martes, octubre 04, 2011

Justificando el mal

Hoy hacemos de blog "espejo", reproduciendo una entrada que Tiburcio publica hoy en su propio blog. La razón es que la temática también le hace pandán a este blog, y es por eso que publicamos el post en ambos lados. Ahí va.


Justificando el mal. By Tirburcio Samsa.

Los juicios de Núremberg tienen algo fascinante. Tal vez sea la única vez en la Historia en la que un grupo de hombres que se vieron envueltos en unos crímenes atroces, explican su actuación. Además, a diferencia de lo que, por ejemplo, ocurrió con el tribunal que juzgó a los khmeres rojos, no son los líderes los únicos que hablan, sino también personas que ocupaban los segundos y los terceros escalones en la jerarquía.

Leon Goldensohn fue un psiquiatra norteamericano que entrevistó a los procesados y a los testigos con el fin de elaborar un informe psiquiátrico. Con él los acusados se sinceraron algo más que con sus abogados, aunque nunca terminaron de creerse que lo que le dijeran no sería utilizado en su contra. Los testimonios recogidos por Goldensohn han sido recientemente publicados por la Editorial Taurus bajo el título “Las entrevistas de Núremberg”.

Lo primero que llama al leerlas la atención es la falta de arrepentimiento de los acusados. Goldensohn señala a menudo la falta de emoción cuando se refieren a los crímenes. Sus manifestaciones sobre los crímenes tienen algo de estereotipado, algo que no termina de sonar del todo convincente. Casi el más convincente es Kurt Daluege, coronel de las SS y Protector de Bohemia-Moravia desde 1943. Preguntado si se considera culpable, responde con un par que “no” y se queda tan ancho. Uno percibe en la autojustificación de los demás varias líneas de defensa.

La primera es afirmar que sólo se enteraron de los crímenes una vez terminada la guerra. El Mariscal von Manstein ignoraba que los Einsatzgruppen de las SS que operaban en su retaguardia se dedicaban a exterminar a civiles inocentes acusados de ser judíos o comunistas. Göring, que durante muchos años fue el número dos del régimen, no estaba al corriente, sí había escuchado algunos rumores, pero nunca les había dado crédito. Walter Schellenberg, que trabajaba en los servicios de inteligencia, visitó en 1943 el campo de concentración de Oranienburg y “no vi nada raro”. A éste le sueltas en una playa normanda el 6 de junio de 1944 y no habría visto más que a domingueros comiendo tortilla.

Resulta curioso que gente que estaba tan cerca de Hitler no se hubiese dado cuenta de lo que estaba ocurriendo, cuando estudios más recientes muestran que el exterminio de los judíos era un secreto a voces. Una anécdota que leí: cuando los rusos entraron en Alemania internaron a muchos civiles en campos temporales. Lo primero que hacían era llevarles a las duchas. Los alemanes entraban aterrados, pensando que les iban a gasear. ¿De dónde les habría venido la extraña idea de que las duchas son un sitio donde te matan por asfixia, cuando eso lo ignoraba hasta el propio Göring?

En general los acusados echaban todas las culpas del Holocausto sobre cinco personas: Hitler, Himmler, Heydrich, Göbbels y Bormann. En determinado momento, Goldensohn ironiza sobre lo oportuno que resulta que de los responsables del Holocausto cuatro estuvieran muertos y el quinto desaparecido.

Otra línea de defensa es que ellos sólo cumplían órdenes. Este argumento siempre me ha parecido interesante. ¿Por qué la obediencia debe ser una virtud? La disciplina es necesaria para que una sociedad funcione, pero debe estar atemperada por la ética. Matar a un niño no es menor crimen porque te lo hayan ordenado.

Goldensohn preguntó a la mayoría de ellos porqué no habían dimitido de sus cargos. Las respuestas habituales eran que en estado de guerra habría sido desleal y que Hitler no se lo habría permitido. Ninguno da la respuesta que creo que hubiera sido la más verdadera y la más honesta: estaba montado en el machito y disfrutando de mis privilegios; me resultaba más cómodo no ver lo que estaba sucediendo a mi alrededor.

Resulta interesante que muchos de los acusados aducen momentos en los que fueron buenos y salvaron a alguien para demostrar que en el fondo son buenos chicos, o sea, que ellos no pudieron estar tan involucrados en la crueldad del régimen nazi. En esta línea, la mayor parte hacen ímprobos esfuerzos por mostrar a Goldensohn que ellos no eran antisemitas. Al parecer en el régimen nazi no hubo más antisemitas que Hitler, Himmler y Göbbels.

Göring afirma: “Siempre que un judío me pedía ayuda, yo se la prestaba” y narra sus esfuerzos por conseguir que determinadas categorías de judíos (p.ej. los condecorados con la cruz de hierro en la I Guerra Mundial) quedaran exentos de las leyes antijudías. Oswald Pohl gestionaba el oro que provenía de los campos de concentración y cuyo origen último eran las alianzas, las monturas de las gafas y hasta los dientes de las víctimas. Conocía el origen de ese oro, pero aun así se esfuerza por aparecer como un buen chico: “Que provenía de los judíos exterminados es algo que supe yo y que sabía todo el mundo. Pero yo no lo toqué. Me limité a enviarlo a Himmler por medio de mi oficina…” Gestionaba los réditos económicos de los campos de concentración, pero “no participé en el asesinato de los judíos.” Von dem Bach-Zelewski fue uno de los principales oficiales de las SS y lideró una unidad antipartisana en Rusia. A pesar de eso era un buen tipo que fue demandado por ayudar a los judíos de Königsberg, mientras gobernó Silesia ordenó que no se persiguiera a los judíos y que no hubiera guetos y, desde luego, mientras él estuvo en Silesia Auschwitz fue un simple campo de trabajo, no uno de exterminio. Increíblemente el Tribunal le condenó a cadena perpetua. ¿Será que no les convenció el relato de tanta bondad?

Ya el colmo es el argumento de “puede que las cosas fuesen malas, pero sin mí habrían sido todavía peores.” El rey de ese argumento fue Otto Ohlendorf. Ohlendorf había sido el responsable del Einsatzgruppe D, al que se acusa de haber cometido unas 90.000 ejecuciones de civiles en la retaguardia rusa. Entre los ejecutados había facinerosos tan temibles como niños de cinco años y ancianas de ochenta. Para empezar Ohlendorf no cree que su grupo ejecutase a 90.000 personas, sino que calcula que debieron de ser 60.000 ó 70.000. Parece que la inocencia fuese una mera cuestión contable. Ohlendorf era el responsable del grupo, pero no tuvo que realizar las ejecuciones personalmente y solamente las presenció brevemente en dos ocasiones. En realidad, “yo sólo tenía que ocuparme de que se hiciera de la forma más humanitaria posible” y dice más adelante: “me encargué de que no se produjeran atrocidades ni tratos brutales.” Vamos, que las víctimas deberían estar agradecidas de que Ohlendorf fuese el responsable y no algún otro cabrón. Por cierto, que me encanta enterarme de que te hagan desnudarte al pie de una fosa y te peguen un tiro no es un trato brutal.

En su indignación, Goldensohn se permite unos comentarios, que serían aplicables a casi todos los demás acusados y que, para mí, representan el meollo de todo el asunto: “Ha puesto el peso de los asesinatos en masa sobre los hombros de Heydrich. No siente más remordimiento que el puramente nominal. Parece un espectro quemado; y su conciencia, si así se puede llamar, está limpia como una patena, e igual de vacía. Muestra un ápice de afecto, nada llamativo. Su actitud es la de “¿por qué se me culpa? Yo no hice nada.”

Goldensohn también las hacía preguntas personales sobre su infancia, sobre sus cónyuges, sobre sus hijos. Leyendo sus respuestas uno advierte que eran personas normales, capaces de sentir afecto por sus seres queridos, capaces de sentir amistad, de apreciar el arte, de mostrarse generosos. Esa es la principal lección de Núrenberg: quienes cometieron esas atrocidades eran personas normales, personas como nosotros. Si la vanidad, el miedo, la comodidad, la ambición, etc. llevaron a esas personas corrientes a colaborar con un sistema perverso, ¿cómo sabemos que nosotros no habríamos reaccionado de la misma manera si hubiésemos estado en sus zapatos?

19 comentarios:

  1. Me resulta muy curioso que el ser humano se extrañe de que haya personas capaces de cometer atrocidades. No sé, es como si nos hubieramos convencido de que una persona que comete cualquier tipo de crimen lo hace poseído por una enajenación mental en el mejor de los supuestos. Pero me resulta más curioso aún que alguien con unos conocimientos tan grandes de la historia se sorprenda de la maldad o crueldad del ser humano.

    En cuanto al tema de la obediencia en un sistema militar tampoco entiendo de qué os extrañais, que estuvieras de acuerdo o no con lo que pasaba en Alemania, una vez que conocías lo que allí se estaba haciendo habías firmado tu sentencia de muerte, porque uno obedece no por virtud sino por necesidad. Salir de una secta, de organizaciones de crímen, etc está "sancionado" con la muerte. No hay que ser muy listo para saber que si cualquier alemán hubiera desobedecido órdenes o hubiera desertado hubiera acabado como compañero de campo de concentración de los judíos o en las duchas.

    Lo curioso no es que el ser humano sea cruel, lo curioso es que podamos dudar de la crueldad del ser humano y que incluso ésta nos sorprenda.

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  2. Ah tampoco entiendo esa necesidad que tenemos de comprobar que los que han cometido crímenes horribles sienten arrepentimiento. Qué falta nos hace a los demás que se arrepientan¿?.

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  3. No lo veo yo tan claro, Amaranta. Las atrocidades del nazismo fueron cometidas, en buena parte, no por unidades, por así decirlo, de reemplazo (donde obedeces porque obedeces) sino en unidades muy específicas en las que se entraba como se entraba, como las SS.

    Para disparar contra el cuerpo inerme de un supuesto criminal de guerra que se apoya contra la tapia de un cementerio basta cumplir una orden, cierto. Pero para aplastar a culatazos el cráneo de una ucraniana hay que tener algo más. Hay que ser un poco el Tom Berenger de Platoon. Y el Tom Berenger de Platoon no puede decir que hacía que lo que hacía porque había que ganar una guerra o porque el coronel le había ordenado que blabla.

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  4. No sé JDJ, por ponerte un ejemplo una violación en grupo. Cuando alguien se ve envuelto en una situación así ya no hay salida. No te puedes oponer a lo que allí está pasando y lo que es peor acabas haciendo lo mismo, porque sabes que si no lo haces acabarás como la violada, muy mal parada. Que sí, que por supuesto esto no los justifica, ni hace menos atroz lo que están haciendo. Pero es la realidad, nos guste o no. Y las leyes están para castigarlos, sin que el arrepentimiento o "la motivación personal" pueda llegar a ser atenuante de la pena.

    Una persona debe aceptar las consecuencias de sus actos y cuando los actos son claros, y la falta de arrepentimiento es sólo la evidencia de que así es, creo que es de agradecer en vez de ser algo que nos deja perplejos. Porque si hay algo más repugnante que alguien tan exageradamente cruel es alguien que lloriquea por lo que ha hecho. Quizás soy yo la rara, pero me parece a mi que si has sido "un hombre" para hacer todo eso, también debes ser "un hombre" para que "te crucifiquen" por ello.

    El error de nuestra sociedad es que damos demasiada importancia al arrepentimiento y por eso nuestro sistema legal deja tantos recobecos abiertos para que personas que han errado puedan librarse de pagar sus culpas. Viviemos en sociedades laicas que, sin embargo, seguimos dando importancia a los pilares básicos de las religiones. Y eso es un error. Un juicio no debe valorar el grado de crueldad de una personas sino el grado de crueldad de sus actos y sentenciarlo por lo que ha hecho no por lo que ha sentido al hacerlo.

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  5. Tienes razón en lo que dices. Pero fíjate en que, cuando un violador o asesino en serie resulta ser un ciudadano modelo, con mujer, hijos y vida tranquila, todo el mundo se sorprende. Es el mismo tipo de sorpresa. ¿Cómo puede alguien contarle a su hija el cuento de la Ranita Paquita dos horas antes de tratar a una mujer en una tapia oscura como si sólo fuera un montón de mierda?

    El caso es que puede. O sea, como dicen en la publicidad de Mentes Criminales, los monstruos existen; viven dentro de cada uno de nosotros. Lo que hizo Hitler, quizá, fue aflorar ese monstruo en miles de personas.

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  6. corsarioHierro12:00 p.m.

    Uno. No he visto el post en la página de tiburcio(por cierto ¿Ya no acepta comentarios?

    Dos. hay muchas cosas que comentar. Pero lo único. algunos no podrían decir por estar en el juicio. "Sí. lo hice por que había que hacerlo y adem´s estoy orgulloso".

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  7. Creo que es a tenor del libro que mencionáis cuando Reyes Mate escribe:

    “[hay] una ley que tiene validez en todo crimen, a saber, que no se trata solo de matar al otro sino, además, de borrar las huellas y la significación moral. El crimen físico se refuerza con otro de tipo hermenéutico, invocando explicaciones tales como fue necesario, fue inevitable, fue merecido o, simplemente, no existió” (Reyes Mate).

    Pura hermeneutica, que la maldad también, y sobre todo, la tiene.

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  8. Hola. Kurt Daluege no fue coronel, o por lo menos ya no lo era en la época en la que fue nombrado "Protector" de Bohemia y Moravia. Era Oberstgruppenführer, rango más o menos equivalente al general "de cuatro estrellas" de los USA.

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  9. Corsario

    Sigo aceptando comentarios, pero ya no acepto comentarios anonimos. Habia un anonimo que se estaba poniendo francamente pesado y opte porque en lo sucesivo solo fueran posibles comentarios no anonimos. Si ves que a pesar de todo no puedes hacer comentarios, dimelo y cambio la configuracion.

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  10. Haciendo un aporte más sustancioso:
    hay un aspecto sobre el que no has hablado en el post, y que me parece importante para entender la mentalidad de los que cometieron esos crímenes: que algunos realmente estaban convencidos de que lo que estaban haciendo estaba bien, que era incluso un acto de legítima defensa destrozar a culatazos la cara de un niño de cinco años.
    Ahora, a toro pasado y desde la comodidad de nuestro hogar y nuestro universo ideológico es muy cómodo horrorizarse por aquello, pero si te han inculcado desde niño la idea de que un determinado grupo de gente (judíos, homosexuales, rojos, ricos, sacerdotes, etc.) es dañino para la sociedad, y que no hay otra solución que acabar con ella, las cosas se complican bastante.
    Aunque esta explicación no creo que sirva para las primeros o segundos escalones de la jerarquía, gente culta (en algunos casos, muy culta) que debían diferenciar entre propaganda y realidad... creo.

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  11. Giacomo Bondini9:36 p.m.

    Sobre este tema ya escribió Hannah Arendt un famoso ensayo, Eichmann en Jerusalén. Un informe sobre la banalidad del mal, tras asistir al proceso.

    Hay una miniserie de TV, titulada "Nüremberg", donde aparece el personaje de un psiquiatra militar, de origen judío, que intenta desentrañar la esencia del mal. Concluye que es la esencia de empatía.

    Si me lo permitís, voy a copiar aquí un fragmento de Archipiélago gulag donde Solzhenitsyn habla de este tema:

    "Nuestra primera reacción sería responder que no puede haber malvados, que no los hay. En los cuentos es lícito hablar de ellos, porque son para niños y hay que simplificar las escenas. Pero cuando la gran literatura mundial de los siglos pasados — Shakespeare, Schiller o Dickens — nos presenta una tras otra semblanzas de malvados de un negro espeso, los malvados nos parecen casi de guiñol, poco acordes con la sensibilidad moderna. Debemos fijarnos sobre todo en cómo están caracterizados: tienen perfecta conciencia de su maldad y de su alma tiznada. Razonan así: no puedo vivir sin hacer el mal. ¡A ver si enfrento al padre contra el hermano! ¡Qué deleite, ver padecer a mis víctimas! Yago dice sin tapujos que sus objetivos e impulsos son negros, nacidos del odio.

    ¡No, no suele ser así! Para hacer el mal, antes el hombre debe concebirlo como un bien o como un acto meditado y legítimo. Afortunadamente, el hombre está obligado, por naturaleza, a encontrar justificación a sus actos.

    Las justificaciones de Macbeth eran muy endebles y por eso su conciencia acabó con él. Yago era otro corderito. Con los malvados shakespearianos bastaba una decena de cadáveres para agotar la imaginación y la fuerza de espíritu. Eso les pasaba por carecer de ideología."

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  12. Giacomo Bondini9:40 p.m.

    Perdón, donde he dicho "es la esencia de empatía", quise decir "es la ausencia de empatía".

    ¿Se puede corregir el texto del mensaje?

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  13. Abundando y corrigiendo en lo que apunta Jaimemarlow.

    Aunque entre las decenas de miles de integrantes de los Escalones de Protección que son los que, en sus diferentes variantes, intervinieron básicamente en estos actos tuvo forzosamente que haber de todo (desalmados, frustrados, sádicos y demás) destaca la insensibilidad precisamente de los niveles altos, los jerarcas que tomaban las decisiones. Pese a que entre ellos existía gente culta y profesionales muy preparados llama la atención que, en general, abordaran este tipo de decisiones de una forma aséptica.

    Un caso típico fué precisamente el del más significativo de todos: Heydrich. Siendo un hombre muy rencoroso y de profundo resentimiento personal -nunca le perdonó a Raeder su expulsión de la armada-, no parece que sintiera odio genuino a los judíos, posiblemente ni siguiera desprecio, más bien pura y llana indiferencia, que es un sentimiento que permite tomar decisiones sin escrúpulos y admite excepciones en determinados casos (como alegan algunos de los estudiados por Goldensoh) especialmente si ha habido una relación personal.

    En el caso de Heydrich parece ser cierto que su extrema afición al deporte hizo que protegiera y facilitara la huida a ciertos deportistas judíos como fueron el campeón de esgrima Paul Sommer y el atleta olímpico polaco Kantor.

    Opino que, en estos casos, hay que buscar la respuesta en las consecuencias de la fuerte ideologización y la etnicidad inherentes al nazismo (y otras ideologías del mismo corte). Los excluidos no son humanos, son gente sin alma, se les usa si valen para algo a costo mínimo, y si no, se eliminan igual que si se tratara de una plaga de ratas. Se busca una solución rápida y eficiente y punto. Sentimiento de culpa: cero.

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  14. Rafael2:49 a.m.

    Imagino que ahí entra de todo un poco.
    Creerse de verdad el "Mein Kampf". Vamos si se ha convenido en que judíos, gitanos, homosexuales y comunistas no son sino cucarachas, ¿por qué no exterminarlas? Se le está haciendo un favor a Alemania y a la Humanidad. Y si ya no se siente nada, pues se es como un niño que arranca las alas a las moscas.

    Personalmente estoy convencido de que todos tenemos una cierta capacidad interna para hacer el mal, que de ordinario no permitimos, o nos permiten, exteriorizar. Y de repente cae todo límite para ello. Incluso te apremian y te condecoran.

    Un último aspecto. Leí que de los lídres ahorcados (Ribbentrop, Jold...), ni uno solo murió lanzando el "Hey Hitler" de reglamento o maldiciendo a los judíos. Salvo Streicher y eso antes de subir al cadalso. Vamos como si su relación con todo lo ocurrido fuera una casualidad. También es para pensar sobre ello.

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  15. No hace falta irse tan lejos. Lee las declaraciones de Santiago Carrillo referidas a lo ocurrido en Paracuellos

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  16. Giacomo Bondini3:12 p.m.

    Numeros: totalmente de acuerdo. Es un buen ejemplo.

    Rafael: sobre la capacidad que tenemos el común de los mortales, incluso en ausencia de ideología justificativa, para hacer el mal, hay un experimento muy conocido, el Experimento de Milgram. Milgram concluyó:

    "Monté un simple experimento en la Universidad de Yale para probar cuánto dolor infligiría un ciudadano corriente a otra persona simplemente porque se lo pedían para un experimento científico. La férrea autoridad se impuso a los fuertes imperativos morales de los sujetos (participantes) de lastimar a otros y, con los gritos de las víctimas sonando en los oídos de los sujetos (participantes), la autoridad subyugaba con mayor frecuencia. La extrema buena voluntad de los adultos de aceptar casi cualquier requerimiento ordenado por la autoridad constituye el principal descubrimiento del estudio."

    El Experimento de la cárcel de Stanford obtuvo resultados y conclusiones igualmente inquietantes.

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  17. Anónimo9:33 p.m.

    Con respecto al primer comentario de Amaranta sobre la extendida creencia de la obligación de los alemanes de participar en los crímenes nazis coaccionados bajo pena de muerte o similar por el sistema totalitario existente, me gustaría resaltar que está bastante demostrado que eso solo corresponde a la mitología sobre la Alemania nazi, y de existir casos de este tipo solo ocurrirían muy al final de la guerra en pleno derrumbe del régimen. Hace años leí un interesante y muy turbador libro de Daniel Jonah Goldhagen titulado “Los verdugos voluntarios de Hitler. Los alemanes corrientes y el holocausto”, en el cual demostraba mediante una profunda investigación muy documentada que ningún alemán era obligado a participar en los asesinatos de los judíos(o civiles en general), y si pertenecías a una unidad militar de retaguardia a la que se encomendaba esta tarea siempre tenías la posibilidad de negarte sin sufrir ningún tipo de represalia por ello. Es más, las declaraciones en la posguerra de los verdugos dejaban siempre bien claro, por sorprendente que nos pueda parecer, que no eran coaccionados y que eran perfectamente conscientes de que se podían negar. Obviamente no estamos hablando de situaciones de combate, donde la propia lógica militar puede que sí te obligue y coaccione, sino del exterminio planificado de personas desarmadas en retaguardia.

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  18. Giacomo Bondini10:28 p.m.

    Aunque ya he publicado un par de comentarios sobre este tema, y además hay entrada nueva, no me resisto a hacerles partícipes de esta entrada en el blog personal de Arcadi Espada, que trata, casualmente, del tema de la obediencia debida como argumento defensivo, esta vez en relación con ETA. No se lo pierdan, porque es algo llamativo.

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  19. La capacidad para mostrarse cómo un tonto ignorante cuando todo se desmorona a tu alrededor fruto precisamente de tu incompetencia queda patente en todos los hechos de la vida. Es una entrada fantástica y deseo decirte que he agregado tublog al mío:

    http://cspeinado.blogspot.com

    Un blog dedicado a mostrar lo bueno y lo malo de la identidad hispánica, espero que te guste y que si crees que mi blog debe estar en tu lista, lo incluyas a tu discrección. Un saludo y mi agradecimiento por adelantado.

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