Por un cortacabeza, como se dice en lenguaje hípico, ha ganado la encuesta la formación de los Estados Unidos sobre otro de los temas que os proponía, que es el sistema métrico decimal y la medición del mundo. La votación ha sido tan ajustada que me estoy planteando desarrollar las dos series de forma más o menos simultánea. Llevará más tiempo, pero el cliente manda.
Comenzaremos, en todo caso, por los Estados Unidos. Ese lugar que nos importa un huevo, que muchas personas incluso odian, pero al que, curiosamente, no paramos de imitar. Hace unos días asistí (por primera vez en treinta años; tres décadas resistiendo) a una boda pagana en las afueras de Madrid. El novio esperó a la novia en el altar (o sea, en el cabecero de la sala donde se celebró la boda); costumbre que hemos aprendido en las pelis americanas porque en España (ahí están las pelis españolas para demostrarlo) el novio, de toda la vida, ha esperado a la novia (y eso si llega tarde) a la entrada de la iglesia. En la boda, asimismo, también hubo intervenciones de parientes y amigos de los novios; otra costumbre sajona que nosotros no habíamos practicado hasta que nos fascinó la cultura social de esos asquerosos imperialistas. Los españoles más progresivos, guays y socialmente divinos de la muerte, que son los actores y directores de cine, se montan cada año una ceremonia de entrega de premios cooptados que no puede esconder su vano (algunos dicen que estúpido) intento de parecerse a la gala de los Óscar de Hollywood.
Vemos sus series, comemos su comida, y vivimos sus elecciones presidenciales como si fuesen nuestras, inventando conjunciones planetarias y todo. Lo cierto es que nos importan, como también es cierto que la historia de la formación de esta nación es, en realidad, importante para cualquiera interesado en los asuntos de la Historia.
Si nos da el bofe, terminaremos esta serie allá por 1960. Es una percepción personal. En mi opinión, los Estados Unidos se han formado hasta dicha fecha y, a partir de la misma, han madurado, lo cual es un proceso relativamente diferente. El segundo en el que el cráneo de John Fitzgerald Kennedy revienta por la bala disparada por sabe Dios quién, el tiempo se dobla y comienza otro momento. Es una impresión particular, no está sacada de ningún sesudo manual.
Vayamos, pues, todos juntos, yo el primero, por la senda constitucional.
América (del Norte) comenzó a forjarse de alguna manera en 1536. Ésta es la fecha en la que Juan Calvino publica sus Instituciones de la Cristiandad, publicación que lleva la revolución reformadora luterana más allá de Lutero. Calvino pensaba que en el mundo sólo existe una pequeña elite de hombres realmente elegidos por Dios para gobernar la Tierra, su Creación. Llevó a término esa idea en sí mismo y en la ciudad suiza de Ginebra, donde creó un régimen que ha recibido el nombre de puritano. Aunque la intención de Calvino, desde luego, no era luchar por las libertades colectivas, lo cierto es que diversos elementos de puritanismo, como la libre interpretación de las Escrituras, que no deja de ser una defensa de la libertad individual, o la afirmación de la existencia de un poder divino por encima del de los Estados, acabarían por florecer en diversas filosofias individualistas y, diríamos hoy, liberales, que impregnan todavía hoy en buena medida el alma de los Estados Unidos.
Comenzaremos, en todo caso, por los Estados Unidos. Ese lugar que nos importa un huevo, que muchas personas incluso odian, pero al que, curiosamente, no paramos de imitar. Hace unos días asistí (por primera vez en treinta años; tres décadas resistiendo) a una boda pagana en las afueras de Madrid. El novio esperó a la novia en el altar (o sea, en el cabecero de la sala donde se celebró la boda); costumbre que hemos aprendido en las pelis americanas porque en España (ahí están las pelis españolas para demostrarlo) el novio, de toda la vida, ha esperado a la novia (y eso si llega tarde) a la entrada de la iglesia. En la boda, asimismo, también hubo intervenciones de parientes y amigos de los novios; otra costumbre sajona que nosotros no habíamos practicado hasta que nos fascinó la cultura social de esos asquerosos imperialistas. Los españoles más progresivos, guays y socialmente divinos de la muerte, que son los actores y directores de cine, se montan cada año una ceremonia de entrega de premios cooptados que no puede esconder su vano (algunos dicen que estúpido) intento de parecerse a la gala de los Óscar de Hollywood.
Vemos sus series, comemos su comida, y vivimos sus elecciones presidenciales como si fuesen nuestras, inventando conjunciones planetarias y todo. Lo cierto es que nos importan, como también es cierto que la historia de la formación de esta nación es, en realidad, importante para cualquiera interesado en los asuntos de la Historia.
Si nos da el bofe, terminaremos esta serie allá por 1960. Es una percepción personal. En mi opinión, los Estados Unidos se han formado hasta dicha fecha y, a partir de la misma, han madurado, lo cual es un proceso relativamente diferente. El segundo en el que el cráneo de John Fitzgerald Kennedy revienta por la bala disparada por sabe Dios quién, el tiempo se dobla y comienza otro momento. Es una impresión particular, no está sacada de ningún sesudo manual.
Vayamos, pues, todos juntos, yo el primero, por la senda constitucional.
América (del Norte) comenzó a forjarse de alguna manera en 1536. Ésta es la fecha en la que Juan Calvino publica sus Instituciones de la Cristiandad, publicación que lleva la revolución reformadora luterana más allá de Lutero. Calvino pensaba que en el mundo sólo existe una pequeña elite de hombres realmente elegidos por Dios para gobernar la Tierra, su Creación. Llevó a término esa idea en sí mismo y en la ciudad suiza de Ginebra, donde creó un régimen que ha recibido el nombre de puritano. Aunque la intención de Calvino, desde luego, no era luchar por las libertades colectivas, lo cierto es que diversos elementos de puritanismo, como la libre interpretación de las Escrituras, que no deja de ser una defensa de la libertad individual, o la afirmación de la existencia de un poder divino por encima del de los Estados, acabarían por florecer en diversas filosofias individualistas y, diríamos hoy, liberales, que impregnan todavía hoy en buena medida el alma de los Estados Unidos.
Dos
años antes, 1534, el anglicanismo había sido proclamado religión
de Estado en Inglaterra. Anglicanismo y calvinismo, ambas fes
protestantes, acabarían entrando en conflicto. En 1563, Isabel I, la
Reina Virgen (según algunos, más bien la Reina Bollera), consolidó
el anglicanismo mediante la adopción de los llamados 39 artículos
de religión, que lo separaban definitivamente de la Iglesia de Roma.
Sin embargo, los 39 artículos le supieron a poco a los calvinistas
ingleses, que querían ir mucho más allá hasta extirpar
completamente de su país cualquier residuo de catolicismo.
Inglaterra
comenzó su exitosa carrera en el Nuevo Mundo en mayo de 1607, cuando
tres barcos que llevaban un centenar de aventureros desembarcaron y
se establecieron a unas 50 millas del James River, en Virginia. Estos
pioneros habían embarcado con financiación de un grupo de ricos
comerciantes londinenses, encabezados por sir Thomas Smith y un
noble, sir Edwin Sandys, especialmente conocido por sus tendencias
puritanas. Soñaban con la posibilidad de que estos colonos pudieran
establecerse en algún lugar donde pudiesen producir sedas y tintes
que en ese momento los ingleses debían comprar a Francia y España;
dos clientes sometidos a enormes riesgos.
Fallaron.
Los colonos que fundaron Jamestown pronto fueron pasto de la malaria
y de los ataques de los indios. En 1624, el rey Jacobo I revocó la
autorización colonial para Virginia, convirtiéndola en una
provincia. De las 6.000 personas que habían partido hacia allí,
4.000 habían perecido. Había otro problema, además. No pocos de
aquellos colonos virginianos eran pobres sirvientes que habían
firmado un contrato denominado indenture,
mediante el cual se comprometían a servir a sus señores durante una
serie de años a cambio de recibir, al final del periodo, un pasaje
para América. Encerrados en la jaula de su servidumbre durante años
como hemos dicho, una vez que llegaban al nuevo mundo, estos
firmantes de indentures
se solían descontrolar, y no pocos de ellos se convirtieron en los
primeros elementos de una larga lista de fieros buscadores de oro. En
1618, los promotores de este sistema, esto es los grandes
comerciantes de la capital, reconocieron sus limitaciones y cambiaron
de estrategia: desde entonces, a cada colono (hombre) se le
garantizaría la propiedad de 100 acres de tierra. Este sistema se
combinaba con otro llamado head
right,
por el cual cada amo que se llevaba 50 acres recibía, también, 50
acres para cada sirviente que hubiese conseguido llevar consigo a la
incierta nueva vida. El 39 de julio de 1619 celebró su primera
sesión la House of Burguesses, primera institución con
representantes elegidos en América.
Con
todo, el hecho principal que trabajaría por el desarrollo de
Virginia fue el descubrimiento, en 1615, de que el tabaco medraba en
sus tierras y, consiguientemente, se podía plantar. En la tercera
década del siglo XVII comenzaron a trabajar negros en las
plantaciones de tabaco, pero no sería hasta treinta años después
que fuesen considerados esclavos.
El
tabaco fue un gran negocio para Virginia y creó allí una primera
clase de terratenientes locales. Sin embargo, la avidez de la planta
tendía a empobrecer el suelo, y éste fue el motivo de que los
colonos comenzasen a pensar en expandirse hacia el interior. Los
ricos, ésta es una historia tan vieja como nueva, controlaban en
monopolio la House of Burguesses y, consiguientemente, desde la misma
imponían fuertes impuestos a los pequeños propietarios, además de
hacer bastante poca cosa para protegerlos de los indios. En 1676,
estos pequeños colonos estaban tan hasta los huevos de la situación que, liderados por Nathaniel Bacon, asaltaron
Jamestown. Organizaron una buena, pero pocas semanas después Bacon
murió y sus adláteres, sin líder, se disolvieron. El gobernador
William Berkeley ahorcó a 23 de ellos.
El
rey Carlos I dió carta de naturaleza en 1632 al primer vecino de
Virginia: Maryland. En tal fecha, otorgó una garantía en el nombre
de sir George Calvet, primer lord Baltimore, para controlar el
territorio entre el Potomac y el paralelo 40. Dos años después
Cecilius, el hijo de George, llevó allí los primeros colonos, la
mayoría de ellos católicos pues ésa era la religión de los Calvet
(algo que, a poco que se piense, está claramente estatuido en el
nombre del Estado). Esto, sin embargo, entró en conflicto cuando el
establecimiento de la Iglesia anglicana en Virginia provocó una
emigración de puritanos hacia Maryland. En 1649, el poder de los
puritanos era ya tan fuerte en Maryland que la asamblea colonial tuvo
que aprobar una ley para proteger a los católicos, la muy célebre,
en Estados Unidos, Toleration Act. En 1691, los problemas entre
puritanos y los sobarrosarios
eran tan fuertes que la Corona tomó la decisión de revocar el poder
de Calvet y convertirla en provincia para poder controlarla mejor. En
1715 regresó a poder de la familia, donde seguiría hasta la
independencia.
Los
católicos de Maryland importaron de Virginia tanto el tabaco como la
costumbre de explotar a los negros.
Trece
años después del asentamiento de Jamestown, 100 puritanos ingleses,
incapaces de llegar a buenos términos con los anglicanos, se
separaron de esta Iglesia y se embarcaron en el puerto de Plymouth,
con destino en Virginia y el objeto de “disfrutar de su propia
forma de pensar en paz y pureza”. Su pequeño pero famoso barco, el
Myflower,
llegó el 11 de noviembre de 1620 a la bahía de Cape Cod; así que
imaginaros la que va a montar el Tea Party el 11 de noviembre del
2020, que quedan cinco añitos...
Habían
terminado tan al norte por culpa de las tormentas. Anduvieron
buscando un lugar bueno para su pequeña república puritana, y un
mes después lo encontraron en un lugar que llamaron (muy
imaginativos no eran) Plymouth. Llegaron allí el día de Navidad;
para abril del año siguiente, la mitad la había palmado.
El
lugar elegido por los colonos, y sobre el que les fueron reconocidos
derechos en 1621, no daba para la agricultura, pero sí para la pesca
y el comercio de pieles, que fue a lo que se dedicaron. A finales de
siglo, 1691, este experimento de los inquilinos del Mayflower
sería absorbido por el establecimiento de la bahía de
Massachusetts. De hecho, ya en 1629 la Compañía de la Bahía de
Massachusetts había conseguido una carta de garantía de Carlos I,
por la que se le concedía un espacio de terreno muy generoso entre
los ríos Charles y Merrimack. La concesión daba a los
concesionarios total propiedad de los recursos minerales y pesqueros.
La
compañía había sido creada por ricos mercaderes puritanos. Esto
quiere decir que el proyecto de Massachusetts tenía, en realidad,
dos objetivos simultáneos: en primer lugar, hacer pasta; y, en
segundo, servir de canal para la emigración de puritanos desde
Inglaterra, movimiento liderado por John Winthrop, él mismo devoto
calvinista. Winthorp habría de hacerse finalmente con la concesión.
En marzo de 1630, comenzó la emigración masiva de personas a la
bahía, en un ritmo de unas 25.000 personas en diez años. Estos
colonos construyeron su capital, a la que llamaron Boston.
Boston
y su bahía se convirtieron, de la mano de los poderes de
autogobierno que se reconocían en la concesión, en una oligarquía
clerical. Todos los miembros de su General Court o parlamento debían
ser puritanos. Los principales miembros de la asamblea, llamados
freemen
(había otra categoría, los assistants;
pero eran designados por los freemen)
venían a suponer el 1% de la población, así pues las virtudes
representativas de este órgano eran muy relativas; aunque esto se
fue suavizando conforme más personas en el territorio fueron
haciendo fortuna.
Una
ley de Massachussets de1635 garantizaba a los freemen
de cada localidad amplios poderes en la organización de la vida de
sus villas. Así se fundó el sistema de reuniones decisorias a
escala de cada población que persiste hoy en día, y que podemos ver
en muchos episodios de The
Simpsons,
en los cuales el pueblo entero se reúne en un salón de actos para
discutir tal o cual cosa. En todas las ciudades de Nueva Inglaterra,
los votantes, que no los ciudadanos, ejercían un poder directo sobre
la administración de las escuelas, las carreteras, la policía, etc.
En 1644, las ciudades ganaron el derecho de enviar representantes a
una asamblea, que se convirtió en la cámara baja de la General
Court.
La
siguiente línea de expansión del proceso colonizador de los futuros
Estados Unidos estuvo provocada por la asfixiante manera que los
clérigos puritanos tenían de llevar las cosas en Nueva Inglaterra,
y que impulsó a algunos a pensar en salirse de las fronteras de sus
concesiones. Fue el caso, por ejemplo, de Roger Williams, que había
llegado a Boston en 1631 siendo un ministro puritano, pero que pronto
se desencantó de la forma de hacer las cosas. Saliendo de
Massachusetts en 1635 en compañía de algunos seguidores, Williams
fundó la ciudad de Providence, en el área de la bahía de
Narraganset. Tres años después, los curas puritanos echaron de
Massachusetts a otra tipa problemática, Anne Hutchinson. Hutchinson
primero marchó hacia Providence, pero pronto cogió a su familia y
se la llevó de allí hasta el territorio de lo que hoy es el Estado
de Nueva York, donde todo lo que consiguió fue que todos los colonos
fuesen apiolados por los indios.
En
1643, una parte importante de todos los asentamientos que habían
sido creados por huidos de Massachusetts se unieron para crear la
patria de Peter Griffin: Rhode Island, para la cual consiguieron una
concesión real como colonia separada en 1644. Williams, el gran
líder de este nuevo proyecto, decretó la libertad religiosa y la
separación entre Iglesia y Estado en la nueva colonia.
Otros
desencantados del proyecto semiteocrático de Massachusetts (pero, en
este caso, por considerar a los gobernantes puritanos demasiado
blandos) se establecieron, durante esos años, en el territorio del
actual Connecticut, liderados por Thomas Hooker. Encontró el
fructuoso valle del río Connecticut, y allí vio crear
establecimientos como Hartford, Wethersfield o Windsor, que se
unieron en 1639 bajo las Fundamental
Orders of Connecticut,
un embrión de constitución. Un año antes, un grupo de colonos de
Connecticut se había establecido en New Haven. Éstas y otras
ciudades creadas fueron reunidas en 1662 para formar la colonia de
Connecticut. Hooker estableció en la colonia un gobierno religioso
todavía más duro que el de Massachussets.
El
territorio más al norte del río Merrimack había sido adjudicado en
1620 a un grupo de aventureros, pero pronto la colonia de
Massachussets reclamó la propiedad y, cuando la obtuvo, comenzó a
enviar (1640) colonos allí. En 1679, una parte de estos nuevos
asentamientos adquirió autonomía propia al crearse la colonia de
New Hampshire; no obstante, el resto, esto es el actual estado de
Maine, permaneció hasta 1820 como parte de Massachussets.
"El segundo en el que el cráneo de John Fitzgerald Kennedy revienta por la bala disparada por sabe Dios quién, el tiempo se dobla y comienza otro momento."
ResponderBorrarPues me sorprende de ti. Si hablas de ello, espero un buen nivel.
Excelente entrada. No sé si habrás leído la serie incompleta de Asimov sobre la formación de EUA. Si es así te agradecedía tu opinión crítica.
ResponderBorrarAsimov se tomaba muy en serio su trabajo y, además, tenía decenas de negros que no solo escribían para él sino que también investigaban. En esas circunstancias, que sus libros hubieran sido malos habría resultado un crimen imposible.
BorrarNo estoy del todo seguro pero, ¿soy el único al que le parece que hay algo mal en la frase "El 39 de julio de 1619 celebró su primera sesión la House of Burguesses..."?
ResponderBorrarAmerica is a big country. Consequently, its dates are also big :-)
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