Parte 2: La Blavatsky
Parte 3: Guido von List
Parte 4: Jörg Lanz von Liebenfels
Dado que Guido von List nunca tuvo
vocación de líder, sino sólo de ermitaño mistabobo, debieron ser otros los que
se ocupasen de hacer proselitismo de sus ideas. Y esos otros actuaron,
fundamentalmente, a través de dos organizaciones: la Reichshammerbund,
fundada en 1912, y su organización clandestina, la Germanenorden.
Al frente de la primera se encontraron el
coronel Karl August Hellwig y Georg Hauerstein, mientras que en la orden
germánica operaron personas como Hermann Pohl, Bernhard Koerner, Philipp Stauff
o Eberhard von Brockhusen. Pero, sobre todos ellos, descolla Theodor Fritsch,
probablemente el principal activista antisemita de antes de la guerra (o de
después de la guerra, según se quiera mirar).
El antisemitismo de Fritsch no tiene una
fuente ariosófica o teórica, sino bien palpable. Como acertadamente señala Karl
Dietrich Bracher en su imprescindible La dictadura alemana, el
antisemitismo alemán de los siglos XIX y XX tiene fuentes económicas muy
precisas, relacionadas con la grave crisis que la evolución económica, la
creación de grandes corporaciones, etc., genera al modelo de botiguers
germánicos, artesanos, agricultores, etc. El final de la primera guerra mundial,
y más concretamente, la disolución del imperio austro-húngaro, supuso echar
gasolina a esta hoguera, pues creó, en la trastienda de los negocios alemanes,
naciones nuevas que, para hacerse un sitio bajo el sol económico de Europa,
hubieron de competir ofreciendo salarios muy bajos a cambio de productividades
muy elevadas y niveles de formación equiparables.
Fritsch es el primer teórico que
responsabiliza de forma directa al capital judío de la crisis del modelo
económico tradicional alemán. En los primeros años del siglo, su movimiento,
que había sido ya fundado en 1884, jugó a las alianzas políticas, pero fue
rápidamente fagocitado por los partidos conservadores. Por eso, en 1912,
Fritsch clamó por la creación de un movimiento más allá de los partidos
políticos. Aunque, en realidad, el motivo fue otro: el estallido de la
denominada en Alemania segunda crisis marroquí (julio 1911), que evidenció las
grandes dificultades para el país a la hora de construir su propio imperio colonial, supuso
una debacle en las elecciones de 1912 para los partidos conservadores (los
social democráticos casi triplicaron su representación). En este ambiente,
Heinrich Class, dirigente de otra organización antisemita, la Alldeutscher
Verband (Liga Panalemana), publicó su manifiesto “Si yo fuera Kaiser” (Wenn
ich der Kaiser wär!), en el que cargaba violentamente contra los judíos y
llamaba a la imposición de una dictadura. Fritsch recomendó este folleto en sus
publicaciones y, en una reunión celebrada en su casa en mayo de aquel año,
decidió junto con otros correligionarios la fundación de las dos organizaciones
antes citadas.
La Germanenorden creció muy rápidamente,
aunque dicho crecimiento no estuvo exento de problemas. En una asamblea
celebrada el 8 de octubre de 1916 en Gotha, Turingia, diversos miembros de la
organización votaron en contra de la cancillería de la organización por parte
de Hermann Pohl, movimiento al que respondió éste escindiéndose como canciller
de la Germanenorden Walvater von der heiligen Graal. El general Erwin
von Heimendinger le sustituyó al frente de la organización.
La cosa estaba ya madura para ver el
nacimiento de organizaciones más elaboradas. Tales como la Sociedad Thule, y la
figura de Rudolf von Sebottendorff.
Quien luego se conoció, gracias al mito
de sí mismo que construyó, como barón Rudolf von Sebottendorff, había nacido el
9 de noviembre de 1875 en la pequeña ciudad sajona de Hoyerswerda. Era hijo de
Ernst Rudolf Glauer, un maquinista de tren, y de Christianne Henriette Müller.
Fue bautizado Adam Alfred Rudolf Glauer.
Con los años, el futuro barón
desarrollaría una vida de aventurero que incluiría la prosprección de oro en
Australia, entre otros episodios. A finales del XIX trabajó para los turcos. En
Alejandría, en el 1900, tomó contacto con derviches y visitó las pirámides de
Giza; lo cual, inmediatamente, disparó su interés por el ocultismo.
Rápidamente, desarrolló la teoría (que, cabe suponer, provocaría arcadas en
Hitler) de que la cultura germánica de las runas estaba emparentada con el misticismo
musulmán.
El 25 de marzo de 1905, Glauer se casó en
Dresde con Klara Voss, aunque se divorciaron apenas dos años después. En 1908,
volvió a Turquía, alentado por las oportunidades económicas de la revolución de
los Jóvenes Turcos.
En el nuevo nacionalismo turco, Glauer
encontró las semillas de la que sería su ideología; sobre todo, el
panotomanismo que preconizaba la dominación turca de todos los Balcanes. Su
afición la alquimia y los rosacruces, y la reacción antibolchevique hizo lo
demás para construir el teórico antidemocrático, antirracionalista y antisemita
que luego fue.
Glauer afirmó que había sido naturalizado
turco en 1911 y que en dicho año, también bajo la ley turca, había sido
adoptado por el barón Henrich von Sebottendorff. Puesto que dicho acto no era
legal en Alemania, el acto se repitió en 1914 en Wiesbaden, esta vez realizado
por Siegmund von Sebottendorff von der Rose y, aún, más tarde por la viuda de
éste, en Baden-Baden. El 15 de julio de 1915, se casó con una divorciada, Berta
Anna Iffland. En 1916, en la localidad termal de Bad Aibling, Sebottendorff le
echó un ojo a un periodico de la Germanenorden donde aparecían unas runas, y
decidió apuntarse. En septiembre de 1916, mantuvo un encuentro en Berlín con
Hermann Pohl, tras lo cual se convirtió en un activo acólito del mismo en
Baviera. En diciembre de 1917, fue nombrado Maestro de la provincia. En 1918
conoció al que se convertiría en su mano derecha, un estudiante de arte y
herido de guerra llamado Walter Nauhaus.
A partir de ahí, la actividad de la orden
en Munich creció exponencialmente. Las reuniones se celebraban en el domicilio
de Sebottendorff (en la Zeigstrasse de la ciudad); pero en julio de aquel año
la organización era lo suficiente solvente como para alquilar salones para 300
personas en el Hotel Vierjahreszeiten (las cuatro estaciones, si no está muy
apolillado mi alemán).
Puesto que las reuniones tenían contenido
ariosófico, pero también político, y para desviar la atención de los grupos y
fuerzas de izquierdas, a la orden en Baviera la comenzaron a llamar sus
miembros Sociedad Thule, considerando que eso despertaba menos reticencias.
Thule deriva de la tierra descubierta al norte del norte por Pitias allá por el
año 300 AC. Sebottendorff identificaba Thule con Islandia, país de gran
importancia para los ariocéntricos, pues para muchos de ellos era la tierra
remota que habían encontrado los arios puros para refugiarse cuando fueron
empujados por las razas menores. Para los españoles de mi generación, Thule es esa tierra norteña cuya reina, Sigrid, era el pibón aquél que sostenía un eterno y casto noviazgo con el Capitán Trueno.
La tarde del sábado 9 de noviembre de
1918, apenas unas horas después de eclosionar la llamada revolución bávara, la
Sociedad Thule celebró una velada musical. Los Wittelsbach, o sea los borbones
cerveceros (bávaros) habían huido como valientes, el gobierno legal había
dimitido, y la ciudad estaba en el poder teórico de los soviets. Para los
thules, estos hechos eran algo inconcebible y estaban, por supuesto, dirigidos
por judíos (la revolución bávara, de hecho, estaba dirigida por el judío Kurt
Eisner). En la oración dedicada por Sebottendorff a los hechos aquella tarde
puede observarse la importante imbricación que existe entre la reacción nazi
como anticomunismo y la reacción nazi desde raíces más ariosóficas,
relacionadas con la permanencia de un orden en peligro: Wir enlebten gestern
den Zusammenbruch alles dessen, was uns vertraut, was uns lieb und wert war. An
Stelle unserer blutsverwandten Fürsten herrscht unser Todfeind: Juda. Ayer,
hemos experimentado el colapso de todo lo que nos era familiar, querido y
valioso. En el lugar de nuestros príncipes de sangre germánica se encuentra
ahora nuestro enemigo: Judas.
Estas palabras convirtieron a
Sebottendorff en algo más que un parlanchín seudofilosófico; lo convirtieron en
un líder contrarrevolucionario.
El barón prestado había, para entonces,
medrado ya como dirigente, también de forma financiera. Es por esto que, en
1918, a la muerte de un financiero muniqués llamado Franz Eher, adquirió un
pequeño semanario que, desde 1868, llevaba una vida modesta. Por 5.000 marcos,
Sebottendorff se hizo con la propiedad del Beobachter, que él rebautizó
como Münchener Beobachter und Sportblatt. Cuando, en 1919, coincidiendo
con la revolución en Munich, H. G. Grassinger, jefe de producción del
periódico, fundó el Deutsch-Sozialistiche Partei (DSP), Sebottendorff
trasladó la sede de la publicación a la del partido, y convirtió la hoja en su
boletín oficial.
En el verano de 1919, el periódico se
convirtió en una sociedad limitada de 120.000 marcos de capital cuyos
accionistas eran Käthe Bierbaumer, la mujer de Sebottendorff, con 110.000
marcos; y Dura Kunze, hermana del barón, con 10.000. Pero apenas un año
después, la Franz Eher Verlag tenía una distribución bien distinta. Su mayor
accionista minoritario seguía siendo Käthe, pero sólo con 46.500 marcos; Dora
Kunze conservaba sus 10.000. En el resto, Franz von Fleilitszch tenía 20.000
marcos. 10.000 marcos, cada uno, tenían: Gottfried Feder, Franz Xaver Eder,
Wilhelm Gutberlet, y Theodor Heuss. Y completaba el accionariado Karl Alfred
Braun, con 3.500 marcos.
En esta lista encontramos a uno de los
seguidores de Hitler de primerísima hora (Feder), a miembros de Thule como
Fleilitizsch o Heuss... Todos ellos, probablemente, formaron parte de una
movida para arrebatar a la familia Sebottendorff el control del Beobachter.
De hecho, en diciembre de aquel mismo año de 1920 ya sólo había un accionista:
Anton Drexler, quien el 5 de enero de 1919, en la Fürstenfelder Hof Tavern,
había fundado el Deutsche Arbeiterpartei (DAP); que, en febrero de 1920
se había convertido en el NSDAP. En noviembre de 1921, las acciones fueron
nominalmente transferidas a la persona de Adolf Hitler, quien en septiembre de
1919 había asistido, por primera vez, a un mitin del DAP, y que rápidamente
había ido ascendiendo al liderato de la formación.
Pero ya hemos dicho que Sebottendorff se
convirtió, tras el golpe de Einer, en algo más que un teórico. No sólo aportó
al movimiento nazi el que sería su órgano de expresión, sino que, a lo largo
del periodo posrevolucionario, coordinó el acopio clandestino de armas para un
movimiento contrasoviético. También diseñó un plan, fallido, para secuestrar, y
probablemente asesinar, a Eisner en Bad
Aibling. En todo caso, durante el periodo de dominación comunista en la patria
de la cerveza alemana creó grupos armados, la conocida como la Kampfbund
Thule. Pero no fue éste un movimiento alocado de un pasado de vueltas:
Sebottendorf fue autorizado por el gobierno refugiado en Bamberg para reclutar
gente.
En febrero de 1919, Eisner fue asesinado
por el conde Arco auf Valley, un judío resentido porque no le habían dejado
entrar en Thule; se formó un gobierno de inspiración cristianodemócrata bajo la
dirección de Johannes Hoffmann, que no logró devolver la normalidad a la
ciudad; en esas circunstancias, hubo de refugiarse en Bamberg. El 6 de abril,
un grupo anarquista había proclamado la República Soviética Bávara, y el 13,
los comunistas tomaron el poder. La ciudad entró en una fase de violencia gratuita y, en términos
generales, puta mierda.
Hoffmann, en Bamberg, fue incapaz de
organizar una resistencia por sí sola, así pues se vio obligado a aliarse con
las fuerzas más radicalmente conservadoras. Llamó entonces a las Frei Korps, a
Von Epp, a Sebottendorff, a todo dios. El 26 de abril, los comunistas entraron
en la sede Thule y detuvieron a su secretaria, la condesa Heila von Westarp, y
seis personas más, a las que fusilaron el día 30. Uno de estos fusilados era el
príncipe Gustav von Thurn und Taxis, miembro de una de las más rancias familias
aristocráticas alemanas (que da nombre a un montón de vehículos coloreados en
las ciudades del mundo entero), lo que fue un gravísimo golpe de imagen para el
régimen sovietobávaro.
Cuando el llamado Ejército blanco
contrarrevolucionario entró en Munich, el 1 de mayo, se encontró la ciudad en
medio de una rebelión interna, que había sido organizada, instigada y ejecutada
por los Thule. Cuando se logró restablecer la normalidad, regresó el gobierno
Hoffmann de Bamberg; pero para todo el mundo era evidente que aquel Ejecutivo
era rehén de las fuerzas radicales que le habían pavimentado el camino de
regreso al poder.
El último servicio que rindió la Sociedad
Thule al radicalismo conservador ultranacionalista alemán durante los difíciles
meses de la revolución bávara fue acoger en sus salones del hotel
Vierjahreszeiten a algunos de los líderes y formaciones de su cuerda que habían
sido hostilizados, cerrados o perseguidos por el régimen. En la lista de
acogidos hay nombres como los de Alfred Rosenberg, Dietrich Eckart, o Rudolf
Hess.
¿Qué pasó con Sebottendorff tras las
jornadas de Munich? Pues fue acusado de negligente por otros miembros de la
sociedad por haber dejado en la sede los archivos de sus miembros, lo que
permitió a los comunistas, cuando la tomaron, tener información preciosa de a
quién y dónde encontrar. Por esta razón, el barón no volvió a asistir a
reuniones de la sociedad. Abandonó la actividad política y se conformó con
dirigir un pequeño periódico sobre astrología. En 1923 se fue a Suiza pero
regresó en 1933, tras la victoria de Hitler, para refundar la Thule. Sin
embargo, sus constantes apelaciones públicas en el sentido de que él había
inventado el nacionalsocialismo (lo cual, desde un punto de vista
teleolo-ideológico, no era ninguna imbecilidad) le granjearon las iras del
gobierno, para el cual obviamente, todo había empezado en Mein Kampf.
Así pues, fue arrestado en 1934 y, cabe suponer, acojonado en proporción
suficiente como para que se marchara del país, de nuevo a Turquía. Parece ser
que en Estambul trabajó para la inteligencia alemana hasta que el ejército
germano abandonó la ciudad, en septiembre de 1944. Las informaciones más
probables apuntan a que medio año después se suicidó tirándose al Bósforo.
Nótese que a la princesa Marie von Thurn und Taxis, nacida Hohenlohe, están dedicadas las Elegías del Duino, escritas entre el 12 y el 22.
ResponderBorrar"Parece ser que en Estambul trabajó para la inteligencia alemana hasta que el ejército germano abandonó la ciudad, en septiembre de 1944"
ResponderBorrarSupongo que te referirás a cuando Turquía rompió relaciones diplomáticas con Alemania en 1944 y lógicamente las embajadas alemanas en ese país fueron cerradas. Porque aparte de algún agregado militar, no debía haber muchas otras unidades militares alemanas en un país neutral como Turquía