Hay muchos testimonios, incluso en la
primera Historia de Roma, de que la frontera oriental de sus
posesiones europeas nunca dejó de ser un problema. Pero para hablar
de la caída del poder de Roma, en puridad, hay que desplazarse hasta
el cuarto siglo de la era. Un siglo en el que Roma seguía siendo
enormemente poderosa, pero había cambiado bastante.