efervescente para Alemania. Especialmente en la cúpula del poder, donde, desde la victoria electoral del nacionalsocialismo, una pregunta aparece en todas las tertulias: ¿quién sucederá a Hindenburg?
El viejo mariscal
tiene mil años y su salud está flaqueando de una forma preocupante.
Hindenburg es totalmente consciente de este deterioro, pues, cada vez
más, tiende a quedarse en su feudo de Neudeck, alejado,
literalmente, del mundanal ruido. Y casi nunca convoca a Adolf Hitler para
que despache con él. Presidente y canciller es como si no se
conociesen.