Por circunstancias de mi vida, los fines de semana me muevo por el centro de Madrid. Llego a la zona de la Plaza de España en mi coche a eso de las diez y media y aparco con facilidad, porque a esa hora incluso en un lugar tan frecuentado como ése hay mogollón de plazas disponibles. Al menos una vez al año, sin embargo, toda la zona en la yo debería aparcar queda embargada por la policía municipal, que no permite circular por ella, mucho menos aparcar. La razón de que yo no pueda moverme y/o aparcar por la zona de Madrid que constituye el teatro de mi vida es que unos señores, que creo son una asociación privada, llamados MAPOMA, han decidido hacer una maratón. Podrían correr sus 42 kilómetros por los alrededores de La Almunia de Doña Godina o por el arcén de la carretera de Colmenar; sin embargo, prefieren hacerlo por el centro de Madrid; y todos aquellos que tenemos pies planos o nos importa una mierda el atletismo tenemos que aceptarlo. Hay madrileños a los que les gusta que unos tipos y tipas vestidos de corto rompan a sudar tragando millas pasando por Cibeles, y es lo que hay.
A mí nadie me ha preguntado nunca si esto me gusta, si estoy de acuerdo. El Ayuntamiento y MAPOMA se limitan a hacer suyo, un domingo por la mañana, un espacio que es de todos, y lo usan en régimen de monopolio. Y no sólo financio con mis impuestos los gastos que la carrerita le pueda provocar al Ayuntamiento de Madrid sino que, ítem más, pago religiosamente cada año mi tarjeta de residente, lo cual quiere decir que pago por poder aparcar en esas calles que me veda la maratón. O sea, un día al año, pago por algo que no recibo, y eso es así porque unos tipos quieren correr. Otro día es porque es el Día de la Bicicleta. Otro porque se manifiestan los atlantes escrofulosos. Otro porque hay que pasear al Cristo del Perdón.
Eso es la democracia. La democracia se formula como un equilibrio de minorías; en abarcar en su seno a todas las minorías y mayorías que aceptan sus reglas de juego y no se dedican a gasear al personal o a pegar tiros en la nuca a la gente que les cae mal y darles, en la medida de lo posible, lo que demandan. Partamos, pues, de un principio básico: exactamente igual que no es necesario que la mayoría de los madrileños sean maratonianos para que en Madrid se pueda montar una maratón, no hace falta que todos los madrileños deseen que la ciudad sea la sede de un acto religioso para que la ciudad pueda y deba serlo.
En los úlimos 150 años, España ha hecho un camino pedregoso y difícil hacia el laicismo. La significación católica de España es algo muy neto y muy especial, probablemente, dicen muchos historiadores y yo creo que aciertan, por ser el único país europeo que, para afirmarse, tuvo que ganarle el terreno a los creyentes de otra religión. Lo que Pelayo fundó en Covadonga fue un club de Segunda B al que le tocaba batirse el cobre en la Champions League con el mejor club de fútbol del mundo; no habría sido posible hacerlo si todo el equipo no hubiese compartido un sentimiento que fuese mucho más allá que la simple pulsión de ganar.
En el siglo XIX, cuando la mayoría de los países europeos se sacudía el peso del Vaticano; mientras Francia dejaba caer los Estados Pontificios y acababa permitiendo la formación de una nación italiana con fortísimas influencias anticleridades; mientras el canciller Bismarck sentenciaba ante la Dieta prusiana: “No habrá otro Canosa”; mientras ocurría todo eso, dentro de los muros papales España seguía siendo la Gran Esperanza Blanca del catolicismo y, a finales del siglo, Leopoldo Alas pudo crear la obra cumbre de la narrativa en español (sic) contando la historia de una mujer cuyo embrión de felicidad era aplastado por la ambición e influencia... de un sacerdote; y cualquiera que lea La Regenta entenderá que si Fermín de Pas fuese, en lugar de magistral, un acomodado calderero, la novela sería otra, mucho peor. Otrosí digo, la religión católica está, de una forma o de otra, presente en las cuatro guerras civiles que ha vivido España en sus tiempos modernos.
La iglesia católica española ha hecho todo lo posible por retrasar el fenómeno evolutivo laicsta, que no hacía sino reproducir una tendencia, como decía, observable en cualquier país vecino y de referencia en Europa. A través de su apoyo al tradicionalismo ultramontano, en el siglo XIX hizo cada vez más difícil la connivencia entre eso que llamamos las dos Españas, e impulsó al progresismo a la desafección, cada vez más radical, respecto de las vías legalistas de cambio. De hecho, la Restauración se desarrolló, desde su punto de vista polémico o de enfrentamiento, entre los conflictos obreristas y los religiosos. Varios fueron los intentos de recortar o racionalizar el poder de las asociaciones religiosas, y todos ellos acabarían por chocar con la renuencia al pacto por parte de Roma.
Como respuesta a esta dominación, espiritual y temporal, España, exactamente igual que fue tracionalmente uno de los países más católicos de Europa, también ha sido uno de los más anticlericales. La relativa retirada vaticana del poder temporal a lo largo del siglo XIX, unida a la creciente laicización social y el crecimiento del concepto de librepensamiento, intensificó estas tendencias todavía más. Las iglesias españolas arden desde más o menos mediados del XIX con demasiada facilidad.
En esto llegamos a la II República española que, la verdad, no hace demasiado por arreglar las cosas. Todo lo contrario: las empeora. Los políticos republicanos, haciendo uso de un paternalismo intelectual estomagante, se constituyen en élite cultivada, en una especie de club “nosotros sí que sabemos”, que, a base de pajas mentales en el Ateneo, se autodenomina con derecho y capacidad de decretar cuál es, y cuál ha de ser, la evolución de la sociedad española. Afirman que España ya no es un país católico (porque ellos lo han decidido); que ha llegado el momento de borrar todos los privilegios de la Iglesia (que media España quería conservar); y deciden impulsar, en consecuencia, una Constitución que, en lo religioso, es una constitución revanchista con algunos artículos infumables y de dudosísimo timbre democrático. Cuando el régimen entre en su fase radical de izquierdas, en 1936, esos mismos gobernantes asistirán en palco de primera clase al espectáculo de decenas de iglesias ardiendo durante seis meses, sin tomar medidas de enjundia en contra de ello. El estallido de la guerra civil no hará sino radicalizar esta situación aún más, mediante la alianza táctica del franquismo con el nacionalcatolicismo y la ilegalización de la práctica religiosa en amplias zonas republicanas, además del asesinato masivo de curas y monjas, que tanto daño le haría a la República en los países del entorno.
El corolario de esta situación de radicalización constante durante no menos de 15 décadas es que hace relativamente poco tiempo, más o menos en el mismo momento en el que en Europa Mary Quant estaba inventando la minifalda, en España un gobernador civil prohibía a las mujeres que sacaran la basura por la noche a la calle hacerlo sin llevar puestas las medias. Una, sino dos generaciones, de españoles, pagaron (pagamos) el pato de esta ausencia de voluntad de respetarse con una educación asfixiante, una sexualidad reprimida, y tantas otras cosas.
La pregunta es: ¿en qué consiste, exactamente, superar esta situación?
Es evidente que la superación de la situación pasa por el laicismo. Es decir, pasa por un entorno de cosas por el cual nadie que no se sienta católico se vea obligado a seguir una sola de las instrucciones que la Iglesia Católica prescribe para sus seguidores. En este punto, no parece que España demande avances pendientes. Ha costado lo suyo, esto lo sabemos bien quienes tenemos una edad; pero, hoy en día, quien quiere usar condón, comer carne cuando le pete o pasarse los domingos y fiestas de guardar tocando la ocarina mientras mete billetes de 50 euros en las bragas de una stripper, puede hacerlo sin que ninguna institución oficial u oficiosa le pueda obligar a modificar sus actos.
A ojos de algunos, hay un paso necesario más: el borrado total de todo privilegio de la Iglesia o, por decirlo de otra forma, la denuncia del Concordato entre el Vaticano y el Estado español y su sustitución por nada. Ésta es, a mi modo de ver, la madre del cordero de la discusión porque, en el fondo, se reduce a la pregunta básica de si debe de existir una diferencia entre la católica y otras religiones o, por contra, el Estado español debe ser absolutamente neutro en esta materia.
Éste es un punto en el que, al menos en mi opinión, el laicismo, o cuando menos algún laicismo, desbarra. Como desbarró Azaña. España es un país católico; cuando menos, en el sentido de que es más católico que de ninguna otra religión; incluida la no-religión. La católica es la religión que está más presente en nuestra Historia, en nuestra cultura y, cómo no, también en nuestra devoción. Gregorio Hernández y Salzillo no esculpieron, precisamente, Budas de jade. Y los que salen cada Semana Santa a la calle a acompañar esas imágenes no son, que se diga, cuatro gatos mal contados.
España es un país significativamente católico y, lo que es más importante aun, y éste es el gran error en su día de Azaña y sus republicanos reformistas, dejará de serlo el día que lo decida ella; no el día que lo decida un gobierno, un Estado, una Constitución, un decreto o una ideología. Aproximadamente una de cada cuatro declaraciones del IRPF en España toma la opción volitiva de financiar a la Iglesia Católica. ¿Mucho, poco? Eso es, desde luego, opinable. Pero es un dato, me parece a mí, que revela con claridad la existencia de una minoría católica relevante.
¿Por qué financia el Estado a la Iglesia Católica? Pues porque, acertada o erróneamente, el Estado, o sus responsables elegidos para ello más bien, consideran que la católica es una minoría social que merece ser atendida, en mayor medida que otras creencias; exactamente igual que, acertada o erróneamente, considera que el cine debe ser económicamente apoyado en mayor medida que otras expresiones artísticas. Personalmente, considero que en ambos casos el Estado se equivoca; pero lo importante no es mi opinión, sino la decisión de los gobiernos; esto es, reduciendo la cuestión a su esencia, la relevancia de la minoría. Porque una democracia que no respeta a las minorías no es una democracia. Es, por poner un ejemplo tonto, la II República española en sus postreras boqueadas.
La discusión en torno a la financiación de la Iglesia es, por lo tanto, una discusión interminable. Pero el interlocutor de esa discusión son los grupos políticos de gobierno, que son quienes deben decidir que están o no ante una minoría que merece el tratamiento preferencial respecto a otras. El problema es de opción política, no de indignación. Hace horas he visto en la tele a una tía gritar en la Puerta del Sol que se sentía herida porque se trajese al Papa a Madrid con sus impuestos. Me parece que eso es no entender muy bien el concepto de impuesto. Uno no paga impuestos para financiar lo que le da la gana. Al fin y al cabo a mí, que tan sólo tengo lejanísimos parientes aragoneses, también podría indignarme que el erario público pusiese pasta para que Zaragoza se montase un parque actuático con ínfulas de exposición universal. ¿Y? ¿Me da eso derecho a irme a la Pilarica a poner a los asistentes a la Expo de cabrones para arriba?
La estructura de gastos del Estado no es el departamento de Oportunidades de El Corte Inglés, donde uno compra lo que le peta. Por lo demás, no acabo de entender que indignen tanto los costes de una visita de unas horas, y no se diga nada de la pasta pública, central y autonómica, que se ha puesto, se pone y se pondrá para ayudar a sostener la peregrinación jacobea a Compostela. ¿Por qué no prohibimos el Año Santo Compostelano, ya puestos?
Lo que hace enconada la discusión es que en España hay toda una tendencia social que no sólo quiere ser laica, sino que quiere imponer el laicismo. Quiere que el Papa no venga a España o que, si viene, no haya gasto público ligado a la visita. No quiere que quienes participen en el encuentro con él disfruten descuentos o ventajas. No quieren, en suma, que la religión católica disfrute de ninguna oportunidad especial de mostrar su pujanza en el país.
Máximo Gorki, el escritor ruso, solía decir: yo soy ateo, pero tengo un enorme respeto por el sentimiento religioso. No se me ocurre una forma mejor de describir un laicismo equilibrado. Cuando la pulsión laicista se basa en eliminar la pulsión religiosa, se convierte en una posición patética que es todo menos la superación del conflicto religioso. Superar el conflicto religioso es que no haya conflicto; no que el conflicto cambie de sentido.
En la moderna España, sin embargo, esta patética forma de “superar” los conflictos se da bastante. Al parecer, la manera lógica de superar un conflicto consistente en la prohibición en el pasado del uso de lenguas distintas del castellano es dificultar el uso del castellano; o sea, cambiar una prohibición por otra, cobrarse el dolor con dolor. Siguiendo esa extraña lógica parda, el Estado de Israel debiera haberse dedicado a gasear arios.
El laicismo patético, más que una tendencia política, es una tendencia social que pretende un imposible, y que marca un contínuo con otras que tienen que ver también con nuestro pasado. El otro día el elefante Tiburcio (espero que no le importe que desvele esta cita suya), me decía: “A veces tengo la impresión de que el próximo libro que se publique sobre la historia bélica de la guerra civil demostrará que la ganó la República”. Hay todo un intento, en efecto, de rehacer el pasado en el presente. Intento vano, porque por muchas vueltas que le demos, la guerra la ganó quien la ganó, y a los que, como consecuencia de la dicha victoria, nos tocó llevar el cirio por la vida, nos tocó.
Podremos revestir de muchas formas las polémicas surgidas con la Jornada Mundial de la Juventud y la visita del Papa. Pero, al fin y a la postre, se reducen a esto: ¿merecen los católicos el trato deferente que supone permitirles reunirse en la Cibeles, bloquear Madrid, recibir descuentos en el Metro, demandar la labor de centenares de policías, bomberos, etc.? En un Estado laico, ¿merecen los católicos un acuerdo financiero preferente, una presencia notable en la educación y en otros ámbitos? Si lo queremos ver de otra manera, ¿son una de esas minorías de las que una democracia puede pasar, o no?
Esta pregunta tiene 46 millones de respuestas. Y la mayoría dominante en las mismas es un hecho cambiante. Hoy puede ser una, pero mañana puede ser otra. Personalmente, considero que defender la idea de que España debe de ser un país laico tiene los mismos perfiles que la idea de que la minoría católica española (asumiendo que es una minoría, claro) es lo suficiente relevante como para que la especificidad de trato esté justificada. Ambos conceptos son plenamente compatibles, siempre y cuando no se adopten posturas patéticas, es decir revanchistas.
Otra cosa, desde luego, es el exagerado embargo ejercido sobre el espacio público de la ciudad de Madrid, que durante días ha quedado incapacitado para el libre tránsito de los ciudadanos porque hay un tipo que viene de Roma. Esto es, como digo, y al menos según mi opinión, exagerado, y no tiene justificación alguna. Si alguien quiere reunir a un millón de personas, sea para contarles el sermón de la montaña o para cantarles la Tarara, deberá hacerlo, como en los grandes festivales de rock, donde no joda al personal. La Conferencia Episcopal habría hecho bien buscándose una campa en las afueras de Madrid y construyendo allí el altar de Cibeles. Pero, qué le vamos a hacer los residentes en Madrid, al alcalde Gallardón, que como Manuel Fraga hace tres décadas debe ser que piensa que la calle es suya, le encantan estas promenades. Impresentable; pero igual de impresentable, por cierto, tanto para recibir a un tipo de blanco como para que unos pollos vestidos de corto se dediquen a correr.
Esto, sin embargo, poco tiene que ver con el fondo de la cuestión del laicismo a la española. Nada hay más patético que un no creyente emperrado en hablar constantemente de religión; en discutir lo que los creyentes hacen o dejan de hacer. Es tan patético como el espectáculo del pasado en el que los sacerdotes se pasaban el día hablando de lo que los demás (también los no creyentes) hacían o dejaban de hacer. El laicismo es la superación del confesionalismo; cuando en lo que se convierte es en un nuevo proselitismo, tan excluyente en el fondo como el que defendía fray Tomás de Torquemada, lo que queda es la sensación de un cambio lampedusiano. Al menos yo, el catolicismo lo he dejado atrás; no tengo ninguna intención de tenerlo enfrente.
¿Vienen los católicos? Pues que vengan. Si el alcalde no considerase la ciudad su satrapía, todo esto podría haber ocurrido sin que los no católicos tuviesen que verse afectados por ello. Pero también los de la maratón dan por culo, y nunca se me ha pasado por la cabeza ponerles la zancacilla.
¿Tu crees que deben prohibir la venta de la pulsera power balance (O como se llame) por que es un fraude? ¿Tu crees que se debería financiar una convención de vendedores de power balance con el dinero del estado?
ResponderBorrarYo no creo que España sea ya un país católico, me explico. Lo es en la medida en que la mayoría de la gente se proclama católica pero poco más. Un país católico es Polonia, donde los jóvenes van a misa al salir de la discoteca los domingos y las fotos del Papa faltan en pocas casas.
ResponderBorrarAquí en cambio le preguntas a la gente sobre su religión y te responde con oximorones del tipo "Yo soy católico pero no creo en el Papa" o "Yo soy católico pero no me creo lo de la Virgen". Yo creo que España es, al igual que casi toda Europa, un país cristiano pero no católico. Lo que pasa es que la gente no lo sabe y cree que se puede ser católico interpretando la Biblia individualmente o negando la existencia del espíritu santo.
Por eso para mi los beneficios de la Iglesia son escandalosos. Porque se basan en una ficción, que poco a poco se irá disolviendo, pero que los gobiernos podrían empezar por dejar de fingir que es real. Vamos, que deberían dejar de dar coba a unos obispos que en el fondo, no representan a casi nadie.
Precisamente este es el fallo del laicismo español. Estar todo el día pendiente de lo que dice la Conferencia Episcopal. Yo vengo de una familia de larga tradición atea y agnóstica (hasta el sector falangista lo es) y me parece perfectamente normal que el Papa diga que los gays son unos enfermos, que el aborto es asesinato o que todos arderemos en el infierno por usar condones. Los demás tenemos derecho a decir que es un viejo loco anclado en siglo XIX, todos contentos. Pero que cada uno lo haga con su pasta y si quiere salir en la TV que lo pague, como los señores que anuncian champús.
Es decir, ¿son los católicos una de esas minorías de las que una democracia puede pasar? Obviamente no, pero tampoco hay que darles masajes en los pies cada vez que lo piden.
Anónimo, no entiendo el símil.
ResponderBorrarNo creo que en España haya tantos comerciales de Power Balance como personas que creen en el Dios de los católicos.
No creo que la pulsera Power Balance tenga nada que ver con la construcción el ser hispano. El catolicismo, nos guste o no nos guste, sí.
No creo que haya un solo creador en España que haya parido una obra meestra de la pintura, la escultura, la literatura o la arquitectura, inspirándose en la pulsera Power Balance. La inmensa mayoría de las obras maestras del genio creador español están inspiradas en el Dios de los católicos.
Y no. No creo que deban prohibir la venta de la pulsera. Cada uo debe asumir su propia cuota de idiotez; reclamar que sea el Estado el que te proteja de ella es ser doblemente idiota.
eres la leche! creo que podria casarme contigo!! estoy enamorada de como escribes!
BorrarMaknovista, esa creencia "a la carta" no es exclusiva de los católicos. Ni siquiera de las creencias religiosas. ¿O no conoces marxistas de ésos que dicen que lo son, pero que Stalin era mú malo?
ResponderBorrarPor lo demás, en mi opinión sitúas el debate en el punto exacto donde yo creo que debe estar.
Vale, si se trata de una cuestión de cantidad te admito que no es lo mismo un vendedor de pulseras power balance que un cura. De estos últimos hay mas pero ambos viven de timar a la gente.
ResponderBorrarAplicando tu criterio me tienes que admitir que tampoco es lo mismo la gente que corre maratones y los cristianos.
No niego que el cristianismo juegue un papel fundamental en la construcción de ser hispano lo mismo que la reconquista y por eso no vamos a liarla con Siria. Por otra parte forma parte de la construcción de ser cristiano como de todas las religiones reveladas el quemar al que no piensa como ellos y eso objetivamente no es bueno. Eso es lo que para mi representa el papa: Oscurantismo.
Nada más refrescante para el espíritu que un buen chorro de sentido común, generosamente e imparcialmente escanciado contra todas las esquinas. Un placer leerte. Muchas gracias.
ResponderBorrarEs cierto que hay una pugna entre posiciones católicas y laicistas, y que en ocasiones resultan extremas y rechazan toda legitimidad de sus oponentes.
ResponderBorrarNo veo por qué ello debe impedir que otras posiciones más moderadas y razonables -que en realidad son la mayoría- defiendan un estado más o menos laico.
No estoy de acuerdo, tiene usted una visión de las cosas refrescante, como dice Vanbrugh, y limpia,nada adocenada y erudita, pero las comparaciones las carga ese diablo en el que unos y otros de cualquier bando creemos en el fondo, y la suya comparando hordas fanáticas del Papa (y de más cosas) con hordas fanáticas de corredores y vida sana maratonianas no es lo mismo; francamente. A mí, por Historia (con mayúsculas) me dan más miedo los que llevan dos mil años dandonos la vara, lo del 'jogging' es quizás igual de estúpido pero más llevadero y menos invasivo mental, aunque atasquen el puuto tráfico también.
ResponderBorrarSin embargo, estoy de acuerdo con Vd en algo esencial: la ciudad la considera Gallardón su predio personal y actua en consecuencia, igualito que Franco con el país entero, que lo consideraba su finca de caza.
Que pase usted un buen día
No sé si la comparación que haces con el marxismo es aplicable. No creo que sea esencial admirar a Stalin para ser marxista, como no lo es hacerlo con Franco para ser católico.
ResponderBorrarPero creer en el Papa, la Virgen, y la salvación a través de la Santa Madre Iglesia si que es esencial en el dogma católico. Sino crees en alguna de esas cosas para mi no eres católico, eres otra cosa, que tiene un nombre, y es Protestante.
Por seguir con la comparación, es como si me dices que eres marxista pero no crees en la lucha de clases ni el materialismo histórico. Eso si son dogmas esenciales de la creencia que, digamos, no te puedes saltar.
Lansky a mi que unos tipos que embargan mi espacio publico sean fanaticos o mediopensionistas me da igual. Sean lo que sean estoy jodido.
ResponderBorrarSobre el marxismo, estoy de acuerdo. Pero es que el moderno marxismo, en no pocos casos, ha abandonado dogmas tan importantes como la dictadura del proletariado.
Bienvenido, o bien regresado, o lo que sea.
ResponderBorrarUn soplo de aire fresco en este país de yo-tengo-la-razón-y-tú-te-callas.
Un placer leerte
Víctor
P.D.: Perdón por el tuteo, pero es que me encanta tu ecuanimidad
Vale, JdJ, dejémoslo estar. A mí desde luego no me da igual que me invada mi ciudad o el salón de mi casa un fanático que un medio pensionista. Los dos me la invaden desde luego, pero siempre tengo la esperanza de, pese a su invasión, pueda razonar con el mediopensionista, con el fanático, por definción, no.
ResponderBorrarSé que es desviarse un poquitín del tema, pero la comparación con los sufridos corredores de maratón no me parece afortunada.
ResponderBorrarPor un lado, porque aunque el ayuntamiento facilita la organización de carreras populares, las cobra: los corredores y patrocinadores pagan (lo típico es 10€ por una carrerita de 10 km) y con ese dinero se pagan horas extras de policías, ambulancias, etc. Contrasta con la lluvia de millones gastada en el JMJ, y la okupación de la ciudad durante una semana, que ya es privilegio. Sí, las exenciones fiscales también salen de nuestro bolsillo.
Y por otro, porque los corredores no tratan de obligar a nadie a comportarse de una u otra forma, a diferencia de la Iglesia tratando de prohibir cosas a los que NO son sus fieles.
El razonamiento de que hay que mantener ciertos privilegios a la Iglesia por razones históricas no me acaba de convencer. Si nos ponemos a aplicarlo a lo burro, me veo todos los veranos segando los campos del señor feudal de mi barrio :)
Bromas aparte, me sigue pareciendo un buen artículo de los que hacen pensar. Coincido contigo en que el anticlericalismo histérico ha hecho mucho daño, y que se deben evitar posturas demasiado ofensivas hacia los demás.
Te explico mittner. No pongo en duda que Mapoma pague. Pero es que el hecho de que un banquero tenga pasta de aobra para alquilar un dia el Museo del Prado para el solo no quiere decir que pueda hacerlo. Una senora de 90 anos tiene todo el derecho a ser llevada en coche hasta la puerta de su casa, porque es su casa, su barrio, su espacio. Pero si tiene la desgracia de vivir por donde va a pasar Abebe Bikila, el dia de la maraton le toca caminar. E, insisto, nadie le pregunta ni le pide su opinion.
ResponderBorrarOtro ejemplo de ocupación de las calles y plazas son las fiestas populares, y al igual que con la maratón (en la que, efectivamente, cuesta una pasta inscribirse), creo que la comparación no viene al caso. Por su propia naturaleza, es inevitable que el espacio público se vea a veces secuestrado por actividades con las que no todo el mundo tiene que estar de acuerdo (otro ejemplo, las manifestaciones). No creo que haya nada que objetar a estas ocupaciones siempre que sean sensatas. Por supuesto, ahí entra el asunto de qué es sensato y qué deja de serlo. Sin embargo, creo que no es opinionable que un evento que cierra el centro de Madrid durante una semana no es sensato y se debería hacer en otro sitio. Como, por otra parte, bien dices en el artículo.
ResponderBorrarPor lo demás, bastante de acuerdo. Me parece perfecto que se pongan sobre la mesa temas como la financiación de la Iglesia Católica (a mí me gusta el sistema alemán: si te declaras miembro de una religión, pagas extra en tus impuestos para sostener tu confesión; ergo, los acofensionales no pagan ese impuesto). Pero, en efecto, la obsesión de algunos laicos por saltar a cada cosa que dice un obispo merecería un análisis freudiano. Y la falta de respeto a los cristianos y sus creencias, está totalmente fuera de lugar. Todo se puede criticar, pero desde el respeto y no desde el insulto que por desgracia oímos tan a menudo (viniendo de cualquier lado).
Como fiel seguidor de Mt. 22:21 creo firmemente en la separación de poderes entre Iglesia y Estado. Pero si este verano alguien ha estado en su pueblo de vacaciones y ha disfrutado sus fiestas patronales, no se habrá sorprendido en absoluto al ver al alcalde de Izquierda Unida en la procesión, detrás de la imagen de la Santa Patrona, escoltado por los hermanos mayores de la Cofradía de la Virgen de Los Desmayos, que son dos del PP, tres del PSOE y uno de la Agrupación Independiente de mi Pueblo.
ResponderBorrarDebatir si España es o no un país católico me parece un debate bastante estéril. Cierto es que la mayoría somos de la BBC (Bodas, Bautizos y Comuniones) pero si alguien prueba a suprimir la romería de mi pueblo, arde Troya (con los concejales de IU a la cabeza).
¿Suprimir la ayuda a la Iglesia Católica? Me parece perfecto. Pero también hay que suprimir la ayuda a sindicatos, partidos políticos, ONG... Y ya puestos que a mi me devuelvan todos los meses lo que pago a la Seguridad Social y que me dejen gastar MI dinero en la compañía privada que yo elija.
De paso que prohíban los anuncios en el periódico de horóscopos y declaren fuera de la ley a los lectores de cartas, adivinos y demás augures.
En países "herejes" :), los que profesan determinada religión, costean los gastos de sus propias iglesias.
ResponderBorrarEspaña, perdón, el Estado, según nuestras leyes no es un Estado laico , es un Estado no confesional. Son cosas distintas.
El Estado laico es indiferente ante el hecho religioso, ni le va ni le viene la Iglesia maradoniana o los hermanos satánicos de Montana.
El no confesional como el nuestro, ve el hecho religioso como algo positivo. El estado es imparcial pero colabora con las diferentes confesiones, y en nuestro caso particular el art. 16.3 de la Constitución dice que "los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española..." .
Partiendo de esto, considero que la única relación que deberíamos modificar con la iglesia, es la económica. Son los católicos o el que quiera hacerlo (soy un ateo que tacha la casilla de la iglesia católica) los que deben sostener integramente su iglesia ,(actos, sueldos, monumentos, impuestos,....)pero el Estado deberá hacerse cargo asimismo de tareas que a día de hoy asume la Iglesia Católica y que debería prestarlas el "Estado social" (asilos, Cáritas, ayuda a toxicómanos, orfanatos, albergues,...). ¿A quién le saldría más caro?, la verdad es que soy de letras y no me he puesto a hacer esos números.
El Papa es un Jefe de Estado , y como tal está siendo tratado. Los inconvenientes para los madrileños son los inconvenientes de ser la capital. Otras ventajas tiene que no tenemos en provincias.
Un saludo
Hay cosas de las que dices con las que estoy de acuerdo y cosas con las que no, y supongo que eso es bueno.
ResponderBorrarQue España (territorio geográfico, no necesariamente estado) es inseparable de su tradición católica es innegable. Tal vez fuera necesario recordar que un poco "a la fuerza", no tanto por la cohesión en torno a Don Pelayo como porque durante varios siglos el súbdito que no fuera católico era expulsado o quemado según el caso.
Pese a ello los españoles no son, en general, "buenos católicos", y mi percepción es que si existiera una nota sacaríamos un 6,5, muy por detrás de los italianos, los checos o los mexicanos.
Pero el anticlericarismo hispano es cosa distinta y, a falta de mejor prueba en contra, empiezo a sospechar que es más un tema de idiosincrasia genética que de cuestión cultural o racional. El español asume, no ya con naturalidad sino con vehemencia incluso, que se puede ser creyente, cristiano y católico y al mismo tiempo cagarse en todo lo que huela a sotana o hábito. Fervientes creyentes (y muy prototípicos de lo español) como lo fueron Quevedo, Goya o Antonio Machado ejercieron por contra de feroces anticlericales. Causas históricas para este rechazo al clero las hay a patadas, pero sigo insistiendo en que parece que hubiera además una cuestion "de carácter nacional".
Y aquí es necesario distinguir anticlericalismo de laicismo. Mientras que este es una opción no solo legítima sino legitimada por la Constitución, el primero es una cuestión básicamente visceral. En un estado laico (el nuestro lo es solo de boquilla) eventos como las JMJ o similares (de cualquier confesión) no solo suceden y son sufragados con cargo a fondos públicos sino que además gozan del beneplácito general de la población. Alemania o Australia, anteriores sedes de las JMJ, no únicamente son estados de un laicismo irreprochable sino que además su confesión mayoritaria no es la católica (en Sydney hubo un movimiento de protesta como denuncia por las acusaciones de pederastia a sacerdotes, pero nunca las mezclaron con los 200 millones de AU$ que invirtió el estado en las jornadas).
El laicismo patético que denuncias es (a mi modo de ver personal) la mezcla de un laicismo que realmente tiene poca base social con ese anticlericalismo nacional que sí mueve masas con solo chasquear un dedo. Y es una lástima, porque esa amalgama, combinado con un gobierno que no es capaz de asumir un aconfesionalismo al que por ley estaría obligado y añadiendo al cóctel una jerarquía eclesiástica cerril, solo tendremos enfrentamientos, carnaval y pandereta.
Pero bueno, tal vez es que somos así.
Por otro lado, y a cuenta de lo que me parece el tema paralelo del artículo, los madrileños gozáis de una serie de privilegios que nos son negados a provincias, así que el que de tanto en tanto os organicen un cirio que vuelva la ciudad patas arriba es el precio a pagar.
La polémica de la JMJ se ha llevado como todas las que se dan en España, con una acumulación de insultos, mentiras y estupideces por ambos "bandos". Personalmente, me fastidian enormemente detalles como el abono de precio reducido justo cuando a los demás nos acaban de subir el precio del billete o que se cedan gratuitamente los colegios (pagando con dinero público los costes correspondientes) a gente que luego cobra el alojamiento (El que los que lo aplauden sean los que más protestan por las subvenciones es el típico caso de "Liberalismo vendo, que para mi no tengo") Pero la actitud de la parte contraria, después de que los "indignados" se apropiasen por las buenas del centro de Madrid es de una hipocresía tremenda. Personalmente prefiero que todo este tipo de eventos (JMJ, Olimpiadas, Maratones, Tengo una cabezonada... ) se celebrasen lo más lejos posible (Aparte, de que, por mucho que mientan los organizadores, acaban siendo siempre ruinosos para la ciudad que los organiza) pero una vez que se admite uno no queda más remedio que admitir a los demás, da lo mismo el Orgullo Gay que la JMJ y lo mismo digo de la movilización de policías y bomberos, criticar ese coste es una demagogia brutal, si se va a producir una gran acumulación de personas, hay que movilizarlos, lo contrario sería una irresponsabilidad absoluta.
ResponderBorrarY no, los católicos no deben recibir ningún tipo de privilegio, da lo mismo que sean mayoría o minoría. El diga lo contrario solo está justificando que suceda lo mismo con cualquier otro grupo similar (los musulmanes, por ejemplo)
@Asier
ResponderBorrarLa financiación de Cáritas y actividades similares es independiente de la financiación de la iglesia. En parte se financian en parte de la casilla de “Otros Fines de Interés Social” y en parte de subvenciones y aportaciones de instituciones y particulares. El dinero de la casilla de la iglesia va íntegramente para sueldos del clero y actividades religiosas.
@Miguel A. Román
lo cierto es que en Sidney se protestó por todo y, muy particularmente por el tema de la financiación: http://en.wikipedia.org/wiki/World_Youth_Day_2008#Controversies_around_the_World_Youth_Day
El análisis que haces es muy interesante; yo no veo inconveniente en que, en pleno Agosto, hayan decidido hacer estas jornadas mundiales de la juventud católica en Madrid. Me imagino que lo peor será el calor; y que en otra fecha, en fin de semana, el clima les hubiera sido más deseable. Reunirse y manifestarse son derechos fundamentales. El análisis histórico, si cabe, puede ser más profundo si por añadido observamos el significado del “España ha dejado de ser católica” de Azaña; como hoy, en sentido contrario, España sigue siendo católica por el propio régimen político vigente: la Monarquía Parlamentaria. España dejó de ser católica durante la II República porque una República, en esencia, nunca puede ser un régimen católico por pura teoría política y del Estado, JDJ. La Ilustración y la posterior revolución francesa sentó las bases del cambio de Dioses en el ejercicio de la soberanía y de las legitimidades del Poder. Los regicidios fueron mucho más que un magnicidio: su principio era el deicidio. Acabar con el Rey era decapitar la línea de la soberanía de Dios hacía el Rey y de éste a sus súbditos. Y se crearon nuevos Dioses: La Razón como cabeza de todos y confundida con la Naturaleza. Pero este Dios partía como un nuevo Evangelio, el Contrato Social, abstracción dogmática sobre el origen de la soberanía, con nuevos principio. Rousseau decapitó al Rey con la Idea. Previamente la burguesía incipiente ya había desplazado a Dios del centro del Universo, a mediados de 1600, cuando alguien se atrevió a decir que de lo único que se podía aseverar con total seguridad es que el ser humano, aunque no lo parezca, piensa. Esto significa que Dios no estaba en el centro de la existencia: sino el Hombre. Y esto lo había conseguido en base a una cosa abstracta que llamaban Razón. La laicidad comienza a partir del mundo moderno; y el mundo moderno comenzó cuando Dios dejó de ser la centralidad del Universo. Y Dios dejó de ser la centralidad del Universo cuando la burguesía empezó a reclamar para sí un espacio político. España pasó a ser Republicana en cuanto Régimen político. Y en cuanto Régimen político dejo de ser católica, pues su fundamentos políticos son muy otros que la Monarquía. Monarquía pertenece a Dios como República pertenece a Razón
ResponderBorrarEfectivamente con la II República España, su régimen político, dejó de ser católico. Ello no quiere decir que la mitad, por poner un porcentaje, de la sociedad fuera católica ni que hubiera una gran capacidad de movilización por parte de sus líderes y una gran organización desparramada por todos y cada uno de los pueblos españoles con capacidad de movilizar. Si España, su régimen, no era católico era lo que había que subvertir si había fuerza, posibilidades, propaganda y organización; y si las circunstancias llevaban a poner toda la carne en el asador habría que hacerlo. Una guerra de principios, de ideas. Lo importante era organizar un Régimen Católico –la verdadera España- (Monarquía Absoluta Tracidional –carlistas-: Monarquía liberal – monárquicos; o Dictadura militar de salvaguarda Católica) y destruir un régimen que no era católico -la anti España- en su fundamentos políticos: La República. Efectivamente, España había dejado de ser católica desde el momento que el Rey ensucia la corona y la deja caer al suelo; pero el hilo de la soberanía no está cortado. Dios sigue estando en la cúspide y, por su gracia, dispondrá quien la recogerá; y que por supuesto es quien haga uso de la Espada y devuelva España a la catolicidad: por eso su Régimen, y por tanto España, pasó a ser Católico. Y aún lo sigue siendo, porque Monarquía y Dios son los elementos de determinada teoría política y de legitimidad del Poder que se fundó en la Edad Media; el mundo moderno traería otras teorías políticas; por eso una parte de la Iglesia, y muy poderosa, siempre ha estado en contra de “la modernidad”. Y de esas tensiones vienen, grosso modo, todo el melón. La confusión es confundir España con su Estado y con su Régimen Político. España es una amalgama de todo eso y España es, también su Régimen político, que es cómo se organiza legalmente. Y si con la II República se organizó –que es un decir, pues casi nadie la dejó organizarse: los católicos y sus estructuras incluidas y bien organizadas contra el Régimen- como una República, España durante ese lapso, no fue católica. Suerte que ahora no ocurre.
ResponderBorrarDe acuerdo en lo fundamental. Ahora bien, yo pago por correr el MAPOMA cien veces más de lo que usted paga por aparcar... pero no para aparcarse a usted mismo, sino el trozo de metal con el que contamina el aire que yo respiro y con el que usted y el resto de los conductores me impide correr a mí durante los otros 364 días del año.
ResponderBorrar¿la maraton cuesta 3500 euros? Equivoque la profesion...
ResponderBorrarTe aclarare que no se nada de coches y que no me pone nada usarlos. Pero, nos guste o no, hoy en dia necesito esa maquina. A la mayoria de los sitios a los que debo ir no llegaria corriendo. Al curro, eso si, voy andando.
ResponderBorrarPuntualizaciones.
ResponderBorrar- Los que ponéis las fiestas patronales como ejemplo del catolicismo de España. Por favor, eso no hay quien se lo crea. Obviamente la historia nos ha dejado fiestas de guardar que coinciden con el santoral pero cualquiera puede ver que la 'religiosidad' de estas fiestas es tangencial en la mayoría de los casos.
Por lo menos entre la gente de mi generación (30 años o menos) las fiestas tienen más que ver con ponerse hasta atrás durante 7 días seguidos que con el Santo o Virgen X. De hecho, en mi pueblo muchos ni siquiera saben quien es el patrón que están celebrando, no ya su historia, dino casi ni el nombre.
Si las fiestas si hicieran en honor a Bob Esponja tendrían el mismo éxito.
- Sobre lo de que también hay maratones, orgullos gays, etc. En ninguno de estos eventos el Estado se pone tan al servicio de los organizadores.
Podríamos hablar de los transportes, la sanidad y demás cosas que hanido saliendo esta semana pero para mi hay algo que es un buen ejemplo de 'trato especial': la implicación del ejercito en los actos.
¿Por qué debe actuar la Patrulla Águila cuando viene el Papa? ¿Por qué desfila la Legión que ha jurado defender a todos los españoles sin importar su religión? ¿Lo ha hecho alguna vez en el orgullo gay o cuando gana el madrid? No, porque a todos nos parecería una parcialidad intorelable. Y no me vale decir que el Papa es Jefe de Estado, que viene a hacer proseletismo y vendernos su moto. Si el Rey Fahd viniera a predicar wahabismo no se le trataría como cuando viene de vacaciones.
No veo por que el ejercito no va a poder sentirse vinculado a la religion, los gays o lo que quiera
ResponderBorrarY por cierto, hablando de comparaciones. Si pidiesemos, que lo hariamos, que se prohibiese una manifa contra el Orgullo en la que se le gritase a los gays "vosotros fascistas sois los terroristas"; si resulta que eso seria intolerablemdnte homofobo.... ¿por que no es intolerablemente catolicofobo?
ResponderBorrarEl ejército no pude sentirse vinculado a los gays, la religión o lo que sea por el mismo motivo por el que los militares no tienen derecho a manifestarse: porque deben ser absoluta y escrupulosamente independientes.
ResponderBorrarY porque "el ejército" no es un señor, si yo soy piloto y me toca "actuar" delante del Papa tengo que hacerlo sí o sí, lo quiera o no, al contrario que un grupo de equilibristas o de ciudadanos normales.
El ejérctio es un grupo aparte.
En mi opinion confundes independencia politoca (que por cierto, el ejercito no debe der independiente sino constitucional; no es lo mismo) con independencia en materia de creencia. Una cosa es que un militar pueda ser musulman o ateo, y otra que la institucion no pueda sentirse ligada a la religion catolica. Y el dia que desee rendir homenaje a los gays, tambien podra hacerlo. Que el militar tiene menos derechos que un civil, cierto. Pero eso no quiere decir que no tenga derechos.
ResponderBorrarHola
ResponderBorrarCreo que vivimos en un país fuertemente condicionado por la "corrección política". Una de las pruebas es que tenemos ciertos problemas para llamar a las cosas por su nombre. Yo voy a hacerlo, perdón si incomodo a alguien.
- La/s manifestación/ones convocadas en los alrededores de Sol no fueron simplemente laicas, fueron anticlericales y anticatólicas.
- Las posturas anticlericales y anticatólicas son totalmente respetables. Igualmente lo son los católicos y la jerarquía eclesiástica.
- Las manifestaciones anticlericales de Sol no fueron respetuosas con los que piensan de diferente manera. Si lo hubiesen sido, hubiesen elegido otra fecha para manifestarse. Por ejemplo, hoy mismo, cuando los peregrinos están en Cuatro Vientos. Pero, claro, entonces no hubiese habido enfrentamientos QUE ERA LO QUE IBAN BUSCANDO.
- YO me considero laico y siento vergüenza ante lo ocurrido. Más cuando veo alguna del las fotos de los supuestamente laicos. P.ej. Un tipo desnudo con una bandera arcoiris haciendo como que se folla a la estatua del oso y el madroño. ¿Alguien con dos dedos de frente me puede explicar qué coño tiene eso que ver con el laicismo?
Y para terminar. Estos laicos de pacotilla han conseguido exactamente el efecto contrario al que iban buscando. Todos los que vivimos en Madrid hemos podido ver estos días a multitudes de jóvenes en un ambiente festivo y alegre. También hemos visto a unos pocos miles de ciudadanos echando espumarajos por la boca contra ellos. Si esto es laicismo, que venga Dios y lo vea.
A JdJ,
ResponderBorrarPues a mi me inquietaría mucho, pero mucho, que la institución que ejerce el monopolio del uso de tanques en el Estado se identificara con el catolicismo, la defensa de los gays, el socialismo, el veganismo o el real madrid. Creo que la historia nos enseña que ese camino no lleva a ningún sitio bueno, especialmente en España y otros paises latinos (a Venezuela me remito).
Sobre la manifa anti-gay, por mi que se haga. Ningún problema. Y no iría a montar una contramanifestación.
A Asmodeo,
Oiga, yo fui a la manifestación y no buscaba bronca, más bien todo lo contrario. Y las manifestaciones se hacen cuando a uno le da la gana, nadie debería sentirse provocado por ello. Como ya digo, por mi que Rouco salga a la calle durante el Orgullo diciendo que somos satanás, no me importa.
Y la caracterización de las barbaras hordas laicas atacando a alegres peregrinos cumbayá es falsa. Entre los laicos habia energúmenos gritando idioteces tipo 'arderéis como en el 36' (fueron recriminados por ello, al menos por mi) pero eran una minoria. Y entre los peregrinos también había otra minoría de saludo romano, boina paramilitar y 'Viva Crito Rey'. El error de ambas lados fue dejar que estos 2 grupos tomaran la iniciativa de las 2 manifestaciones, unos al bloquear la plaza, otros al pretender tomar la plaza por 'cojones'. Pero vamos, que exaltados, para todos los gustos.
PD: Y obviamente cosas como la asamblea conjunta de debate entre JMJs y laicos de hace 2 días en Sol, pacífica y enriquecedora para los que asistimos, no es noticia. No da buenas fotos morbosas para las portadas.
En lo que a mi respecta, si los de los tanques respetan y defienden la legalidad, como si quieren ser todos zoroastrianos o discipulos de Vesta.
ResponderBorrarMaknovista"Y las manifestaciones se hacen cuando a uno le da la gana, nadie debería sentirse provocado por ello".
ResponderBorrarNo señor mío. Si una organización convoca una manifestación en un lugar coincidente en fecha y hora con otra manifestación de signo contrario, es evidente que lo que busca es provocar, montar gresca y dar por culo al personal.
Lo que Ud. dice es "yo pongo mi cuchillo jamonero donde me sale de las napias, y Ud. lo que tiene que hacer es apartar su barriga de él, que me lo deja perdido de vísceras"
Para terminar este año también desfilaron en mi pueblo Bob Esponja et al. La cosa va variando con los años, unos han sido Los Gormiti otros los Simpson. (Parece que la única que tiene la plaza fija en las procesiones es la Virgen ;-) ) y sabe que, nunca he visto al alcalde desfilar detrás de ellos.
Yo sólo quiero hacer una confesión, y es que hace un par de días que he dado accidentamente con este blog y estoy encantada y superenganchada.
ResponderBorrarMe he reído lo que no está en la escrituras y he aprendido una barbaridad.
Muchas gracias al autor y/o autores y un cacahuete para el elefante.
Resumiendo:
ResponderBorrar- El laicismo nace de la Razón. Y como tal, JAMÁS debe caer en el fanatismo.
- La religión nace de la Fe. Y por lo tanto es fácilmente fanatizable.
- Cualquier movimiento anti- (anti-loquesea) nace del instinto animal que porta nuestro ADN humano, de que el más fuerte de la manada es el que ha de imponer su criterio a los demás. Los movimientos anti- son intrínsecamente fanáticos.
Si yo, como laico, no me hubiese percatado de la "mala baba" que escondía la fecha y el lugar de la convocatoria y, por error, hubiese asistido a la manifestación, hubiese salido de ella corriendo, nada más ver a los que me rodeaban.
La verdad es que a los anticatólicos se les vio el plumero. Hay una foto de un energúmeno gritándole a una chiquilla en plena calle. Unos peregrinos franceses, con el apoyo de su embajada, han denunciado a estos "demócratas".
ResponderBorrarEstá claro que la democracia se mueve en un terreno muy inestable. Desgraciadamente algunos se piensan que la democracia consiste en que los demás pensemos libremente lo que ellos deciden que pensemos (y pobres de nosotros si rehusamos). Son los mismos que se inventaron el término "democracia popular".
La verdad es que la religión y el Papa me importan poco, pero son importantes para muchos. ¿Quién puede en la actualidad congregar a más de un millón de personas? Los mismos que condenan a la Iglesia por su fanatismo, no dejan de ser la otra cara de la misma moneda.
Saludos
... Y en determinado momento, os gritos y el alboroto de los asaltaperegrinos cesaron como por encanto.
ResponderBorrarUn silencio solemne se enseñoreo de la calle y la turba de "antis" desapareció de la escensa como por arte de birlibirloque.
El crujido de sus botas con firmes pasos anunció su llegada unos segundos antes de que se les viera. Marchaban marciales con sus arrogantes mentones apuntando al cielo y el brazo derecho poderosamente erguido sosteniendo la pesada Cruz del Cristo que tanto veneran como si fuera una pluma...
A los antis, en sus improvisados escondites, la caquita se les deslizaba presurosa por los camales